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Sobre gustos y colores
2. Siendo la marinera en menor se canta la resbalosa o la fuga en mayor.
3. Si al poner una fuga se omite la llamada que la precede obligatoriamente.
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4. Si entre llamada y fuga se dejan uno o más compases de silencio.
5. Si entre fuga y las siguientes llamadas se dejan uno o más compases de silencio.
6. Si en pleno contrapunto de fugas algún cantor inserta una resbalosa.
Hay mucha gente hablando necedades45, gente que se atreve a sostener que la resbalosa no tiene reglas y que, tras las fugas, se continúa con otra resbalosa. Esto es falso, como lo es también que la marinera siempre debe ser de cinco tres –es decir: tres marineras, resbalosa y fuga–, cuando esa modalidad solo la ponían en práctica los cantores de Malambo.
Los cantores de los otros barrios cantaban una sola marinera y luego la resbalosa.
Sobre gustos y colores…
No quiero quedarme en que si la marinera limeña, la marinera, es española o africana. Nunca he estado estancada ahí. La he vivido, la vivo, la siento, la sé expresar, soy una entendida en el género y puedo afirmar que es alegre, emotiva e igual que el cante jondo, piteada con voces agudas como las de Manuel Quintana, Augusto y Elías Ascuez, Samuel Márquez, Hernán “Carnero” La Rosa –el cantor más alegre y saleroso que he conocido–, el “Manchado” Arteaga, Ulderico Espinel y Mañuco Covarrubias, quienes remarcaban que es complicada, difícil y celosa, y que solo está al alcance de quienes tienen “ojos de ver y oídos de oír”, porque si no perdería su encanto.
Para componerla y cantarla se necesitan conocimiento, creatividad, inspiración, originalidad, sabor, ritmo e ingenio. Como todo en la vida, hay que tener condiciones.
Cuando llegó a mí, pero “la verdadera”, tanto en las voces de los auténticos cantores líneas arriba mencionados como en las de Ernesto “Centavito” Echecopar, el dúo Vargas Andrade y Ulderico Espinel; y vi danzarla a Bartola Sancho Dávila, Rosa Alarco, Olga y Porfirio Vásquez, Ronaldo Campos, los Peña, Raúl Aramburú, su hermano Enrique y su sobrino Enriquito, Manuel Barnechea y Lucho Santisteban, me dejé llevar por ese canto y baile, y por su delicioso ritmo, con pasión y respeto, sin otro afán que gozarla, disfrutarla y entenderla; para difundirla así como era, como es, cosa que a través de los discos logré a pesar de los miles de obstáculos que me ponía Mario Cavagnaro en Sono Radio quien, con total desconocimiento del género, creía según sostenía que no era comercial, por lo que no me permitía incluirla en los discos. Para poder grabarlas tuve que pasar sobre Mario y recurrir a los miembros del directorio de la disquera.
45 Estos suplantadores que no son sino pomposos charlatanes, se presentan como si recién estuvieran inaugurando lo ya hecho. Mi alegría se basa en que mi trabajo no ha sido estéril. ¡Qué ocurrencia!, les ha servido a todos los que se lo atribuyen.