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En el Coliseo
Sin abandonar lo costeño, mi compromiso con el ande crecía, se intensificaba.
Me contrató el empresario César Gallegos para actuar en el Coliseo Nacional de la avenida Grau (La Victoria), una carpa adonde acudían los provincianos del Perú profundo a escuchar a su tierra67 .
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Emocionada canté allí, primero la muliza de Juan Bolívar “A ti jaujinita”.
Al iniciar el tema con “Jaujinita flor hermosaaaa”, movida por un solo impulso: el del público, la carpa se hinchó ante la cerrada ovación.
Canté, canté y canté, siempre con la carpa inflada.
Inolvidable.
Fue electrizante.
Alicia Maguiña, voz que es todas las voces, ha inaugurado y abierto una brecha necesaria. Era tiempo de que una artista de esa calidad cantara en sitios donde convergen todas las corrientes culturales que surcan las venas del Perú. En efecto, ella ha llegado hasta el Coliseo. Allí, hombres y mujeres nacidos en todos los rincones del Perú la recibieron con el más grande cariño y ternura provinciana. Este hecho no tiene precedentes en la historia y biografía de ningún cantante peruano. No se trata de un cambio de actitud, es más bien el desenlace maravilloso de una permanente vigilia y razón auténticamente peruana. (José Luis Ayala, Oiga, 1977).
Con delicado encanto y una casi ritual elegancia, Alicia Maguiña fascinó al público. Pocos gestos, pero de mucho efecto. Pese a la barrera del idioma, logró la señora Maguiña, a través de sus bellas canciones, transmitir el mensaje artístico de su país. (Olaf Kolbrück, NRZ, Alemania 1985).
Alicia Maguiña mantiene una prudente distancia con respecto a la cursilería folklórica. El suave encanto de su voz, que está presente en todo su repertorio, contribuyó al éxito artístico.
67 En esa oportunidad se acercó a solicitarme un autógrafo el entonces congresista Hugo Blanco, acompañado de su mamá, y me pidió que incluyera en mi repertorio el wayno de su tierra (Cusco) “Valicha”. Le pedí a Agripina Castro que me lo enseñara y ella, con el profesionalismo que la caracterizaba, me envió a donde la imponente artista cusqueña Julia Peralta “Kosko Llacta”, quien me lo enseñó. Luego lo grabé para Odeón-IEMPSA en el LP 02.01.698.
Una mímica mesurada acompaña sus canciones. También la televisión alemana estuvo presente, transmitiendo el éxito artístico de los conciertos de la Maguiña en “La Vieja Ópera de Frankfurt”. (Revista alemana Scala, 1985).
Alicia: La muñeca de Troya del wayno
La señorial estrella peruana tiene el corazón cargado de canciones de indios.
En la historia del wayno que irrumpe como el huayco en Lima, hay dos hechos que remarcar, el primero se refiere a José María Arguedas que a inicios de los 50 recorre Lima con un proyecto increíble: hacer que las disqueras impriman waynos.
El otro hecho remarcable es la obra de nuestra Alicia Maguiña, gladiadora contra todos los imposibles, espíritu desafiante y altivo que se enfrentó a todos los prejuicios y que luego de ser famosa como compositora del género criollo y negroide desembocó por fortuna de quienes amamos al Perú, en el género vernacular, mejor aún con el wayno andino, patrimonio del Perú profundo. (Hernán Velarde, Expreso, domingo 21 de diciembre de 1986).
Ante todos estos logros, Alejandro “Bolita” Castro Fernandini, alcalde de Jauja y genuino representante de sus tradiciones, llegó con sincero entusiasmo hasta mi casa para invitarme a dicha ciudad en donde me nombraría “Hija Ilustre”.
En la mañana del 20 de enero de 1974 recibí el título en la Municipalidad de Jauja y en la noche agradecí con un gran recital en el Cine Teatro Colonial, acompañada por la Lira Jaujina, orquesta de don Tiburcio Mayaupoma, prestigioso músico del lugar.
Me quedé siete días para disfrutar con los jaujinos por primera vez del esplendor de la fiesta de San Sebastián y San Fabián que dura una semana.
Fue allí cuando me enamoré de Jauja.
La “relojera”
La “relojera” es un zapateo repiqueteado en el que los pies llevan la melodía que se ejecuta después de la fuga en los waynos del centro. Aquí transcribo la melodía rescatada y difundida por mí. Ahora prácticamente está extinguida.
En el antes Coliseo Nacional, hoy Bolívar, de la avenida Grau en La Victoria.