Fanzine Bulbasaur #2

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FANZINE

NÚMERO DOS



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ED I T O R I A L

Seis meses después de nuestro primer número volvemos al ruedo.

Nos han pasado muchas cosas, la mayoría de ellas maravillosas, como la acogida tan positiva por parte de mucha gente y su constante interés y apoyo. Con este increíble feedback, hemos querido seguir adelante intentando mejorar, introduciendo nuevas colaboradoras gráficas y algún cambio en el diseño y el tamaño del fanzine. Estamos descansadas y con nuevas pokeballs en el bolsillo porsiaca. Fuera de Pueblo Paleta pero, las cosas no andan muy bien con la eterna amenaza del cobarde Gallardón - en serio ¿cuándo va a presentar el proyecto?


ÍN D I C E

Hatefuck de clase:una aproximación

Por Lucía Muñoz (a.k.a Filósofa Frívola)

Entrevista a Verónica Forqué La encrucijada queer Por Gerard Coll-Planas

L’Académie des Femmes Por Laia Arqueros

¿Cómo ser feminista hoy? Una reseña de How to be a Woman de Caitlin Moran Por Mónica Tomàs White

Gudrun Gut

Por Víctor Ginesta Rodríguez

A propósito de las Blurred lines Por Andrea Alvarado Vives

La auténtica mano invisible del mercado laboral patriarcal-capitalista Por Víctor Ginesta Rodríguez

Nicole Ginelli

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“Una cosa que puede ser muy alienante, respecto al concepto erróneo de feminismo, es que, las chicas, para ser feministas, tienen que vivir siendo perfectamente coherentes en sus creencias, jamás siendo inseguras, jamás teniendo dudas, sabiendo todas las respuestas. Y esto no es cierto. De hecho, reconciliar todas las contradicciones que sentía, resultó más fácil, una vez que entendí que el feminismo no era un reglamento sino una discusión, una conversación, un proceso”

Tavi Gevinson “Menos mal que nací mujer, si no, me hubiera hecho drag queen”

Dolly Parton

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HATEFUCK DE CLASE: UNA APROXIMACIÓN

Por Lucía Muñoz (a.k.a. Filósofa Frívola)

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“Pues yo a la Cospedal melafo” Un comunista expresando un “melafo” hacia una pija de mechas californianas es una aberración se mire por donde se mire. Y una clara muestra de deseo de hatefuck de clase. Y de machimonguerismo sin tratar. El rollo comunista-se-folla-a-pija es muy de demostración de poder y de mierda patriarcal. Y ocurre con gran frecuencia. Con demasiada frecuencia. Mi pequeña obsesión con el hatefuck de clase viene de un día en que me di cuenta de que me provocaba mucho repeluco ver a camaradas ligones vacilando a las peperas de NNGG vía tuiter. Y desde ese día, y habiendo presenciado decenas de escenas tipo: -Mira, he encontrado a una de NNGG en tuiter, ¿la vacilamos? -Ay vale ¡qué divertido! ¿Le decimos la verdad, que la ideología que promueve su partido es mierda y miseria? -Nooo, ¿¿no ves que tiene tetas?? ¡Vamos a humillarla por haber nacido mujer! -Claro tío, ¡muy guapo! Somos mazo de izquierdas tío. -Ya ves, tron.

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Y desde entonces me he preocupado por profundizar en las raíces de que se me erice el vello para mal cada vez que me topo con una situación de este jaez. ¿Por qué me moría de vergüencita ajena? ¿Por qué esa reacción mía? Aunque me fío plenamente de mi intuición, hay ocasiones en que necesito poner en palabras lo que estoy sintiendo. Y esta era una de esas ocasiones, porque el tema me tocaba la fibra. Se trataba de mis compañeros de manifa, ni más ni menos.

Las raíces del hatefuck de clase Primero, primariamente, primatemente, pensé en que se trataba de una reacción biológica, neurocientífica, de causa última, a lo Steven Pinker. Pensé que la manada bolchevique se desintegra si los machos se van a buscar hembras a otra manada. ¿Celos? Nah. Esta explicación la descarté por reaccionaria en menos de cincuenta segundos de proceso mental, considerándola más propia de brillantes y esclarecedores artículos en esa publicación tan joven y fresca como es la revista Jotdown. Así que me decanté por una explicación más bien cultural. Así semos los posmodernos. Y llegué a dos conclusiones: por un lado, a que el hatefuck de clase es una forma de humillación ejercida verticalmente, esto es, de arriba (hombre) hacia abajo (mujer), y por otra, a que se trata de una sencillísima, simplísima y mera cosificación básica de primero de machismo:

la pija sólo es un cuerpo, lo que contenga su cerebro mierdero no interfiere en mi relación con sus agujeros.

Humillación de género como castigo de clase Dar de fumar porro a un murciélago, poner a los rojos a cantar el cara al sol, follarse con odio a una pija. Son tres formas de demostración de poder. Formas de humillar al débil. El camarada que abusa de su posición privilegiada como macho para humillar sexualmente a una pija, está nada más y nada menos que aprovechándose del débil, de la subordinada y oprimida en tanto que mujer. Lenin llora cada vez que hacéis eso. En lugar de atacar desde la perspectiva de clase, os aprovecháis, camaradas, de vuestra posición superior en el patriarcado para atacar desde el género. Cobardes. La mujer a la que atacáis será todo lo burguesa que queráis, pero no estáis atacando su condición de opresora de la clase obrera, sino su condición de portadora de vagina. ¿Por qué hacéis eso, camaradas?

Cualquier agujero es trinchera La respuesta a la pregunta con la que concluíamos el párrafo anterior nos lleva al segundo punto: Porque os toca un pie que sea facha, no facha, o directamente anencefálica: mientras posea un cuerpo relativamente follable, por vosotros todo ok. Pues muy bien. Un rojo puede tener una novia/rollete sexoafectivo con una facha porque no espera una relación de igual a igual con las tías. Está buscando agujeros donde meterla. Para eso sirven las mujeres, dando igual, por tanto, sus ideologías o clases sociales. En el fondo es hermoso y conciliador a su manera. Si el camarada es un poco más exquisito, podrá seguir manteniendo esta relación de extraña pareja sintiendo un profundo desprecio por la ideología de su chorba, salvando este obstáculo mediante el paternalismo más tierno: “Mírala qué mona, que se va al mitin del PP, mírala que mona que se ha afiliado a las Juventudes de Falange. Así me gusta, que te diviertas pegando a negros, cari, así puedo ver el partido del Livorno tranquilamente”. Acordarse del marido de la sufragista de Mary Poppins. Los hombres nunca se toman en serio nuestra militancia. Ni de un lado ni del otro.

Agregado de opresiones, cacao mental instantáneo Lo que peor llevo de presenciar situaciones en las que los camaradas se muestran hostiles con las burguesas y tratan de humillarlas por la vía sexual, es que me hacen posicionarme inevitablemente del lado de las Cifuentes del mundo. Y eso no se lo perdono a los


compas ni en un millón de años. La interseccionalidad y el agregado de opresiones puede llevarte al abismo de esquizofrenia e indecisión peor del mundo, en el que te encuentras a ti misma de repente, sin comerlo ni beberlo, mandándole un mensaje de apoyo a la abogada de Manos Limpias en el que te lamentas por las terribles amenazas de violación por parte de tus co-militantes. Muy creepy todo este asunto de la transversalidad.

Cosillas del patriarcado. “Voy a humillar a tu madre mediante el sexo”, esa es la intención de la provocadora frase, que tiene otras variantes como “Voy a humillarte a través del intercambio sexual con tu cónyuge femenina, madero”, muy apreciadas en entornos manifestacionales pretendidamente subversivos y progresistas.

¡Por Stalin que esa guarra es una puta!

Y con estas ideas tan bonitas, en este entorno de sexualidades sanas y roles de género equilibrados y cabales, entre posters del Che y banderas de Cuba dibujadas en los libros de texto, crecen nuestros camaradas. Y al llegar a la edad adulta se encuentran con que no hay mejor forma de abusar de una chiquilla pepera que a través del sexo, ya sea física o verbalmente (normalmente, únicamente lo segundo. Lo siento, pichabravas). ¿Que sigue siendo repugnante violencia sexual contra la mujer? Pues sí, pero velada y hasta justificada por el hecho de que la mujer pertenece a la clase social opresora. El camarada perpetrador del abuso perpetua así, esperemos que sin darse cuenta, actitudes que le resultarían tan intolerables como la del patrón decimonónico que viola a sus obreras detrás del telar.

Cuando les cuestionas esta cosa tan desagradable que es atacar a la oponente política a través de la humillación sexual; cuando te enfrentas a los camaradas y les preguntas si es que acaso solo son respetables las mujeres de su bando, suelen hacerse un lío monumental, que puede resultar en conversaciones tan absurdas como esta, basada en hechos reales que me acontecieron a mí misma: -¿Oye, Juancarlos, tú crees que ser puta es malo? -No, qué va, son trabajadoras que se ganan la vida con sus manos y coño. Dignas y orgullosas. Más que cualquier banquero. Merecen todo mi respeto. -Entonces, si me estás diciendo que las trabajadoras sexuales son proletarias que merecen el mismo respeto y admiración que los aceituneros y los fabricantes de tornillos, ¿por qué tratas de insultar a Ana Botella, una de las personas que más asco y odio te provocan, diciendo que es una puta? -PUES PORQUE ES UNA PUTA. Resulta que, al final, a Juancarlos no le merecían tanto respeto las putas. La vida es un desengaño tras otro. Luego te mueres.

Me follé a tu madre. Y encima le gustó El sexo les merece tooooodo el respeto del mundo, tanto el pagado como el gratuito. Adoran a las mujeres, ains, se les llena la boca con las mecánicas de coches que había en la RDA. Pero siguen reaccionando muy malamente ante un “Yo me follo a tu madre, guarro”. Desde el hombre hacia la mujer, el sexo se sigue viendo, en pleno siglo XXI (ESCÁNDALO), como una forma de humillación y castigo. El guarro no imagina a su madre gozando mientras folla, sino sufriendo. Y con un “encima le gustó”, resulta doblemente humillante. Que la mujer que te dio la vida reaccione de forma positiva al placer sexual es una de las cosas peores que le puede pasar a una persona en el desarrollo de su curso vital. Un “Me follo a tu madre” debería ser motivo de alegría y jolgorio, si este fuera el mundo sano con el que sueño. Pero por el momento, me temo que la intención del “Me follo a tu madre” sigue siendo humillatoria.

Zorras burguesas

I ♥ Percival Manglano Y con nosotras, chicas, ¿qué pasa? ¿Cuál es nuestro lugar como mujeres obreras con conciencia de clase y género en este disparate? ¿No se nos permite tocarnos pensando en el pelazo de Percival Manglano, o en la sensual piel de color siena de ese silver fox llamado Javier Arenas? ¿Qué pasa, que a las comunistas no nos da por el hatefuck de clase? La respuesta es ¡no!, porque las relaciones sexuales siguen siendo desiguales en este sistema desigual. ¿Resultaría en humillación “bromear” sobre tirarnos a un pepero, o tirárnoslo directamente? Sí, pero… tachán tachán... ¡humillación para nosotras! Siempre perdemos, jolín. Tanto por ser pepero como por ser simplemente un hombre. Una mujer que va folleteando por la vida degrada y humilla a nadie más que a sí misma. Y quizás mancha un poco el buen nombre de su familia, sobre todo en los pueblos pequeños. La cosa cambia, chavalas, si metemos un strap-on o un puño en la ecuación. “Yo soy español, español, a mí no me dan por culo”, cantan los chavales. Así, gracias a esta pista musical tan apreciada en concentraciones deportivas y aglomeraciones machirulas de todo signo y condición, tomando el control de la zona trasera estaríamos adoptando un rol dominante. Ya conocemos las issues que tienen los hombres con el culo. Especialmente los peperos. Y especialmente los camaradas de puño en alto y ojete apretao.

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VERÓNICA FORQUÉ

E N T R E V I S T A Ilustraciones de María Forqué

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VERÓNICA FORQUÉ

es una de las actrices más míticas del panorama español de los últimos 30 años. Ha actuado en películas como El año de las luces, Kika, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Bajarse al moro o La vida alegre entre muchas otras; ha pasado por la televisión con series como Pepa y Pepe, una de las más especiales que ha dado nuestra televisión, y por el teatro, actuando y dirigiendo. Recientemente ha terminado su gira interpretando a Shirley Valentine de la mano de Manuel Iborra y ha estrenado la película Ali, de

Paco R. Baños. Hemos querido hablar con ella de su carrera y de la situación de las mujeres en el cine, más concretamente en España cuya industria cinematográfica agoniza. Junto a la entrevista podemos ver las ilustraciones de María Forqué, continuadora de la saga de artistas de la familia. Os invitamos a que visitéis su genial tumblr, desde donde podéis seguir su vida en Tailandia y su particular mundo estético, lleno de princesas Disney, increíbles fotografías con celebrities de cera y potentes dibujos.

BULBASAUR:

¿Qué te empujó en tu deseo de ser actriz? ¿Hubo alguna película, o algún personaje en particular que contribuyera a la hora de tomar esa decisión?

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VERÓNICA:

Yo creo que quise ser actriz el día que vi “Mary Poppins”. Yo quería ser Mary Poppins y volar como ella. Además, mi padre era director de cine y a veces íbamos a sus rodajes. Yo me pasaba la noche antes sin dormir casi, de la emoción. Porque no nos llevaban mucho. Pero sabía que iba a ser actriz, no sé por qué, pero yo iba a ser actriz. Supongo que esa clase de certeza es lo que se llama vocación.

BULBASAUR:

Desde Mi querida señorita, los papeles que has interpretado han sido muy variados: has sido criada, secretaria, médico, estrella del porno….¿Qué personaje te ha gustado más representar? ¿Cuál de ellos ha sido el más difícil? ¿Hay algún tipo de mujer que te haya faltado o que te hubiese gustado interpretar?

VERÓNICA:

Es verdad que he tenido mucha suerte y he hecho personajes muy bonitos en el cine, sobre todo comedias: me han llamado casi siempre para hacer comedias, que es un género nada fácil. Hay una frase de Oscar Wilde que me gusta mucho: “Lo fácil es morir, lo difícil es la comedia”. Pero siempre he tenido la sensación de que me llamaban para el cine como por equivocación... porque no habían encontrado a otra. Siempre me he sentido mucho más una actriz de teatro. No me gusta madrugar, no me gusta verme. ¡En el teatro no hay que hacer ninguna de esas cosas! Sin embargo, siento un profundo agradecimiento hacia los directores que han confiado en mí para trabajar en sus películas. Con casi todos, como con Colomo, Almodóvar, Trueba, Oristrell, Gómez Pereira, he trabajado más de una vez, y con Manuel Iborra, que es mi pareja desde hace treinta y dos años. He tenido mucha suerte.

BULBASAUR:

Empezaste en plena época del destape. Muchas compañeras de profesión explotaron su lado más exhibicionista con desnudos en revistas, etc ¿Se te planteó esa oportunidad? Y en ese caso, ¿por qué la rechazaste?


VERÓNICA:

Claro que me ofrecieron cosas erotiquillas, pero siempre he elegido bastante bien, quería ser una actriz de verdad, una actriz buena, sigo queriendo eso. Tampoco era ninguna belleza, siempre he sido un pelín rara, creo yo. No era el prototipo de mujer española de la que todos se enamoran... Así que he hecho papeles de chicas peculiares, que son los que más me gustan.

BULBASAUR:

Crees que las actividades extra-cinematográficas – como hacer desnudos para revistas o hacer de modelo – influyen en la carrera de una actriz?

VERÓNICA:

Todo influye en la carrera de una actriz. El talento, la inteligencia, la suerte, el carácter, la constancia, la fuerza de voluntad, el cuerpo, la voz… es un misterio por qué unos consiguen realizar su sueño y otros no. Pero la vida está llena de misterios. Yo nunca he hecho desnudos para revistas. Me pareció siempre una cosa un poco ridícula, y me lo sigue pareciendo.

BULBASAUR:

Nos hemos fijado en que nunca has sido dirigida por una mujer, pero al mismo tiempo has tenido la suerte de trabajar con directores como Manuel Iborra y Pedro Almodovar (entre otros) que escriben muy buenos personajes femeninos. ¿Qué otros directores crees que comparten esta cualidad? ¿Y directoras?

VERÓNICA:

Hay pocas directoras mujeres todavía, pero eso va a cambiar, ya está cambiando. Cuando yo hacía películas prácticamente no había ninguna, excepto Pilar Miró o Josefina Molina. En la medida en que las mujeres, participen cada vez más en el mundo y se atrevan a vivir la vida que quieren vivir, no la que les imponen los demás, sobretodo los padres, los novios, los maridos, habrá cada vez más mujeres que escriban y dirijan sus historias, con lo cual el cine y nuestra vida será mejor y más rica.

BULBASAUR:

Respecto a tu trabajo con Manuel Iborra, tenemos la sensación de que tanto en la serie Pepa y pepe como en la película El tiempo de la felicidad, los personajes interpretados por mujeres – tanto por ti como por Silvia Abascal y María Adánez – tienen algo en común relacionado con la fuerza que trasmiten. Esto, además, contrasta con lo que transmiten sus compañeros masculinos. ¿Compartes esta sensación? ¿Cómo fue trabajar en ambos proyectos? ¿Os lo pasabais tan bien como parece, especialmente en Pepa y Pepe?

VERÓNICA:

Es verdad que Manolo escribe personajes femeninos muy bonitos, le gusta cómo somos las mujeres. Como además es mi pareja, disfrutamos y nos enfadamos mucho cuando trabajamos juntos. Él encuentra que no hay actriz en todo el Universo mejor que yo. ¡Eso sube mucho la autoestima! Nos reímos muchísimo haciendo Pepa y Pepe, fue una experiencia muy, muy feliz. Cuando nos daban ataques de risa Manolo los dejaba. Una vez Silvita se hizo pis, literalmente, de la risa, y no cortó.

BULBASAUR:

Has dirigido en teatro pero no en cine. ¿Por qué esta elección? ¿Cómo fue la experiencia? ¿Te planteas volver a dirigir?

VERÓNICA:

Hace muchos años que empecé a pensar en dirigir teatro, e hice una campaña de autopromoción de mí misma como directora. Cada vez que veía a un productor de teatro, le decía que tenía muchas ganas de dirigir. Así que conseguí encontrar a dos víctimas que me contrataron. He dirigido, de momento, sólo dos cosas, la última “Adulterios”, una obra de Woody Allen vitriólica

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y muy divertida. Tuvimos mucha suerte, un reparto estupendo, y salió todo bien. He estado muy ocupada siempre como actriz y no he podido hasta ahora hacer más como directora, pero me gustaría mucho seguir con ese camino también. Es una experiencia completamente distinta a la de actuar, y me resulta enormemente gratificante, emocionante y divertida. Hasta ahora sólo he dirigido comedias.

BULBASAUR:

¿Por qué crees que en este país, con el maravilloso historial de películas que tenemos, decir “cine español” parece un chiste? ¿Qué factores crees que influyen en este problema? ¿Una falta de apoyo o inversión por parte del Estado, los espectadores u otros?

VERÓNICA:

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La cuestión de por qué el cine español es tan impopular, se debe a varias causas. Algunas muy antiguas, como la del hecho de que en España vemos el cine, sobretodo el cine americano, en versión doblada. Franco hizo un trato con los americanos, para los que el mercado español era, y sigue siendo, un mercado importantísimo, por el cual todas sus películas se verían dobladas. Eso perjudica enormemente a nuestro cine, porque ver las grandes producciones, con presupuestos inimaginables para nuestras películas, en nuestro idioma, es una competencia imposible. Y además está el hecho de que el gigante americano dispone de millones de dólares para la promoción de sus películas, mientras que en España hay muchísimas que se pueden rodar a duras penas, con presupuestos infinitamente más bajos, y cuando la película está hecha, no queda dinero para la promoción, que es cada vez más algo imprescindible. Mi madre, que es argentina, me cuenta siempre que allí veían, cuando ella era joven, todas las películas en versión original subtitulada, y todo el mundo estaba acostumbrado, les parecía lo normal. Por otra parte, nuestro mercado es muy pequeño. El cine español, Almodóvar aparte, no se ve en los Estados Unidos, no les interesa lo más mínimo. Así que con suerte, nuestras películas se venden a algunos países europeos, o sudamericanos, y el negocio es poco rentable. Es verdad que hay películas españolas que tienen muchísimo éxito, pero son la excepción, la industria de nuestro cine es cada vez más pequeña y se hacen cada vez menos películas, gracias, también, a la inapreciable labor de nuestros gobiernos para destruir la cultura, en general, y la del cine en particular. Por otra parte, el público español, en general, siente una cierta antipatía hacia la gente del cine, no sé si la cosa viene del famoso “No a la guerra”, o a esa envidia tan característica que el español siente hacia los que han “triunfado”. No lo sé, pero la cosa está muuuy complicada. La realidad es que hay muchísimas películas españolas que, si tienen la suerte de estrenarse, consiguen una recaudación tan pequeña que no sirve ni siquiera para amortizar lo que ha costado hacerla. Muy complicada está la cosa.

BULBASAUR:

¿Cuál ha sido, según tú, dentro del cine español, la época de mayor esplendor en cuanto a personajes femeninos se refiere? Por ejemplo: en Hollywood, desde que empezó el cine sonoro hasta la imposición del Código Hays, hubo una época en la que los personajes femeninos se caracterizaban por su rebeldía e independencia. ¿Crees que ha ocurrido algo similar en España? Y, en ese caso, ¿cuándo?

VERÓNICA:

No me parece que haya ocurrido algo similar en España. Los cuarenta años de franquismo han hecho un daño tan grande que es muy difícil que nuestro nivel de educación y nuestro nivel cultural estén a la altura de otros países como Inglaterra, por ejemplo. Pero las cosas están cambiando, muy poco a poco, y también con respecto a la situación de las mujeres. Siguen muriendo muchas, demasiadas, a manos de los hombres, todavía. Y eso ocurre en todo el mundo. Eso es algo que me causa un dolor enorme.

BULBASAUR:

En la sociedad actual impera una visión y concepción masculina del mundo y eso se refleja en el cine que se hace y las historias que se cuentan. ¿Crees que eso afecta al tipo de papeles disponibles para las mujeres?


VERÓNICA:

Por supuesto. Como he comentado antes, la mayoría de los productores, distribuidores y ejecutivos de las televisiones, son hombres, y también la gran mayoría de guionistas y directores. Por lo tanto, son ellos los que cuentan las historias que les interesan, y en esas historias los protagonistas son ellos, no nosotras.

BULBASAUR:

¿Crees que es esta concepción del mundo lo que pone fecha de caducidad a las carreras de las actrices? ¿Cómo se puede evitar que este problema interfiera en la carrera de una actriz? ¿Es un problema visible y del que se habla dentro del mundo del cine o está poco visibilizado? ¿Por otro lado qué tipo de papeles interpretados por mujeres – ya sea por ti o por otras actrices - te gustaría ver más en el cine?

VERÓNICA:

Bueno, ¡me gustaría que hubiera más papeles para las mujeres de mi edad! A partir de los cuarentaytantos, las mujeres dejamos de resultar interesantes, ¡sobretodo para los guionistas! Leí hace poco una entrevista que le hacían a Meryl Streep (¡Meryl Streep, que es una gran estrella y vive y trabaja en América, otro mundo!), en la que decía que a partir de los cincuenta años las mujeres no le interesábamos a nadie. Me sorprendió mucho que fuera precisamente ella quien dijera eso, pero se ve que, aunque a distinto nivel, las cosas son muy parecidas en todas partes. Por no hablar del tercer mundo, donde la situación de la mujer es terrible, aunque también ellas están empezando a luchar, a costa de grandes sacrificios y mucho sufrimiento.

BULBASAUR:

¿En algún momento de tu vida y carrera has sentido inseguridad por algún motivo relacionado con el hecho de ser mujer?

VERÓNICA:

Hay machismo en todas partes, también en mi profesión. Como dice mi amiga Clara Sanchís, hay veces en las que te tienes que poner las trenzas, si quieres seguir trabajando...

BULBASAUR:

Sabemos que cuando eras pequeña, ibas a una especie de campamentos para niñas organizados por la Sección Femenina. ¿Qué hacíais y qué os enseñaban ahí? ¿Qué tipo de recuerdo tienes con el paso de los años?

VERÓNICA:

Oh, sí, nos hacían cantar el “Cara al sol” mientras se arriaba la bandera. En esa época, entre que yo era una niña y no me daba mucha cuenta de las cosas y que iba con amigas y estábamos en el campo, y hacíamos fiestas de media noche, como en los libros de Enid Blyton, pues todo eso me parecía que era lo normal. Las monitoras falangistas nos daban bofetones de vez en cuando. Pero, como digo, no conocíamos otra cosa. Yo siempre me sentía diferente, también en el colegio, porque era hija de artistas, y eso no era lo más corriente. Pero no me gustaba ser diferente.

BULBASAUR:

¿Cuáles son tus proyectos a corto y medio plazo?

VERÓNICA:

El mes pasado acabamos la gira de “Shirley Valentine”, que he estado haciendo durante dos años, cinco meses en Madrid y en el resto de España. Ha sido una experiencia enormemente gratificante a nivel artístico, he aprendido muchísimo, estaba yo sola en el escenario. Es una obra divertida y emocionante, profundamente feminista, ¡aunque sea un hombre el que la ha escrito! Hemos tenido mucho éxito, me siento muy agradecida al Universo por haberme dado esta preciosa oportunidad. Me dirigió Manuel Iborra, mi compañero. Hemos sido muy felices. A ver qué nos trae el futuro, siempre tan incierto...

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no lo mires no lo mires no lo mires ufff por poco que palo no sé como pude liarme con él menudo pesado a ver si llega ya Julia me muero de hambre me noto el pantalón que se me está quedando más grande ¿cuánto pesaré? a ver si el mes que viene puedo comprarme esa chaqueta odio la que tengo ¿qué estará haciendo Carlos? bueno en realidad me importa una mierda que se pudra es un capullo estoy mejor sin él o no o estoy igual de jodida y además sola ¿por qué será todo el mundo tan egoista? si no quieres serlo al final pareces imbécil sí es mejor pensar solo en una misma menuda grieta ¿y si ahora se cae el edificio entero? creo que mejor espero fuera mejor con música cuanto ruido me encanta esta canción Giant mi favorita para cerrar la noche ¿aquella no es Verónica Blume? sí sí que es que guapa ¿o está demasiado delgada? ¿cuánto es demasiado delgada? creo que ya sé que voy a hacer para el próximo proyecto va a ser lo más muy top aunque igual nadie lo entiende debería molarle a la gente pero a veces la gente parece retrasada del todo cuanto guiri menuda peste a resaca qué asco ¿quedan rusos en Rusia? creo que están todos en Paseo de Gracia siendo todo lo bordes que pueden y más me está empezando a doler la cabeza otra vez

espero que no sea un tumor y morirme en tres meses qué haría menudo palo mejor no pensar en eso menuda mierda lo de saber cuando te voy a morir no sé que canción poner a ver si me bajo más cosas estoy harta de esta música escucho siempre lo mismo en el ipod es mega tarde ya me voy a pedir una caña o bebo demasiado igual mejor una cocacola aunque la cocacola es mierda también casi mejor una cerveza que alimenta creo que estoy amargada sí debe ser eso si no no odiaría tanto ¿me hará falta un novio nuevo? ¿por qué pasó de mi la otra noche? pondría la mano en el fuego a que me miró antes de hablar y le gusto un poco ya lo he pillado mirando otras veces pero claro si te mola alguien no pasas total ¿cómo me ve la gente? igual parezco imbécil ojalá no se me hubiese olvidado el teléfono en casa no sé si irme y pasar de Julia ya le vale siempre igual igual es porque él es machista tiene un rollo raro con lo de la masculinidad no soporta la compañía de tías no las valora le dan igual hasta para follar igual se me para ahora el corazón que miedo morirme ahora en este bar que hambre que pinta esas croquetas ¿cuánta pasta llevo? igual me las pido igual como ya que le den a Julia a no mira ya llega aquí está


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LA ENCRUCIJADA QUEER

Por

Gerard

Coll-Planas

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Qué es queer En inglés, queer es la reapropiación del insulto rarito, utilizado en la acepción de «maricón» o «bollera» para injuriar a los niños afeminados y a las niñas masculinas. En 1991, Teresa de Lauretis acuña el término teoría queer, a pesar de que poco después se desmarca de su uso porque considera que se ha desvirtuado y se ha vaciado de su contenido político. Sin embargo, este término hace fortuna y pasa a designar un conjunto de reflexiones muy influenciadas por el feminismo crítico (por ejemplo, de Monique Wittig) y la teoría posestructuralista, incluyendo el psicoanálisis lacaniano, la deconstrucción de Derrida y, por parte de Foucault, el cuestionamiento del esencialismo de las identidades y la concepción del carácter productivo del discurso. A partir de aquí, una serie de autoras y autores son ubicados en esta corriente, como Judith Butler, Eve Kosofsky Sedgwick o Gayle Rubin. En el estado español, encontraríamos por ejemplo a Beatriz/Beto Preciado (2002, 2008), Javier Sáez (2004), Paco Vidarte y obras colectivas como El eje del mal es heterosexual (2005) y Teoría queer. Políticas bolleras, maricas, trans, mestizas (2005). Veamos ahora algunos de los rasgos definitorios del universo queer.

EL SEXO, UN PRODUCTO DEL GÉNERO Desde el discurso queer se afirma que nuestros cuerpos, nuestras sexualidades y nuestras subjetividades están construidas socialmente, que no están determinadas por nuestras características biológicas. En este sentido, autoras como Butler afirman que el género es un producto social que nos construye como mujeres y hombres no solo en nuestro comportamiento y subjetividad sino también en la dimensión física.

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¿En qué sentido podemos afirmar que el género crea el sexo? Por un lado, porque los imperativos culturales del género implican una serie de tecnologías, ideales corporales y regulaciones a través de las cuales damos forma y gestionamos nuestros cuerpos construyéndolos en femenino o en masculino. Hay tecnologías de género más evidentes (cirugía estética, reasignaciones sexuales), pero hay muchas más que practicamos de forma cotidiana (maquillaje, depilación, deporte, dietas). Por lo tanto, nuestro cuerpo no es puramente natural sino que está configurado socialmente a través de estas tecnologías. Por el otro, podemos afirmar que el género construye el sexo porque la forma cultural de entender el género da significado a las diferencias físicas entre machos y hembras, y configura los ideales normativos corporales de mujeres y hombres. De la misma forma que una sociedad racista se fija en el color de la piel para asignar valor, capacidades y caracteres a las personas, una sociedad sexista establece que hay una serie de rasgos en nuestros cuerpos (lo que tenemos entre las piernas, principalmente) que determinan nuestra forma de ser y estar en el mundo. Desde una óptica queer, no hay nada en nuestros cuerpos que nos lleve a otorgar esta trascendencia a las diferencias sexuales: es la cultura la que establece como definitorios los genitales, la carga hormonal o los cromosomas y los designa como principios ordenadores de las relaciones sociales en el marco de un sistema de organización desigual del trabajo, el poder, el placer y los cuidados.

CRÍTICA A LOS BINOMIOS MUJER/HOMBRE Y HETERO/HOMO Desde el activismo y la teoría queer se pone en entredicho que las personas seamos clasificables dentro de los estrechos márgenes que nos dejan las categorías socialmente disponibles, y que pretenden que encajemos en categorías (‘mujer’, ‘gay, ‘lesbiana’, etc.) que no dan cuenta de la irreductibilidad de nuestro deseo y nuestras identificaciones. Nos aferramos a estas categorías porque necesitamos reconocernos y ser reconocidos por las demás, porque nos dan vida, pero hacerlo tiene un precio: empobrecernos, perder algo de nuestra singularidad y complejidad.


CUESTIONAMIENTO DE LAS IDENTIDADES Politizarse como ‘lesbiana’ o ‘gay’ es entendido como una forma de reproducir unas categorías creadas en el marco de unas relaciones de poder que nos oprimen. En este sentido, se propone establecer luchas antiidentitarias (que no tengan como vínculo el hecho de definirse como ‘gay’, ‘mujer’ o ‘trans’) o hiperidentitarias (que se basen en el uso de etiquetas identitarias abiertamente artificiales). Dentro del propio universo queer se ha alertado del riesgo de renunciar a las identidades que designan a grupos excluidos, ya que puede resultar contraproducente políticamente. Por este motivo se apuesta para hacer un uso antiesencialista y estratégico de las categorías identitarias. En otras palabras: se propone utilizar las etiquetas con fines políticos y sin presuponer que captan la esencia inmodificable de la persona.

RESISTENCIA A LA NORMALIZACIÓN El activismo queer nace a finales de la década de 1980 en los Estados Unidos de la confluencia de varias crisis: «la crisis del sida, la crisis del feminismo heterocentrado, blanco y colonial, y la crisis cultural derivada de la asimilación por el sistema capitalista de la incipiente cultura gay» (Sáez, 2005: 67). Así, el nacimiento del activismo queer es en parte una reacción a la institucionalización, el etnocentrismo y el androcentrismo del activismo gay del momento. En esta línea, el discurso de este activismo se caracteriza por una voluntad de subversión de las identidades, por una defensa de las formas de placer y afecto minoritarias y por un rechazo a la demanda de igualdad, ya que se considera que refuerza los valores sociales que precisamente se quieren combatir.

POTENCIAL SUBVERSIVO DE LAS SEXUALIDADES PERIFÉRICAS Desde lo queer se ha criticado la aspiración de parte de las lesbianas y los gays de ser ‘normales’, ya que se considera que reivindicar la normalidad es reforzar los valores dominantes. En contraposición, se propone repensar estos valores para construir otro tipo de sociedad. En esta tarea se considera que las sexualidades periféricas (como las comunidades sadomasoquistas) son fuentes de inspiración para cuestionar y repensar el orden social.

Encrucijadas Una vez presentada la teoría queer podemos pasar a ver las distintas posiciones dentro de la teoría queer en relación a tres ejes: El individuo como objeto y sujeto social El papel del lenguaje y el reconocimiento de la materialidad La posición en relación al orden social Estos debates los presentaré a partir de citas de textos queer.

SUJETO/OBJETO

No somos machos, dominantes, penetrantes, violentos, guerreros, conquistadores, discriminadores, sojuzgadores, antropófagos. Tampoco mujeres, somos otras construcciones subjetivas autónomas y soberanas de nuestros propios sueños de ser. (Colectivo queer argentino)

Hay dos formulaciones de este fragmento que me generan interferencias. Por un lado, el hecho de construirse como ajen* a la dinámica de la discriminación y la opresión. Me parece una forma de evitar reconocer cómo, aunque no lo queramos, tod*s reproducimos dinámicas que favorecen la discriminación, tod*s somos en parte responsables de la misma. Considero que es mucho más productivo políticamente partir de la base de que somos racistas, sexistas, tránsfob*s, clasistas, homófob*s… y que nos jode, nos revela, nos revienta.

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Por otro lado, me parece un error considerarnos autónom*s y soberan*s de nuestros propios deseos (en contraposición a una masa idiotizada y alienada, entiendo). Esto implica desconocer las formas, a menudo inconscientes, en que la sociedad de la que formamos parte moldea nuestros deseos, configura nuestras aspiraciones (incluida la voluntad de rechazar lo establecido), delimita nuestros sueños. Negarlo, aparte de estimular el sentimiento de omnipotencia, supone claudicar ante la necesaria e inacabable indagación sobre qué queremos, por qué lo queremos, qué nos condiciona, qué nos limita. Este tipo de explicaciones han sido criticadas por mantener una visión voluntarista del género y por reproducir la lógica liberal del self-made-man, ya que presentan el cuerpo generizado como algo que podemos modificar a nuestro antojo, como si se tratara de un vestuario que nos podemos poner, quitar o customizar a nuestra conveniencia. No obstante, hay otra vertiente de lo queer que sí que contempla como las estructuras sociales condicionan y limitan la actuación del sujeto.

LENGUAJE Y MATERIALIDAD

Cuando me administro una dosis de gel de testosterona o me inyecto una dosis líquida me estoy suministrando en realidad una cadena de significantes políticos que se materializa hasta adquirir la forma de una molécula asimilable por mi cuerpo (Preciado, 2008).

En esta cita, el cuerpo se nos presenta desde su vertiente simbólica: la cultura lo lee, lo subvertimos al representarlo de una forma no normativa. En este sentido, este planteamiento tiene un carácter idealista que rehúye una aproximación materialista al cuerpo. En relación a este tema, considero que dentro del universo queer encontramos dos formas de entender el cuerpo.

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La primera, que acabamos de ver, exacerba el carácter construido del cuerpo vaciándolo de su materialidad y presentándolo solo desde su vertiente simbólica. Esta aproximación queda lejos, demasiado lejos, de los efectos más violentos del sistema de género en nuestra sociedad. La segunda entiende el cuerpo como una construcción social pero no desconoce su vertiente carnal, material. De hecho, se trata de una corriente que está muy conectada con los orígenes de lo queer, que estuvieron muy ligados a algo tan carnal como la irrupción del sida. Estas dos formas de entender el cuerpo estarían relacionadas con dos posiciones filosóficas de base: la primera, más influida por Derrida, entiende el cuerpo como un texto de la cultura; la segunda, de raíz foucaultiana, concibe el cuerpo como un espacio de control social directo.

POSICIÓN EN RELACIÓN AL ORDEN SOCIAL

Qué es queer para nosotr@s. Romper la construcción social de las categorías hombre/mujer, gay/lesbiana... La expresión de nuestras identidades, rechazando los límites de la sexualidad, género, nacionalidad, clase, raza, edad… Rechazamos la sexualidad heteronormalizada y homonormalizada. Desde nuestra realidad, día a día, intentando vivir contra todo lo establecido, lo impuesto, lo institucional. (Queeruption, 2005) La resignificación contra-sexual del cuerpo se hará operativa con la introducción gradual de determinadas políticas contra-sexuales. Uno, la universalización de las prácticas estigmatizadas como abyectas en el marco del heterocentrismo. (Preciado, 2002)

Esta posición en relación al orden social genera dos debates. En primer lugar, este planteamiento, sin más matices implicaría el colapso de la vida social y del proceso civilizatorio. Algún tipo de orden es necesario para poder convivir, por lo tanto, desde mi punto de vista no se trata de querer destruir cualquier orden sino de discutir qué ordenación es más justa, menos opresiva, deja más libertad a los individuos, nos hace más felices. En segundo lugar, la promoción de las sexualidades periféricas y la alianza entre todos los grupos no normativos (sin más matices) comporta admitir prácticas como la violación o el abuso de menores. Así, cuando lo queer se define en oposición a lo establecido, sin establecer límites, nos encon-


tramos que planteamientos supuestamente subversivos nos dejan sin herramientas para combatir determinadas formas de opresión sexual. Recogiendo esta crítica, hay autor*s y activistas queer que proponen, por ejemplo, aceptar solamente las prácticas que tengan un carácter consensual.

Teoría queer: ¿neoliberal e imperialista? Antes de terminar, me gustaría dejar esbozados dos (auto)críticas que se han formulado a la teoría queer y que me parece que no hay que perder de vista. En primer lugar, hay autor*s que han criticado que la teoría queer reproduce unos planteamientos neoliberales en la medida en que coloca al individuo como protagonista principal del cambio, promueve la omnipotencia y desconoce cómo éste está influenciado por parte de la sociedad. Aunque no toda la producción queer siga este planteamiento, me parece importante no perder de vista que esta teoría y activismo son productos de un momento concreto (profundamente neoliberal) y que, a veces sin saberlo, puede estar reproduciendo la lógica dominante a pesar de la pátina de subversión. En segundo lugar, me parece relevante reflexionar sobre el impacto de la teoría queer en entornos no angloamericanos. ‘Queer’ deriva su fuerza de la resignificación del insulto. Sin embargo, en contextos como el nuestro, ‘queer’ no resuena a vergüenza, a insulto, a miedo. El hecho de que en castellano o en catalán se utilice ‘queer’ en la forma anglosajona desvirtúa la potencia de la resignificación del insulto y lo convierte en un término sofisticado y elitista en la medida en que solo personas de un determinado sector entienden a qué se refiere y cómo se pronuncia. De ser una palabra callejera, se ha transformado en un término en cierto sentido exclusivo. Sin embargo, el problema no es solo terminológico. Hay autores como Judith/Jack Halberstam que apuntan que es un señal del carácter neoimplerialista de la teoría queer, la mayor parte de la cual procede del contexto angloamericano y cuyo flujo de referencias es desigual: l*s autor*s angloparlantes se citan entre ell*s desatendiendo otras aportaciones y en los contextos periféricos también se suele priorizar las referencias a autor*s angloamericanos porque se considera que otorgan mayor legitimidad.

Para leer más…

Butler, Judith (2001), “La cuestión de la transformación social”, en: Elisabeth Beck-Gernsheeim, Judith Butler y Lidia Puigvert: Mujeres y transformaciones sociales. Barcelona: El Roure. Coll-Planas, Gerard (2012), La carne y la metáfora. Una reflexión sobre el cuerpo en la teoría queer. Barcelona/Madrid: Egales. Coll-Planas, Gerard y Vidal, Maria (2013), Dibujando el género. Barcelona/Madrid: Egales. Córdoba, David, Javier Sáez y Paco Vidarte (eds.), Teoría queer. Políticas bolleras, maricas, trans, mestizas. Barcelona/ Madrid: Egales. Preciado, Beatriz (2002), Manifiesto contra-sexual. Prácticas subversivas de identidad sexual. Madrid: Editorial Opera Prima. Preciado, Beatriz (2008), Testo Yonqui. Madrid: Espasa Calpe. Romero Bachiller, Carmen, Silvia García Dauder y Carlos Bargueiras Martínez (eds.) (2005), El eje del mal es heterosexual. Figuraciones, movimientos y prácticas feministas queer. Madrid: Traficantes de sueños. Sáez, Javier (2004), Teoría Queer y psicoanálisis. Madrid: Editorial Síntesis.

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¿CÓMO SER FEMINISTA?

Una reseña de How to Be a Woman, de Caitlin Moran Por Mónica Tomàs White

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32 Cuando mi editora me asignó el trabajo de escribir

una reseña del popular éxito de Caitlin Moran, How to Be a Woman (recientemente publicado en español por la editorial Anagrama), lo que sentí no podría describirse exactamente como entusiasmo. ¡Al fin y al cabo, una feminista seria e intelectual como yo (características que quedan en evidencia, confío, por el grosor de mis gafas) no tiene tiempo para este género de publicaciones pulpa del mainstream simplista! Por suerte, mi obediencia superó a mi narcicismo: leí el libro… y me lo pasé pipa. Aunque el estilo conversacional y muy intencionadamente humorístico de Moran tardó en capturarme, acabé riéndome juntamente con los millones de lectores que han convertido a Cómo ser mujer en un best seller internacional. Además, aunque su trabajo evidencia algunas lagunas algo preocupantes (pero no raras en el feminismo liberal moderno), Moran plasma algunas verdades incómodas pocas veces dotadas de tal audiencia. Además, plantea la pregunta esencial de cuál es la mejor manera de ser feminista, es decir, de cómo difundir mejor el feminismo. Aprovechándose, quizás, del precepto feminista de representar a las mujeres en la escritura, el libro de Moran no se articula como un texto didáctico o divulgativo tradicional. Al contrario, representa una especie de autobiografía dividida en capítulos con títulos que les serán familiares a muchas mujeres, como ahora “¡Necesito un sujetador!” o “¡Empiezo a sangrar!”. Como explica la autora, esto se debe a que “no hay[a] ningún manual para devenir mujer”, por muy difícil que sea. De hecho, exclama la autora, cuando Simone de Beauvoir escribió “no se nace mujer, sino que se deviene mujer”, “¡no sabía cuanta razón tenía!” Sin embargo, Moran no se limita a la (auto-)narración: declara que también hace falta un elemento “analítico, argumentativo, de “esto necesita cambiar”. Ya Sabes. Feminismo”. Y el feminismo, arguye, se ha convertido en algo discutido por sólo un puñado de académicas feministas (¡holaaa!), en sólo un puñado de libros que sólo leen dichas académicas feministas. Evidentemente, ésta es una caracterización masivamente errónea del feminismo moderno: ¡el feminismo está vivito y coleando en las calles y en la red! Sin embargo, es válido el argumento de Moran de que “el feminismo es tan serio [y] urgente” que debe afrontar la totalidad de la experiencias femeninas, sin descartar temas como “bolsos que cuestan 600 libras, bragas minúsculas, la depilación Brasilera, despedidas de solteras estúpidas o Katie Price” – temas que, según la autora, no trata actualmente el feminismo moderno.

Es en este punto que Moran me conquista como fan. Aunque a menudo parece privilegiar el humor sobre la transmisión de información (lo cual se traduce en largos párrafos y párrafos dedicados a bromas que a veces se quedan cortas), nunca deja de ser una abanderada desvergonzada de un feminismo para tod@s. Su test diagnóstico de feminismo: “Mete la mano en los pantalones. A) ¿Tienes vagina? y B) ¿Quieres estar en control de ella? Si has respondido “Sí” a ambas preguntas, ¡felicidades! ¡Eres feminista!”1 De manera similar, aunque Moran entienda “por qué las mujeres empezaron a rechazar la palabra «feminismo»”, ya que ésta empezó a ser invocada de tal manera que “supondrías que era una combinación espectacularmente poco atractiva de misandria, miseria e hipocresía, que representaba ropa fea, rabia constante y, admitámoslo, nada de follar”, insiste que “necesitamos la única palabra que hemos tenido nunca para describir “hacer que el mundo sea un lugar de igualdad para hombres y mujeres”. Bref, que lo que necesitamos es feminismo y lo necesitamos tod@s. Por mucho que resuene conmigo este argumento, revela unas de las debilidades fundamentales de Cómo ser mujer. Para empezar, el telón de fondo del libro parece consistir casi exclusivamente en la cultura popular del Reino Unido, lo cual, aparte de hacer el libro menos inteligible a audiencias internacionales, propicia afirmaciones como “«Girl Power» ha sido el único rival a la palabra «feminismo» en los últimos 50 años”. En otras palabras, la autora obvia por completo las propuestas del feminismo negro o postcolonial tales el «womanism». De hecho, Moran se pasa por el forro completamente toda la cuestión de la interseccionalidad, término que se refiere a la consciencia de que diferentes tipos de diferencias –clase, género, raza– se entrecruzan y producen experiencias diferentes de discriminación u opresión en los sujetos que las encarnan. Por ejemplo, una mujer negra tendrá una experiencia muy alejada a la de una mujer blanca, o a la de un hombre negro. De manera similar, una mujer trabajadora no compartirá las experiencias de una célebre columnista y personaje mediático como es Moran. Es verdad que Moran trata el tema de la pobreza, pero a pesar de (o quizás debido a) el hecho de haber crecido en el seno de una familia pobre de 8 hermanas y hermanos, lo describe como un apunte gracioso, o un escenario risible sobre el cual Moran se pasea, gastando bromas y desarrollándose como feminista. No parece identificar las diferencias de clase (cuyos sufrimientos relacionados, como por ejemplo

1 Para la autora, ésta no es una definición excluyente: habla repetidamente de su marido como feminista, y critica repetidamente las posiciones transfóbicas de Germaine Greer que es, coincidentemente, su ídolo (sin darse cuenta, aparentemente, de la inconsistencia).


33 tener que llevar las viejas bragas de su madre hasta los 16 años, Moran describe detalladamente) como algo a superar. En su discusión del trabajo doméstico por cuenta ajena, por ejemplo, se limita a pronunciar que contratar a una mujer de la limpieza no supone traicionar a las mujeres. En parte, la crítica de Moran es convincente: además del simple hecho de que “NO SON MIS TETAS LAS CULPABLES DE QUE LA ECONOMÍA GLOBAL ESTÉ SESGADA HACIA TRABAJO DOMESÉSTICO PARA MUJERES”, el trabajo doméstico no es ni un trabajo incuestionablemente femenino, ni tampoco es una labor de amor. Efectivamente, para cualquier otra cosa, puedes pagar a alguien que te lo haga (incluso, como apunta Moran, puedes pagar a alguien para que “aplique peróxido a tu ano, y lo haga parecer Marilyn Monroe”). Sin embargo, la autora no examina la razón por la cual las mujeres de clase media se ven impulsadas a contratar trabajadora/es doméstic@s, es decir, el hecho de que la entrada de mujeres (de clase media o adinerada, ya que las mujeres de clase trabajadora han sido históricamente trabajadoras) al mundo del trabajo asalariado no se vio equilibrada por una correspondiente asunción de las tareas domesticas por parte de hombres. Esto supuso el nacimiento de la dicha “doble jornada” femenina, la cual las mujeres intentan evitar a través de la contratación de trabajadoras domésticas. ¿El resultado? El establecimiento de una “cadena global de cuidado”, en la cual “la demanda de servicios domésticos y de cuidados ha debido ser cubierta por la inmigración con acuerdos laborales irregulares y a bajos salarios”2. La descripción humorística que Moran hace de su propia experiencia adolescente de mujer de la limpieza no tiene en cuenta estas cuestiones de género, clase o procedencia: al contrario, transmite felicidad de que una persona con “cero” cualificaciones pueda ganar dinero “lanzando un poco de Vim por allá”. Actualmente, la misma Moran contrata a una trabajadora doméstica, así que su historia da la falsa impresión de que a) el trabajo doméstico es una manera fácil para que las personas jóvenes y con poca experiencia ganen dinero, y que b) estas personas disfrutan de movilidad social. No obstante este tipo de omisiones, no me sorprende que mujeres de todas las edades disfruten del libro como yo. Al fin y al cabo, tras vidas leyendo textos con personajes masculinos (o, si femeninos, sobrecogedoramente estereotipados), el éxito atronador de Cómo ser mujer demuestra que se aprecia mucho una mirada honesta y valiente a lo que es ser mujer (aun-

que sea, en este caso, una mujer blanca adinerada). O a lo que es llevar zapatos de mujer –sobre este tema, Moran pronuncia que “pido dos cosas de mis zapatos: que me permitan bailar el tema “Bad Romance” de Lady Gaga y escaparme corriendo de un asesino”. A veces, sólo hace falta la descripción de una experiencia femenina (“¡Empiezo a sangrar!”) para hacernos exclamar “La utilización casi exclusiva de un protagonista masculino “neutro” “universal” me tenía convencida de que era la única mujer en el mundo, pero ¡NO ESTOY SOLA! ¡Gracias, universo!”. (Al menos eso exclamé yo, así que sólo puedo suponer que también lo hicieron todas y cada una de las otras millones de lectoras). Y es precisamente este largo brazo de influencia lo que hace del libro una herramienta excelente tanto para la difusión feminista como para la discusión sobre como debe ser el feminismo del siglo XXI. Moran arguye que el feminismo no debe estar recluido a la academia feminista –tesis que comparte esta misma publicación– pero, ¿es posible sacar al feminismo de la academia sin omitir cuestiones intrínsecas al feminismo moderno, como la interseccionalidad? Si escribimos con el objetivo de alcanzar al mayor número de personas posible, ¿no nos arriesgamos a borrar las diferencias y crear un nuevo sujeto neutro universal, pero femenino? Finalmente, ¿cuál es la mejor manera de difundir el feminismo: con textos populistas y populares como el de Moran, o textos “opacos” como los de Judith Butler, teórica feminista? Quizás no tengamos que escoger. En su artículo “Feminism, Capitalism and the Cunning (astucia) of History”, Nancy Fraser describe cómo el capitalismo embebe todo aquello que le hace más fuerte –ésta sería la razón, por ejemplo, por la que se nos vende productos “verdes”. Si bien la idea del capitalismo –léase aquí las grandes editoriales y los medios de masas – apropiándose de conceptos feministas para conseguir sus propios fines nos pueda parecer una perversión total, también es verdad que es un excelente método de difusión. Aunque este feminismo difundido sea el ampliamente criticado feminismo blanco de clase media, me pregunto si resultaría posible aceptarlo de manera estratégica, y trabajar para que integre los valores de diversidad del feminismo académico actual. Si aceptamos que el sistema económicocultural que representa el capitalismo no cambiará pronto –y no lo hará– debemos saber ser lo suficiente astut@s para utilizarlo a nuestro beneficio. Visto de esta manera, se podría argumentar que Cómo ser mujer hace exactamente eso.

2 Galvez, Lina i J. Torres (2010). Desiguales. Barcelona: Icaria, p 92



GUDRUN GUT

“Me gusta tenerlo todo bajo control” Por Víctor Ginesta Rodríguez

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Gudrun Gut lleva más de tres décadas cortando el

bacalao más fino de Berlín. Desde sus inicios como parte de la escena de los calificados como Die Genialle Dilletanten1, militando en bandas pioneras como Mania D, Einstürzende Neubauten o Malaria!, hasta llegar a sus actuales trabajos en solitario. Y es que su trayectoria incluye nada más y nada menos que la creación de dos discográficas propias –Monika Enterprise, en la que más del 95% de la música editada está realizada por mujeres, y Moabit Records, mediante la que reedita buena parte de su material- , la dirección de un prestigioso programa de radio –Ocean Club-, que emite incluso en China, y la participación activa en la organización de eventos y festivales diversos. Su reciente implicación en la primera edición del festival femenino de música electrónica Perspectives, la edición de un nuevo disco y ep en solitario y sus dos próximos lanzamientos– una colaboración con H.J. Irmler (Faust) y un nuevo disco de Matador- revelan que, tal y como indica ella, la música sigue siendo “la principal herramienta para su propia satisfacción y creatividad”así como que sus ganas de luchar y anhelos de independencia artística no han cesado en todo este tiempo. En las páginas siguientes haré un bosquejo de su interesantísima trayectoria, incorporando fragmentos de la entrevista que le realicé el pasado mes de septiembre.

A principios de los 80, Berlín devino una de las ciudades musicales más excitantes de Europa. Una valerosa generación de artistas y músicos consiguió poner en el mapa a una ciudad que hasta aquel momento había vivido musicalmente de las vidas ajenas. Y es que a pesar de que el Berlín occidental ya había sido objeto de mistificación por parte de los fans del rock debido a la famosa estancia de Bowie, Pop y Eno que dio pie a la trilogía berlinesa proto-new wave de Bowie2 y a la resurrección artística de la iguana3, Berlín estaba desprovista de una mitología artística propia. Es cierto que buena parte de los paladines del krautrock más cósmico como Tangerine Dream, Cluster o Ash-Ra Tempel eran originarios de allí e incluso generaron la calificada como Berlin School, una subrama basada en los sonidos más ambient y espaciosos, pero era una generación que difícilmente atrapaba el pálpito y el sudor urbano. Eran más bien astronautas y científicos obsesionados por la carrera espacial. Así pues, aprovechando la ventana de oportunidad y creatividad que abrió el pospunk –el hijo díscolo del punk que combinaba su ethos házlotu-mismo y su rabia con una desprejuiciada e investigadora creatividad formal y artística-, se desarrolló una fuerte escena en Berlín, la de los Die Genialle Dilletanten, que puso la ciudad patas arriba, y le dio a la urbe una nueva y, a la postre, perentoria identidad como arcadia del inconformismo artístico. Esa es la imagen que, mutatis mutandis, ha llegado hasta nuestros días. Una parte importante de la responsabilidad de la eclosión de esa escena y de la vitalidad de las siguientes recae en nuestra protagonista, la incansable agente y heroína Gudrun Gut. El primer grupo berlinés que rompió el cascarón fueron los D.A.F4, cuyo arraigo en las Islas Británicas ayudó a la eclosión mediática de toda una escena posterior que empezó a crecer alrededor de espacios como Eisengrau –un emplazamiento multifuncional que ejercería como lugar de reunión y que fue co-regentado inicialmente por nuestra protagonista y Bettina Köster y que luego fue tomado por Blixa Bargeld, líder de los Einstürzende Neubauten5 - y la sala SO 36, situada en el barrio de Kreuzberg y club de referencia de la época. Ambos sitios servirían como base logística bajo la que se alumbraría a las nuevas luces y sombras berlinesas. Alrededor de estos espacios surgieron grupos como Einstürzende Neubauten, Sprung Aus Den Wolken6, Mania D. o Die Tödliche Doris7. Todas estas bandas compartían un sentido del arte iconoclasta, supliendo sus carencias técnicas con una visión artística desprejuiciada más cercana a la idea brian-enoiana del no-músico. ¡Para qué saber tocar si yo lo que quiero es crear! Así, todas ellas incorporaban elementos disonantes, urbanos, no-mu-

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sicales y electrónicos junto a una actitud confrontacional y agresiva; entre la amenaza directa y el épater le bourgeois. Sirvan como ejemplos el tenebroso vídeo de “Armenia” de Einstürzende Neubauten, una claustrofóbica sinfonía russoliana ambientada en un desolador espacio fabril, una pesadilla estajanovista cuyo grito al vacío pudre y oxida hasta las entrañas; las subversiones del género femenino con mensaje emancipador de las Malaria!; la violenta denuncia de la información presente en los cortos de Die Tödliche Doris o escuchar las provocadoras letras de “Kebabträum” o “Der Mussolini” de los D.A.F sobre el vacío y el racismo de la clase media. Era una generación que dinamitaba salerosamente las rígidas convenciones de la música institucional. Los inicios de Gut fueron como parte de los citados Einstürzende Neubauten, Din-A Testbild y Mania D., en los tres casos tocando el sintetizador Korg MS-20. Así, a pesar de que a las fans de Malaria! les pueda chocar que ahora Gut esté haciendo música abiertamente electrónica, ella ya empezó con un instrumento prototípicamente electrónico y como ella misma nos indica “nunca tuve prejuicio alguno y me gustaba la música electrónica. Me gustaban NEU!, CAN y Kraftwerk. Toqué la batería y el sintetizador en los 80 (Korg MS20 con Einstürzende Neubauten y Mania D) luego me cambié a la batería y luego al ordenador”. Pronto dejaría a los Neubauten para centrarse en Mania D. Sin embargo, una lesión y cambios internos en el grupo propiciaron que se pasara a la batería. Mania D fue un grupo de efímera vida completamente integrado por mujeres y que, con un único ep editado, desplegaron una virulenta e impulsiva visión de la música, con composiciones abiertas y desguazadas llenas de saxos y guitarras navajeras cuyo sonido bien pudiera situarse al lado de combos neoyorquinos como DNA o Teenage Jesus and the Jerks. La fama del grupo trascendió Berlín y provocó el elogio entusiasta de John Peel, quien las calificó como las “reinas del noise”. Al poco, la banda implosionó, dejando tras de sí una dispersión de cerebros: Bartel pasaría a fundar les Liaisons Dangereuses8, mientras que Köster y Gut engendrarían Malaria! A pesar de que su primera etapa no duró más de tres años, Malaria! es el proyecto más famoso de Gut. Su legado fue amplio y exitoso, embarcándose en numerosas giras europeas y americanas junto a gente como los Birthday Party o John Cale.La formación es de aúpa, un ramillete de estrellitas procedentes de bandas instaladas en los lados laterales del punk: junto a las componentes de Mania D, Bettina Köster y Gudrun Gut, encontrábamos a la baterista

neoyorquina Christine Hahn –integrante de los junto a Glenn Branca de The Static9 y a la que conocieron en unos conciertos que realizaron Mania D en NY-, a Susanne Kuhnke –miembro de la primera formación de Die Haut10- y a Manon Petita –a posteriori parte de Matador-. La música de Malaria! compartía muchos de los elementos característicos del pospunk: las atmósferas eran afectadas, glaciales y claustrofóbicas, con percusiones entre tribales y sintéticas, en ocasiones bajo el influjo de las producciones de Martin Hannett –baste echar un vistazo a su primer largo, “Emotion”, o a “Kaltes Klare Wasser”-. Pero esto no era todo, también había sintetizadores minimales de goteo acuoso y fantasmagoria nocturna –como en “Einsam”-, y un uso habitual del estudio como instrumento, pillando cierta dimensionalidad y espacialidad del dub. Para mayor sabor, la mezcla iba sazonada con guitarras atonales, sobriedad germana, gusto por los golpes y saxo. Era un grupo, por tanto, que reunía mucha de la inquietud de miras que caracterizó a toda una generación que miró más allá de los confines del punk y que habitaba en una eviterna tensión entre la experimentación y la composición. Por aquel entonces, Berlín ya era the place to be. A la vibrante escena local de los Die Genialle Dilletante, se añadían otros grupos surgidos ex post como los Die Haut; la presencia de la JARANERA corte de los Birthday Party con Nick Cave, Rowland S.Howard y Anita Lane a la cabeza; la presencia del jefe de Mute, Daniel Miller –The Normal-; las estancias de Depeche Mode por allí para grabar sus discos o la del guitarrista Kid Congo Powers –The Gun Club, The Cramps…-. Gut es lacónica al respecto de las estancias con los Birthday Party: “Tengo buenos recuerdos de esa época, sí. Éramos jóvenes y nos divertimos de una manera especial”. Al finalizar Malaria!, Gut volvió a juntarse con Bartel y, junto a la también miembro de Malaria! Manon Petita, fundaron Matador. Este fue el proyecto con el que Gut entró definitivamente en la producción y mezcla musical, si bien ya había realizado coqueteos mientras militaba en Malaria!. Al hablar de su método de composición y su persistente inclinación en mezclar experimentación y canción, Gut nos revela que “sí, siempre estoy abierta a los experimentos, pero también soy una persona que trabaja muy duro”. Esto explicaría porque nunca abandonó la canción como idea formal. A la hora de entender los motivos que la empujaron hacia las tareas de laboratorio, Gut señala que “me gustaba conocer el proceso de grabación, así que tenía que entender como funcionaba el estu-

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dio. Porque allí es donde el sonido es realizado. La producción forma parte de lo creativo”. En este sentido, ésta era la principal finalidad de Matador, realizar música con todos los canales abiertos y primando el proceso de composición en el estudio. Otros elementos coyunturales también empujaron hacia la decisión de focalizar en el trabajo de estudio. El paso definitivo que las ayudó y determinó hacia la composición fueron las propias restricciones de Berlín, “fue una decisión fácil: los locales de ensayo eran difíciles de encontrar y caros. Con Matador queríamos experimentar con el sonido, pero no teníamos el dinero suficiente como para alquilar un estudio durante un mes.”. Así pues, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. La decisión vino acompañada del empleo de técnicas que por aquel entonces eran totalmente vanguardistas como el empleo del sampler, del procesamiento de sonidos y del MIDI. Para ello, empezó a usar el ordenador como herramienta: “Con el ordenador Atari y el software C-Lab nosotras podíamos grabar y arreglar lo que quisiéramos nosotras mismas. Asimismo, conocíamos alguna gente en Berlín que usaba ese mismo programa. Fue un movimiento natural para nosotras. Imagino que fue muy pronto pero era el momento adecuado para nosotras”.Su resentimiento ante las convenciones del rock también explicaría su particular visión acerca de la electrónica y su elección por desarrollar una carrera en la misma: “la música electrónica está en todas partes. Cada disco de pop realizado ha sido grabado electrónicamente. Incluso el rock tiene electrónica en ella. Pienso que la escena de música electrónica es la más moderna y experimental de todas. La música rock comparada a la escena electrónica es principalmente muy conservadora” Gut estuvo más de un lustro formando parte de Matador, un grupo cuyo caleidoscópico y abierto sonido merece, a mi modo de ver, una reivindicación mayor. Su segundo disco, “Sun” (1989) tenía una garra en ocasiones casi metálica, con robustas guitarras y ritmos que venían alternadas con canciones de enigmático remitir a descampado portuario. Su siguiente trabajo, el refinado y fantástico “Ecouté” (1992), es mi favorito de Matador, un disco más pop pero que mantiene la inquietud a la hora de llenar las canciones, que vienen aderezadas con un espléndido derroche de ideas y colores de pigmentación atemporal. Esta oxigenada variedad de sonidos bien podía explicarse por el particular método de composición que seguía la banda, “Matador fue siempre un trabajo libre. Teníamos diferentes colaboradores e hicimos trabajo en instalaciones y música para películas.”. Matador no era un grupo al uso, y era habitual encontrarlas to-

cando en espacios artísticos y centros feministas. Ahora parece que el grupo volverá de nuevo a la vida, puesto que Gut nos ha dicho que “sigo trabajando con Beate Bartel y Manon Petita. De hecho, he hecho unas sesiones con Matador que fueron muy divertidas y hay un nuevo disco en camino”. Matador también sería el grupo que, en mi opinión, mejor resumiría su enfoque de la música y de los instrumentos. El trío se desligó de la noción de banda y su método de composición concuerda con su respuesta acerca de cual es el instrumento con el que se siente más cómoda: “no soy una persona de instrumentos. No soy una instrumentista. Me gusta el resultado. Me gusta la pintura que pinto con la música”. Con estas declaraciones se puede entender su evolución musical, en la que ha ido pasando desacomplejadamente por diferentes instrumentos como guitarra, batería, sintetizador, laptop, sampler…. Al contrario que muchos otros músicos, ella ve los instrumentos que emplea como un medio para alcanzar un fin. Lo mismo ocurre al preguntarle acerca de si para ella es importante incorporar elementos no-musicales en la música. En este aspecto, su visión está claramente influenciada por su enfoque no-académico, y se imbuye de la idea básica del todo-es-música john-cageiano al responder “sí, me gusta utilizar sonidos junto a instrumentos musicales o notas. Para mí es todo lo mismo. Es nuestro alrededor. Me gusta coger errores y transformarlos en una cosa diferente”. Por la misma época en que salió “Ecouté”, Gut reunificó brevemente a Malaria! para editar el preciosista “Cheerio” (1993), un trabajo que alejaba al grupo de los vientos del pospunk para abrazar un sonido más suave y acolchonado, más cercano al del sello 4AD pero un tanto hermano de “Ecouté”. El perfume de la música de Gut iba abandonando las fragancias fuertes para abrazar sugerentes texturas con efluvios de jazmín blanco. También por aquella época se embarcó, junto a la poetisa canadiense Myra Davies, en el proyecto Miasma, en el que ella realiza la música y Davies recita. El proyecto preparaba producciones audiovisuales y ella era la única encargada de hacer la música. Fue la primera experiencia de Gut en la que ella llevaba el peso compositivo en solitario. Y es que a pesar de que su carrera es un derroche de independencia y házlo-tú-misma, Gut postergó hasta lo indecible la decisión de trabajar en solitario mediante la formación de nuevos grupos y realizando colaboraciones de lo más diversas. Con Davies ha editado hasta el momento 4 trabajos conjuntos, 3 bajo el nombre de Miasma (1993,1997 y 2002) y un último bajo el nombre de Myra Davies (2008).

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MA L A R I A ! 1 Radical escena berlinesa que, en contraposición a la más comercial Neue Deustche Welle, pretendía reivindicar el amateurismo y la creatividad a espaldas de la industria discogràfica y de las convenciones. Su pistoletazo de salida fue con un festival organizado por Blixa Bargeld en septiembre de 1981 y que recibió el nombre de Die Grosse Untergangsshow: Festival Genialer Dilletanten, en el que participaron, entre otras, nuestra protagonista. Wolfgang Müller (Die Tödliche Doris) publicaría un libro en 1982 que serviría como documento resumen de la visión artística de toda esta generación 2 Y al mismo tiempo, innegablemente deudora de los hallazgos de Eno en discos como “Here Come the Warm Jets” o “Before and After Science”, que luego tendrían reverberación en tantas obras de new wave como XTC, Talking Heads (también producidos por ENO) o Magazine. 3 En el momento de editar The Idiot y Lust for Life, Pop estaba en el punto más bajo de su carrera artística. El periplo de Iggy por Los Ángeles había terminado por hundirle en la miseria y en una vida totalmente disoluta. A su llegada a Berlín grabaría con la ayuda de Bowie estos dos discos de cabaret electrónico que le resituarían como influencia post-punk y new wave, y conseguiría desengancharse de la heroína y de la cocaína. Ese mismo año también saldría “Kill City”, grabado junto a James Williamson –guitarrista de los Stooges en el Raw Power-. Más famosamente, Ian Curtis se ahorcaría mientras escuchaba la lúgubre cadencia de “The Idiot”. 4 Importantísimo grupo alemán de música de baile física y libidinosa. A caballo entre el industrial y el synth-pop, influenciaron a infinidad de grupos, desde Soft Cell hasta Tools You Can Trust, pasando por Fad Gadget. 5 Einstürzende Neubauten son una veteranísima banda en activo desde 1980. Están considerados uno de los grupos más importantes dentro de la escena industrial y su líder, Blixa Bargeld, fue guitarrista de los Bad Seeds de Nick Cave durante 20 años. En sus inicios formaron parte activa de los Die Genialle Dilettanten y formularon una propuesta artística que incluía la utilización como instrumentos de herramientas a priori no-musicales como sierras, taladros o planchas metálicas. Su fama pronto provocaría que se convirtieran en los niños mimados de la prensa inglesa, que influenciaran a gente como Nick

Cave –allí están temas como Cabin Fever, de su From her to Eternity- o Depeche Mode y que incluso Fad Gadget les parodiara con su tema “Collapsing new people” –Einstürzende Neubauten significa “Collapsing new buildings”-. Entre sus admiradores encontramos a gente tan dispar como Big Black, Sonic Youth, Voivod o Pan Sonic. 6 Banda alemana de música industrial. Su disco homónimo, editado en 1982, es un recomendable, hermano de travesía de los primeros Einstürzende Neubauten, Cabaret Voltaire o hasta de 23 Skidoo – Akcam La-. Bajo un ecosistema plagado de ritmos minimalistas, entre sintéticos e industriales, se levanta toda una ciudad de ruidos, crepitares, sirenas y hasta ocasional pulsión groovie dirigida por un cantante declamando enérgicos textos en alemán. También hicieron la banda sonora de “El Cielo sobre Berlín” de Wim Wenders. 7 Provocador e influyente trío mixto alemán que durante sus siete años de vida jugó continuamente al despiste tanto en forma, contenido como en estética. Aunque su producción fue principalmente musical, también realizaron material visual y literario. Para más nformación sobre su apasionante trayectoria, hay un genial artículo de Biba Kopf sobre la banda que está incluido en el número 269 de la revista The Wire. 8 Proyecto conformado por un ex-miembro de los D.A.F y Bartel. Con tenebrosas letras en castellano, su robusta música de baile combinaba elementos del primer industrial, instinto cósmico y un uso del Korg MS-20 en tracks como su single “Los niños del parque” que provocaron que fueran altamente influyentes tanto para la EBM, el techno o el house. 9 Abrasivo grupo de efímera vida, que editaron un único ep. Fue el primer conjunto en el que militó Glenn Branca, quien a posteriori militaría en Theoretical Girls y terminaría formando su reverenciado ensemble de guitarras con afinaciones alternativas, el cual influenciaría e incluiría en su seno a Thurston Moore y Lee Ranaldo, guitarristas de Sonic Youth. 10 Die Haut, grupo instrumental alemán de culto cercano a bandas como Savage Republic y cuya trayectoria ha incluido las colaboraciones vocales de gente como Nick Cave –en el recomendable “Burnin’ the Ice”-, Lydia Lunch, Kim Gordon, Cristina Martínez o Jeffrey Lee Pierce, entre otras.

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Por otro lado, Gut también participó en la gran agitación que siguió a la caída del muro, la cual provocó, en sus palabras: “que la ciudad fuera el doble de grande y hubiera una elevación a todos los niveles. Quiero decir, de repente y de la nada, el muro se había ido. Fue un cambio excitante”. Ello provocó que la ciudad fuera más abierta de mente, tanto en lo artístico como en lo social, puesto que provocó que apareciera “un montón de nueva gente, nuevos clubs, nuevos espacios, nuevas ideas”. Al comentar el Berlín contemporáneo, habla de los claroscuros existentes en la actualidad al destacar que “es ahora una ciudad muy animada, y mucho más internacional que antes. Un montón de artistas de todo el mundo viven aquí y, por tanto, hay mucha inspiración y están ocurriendo muchos intercambios. Por otro lado hay toda esta escena de fiesta de fin de semana que simplemente viene aquí a ravear. Eso es un poco aburrido”. De todos modos, volviendo a lo que comentábamos, con la caída del muro surgió toda una nueva escena berlinesa de baile que sacaría a Berlín de la oscuridad. Gudrun Gut empezó a integrarse en esa nueva escena y en 1996 editó “The Members of the Ocean Club”, un disco en el que Gut se rodeaba de amigas y viejas colaboradoras como Anita Lane11, Danielle de Picciotto12 o Blixa Bargeld para facturar un disco muy de su tiempo, que hibridaba la música de baile centroeuropea con paradas en las gasolineras ambient; la canción y la seducción con pintalabios con las palmeras y el tripeo en un after; la relajada calma de un atardecer a las 7 de la tarde con el furor-pánico del flash estroboscópico a las 5 de la mañana. Aunque también debo decir que si bien disfruto mucho de algunos de sus mejores momentos –como en las canciones junto a Lane o en “Pearl”-, en otros mi atención decae. En el mismo año en que se editó el disco, el famoso club berlinés Tresor invitó al Ocean Club a organizar veladas en su espacio, soirées que decoraban con peces y motivos dorados y en las que combinaban un acercamiento a la música electrónica y de baile que estaba lejos del dogmatismo pro-techno que estaba empezando a extenderse. Un poco más tarde, en 1997, la emisora berlinesa Radio Eins propuso a Gut y a Thomas Fehlmann13 iniciar un programa de radio. En el programa, aún en activo, realizan heterogéneas selecciones con una interesante narrativa que combina temas de ayer y novedades de hoy. Interrogada acerca de dónde saca toda esta actividad emprendedora, Gut señala que el principal motivo que guía su empeño por montarse las cosas ella misma es la necesidad y el gusto de ser independiente, y como decíamos antes con la producción, considera que “la

promoción forma parte de lo creativo. No es extraño que haya fundado una compañía de discos. Imagino que me gusta controlar las cosas y la situación. No me gusta encontrarme a mí misma en una situación en la que me sienta perdida. Cuando tú sabes cómo funciona y trabaja algo, ello te hace sentir mejor, porque tú puedes interferir. Imagino que por eso estoy siempre emprendiendo y empujando” Y es que ante todo, Gudrun Gut siempre ha hecho las cosas por su propia cuenta. En la época punk montó sus bandas, ha producido a sus propios grupos, ha montado sus fiestas y, entre otras muchas cosas, ha editado sus propios discos en dos discográficas. Si bien Moabit records funciona ya desde la época de Malaria!, en 1997 Gudrun Gut puso en marcha Monika Enterprise, una discográfica que en sus más de 15 años de funcionamiento ha editado más de 70 discos14, de los cuáles el 95% están realizados por mujeres. Al ser interrogada acerca de la disquera y de su política de editar primordialmente discos hechos por mujeres, Gut se desmarca y señala: “dios, yo únicamente he sacado la música y los discos que me gustaban”. Monika Enteprise es la casa en la que Gut se ha autoeditado sus hasta ahora dos únicos discos largos en solitario, “I put a Record On” y “Wildlife”, publicados en 2007 y 2012, respectivamente. Puede sorprender que haya tardado casi 30 años en publicar su primer disco en solitario, pero Gudrun siempre se mostró favorable a los efectos beneficiosos de la colaboración en la música, “sí, eso es cierto, en un pasado creía en las propiedades de la dimensión comunicativa y colaborativa de la música y que organizaba y trabajaba mejor con otra gente que estando yo sola. Sigo disfrutando de tocar con otras artistas, ya que ello añade otra dimensión al trabajo. Pero fue un paso importante para mí conseguir hacer trabajos en solitario. Después de un tiempo trabajando con otras te encuentras con una necesidad de definir un mundo que te sea propio”. Así, su debut, “I Put A Record On”, incluye una serie de composiciones inspiradas por cosas tan diversas como la banda de hip-hop Clouddead, el trío neoyorquino ESG o la ciudad de Buenos Aires. Unas composiciones en las que ambivalentemente combina formulaciones propias de la electrónica, como elementos dub y el techno centroeuropeo, junto a música de entreguerras, canción popular y una voz tan sugerente que provoca escalofríos. La versión del clásico de Smog “Rock Bottom Riser”, cantada a pachas con Matt Elliott, es la medida mediante la cual se puede valorar su acercamiento todoterreno a la música electrónica.

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Por otro lado, su último disco, “Wildlife” (2012), sigue la senda electrónica con matices de duby canción, revelando un acercamiento estético a la simbología rural que puede tener que ver con la revelación de que, a pesar de ser una artista cuya carrera es eminentemente urbana, ahora apunta que “paso mucho de mi tiempo libre en la carretera y en el campo, la cual cosa disfruto mucho.” Al ser interrogada acerca de sus motivaciones, y de cómo han ido evolucionando, señala la importancia de su contexto vital en la música: “supongo que el ambiente me influye a la hora de crear. Transcribo mis experiencias en música, pero de una forma abstracta. Pero sigo queriendo comunicar lo mismo. En mi música reflejo lo que hay a mi alrededor y transcribo mis propias experiencias en una cosa más abstracta”. Y si entre 2001 y 2005 Ocean Club formó parte activa del MarkeB, una feria discográfica que aglutinaba muchas de las discográficas berlinesas de la época, la capacidad organizadora de Gudrun Gut no ha disminuido, puesto que se ha involucrado en la creación del Perspectives, un festival berlinés de electrónica hecha por mujeres y organizado por el portal female: pressure15 , cuya primera edición se celebró este pasado mes de septiembre y que tiene como objetivo principal dar visibilidad a todas aquellas mujeres que trabajan en el ámbito de la electrónica .Una iniciativa que ella considera poco menos que indispensable: “pienso que es una cosa muy importante en estos momentos. Necesitamos la voz femenina en la música pop. No puede ser que aún estemos oyendo los sueños y visiones del hombre e ignorando la voz femenina”. Gut va más allá y respecto a la falta de exposición de pública de las mujeres en el arte y la tendencia a que el mundo de la música se convierta en un club de hombres, considera que “el tiempo es el adecuado para una nueva revolución en la música y este va a llegar por el lado femenino. No puedes borrar nada del pasado y en ocasiones no puedes evitar que llegue una repetición (de patrones pasados). Pero tan pronto como lo reconoces te debes mover”. Sobre los clásicos razonamientos esgrimidos por los programadores de que no hay mujeres contratadas en su festival debido a que no se encuentran “suficientes artistas trabajando en el campo de la música electrónica” o debido a “que no son tan buenas”, o al clásico argumento de que “todo es una coincidencia”, Gut responde tirando de ironía: “pienso que la vida nos ofrece un montón de coincidencias. Yo he escuchado tanta música mala hecha por hombres como hecha por mujeres.” y señala que el principal obstáculo que las mujeres deben superar es una gran “cuestión asociada a una larga tradición de dominación masculina”.

A pesar de acabar de editar sus primeros trabajos en solitario, Gut prosigue con su afán de unir fuerzas y talentos: “Aún ahora sigo necesitando esa dimensión comunicativa y colaborativa: después de un álbum en solitario necesito también algunas colaboraciones, como la de AGF (Greie Gut Fraction)”16. Sin embargo, esta no es la única colaboración que tiene preparada nuestra irreductible protagonista: “en estos momentos estoy trabajando en un nuevo álbum junto a H.J Irmler (Faust17)”que se une al ya citado disco de reunión de Matador. Por su actividad incansable, debemos creerla fehacientemente cuando nos señala que, después de todos estos años, todas las actividades las ha realizado porque “me gusta ser independiente. Y en estos momentos, hacer música es mi principal herramienta para conseguir mi propia satisfacción y felicidad”. El afán por crear, emprender y luchar de Gudrun Gut es una llama que nunca se apaga, así como un modelo de independencia y poder en un sector tan masculinizado como es el mundo de la música.

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42 11 Anita Lane es una artista australiana, centrada principalmente en la música y la escritura. Ex –pareja sentimental de Nick Cave a principios de los 80, su presencia –muy a menudo infravaloradafue clave tanto para los Birthday Party como para los primeros Bad Seeds –ella es autora o coautora de las letras de canciones tan emblemáticas en la carrera del australiano como “From her to Eternity”, “Stranger than Kindness” “Dead Joe” o “A Dead Song”- así como ha colaborado con Einstürzende Neubauten –“Blume” es co-escrita por ella- o los Die Haut. Los fans de Gut apartir de los 90 apreciarán sus dos discos en solitario: “Sex O’Clock” y “Dirty Pearl” o su s colaboraciones en “Intoxicated Man”, el disco de versiones de Gainsbourg de Mick Harvey –Birthday Party/Bad Seeds12 Artista norteamericana instalada en Berlín desde los 80. Cofundadora de la primera Love Parade, ha colaborado musicalmente con gente como Die Haut, Gudrun Gut, Malaria! o Alexander Hacke. Su principal ocupación es la dirección de documentales, para lo que ha trabajado con artistas como Throbbing Gristle, Tiger Lillies, Einstürzende Neubauten o Nick Cave and the Bad Seeds.13 Productor alemán de música electrónica que ha colaborado con gente como the Orb. También miembro fundador del reivindicable grupo de la neue deutsche welle Palais Schaumburg y cofundador junto a Juan Atkins

y Moritz von Oswald del proyecto 3MB. 14 Entre sus lanzamientos están los de Barbara Morgenstern, Gudrun Gut, Myra Davies, Quarks o el mérito de haber editado a artistas emergentes como Julia Holter o LucreciaDalt en el 2008, cuando ambas fueron incluidas dentro del tercer volumen de la serie 4 Woman No Cry, unas compilaciones que tienen como objetivo presentar a artistas desconocidas procedentes de 4 territorios diferentes. 15 Female: pressure es una red internacional de mujeres que hacen música electrónica. El portal ejerce tanto de base de datos como de plataforma impulsora. Incluye tanto a músicos, compositoras y dj’s como a artistas visuales, trabajadoras culturales e investigadoras. Para más info: www.femalepressure.net 16 AGF es el proyecto de electrónica fracturada experimental que Gut mantiene con la alemana Antye Greie. Greie, además de sus discos en solitario en los que interacciona con la poesía y la electrónica, también tiene el grupo de pop digital obtuso The Lappetites, en el que toca con, entre otras, la pionera de la electrónica y de la música concreta Elianne Radigue. 17 Miembro fundador de Faust, uno de los grupos más influyentes del krautrock alemán y de la vanguardia europea.


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A PROPÓSITO DE LAS BLURRED LINES

(Advertencia de contenido: este artículo trata sobre violación) Por Andrea Alvarado Vives


En teoría puede afirmarse que la violación es un

las violaciones que entran dentro de los parámetros legales son las que más posibilidades tienen de acabar en condena en caso de ser denunciadas. Las otras son desechadas por el sistema.

delito que repugna a la sociedad . Las penas elevadas, así como la sanción social y el estigma que conlleva haber pisado la cárcel por ser un “violador”, son señales de rechazo. Salvo casos excepcionales, cuando el derecho penal considera que está ante un caso de violación su respuesta es contundente. Por otro lado, cada cierto tiempo la opinión pública reclama mano dura para los delincuentes sexuales, las y los políticos hacen declaraciones en consecuencia y plantean nuevas medidas definitivas como la castración química o la cadena perpetua revisable, muy espectaculares pero de dudosa ética y efectividad. 1

Sin embargo, el feminismo ha demostrado que no todas las violaciones se ajustan al típico escenario descrito - y que, en el mejor de los casos acaba en una condena y, a la vez, crea la ilusión de que el estado se ocupa de la violencia contra las mujeres. Por el contrario, en la mayoría de casos, las violaciones no son perpetuadas por un extraño empleando violencia o amenazando con utilizarla, sino por amigos, conocidos, vecinos, familiares, citas, ligues de una noche, amantes, parejas o ex parejas, sin violencia y/o amenazas y en espacios privados o en la intimidad del hogar. Es decir, con las violaciones ocurre lo mismo que con el resto de violencias contra las mujeres: la mayor parte tiene lugar en la vida privada. Pues bien, si esto es así ¿por qué en nuestra cabeza el violador sigue siendo el psicópata con el que te cruzas por la calle por mala suerte - y por ir borracha por donde no debes, buscona -? En parte por culpa de CSI y demás representaciones culturales que alimentan a la ya de por sí monstruosa socialización en el miedo de las mujeres, pero también por el poder que tiene el derecho a la hora de definir el daño social y crear, en consecuencia, imaginarios respecto a aquél. La imagen estereotípica del delito sigue estando más cerca del “extraño que asalta en un callejón“ que de la violación que tiene lugar en la última escena de Kids (1995) o la que ocurre en Tess de Ubervilles (1979).

Pero a pesar del aparente rechazo social, la historia de la violación, es decir, la manera en la que el derecho - como expresión de lo que se considera dañino para la convivencia - ha entendido el delito, ha sido lógicamente escrita por hombres. Dicho de otra manera: lo que ha entrado y lo que no dentro del concepto legal de violación ha sido decidido en cada época por hombres sin tener en cuenta la experiencia de las mujeres. En realidad, la falta de consideración de la experiencia femenina ha sido y es una constante en el derecho - como en todas las facetas de la experiencia y el conocimiento humano, by the way -; no obstante, el caso de la violación es el paradigma del androcentrismo legal. Y es que, si bien es cierto que la anulación de la experiencia de las mujeres no ha respondido siempre a la voluntad consciente de mantenernos en nuestro lugar y de proteger intereses masculinos, en el caso de la violación sí lo ha hecho. Sobre esta última cuestión volveremos más adelante. Por ahora, baste recordar que el derecho español entendió la violación como un delito contra el honor y no contra la libertad sexual hasta 1989, por lo que hasta entonces no castigó la violación marital, garantizando así el acceso sexual de los maridos a sus esposas2.

Recientemente, El País publicó un artículo titulado “Una violación cada ocho horas“4. En él se apuntaba - aunque no con mucho énfasis - que las violaciones tienen lugar tanto en el ámbito público como en el privado y que son cometidas tanto por extraños como por personas conocidas. No obstante, la imagen del violador que se desprendía del artículo era la típica. En efecto, el caso aportado como testimonio tenía lugar en el espacio público e incorporaba la utilización de una violencia extrema por parte del agresor. Además, la imagen escogida para ilustrar el artículo representaba a una mujer siendo abordada por un desconocido mientras camina de noche en un lugar solitario5. El artículo finalizaba hablando de violadores reincidentes y violadores en serie. Por lo visto, seguimos sin pillar de qué va el asunto.

La imagen típica de una violación, la que forma parte de nuestro acervo colectivo, es aquella en la que un hombre, casi siempre un extraño, somete sexualmente a una mujer utilizando violencia o amenazando con su utilización3. El violador es el desconocido que te asalta de noche en el portal de tu casa o en un parque. Suele ser la violación representada hasta la saciedad en el cine y en nuestro imaginario colectivo y es el tipo de violencia que a las mujeres nos enseñan a temer desde que nacemos. Pero la citada imagen es, sobre todo, la que encaja a la perfección con la definición legal y la que el derecho, como régimen de verdad, establece como válida a ojos de la sociedad. Lógicamente,

A continuación expondré algunas de las razones por las que considero que, a pesar de la crítica e

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investigación feminista, nuestro imaginario colectivo entorno a la violación no ha evolucionado y sigue sin corresponderse con la realidad y la experiencia de muchas mujeres. Parte de estas – no todas, insisto - razones deben buscarse en la historia reciente de la violación - desde el siglo XIX hasta nuestros días - y en el poder simbólico que tiene el derecho para definir la realidad. Parto de la idea de que el derecho penal define lo que es dañino para la convivencia y lo que no pero, sobre todo, de que las definiciones legales trascienden el ámbito jurídico y configuran imágenes culturales entorno a lo que es considerado como delito. En primer lugar, distinguiré entre dos tipos de violación para las cuales el sistema ha tenido y sigue teniendo respuestas

diferentes. En segundo lugar, expondré cómo los elementos que han entrado en juego en el delito han sido pensados e interpretados por hombres y partiendo desde un punto de vista masculino. Este punto de vista no es objetivo, aunque la ley se defina como tal. Y es que, como afirma MacKinnon, las pretensiones de objetividad de la ley, esconden su parcialidad (1987). En tercer lugar, intentaré dar cuenta, de manera resumida, de las leyes actuales en distintos países occidentales. Mi idea es conectar el derecho como discurso con la imagen social que tenemos del delito para así poder comprender porque la sociedad es incapaz de entender, reflejar y dar respuesta a la experiencia de muchas mujeres en relación a la violencia sexual.

Blurred lines - “líneas borrosas“- es una canción de Robin Thicke. Además de haber sido un éxito, ha tenido el privilegio de ser una de las cosas más sexistas que han ocurrido en la cultura pop durante el 2013. De todas las críticas feministas al fenómeno, mi favorita es aquella que considera que título+letra+vídeo banalizan la importancia del consentimiento en las relaciones sexuales. Y es que la canción consiste básicamente en un tipo susurrando constantemente “sé que lo quieres” a una mujer que se niega a mantener relaciones sexuales con él porque está con otro hombre y es una “buena chica“. Él afirma que sabe que ella le desea a él por como le mira y su mirada debe significar sí o sí que ella quiere sexo salvaje a pesar de ser una mojigata. Otro tipo dice que le va a partir el culo en dos. En el videoclip una de las modelos tiene una señal de STOP en el trasero y cara de que no le apetece nada hacer sexo anal. La imagen que encabeza este artículo pertenece al videoclip. 1 Este es mi primer y último guiño a las y los juristas convencidos de las bondades de la ley – yo antes era así. 2 La tardanza en modificar estos vergonzosos detalle de las leyes sobre violación no fue algo exclusivo de España debido a, como podría pensarse, la entrada tardía en la democracia. En 1985, en

EE.UU, únicamente 10 Estados habían eliminado completamente la excepción marital. 3 Los hombres también pueden ser violados pero la violación masculina merece un tratamiento aparte. No obstante sí diré que su invisibilización como problema social está ligada a los códigos de masculinidad y al estigma que la homosexualidad sigue representando. Según la asociación estadounidense RAINN, en el año 2003 y en EE.UU, en 1 de cada 10 violaciones, la víctima fue un hombre - sin precisar el género del/la atacante. No he podido encontrar nada fiable sobre violaciones cometidas por mujeres contra hombres pero no dudo de que se den casos. Respecto a la violencia sexual entre lesbianas, sí está mejor documentada pero no existen estadísticas fiables pues los estudios hechos hasta la fecha se han realizado sobre muestras poco representativas o que presentan sesgos y errores. (Vanessa Watremez, La violence dans les relations lesbiennes: recension des écrits, 2012). 4 http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/06/22/actualidad/1371929413_934353.html 5 El País también quería aportar su granito de arena a la transmisión del miedo a las mujeres, sobre todo a esas que se arreglan y salen de noche.

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Aggravated y simple rapes:

menina y la idea de las mujeres como propiedad. Por el contrario, el derecho penal no castigaba las violaciones cometidas por hombres que conocían a las mujeres que agredían ya fuesen sus esposas, amantes, vecinas, amigas, conocidas, compañeras de trabajo, trabajadoras, sirvientas o esclavas. Así, los legislamachos, si lo deseaban, podían violar a sus esposas, sirvientas y trabajadoras impunemente. Hay que precisar que, en realidad, salvo en el caso de la excepción marital - la violación dentro del matrimonio -, las leyes no excluían de manera explícita este tipo de violaciones de su ámbito de actuación. Ahora bien, en la práctica, mientras más íntima era la relación entre agresor y superviviente, más improbable era que las mujeres consiguiesen probar la ausencia de consentimiento. Ello incluso en aquellos casos en los que el agresor hubiese utilizado una violencia extrema para lograr el sometimiento. Y es que en las relaciones íntimas, apropiadas o potencialmente apropiadas para las mujeres se presumía el consentimiento y la predisposición de las mujeres al sexo.

En 1986 Susan Estrich trazó la distinción entre “simple rapes” y “aggravated rapes”6 para explicar cómo al derecho penal únicamente le interesaba castigar las segundas, las razones de las diferencias de trato entre una y otra y sus consecuencias para las mujeres. El objetivo de Estrich era demostrar cómo no todas las mujeres ni todas las violaciones recibían el mismo tratamiento por parte de la justicia. En la descripción que hace la autora, las “simple rapes” se caracterizan sobre todo por el grado de intimidad que existe entre superviviente y agresor. Son aquellas cometidas por un marido, pareja, amigo, vecino, cita o amante; es decir, dentro de relaciones que se consideran socialmente “apropiadas” o “potencialmente apropiadas” para las mujeres. En este tipo de violaciones, debido a que superviviente y atacante se conocen, el uso de violencia o la amenaza de su uso no suele ser necesaria. Las segundas, las aggravated rapes son aquellas que forman parte de nuestro imaginario en torno a la violación: la del extraño que te ataca violentamente en un callejón.

La interpretación masculina del consentimiento, la violencia y la intimidación (para este apartado utilizaré jurisprudencia desde el siglo XIX hasta los años ‘70):

Lo importante de la distinción que hace Estrich es entender que históricamente si el derecho penal decidía emitir una respuesta contundente, únicamente lo hacía en aquellos casos en los que el delito era cometido por un extraño, en el espacio público y acompañado de violencia extrema. En este tipo de violaciones eran los intereses masculinos y no los de las mujeres los que contaban. Lo importante era la protección del linaje familiar frente a intrusiones externas - sobre todo si los intrusos eran negros, inmigrantes u obreros - y de la honorabilidad de las mujeres pues en caso de violación éstas quedaban devaluadas y dejaban de ser moneda de cambio para las familias. Como explica Angela Davis, en Mujer, raza y clase, los linchamientos de negros producidos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en EE.UU fueron justificados moralmente aludiendo a la protección de las mujeres blancas frente a la “agresividad sexual natural” de los hombres negros incapaces de controlar sus impulsos7. Al mismo tiempo, construyendo la violación como algo que podía ocurrirle a las mujeres si traspasaban la frontera de la esfera privada se aseguraba su permanencia en los confines del hogar en base a la transmisión del miedo, la inseguridad y la responsabilidad sobre las agresiones. No es difícil imaginarse a un grupo de legislamachos ideando leyes sobre violación que protegieran únicamente a sus esposas e hijas de ataques ajenos al núcleo familiar reforzando estereotipos sobre la vulnerabilidad fe-

La falta de consentimiento ha sido siempre uno de los elementos centrales del delito y se le daba la misma importancia tanto en las simple como en las aggravated rapes. Ahora bien, en las primeras, la presunción de que las mujeres consentían era tan difícil de rebatir que las supervivientes de un ataque solo podían convencer de lo contrario si conseguían demostrar que se habían defendido hasta con la vida. Es decir, los requisitos de resistencia exigidos en las violaciones, incluso ante la violencia extrema, requerían siempre que las mujeres luchasen hasta el final y no “abandonasen” o se “rindiesen” nunca. Así, en 1889, en el caso Reynolds v. State se dijo que “si el acceso carnal [penetración] tenía lugar con el consentimiento de la mujer, sin importar el momento en que fue aportado o cuanta fuerza fue empleada para su obtención, no nos encontramos ante una violación”. Es decir, si el atacante conseguía su propósito era porque, en el fondo, la mujer consentía. Ello ocurría porque la resistencia extrema se percibía como la respuesta natural de las mujeres respetables ante un ataque pero también porque las respuestas de las mujeres eran medidas desde un punto de vista masculino8. Así, en caso de ser agredidas, el derecho exigía a las mujeres que se comportasen como auténticos machos- mandato patriarcal contradictorio en la medida en que se las

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educa(ba) para ser pasivas y dóciles -. De lo contrario, se entendía que existía consentimiento o, al menos, aceptación.

esta desconfianza hacia las mujeres, sobre todo si acusaban a hombres que conocían. Es decir, las razones, miedos y justificaciones enumeradas salían a la luz en todo tipo de violaciones pero todavía más en las simple rapes.

Un requisito exigido para la existencia del delito era pues, la ausencia de consentimiento. Pero también lo era la violencia ejercida por el agresor y la resistencia física opuesta por la superviviente. Es decir, la falta de consentimiento se medía en función de la existencia de violencia -o de la amenaza de su uso- y resistencia física. Así, en la práctica, los hombres tenían vía libre para intentar obtener el consentimiento de las mujeres como fuese y sobre todo el de las mujeres que conocían. Por esta razón era sobre todo en las simple rapes, donde el requisito de la resistencia devenía un estándar imposible de cumplir. Pero lo más injusto era que, en la mayoría de violaciones entre conocidos, la utilización de la violencia o la amenaza de su uso y la consiguiente eventual resistencia física ni siquiera eran necesarias debido al contexto de desigualdad extrema de poder en el que las relaciones entre hombres y mujeres tenían lugar . Fuere como fuere, con violencia o sin ella, los juristamachos interpretaban hartazgo de luchar, vencimiento o sumisión como aceptación y consentimiento. Como apunta Estrich, quizás los juristas extendían a todas las mujeres sus expectativas y deseos sobre cómo querían que actuasen sus esposas e hijas en caso de ser atacadas. O simplemente se imaginaban cómo actuarían ellos o cualquier otro hombre razonable.

La práctica de los tribunales provee multitud de ejemplos de lo expuesto en el párrafo anterior y Estrich aporta numerosos casos. Así, en el sistema legal anglo-estadounidense, hasta pasados los 60 del siglo XX, solía informarse a los jurados populares antes de retirarse a deliberar acerca de lo “fácil” que era para una mujer acusar a un hombre de violación y lo difícil que era para éste defenderse. Según un pito con toga llamado GlanvilleWilliams y respetado por otros pitos con toga, la citada advertencia al jurado estaba justificada debido al peligro de “falsas acusaciones resultantes de neurosis sexuales [Freud le aplaudía desde el más allá], fantasías, celos, rencor o la simple negativa de una chica a aceptar que consintió a un acto del que posteriormente se avergüenza“. Esto lo dijo en 1962. Pero otro pito con toga llamado John Wigmore, queriendo competir con el primero, afirmó en 1970 que “ningún juez debería dejar a un jurado examinar un cargo de ofensa sexual hasta que el historial social y sexual de la mujer y su estado mental hayan sido examinados por un especialista“. También, en 1962, la Stanford Law Review afirmaba lo siguiente: “incluso aunque una mujer desee mantener relaciones sexuales, es costumbre para ella decir “no no no” queriendo significar “sí sí sí” (….) es siempre difícil en los casos de violación, determinar si la mujer realmente quería decir “no”….El problema a la hora de determinar lo que la mujer “realmente quiere” se agrava cuando, de hecho, la mujer no tiene una actitud determinada, es decir, su actitud es ambivalente“. Blurred lines, diría Robin Thicke.

Así pues, hemos visto cómo el amplio margen que los hombres se han otorgado a sí mismos para “seducir“, presionar y violentar a las mujeres es una de las razones que han impedido a la ley responder adecuadamente a las violaciones en general y a las simple rapes en particular. Dicho margen ha permitido a muchos hombres obtener de las mujeres lo que deseaban, aprovechándose de su superior estatus social y romantizando la insistencia. La tradicional banalización del “no” de las mujeres encuentra sus raíces en este tipo de libertades que muchos hombres decidieron tomarse justificándolas a través de mitos sobre lo que quieren y no quieren las mujeres. Pero la incapacidad de respuesta de la ley también encontraba su razón de ser en el miedo a mujeres mentirosas y/o vengativas que pudiesen utilizar una acusación de violación como arma - razonamiento alentado por estereotipos sobre la maldad intrínseca de las mujeres-, el eterno mito de las denuncias falsas y la creencia de que las mujeres no siempre tienen claro lo que quieren, desean o incluso necesitan. Estos estereotipos eran reproducidos por los tribunales cuya autoridad validaba socialmente

En definitiva, por un lado, los hombres no podían agredir a mujeres desconocidas, extrañas, de otra clase social o raza aunque el requisito de resistencia extrema neutralizaba en muchísimas ocasiones tal prohibición. Por otro lado, los hombres sí tenían un amplio margen de libertad para acceder a las mujeres de su entorno más próximo. Dicho margen se ampliaba a medida que se reducía el grado de intimidad entre agresor y superviviente. Como apunta Estrich, en la relación más apropiada de todas, el matrimonio, la libertad otorgada a los hombres era total. Pues bien, es en este marco jurídico, en el que los violadores eran únicamente desconocidos armados con un cuchillo o que te pegaban una paliza, donde nuestra idea sobre lo que

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son las violaciones ha tomado forma y se ha mantenido en mayor o menor medida hasta nuestros días.

poco crédito que muchos hombres otorgan a las palabras de las mujeres y lo extendida que está la idea de que “no” significa o puede significar “sí“9. Esto también ocurre en UK, donde, además, el Sexual Offences Act, exige que la penetración sea con el pene10 – ¡hola, punto de vista masculino sobre la sexualidad! En España, desde finales de los noventa la violencia e intimidación ya no son requisitos legales para contemplar la existencia de delito sino que basta con la ausencia de consentimiento – aunque, en estos casos, la ley habla de abuso sexual y no de violación-. Pero a pesar de esta reforma, los tribunales son reacios a basarse exclusivamente en la falta de consentimiento incluso aunque haya sido demostrada. Y una vez más ésta resistencia se manifiesta en las single rapes.

Las reformas sobre las leyes de violación y el derecho penal contemporáneo: Los terribles resultados de las definiciones del delito de violación vistos en los puntos anteriores han sido mitigados gracias a la intensa presión y movilización del movimiento feminista. En efecto, a partir de las décadas de los ‘70 y ‘80, en numerosos países occidentales comenzaron a hacerse reformas sobre las leyes de violación. Uno de los objetivos de las reformas era lograr que las experiencias de las mujeres quedasen mejor reflejadas por el sistema legal. Si bien no todos los países que cambiaron sus leyes adoptaron los mismos criterios y definiciones, en general siguieron una línea parecida: se ampliaron los sujetos que podían ser supervivientes del delito - acabando con la excepción marital y admitiendo que los hombres también podían ser violados -, se relajó la violencia exigida y en algunas jurisdicciones se empezó a admitir la intimidación como un motivo suficiente para admitir la ausencia de consentimiento cuando no hay grandes expresiones de resistencia física. También se adoptaron medidas para evitar que las vidas sexuales de las mujeres fuesen utilizadas en un tribunal como prueba en su contra. Estos cambios legislativos han aumentado el número de condenas por violación, han mejorado bastante la experiencia de las supervivientes ante los tribunales y han hecho más difícil que los pitos con toga digan de las suyas, aunque sea por corrección política. Pero, a pesar de las notables mejoras, el sistema sigue sin representar la experiencia de muchas mujeres. Todavía en muchos lugares, como en algunos estados de EE.UU, se sigue exigiendo, ya sea por ley o en la práctica del proceso, la existencia de violencia para apreciar que hay delito. Por otro lado, en algunas jurisdicciones en las que la violencia ya no se exige y/o se ha aceptado la intimidación, las interpretaciones de los conceptos siguen protegiendo el acceso sexual de muchos hombres a las mujeres. Por ejemplo, el estado de Nueva York consideró en el 2001 que no existía consentimiento cuando la superviviente claramente había expresado que no consentía el acto en cuestión y cualquier persona razonable habría sido capaz de entenderlo. Dicho de otro modo, para el estado de Nueva York “no” no significa necesariamente “no” sino sólo cuando quien agrede lo entiende. Esta permisividad y manga ancha otorgada a la imprudencia masculina es problemática sobre todo teniendo en cuenta el

6 La distinción es puramente analítica y no hay ningún juicio de valor acerca de la mayor o menor gravedad de una u otra. 7 Este mito racista ha sido explotado hasta la saciedad por los hombres blancos temerosos de que atacaran a sus mujeres – algunas sufragistas contribuyeron directa o indirectamente a la propagación de este mito-. Es el mito de King Kong, retomado por Vogue en una portada de abril 2008 en abril protagonizada por LeBron James y Gisele Bündchen. 8 La creencia de que las mujeres gozan de mecanismos biológicos para responder a los ataques sexuales fue sostenida por el establishment médico durante el siglo XIX y principios del XX y utilizada por el derecho para respaldar sus sentencias. De hecho, en el 2012, el senador republicano Todd Akin, afirmó que las mujeres tenían la capacidad biológica para evitar embarazos en caso de violación. 9 Acordémonos de Robin Thicke, otra vez. 10 Las que incorporan el uso de otros miembros corporales u objetos son calificadas como agresiones sexuales.

TE S S

Las dos imágenes que ilustran este artículo pertenecen a la película de 1979 dirigida por Roman Polanski

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Ejemplo 1: En Inglaterra, a pesar de lo positivo de las reformas, en el 2005 y en el 2007 dos hombres acusados de violar a dos mujeres fueron absueltos porque se consideró que, incluso cuando estás inconsciente por haber bebido alcohol, “el consentimiento de borracha, sigue siendo consentimiento” (Joan Mc Gregor 2012) Ejemplo 2: Así, para el tribunal supremo, una mujer no tiene porque sentirse intimidada cuando tras acudir al domicilio de un amigo para mantener relaciones sexuales únicamente con él, es obligada a mantener relaciones sexuales también y simultáneamente con otro hombre. En la sentencia quedó demostrado que ante la presión e insistencia de los dos hombres a las reiteradas negativas de la mujer ésta había respondido llorando ante la impotencia y ellos habían seguido. Pero para los tribunales la mujer no se encontraba en una situación intimidante (Ariadna Guilera Rull, 2012). Ejemplo 3: En la sentencia 616/2013, el tribunal supremo confirmó una sentencia de la audiencia provincial en la que se absolvía a un hombre de violación porque no consideró que un maltratador habitual pudiese ser lo suficientemente intimidatorio para su pareja que se había negado a mantener relaciones sexuales con él. Tanto la negativa a las relaciones sexuales como el maltrato físico y psíquico que él ejercía sobre ella estaban probados. De hecho el tribunal admitió que ella estaba “totalmente sometida“. No obstante, a juicio del tribunal, como la mujer no pudo demostrar que el día de la violación tuvo lugar un acto concreto intimidatorio más allá de las agresiones físicas sufridas con anterioridad, es decir, más allá de la intimidación habitual a la que ella estaba sometida, el tribunal consideró que no existía intimidación suficiente: “el miedo que ella describe, el simple miedo a las represalias, no es bastante para integrar el requisito de intimidación” que prevé el delito. O sea, si tu marido te pega siempre, el miedo a que te vuelva a pegar no es intimidación suficiente. Ejemplo 4: En el 2007 el tribunal supremo español no consideró suficiente que una mujer dijese “que no quería, que no lo hiciera” - algo que había quedado probado en el juicio. Los pitos con toga del tribunal “no podían fijar con precisión el alcance de la negativa y, lo que es más importante (!), si ésta fue captada por el autor” (ibídem, 2012). Si la ley estuviese interesada en proteger la autonomía sexual de las mujeres, se aceptarían las protestas verbales como válidas. Conclusión:

entre conocidos o que se alejen de las definiciones basadas en patrones masculinos. Esto,además de esconder e invisibilizar la realidad de muchas mujeres también sirve como herramienta educativa a la hora de establecer límites en las interacciones entre personas o, más bien, a la hora de no establecerlos. Es decir, si las violaciones representadas únicamente incluyen violencia y/o intimidación el mensaje social que se manda es que todo aquello que no incorpore dichos elementos no es violación. La escena de la violación en grupo que tiene lugar en Fóllame (2000), es de las pocas que conozco en la que la experiencia de una mujer es reflejada de una forma diferente. La actitud de Manu, una de las supervivientes, se aleja completamente de lo que toda la sociedad exige y espera de una mujer que está siendo atacada.

Así pues, hoy en día los tribunales siguen siendo reticentes a aceptar las violaciones cometidas por conocidos en los casos en los que no hay lo que ellos consideran violencia o lo que ellos consideran intimidación o amenaza suficiente. Esta resistencia trasciende el ámbito jurídico y se traduce en una mala comprensión por parte de toda la sociedad de la experiencia de muchas mujeres y la paradójica y errónea creencia de que desde el derecho sí se actúa ante los casos de violación11. Volviendo al principio del artículo, sí existe rechazo social respecto al delito pero éste se limita a cierto tipo de experiencias, las que casan sin problemas con la definición legal y las reproducidas infinitamente por la cultura. Las otras son invisibilizadas, banalizadas o silenciadas y esto es algo que debe y necesita ser contestado mucho más por el feminismo. Y ya lo es, pero quiero más.

Obviamente el cambio en las representaciones culturales no va a solucionar la violencia sexual contra las mujeres. No obstante sí puede hacer que se hable más de ella y, sobre todo, que se hable en otros términos. Si la imagen social del violador deja de ser la del desviado, delincuente en serie o reincidente, es probable que más mujeres se atrevan a contar sus experiencias pues éstas dejaran de ser percibidas por la sociedad como casos aislados, individuales o de poca importancia. Crear ambientes en donde la recepción de los relatos de las supervivientes no se haga desde la extrañeza y el cuestionamiento – porque ella le invitó a su casa

Y es que, los imaginarios acerca del delito no van a cambiar por sí solos, sobre todo teniendo en cuenta la casi patológica incapacidad del derecho de dar respuesta a la experiencia de muchas mujeres12. Por esta razón es esencial empezar a representar aquellas experiencias que se alejan del clásico esquema del psicópata que te asalta desprevenida a lo Irreversible (2002). Salvo excepciones, las representaciones culturales son muy poco dadas a mostrar violaciones sin violencia extrema,

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y no acabó con rasguños en el cuerpo o un moratón en la cara - es esencial.

mal llamado pos-feminista, uno de los éxitos musicales más celebrados del año consista en un tipo susurrando constantemente “Sé que lo quieres” a una mujer que a pesar de sentirse atraída por él no quiere tener relaciones sexuales porque es una “buena chica“. “Déjame liberarte”, le dice Thicke a la chica. Es problemático que discursos como éste tengan lugar en un contexto cultural en el que conceptos como consentimiento, autonomía y libertad sexual siguen sin quedar claros cuando hablamos de violación y en el que el “no” de las mujeres sigue siendo devaluado mientras que la insistencia de los hombres es tolerada e incluso ensalzada.

Por último, abandonar la imagen del violador como una persona desviada o problemática, sin nada en común con el resto de hombres es el primer paso para que iniciemos conversaciones serias sobre el consentimiento en las relaciones sexuales y el respeto a la plena autonomía y libertad de las mujeres. Estas conversaciones deben, sobre todo, implicar a los hombres y cuestionar la construcción de la masculinidad para que sus agresiones no se conviertan en la vergüenza y el silencio de las mujeres13. El feminismo lleva décadas haciendo hincapié en la necesidad de educar a todas las personas en la importancia del consentimiento libre, sin presiones ni insistencias naturalizadas - ya sabéis: “los tíos son así, hay que comprenderles” - y disfrazadas de falsa seducción. En una época en la que la crítica feminista a la represión sexual de las mujeres y la negación del placer femenino ha sido cooptada por parte de la cultura, la denuncia es cada vez más urgente. Es problemático que en un contexto

En definitiva, ante la incapacidad del derecho actual para iniciar un cambio en las representaciones culturales y en el imaginario colectivo, el feminismo debe actuar como contradiscurso visibilizador de otro tipo de experiencias creando espacios más amplios en los que las vivencias de todas las mujeres sean mejor recibidas y queden mejor reflejadas y en los que hablar de violación deje de ser un tabú.

11 Los discursos de los medios occidentales ante los casos de violación cometidos en otros países se hacen muchas veces desde una superioridad moral autocomplaciente y racista que esconde el hecho de que aquí nos queda mucho por hacer. 12 No es este el lugar para debatir acerca de la idoneidad del derecho penal para acabar con la violencia contra las mujeres y sobre la deseabilidad desde un punto de vista feminista de un constante recurso al aparato represor del estado. Recordemos que un mayor recurso al derecho penal implica siempre una extensión del control del Estado sobre las mujeres. En cualquier caso, es un debate abierto dentro del feminismo y lo que sí está bastante claro es que el derecho penal no debe ser la única respuesta, ni la respuesta principal. 13 Esta frase que me encanta la he sacado de un estudio sobre agresiones sexuales que hizo la consultoría Sortzen para el gobierno vasco (Agresiones sexuales, como se viven, como se entienden, como se atienden), muy recomendable para quien quiera profundizar sobre el tema.

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LA AUTÉNTICA MANO INVISIBLE DEL MERCADO LABORAL PATRIARCAL-CAPITALISTA

Por Víctor Ginesta Rodríguez


El papel del Estado como pulmón rector de la economía

y sus dinámicas es clave para las condiciones de vida de las ciudadanas. Su rol, tanto si es activo como si es pasivo, condiciona y moldea las relaciones y la existencia. En pocas palabras: aunque a veces se olvide, las políticas implementadas desde el estado nunca son neutrales, ya que siempre tienen consecuencias. Desde 1973 estamos viviendo una progresiva contrarreforma destinada a limitar el papel administrativo del estado para pasar a externalizar las políticas públicas al arbitrio del mercado siguiendo las pautas del neoliberalismo, la filosofía dominante en los centros de decisión mundiales. Privatizaciones, “recortes” o la externalización de servicios que otrora eran gestionados desde los organismos públicos son palabras que con la crisis hemos naturalizado cada vez más en nuestra vida cotidiana. Todas estas reformas estatales1 forman parte de un arquetipo de estado que sigue las pautas neoliberales. A pesar de que la crisis estallara en 2008, este modelo lleva años formando parte de una hoja de ruta autoconsciente dispuesta a cambiar las reglas del juego para facilitar su adecuación a los designios del mercado. La Comisión Europea ya fijó las bases en el Consejo de Lisboa del 2000, que fueron reafirmándose en otros documentos posteriores. Lo único que ha hecho la crisis ha sido abrir una ventana de oportunidad para que estas políticas sean implementadas con mayor facilidad, puesto que se indica que son la única alternativa posible. Recortar es necesario, se dice. Asimismo, se incentiva un modelo societario en el que se intenta convencer al individuo de que la mejor forma de servir a la sociedad es a partir de la búsqueda del interés propio a través de la emprendeduría. El egoísmo es visto casi como un deber social. El mecanismo es que la búsqueda del beneficio privado acaba goteando y teniendo consecuencias públicas beneficiosas. Es un asombroso Mefistófeles faustiano, el egoísmo se vuelve altruismo, empresas que quieren hacer el mal2 –ganar como sea cuanto más dinero mejor, y a las que se les pone políticas encaminadas a que lo consigan- terminarán haciendo involuntariamente el bien –lo que no quieren, dar beneficio a todos-. Es casi inverosímil. Ésta es la extraña paradoja que se nos cuenta. Cuáles son las consecuencias de estas políticas aliadas con el neoconservadurismo? En mi opinión, todo este conjunto de recortes y pérdidas de derechos sociales acabará conllevando mayores desigualdades, las cuales afectarán particularmente a las mujeres y a su autonomía. Mi objetivo con este artículo es plantear muy brevemente cómo el mercado de trabajo capitalista y la consideración del trabajo que se ha hecho desde la economía institucional3

ha emitido una serie de distinciones que son perjudiciales para las mujeres, puesto que omiten, no contabilizan y naturalizan como gratuito el trabajo que ha sido tradicionalmente realizado por las mismas. Un trabajo, calificado por muchas economistas feministas como reproductivo, que es ignorado. Muchas tareas cotidianas que acarrean trabajo y que son indispensables para la pervivencia del capitalismo son interesadamente excluidas del análisis económico, lo que provoca que haya tipos de trabajo que han sido devaluados por el capitalismo. La interpretación hegemónica de la economía ha tenido problemas para incluir todas aquellas actividades que han sido históricamente realizadas por la mujer, sometiéndola a una desventajosa situación de dependencia. Así, el mercado capitalista hace distinciones interesadas entre esfera pública y esfera privada; el trabajo remunerado del no remunerado4; las tareas productivas de las tareas de cuidado. Mediante estas distinciones, y optando únicamente por el análisis de las tareas de intercambio en el mercado, ya desde sus orígenes planteó un sesgo que genera incluidos y excluidas, y en el caso concreto que trataremos en este artículo podremos reflejar que genera una parcialidad a favor del hombre que tiene funestas consecuencias para la autonomía y la movilidad laboral de las mujeres. La entrada masiva de las mujeres al mercado laboral no solucionó el problema, puesto que no se acompañó de una entrada de los hombres a las tareas en el espacio privado y de un reparto igualitario del trabajo doméstico y de cuidado dentro de los hogares. Sin ir más lejos, las últimas estadísticas del INE revelaban que en el 2009-2010 las españolas dedicaban dos hora y cuarto más al día en tareas domésticas que los hombres5. En este contexto, las mujeres con familiares a su cargo han adoptado distintas estrategias en función de las políticas estatales y de su clase social. Quienes se lo han podido permitir han solventado los problemas contratando a mujeres de clase trabajadora, muchas veces inmigrantes, para hacer el trabajo que ellas ya no están dispuestas a hacer. Las que no se lo pueden permitir, hacen dobles o triples jornadas. Otras, directamente no pueden acceder al mercado laboral. Esta tensión entre mercado laboral y trabajo doméstico y cuidado tiene consecuencias en las desigualdades salariales, el techo de cristal, falta de autonomía y penalizaciones por ser madre… A continuación voy a explicar de forma somera cómo el capitalismo generó una división sexual del trabajo y mediante el paradigma de la productividad supeditó la consideración

1 Estas reformas forman parte de un doble proceso de cambio, uno a nivel cognitivo y de percepción del interés propio, y otro legislativo. A nivel práctico, estas medidas pasan desde el fomento por parte del estado y de los medios de una visión más favorable de la emprendeduría, como por recortes o reformas legislativas tales como la reciente ley de apoyo al emprendedor. 2 Entiéndase: no quiero decir que querer ganar dinero esté mal de por sí. Está bien querer ganarlo. A mí me gusta el dinero. Pero también entiendo que se debe poner límites a la codicia y domar los intereses individuales. Únicamente pretendo señalar el carácter inverosímil de esta conceptualización de la sociedad. 3 Y en buena parte de la economía alternativa como el marxismo también. 4 Entenderemos por trabajo no remunerado el trabajo afectivo, el trabajo de cuidados y el trabajo doméstico, todas aquellas actividades por y para los miembros de la familia, actividades que pueden ser reemplazadas por productos mercantiles o servicios remunerados cuando circunstancias como los ingresos, la situación del mercado y las preferencias permiten delegar servicios en una persona ajena a la familia. 5 Si bien también se debe decir que en los últimos 7 años la brecha se ha reducido en más de 45 minutos. El estudio también revela que los hombres dedican una hora más al día en el trabajo remunerado que las mujeres. Los datos sacados de la encuesta de empleo del tiempo del INE 2009-2010. La verdad es que sería interesante ver que cambios ha traído consigo la crisis. También se debe matizar que estos datos son puestos en duda por ciertos sectores del feminismo, los cuales afirman que es difícil cuantitativizar el trabajo reproductivo.

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de trabajo a todo aquello que pudiera convertirse en dinero. También quiero plantear distintas alternativas y modelos con una visión de la economía que comprenda una noción del trabajo y de la sociedad más justa e integradora. Algunas plantean enmiendas o acciones que mitiguen esta situación desfavorable pero sin cambiar las reglas del juego capitalista basadas en la noción productiva. Someramente: quieren que las mujeres puedan entrar mejor en el mercado laboral pero manteniendo las actuales reglas del juego sin cuestionarlas. El estado del bienestar y sus distintos modelos serían el perfecto ejemplo. Por otro lado, también presentaré brevemente algunas otras alternativas que implican, en mayor o menor medida, un cambio en el sistema. Allí están tanto la nueva economía feminista como la Renta Básica Universal o la campaña Salarios para el Trabajo Doméstico. Todas ellas incorporan, piden o provocarían un cambio en la estructura laboral.

El origen y sus consecuencias. El capitalismo como forma de organización económica sentó las bases para una conceptualización del trabajo que excluye buena parte del que ha sido tradicionalmente realizado por las mujeres, el cual es invisibilizado e ignorado de los análisis económicos, centrados en su mayoría alrededor del proceso de intercambio en el mercado. Tal y como relata Silvia Federici en el “Calibán y la Bruja”(2011), la caza de brujas y los procesos en los que se formaron las condiciones para la primera burguesía6 mediante la expulsión de los campesinos de las tierras comunales para pasar a abrazarse la propiedad privada como modo organizativo sentaron muchos cambios que ayudarían a fijar las bases para el surgimiento del capitalismo. Dos de ellos fueron importantísimos: generó la fuerza de trabajo obrera tal y como la conocemos – provocó que una masa de trabajadores estuviera forzada a vender su fuerza de trabajo para ganar un salario y poder sobrevivir- y, además, supuso para las mujeres una pérdida de libertad enorme, puesto que trajo consigo una naturalización de las identidades y roles que los hombres y las mujeres debían ocupar en la sociedad. Los códigos de conducta para los hombres, pero sobre todo, para las mujeres pasaron a ser mucho más estrictos. ¿Qué significa eso? Las diferencias de género entre hombres y mujeres se ensancharon y se implementó una división sexual del trabajo, en la que el hombre era el que se dedicaba a ganar el salario –lo que para la economía son las tareas productivas- y la mujer se dedicaba principalmente a las tareas de reproducción y manutención de esos trabajadores –las calificadas como tareas reproductivas y de cuidado-. De allí se establecería una distinción que sería clave, y aún hoy lo sigue siendo, entre público y privado. El hombre era el que participaba en el espacio público, que era el foro y el mercado; mientras que la mujer era la que se quedaba confinada a la esfera de lo privado, el espacio de lo irrelevante. Y así ha sido hasta ahora: ¿no notáis una gran asimetría cuando se echa un vistazo a los libros de historia? Todo el

6 También conocido como proceso de acumulación originaria.

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entramado institucional capitalista fue diseñado para provocar este carácter opuesto entre las expectativas sociales para hombres y para mujeres. No es baladí que fille publique o mujer pública haya sido durante años un sinónimo de prostituta, mientras que un hombre relegado a la esfera de lo privado era considerado como alguien incapaz, despojado de toda empleabilidad; en pocas palabras: un inútil. Como si de un cuadro op-art se tratara, la visión del mundo no es la misma para hombres y mujeres. De esta diferenciación entre esfera pública y privada, y la no interferencia en el ámbito privado vienen muchas de las situaciones desventajosas para las mujeres. Carole Pateman habló en términos de contrato sexual, mediante el cual al casarse las parejas heterosexuales firmaban una división sexual del trabajo que sometía a las mujeres a unas tareas que las subyugaban y ataban al marido. Es un contrato desigual, por cuanto las mujeres pierden autonomía y poder de negociación dentro del hogar para pasar a depender económica y socialmente del marido, con lo que las deja en una posición social desventajosa. Asimismo, el paso de una economía de subsistencia a una economía de mercado de cariz capitalista trajo consigo unas nuevas reglas de juego, mediante las que se supeditaba la consideración de “trabajo” a todo aquello susceptible de ser convertido en dinero. La economía neoclásica únicamente trata los procesos de cambio en un mercado ahistórico y asocial: todo son transacciones y no se evalúa el contexto ni el marco en el que han sido construidas. Así, desde la perspectiva feminista se pide un nuevo enfoque que no tenga únicamente en cuenta todas aquellas relaciones monetarias que tienen lugar en el mercado sino que también tengan en cuenta todo el proceso social en el que éstas ocurren. Resumiendo: generar un sistema de producción no es únicamente fabricar el producto, también hay quien limpia, quien anima, quien cocina, quien compra, quien cuida. ¿Dónde están todas esas facetas integradas en el análisis capitalista? Es trabajo gratuito, no contabilizado. Un trabajo gratuito que, curiosamente, realizan principalmente las mujeres. Ese trabajo gratuito forma parte de un esquema mayor que es el de la reproducción social. Ésta, tal y como indican autoras como Antonella Picchio, incluye la estructura familiar, trabajo asalariado y no asalariado, el papel del Estado en la reproducción de la fuerza de trabajo, y las organizaciones sociales y políticas de los trabajadores y trabajadoras, asalariados y no asalariados. En definitiva: un cuadro más real. Si el enfoque de la economía únicamente versa sobre la producción y obvia todo lo demás, nos encontramos ante unas perspectivas sesgadas. Las perspectivas sesgadas esconden que la posición en la que se presentan las personas en el mercado laboral no es homogénea, y que las diferentes desigualdades ante el mercado deben explicarse desde su papel y posición en la reproducción social


Políticas estatales manteniendo un marco capitalista. La introducción de un estado benefactor e interventor sería un parche para conseguir un funcionamiento social más justo. Esta opción no cuestiona el mercado capitalista como tal, sino que introduce una serie de enmiendas. Fuera del contexto original en el que fue creado, que respondió a un acuerdo de mínimos por un temor a un levantamiento obrero, hay dos tipos de justificación, que pueden ser empleadas juntas o por separado: una justificación económica –el mercado funciona mejor con un estado que vaya haciendo y deshaciendo según las necesidades de cada momento- y una justificación ética –hay ciertos derechos y servicios a los que, como ciudadanos, debemos tener la capacidad de acceder- . Ambos motivos están asociados a la creencia de que una economía de mercado desregulada no puede funcionar bien por sí misma si únicamente cuenta con la ayuda de un estado dejando funcionar al mercado. De todos modos, estas políticas sociales, como las de conciliación de trabajo y familia7, nunca son inocentes. La adopción de políticas está basada en una asunción acerca de cuál debería ser el rol de las mujeres en la sociedad. Estas políticas afectan a las condiciones de vida y pueden incrementan o disminuir el riesgo de pobreza para las mujeres. Es importante asumir que no todas las políticas de empleo y familia son lo mismo, algunas refuerzan los roles de género tradicionales, otras lo desafían y otras tienen efectos ambivalentes. Por ejemplo, unas políticas de permisos a largo plazo por maternidad o cuidado pueden debilitar la continuidad de las mujeres en el mercado laboral y sus expectativas de ingresos futuras mientras refuerzan el rol de la mujer en el cuidado y las puede hacer más dependientes de sus parejas. Según el esquema de Nancy Fraser, hay 4 tipos de políticas de trabajo y cuidado implementadas por el estado: la estrategia de cuidado –característico de países como Holanda, Alemania o Luxemburgo, en el que las mujeres son tratadas primero como cuidadoras y luego como ganadoras de un sueldo en el mercado laboral. Es también la más cercana a los roles clásicos- , la estrategia de la ganadora de sueldo –característico de los E.E.U.U, Canadá o el Reino Unido, en el que las mujeres son tratadas primero como asalariadas en el mercado laboral y luego como cuidadoras-; la estrategia de la elección –propio de Bélgica o Francia, en el que las mujeres pueden escoger qué quieren hacer, principalmente cuando los niños son jóvenes- y la estrategia de asalariada en el mercado y cuidadora –propia de los países escandinavos, en la que hombres y mujeres son tratados como igualmente involucrados tanto en ganar dinero como en cuidar, y la cual es la más alejada de los roles tradicionales-. ¿Y España? España tiene una categorización de estado del bienestar familiarista, un híbrido especial en el que la falta de aportes públicos para el cuidado provoca una altísima dependencia de las familias y termina por afectar a todas aquellas mujeres que no pueden pagar a alquien que cuide a las personas que tiene a su cargo, por ejemplo.

Volviendo a Fraser, la estrategia de asalariada en el mercado y cuidadora subvierte las caracterizaciones tradicionales puesto que tanto hombres como mujeres son incentivados a cuidar en casa y a trabajar en el mercado y existen también servicios públicos de cuidado de calidad. A pesar de ser la más igualitaria, esto no significa que no tenga algunos defectos: el techo de cristal sigue existiendo y por obra de la socialización de género las mujeres siguen ocupando puestos en tareas de cuidado en el mundo laboral. Ahora veremos unos datos8 que nos muestran cómo afectan estas políticas.

Al interpretarla, vemos que las tasas de pobreza son altas para las mujeres, pero lo son aún más en los casos de aquellas que tienen niños y no están emparejadas con un hombre. Aquellos países en los que se implementa la estrategia de cuidadora-ganadora de dinero tienen una tasa de pobreza más baja, tanto entre mujeres heterosexuales emparejadas como entre las otras mujeres. Las cifras de mujeres sin pareja heterosexual que se hayan en situación de pobreza son escandalosas e intolerables en los países en los que se implanta la estrategia de la ganadora, como Estados Unidos. Tener un niño allí significa una probabilidad 3 veces mayor de ser pobre, puesto que se pasa de un 14% a un 37%. Las mejores estrategias para reducir la pobreza de las mujeres y mejorar la compatibilización laboral y familiar pasan por realizar una estrategia como la de los países nórdicos, en la que tanto hombres como mujeres se encargan del cuidado y en los que, además, el estado suministra los servicios públicos de cuidado. Aquellos países en los que las tareas de cuidado quedan a cargo del mercado son aquellos en los que la desigualdad es mayor. Por último, conviene aclarar que todas aquellas medidas que dan permisos de maternidad únicamente a las mujeres empiezan siendo favorables pero conforme se va extendiendo el permiso de maternidad van incrementando las tasas de pobreza. Esto es porque las

7 Según varias definiciones prototípicas, las políticas de trabajo y familia son aquellas que incluyen permisos familiares y por maternidad/ paternidad pagados o no pagados, pensiones y permisos de cuidado, políticas de cuidado de menores que apoyen el cuidado subsidiado o proveído por el estado, y políticas de compaginación laboral. 8 Quiero matizar que, por dificultades de medición, las autoras incluyeron dentro de “other women” a madres solteras, familias monoparentales, mujeres emparejadas con otras mujeres y otros tipos de convivencia no formadas por una pareja heterosexual.

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apartan del mercado laboral, con todos los riesgos que ello comporta. Es importantísimo combinar transferencias de dinero con la permanencia de la mujer en el mercado laboral e imprescindible involucrar a los hombres en las tareas de cuidado. De todos modos, un Estado del bienestar, aunque sea potente, no deja de actuar bajo las mismas lógicas productivas capitalistas, y no cuestiona el mercado como tal. Dependiendo del tipo facilita las cosas a ciertas mujeres y externaliza la condición de vulnerabilidad a otras personas -principalmente otras mujeres de clase trabajadora, normalmente inmigrantes9- que pasan a realizar todas esas acciones. En ningún caso pone al cuidado al mismo nivel que el trabajo productivo. Esto motiva críticas…

La crítica feminista al estado benefactor. El estado benefactor es insuficiente para las demandas de algunos sectores del feminismo. El trabajo de cuidado en el mejor de los casos es asumido por el estado mediante servicios públicos pero con una consideración inferior. En el peor de los casos sigue habiendo muchas tareas afectivas y de cuidado que siguen sin ser remuneradas. Esto es: siguen siendo trabajo gratuito y provocando situaciones más desventajosas. Para todo ello se proponen varias soluciones y todas hacen énfasis en una nueva idea del trabajo. Por un lado, nos encontramos ante la nueva economía feminista, la cual pide un nuevo marco de análisis laboral que sitúe al proceso de reproducción social como punto de partida para la comprensión del mercado. Se enfatizaría la importancia y relevancia de las tareas de cuidado que tienen lugar en el espacio doméstico y privado. La idea que subyace en su crítica al estado del bienestar es que por mucho que las mujeres estén mayoritariamente incorporadas al mercado laboral, esto no es sino un arrastre de esa vieja concepción que sigue atando a las mujeres a un doble contrato, uno que las liga a las posiciones productivas –si bien alejadas de los puestos detentores de responsabilidad- y otro en el que siguen ejecutando las tareas de reproducción domésticas, lo que acaba simbolizando una doble jornada. Una en la que el trabajo público es más precario que el de los hombres y el privado es gratis. Así pues, desde la nueva economía feminista se defiende que el trabajo no remunerado ejerce un rol central en la sociedad y su consideración debería ser tan importante como la del trabajo productivo. Hay otras dos alternativas que van asociadas a un cambio de la idea de trabajo. Por un lado, está la campaña por el

salario doméstico. Surgida a principios de los 70, cuenta con Silvia Federici como una de sus principales impulsoras. Para Federici, tal y como explica en su último libro “Revolución en punto cero”, el salario doméstico se encuadra en una perspectiva revolucionaria, “Es la demanda por la que termina nuestra naturaleza y comienza nuestra lucha porque el simple hecho de reclamar un salario para el trabajo doméstico significa rechazar este trabajo como expresión de nuestra naturaleza y, a partir de ahí, rechazar precisamente el rol que el capital ha diseñado para nosotras.” Esta campaña pretende mostrar que el trabajo reproductivo es trabajo y que la falta de identificación del mismo es fatal. Por otro lado, está la Renta básica universal10, la cual es un subsidio incondicional garantizado, una cantidad de dinero que se daría fija a todas las personas residentes en un territorio independientemente de su salario y condición. Se basa en el viejo precepto republicano que reza que una persona únicamente puede ser libre si tiene su existencia material garantizada. La renta básica ha sido apoyada por feministas como Carole Pateman, quien arguye: “sería importante para el feminismo y la democratización precisamente porque está pagada no a los hogares sino a los individuos como ciudadanos”. Conviene matizar que la renta básica no dará, por sí misma, una solución a todos los problemas de división sexual del trabajo. Lo que sí haría, seguro, es dar más poder negociador a las mujeres dentro del hogar y facilitar las cosas a algunas de ellas a la hora de elaborar un plan de vida más independiente.

La cruda realidad: el escenario neoliberal De todos modos, ahora toca salir del marco de lo deseable para pasar al más duro pragmatismo. En la actualidad se están implementando decisiones de raigón neoliberal. La base es que a partir de un estado fuerte11 se ejecutan medidas mediante las cuales se facilite el libre mercado de personas y productos. No es un rol pasivo. Dejar actuar al mercado bajo los preceptos del neoliberalismo implica aceptar que las diferencias sociales son necesarias y cuando se realiza el análisis, lo que ocurre es que se minimizan o cubren las injusticias existentes mediante la asunción de que la mejor forma de hacer funcionar la sociedad es mediante la acción del mercado y la generación de dinámicas competitivas continuas. Las condiciones de vida pasan a estar por detrás de la productividad. Como ya hemos visto en el gráfico, todos los países anglosajones que realizan políticas de trabajo y familia basadas en el mercado terminan por tener una mayor tasa de pobreza tanto para las madres heterosexuales como para las familias monoparentales, solteras y demás tipos.

9 Mirando holísticamente, las mujeres inmigrantes que vienen aquí normalmente dejan el cuidado de los familiares que tengan a su cargo a otras persones –normalmente mujeres- creando una cadena internacional de cuidado. 10 En palabras de Daniel Raventós sacadas de su libro “Las Condiciones materiales de la libertad: “Es un ingreso pagado por el estado a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre, o dicho de otra forma, independientemente de cuales puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva” 11 Por mucho que los partidarios del neoliberalismo traten de esconderlo, no olvidemos que el estado siempre actúa: tanto por acción como por omisión. Ninguna acción del estado es inocente. Y es que a pesar de que las representaciones neoliberales del estado lo presentan como una figura semejante a una abominable babosa engullidora de impuestos, la verdad es que se necesita unafigura estatal que mediante un control legislativo fije estas reglas del juego para el mercado. Dicho de otro modo, el neoliberalismo necesita, exige y construye un estado a su gusto. Es más, no únicamente está a su gusto, sino que interviene coactivamente preservando y fijando estas condiciones asimétricas del juego, interviniendo institucionalmente a favor del mercado. La igualdad de oportunidades nunca es real si las condiciones sociales no son las mismas para todos.

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La actual legislación laboral neoliberal que se está implementando desde la UE se basa en el concepto de flexicurity12, que pretende que aquellos trabajadores más propensos a alternar períodos de trabajo con períodos de inactividad, como serían las mujeres, puedan entrar a trabajar más fácilmente que con una legislación estricta. Se facilita la iniciativa privada al tiempo que se reduce el gasto público en cuidados, con lo que nos estamos encaminando peligrosamente al modelo anglosajón antes descrito. Asimismo, implican una pérdida de poder de negociación enorme para la clase trabajadora y una mayor precarización, generando además una mayor desigualdad entre grupos hegemónicos y grupos en situación de riesgo. El requerimiento de adaptación se confunde con incerteza. La incerteza con precariedad. El ciudadano es visto como un capital del que valerse y se quiere producir un mercado laboral más cambiante y precario, en el que se pasa del trabajo seguro al trabajo temporal. Son medidas destinadas a la empleabilidad, más que a generar unas condiciones sociales en las que se pueda construir una vida. Hemos visto que el análisis del trabajo de la economía establecida no tiene en cuenta el trabajo realizado por las mujeres en el hogar o bien lo devalúa. Para ello, el feminismo plantea varias soluciones que ayuden a considerarlo

o que mejoren las condiciones de vida. En el marco actual, está habiendo un gran retroceso tanto a nivel de derechos como de políticas, y hay mucho riesgo de que esto sea únicamente el principio. Las políticas neoliberales que se quieren implementar amenazan con traer mayores desigualdades sociales y la generación de nuevos charcos de vulnerabilidad, precariedad, pobreza y exclusión que se añadan a los ya existentes. Pero no únicamente eso, sino que pueden restar autonomía a las mujeres y las amenaza con volver a los roles tradicionales. Es un deber social intentar atajar y contrarrestar todas estas medidas para no volver a la caverna oscura. Todos somos interdependientes, pero sin embargo, como indica Cristina Carrasco, bajo modelos neoliberales “hemos construido un mito sobre la venerada y deseada independencia individual, reconociéndola como un valor social que es preciso conseguir”. Hemos llegado a una conceptualización individualista de la sociedad que lleva al individuo a considerarse como un empresario de sí mismo13. Se debe lograr una nueva concepción del trabajo que reconozca la dimensión social central del trabajo reproductivo y una visión de la economía que sea más justa y distributiva para con todas las personas, de forma que se pueda generar una economía más enfocada a la convivencia que a la competencia.

12 Según el documento de la Comisión de las Comunidades Europeas, titulado“Hacia los principios comunes de la flexiguridad” y que salió a la luz en 2007, pretende crear: “disposiciones contractuales flexibles y fiables, estrategias globales de aprendizaje permanente, políticas activas del mercado laboral eficaces y sistemas de seguridad social modernos” 13 Aquí no puedo entrar por razones de tiempo y espacio. Estamos a día 18, es viernes, es tarde, estoy cansado, las editoras me quieren matar y he de entregar hoy, pero el actual modelo de sociedad neoliberal se basa en la teoría del capital humano de Becker aplicada a lo macro. El individuo es un empresario de sí mismo y de sus capacidades que busca continuamente maximizar sus habilidades en contextos cambiantes y competitivos. La tabla está sacada de: Misra, Joya; Moller, Stephanie; Budig, Michelle J. (2008) WorkFamily Policies and Poverty for Partnered and Single Women in Europe and North America en Gender & Society 21, 2007, pp. 804-827 La imagen que encabeza este artículo pertenece a la película Working Girl (1988) dirigida por Mike Nichols.

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NICOLE GINELLI


Nos gustaría dar las gracias a todas las personas que han participado en este

número escribiendo artículos, haciendo ilustraciones y/o aportando ideas así como en la Jornada Feminista. También queremos agradecer a Cati Bestard, Aleix Clavera, Angela Pujol, Pablo de Pastors, Víctor Ginesta Rodríguez, Laia Arqueros, Alex Alvarado, Claudia Marés y a Bel Bufí por su ayuda en un momento u otro, ya sea haciendo fotos, serigrafía, como técnicos de sonido o haciendo de “chico/a para todo” y a los grupos Doble Pletina, Imperio y Vida.

FANZINE BULBASAUR BARCELONA OCTUBRE 2013



EN ESTE NÚMERO HAN

PARTICIPADO:

Lucía Muñoz Gerard Coll-Planas Mónica Tomàs White Nicole Ginelli María Forqué Laia Arqueros Víctor Ginesta Rodríguez

ENTREVISTAS A: Verónica Forqué Gudrun Gut


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