Patria Grande
SUPLEMENTO DE
NOVIEMBRE DE 2015 EDICIÓN NÚMERO 10 DIRECCIÓN GENERAL ARAM AHARONIAN Y CARLOS ALBERTO VILLALBA
ONG INJERENCIA, NEGOCIOS Y DESTRUCCIÓN DEL TEJIDO SOCIAL ARAM AHARONIAN
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esde inicios de la década de los ’60 del siglo pasado, algunos pocos países implementaron proyectos comúnmente llamados de cooperación, que en realidad nacieron –y siguen siendo– como estrategias contrainsurgentes no militares. ¿Realmente cooperan con los del Sur? Lo cierto es que a más de medio siglo de estar realizando estos procesos, ningún país pobre dejó de ser tal gracias a esas supuestas ayudas. Cualquiera sea el enfoque, la cooperación internacional supone la existencia de una masa de recursos económicos, financieros, humanos, técnicos, militares, etc., transferibles temporalmente con el fin de que el receptor desarrolle capacidades y adopte acciones de política para resolver determinados problemas. Esos problemas componen
la agenda de la cooperación, que siempre guarda relación con una determinada concepción sobre la organización económica deseable y de inserción del receptor en el sistema regional o global. La “ayuda al desarrollo” es una agenda política. Las definiciones doctrinarias o ideológicas están vinculadas a intereses políticos y estratégicos, y de ahí la insistencia de instalar determinadas concepciones (las del Norte) del desarrollo, el bienestar, la seguridad, la democracia... Los organismos prestadores de cooperación tienen su propia agenda e imponen determinadas condicionalidades. Las ONG no forman parte de la resistencia sindical, ni de las luchas barriales, ni de las organizaciones campesinas clasistas, ni de los sectores del pensamiento y la intelectualidad orgánica a un proyecto nacional, popular y antiimperialista. Por el contrario,
concentran su actividad en proyectos privados locales, promocionando el discurso de la empresa privada en las comunidades locales a través de los microemprendimientos. Erasmo Magoulas, en “Neoliberalismo ‘progre’ o la función de las ONGs en América Latina”, plantea un perfil político-ideológico de éstas, de su ontología ideológica, de su matriz interpretativa de la realidad de los países dependientes, de su lenguaje progre pero que evade categorías conflictivas como clase e imperialismo (por nombrar sólo dos), de su imaginario de justicia social, y de su interpretación de causas justas. Las ONG en América latina no sólo infiltran ideológicamente a los sectores populares (penetración desde abajo y adentro) con los cuales trabajan directamente en proyectos de
autoayuda y desarrollo microempresarial, en escuelas, barrios, cooperativas, comunidades marginales, áreas rurales, fábricas etc., sino que también infiltran ideológicamente a los cuadros de organizaciones y a las mismas organizaciones, potencialmente calificadas para vigorizar al movimiento popular, darle formación político-ideológica y ser promotoras y acompañantes del cambio político-social. El español Javier Erro señala que los discursos de las ONG para el Desarrollo han diseñado durante años la imagen que se tiene en el Norte respecto de las sociedades del Sur. Esta construcción simbólica representa una relación de poder, que no sólo elabora la imagen que se tiene en el Norte, sino que incide directamente perfilando la propia cultura de las sociedades del Sur
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VISIONES ESTEREOTIPADAS SOBRE LA POBREZA as visiones estereotipadas sobre la pobreL za muestran unas relaciones de poder y dominación que se expresan de distintas maneras. Una de ellas es en el establecimiento de oposiciones binarias, como lo desarrollado frente a lo subdesarrollado, lo moderno frente a lo tradicional, lo normal frente a lo excepcional o transitorio, lo civilizado frente a lo bárbaro. El Sur representa la barbarie, la ferocidad, el salvajismo, la frivolidad frente al Norte, que se percibe a sí mismo como moral y culturalmente superior y valedor de unos valores y principios civilizatorios y universales. El binomio civilización-barbarie ha sido sustituido en la actualidad por desarrollado-subdesarrollado y esto es extremadamente poderoso porque desde que, en 1949, el presidente Truman utilizó este término, los países y pueblos del Sur se han visto a sí mismos como subdesarrollados: es decir, no como lo que son sino como lo que no son, se han definido por negación o carencia respecto del otro. Esto ha supuesto un fabuloso instrumento de poder porque define las aspiraciones, valores y visiones del mundo de los subdesarrollados, antes “incivilizados”, y los lleva a aceptar como “orden natural” un orden basado en la dominación y hegemonía. Se atribuye al Sur la tradición, la irracionalidad, la superpoblación, el desorden y el caos, lo que legitima una efectiva relación de dominación, subyugación y exclusión. Se trata de un Sur presentado como un espacio inexplorado, salvaje y primitivo, un lugar exótico, o un espacio desvalido, dominado por el fatalismo y las catástrofes naturales. Así nos ven desde el Norte; así nos venden espejitos desde el Norte, desde hace cientos de años. Y, sin lugar a dudas, el universo mediático ha perpetuado en varios grados los prejuicios y estereotipos sobre el Sur. Son imágenes deformadas y desconectadas de la realidad, puras construcciones ideológicas, compuestas de percepciones selectivas fundadas en visiones pseudocientíficas o en (tergiversación de) la cultura popular. Estas imágenes legitiman la exclusión y marginación de estos pueblos del bienestar de Occidente y son utilizadas para defender los intereses de algunos gobiernos occidentales o para reafirmar la identidad europea, o la cultura que ha alcanzado uno de los estadios “más elevados” de civilización, eficiencia económica o progreso tecnológico. Estos estereotipos se apoyan en el marco caritativo asistencial –de las ONGD– y por lo tanto prescriben conductas basadas en la caridad, la compasión y el asistencialismo
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n la década de 1980, el Consenso de Washington (con su paquete de “reformas estructurales”) polariza las sociedades periféricas dependientes y provoca en ellas descontento social a gran escala, que lleva a la organización de movimientos populares de carácter clasista. Los países promotores y beneficiarios de los paquetes y políticas neoliberales, EE.UU. y países europeos comienzan a financiar y promover una estrategia “paralela desde abajo”. Con los llamados –por ellos– gobiernos democráticos, democracias limitadas, no se podía emplear los procedimientos de “choque social” (centros clandestinos de detención y desaparición, torturas, eliminación masiva de oponentes políticos) que se llevaron a cabo durante las dictaduras militares de la década anterior. Estas organizaciones de “base” debían enarbolar una lucha sin cuartel expresa o enmascarada hacia toda idea de intervención del Estado, al son de las ideas del neoliberalismo, desde los centros y superestructuras hacia las áreas conflictivas, barrios, comunidades, asentamientos urbanos y rurales pobres. La ideología antiestatista debía ser el motor de intervención dentro de las clases conflictivas, tendiente a producir un colchón social, que despresionara el descontento de las mayorías populares y desarticulara el movimiento social y popular de clase. Otro factor histórico ayudaría a la confusión del carácter político de las organizaciones no gubernamentales por parte de muchos sectores del campo popular y antiimperialista: el papel desempeñado por algunas de ellas en defensa de los derechos humanos durante las sangrientas dictaduras conosureñas y los años de represión con grado de genocidio y etnocidio en Centroamérica. En este período, incluso dentro de la izquierda eran vistas como formando parte del campo progresista. Pero aun en esa etapa histórica sus limitaciones y contradicciones se hicieron evidentes, como la de denunciar las violaciones humanitarias sin mencionar a EE.UU. y Europa, sino presentándolas como actos de insania y “barbarie” por parte de las fuerzas militares. Descontextualizaban el hecho con el proceso histórico y de clase, mientras reafirmaban concepciones colonialistas: superioridad moral del centro, primitivismo de la periferia, civilización desde el centro (Europa y EE.UU.), barbarie desde la periferia. Magoulas plantea que hay una convergencia ideológica clave entre las ONG y los organismos de Bretton-Woods (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional): su compartida oposición al estatismo. Las ONG atacan al Estado desde un análisis de “izquierda” defendiendo a la llamada “sociedad civil”; descargan contra él todos los males imaginables; lo muestran alejado de los intereses de la “gente”, como ente limitador de las libertades civiles, autónomo y
descontrolado, arbitrario, ineficiente, etc. Mediante las ONG financiadas y patrocinadas por los países y organismos centrales del neoliberalismo se ataca al Estado haciendo incidencia ideológica sobre los sectores conflictivos que sufren las medidas de choque económico del paquete de reformas estructurales. No es nada nuevo: son el Banco Mundial como el FMI, las Fundaciones occidentales, los partidos políticos neoliberales de Europa y EE.UU., las organizaciones de incidencia política y de rejuvenecimiento del capitalismo llamadas ahora “think tanks”, los clubes de los millonarios y los medios corporativos, quienes financian a estas organizaciones de incidencia neoliberal, desde abajo. El Consenso de Washington aplicaba su receta neoliberal y desmantelaba el tejido económico, social y político que sólo puede proveer un Estado consolidado y que responda a los intereses mayoritarios, mediante las privatizaciones, el pago de la deuda fraudulenta, la desregulación laboral, el desmantelamiento de la seguridad social o su privatización, la pulverización del aparato sindical clasista, la apertura de los mercados y su consiguiente destrucción de la pequeña y mediana empresa nacional local, las políticas de ajuste fiscal y su recorte al gasto público básico. Y, paralelamente, alentaban y financiaban (lo siguen haciendo hoy) la formación de ONG que suministran servicios sociales (por ejemplo, analgésicos a un paciente que sufre de envenenamiento) para compensar a las víctimas por los efectos de su mismo veneno. Las ONG vienen con sus proyectos de autoayu-
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ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES CONTRA LOS MOVIMIENTOS SOCIALES da, infiltrando la ideología neoliberal en la base. Su “educación popular” se orienta a la enseñanza de valores de competencia e individualismo. Así captan líderes potenciales de las organizaciones populares minando su conciencia de clase, convirtiéndose en la “cara comunitaria” (estrategia desde abajo) del neoliberalismo, creando confusión en parte del movimiento social. Inclusive dentro de algunos sectores de la izquierda se analiza al neoliberalismo exclusivamente desde sus componentes externos y superiores (desde afuera y arriba: FMI, BM, transnacionales, aparato militar-industrial) y no desde sus componentes internos e inferiores, de base (internos y de abajo, las ONG y las microempresas).
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Trampa ideológica
La actividad local, emblema de acción de las ONG, es una trampa ideológica, pues desarticula al movimiento popular mediante paradigmas falsos como el del “no poder” y también mediante la competitividad por recursos financieros, y trabaja paralelamente con el proyecto hegemónico, pues les permite a los regímenes neoliberales, las transnacionales y las entidades financieras internacionales dominar la política socioeconómica macro y canalizar la mayoría de los recursos del Estado como subsidios al capital exportador y al pago de la deuda externa. Lo hemos sufrido en toda América latina (y ahora intentan, en la nueva ofensiva conservadora, que lo volvamos a sufrir): se ajusta el gasto fiscal, menos recursos para salud, educación y viviendas populares y más recursos para el pago de la deuda externa, las operaciones comerciales transnacionales. Mientras, a) los regímenes neoliberales transfieren mediante las privatizaciones, recursos y propiedades del Estado a las transnacionales y a las burguesías vernáculas dependientes; b) desmantelan el aparato sindical clasista; c) desregulan los precios de la canasta familiar; d) hacen retroceder 30 o 40 años las conquistas de la clase trabajadora; e) abren sus mercados a las importaciones, mientras se cierran los mercados centrales a nuestros productos con valor agregado; f) y se recurre a diferentes dosis de represión política, mediante los aparatos de represión del Estado, en forma de asesinatos selectivos, limpieza social, “lucha contra el crimen”, “tolerancia cero”, entre otros. El trabajo de las ONG se encamina a la destrucción del Estado y de su papel de servicio público, de generador de riquezas, de factor estructurante de país y nación, de motor del desarrollo de un modelo científico-técnico encaminado a resolver la problemática nacional y de las grandes mayorías, de elemento coadyuvante al desarrollo nacional y de regulador de la distribución equitativa de la riqueza generada. Las ONG enarbolan su lucha en beneficio de una abstracción como lo es la “sociedad civil”, concepto que está preñado de una gran dosis de pseudo-análisis sociológico antidialéctico y antihistórico. La cuestión política de importancia es que las ONG despolitizan o reorientan políticamente a ciertos sectores de la población, socavan sus compromisos con la defensa del Estado nacional, captan lideres potenciales para proyectos de no incidencia política antisistema, infiltran con su ideología posibilista a los movimientos populares, crean una competitividad negativa dentro del movimiento popular. Sus recursos económicos y financieros orientados a los proyectos microempresariales debilitan el compromiso de clase de los movimientos populares. Privatizar la función social
Con la intervención de las ONG y de sus proyectos diseñados y aprobados en los países centrales
se desvincula al Estado, aún más, de sus compromisos con las mayorías populares. Las funciones del Estado son asumidas en forma empresarial por las ONG. La función social se transforma en función privada, ya que los proyectos oenegeístas son “vendidos” por estas instituciones a los países periféricos y de esa manera también se reafirma e incrementa el estado de dependencia. Las ONG desvían la atención y las luchas de la gente del presupuesto nacional hacia la sobre y autoexplotación para obtener servicios sociales locales, librando al Estado de ese compromiso y deber, para que concentre sus esfuerzos en la transferencia de bienes y servicios a las transnacionales y los grandes negocios. Otra de las características ideológicas de las ONG es la del “voluntarismo privado” que tiene por finalidad socavar el sentido de lo público, la idea de que el Estado y el gobierno tienen la obligación de velar por sus ciudadanos. En contra de esta noción de responsabilidad pública las ONG fomentan la idea neoliberal de responsabilidad privada frente a los problemas sociales. Las ONG desarrollan proyectos, pero nunca movimientos participativos y protagónicos: movilizan a la gente, para desmovilizar los movimientos reivindicativos de clase. Asimilan el lenguaje de la izquierda, pero su accionar es el de la derecha; tienen una máscara “popular” y “progre”, pero son una herramienta de las transnacionales; logran confundir a ciertos sectores del campo popular, nacional y antiimperialista. Para Magoulas, el discurso de las ONG es otro de sus elementos que lleva a la confusión a algunos sectores populares. Ya hablamos de su “praxis desde abajo” que se conjuga con un mimetismo travesti de su lenguaje: poder popular, sociedad civil, libertad de expresión, lucha por la libertad de la opción sexual, igualdad de género, desarrollo sustentable, liderazgo de base. Este lenguaje tan progresista, enmascara una sumisión y una reafirmación del sistema capitalista cuando se emplea en un marco de colaboración con patrocinantes y organismos gubernamentales que subordinan la actividad práctica y política a los principios y valores del libre mercado. Las ONG mediante su financiamiento externo compiten directamente con los
movimientos populares de clase por ganar influencia entre las mujeres, la población pobre y la racialmente excluida. Inclusive con grupos de expresos políticos. Las ONG crean rivalidades entre las organizaciones populares socavando la solidaridad de clase. El efecto neto es una proliferación de ONG que fragmenta a las comunidades pobres en agrupaciones sectoriales y subsectoriales, incapaces de ver un panorama social más amplio y menos capaces aún de moverse en la lucha contra el sistema. Es el desarrollo económico compatible con el “libre mercado” el que se vuelve el punto dominante de los programas de financiamiento de las ONG y no la organización social para el cambio social. La mercantilización de las ONG significa que el centro de atención de los traficantes de ayuda deja de ser “los damnificados”. Todo mercado capitalista genera en sus operadores una ineludible necesidad de crecer y ganar cota en un medio cada vez más competitivo. El centro de atención pasa a ser “los donantes”. Se trata de ofrecer “un producto humanitario” cada vez más atractivo y “venderlo” utilizando sofisticadas técnicas de marketing. Para ello es preciso contar con técnicos y directivos experimentados. El diario El País de España (9 /1/2011) dedicó una página entera al tema con el título “Profesionales de la solidaridad”, un sector que ocupaba en España a 529.000 empleados remunerados (y mucho incauto mal remunerado). En el artículo se cita sin desparpajo el caso ejemplar de un dinámico economista, con larga experiencia como director de ventas de Procter & Gamble, que ha sido fichado por una ONG fundada por un magnate de la banca. Cada vez son más concurridos los cursos y posgrados de especialización en ONG impartidos por escuelas de negocios. Las ONG capitalistas actúan como un verdadero disolvente de la sociedad civil. Numerosos militantes y organizaciones populares han sido cooptados por las ONG. Los “expertos” de las conferencias de donantes recomiendan que Haití debería fortalecer más el sector privado (más del 90% de su sistema educativo y sanitario ha caído en manos privadas), la transparencia y el buen gobierno. La ironía es que todo apunta a que las recetas deberían aplicárselas a sí mismas las opacas ONG, reluctantes a rendir cuentas a nadie, incluidos los gobiernos donantes
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EL VERSO DE LA AYUDA AL DESARROLLO: UN ESTUDIO DEMOSTRATIVO
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n estudio de la socióloga chilena Ximena de la Barra señala claramente que a nivel global, la cooperación oficial al desarrollo ha significado poco respecto del desarrollo de los pueblos y el desarrollo de los procesos de integración, comparado con los efectos negativos del conjunto de políticas nacionales e internacionales. Muchísimo mejor sería tener un comercio justo que una cooperación al desarrollo injusta, menguada, atada al ajuste estructural, a los intereses económicos de los propios donantes –sus empresas transnacionales y sus consultoras– y en muchos casos al fundamentalismo religioso. No se puede hablar de cooperación al desarrollo sin hablar de deuda. En la primera se gastan 68 mil millones de dólares anuales (OCDE, 2004) en comparación con los 370 mil millones de dólares que gastan los países en desarrollo en servir la deuda (Banco Mundial, 2006). En muchos países se gasta más en servicio de la deuda que en servicios básicos para el desarrollo de las personas, como la educación y la salud. Sólo América latina debía en 2012 1,1 billones de dólares, y mientras más pagan los Estados, más deben A nivel global, señala, tampoco se puede hablar de cooperación al desarrollo sin hablar del gasto militar. Hay que comparar los 68 mil millones de dólares de la cooperación con el trillón que se emplea en gasto militar. El 47% del gasto militar mundial corresponde a Estados Unidos, precisamente uno de los dos países que menos gasta en cooperación internacional, proporcionalmente a su producto interno. Del mismo modo, no se puede hablar de cooperación al desarrollo sin hablar del ajuste estructural. Con la mano pequeña y suave se alivia la pobreza pero con la mano grande y criminal, se ata la mano de los gobiernos para hacerlo. Incluso se argumenta que los países en desarrollo no tienen capacidad de absorber mayor consideración. La realidad es que de ser eso efectivo, es el propio ajuste estructural lo que había destruido esas capacidades. América latina es la región del mundo, recuerda De la Barra, que recibe proporcionalmente menos ayuda para el desarrollo y donde ésta sigue decreciendo. Pasó de ser 13,6% del total mundial en 1993 a 11,6% en 2003. España es de lejos el principal donante, seguido de los Países Bajos, aunque ambos aportes decrecen. Y a medida que la cooperación al desarrollo decrece, la ayuda militar de Estados Unidos a Latinoamérica crece. De 3,4 millones de dólares en el año 2000, ha aumentado a 340% y alcanzaba en 2005 a 122 millones. El Salvador, aquel país Pulgarcito, siniestramente es el que más recibe: no cabe duda de que se lo prepara para un rol regional. También es oportuno entender que la cooperación al desarrollo es un
asunto de justicia y no de caridad, y corresponde resaltar la necesidad de reconocer la corresponsabilidad respecto del subdesarrollo. No hay que olvidar sobre cuáles espaldas se forjó el desarrollo de los países industrializados. El antiguo compromiso –de cuatro décadas atrás– infinitamente reiterado por los países desarrollados de destinar 0,7% de su PIB a la cooperación no se cumple. En estos momentos no supera 0,26%, un tercio de lo acordado, según cifras oficiales de la OCDE. Y muchos, como Action Aid, calculan que ese 0,2% se reduce a la mitad si se le descuentan los montos sujetos a doble contabilidad, los sobreprecios, los que filtran por ineficiencia, inutilidades, suministros atados al país donante, altos costos administrativos, descoordinación, y un largo etcétera. La escasez de los flujos al desarrollo se agrava con las diferencias sustanciales entre lo que se compromete y lo que finalmente se desembolsa y con la volatilidad de los flujos de la cooperación que impide la planificación y programación de su buen uso. Hay excepciones, como son los países nórdicos, que superan el compromiso. Los países que menos cumplen, Estados Unidos y Japón, son los que mayor PIB tienen y, por consiguiente, las sumas en cuestión serían significativas. Estados Unidos está en 0,1%, o sea, un séptimo de lo que corresponde y décimo –proporcionalmente– de lo que entrega; Noruega recientemente ha aumentado el volumen de su cooperación pero ha sido porque ha agregado fondos para reconstruir Afganistán e Irak después de haber hecho todo lo posible por destruirlos. Tampoco se cumplen los acuerdos políticos respecto del destino de la asistencia al desarrollo, ya que ha
disminuido aquella destinada a los países más pobres, y los montos destinados a los servicios básicos sólo constituye la mitad de lo acordado. En su reunión de 2007 en Alemania, el G-8 decidió la duplicación de la ayuda a África hasta el 2010 (promesa ya hecha en Gleneagles en 2005). La realidad es que según la OCDE y el Banco Mundial, la ayuda a África, sin contar las remisiones de deuda, ha bajado en 2006. Las cantidades para la educación, sector como se ha concluido limita la transmisión intergeneracional, no ha aumentado. Las metas del milenio a las que todos se han comprometido, no han cambiado las tendencias en la ayuda al desarrollo y todo indica que no se cumplirán. La iniciativa de reducción a la deuda de los países más endeudados, tampoco da buenos resultados. Bolivia, el único país sudamericano calificado para recibirla, debe seguir pagando las cantidades no eliminadas y según el PNUD aún debe seguir destinando 30% de su presupuesto público en pago a sus acreedores. El anuncio del G-8 respecto de la decisión de cancelar la deuda no pasa de ser una cortina de humo ya que sólo se hará para algunos países y bajo condicionalidades draconianas que sirvan para que las transnacionales intensifiquen el saqueo. Hoy, el dinero que se destina a ello, se resta del que se destina a la cooperación al desarrollo. Sólo se cancelarán 54 mil millones de los 2,4 trillones que constituye la deuda del mundo en desarrollo, deuda en gran parte ilegítima de la cual son corresponsables los acreedores. Por lo demás, al G-8 no le conviene terminar con la deuda que ha sido el instrumento privilegiado para mantener la dependencia y garantizar
el servilismo de los países endeudados a los intereses de los acreedores. Cabe recordar el debilitamiento internacional del multilateralismo, única forma capaz de frenar el riesgo de la utilización de la cooperación como un negocio. El multilateralismo puede enfocarse en problemas de desarrollo que traspasan las fronteras –como epidemias, la gestión ambiental, entre otros– y permite la utilización común de un banco de recursos técnicos que difícil y costosamente podrían reunir cada uno de los donantes y, además, ofrece un mayor grado de neutralidad. Otro aspecto negativo es la descoordinación entre los donantes respecto del destino de la ayuda, la duplicación de los esfuerzos, las metodologías utilizadas, y los procedimientos administrativos. Igualmente negativo es el apoyo a proyectos puntuales en lugar de a las estructuras generadoras de desarrollo. Al desvincularse de ellas, el resultado es la falta de sustentabilidad de los proyectos. Por otra parte, la cooperación puntual tiende a atender los síntomas y no las raíces del problema. En este sentido, no basta con que la cooperación al desarrollo contribuya a aliviar los efectos del injusto orden mundial, sino que, además, debe contribuir a cambiarlo. Corresponde, en consecuencia, buscar el cambio tanto a lo interno de los países en desarrollo como en la política pública de los países industrializados y muy especialmente en los dictámenes de las instituciones financieras internacionales. Si la acción puntual no logra producir cambios a nivel nacional, menos podrá hacerlo en el ámbito de la integración ni en el ámbito global, desde donde surgen buena parte de las causas de los problemas
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EL LADO OSCURO Y DESTRUCTOR DEL OENEGEÍSMO VICKY PELÁEZ
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esde los años 1980 las organizaciones no gubernamentales (ONG) se expandieron por todo el mundo abriendo un importante espacio político, cultural y socioeconómico, prácticamente en cada rincón del planeta. Se calcula que actualmente hay más de 10 millones de ONG en el planeta. En la India, por ejemplo, hay una ONG cada 600 personas. Para lograr esto, los medios de comunicación globalizados destacan día a día su rol en la educación, la lucha contra la pobreza y el analfabetismo, la protección del medio ambiente, la promoción de libertades civiles, protección de los derechos humanos etc., pero ocultan su lado oscuro. Hay aproximadamente unas 40.000 ONG subvencionadas por los gobiernos norteamericanos y europeos y que fueron creadas con el fin específico de ser instrumentos de los globalizadores de Washington y Bruselas. La idea de crear organizaciones no gubernamentales que podrían ser utilizadas por los servicios de inteligencia para la creación de las redes sociales en África, Asia y América latina con el propósito de promover los intereses norteamericanos, surgió inicialmente al final de los años cuarenta. Sin embargo, este proyecto demoró casi una década y recién fue puesto en marcha en 1961 impulsado por el triunfo de la revolución cubana en 1959, cuando por una orden ejecutiva fue creada la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo (Usaid). Su propósito oficial fue reforzar la política exterior norteamericana cooperando con los países receptores de la ayuda en las áreas económica, agrícola, sanitaria, política y humanitaria. En 1972 el profesor estadounidense William A. Douglas elaboró una idea más compleja del prototipo de una futura ONG en su libro Developing Democracy. Según el estudioso, la gente en Asia, África y Latinoamérica eran como unos “niños” que necesitaban para su desarrollo, en términos norteamericanos, “una tutela, reglamentación y el control del gobierno de EE.UU.”. Posteriormente este concepto abarcó todo el planeta, incluyendo al pueblo norteamericano. Para Douglas, el proceso de transformación global no podría ser realizado a través de los gobiernos, se necesitaba crear organizaciones de base en cada lugar del planeta bajo el control de unas agencias especializadas estadounidenses. Estas organizaciones de base tomaron en los años 1980 la forma de las organizaciones no gubernamentales que fueron incorporadas como instrumentos vitales del “Proyecto Democracia” para fortalecer la globalización neoliberal del mundo entero bajo la tutela de Washington. Para cumplir con su tarea las ONG bajo el control del Departamento de Estado tenían que desestabilizar los
gobiernos no afines a la política norteamericana a través de un trabajo sutil, encubriendo sus propósitos subversivos con unos programas reales como la lucha contra la pobreza extrema. A la vez, fue precisamente Usaid la que envió al famoso especialista norteamericano en tortura Dan Mitrione a Brasil en 1960-1967, a República Dominicana en 1965 y a Uruguay en 1969-1970. También la Usaid participó activamente en todos los golpes de Estado e intentos de golpes que tuvieron lugar en África, Asia y Latinoamérica desde 1961 hasta ahora, en estrecha colaboración con la CIA, DIA (Servicio de Inteligencia Militar, FBI, DEA, NSA (Agencia Nacional de Seguridad), etc. Mientras existían la Unión Soviética y el campo socialista, Usaid junto con otras ONG, como la Fundación Nacional para la Democracia (NED), hicieron todo lo posible para contener la influencia ideológica de la URSS siendo misioneros ideológicos y operativos del imperio durante la Guerra Fría. Las revelaciones sobre la participación de la CIA y su organización encubierta Usaid en el asesinato de Patricio Lumumba en Congo, en la muerte de Salvador Allende en Chile y cientos de atentados contra Fidel Castro obligaron al gobierno norteamericano a crear la NED en 1983. Su creador, el profesor de Georgetown University Allen Weinstein, fue más específico cuando en 1991 durante una entrevista declaró: “La gran cantidad de tareas que cumplimos hoy día fueron 25 atrás la responsabilidad de la CIA”. Unos años antes, en 1986, el primer director de la NED, Carl Gershman, reconoció que su organización era una fachada de la CIA. En la Declaración de Principios firmada por sus líderes neoconservadores, Elliot Abrams (envuelto en el escándalo Irán Contragate), Francis Fukuyama (autor del Final de la Historia), Zalmay Khalilzad (ex embajador de EE.UU. en Irak y Afganistán) y
Win Weber (uno de los autores republicanos del Proyecto del Nuevo Siglo estadounidense), se afirma que “tenemos que aceptar la responsabilidad de asumir el único rol en la preservación y extensión del orden internacional amigable a nuestra seguridad, prosperidad y a nuestros principios”. Presupuestos para desestabilizar
Para cumplir con esta tarea tanto la NED junto con sus cuatro organizaciones: Free Trade Union Institute, Centre for International Private Enterprise, The National Republican Institute for International Affairs, The National Democratic Institute for International Affairs y su subordinada ONG Freedom House en coordinación con la Usaid se dedican oficialmente a financiar y canalizar las fuerzas de las principales organizaciones de la sociedad civil en casi 100 países del mundo. Para esto tienen un fuerte presupuesto: para el año fiscal 2016 la Usaid dispone de 22,3 mil millones de dólares y la NED tiene a su disposición 170 millones. Con este dinero no sería difícil crear las ONG afines a los intereses norteamericanos utilizando las organizaciones de base. Esto explica por qué los indígenas misquitos de Nicaragua se convirtieron en los colaboradores de los contrarrevolucionarios y de la CIA durante la revolución sandinista. También aclara la reciente marcha indígena contra el gobierno de Rafael Correa después que el presidente de Ecuador cuestionó la labor de 31 ONG en Amazonía con el presupuesto de 56,2 millones de dólares provenientes de la NED, Usaid y varias otras ONG extranjeras, esencialmente norteamericanas. Los indígenas de la región amazónica marcharon 700 kilómetros para protestar violentamente contra una posible futura reelección de Rafael Correa. Una de las tareas de las ONG afines a los intereses de los globalizadores es formar miles de disidentes en los paí-
ses que no siguen el rumbo norteamericano e influir en las elecciones presidenciales, legislativas, municipales en aquellas naciones. Según los cálculos del Departamento de Estado, en cada país que no está de acuerdo con la política estadounidense hay no menos de un 10% de la población que apoya a EE.UU. y puede formar una quinta columna para desestabilizar el gobierno en países como Rusia, China, Cuba, Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Armenia, Bielorrusia, Tayikistán, Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán o Egipto. Entonces la cuestión es organizar y financiar a los potenciales descontentos y lavarles el cerebro a través de los medios de comunicación. Así sucedió en Polonia en 1989 cuando la NED, en colaboración con el Vaticano, entregó al movimiento Solidaridad 2,5 millones de dólares con la condición de promover la candidatura de su líder pro norteamericano Lech Walesa a la presidencia. Posteriormente la NED y Usaid financiaron organizaciones tales como “Otpor” en Serbia, “Khmara” en Georgia, “Pora” en Ucrania, “Kelker” en Kirguistán, “Zubr” en Bielorrusia. Después promovieron la “revolución de rosas” en Georgia, la “revolución de tulipanes” en Kirguistán, la “Revolución Naranja” y posteriormente “Maidan” en Ucrania... Los líderes de oposición en América latina, como Henrique Capriles y Leopoldo López en Venezuela, Mauricio Rodas en Ecuador, Aecio Neves en Brasil, son creaciones de la NED. Su agenda principal consiste en desestabilizar estos gobiernos para retornar sus países al “patio trasero” norteamericano. Todos ellos tienen estrechos contactos con el ex presidente colombiano Álvaro Uribe y con los sectores de la ultraderecha latinoamericana. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo los países de nuestro planeta cada vez más adquieren la conciencia y se dan cuenta de los propósitos de la Usaid, de la NED y de sus ONG subsidiarias y toman las medidas correspondientes. Ya son tres países del grupo Brics: Rusia, China e India, los que promulgaron la Ley de Registro de Agentes Extranjeros respecto de las ONG que reciben los fondos del extranjero. Es en realidad la misma ley que usa EE.UU. desde 1938, pero su uso en otros países produjo indignación y rechazo en Washington, cuyos dirigentes anunciaron el fin de la democracia en China y Rusia. Lo que al mismo tiempo no quieren reconocer los actuales líderes norteamericanos es que su propio país ya dejó de representar una democracia, sino que se convirtió en un Estado autoritario que cada vez más se inclina hacia el totalitarismo. El estudioso norteamericano Henry A. Giroux escribió que “los tiempos oscuros no nos están esperando en el futuro, sino que ya están presentes, pero esto no significa que se quedarán para siempre”
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¿EE.UU. ES EL CAMPEÓN EN LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN EN CENTROAMÉRICA? RAFAEL CUEVAS MOLINA
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a noticia del mes en Centroamérica fue que uno de los empresarios más poderosos de Honduras, Yankel Rosenthal, presidente de uno de los equipos de futbol de más cartel en ese país, el Marathón; ex asesor del presidente Juan Orlando Hernández; sobrino de Jaime Rolando Rosenthal Oliva (quien encabeza el Grupo Continental, un vasto conglomerado de negocios que van desde un banco hasta una empacadora de carne, cuatro veces precandidato presidencial), fue arrestado en el aeropuerto de Miami acusado, junto con su tío Jaime y su primo Yani Benjamín Rosenthal, de operar una de las más importantes redes de dinero para el narcotráfico en Centroamérica. Los tres miembros de la familia Rosenthal fueron designados narcotraficantes el martes 7 de octubre pasado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, y siete de sus negocios señalados de haber sido utilizados para proveer “de lavado de dinero y otros servicios para apoyar las actividades del narcotráfico internacional de múltiples traficantes de drogas de Centroamérica y sus organizaciones criminales”. Es decir, los Estados Unidos le dejaron ir la caballería a los Rosenthal y, como se sabe, de sus ataques no hay indio que se salve. Los Estados Unidos han incrementado su presencia en acciones como ésta, referente a los Rosenthal, en los últimos meses en Centroamérica y el Caribe. Se ha especulado mucho, no sin fundamento, sobre su papel en el proceso que, en Guatemala, desembocó en la renuncia del presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti, hoy en la cárcel. Asimismo, si se pone atención, se verá que otros dos escándalos en los que el lavado de dinero y la corrupción son la causa de persecución internacional, tienen implicados a personajes centroamericanos y caribeños: el destapado entre altas autoridades de la FIFA, en el que se ven involucrados un costarricense, un nicaragüense y un barbadeño, y el del ex presidente de la Asamblea General de la ONU, John Ashe. Dos aristas
Al respecto, deseamos hacer la siguiente reflexión con dos aristas que nos parecen importantes. Primera: Thomas Shannon, consejero del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, fue invitado por la organización Casa de América de Madrid, España, para dictar una conferencia sobre la política estadounidense para Centroamérica, de la que emergieron declaraciones reveladoras del papel estratégico que Washington le asigna al control del istmo, en función de sus necesidades de dominación hemisférica. Por un lado, Shannon recordó los dos pilares sobre los cuales los Estados Unidos se proyectan hoy en la región centroamericana: la seguridad nacional, el desarrollo económico –vía tratado de libre comercio y ahora con la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte– y las migraciones. No obstante, los propósitos reales se inscriben en el campo de la geopolítica, y en concreto persiguen el reforzamiento del dominio estadounidense y el resguardo de su frontera sur : “Decidimos acercar a Centroamérica de la misma forma que decidimos acercar a Colombia cuando estábamos construyendo el Plan Colombia”, reconoció el diplomático en su exposición, aludiendo –con un referente poco afortunado, dada la experiencia del caso colombiano– a entendimientos y acuerdos con las dirigencias políticas y gobiernos de cada país en materia de seguridad. Por otro lado, el funcionario definió a Centroamérica como una de las cinco prioridades de política exte-
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rior de la Casa Blanca, a la par de Irán, Rusia, China y el ejército del Estado Islámico. Esto, que a primera vista podría parecer un absurdo, fue explicado por Shannon en términos de la importancia de la región como puente que conecta, de manera estratégica, el norte y el sur de América, así como el Pacífico y el Atlántico. “Estamos entrando en una etapa en la que usamos nuestra presencia histórica para construir un nuevo tipo de Centroamérica, comprometida con la democracia, la economía de mercado y la integración regional”, y agregó que se está forjando también una nueva forma de entender a una Norteamérica “que no termina en el río Grande, sino que incluye a México y Centroamérica. El istmo ya no es un istmo, sino parte de un mercado integrado, un sistema de seguridad integrado, dentro de un proceso político con un compromiso fuerte con la democracia” Dinero sucio
Segunda: como bien indica James Petras, Estados Unidos sería “un imperio financiado con dinero sucio”, basando sus apreciaciones en que por lo menos la mitad del lavado de dinero que se da en el mundo lo realizan bancos y financieras norteamericanas. La suma del lavado y los flujos de dinero sucio cubrirían parte del déficit comercial de Estados Unidos que alcanza a cientos de miles de millones de dólares al año. Sin el “dinero sucio”, nos dice Petras, la balanza de pagos de la economía norteamericana sería absolutamente insostenible; los niveles de vida caerían; el dólar se debilitaría; la inversión y disponibilidad de capital de préstamo se reducirían; y Washington no sería capaz de sostener su imperio global. Washington y los medios de comunicación pintan a Estados Unidos en la vanguardia de la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero proveniente de las drogas y la corrupción política. La imagen es de limpias manos blancas luchando contra el “dinero sucio” proveniente del Tercer Mundo (o de los países ex comunistas). La verdad es exactamente la opuesta. Los bancos de Estados Unidos han desarrollado un bien elaborado sistema de políticas para transferir fondos a Estados Unidos para invertir esos fondos en negocios lícitos o en bonos del gobierno norteamericano y,
de este modo, legitimarlos. Como se sabe, una de las mayores fuentes de empobrecimiento y crisis en África, Asia, América Latina, Rusia y los otros países de la ex URSS y Europa del Este, es el saqueo de la economía y el hecho de que cientos de miles de millones de dólares son transferidos fuera de los países a través del correspondiente sistema bancario y del sistema de “banca privada” ligados a los principales bancos en Europa y Estados Unidos. De nuestros dos puntos anteriores, podemos deducir: 1) que Centroamérica se encuentra en la mira de la política exterior norteamericana; 2) que los Estados Unidos de América, no siendo ningún agente de manos limpias, debe haber considerado que sus congéneres centroamericanos y caribeños se han transformado en un obstáculo para el desarrollo de sus intereses en la región, lo que los ha puesto en la mira de su sistema judicial y su política exterior; 3) que esas contradicciones han llevado al defenestramiento “espectacular” de políticos y funcionarios centroamericanos y caribeños y para ello han utilizado distintos medios, desde el apoyo de amplias movilizaciones sociales, hasta la captura de los sospechosos cuando se encuentran en espacios jurisdiccionales que se lo permiten. Esta situación podría tener, entre otras, las siguientes consecuencias: 1) que los grupos progresistas centroamericanos podrían encontrar, temporal y parcialmente, un aliado en algunas de las acciones anticorrupción que adelanten los Estados Unidos, pero deben tener siempre total claridad que los intereses que ambos defienden son distintos, y que sólo por razones coyunturales se puede aprovechar las situaciones que eventualmente se puedan crear y 2) estos mismos grupos progresistas deben tener claro también que los Estados Unidos, y los grupos dominantes centroamericanos que se sumen a estos hechos y procesos, lo que buscan en última instancia es consolidar su sistema de dominación, por lo que la agenda ciudadana y popular debe construirse de forma independiente y lúcida, de tal forma que no se encuentre a remolque de la de los grupos dominantes y los Estados Unidos
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LAS CONTRADICCIONES DE BARACK OBAMA RESPECTO DE CUBA SALIM LAMRAMI
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ientras el presidente estadounidense ha lanzado varios llamados al Congreso para que levante las sanciones económicas, su administración sigue infligiendo multas récord a las empresas internacionales que comercian con Cuba El 28 de septiembre de 2015, en su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Obama hizo una constatación lúcida sobre la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba: “Durante 50 años, Estados Unidos aplicó una política hacia Cuba que fracasó en mejorar la vida del pueblo cubano. Hemos optado por un cambio. Todavía tenemos diferencias con el gobierno cubano. Seguiremos defendiendo los derechos humanos. Pero abordamos ahora estas cuestiones mediante relaciones diplomáticas, un comercio en alza y lazos entre los pueblos. Mientras estos contactos se fortalecen día a día, estoy convencido de que nuestro Congreso levantará inevitablemente un embargo que ya no debería existir”.
Estas palabras del presidente de Estados Unidos fueron saludadas calurosamente con nutridos aplausos en las Naciones Unidas. En efecto, las medidas hostiles impuestas a la isla desde hace más de medio siglo son anacrónicas, crueles e ineficaces. Afectan a las categorías más vulnerables de la población y constituyen el principal obstáculo al desarrollo del país. Del mismo modo, la brutalidad de las sanciones ha aislado a Washington en la escena internacional donde hasta sus más fieles aliados exigen desde hace varias décadas el levantamiento de este estado de sitio. No obstante, las declaraciones de buena voluntad del presidente Obama, oficialmente favorable a la supresión de las sanciones económicas, no van seguidas de actos. Peor aún, la Casa Blanca sigue aplicando con una absoluta severidad su política hostil, incluso en sus aspectos extraterritoriales, mofándose de las reglas elementales del derecho internacional. Así, Crédit Agricole (CA), un banco francés, acaba de ser condenado a una multa de 694 millones de euros en Estados Unidos por realizar, entre otras, transacciones en dólares con Cuba. Se trata de la cuarta multa más importante impuesta a una institución financiera por Washington. CA está acusado de violar la International Emergency Economic Powers Act, ley federal estadounidense de 1977 que permite al presidente limitar los intercambios con algunas naciones. Frente a las amenazas de cerrar todas sus actividades en territorio estadounidense, el banco francés no tuvo más remedio que aceptar la sanción. En 2014, BNP Paribas tuvo que pagar la suma astronómica de 6.500 millones de euros a Washington por mantener re-
laciones financieras con La Habana. No obstante, Crédit Agricole y BNP Paribas respetaron escrupulosamente la legislación francesa, el derecho europeo y el derecho internacional. Estas entidades no cometieron ninguna ilegalidad en absoluto. Ambas fueron víctimas, como otras muchas empresas mundiales, de la aplicación extraterritorial –y por consiguiente ilegal– de las sanciones económicas de Estados Unidos contra Cuba. En efecto, una ley nacional no puede aplicarse fuera del territorio del país. Así, otra vez, Washington ataca de modo arbitrario los intereses franceses. Es importante subrayar que es el presidente Obama y no el Congreso quien tomó esa decisión, en singular contradicción con el discurso ante las Naciones Unidas de optar por un enfoque basado en el diálogo, el entendimiento cordial y el respeto del derecho internacional. Más contradicciones
No es la única contradicción del inquilino de la Casa Blanca. En efecto, como jefe del Poder Ejecutivo, Barack Obama dispone de todas las prerrogativas necesarias para desmantelar la casi totalidad
de la red de sanciones económicas, sin necesitar el acuerdo del Congreso. Así, el presidente de Estados Unidos puede perfectamente autorizar el comercio bilateral entre ambas naciones. Puede también autorizar a Cuba a usar el dólar en sus transacciones internacionales y permitir que la isla adquiera en el mercado mundial productos con más del 10 % de componentes estadounidenses. Obama puede también legalizar la importación de productos fabricados en todo el mundo a partir de materias primas cubanas y consentir la venta a crédito de productos no alimenticios a la isla. Sólo hay tres sectores que Barack Obama no puede tocar sin la autorización del Congreso. No puede autorizar el turismo ordinario a Cuba. Tampoco puede permitir que Cuba adquiera materias primas alimenticias en el mercado estadounidense a crédito. Finalmente, el presidente no puede autorizar que las filiales de las empresas estadounidenses ubicadas en el exterior mantengan relaciones comerciales con la isla. En cuanto al primer aspecto, la respuesta es simple. El presidente Obama puede evitar el obstáculo legislativo
ampliando la definición de las categorías de ciudadanos estadounidenses autorizados a viajar a Cuba. Hay actualmente 12 e incluyen entre otros los viajes académicos, culturales, científicos, periodísticos, profesionales, educativos, etc. Así, Barack Obama podría perfectamente ampliar la definición de viaje cultural a Cuba y decidir, por ejemplo, que todo ciudadano que se comprometiera a visitar un museo durante su estancia en la isla sería incluido en esta categoría. En cuanto al segundo tema, si el Poder Ejecutivo no puede autorizar la venta a crédito de alimentos a Cuba, Obama puede permitir que Cuba compre a crédito en el mercado estadounidense todo producto no alimenticio. El tercer punto no tiene ningún efecto pues si el presidente Obama autoriza que las empresas estadounidenses instaladas en el territorio nacional tengan relaciones comerciales con Cuba, no sería necesario recurrir a las filiales. Barack Obama es el presidente estadounidense que ha tomado las decisiones más avanzadas en el proceso de acercamiento con Cuba al restablecer las relaciones diplomáticas y consulares y al adoptar algunas medidas limitadas que flexibilizan las sanciones. También es quien ha tenido el discurso más lúcido sobre la política exterior de Washington hacia La Habana, reconociendo el fracaso de un enfoque basado en la hostilidad. No obstante, sus acciones castigadoras hacia empresas internacionales, así como su reserva en tomar las medidas necesarias para desmantelar el estado de sitio económico, contradicen sus declaraciones de principios y suscitan la incomprensión de la comunidad internacional * Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Université Paris Sorbonne-Paris IV.
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QUÉ SIGNIFICA SER REVOLUCIONARIO EN 2015 ARAM AHARONIAN
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l sujeto revolucionario es el que hace la revolución. No hay una predestinación, señala García Linera, recordando el gran error del debate ocioso de la izquierda desde los años cincuenta. Y está claro que ese sujeto que hoy está haciendo la revolución viene del mundo del trabajo, bajo la forma de campesino, de indígena comunario, de obrero, de intelectual, o de vecino. Es un mundo del trabajo bastante más complejo que al que Marx se refería hace siglo y medio atrás. Si damos por sentado que ser revolucionario es simplemente adquirir conciencia de clase proletaria, la tarea era más fácil a principios del siglo pasado: a la hora de luchar era fusil contra fusil y se podía compensar la desventaja de recursos con el coraje y el factor numérico. Pero hoy, la nueva arma mortal no son los misiles ni los drones. No esparce isótopos radioactivos, se llama medios de comunicación de masas, que en manos de unos cuantos conglomerados económicos, manipulan a su antojo en función de sus intereses corporativos, en alianza con las más reaccionarias fuerzas políticas. Hace cuatro décadas se necesitaba de fuerzas armadas para imponer un modelo político, económico y social, pero hoy el escenario de guerra es simbólico: no hacen falta tanques ni bayonetas sino el control de los medios de comunicación. Estamos en plena batalla cultural; la guerra por imponer imaginarios colectivos se da por medios cibernéticos, audiovisuales, gráficos. Y para pelear esas batallas por la democratización de la palabra y la imagen, debemos aprender a usar estas nuevas armas. La lucha es la misma, pero las herramientas, las armas, los fierros, son otros y bien diferentes. El sociólogo brasileño Emir Sader señala que entidades que antes convocaban a la intelectualidad a esa participación, que creaban espacios para ello, que se pronunciaban alrededor de los grandes problemas políticos de nuestro continente, ahora
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se muestran copadas por prácticas burocráticas, despolitizadas, ausentes de la esfera pública, en el plano político e intelectual. Debieran ser esos académicos, esos intelectuales, lo que muestren el camino para la construcción de un orden posneoliberal en el que las mayorías sociales sean protagonistas. Algo es claro: la construcción de sujetos sociales y políticos que superen el neoliberalismo, responden, en gran medida de los obstáculos que impiden dejar atrás el esquema neoliberal. Y las luchas contra el neoliberalismo hoy enfrentan una nueva etapa: la contraofensiva de la derecha. Quizá uno de los hechos fundamentales logrados en la última década por los gobiernos progresistas latinoamericanos, haya sido convertir en sujetos de política a las grandes mayorías (y no en meros objeto de política), dándoles participación no sólo para votar cada tantos años, sino para –primero informarse y luego- participar en el debate de los grandes temas nacionales y en la solución de los mismos. El atisbo de lo que dimos en llamar democracia participativa y protagónica. Nuestros movimientos sociales, quizá donde reside la nueva izquierda regional, transitan por nuevos caminos, que los separan tanto del viejo movimiento sindical como de los nuevos movimientos de los países centrales, y optan por construir un mundo nuevo en las brechas que han abierto en el modelo de dominación. Son respuestas al desacomodo social que provocó la oleada neoliberal de los ochenta, que trastocó las formas de vida de los sectores populares, tras disolver y descomponer las formas de producción y reproducción, territoriales y simbólicas, que configuraban su entorno y su vida cotidiana. Hoy, el movimiento está en medio de debates profundos, que afectan a las formas de organización y la actitud hacia el Estado y hacia los partidos y los gobiernos de izquierda y progresistas. En los movimientos sociales va ganando fuerza la idea de deslindar campos entre las fuerzas sociales y las
políticas. Aun cuando las primeras tienden a apoyar a las segundas, conscientes de que gobiernos progresistas pueden favorecer la acción social, no parece fácil que vuelvan a establecer relaciones de subordinación. No es un debate ideológico. Es “el” mundo nuevo real y posible, construido por los indígenas, los campesinos y los pobres de las ciudades sobre las tierras conquistadas, tejido en base a nuevas relaciones sociales entre los seres humanos, inspirado en los sueños de sus antepasados y recreado gracias a las luchas de los últimos veinte años. Ese mundo nuevo existe, ya no es un proyecto ni un programa sino múltiples realidades, incipientes y frágiles”, señala el uruguayo Raúl Zibechi. Tres grandes corrientes político-sociales nacidas o desarrolladas en América latina suman al “mestizaje” y al armazón ético y cultural de los grandes movimientos: el guevarismo inspirador de la militancia revolucionaria, las comunidades eclesiales de base vinculadas a la teología de la liberación (que ahora el Vaticano quiere cooptar) y la insurgencia indígena, con su cosmovisión distinta de la occidental. García Linera alerta sobre la colonización cultural y los “asesores” extranjeros, tan vendedores de espejitos como los que llegaron junto a Colón. En Bolivia, se ha ido a buscar un encuentro entre el marxismo y el indianismo, un debate que sólo se mueve a nivel de los asesores muy influidos por las ONG, señala. “Esta adscripción reciente al mundo indígena –antes estaban involucrados con la izquierda más tradicional– ha llevado a que radicalicen sus puntos de vista un poco ostentosamente.” No existe un modelo a imitar, para copiar, recortar y pegar. No existe un solo socialismo del siglo 21. Hay que usar el mundo como caja de herramientas para construir algo propio. Uno puede aprender de otras experiencias pero nunca puede construir un proyecto imitando lo que sucede en otro país. Ese fue el fallo de décadas pasadas, cuando se creía que había un molde de emancipación social. Cada sociedad (debe y) sabe cumplir su destino
Dirección General: Aram Aharonian y Carlos Alberto Villalba Impresión Rotativos Patagónicos. Aráoz de Lamadrid 1920. CABA Distribución: Capital Federal y Gran Buenos Aires New Site. Baigorria 103, CABA Distribución en el Interior DGP S.A. Alvarado 2018, CABA ISSN 1853-0443 RNPI en trámite PATRIA GRANDE es una publicación de ULTRAKEM S.A. Domicilio legal Ingeniero Huergo 953, Piso 7º B (CP 1107), CABA.