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Tradición oral

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Gastronomía

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camino y me quedé dormido. En eso aparece mi tío y me estaba llevando a la laguna, diciendo: “Vamos, levántate rápido, vamos a la casa”. Me despierto con el ladrido de un perro, no había nadie y faltaban pocos metros para entrar al agua. Asustado empecé a correr hacia arriba, dando gracias a Dios por haberme salvado del demonio (Crispín Reginaldo, entrevista personal, 2007).

Condenados

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Según el sector católico de la población, los condenados son espíritus de personas fallecidas que están pagando un castigo por las malas acciones cometidas en vida: deambula sin descanso por la tierra durante un tiempo indeterminado, hasta que logren ser perdonados por Dios y así descansar en paz. Se dice que su penitencia es aparecer como personas o animales que inspiran terror en la gente por los ruidos de sus cadenas o los gritos con que se presentan. Su presencia es aciaga, como parte de su condición, y deben ser evitados:

Yo siempre organizaba el kuchuscha. Siempre íbamos conjuntamente con algunas muchachas, vestidos con nuestros trajes a la zona de Pichqanayuq, a las diez u once de la noche. Una de esas noches yo me hice tarde, estaba yendo apurado, porque como organizador debía estar a la hora. Mientras caminaba sentí algo raro, mi cuerpo sentía escalofríos, en eso escucho un ruido y un grito, era el condenado. Ya no me acuerdo que más pasó. Mi padre me decía que si me encuentro con un condenado, que camine por encima del camino [camino arriba] y no por debajo, porque me pueden comer, y como sea subí para Yanamuqu. Ya no me acuerdo mucho, no puedes hacer nada en ese momento. Estuve inconsciente un buen rato, cuando desperté, de miedo me vine corriendo hacia mi casa. Cuando le conté a mi padre me dijo que eso me pasa por andar de noche (Sedano de la Cruz, entrevista personal, 2007).

Qarqachas

Son los condenados por haber cometido incesto. Su castigo es la bestialización. Quedan convertidos en aves, llamas, cerdos o burros –aunque en Choppcca no se menciona que tomen formas monstruosas, como ocurre en otros relatos andinos, en que se describen seres de dos cabezas y más de cuatro patas–, y hacen sus apariciones entre las diez y la medianoche, con gran ruido, según el tipo de animal en que se hayan transformado.

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