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Con los dioses de la jarana
La primera vez que escuché una marinera fue a los seis años, en una fiesta infantil de disfraces en Ica.
Estaba entretenida jugando con otros niños a la ronda “Doncella del prado que al campo saliste...” cuando, de pronto, el redoblante de una banda de músicos estremeció mi cuerpo y me sacó del juego sin pareja y sin pañuelo. A pesar de eso, y de no haber visto bailarla jamás, lo hice con entusiasmo tal que contagié a la gente que me rodeó y ovacionó tanto que el presidente del Club Unión Social Ica (USI) me premió con una linda muñeca.
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Poco después, también en suelo iqueño, al tiempo exacto que le marcaba el cajón blanquirrojo de esa eminencia del ritmo y el sonido llamada Francisco “Máquina”24 Monserrate –primer cajoneador que vi y oí–, por fin vi interpretar la danza del pañuelo, y nada menos que a la bella y salerosa Yolanda Vigil “La Peruana”, quien se desplazaba como una reina.
Acá debo señalar que después, ya en Lima, a través del disco y de la radio escuché marineras limeñas en las voces de cantantes profesionales, quienes le daban cierto aire de cueca chilena, acentuando la parte del compás que va a tierra. Esa era la marinera que conocía el público.
Fue entonces que en enero de 1957, cuando ya estaba por empezar a grabar mi primer disco, tuve la suerte de encontrarme con José Durand Flórez, historiador, garcilasista, escritor y gran conocedor e impulsor de nuestras más genuinas expresiones culturales, entre ellas la marinera de Lima.
En esa oportunidad, ese gran amigo me comentó que como yo –ya desde esa época– poseía una condición natural, un especial sabor para interpretarla, y el timbre de voz agudo necesario para cantarla, él tenía interés en prepararme en esa especialidad. Fue así como el propio Pepe me enseñó la estructura literaria de la marinera limeña, métrica en la que no había reparado nadie antes que él, y que posteriormente expliqué y difundí en disco, radio, televisión y teatros.
Recién cuando ya estuve lista, Pepe me presentó a don Manuel Quintana Olivares “El Canario Negro”, quien me ejercitó durante un año en el contrapunto de un amplio e inédito repertorio de ese género, que rescaté, recopilé y fui llevando al disco poco a poco, pues no era fácil que el público, los cantantes profesionales y bailarines entendieran que esa era la marinera de Lima, la marinera de la que entre cantos me hice cargo a partir de ese momento.
24 Francisco Monserrate no se distinguía por su “velocidad”, como dijo un “intelectual” en televisión, sino por todo lo contrario: por ser el que sostenía el tiempo de lo que tocaba, que es la función de la percusión. (Alicia Maguiña). Guardando las distancias, en orden de importancia voy a hacer un listado de los que, a mi juicio, son los cajoneadores más destacados: Francisco “Pancho” Monserrate, Víctor “Gancho” Arciniega, Reynaldo “Canano” Barrenechea, Arístides Ramírez, Eusebio Sirio “Pititi”, “El Pibe Piurano”, el “Morocho” Contreras, Ronaldo Campos, Abelardo, Juanchi, “Mangüé” y Andrés Vásquez, Roberto Porras, Marcos Mosquera Villegas, Belisario Mendoza, Víctor Marín, Pedro Díaz, Pepe Mantero, Pepe Mena, Gerardo Fernández “Pomadita” Lazón, Julio Vásquez y Hugo Dargent. (Alicia Maguiña).