LA AUTÉNTICA MANO INVISIBLE DEL MERCADO LABORAL PATRIARCAL-CAPITALISTA

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FANZINE

NÚMERO DOS



LA AUTÉNTICA MANO INVISIBLE DEL MERCADO LABORAL PATRIARCAL-CAPITALISTA

Por Víctor Ginesta Rodríguez


El papel del Estado como pulmón rector de la economía

y sus dinámicas es clave para las condiciones de vida de las ciudadanas. Su rol, tanto si es activo como si es pasivo, condiciona y moldea las relaciones y la existencia. En pocas palabras: aunque a veces se olvide, las políticas implementadas desde el estado nunca son neutrales, ya que siempre tienen consecuencias. Desde 1973 estamos viviendo una progresiva contrarreforma destinada a limitar el papel administrativo del estado para pasar a externalizar las políticas públicas al arbitrio del mercado siguiendo las pautas del neoliberalismo, la filosofía dominante en los centros de decisión mundiales. Privatizaciones, “recortes” o la externalización de servicios que otrora eran gestionados desde los organismos públicos son palabras que con la crisis hemos naturalizado cada vez más en nuestra vida cotidiana. Todas estas reformas estatales1 forman parte de un arquetipo de estado que sigue las pautas neoliberales. A pesar de que la crisis estallara en 2008, este modelo lleva años formando parte de una hoja de ruta autoconsciente dispuesta a cambiar las reglas del juego para facilitar su adecuación a los designios del mercado. La Comisión Europea ya fijó las bases en el Consejo de Lisboa del 2000, que fueron reafirmándose en otros documentos posteriores. Lo único que ha hecho la crisis ha sido abrir una ventana de oportunidad para que estas políticas sean implementadas con mayor facilidad, puesto que se indica que son la única alternativa posible. Recortar es necesario, se dice. Asimismo, se incentiva un modelo societario en el que se intenta convencer al individuo de que la mejor forma de servir a la sociedad es a partir de la búsqueda del interés propio a través de la emprendeduría. El egoísmo es visto casi como un deber social. El mecanismo es que la búsqueda del beneficio privado acaba goteando y teniendo consecuencias públicas beneficiosas. Es un asombroso Mefistófeles faustiano, el egoísmo se vuelve altruismo, empresas que quieren hacer el mal2 –ganar como sea cuanto más dinero mejor, y a las que se les pone políticas encaminadas a que lo consigan- terminarán haciendo involuntariamente el bien –lo que no quieren, dar beneficio a todos-. Es casi inverosímil. Ésta es la extraña paradoja que se nos cuenta. Cuáles son las consecuencias de estas políticas aliadas con el neoconservadurismo? En mi opinión, todo este conjunto de recortes y pérdidas de derechos sociales acabará conllevando mayores desigualdades, las cuales afectarán particularmente a las mujeres y a su autonomía. Mi objetivo con este artículo es plantear muy brevemente cómo el mercado de trabajo capitalista y la consideración del trabajo que se ha hecho desde la economía institucional3

ha emitido una serie de distinciones que son perjudiciales para las mujeres, puesto que omiten, no contabilizan y naturalizan como gratuito el trabajo que ha sido tradicionalmente realizado por las mismas. Un trabajo, calificado por muchas economistas feministas como reproductivo, que es ignorado. Muchas tareas cotidianas que acarrean trabajo y que son indispensables para la pervivencia del capitalismo son interesadamente excluidas del análisis económico, lo que provoca que haya tipos de trabajo que han sido devaluados por el capitalismo. La interpretación hegemónica de la economía ha tenido problemas para incluir todas aquellas actividades que han sido históricamente realizadas por la mujer, sometiéndola a una desventajosa situación de dependencia. Así, el mercado capitalista hace distinciones interesadas entre esfera pública y esfera privada; el trabajo remunerado del no remunerado4; las tareas productivas de las tareas de cuidado. Mediante estas distinciones, y optando únicamente por el análisis de las tareas de intercambio en el mercado, ya desde sus orígenes planteó un sesgo que genera incluidos y excluidas, y en el caso concreto que trataremos en este artículo podremos reflejar que genera una parcialidad a favor del hombre que tiene funestas consecuencias para la autonomía y la movilidad laboral de las mujeres. La entrada masiva de las mujeres al mercado laboral no solucionó el problema, puesto que no se acompañó de una entrada de los hombres a las tareas en el espacio privado y de un reparto igualitario del trabajo doméstico y de cuidado dentro de los hogares. Sin ir más lejos, las últimas estadísticas del INE revelaban que en el 2009-2010 las españolas dedicaban dos hora y cuarto más al día en tareas domésticas que los hombres5. En este contexto, las mujeres con familiares a su cargo han adoptado distintas estrategias en función de las políticas estatales y de su clase social. Quienes se lo han podido permitir han solventado los problemas contratando a mujeres de clase trabajadora, muchas veces inmigrantes, para hacer el trabajo que ellas ya no están dispuestas a hacer. Las que no se lo pueden permitir, hacen dobles o triples jornadas. Otras, directamente no pueden acceder al mercado laboral. Esta tensión entre mercado laboral y trabajo doméstico y cuidado tiene consecuencias en las desigualdades salariales, el techo de cristal, falta de autonomía y penalizaciones por ser madre… A continuación voy a explicar de forma somera cómo el capitalismo generó una división sexual del trabajo y mediante el paradigma de la productividad supeditó la consideración

1 Estas reformas forman parte de un doble proceso de cambio, uno a nivel cognitivo y de percepción del interés propio, y otro legislativo. A nivel práctico, estas medidas pasan desde el fomento por parte del estado y de los medios de una visión más favorable de la emprendeduría, como por recortes o reformas legislativas tales como la reciente ley de apoyo al emprendedor. 2 Entiéndase: no quiero decir que querer ganar dinero esté mal de por sí. Está bien querer ganarlo. A mí me gusta el dinero. Pero también entiendo que se debe poner límites a la codicia y domar los intereses individuales. Únicamente pretendo señalar el carácter inverosímil de esta conceptualización de la sociedad. 3 Y en buena parte de la economía alternativa como el marxismo también. 4 Entenderemos por trabajo no remunerado el trabajo afectivo, el trabajo de cuidados y el trabajo doméstico, todas aquellas actividades por y para los miembros de la familia, actividades que pueden ser reemplazadas por productos mercantiles o servicios remunerados cuando circunstancias como los ingresos, la situación del mercado y las preferencias permiten delegar servicios en una persona ajena a la familia. 5 Si bien también se debe decir que en los últimos 7 años la brecha se ha reducido en más de 45 minutos. El estudio también revela que los hombres dedican una hora más al día en el trabajo remunerado que las mujeres. Los datos sacados de la encuesta de empleo del tiempo del INE 2009-2010. La verdad es que sería interesante ver que cambios ha traído consigo la crisis. También se debe matizar que estos datos son puestos en duda por ciertos sectores del feminismo, los cuales afirman que es difícil cuantitativizar el trabajo reproductivo.

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de trabajo a todo aquello que pudiera convertirse en dinero. También quiero plantear distintas alternativas y modelos con una visión de la economía que comprenda una noción del trabajo y de la sociedad más justa e integradora. Algunas plantean enmiendas o acciones que mitiguen esta situación desfavorable pero sin cambiar las reglas del juego capitalista basadas en la noción productiva. Someramente: quieren que las mujeres puedan entrar mejor en el mercado laboral pero manteniendo las actuales reglas del juego sin cuestionarlas. El estado del bienestar y sus distintos modelos serían el perfecto ejemplo. Por otro lado, también presentaré brevemente algunas otras alternativas que implican, en mayor o menor medida, un cambio en el sistema. Allí están tanto la nueva economía feminista como la Renta Básica Universal o la campaña Salarios para el Trabajo Doméstico. Todas ellas incorporan, piden o provocarían un cambio en la estructura laboral.

El origen y sus consecuencias. El capitalismo como forma de organización económica sentó las bases para una conceptualización del trabajo que excluye buena parte del que ha sido tradicionalmente realizado por las mujeres, el cual es invisibilizado e ignorado de los análisis económicos, centrados en su mayoría alrededor del proceso de intercambio en el mercado. Tal y como relata Silvia Federici en el “Calibán y la Bruja”(2011), la caza de brujas y los procesos en los que se formaron las condiciones para la primera burguesía6 mediante la expulsión de los campesinos de las tierras comunales para pasar a abrazarse la propiedad privada como modo organizativo sentaron muchos cambios que ayudarían a fijar las bases para el surgimiento del capitalismo. Dos de ellos fueron importantísimos: generó la fuerza de trabajo obrera tal y como la conocemos – provocó que una masa de trabajadores estuviera forzada a vender su fuerza de trabajo para ganar un salario y poder sobrevivir- y, además, supuso para las mujeres una pérdida de libertad enorme, puesto que trajo consigo una naturalización de las identidades y roles que los hombres y las mujeres debían ocupar en la sociedad. Los códigos de conducta para los hombres, pero sobre todo, para las mujeres pasaron a ser mucho más estrictos. ¿Qué significa eso? Las diferencias de género entre hombres y mujeres se ensancharon y se implementó una división sexual del trabajo, en la que el hombre era el que se dedicaba a ganar el salario –lo que para la economía son las tareas productivas- y la mujer se dedicaba principalmente a las tareas de reproducción y manutención de esos trabajadores –las calificadas como tareas reproductivas y de cuidado-. De allí se establecería una distinción que sería clave, y aún hoy lo sigue siendo, entre público y privado. El hombre era el que participaba en el espacio público, que era el foro y el mercado; mientras que la mujer era la que se quedaba confinada a la esfera de lo privado, el espacio de lo irrelevante. Y así ha sido hasta ahora: ¿no notáis una gran asimetría cuando se echa un vistazo a los libros de historia? Todo el

6 También conocido como proceso de acumulación originaria.

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entramado institucional capitalista fue diseñado para provocar este carácter opuesto entre las expectativas sociales para hombres y para mujeres. No es baladí que fille publique o mujer pública haya sido durante años un sinónimo de prostituta, mientras que un hombre relegado a la esfera de lo privado era considerado como alguien incapaz, despojado de toda empleabilidad; en pocas palabras: un inútil. Como si de un cuadro op-art se tratara, la visión del mundo no es la misma para hombres y mujeres. De esta diferenciación entre esfera pública y privada, y la no interferencia en el ámbito privado vienen muchas de las situaciones desventajosas para las mujeres. Carole Pateman habló en términos de contrato sexual, mediante el cual al casarse las parejas heterosexuales firmaban una división sexual del trabajo que sometía a las mujeres a unas tareas que las subyugaban y ataban al marido. Es un contrato desigual, por cuanto las mujeres pierden autonomía y poder de negociación dentro del hogar para pasar a depender económica y socialmente del marido, con lo que las deja en una posición social desventajosa. Asimismo, el paso de una economía de subsistencia a una economía de mercado de cariz capitalista trajo consigo unas nuevas reglas de juego, mediante las que se supeditaba la consideración de “trabajo” a todo aquello susceptible de ser convertido en dinero. La economía neoclásica únicamente trata los procesos de cambio en un mercado ahistórico y asocial: todo son transacciones y no se evalúa el contexto ni el marco en el que han sido construidas. Así, desde la perspectiva feminista se pide un nuevo enfoque que no tenga únicamente en cuenta todas aquellas relaciones monetarias que tienen lugar en el mercado sino que también tengan en cuenta todo el proceso social en el que éstas ocurren. Resumiendo: generar un sistema de producción no es únicamente fabricar el producto, también hay quien limpia, quien anima, quien cocina, quien compra, quien cuida. ¿Dónde están todas esas facetas integradas en el análisis capitalista? Es trabajo gratuito, no contabilizado. Un trabajo gratuito que, curiosamente, realizan principalmente las mujeres. Ese trabajo gratuito forma parte de un esquema mayor que es el de la reproducción social. Ésta, tal y como indican autoras como Antonella Picchio, incluye la estructura familiar, trabajo asalariado y no asalariado, el papel del Estado en la reproducción de la fuerza de trabajo, y las organizaciones sociales y políticas de los trabajadores y trabajadoras, asalariados y no asalariados. En definitiva: un cuadro más real. Si el enfoque de la economía únicamente versa sobre la producción y obvia todo lo demás, nos encontramos ante unas perspectivas sesgadas. Las perspectivas sesgadas esconden que la posición en la que se presentan las personas en el mercado laboral no es homogénea, y que las diferentes desigualdades ante el mercado deben explicarse desde su papel y posición en la reproducción social


Políticas estatales manteniendo un marco capitalista. La introducción de un estado benefactor e interventor sería un parche para conseguir un funcionamiento social más justo. Esta opción no cuestiona el mercado capitalista como tal, sino que introduce una serie de enmiendas. Fuera del contexto original en el que fue creado, que respondió a un acuerdo de mínimos por un temor a un levantamiento obrero, hay dos tipos de justificación, que pueden ser empleadas juntas o por separado: una justificación económica –el mercado funciona mejor con un estado que vaya haciendo y deshaciendo según las necesidades de cada momento- y una justificación ética –hay ciertos derechos y servicios a los que, como ciudadanos, debemos tener la capacidad de acceder- . Ambos motivos están asociados a la creencia de que una economía de mercado desregulada no puede funcionar bien por sí misma si únicamente cuenta con la ayuda de un estado dejando funcionar al mercado. De todos modos, estas políticas sociales, como las de conciliación de trabajo y familia7, nunca son inocentes. La adopción de políticas está basada en una asunción acerca de cuál debería ser el rol de las mujeres en la sociedad. Estas políticas afectan a las condiciones de vida y pueden incrementan o disminuir el riesgo de pobreza para las mujeres. Es importante asumir que no todas las políticas de empleo y familia son lo mismo, algunas refuerzan los roles de género tradicionales, otras lo desafían y otras tienen efectos ambivalentes. Por ejemplo, unas políticas de permisos a largo plazo por maternidad o cuidado pueden debilitar la continuidad de las mujeres en el mercado laboral y sus expectativas de ingresos futuras mientras refuerzan el rol de la mujer en el cuidado y las puede hacer más dependientes de sus parejas. Según el esquema de Nancy Fraser, hay 4 tipos de políticas de trabajo y cuidado implementadas por el estado: la estrategia de cuidado –característico de países como Holanda, Alemania o Luxemburgo, en el que las mujeres son tratadas primero como cuidadoras y luego como ganadoras de un sueldo en el mercado laboral. Es también la más cercana a los roles clásicos- , la estrategia de la ganadora de sueldo –característico de los E.E.U.U, Canadá o el Reino Unido, en el que las mujeres son tratadas primero como asalariadas en el mercado laboral y luego como cuidadoras-; la estrategia de la elección –propio de Bélgica o Francia, en el que las mujeres pueden escoger qué quieren hacer, principalmente cuando los niños son jóvenes- y la estrategia de asalariada en el mercado y cuidadora –propia de los países escandinavos, en la que hombres y mujeres son tratados como igualmente involucrados tanto en ganar dinero como en cuidar, y la cual es la más alejada de los roles tradicionales-. ¿Y España? España tiene una categorización de estado del bienestar familiarista, un híbrido especial en el que la falta de aportes públicos para el cuidado provoca una altísima dependencia de las familias y termina por afectar a todas aquellas mujeres que no pueden pagar a alquien que cuide a las personas que tiene a su cargo, por ejemplo.

Volviendo a Fraser, la estrategia de asalariada en el mercado y cuidadora subvierte las caracterizaciones tradicionales puesto que tanto hombres como mujeres son incentivados a cuidar en casa y a trabajar en el mercado y existen también servicios públicos de cuidado de calidad. A pesar de ser la más igualitaria, esto no significa que no tenga algunos defectos: el techo de cristal sigue existiendo y por obra de la socialización de género las mujeres siguen ocupando puestos en tareas de cuidado en el mundo laboral. Ahora veremos unos datos8 que nos muestran cómo afectan estas políticas.

Al interpretarla, vemos que las tasas de pobreza son altas para las mujeres, pero lo son aún más en los casos de aquellas que tienen niños y no están emparejadas con un hombre. Aquellos países en los que se implementa la estrategia de cuidadora-ganadora de dinero tienen una tasa de pobreza más baja, tanto entre mujeres heterosexuales emparejadas como entre las otras mujeres. Las cifras de mujeres sin pareja heterosexual que se hayan en situación de pobreza son escandalosas e intolerables en los países en los que se implanta la estrategia de la ganadora, como Estados Unidos. Tener un niño allí significa una probabilidad 3 veces mayor de ser pobre, puesto que se pasa de un 14% a un 37%. Las mejores estrategias para reducir la pobreza de las mujeres y mejorar la compatibilización laboral y familiar pasan por realizar una estrategia como la de los países nórdicos, en la que tanto hombres como mujeres se encargan del cuidado y en los que, además, el estado suministra los servicios públicos de cuidado. Aquellos países en los que las tareas de cuidado quedan a cargo del mercado son aquellos en los que la desigualdad es mayor. Por último, conviene aclarar que todas aquellas medidas que dan permisos de maternidad únicamente a las mujeres empiezan siendo favorables pero conforme se va extendiendo el permiso de maternidad van incrementando las tasas de pobreza. Esto es porque las

7 Según varias definiciones prototípicas, las políticas de trabajo y familia son aquellas que incluyen permisos familiares y por maternidad/ paternidad pagados o no pagados, pensiones y permisos de cuidado, políticas de cuidado de menores que apoyen el cuidado subsidiado o proveído por el estado, y políticas de compaginación laboral. 8 Quiero matizar que, por dificultades de medición, las autoras incluyeron dentro de “other women” a madres solteras, familias monoparentales, mujeres emparejadas con otras mujeres y otros tipos de convivencia no formadas por una pareja heterosexual.

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apartan del mercado laboral, con todos los riesgos que ello comporta. Es importantísimo combinar transferencias de dinero con la permanencia de la mujer en el mercado laboral e imprescindible involucrar a los hombres en las tareas de cuidado. De todos modos, un Estado del bienestar, aunque sea potente, no deja de actuar bajo las mismas lógicas productivas capitalistas, y no cuestiona el mercado como tal. Dependiendo del tipo facilita las cosas a ciertas mujeres y externaliza la condición de vulnerabilidad a otras personas -principalmente otras mujeres de clase trabajadora, normalmente inmigrantes9- que pasan a realizar todas esas acciones. En ningún caso pone al cuidado al mismo nivel que el trabajo productivo. Esto motiva críticas…

La crítica feminista al estado benefactor. El estado benefactor es insuficiente para las demandas de algunos sectores del feminismo. El trabajo de cuidado en el mejor de los casos es asumido por el estado mediante servicios públicos pero con una consideración inferior. En el peor de los casos sigue habiendo muchas tareas afectivas y de cuidado que siguen sin ser remuneradas. Esto es: siguen siendo trabajo gratuito y provocando situaciones más desventajosas. Para todo ello se proponen varias soluciones y todas hacen énfasis en una nueva idea del trabajo. Por un lado, nos encontramos ante la nueva economía feminista, la cual pide un nuevo marco de análisis laboral que sitúe al proceso de reproducción social como punto de partida para la comprensión del mercado. Se enfatizaría la importancia y relevancia de las tareas de cuidado que tienen lugar en el espacio doméstico y privado. La idea que subyace en su crítica al estado del bienestar es que por mucho que las mujeres estén mayoritariamente incorporadas al mercado laboral, esto no es sino un arrastre de esa vieja concepción que sigue atando a las mujeres a un doble contrato, uno que las liga a las posiciones productivas –si bien alejadas de los puestos detentores de responsabilidad- y otro en el que siguen ejecutando las tareas de reproducción domésticas, lo que acaba simbolizando una doble jornada. Una en la que el trabajo público es más precario que el de los hombres y el privado es gratis. Así pues, desde la nueva economía feminista se defiende que el trabajo no remunerado ejerce un rol central en la sociedad y su consideración debería ser tan importante como la del trabajo productivo. Hay otras dos alternativas que van asociadas a un cambio de la idea de trabajo. Por un lado, está la campaña por el

salario doméstico. Surgida a principios de los 70, cuenta con Silvia Federici como una de sus principales impulsoras. Para Federici, tal y como explica en su último libro “Revolución en punto cero”, el salario doméstico se encuadra en una perspectiva revolucionaria, “Es la demanda por la que termina nuestra naturaleza y comienza nuestra lucha porque el simple hecho de reclamar un salario para el trabajo doméstico significa rechazar este trabajo como expresión de nuestra naturaleza y, a partir de ahí, rechazar precisamente el rol que el capital ha diseñado para nosotras.” Esta campaña pretende mostrar que el trabajo reproductivo es trabajo y que la falta de identificación del mismo es fatal. Por otro lado, está la Renta básica universal10, la cual es un subsidio incondicional garantizado, una cantidad de dinero que se daría fija a todas las personas residentes en un territorio independientemente de su salario y condición. Se basa en el viejo precepto republicano que reza que una persona únicamente puede ser libre si tiene su existencia material garantizada. La renta básica ha sido apoyada por feministas como Carole Pateman, quien arguye: “sería importante para el feminismo y la democratización precisamente porque está pagada no a los hogares sino a los individuos como ciudadanos”. Conviene matizar que la renta básica no dará, por sí misma, una solución a todos los problemas de división sexual del trabajo. Lo que sí haría, seguro, es dar más poder negociador a las mujeres dentro del hogar y facilitar las cosas a algunas de ellas a la hora de elaborar un plan de vida más independiente.

La cruda realidad: el escenario neoliberal De todos modos, ahora toca salir del marco de lo deseable para pasar al más duro pragmatismo. En la actualidad se están implementando decisiones de raigón neoliberal. La base es que a partir de un estado fuerte11 se ejecutan medidas mediante las cuales se facilite el libre mercado de personas y productos. No es un rol pasivo. Dejar actuar al mercado bajo los preceptos del neoliberalismo implica aceptar que las diferencias sociales son necesarias y cuando se realiza el análisis, lo que ocurre es que se minimizan o cubren las injusticias existentes mediante la asunción de que la mejor forma de hacer funcionar la sociedad es mediante la acción del mercado y la generación de dinámicas competitivas continuas. Las condiciones de vida pasan a estar por detrás de la productividad. Como ya hemos visto en el gráfico, todos los países anglosajones que realizan políticas de trabajo y familia basadas en el mercado terminan por tener una mayor tasa de pobreza tanto para las madres heterosexuales como para las familias monoparentales, solteras y demás tipos.

9 Mirando holísticamente, las mujeres inmigrantes que vienen aquí normalmente dejan el cuidado de los familiares que tengan a su cargo a otras persones –normalmente mujeres- creando una cadena internacional de cuidado. 10 En palabras de Daniel Raventós sacadas de su libro “Las Condiciones materiales de la libertad: “Es un ingreso pagado por el estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre, o dicho de otra forma, independientemente de cuales puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva” 11 Por mucho que los partidarios del neoliberalismo traten de esconderlo, no olvidemos que el estado siempre actúa: tanto por acción como por omisión. Ninguna acción del estado es inocente. Y es que a pesar de que las representaciones neoliberales del estado lo presentan como una figura semejante a una abominable babosa engullidora de impuestos, la verdad es que se necesita unafigura estatal que mediante un control legislativo fije estas reglas del juego para el mercado. Dicho de otro modo, el neoliberalismo necesita, exige y construye un estado a su gusto. Es más, no únicamente está a su gusto, sino que interviene coactivamente preservando y fijando estas condiciones asimétricas del juego, interviniendo institucionalmente a favor del mercado. La igualdad de oportunidades nunca es real si las condiciones sociales no son las mismas para todos.

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La actual legislación laboral neoliberal que se está implementando desde la UE se basa en el concepto de flexicurity12, que pretende que aquellos trabajadores más propensos a alternar períodos de trabajo con períodos de inactividad, como serían las mujeres, puedan entrar a trabajar más fácilmente que con una legislación estricta. Se facilita la iniciativa privada al tiempo que se reduce el gasto público en cuidados, con lo que nos estamos encaminando peligrosamente al modelo anglosajón antes descrito. Asimismo, implican una pérdida de poder de negociación enorme para la clase trabajadora y una mayor precarización, generando además una mayor desigualdad entre grupos hegemónicos y grupos en situación de riesgo. El requerimiento de adaptación se confunde con incerteza. La incerteza con precariedad. El ciudadano es visto como un capital del que valerse y se quiere producir un mercado laboral más cambiante y precario, en el que se pasa del trabajo seguro al trabajo temporal. Son medidas destinadas a la empleabilidad, más que a generar unas condiciones sociales en las que se pueda construir una vida. Hemos visto que el análisis del trabajo de la economía establecida no tiene en cuenta el trabajo realizado por las mujeres en el hogar o bien lo devalúa. Para ello, el feminismo plantea varias soluciones que ayuden a considerarlo

o que mejoren las condiciones de vida. En el marco actual, está habiendo un gran retroceso tanto a nivel de derechos como de políticas, y hay mucho riesgo de que esto sea únicamente el principio. Las políticas neoliberales que se quieren implementar amenazan con traer mayores desigualdades sociales y la generación de nuevos charcos de vulnerabilidad, precariedad, pobreza y exclusión que se añadan a los ya existentes. Pero no únicamente eso, sino que pueden restar autonomía a las mujeres y las amenaza con volver a los roles tradicionales. Es un deber social intentar atajar y contrarrestar todas estas medidas para no volver a la caverna oscura. Todos somos interdependientes, pero sin embargo, como indica Cristina Carrasco, bajo modelos neoliberales “hemos construido un mito sobre la venerada y deseada independencia individual, reconociéndola como un valor social que es preciso conseguir”. Hemos llegado a una conceptualización individualista de la sociedad que lleva al individuo a considerarse como un empresario de sí mismo13. Se debe lograr una nueva concepción del trabajo que reconozca la dimensión social central del trabajo reproductivo y una visión de la economía que sea más justa y distributiva para con todas las personas, de forma que se pueda generar una economía más enfocada a la convivencia que a la competencia.

12 Según el documento de la Comisión de las Comunidades Europeas, titulado“Hacia los principios comunes de la flexiguridad” y que salió a la luz en 2007, pretende crear: “disposiciones contractuales flexibles y fiables, estrategias globales de aprendizaje permanente, políticas activas del mercado laboral eficaces y sistemas de seguridad social modernos” 13 Aquí no puedo entrar por razones de tiempo y espacio. Estamos a día 18, es viernes, es tarde, estoy cansado, las editoras me quieren matar y he de entregar hoy, pero el actual modelo de sociedad neoliberal se basa en la teoría del capital humano de Becker aplicada a lo macro. El individuo es un empresario de sí mismo y de sus capacidades que busca continuamente maximizar sus habilidades en contextos cambiantes y competitivos. La tabla está sacada de: Misra, Joya; Moller, Stephanie; Budig, Michelle J. (2008) WorkFamily Policies and Poverty for Partnered and Single Women in Europe and North America en Gender & Society 21, 2007, pp. 804-827 La imagen que encabeza este artículo pertenece a la película Working Girl (1988) dirigida por Mike Nichols.

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EN ESTE NÚMERO HAN

PARTICIPADO:

Lucía Muñoz Gerard Coll-Planas Mónica Tomàs White Nicole Ginelli María Forqué Laia Arqueros Víctor Ginesta Rodríguez

ENTREVISTAS A: Verónica Forqué Gudrun Gut


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