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1 DE FEBRERO DE 2014

LA GUERRA QUE CAMBIÓ AL MUNDO


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Vol. 135, No. 3

Tirada media: 45.944.000 EN 213 IDIOMAS

FEBRUARY 1, 2014

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Semimonthly SPANISH

LA ATALAYA es una revista que tiene ´ ´ como proposito honrar a Jehova, el Dios Soberano del universo. Consuela a la gente anunciando que el Reino de Dios —un gobierno que se halla en los cielos— pronto ´ acabara con la maldad y transfor´ ´ mara la Tierra en un paraıso. ´ Ademas, promueve la fe en el Rey reinante de dicho gobierno, ´ Jesucristo, quien murio para ´ que pudieramos alcanzar la vida ´ eterna. Esta publicacion, editada ´ sin interrupcion desde 1879, ´ es polıticamente neutral y reconoce ´ la Biblia como maxima autoridad.

TEMA DE PORTADA

La guerra que cambió al mundo

PÁGINAS 3 A 7 La guerra que cambió al mundo 3 El verdadero culpable de la guerra y el sufrimiento 5 ․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․․

Y TAMBIÉN La Biblia les cambió la vida 8 ¿Lo sabía? 10

´ ¿Desea obtener mas ´ informacion o recibir en ´ su hogar clases bıblicas gratuitas? Visite www.jw.org/es o escriba a una de las direcciones indicadas abajo. ESTADOS UNIDOS: ´ Testigos de Jehova 25 Columbia Heights Brooklyn, NY 11201-2483 ´ CANADA: ´ Testigos de Jehova PO Box 4100 Georgetown, ON L7G 4Y4 ´ Encontrara la lista completa de direcciones en www.jw.org/es/datos-de-contacto.

Nuestros lectores quieren saber: ¿Por qué permite Dios que los poderosos abusen de los débiles? 11 Ejemplos de fe: Se mantuvo firme ante la injusticia 12 Preguntas sobre la Biblia 16

MÁS INFORMACIÓN EN LÍNEA | www.jw.org/es OTRAS PREGUNTAS SOBRE LA BIBLIA: ¿Por qué es la paz mundial algo tan difícil de alcanzar?

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´ Esta publicacion se distribuye como parte de una ´ ´ obra mundial de educacion bıblica que se sostiene con donativos. Prohibida su venta. A menos ´ que se indique lo contrario, las citas bıblicas se ´ han tomado de la version en lenguaje moderno ´ Traduccion del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias). The Watchtower (ISSN 0043-1087) is published semimonthly by Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.; L. Weaver, Jr., President; G. F. Simonis, Secretary-Treasurer; 25 Columbia Heights, Brooklyn, NY 11201-2483, and by Watch Tower Bible and Tract Society of Canada, PO Box 4100, Georgetown, ON L7G 4Y4. Periodicals Postage Paid at Brooklyn, NY, and at additional mailing offices. POSTMASTER: Send address changes to Watchtower, 1000 Red Mills Road, Wallkill, NY 12589-3299. 5 2014 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. Printed in Canada.

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LA GUERRA ´ QUE CAMBIO AL MUNDO


TEMA DE PORTADA

La guerra que cambió al mundo Hace un siglo, millones de jóvenes dejaron la seguridad de sus hogares para irse a la guerra. Marcharon entusiastas, arrastrados por el patriotismo. “Estoy feliz y lleno de emoción por los maravillosos días que nos esperan”, escribió un voluntario estadounidense en 1914. Pero pronto el entusiasmo se convirtió en amargura. Nadie se imaginó que los ejércitos acabarían atascados por años en los terrenos lodosos de Bélgica y Francia. En ese entonces, al conflicto lo llamaron la Gran Guerra. Ahora lo llamamos la Primera Guerra Mundial. Aquella fue sin duda una gran guerra por el número de víctimas —diez millones de muertos y veinte millones de mutilados, según algunos cálculos— y también por los grandes errores que la desencadenaron. Los políticos europeos fueron incapaces de evitar que las tensiones internacionales desembocaran en un conflicto de escala global. Peor aún, la Gran Guerra dejó cicatrices que cambiaron al mundo, y hasta el día de hoy sentimos sus efectos. 1 DE FEBRERO DE 2014

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ERRORES QUE ACABARON CON LA CONFIANZA La Primera Guerra Mundial comenzó debido a errores de cálculo. En aquel placentero verano de 1914, los líderes europeos parecían, según una obra, “sonámbulos caminando en el borde de un precipicio”. (The Fall of the Dynasties—The Collapse of the Old Order 1905-1922.) En cuestión de semanas, el asesinato de un archiduque austríaco sumió a las potencias europeas en una guerra que nadie quería. Tras el inicio de las hostilidades, se le preguntó al canciller alemán: “¿Pero qué pasó?”, a lo que él respondió con tristeza: “Ojalá lo supiera”. Los líderes que tomaron las desastrosas decisiones que llevaron a la guerra ni se imaginaban las consecuencias. Pero allá en las trincheras, los soldados no tardaron en descubrir la realidad: sus políticos les habían fallado, sus clérigos los habían engañado y sus generales los habían traicionado. ¿De qué modo? Los políticos aseguraron que la guerra produciría un mundo mejor. El canciller alemán proclamó:

Sus políticos les habían fallado, sus clérigos los habían engañado y sus generales los habían traicionado

“Luchamos para defender los frutos de nuestra pacífica industria, la herencia de nuestro glorioso pasado e incluso nuestro futuro”. El presidente Woodrow Wilson, de Estados Unidos, acuñó una frase esperanzadora que se hizo popular. Dijo que la guerra haría del mundo “un lugar más seguro para la democracia”. Y en Gran Bretaña, la gente creyó que sería una guerra que acabaría con todas las guerras. ¡Qué equivocados estaban todos! Los clérigos apoyaron el conflicto con toda el alma. “Los guardianes de la palabra de Dios fueron los primeros en entonar el canto de guerra. La lucha sin cuartel se volvió sinónimo de odio irrefrenable”, señala The Columbia History of the World. Y lejos de combatir las llamas del odio, las alimentaron. “Los clérigos demostraron que no podían, y en la mayoría de los casos no querían, poner la fe cristiana antes que la nacionalidad —observa el libro La historia del cristianismo—. La mayoría siguió el camino fácil y equiparó el cristianismo con el patriotismo. Los soldados cristianos de todas las confesiones recibieron la exhortación a matarse mutuamente en nombre de Su Salvador.” Los generales prometieron una victoria rápida, pero sin ninguna base. De pronto, los ejércitos cayeron en un sangriento atolladero y millones de soldados sufrieron lo que, en palabras de un historiador, “fue posiblemente la mayor y más cruel tortura física y emocional que el ser humano haya tenido que soportar”. A pesar de las terribles pérdidas, los generales seguían lanzando a sus hombres contra las barricadas de alambres de púas y las ráfagas de metralleta. No es de extrañar que muchos se amotinaran. ¿Qué efecto tuvo esta guerra en la sociedad? Una obra de historia cita estas palabras de un veterano: “La guerra [...] marcó con fuego la mente y el espíritu de una generación”. Así es, imperios enteros desaparecieron, y el trágico conflicto fue el preludio del siglo más sanguinario de la historia. A partir de entonces, las revoluciones y las protestas se volvieron algo cotidiano. ¿Por qué se sumió el planeta en el caos después de esta guerra? ¿Fue tan solo un colosal accidente? ¿Qué revelan las respuestas sobre nuestro futuro?


El verdadero culpable de la guerra y el sufrimiento La Primera Guerra Mundial terminó el 11 de noviembre de 1918. La gente cerró sus negocios y salió a bailar a las calles. Pero la celebración duró poco. Otra tragedia —más mortífera aún que la ametralladora— se cernía sobre el mundo. En junio de 1918 apareció en los campos de batalla franceses una terrible plaga conocida como la gripe española, la cual no tardó en demostrar su agresividad. En unos cuantos meses mató a más soldados estadounidenses en Francia que el fuego enemigo. Y las tropas que regresaron a casa se la llevaron consigo y la esparcieron por todo el planeta. El hambre y la pobreza también marcaron los años de la posguerra. Gran parte de Europa se mo-

ría de inanición al finalizar el conflicto. Para 1923, la moneda alemana había perdido casi todo su valor. Seis años después, la entera economía mundial se desplomó. Y finalmente, en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, que en ciertos sentidos fue una continuación de la anterior. ¿Qué hubo detrás de esta singular cadena de catástrofes? LA SEÑAL DE LOS ÚLTIMOS DÍAS Para entender qué hay detrás de ciertos sucesos históricos, y en particular de la Primera Guerra Mundial, debemos recurrir a las profecías de la Biblia. Jesucristo predijo una época en la que las naciones lucharían unas con otras y habría

Guerra en la Tierra, guerra en el cielo Unos diecinueve siglos antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, el Diablo le ofreció a Jesús “todos los reinos del mundo” (Mateo 4: 8, 9). Jesús rechazó la tentación, pero no negó que dichos reinos pertenecieran a Satanás, a quien más tarde llamó “el gobernante del mundo” (Juan 14:30). Además, el apóstol Juan dijo: “El mundo entero [está] en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19). Si el Diablo tiene tal poder, ¿no es lógico pensar que estuvo involucrado en la Primera Guerra Mundial y los desastres que le siguieron? En efecto, el libro de Revelación lo vincula a las calamidades que ha sufrido el mundo desde 1914. El siguiente es un breve resumen de los sucesos descritos en el capítulo 12 de Revelación:

Versículo 7. Estalla la guerra en el cielo entre Miguel (Jesucristo) y el dragón (Satanás). Versículo 9. Satanás, que “está extraviando a toda la tierra habitada”, es expulsado del cielo. Versículo 12. “¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo.” La cronología bíblica y los sucesos mundiales muestran que la guerra celestial ocurrió en 1914, tras el establecimiento del Reino de Dios en los cielos. Así que en ese crucial año estallaron dos guerras: una en la Tierra y otra en el cielo. Vea el capítulo 8 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, publicado por los testigos de Jehová.

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epidemias y falta de alimentos por todos lados (Mateo 24:3, 7; Lucas 21:10, 11). Les dijo a sus discípulos que estas calamidades serían la señal de los últimos días. El último libro de la Biblia, Revelación (o Apocalipsis) ofrece más detalles, los cuales vinculan el sufrimiento en la Tierra con una guerra celestial. (Vea el recuadro “Guerra en la Tierra, guerra en el cielo”.) Este libro habla de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Tres de ellos representan los mismos desastres que ya había predicho Jesús: guerras, hambres y epidemias. (Vea el recuadro “¿Están

cabalgando los cuatro jinetes del Apocalipsis?”.) Está claro, pues, que la Primera Guerra Mundial desató un período de sufrimiento que continúa hasta hoy. Y la Biblia revela que el Diablo es el verdadero culpable (1 Juan 5:19). ¿Podrá detenerlo algún día alguien? Revelación asegura que al Diablo le queda solo “un corto espacio de tiempo” (Revelación 12:12). Por eso está lleno de rabia y está provocando tanto sufrimiento en la Tierra. En efecto, las dificultades que vemos a nuestro alrededor demuestran que el tiempo se le está agotando.

¿Están cabalgando los cuatro jinetes del Apocalipsis? Fondo, caballo de color de fuego: del libro The Photographic History of the Great European War in Gravure (1916)

El caballo blanco, montado por un rey celestial. (Revelación 6:2.) El Rey es Jesucristo y cabalga por la justicia (Salmo 45:4). Su primera tarea fue expulsar del cielo a Satanás y sus demonios (Revelación 12:9).

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El caballo rojo, cuyo jinete tiene autoridad para “quitar de la tierra la paz”. (Revelación 6:4.) Desde 1914, la guerra ha plagado a la humanidad. Solo veintiún años después de la Primera Guerra Mundial estalló la segunda y mató a muchas más personas: 60.000.000, según un cálculo. Desde 1945, las guerras han sido regionales, pero igual de despiadadas. Algunos historiadores estiman que durante el siglo XX murieron por esta causa mucho más de cien millones de personas.


SE DESBARATAN LAS OBRAS DEL DIABLO La Primera Guerra Mundial fue un acontecimiento que cambió por completo el rumbo de la historia. Dio inicio a una época de guerras, revoluciones y desilusión con la clase política. También demostró sin lugar a dudas que Satanás fue echado del cielo (Revelación 12:9). La reacción del gobernante invisible de este mundo ha sido igual a la de un dictador desalmado que sabe que su gobierno tiene los días contados. Cuando su tiempo se agote, la era de crisis que comenzó con la Primera Guerra Mundial por fin acabará.

Las profecías bíblicas nos dan sólidas razones para confiar en que Jesucristo, nuestro Rey celestial, pronto “desbaratar[á] las obras del Diablo” (1 Juan 3:8). Ya desde ahora, millones de personas están pidiendo que venga ese Reino. ¿Y usted? Gracias a ese gobierno, la gente de bien podrá ver cómo se hace la voluntad de Dios —y no la del Diablo— en la Tierra (Mateo 6:9, 10). Bajo el Reino de Dios, no volverá a ocurrir una guerra mundial ni ninguna otra guerra (Salmo 46:9). Aprenda más sobre él y vivirá para ver el tiempo en que la paz dominará el planeta (Isaías 9:6, 7).

Fondo, caballo pálido: National Museum of Health & Medicine, Armed Forces Institute of Pathology, NCP 1603

El caballo negro, cuyo jinete lleva en la mano una balanza que representa el hambre. (Revelación 6:5, 6.) Durante la Primera Guerra Mundial murieron de hambre 750.000 personas en Alemania debido a un bloqueo de los Aliados. Más de 2.000.000 de rusos murieron de hambre en 1921, y se dieron tragedias similares en otras partes del mundo. Se calcula que perecieron 70.000.000 de personas por esta causa en el siglo XX. Incluso hoy mueren anualmente más de 3.000.000 de niños menores de cinco años por causas relacionadas con la desnutrición.

El caballo pálido, cuyo jinete produce epidemias mortíferas. (Revelación 6:8.) La primera gran epidemia del siglo XX fue la gripe española. Aunque las cifras varían, se estima que mató a 50.000.000 de personas. El libro Man and Microbes asegura: “Esta pandemia fue uno de los peores desastres de la historia [...]. Ni siquiera la peste bubónica mató a tanta gente tan rápido”. La viruela, la malaria y la tuberculosis son otras enfermedades infecciosas que causaron cientos de millones de muertes en el siglo XX.

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LA BIBLIA LES CAMBIÓ LA VIDA

La promesa de un paraíso me cambió la vida MI PASADO: Nací en Riga, la capital de Letonia. Mi herma-

RELATADO POR IVARS VIGULIS

AÑO DE NACIMIENTO

1974 PAÍS

LETONIA OTROS DATOS

COMPETÍA EN CARRERAS DE MOTOCICLETAS

na y yo vivíamos con nuestra madre. Aunque mi madre era católica, solo íbamos a la iglesia en las fiestas religiosas. Yo siempre creí en la existencia de un poder superior. Sin embargo, de adolescente empecé a tener otros intereses. Mi madre se dio cuenta de que yo tenía la habilidad de desmontar cosas y volverlas a montar. Como le daba miedo que le desmantelara toda la casa, no me dejaba solo. Para entretenerme, me regaló un juego de construcción con piezas de metal que yo no dejaba de armar y desarmar. Este hobby me gustaba tanto como mi otra pasión: el motociclismo. Mi madre me inscribió en una carrera llamada Zelta Mopēds, y así fue como empecé a competir, con motocicletas de baja cilindrada. Después pasé a motocicletas más potentes. Aprendí rápido y enseguida me hice un nombre en este peligroso deporte. Logré ganar el campeonato de superbikes de Letonia en tres ocasiones, y el de los países bálticos, en dos. LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA: En la cumbre de mi carre-

ra, mi novia Evija, con quien después me casé, encontró una publicación de los testigos de Jehová que contenía un cupón para solicitar un curso de la Biblia. Lo rellenó, lo envió y poco tiempo después estaba recibiendo clases de la Biblia con dos Testigos. Para aquel tiempo francamente no me interesaba mucho la religión, pero no me opuse a que ella estudiara. Con el paso del tiempo, las Testigos que le enseñaban de la Biblia a Evija me invitaron a escuchar la clase. Acepté y me gustó lo que oí. Una de las cosas que dejaron huella en mi corazón fueron las palabras de Salmo 37:

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10, 11, donde se promete que la Tierra se convertirá en un paraíso. Allí dice: “Y solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. Mi interés por la Biblia era cada vez mayor. Me di cuenta de todas las mentiras religiosas que existen. En cambio, la lógica y la sencillez de las enseñanzas bíblicas me dejaron muy impresionado.

Soy responsable ante Jehová, quien me ha dado la vida En el estudio de la Biblia aprendí que para Jehová la vida es muy valiosa (Salmo 36:9). Eso hizo que me cuestionara si debía continuar con mi carrera deportiva. Ya no quería poner en riesgo mi vida, quería dedicarla a Jehová. La fama, la gloria y la adrenalina de las carreras ya no me llenaban. En 1996 asistí a una asamblea internacional de los testigos de Jehová en Tallin (Estonia), cerca del estadio donde solía competir. Allí vi personas de distintos países reunidas en paz. Cuando una de las asistentes perdió su bolso, pensé que jamás lo encontraría. Pero poco después, otra de las asistentes lo encontró y se lo devolvió intacto. ¡No podía creerlo! Fue entonces cuando entendí que los testigos de Jehová realmente se guían por los principios bíblicos. Evija y yo seguimos progresando en sentido espiritual y nos bautizamos en 1997.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO:Algunos de los

amigos que tenía en el arriesgado mundo del motociclismo han muerto en accidentes. Pero yo estoy vivo gracias a la Biblia, pues al estudiarla aprendí que soy responsable ante Jehová, quien me ha dado la vida. Durante cuatro años, mi esposa y yo estuvimos sirviendo en la sucursal de los testigos de Jehová en Riga. Ahora estamos criando a nuestra hija, Alise, y le enseñamos a amar a Jehová. También dedico un día a la semana a trabajar en el centro de traducción de Letonia reparando cosas como autos. Me alegra usar bien las habilidades que adquirí de niño. Sí, todavía sigo desmontando y montando cosas. Gracias a lo que he aprendido en la Biblia, tengo el honor de dar testimonio del único Dios verdadero con mi familia. No cabe duda de que la promesa de un paraíso en la Tierra me cambió la vida.

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¿LO SABÍA?

¿Qué son los áloes mencionados en la Biblia? Los áloes de los que habla la Biblia se usaban para perfumar camas y prendas de vestir (Salmo 45:8; Proverbios 7:17; El Cantar de los Cantares 4:14). Provenían del palo de áloe (un tipo de Aquilaria), cuya madera produce aceites aromáticos y resina al descomponerse. La madera impregnada se molía y se vendía en polvo. La Biblia compara las tiendas de Israel a “áloes que Jehová ha plantado” (Números 24:5, 6). La comparación podría deberse a la forma del palo de áloe, que alcanza los 30 metros (100 pies) de altura y es frondoso en la copa. Aunque el árbol no se encuentra hoy día en Israel, la obra A Dictionary of the Bible señala que “no hay nada que descarte la posibilidad de que este y otros árboles desconocidos [en la región] fueran cultivados en el populoso y próspero valle del Jordán de tiempos bíblicos”. LOS ÁLOES PROVENÍAN DEL PALO DE ÁLOE

¿Qué tipo de ofrendas se aceptaban en el templo de Jerusalén?

ESTE SELLO DE ARCILLA DEL TEMPLO DE JERUSALÉN TIENE UNOS DOS MIL AÑOS LEVINE/SIPA

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La Ley de Dios exigía que los sacrificios que se llevaban al templo fueran de la máxima calidad. Dios no aceptaba ofrendas defectuosas (Éxodo 23:19; Levítico 22:21-24). Filón, escritor judío del siglo I, señala que los sacerdotes inspeccionaban los animales desde la cabeza hasta el extremo de las patas para verificar que estuvieran sanos y “sin defecto alguno”. Según el biblista E. P. Sanders, es probable que el templo solo permitiera la venta de “animales previamente inspeccionados por los sacerdotes. De ser así, el vendedor tendría que dar al comprador algún tipo de comprobante de que el animal estaba libre de defectos”. En 2011, un equipo de arqueólogos descubrió una ficha o comprobante de ese tipo en los alrededores del templo: un sello de arcilla en forma de moneda que data de entre el siglo I antes de nuestra era y el año 70 de nuestra era. Tiene inscritas dos palabras arameas que se han traducido “puro para Dios”. Se cree que los oficiales del templo ataban estas fichas a los productos o animales destinados a los rituales.


NUESTROS LECTORES QUIEREN SABER

¿Por qué permite Dios que los poderosos abusen de los débiles? En la Biblia hallamos algunas historias de personas poderosas que abusaron de los débiles. Por ejemplo, el rey Acab —que gobernó en Israel durante el siglo X antes de nuestra era— quiso quedarse con una viña que pertenecía a Nabot y sus hijos. La reina, Jezabel, tramó el asesinato de estos a fin de quitársela, y el rey no hizo nada para evitarlo (1 Reyes 21:1-16; 2 Reyes 9:26). ¿Por qué permite Dios este tipo de abusos? Una importante razón es que Dios no puede mentir (Tito 1:2). Pero ¿qué tiene que ver eso con el abuso de poder? Bueno, en el principio, Dios les advirtió a los seres humanos que si se rebelaban contra él, morirían; y así fue. Desde la rebelión de Edén, el hombre no ha podido escapar de las garras de la muerte. Y precisamente, la primera muerte fue resultado de un abuso de poder: Caín asesinó a su hermano, Abel (Génesis 2: 16, 17; 4:8). La Biblia dice que desde entonces “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9). Por ejemplo, Jehová les advirtió a los israelitas, su pueblo, que tendrían reyes opresivos, lo cual los haría clamar a él por ayuda (1 Samuel 8:11-18). Hasta el sabio rey Salomón cargó a la nación con impuestos abusivos (1 Reyes 11:43; 12:3, 4). Y otros reyes fueron peores, como Acab. Ahora piense en lo siguiente: si Dios hubiera impedido estos abusos de poder, ¿no se habrían convertido en una mentira sus palabras? Por otro lado, Satanás afirma que los seres humanos sirven a Dios por razones egoístas (Job 1: 9, 10; 2:4). Si Dios protegiera a sus siervos del abuso de poder, ¿no le estaría dando la razón a Satanás? Y si protegiera a todos los seres humanos, estaría haciéndoles creer una mentira peor: Vea el artículo “Ejemplos de fe” en esta misma revista.

que el hombre puede gobernarse a sí mismo sin ayuda. Pero la Biblia dice lo contrario: que el hombre es incapaz de gobernarse a sí mismo (Jeremías 10:23). Necesitamos que venga el Reino de Dios; solo así acabará la injusticia. ¿Quiere decir lo anterior que Dios está cruzado de brazos? No; hay dos cosas que ya está haciendo. Para empezar, denuncia los abusos de poder. Por ejemplo, su Palabra describe con lujo de detalle la trampa que Jezabel le tendió a Nabot. La Biblia también revela que detrás de esos actos malévolos hay un poderoso gobernante que está tratando de ocultar su identidad (Juan 14:30; 2 Corintios 11:14). ¿De quién se trata? Del Diablo. Al denunciar la maldad y los abusos de poder así como a su causante, Dios nos ayuda a evitar la maldad. De ese modo protege nuestro futuro eterno.

“El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” (Eclesiastés 8:9) “Dios [...] no puede mentir.” (Tito 1:2) En segundo lugar, Dios nos ofrece la garantía de que acabará con los abusos de poder. La manera en que desenmascaró, juzgó y castigó a Acab y a Jezabel —y a mucha más gente que era como ellos— nos da base para confiar en lo que ha prometido: exigirles cuentas a todos los malos (Salmo 52:1-5). Además, les asegura a las personas que lo aman que pronto revertirá los efectos de la maldad. En efecto, Nabot y sus hijos vivirán para ver la Tierra convertida en un paraíso libre de injusticias (Salmo 37:34). Vea el capítulo 11 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, publicado por los testigos de Jehová.

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EJEMPLOS DE FE | ELÍAS

Se mantuvo firme ante la injusticia E

LÍAS camina por el valle del Jordán. Viene del sur, del lejano monte Horeb. Lleva semanas viajando, pero al fin ha llegado a su país, Israel. Ha habido muchos cambios: los efectos de la larga sequía están desvaneciéndose y las suaves lluvias otoñales han comenzado, por lo que los campesinos están arando sus campos. De seguro, al profeta lo alivia ver que la tierra se está recuperando, pero lo que más le preocupa es el pueblo. La espiritualidad de la gente deja mucho que desear y la adoración de Baal continúa muy extendida. Elías tiene mucho trabajo por delante. Cerca del pueblo de Abel-meholá, Elías observa una gran obra de cultivo. Doce yuntas de bueyes en línea están formando surcos paralelos en la tierra reblandecida. El conductor de la última yunta es el hombre al que Elías está buscando: Eliseo, el elegido de Jehová para sustituirlo. Tiempo atrás, el profeta había pensado que era el único siervo de Dios que quedaba, así que debe de estar ansioso por conocer a su sucesor (1 Reyes 18:22; 19:14-19). ¿Se habría sentido Elías inseguro por tener que delegar parte de sus obligaciones o por la perspectiva de ser reemplazado? No lo sabemos, pero tampoco podemos afirmar que no hayan cruzado por su mente esos pensamientos. Después de todo, era un “hombre de sentimientos semejan-

tes a los nuestros” (Santiago 5:17). En cualquier caso, la Biblia dice que fue “a donde [Eliseo] y echó sobre él su prenda de vestir oficial” (1 Reyes 19:19). Esta prenda —probablemente de piel de oveja o de cabra— era una especie de capa que representaba la comisión especial que Elías había recibido de Jehová, de modo que el acto de ponérsela sobre los hombros a Eliseo estaba lleno de simbolismo. Elías cumplió con gusto la orden de Jehová de nombrar un sucesor. Confió en él y lo obedeció. Por su parte, Eliseo estaba ansioso por servir al profeta. Desde luego, no ocupó su lugar de inmediato. Pasó unos seis años acompañándolo y asistiéndolo humildemente, al punto que se lo conocía como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías” (2 Reyes 3:11). ¡Qué reconfortante debió de ser contar con un ayudante tan capaz y servicial! De seguro se hicieron amigos. El ánimo mutuo les dio fuerzas para resistir a pesar de las terribles injusticias que se cometían a diario en Israel y, en particular, la maldad del rey Acab, que iba de mal en peor. ¿Alguna vez ha sufrido usted una injusticia? En este mundo corrupto, eso es de lo más común. Conseguir un amigo que ame a Dios lo ayudará a aguantar. Además, meditar en la fe de Elías lo ayudará a enfrentarse a las injusticias.

Jehová provocó una sequía de tres años y medio para mostrar la impotencia de Baal, a quien los israelitas consideraban el dios de la lluvia y la fertilidad (1 Reyes, capítulo 18). Vea los artículos de “Ejemplos de fe” del 1 de enero y 1 de abril de 2008 de La Atalaya.

“LEVÁNTATE, BAJA AL ENCUENTRO DE ACAB”

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Elías y Eliseo se esforzaron por fortalecer la espiritualidad del pueblo. Al parecer, se encarga-


ron de capacitar a otros profetas, para lo cual es posible que los hayan organizado en algún tipo de escuela. Pasado un tiempo, Elías recibió una nueva comisión de Jehová: “Levántate, baja al encuentro de Acab el rey de Israel”, le ordenó (1 Reyes 21:18). ¿Qué había hecho el monarca? Acab se había vuelto apóstata, el peor de los reyes de Israel hasta ese momento. Se había casado con Jezabel, quien promovió el culto a Baal en el país. El rey mismo participó en la idolatría (1 Reyes 16:31-33). El baalismo incluía ritos de fertilidad y prostitución, y hasta sacrificios de niños. Además, Acab había desobedecido recientemente la orden de Jehová de ejecutar al malvado rey sirio Ben-hadad, seguramente por intereses económicos (1 Reyes, capítulo 20). Pero la codicia y la violencia del rey y su esposa alcanzarían niveles insospechados. Acab tenía un imponente palacio en Samaria y otro en Jezreel, a 37 kilómetros (23 millas) de

Elías fue humilde y nombró como sucesor a Eliseo

distancia. Junto a esta segunda residencia había un hermoso viñedo que pertenecía a un hombre llamado Nabot. El rey quería la propiedad, por lo que habló con él y le pidió que se la diera a cambio de otra mejor o de dinero. Nabot respondió: “Es inconcebible por mi parte, desde el punto de vista de Jehová, que yo te dé la posesión hereditaria de mis antepasados” (1 Reyes 21:3). Hay quien piensa que Nabot fue terco y temerario. Pero en realidad estaba obedeciendo la Ley de Jehová, que prohibía la venta definitiva de la herencia familiar (Levítico 25:23-28). Para Nabot era inconcebible violar las leyes de Dios. Además, requirió fe y valor, pues sabía el riesgo que significaba no acceder a la petición del rey. A Acab, por supuesto, lo tenía sin cuidado la Ley de Jehová. Se marchó a su palacio, “sombrío y decaído” por no haber podido salirse con la suya. “Entonces se acostó sobre su lecho y mantuvo su rostro vuelto, y no comió.” (1 Reyes 21:4.) Cuando Jezabel vio a su marido haciendo ese berrinche como si fuera un niño malcriado, tejió una trampa para conseguirle lo que quería y, de paso, destruir a una familia justa. Es difícil leer sobre su plan sin estremecerse ante tal crueldad. La reina Jezabel sabía que la Ley de Dios exigía un mínimo de dos testigos para darle validez a una acusación grave (Deuteronomio 19:15). Así que, en nombre de Acab, envió cartas a los ancianos de Jezreel pidiéndoles que consiguieran dos hombres que estuvieran dispuestos a acusar a Nabot de blasfemia, delito que se penaba con la muerte. Su plan funcionó a la perfección. Dos “individuos que no servían para nada” declararon en falso contra Nabot, y este fue apedreado. Pero no solo eso: ¡sus hijos también fueron asesinados! (1 Reyes 21:5-14; Levítico 24:16; 2 Reyes 9:26.) Como vemos, Acab Es posible que Jezabel haya tramado el asesinato de los hijos de Nabot para asegurarse de que no heredaran la viña. Si quiere saber por qué permite Dios tales actos de injusticia, lea el artículo “Nuestros lectores quieren saber” en esta misma revista.

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le cedió el papel de cabeza de familia a su esposa, la dejó a rienda suelta y ella destruyó a aquellos inocentes. Imagínese lo que sintió Elías cuando Jehová le reveló lo que habían hecho el rey y la reina. Puede ser muy abrumador ver a los malos aplastar a la gente buena (Salmo 73:3-5, 12, 13). Hoy día a menudo se observan espantosas injusticias, a veces incluso cometidas por individuos poderosos que dicen representar a Dios. Pero este relato nos infunde aliento, pues nos recuerda que no hay nada que esté oculto a Jehová. Él lo ve todo (Hebreos 4:13). ¿Y cómo reacciona al ver el mal? “HAS VUELTO A ENCONTRARME, ENEMIGO MÍO”

Jehová envió a Elías a ver a Acab. Le dijo: “Allí está en la viña de Nabot” (1 Reyes 21:18). En cuanto Jezabel le dijo a su esposo que la viña ya era suya, este se fue a ver su nueva adquisición. Nunca se le ocurrió pensar que Jehová lo estaba observando. Imagine su rostro al admirar aquel viñedo. Cuántas ideas habrán pasado por su mente para convertir aquel lugar en un hermoso jardín. Entonces, de repente, apareció Elías. Su expresión de alegría se transformó en una de

“Has vuelto a encontrarme, enemigo mío”

rabia y odio, y con total desprecio le dijo: “Has vuelto a encontrarme, enemigo mío” (1 Reyes 21: 20, Biblia de Jerusalén, 1975). Las palabras de Acab reflejaron su insensatez por dos razones. En primer lugar, al decirle a Elías “Has vuelto a encontrarme”, demostró su ceguera espiritual. Jehová ya lo había encontrado. Lo había visto hacer algo malo a sabiendas y alegrarse por el resultado del malvado plan de su esposa. Dios examinó su corazón y vio que el amor a lo material había eclipsado todo sentido de compasión y justicia. En segundo lugar, al decirle a Elías “enemigo mío”, demostró que odiaba a un hombre que era amigo de Jehová, un hombre que hubiera podido ayudarlo a volverse de su mal camino. Tenemos mucho que aprender de la insensatez de Acab. Nunca debemos olvidar que Jehová lo ve todo. Él es nuestro Padre y nos ama. Por eso desea de corazón que retomemos el buen camino si nos hemos desviado de él. Nos ayuda por medio de sus amigos, hombres fieles como Elías a quienes utiliza para transmitir sus palabras. Sería un grave error verlos como enemigos (Salmo 141:5).


Elías le dijo a Acab: “Te he hallado”. Él sabía la clase de persona que era el rey: un ladrón, un asesino y un rebelde. ¡Cuánto valor demostró el profeta al hacerle frente a un hombre tan perverso! A continuación, Elías le informó a Acab la sentencia divina. Jehová había visto que la maldad de la familia de Acab estaba infectando a la nación, así que había decidido barrerlos a todos. Y en cuanto a Jezabel, ella también recibiría su merecido (1 Reyes 21:20-26). Elías no creía que la gente puede hacer cosas malas y salirse con la suya. Hoy día es fácil pensar así. No obstante, este relato de la Biblia nos recuerda que Jehová lo ve todo y que siempre hace justicia en el momento preciso. Su Palabra nos asegura que llegará el día en que pondrá fin a la injusticia de una vez por todas (Salmo 37:10, 11). Pero quizás alguien se pregunte: “¿Es inflexible Dios al juzgar, o puede mostrar misericordia?”. “¿HAS VISTO CÓMO SE HA HUMILLADO ACAB?”

El relato continúa: “Luego que Acab oyó estas palabras, procedió a rasgar sus prendas de vestir y a ponerse saco sobre la carne; y emprendió un ayuno y siguió acostándose en saco y andando desalentadamente” (1 Reyes 21:27). Es probable que esta reacción haya sorprendido a Elías. ¿Se habría arrepentido el rey? Por lo menos podemos decir que dio pasos en la dirección correcta. Acab se humilló, lo cual no debió de ser fácil para un hombre tan orgulloso y arrogante como él. ¿Pero fue sincero? Para responder, veamos el caso de un rey posterior que al parecer superó a Acab en maldad: Manasés. Cuando Jehová castigó a Manasés, este se humilló y le suplicó su ayuda. Pero no se detuvo allí. Le dio un giro de 180 grados a su vida, destruyó los ídolos que había fabricado, se esforzó por servir a Jehová e incluso animó al pueblo a seguir su ejemplo (2 Crónicas 33:1-17). ¿Reaccionó de igual modo Acab? Lamentablemente no. Jehová observó la reacción de Acab. Por eso le dijo a Elías: “¿Has visto cómo se ha humillado Acab a causa de mí? Por razón de que se ha humi-

llado a causa de mí, no traeré la calamidad en sus propios días. En los días de su hijo traeré la calamidad sobre su casa” (1 Reyes 21:29). ¿Estaba perdonando Jehová al rey? No. Solo si realmente se hubiera arrepentido habría sido digno de su misericordia (Ezequiel 33:14-16). Pero como por lo menos mostró cierto grado de pesar, Jehová le mostró cierto grado de compasión. El rey no sufriría el espantoso trauma de ver aniquilada a su familia entera. Lo que no cambió fue el veredicto de Jehová contra el propio Acab. A los pocos días, Dios consultó con sus ángeles la mejor manera de engañarlo para que participara en una batalla que le costaría la vida. Poco después se ejecutó la sentencia; Acab fue herido en batalla y murió desangrado en su carruaje. El relato ofrece este crudo detalle: cuando se lavó el carruaje real, unos perros se acercaron y lamieron la sangre del rey. Las palabras de Jehová que Elías le transmitió a Acab se cumplieron a la vista de todos: “En el lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, los perros lamerán tu sangre” (1 Reyes 21:19; 22:19-22, 34-38). Para Elías, Eliseo y los demás siervos fieles de Dios, el final de Acab es un tranquilizador recordatorio de que Jehová no olvidó el valor y la fe de Nabot. Puede ser más tarde o más temprano, pero el Dios de la justicia nunca deja sin castigo a los malos. También es consolador saber que, si el caso lo amerita, su misericordia lo mueve a reducir la severidad del castigo (Números 14:18). ¡Qué valiosa lección para Elías, un hombre que tuvo que soportar por décadas la tiranía de un rey perverso! ¿Ha sido usted víctima de alguna injusticia? ¿Le gustaría que Dios interviniera? Pues imite el ejemplo de Elías, quien siguió proclamando junto con su fiel compañero, Eliseo, los mensajes de Dios y se mantuvo firme ante la injusticia.

1 DE FEBRERO DE 2014

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PREGUNTAS SOBRE LA BIBLIA

¿Cómo se escribió la Biblia? A lo largo de mil seiscientos años, unos cuarenta hombres escribieron la Biblia siguiendo el mismo tema y sin contradecirse entre ellos. ¿Cómo lo lograron? Dios mismo los guió. (Lea 2 Samuel 23:2.) Aunque hubo ocasiones en las que Dios habló a los escritores por medio de ángeles, visiones y sueños, por lo general ponía la idea en su mente y los dejaba seleccionar las palabras para expresar el mensaje. (Lea Revelación [Apocalipsis] 1:1; 21:3-5.) ENCONTRARÁ RESPUESTAS A MÁS PREGUNTAS BÍBLICAS EN LÍNEA Descargue gratis esta revista y números anteriores

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Si un libro proviene de Dios, es de esperar que sea muy especial, y la Biblia lo es. Se han impreso miles de millones de ejemplares en cientos de idiomas. Además, la sabiduría que se refleja en sus páginas tiene el poder de transformar la vida de la gente. (Lea 1 Tesalonicenses 2:13 y 2 Timoteo 3:16.) Podemos estar seguros de que la Biblia proviene de Dios porque predice el futuro con total exactitud, algo imposible para el ser humano. Por ejemplo, en una cueva cerca del mar Muerto se encontró una copia del libro de Isaías realizada más de cien años antes del nacimiento de Jesús. Allí se decía que la ciudad de Babilonia quedaría deshabitada. Dicha profecía se cumplió muchos años después de la muerte de Jesús. (Lea Isaías 13:19, 20 y 2 Pedro 1:20, 21.)

Santuario del Libro, foto © The Israel Museum (Jerusalén)

¿De verdad proviene de Dios la Biblia?


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