EL TIMO DEL FIN DEL PETRÓLEO

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EL TIMO DEL FIN DEL PETRÓLEO

TENEMOS PETRÓLEO DE SOBRA HASTA EL FINAL DEL SIGLO XXI

Prof. Juan C. Mirre Gavalda


ISBN: 978-84-686-1178-5 ISBN Ebook: 978-84-686-3253-7 Editor Bubok Publishing S.L. Impreso en EspaĂąa/Printed in Spain


EL TIMO DEL FIN DEL PETRÓLEO TENEMOS PETRÓLEO DE SOBRA HASTA EL FINAL DEL SIGLO XXI

Las posibilidades de encontrar petróleo en California son casi nulas. Servicio Geológico de los EE.UU. (USGS), 1886 Las posibilidades de encontrar petróleo en Texas son casi nulas. Servicio Geológico de los EE.UU. (USGS), 1891 Solo quedan reservas para 13 años más. Departamento de Interior, EE.UU., 1939 Solo quedan reservas para 13 años más. Departamento de Interior, EE.UU., 1951


PRÓLOGO Y AVISO PARA LECTORES IMPACIENTES Ante todo advertir al lector que en este libro se desgranan muchos datos y cifras que podrían aburrir a quienes no disfrutan habitualmente con tópicos tales como los análisis de mercados, las estadísticas de producción, los datos de consumo o las previsiones económicas. Si Ud. nunca quiso ser admitido en semejante club de malabaristas de números, le sugerimos que ignore casi todo el contenido del libro y vaya directamente a las CONCLUSIONES donde de forma breve y sencilla se explica que tenemos petróleo para un buen rato. Si a pesar de la advertencia insiste en recorrer el total de las páginas, debe saber que prácticamente todo el batiburrillo de cifras, tablas y diagramas están fundamentalmente basadas en las Estadísticas Anuales que publica la BP (exBritish Petroleum) y que destacan por su regularidad y continuidad (permite comparar hasta 30 o más años hacia atrás las cifras de reservas, producciones, etc.). Los datos que presenta BP son aceptados por la gran mayoría de los analistas del mercado de hidrocarburos y de hecho apenas difieren de las de otros organismos como son la Agencia Internacional de la Energía, el U.S. Geological Survey (Servicio Geológico de los EE.UU.) u otros organismos oficiales de prestigio internacional. Con respecto a las abreviaciones se ha tratado de evitarlas en lo posible, aunque en los casos de unidades muy repetidas se ha utilizado bbl por “barriles” de petróleo, que es la forma más habitual y universal de presentar los datos económicos del crudo. En algunos casos se ha utilizado bbl/d o “barriles por día” o bbl/año o “barriles por año”. Otra abreviación frecuente es la de u$/bbl o sea dólares americanos por barril. También advertimos que el uso del término “billón” en castellano no es equivalente al “billion” inglés. En español se llama billón al millón de millones, o sea 1012, lo que equivale al “trillion” en inglés. Para evitar confusiones casi


siempre se habla de “miles de millones” (109). La información contenida en este libro puede recabarse de internet sin ninguna dificultad, tanto en lo concerniente a las menciones de personas, como a las referencias de institutos, fundaciones, universidades y organismos estatales o internacionales. Respecto a los datos estadísticos que no se refieren a producciones y reservas que casi siempre se han extraído de los informes anuales de BP, en todos los casos se han citado las fuentes que pueden ser consultadas en internet. Cualquier persona puede obtener en la red de internet la misma información y los datos que se han utilizado para escribir este libro, ya que no contiene ningún tipo de información confidencial ni privada. En algunos casos se han extraído frases o datos de revistas científicas o de divulgación científica o técnica que pueden encontrarse en cualquier hemeroteca pública o universitaria. Es por ello que no hay citas bibliográficas ni bibliografía, cuando se quiera un detalle de la fuente o del dato, bastará con teclear el término en cualquier buscador para poder contrastar la información. El autor es geólogo y ha trabajado en distintos campos de la geología económica o aplicada durante más de 40 años, tanto en Europa como en América Latina y conoce perfectamente cuales son los criterios técnicos utilizados para las evaluaciones de reservas. Sin embargo, la intención de este libro no es la de hacer un análisis exhaustivo de los volúmenes de reservas ni de diferenciar reservas de recursos o entrar en la compleja jerga que está imponiéndose en la actualidad. Las reservas indicadas en este trabajo son simplemente las que indican las estadísticas de BP y se supone que se trata de volúmenes extraíbles o aprovechables. Por otro lado no vale la pena hilar demasiado fino, ya que hoy en día las técnicas de Recuperación Mejorada y de sondeos dirigidos están evolucionando tan rápidamente que en pocos años un petróleo que ayer se consideraba como imposible de extraer o aprovechar, ahora puede bombearse hasta la superficie sin grandes dificultades. Muchos yacimientos que se “agotaron” hace años, hoy está siendo “resucitados” y llevados otra vez a producción. Claro está, siempre que el precio del barril lo justifique. La intención de este libro es alertar a los ciudadanos libres que se está jugando con el miedo, que se está presentando una amenaza fantasma muy alejada de la realidad. La intención no es otra que despertar conciencias, hacer ver que la botella que se nos presenta como medio vacía, está en realidad medio llena, o incluso, casi llena del todo.


En los albores del siglo XIX los luditas atacaban las fábricas textiles e hilanderías de Inglaterra. Fueron los artesanos textiles quienes desencadenaron el movimiento de protesta debido a que las nuevas máquinas permitían el trabajo de obreros sin formación, condenando a los artesanos a quedarse sin trabajo. Estos entendieron que las máquinas podrían reemplazar a la mano de obra y que los obreros se quedarían sin fuente de ingresos y condenados al hambre y a la miseria. El objetivo de los luditas fueron las máquinas y por ello incendiaron y destruyeron fábricas, a lo que se respondió con una fuerte represión. El movimiento se extendió por toda Europa, llegando incluso a España, donde tuvo una repercusión muy tardía en Alcoy con la que curiosamente se llamó “la rebelión del petróleo”. Los principales líderes pronto comprendieron que los auténticos enemigos eran los empresarios y se transformaron en los primeros socialistas o anarquistas con reivindicaciones más reales y concretas, mientras que la industria continuó su imparable progreso y expansión. Al igual que los luditas que confundieron su objetivo de lucha, hoy en día muchas personas simpatizan con aquellos grupos ecologistas que en alguna medida son los herederos del ludismo. Para ellos el petróleo es la “bestia negra” que contamina aire, suelos, aguas y mares. Pero eso es remediable y reducible, en cambio, detener la maquinaria de extracción de las reservas que nuestra madre tierra acumuló durante millones de años para calentar e iluminar nuestros hogares, para poder desplazarnos y comunicarnos y para tantas otras cosas, sería un absurdo total. Dependemos del petróleo casi tanto como de las plantas y del sol, el aceite mineral nos facilita el acceso al futuro, un futuro al que pronto llegaremos. Un fantástico futuro en que, como las plantas, solo necesitemos al sol como única fuente de energía.


INTRODUCCIÓN Nadie puede negar que el petróleo se acabe algún día. Al igual que el gas natural o el carbón o la turba. A diferencia de los recursos mineros metálicos, que nunca se acabarán por el simple hecho de ser reciclables, los combustibles fósiles, una vez quemados y transformados en CO2 gaseoso y vapor de agua, no pueden volver a utilizarse, ni siquiera por medio de una costosa tecnología. Son recursos finitos y no renovables, debido a que son fósiles, es decir materia biológica muerta. La turba es el único combustible fósil que se está generando ante nuestros propios ojos, es un carbón especial que se produce de forma rápida y continua, no obstante a pesar de ello, necesita algunos siglos para poder transformarse en una masa susceptible de ser quemada o aprovechada. Por lo tanto, decir que el petróleo se va a terminar o que llegará un día en que el volumen que se extraiga será inferior al de su consumo potencial, es algo innegable. Pero sin embargo lo más probable es que nunca se llegue a ese momento y que en algún momento surja un elemento de reemplazo. En la historia se han registrado varios casos en que una novedad salva del peligro inminente a la civilización y al progreso. Al fin de cuentas, la propia invención de la agricultura y la ganadería, hace unos 10.000 años, fue una fórmula que permitió reemplazar al paupérrimo y agotador sistema de recolección de plantas comestibles dispersas y la persecución de piezas de caza cada vez más escasas y distantes. Tomemos como ejemplo la madera y los bosques. A partir del siglo XIII los reyes y legisladores británicos empezaron a preocuparse seriamente por la progresiva disminución de las áreas boscosas en las Islas Británicas, debido tanto a las necesidades crecientes de madera para distintos fines (construcción, mobiliario, buques, etc.) o como combustible, bien de forma directa como leña, o como materia prima para fabricar el carbón de leña que necesitaba la creciente industria artesanal (la fabricación de cerveza necesita gran cantidad de combustibles para generar vapor de agua y tostar la cebada). Debe tenerse en cuenta que solo para cocinar y calentarse, una familia europea consumía en la Edad Media del orden de dos toneladas de leña al año. Y que las necesidades de la creciente industria metalúrgica eran enormes (p. ej.: se


necesitaba una tonelada de leña para fundir 4 kilos de mineral de cobre). A finales de la Edad Media las familias pobres europeas no podían pagarse un ataúd de madera y debían alquilarlo para la ceremonia para luego devolverlo después del entierro. En muchas catedrales inglesas y francesas se utilizó madera importada de Escandinavia que resultaba más barata y adecuada que la local. Gran parte de la reconstrucción de Londres después del “Gran Fuego” de 1666 se hizo con madera importada de Alemania y Suecia. El mítico bosque de “Sherwood Forest” donde acaecieron las legendarias aventuras de Robin Hood y su banda de justicieros acabó desapareciendo totalmente bajo la república de Cromwell, antes de finalizar el siglo XVII. Para entonces ya se utilizaba con frecuencia la hulla o carbón mineral en reemplazo del carbón vegetal o de la leña. Al principio su extracción era artesanal y limitada a las capas más superficiales, pero con el paso de los siglos fue desarrollándose y tecnificándose hasta transformarse en una potente actividad minera en los albores de la “revolución industrial” del siglo XVIII. Hay varios estudios históricos que demuestran que si no hubiese sido por la minería del carbón los bosques británicos habrían desaparecido totalmente entre 1820 y 1830. Así, la hulla suplantó al carbón de leña y a la propia leña, salvando a los bosques de su total desaparición. Según el historiador N. F. Cantor, toda Europa occidental se encontraba al borde del desastre a principios del siglo XVI debido a la casi total desforestación que mermó la posibilidad de cazar en los bosques, lo que antes era fundamental para que las clases más humildes pudiesen completar una dieta pobre en proteínas. Fue entonces, gracias al desarrollo de la minería del carbón y la expansión de los nuevos cultivos de maíz y patatas procedentes de América (de mayor rendimiento calórico por hectárea), que se logró recuperar el equilibrio ecológico y reforestar las tierras menos productivas.


PARTE A LO QUE AFIRMAN LOS FATALISTAS

1 - LOS PRIMEROS AGOREROS Solo quince años después de que manase petróleo del famoso sondeo dirigido por el “Coronel” Edwin Drake en Titusville (Pensilvania), es decir, en 1874, el geólogo jefe del servicio geológico de Pensilvania, tuvo el honor de introducirse en las páginas de la Historia del Petróleo como el primer agorero que declaró el inminente fin del recurso: calculó que solo quedaban reservas de queroseno para cuatro años más. Según sus previsiones, en 1878 los americanos estarían condenados a volver a alumbrarse con las antiguas lámparas que quemaban grasa de ballena. La predicción, por supuesto no se cumplió y en pocos años las lámparas que quemaban el queroseno derivado del petróleo se empezaron a encender por las noches en casi todo el planeta, debido a que se trataba de un producto de bajo coste y mayor eficacia en comparación con los demás combustibles. B. Lomborg nos recuerda en su libro “El Ecologista Escéptico”, que en el año 1914 el Servicio Minero de los EE.UU. (USBM) estimó que solo quedaba petróleo para 10 años más, en tanto que en 1939 el Departamento de Interior anunció que las reservas se agotarían en 13 años. Con el cambio de siglo y en pocos años el petróleo pasó de ser la materia prima para el ya obsoleto queroseno para lámparas a la elaboración de gasolina y gasóleo para los automóviles recién inventados, lo que obligó a extraer más petróleo a medida que los motores de combustión se popularizaban. La Primera Guerra Mundial no solo puso en evidencia que la gasolina permitía movilizar


tropas, cañones e intendencia de forma mucho más eficiente que los caballos y el ferrocarril, sino que como consecuencia de la revolución de los soviets, se cortó el flujo del petróleo ruso de Bakú (hoy Azerbaiyán), provocando la primer gran crisis europea de combustibles líquidos. Fue entonces cuando los EE.UU. pasaron a ser el principal proveedor de hidrocarburos de occidente y la producción se aceleró tanto que en 1919, el USGS (Servicio Geológico de los EE.UU.) publicó un informe donde se señalaba que en el territorio americano solo quedaban reservas suficientes para nueve años más. Pero lo más sorprendente de ese informe no fue su errónea predicción sino al hecho de no conceder importancia alguna al revolucionario descubrimiento del yacimiento de Spindletop, Texas, en 1901 y los sucesivos nuevos campos petrolíferos que se iban sumando para acabar transformando al estado de Texas en el mayor productor mundial de petróleo durante varias décadas. Pero los expertos catastrofistas del USGS no cejaban y en 1920 la oficina declaró que las reservas mundiales de petróleo nunca superarían los 60.000 millones de barriles (2 años del consumo mundial anual actual). Luego, en 1950, como no se paraba de descubrir nuevos yacimientos, se vieron obligados a corregir la cifra, multiplicándola por diez. Finalmente, en 1995 se presentó un cálculo de dos billones de barriles (2.000 x 109 bbl), cifra que está claramente por encima de las últimas estimaciones de 2012 que cifran las reservas mundiales en 1,652 billones de barriles (1.652 x 109 bbl).

2 - ¡EL PETROLEO SE ACABA! Si bien las teorías catastrofistas sobre el próximo o inmediato agotamiento de los pozos petroleros llevan anunciándose desde hace más de un siglo, la verdad es que a los agoreros esta práctica se les pone cada vez más difícil. Tantas veces han gritado ¡el lobo, el lobo! que es posible que dentro de poco, ya nadie les haga caso. Y es que en realidad, el lobo no existe. Lo único que existe es la certeza de que el petróleo almacenado en las rocas sedimentarias del planeta algún día se acabará, ya que aparentemente se trata de un recurso no-renovable (recordemos que hay una teoría abiogénica del petróleo, que en caso de ser cierta, este no se acabaría nunca). En realidad los pretendidos futurólogos intentan fijar una fecha para el


acontecimiento o al menos predecir para dentro de cuantos años el mundo se aproximará a una situación cuasi-catastrófica de que vayamos con nuestro automóvil a la gasolinera y nos encontremos con el cartel de “cerrada por falta de suministro” o que llegue a repetirse por tiempo indefinido un racionamiento como el experimentado por muchos países en alguna de las anteriores “crisis del petróleo”. Todas las predicciones sobre el “próximo” agotamiento del petróleo se basan en dos premisas fundamentales. i - Que al ser el petróleo un recurso no renovable, en algún momento se acabará. Cuando se descubre un yacimiento de petróleo y se inicia su extracción, el volumen del crudo desenterrado va aumentando a medida que se hacen más pozos para bombear el recurso, al tiempo que las reservas van disminuyendo. En algún momento de la vida del yacimiento se llega al “máximo”, “optimo de extracción” o “cenit”, a partir del cual la producción empezará a disminuir hasta que la cantidad extraída sea tan pequeña que su bombeo hasta la superficie ya no resulte rentable. Este concepto de rentabilidad es fundamental, ya que dependerá del precio del petróleo. Por ejemplo, podría parecer poco rentable mantener una instalación de bombeo funcionando si lo que se está obteniendo son solo 10 barriles diarios que pueden venderse al 30u$/barril, pero seguramente no se dudará en mantener el bombeo (con todos sus costes incluidos, tales como inspecciones técnicas, almacenamiento y traslado del crudo extraído, medidas de seguridad, separación del agua y los gases que acompañan al crudo, etc.) si el precio del crudo en el mercado supera los 100u$/barril. Entre los años 1973 y 1985 se reabrieron muchos pozos abandonados en los EE.UU. y otros países debido a la brutal alza de los precios del crudo. Este mismo fenómeno se repitió en los últimos años a partir del 2005, produciéndose incluso la “re-perforación” de antiguos pozos para mejorar el rendimiento de la extracción (es el caso del antiguo yacimiento de Ayoluengo en Burgos, España, que fue recientemente re-perforado, reanudándose la producción después de varios años de inactividad). En realidad la relación entre la explotación de un recurso y su precio es una perogrullada tan obvia que no merece la pena molestarse en explicarla, ya que ignorarla es de necios. Es obvio que un agricultor no se molestará en recoger las naranjas de su finca si el precio del mercado no le compensa el esfuerzo o los costes, mientras que se apresurará a contratar jornaleros y equiparse de envases y medios de transporte en cuanto el precio de mercado de las naranjas se dispare.


Otro problema que puede surgir en el caso de haber hecho una mala planificación de la extracción del crudo es que se genere un fenómeno de sobreexplotación, tal como sucedió en el pasado en muchos yacimientos. Dado que el petróleo (un aceite) sobrenada sobre una lámina de agua (normalmente salada) si se lo bombea ejerciendo demasiada succión puede producirse una invasión de la capa de agua subyacente que inutiliza el pozo. Los geólogos y los ingenieros de petróleo tienen que saber calcular cual es el rendimiento del yacimiento para evitar estos desastres técnicos. En consecuencia, a veces resulta más rentable y seguro extraer el crudo con pocos pozos y sacando pequeños volúmenes que “apurar” al yacimiento y agotarlo rápidamente dejando un alto porcentaje de reserva en la profundidad cuya extracción puede resultar muy onerosa. Los políticos, los economistas y la mayoría de la gente consideran, que en general, se puede decir que la explotación normal de un yacimiento seguirá una distribución gaussiana: una campana cuya parte más alta o “cenit” se situará en la producción máxima obtenida de ese yacimiento en la historia de su explotación. Como hemos visto, la extracción del petróleo que se encuentra embebido en una roca porosa en profundidad tiene un coste y como también hemos visto, ese coste está relacionado con el rendimiento que se obtenga del bombeo (no es lo mismo extraer 10bbl/d que 100bbl/d). Pero ese rendimiento no solo está ligado con el volumen de petróleo que queda en profundidad, sino también con la técnica de extracción (por eso se re-perforan pozos antiguos). Como veremos más adelante, hay técnicas de recuperación mejorada, que permiten sacar más jugo del yacimiento, técnicas que están mejorando cada día. La consecuencia de todo esto es que la famosa “Campana de Gauss” resulta ser asimétrica, tal como puede verse en la FIGURA 1, con una pendiente pronunciada en los primeros años de vida del yacimiento y luego un declinar muy suave a lo largo de los años a medida que van disminuyendo las reservas. ii – Que nunca se logrará extraer la totalidad del petróleo que se encuentra almacenado en las rocas en profundidad. En la naturaleza, los hidrocarburos se encuentran como un líquido, más o menos viscoso, que impregna determinadas rocas porosas. La cantidad de petróleo que empape una roca o sedimento dependerá del número de poros que esta contenga; cuanto más porosa, más liquido ocupará el espacio entre los granos minerales y más fácil será extraerlo. Pero siempre se llegará a un punto en que el petróleo adherido a los granos minerales será imposible de “despegar” de su superficie. Un símil que ayuda a comprender este concepto fundamental es comparar la roca almacén impregnada de petróleo con una toalla empapada. Si se la retuerce se


logra sacar mucha agua, pero hay un límite a partir del cual ya no se logrará sacar ni una gota más, por fuerte que se la retuerza. Como veremos más adelante, se utilizan varios métodos para intentar extraer la máxima cantidad posible del hidrocarburo que impregna la roca, lo que se conoce como “Recuperación Mejorada” (EOR).

3 - LA CURVA DE PRODUCCIÓN HISTORICA NO ES UNA CAMPANA DE GAUSS La historia de la producción de un yacimiento petrolífero empieza con la extracción desde un primer pozo, generalmente el pozo de su descubrimiento. Nos encontramos en el origen o la base de la curva. A medida que se van haciendo nuevos sondeos aumenta el volumen del petróleo que logra extraerse y así se pasa de un “pozo descubridor” a “un yacimiento”. Años después se llega a un momento en que el número de sondeos realizados por encima del yacimiento es suficientemente denso como para permitir la definición de sus parámetros fundamentales: reservas y rendimiento óptimo de extracción. En seguida se alcanza la “meseta” (no el “cenit”) de rendimiento: ya no tiene sentido seguir aumentando el número de pozos de extracción puesto que la producción se mantendrá prácticamente estable. Pocos años después se entra en la fase de “disminución del rendimiento”, es decir, que baja la productividad por pozo y es en ese momento cuando se hacen los análisis económicos que sirven para decidir el empleo de una técnica de Recuperación Mejorada primaria (EOR), por ejemplo, inyectar agua. Mediante su empleo no solo se detiene la caída de la producción sino que incluso se suele aumentar el rendimiento del yacimiento a cifras muy cercanas a la antigua “meseta”. Después de transcurrido un tiempo (normalmente unos años), la recuperación vuelve a caer. Es posible que entonces la empresa decida una nueva fase de EOR o Recuperación Mejorada secundaria o terciaria, mediante el empleo de técnicas más complejas como la inyección de vapor de agua, de productos químicos emulsionantes o la inyección de CO2 (ver más adelante: “Las técnicas de Recuperación Mejorada”). Este ciclo de técnicas de recuperación permite que la caída de producción o los años de madurez de un yacimiento petrolífero se extienda muchos años más de los que pudiese predecir una simple “Campana de Gauss”. En la actualidad hay técnicas de recuperación que permiten extraer hasta el 55 o 60% del petróleo “in


situ”, o sea algo más de la mitad del fluido que ocupa los poros de la roca almacén (que normalmente se reemplazan por agua). Un ejemplo teórico de la diferencia entre la curva de producción histórica de un yacimiento aplicando las técnicas de Recuperación mejorada en comparación con la “Campana de Gauss” puede verse en la FIGURA 1. De hecho, las estadísticas de producción petrolera de los EE.UU. revelan que durante el año 2011, el 60% de la producción total provenía de los llamados “strippers”, los viejos pozos que se encuentran más allá de su “agotamiento” y de los que se bombean menos de 10 bbl/día. No debe olvidarse que en la mayoría de los casos es más rentable aumentar en, p. ej., un 10% la productividad de un viejo yacimiento, que iniciar la explotación de uno nuevo. Los antiguos campos suelen disponer de una infraestructura de accesos, explotación, purificación y transporte del petróleo extraído que se ahorra con respecto a la apertura de un campo virgen. También hay consideraciones de otro tipo como podrían ser las variables ambientales, económicas y/o políticas que pueden favorecer la inversión en técnicas de recuperación secundaria en un campo antiguo en lugar de desarrollar uno nuevo.

4 - EL ERROR DE KING HUBBERT A mediados de 1950 los geólogos e ingenieros petroleros de los EE.UU. ya contaban con datos estadísticos de producción y experiencia suficiente como para poder predecir tanto los máximos de producción de los yacimientos


americanos como sus volúmenes de reservas. Fue entonces, en el año 1956 y en una reunión del American Petroleum Institute en San Antonio, Texas, cuando el geofísico Marion King Hubbert (1903-1989) se atrevió a dar un triple salto mortal: extrapolar la distribución gaussiana demostrada en varios yacimientos americanos a la TOTALIDAD DE LAS RESERVAS DE PETROLEO DEL PAÍS. Entonces expuso su teoría de que los reservas extraíbles de petróleo para los estados continentales (Lower 48 States) de los Estados Unidos (excluida Alaska, Hawái, Puerto Rico y campos offshore) podían ser estadísticamente consideradas como una distribución gaussiana. Según esta teoría a medida que se van descubriendo nuevos yacimientos de petróleo la producción del país aumenta y si se distribuye el aumento progresivo de la extracción en función del tiempo, se obtendrá una nueva CAMPANA DE GAUSS, cuyo cenit indicará en qué año se alcanzará la producción máxima y cuya superficie indicará el total de reservas extraíbles en ese país. ¿Y por qué un triple salto mortal? Porque la teoría de K. Hubbert ya no se basa en los parámetros físicos de un yacimiento determinado y en su ritmo de producción, sino en el total de petróleo producido por un país a lo largo de los años (téngase en cuenta que hasta 1956 los EE.UU. siempre fueron los mayores productores de petróleo del mundo). No es lo mismo la distribución gaussiana de la producción de un yacimiento que aplicar el mismo modelo estadístico para la historia de la producción de un país a lo largo de 100 años. Pero la teoría funcionó y los EE.UU. alcanzaron su cenit de producción en 1970, tal como K. Hubbert había predicho en 1956. Pero luego cometió un enorme e imperdonable error. En 1971, basándose en los datos de las reservas mundiales de petróleo conocidas hasta entonces, calculó la misma “Campana de Gauss” para los yacimientos de petróleo de todo el mundo y estimó que se alcanzaría el máximo de producción o “cenit” entre 1995 y 2000. Esta vez falló estrepitosamente y a pesar de que los agoreros utilizan todo tipo de pretextos para justificar un “retraso del cenit”, este sigue sin alcanzarse 17 o 12 años después de lo predicho. Entre los argumentos para justificar el “retraso del cenit” se señala “la crisis energética del 1973”, cuando disminuyeron los suministros y la producción de crudo, algo que fue de cortísima duración y totalmente eclipsado por el brutal aumento de precios del petróleo que contribuyó a un relanzamiento de la exploración. Otro argumento similar es el de las recesiones económicas de los años 80 y 90 que redujeron la demanda del petróleo, algo que si bien puede tener


un efecto tenue sobre el volumen de extracción mundial, es absolutamente nimio comparado con efectos que apuntan a todo lo contrario, como son: a) la caída del Muro de Berlín y el posterior desmembramiento de la URSS con la consecuencia de un incremento del consumo de petróleo y sus derivados en los antiguos países socialistas (especialmente de las gasolinas y del gasóleo para el transporte). b) el auge económico y el desarrollo industrial de China y la India que se han transformado en grandes consumidores de petróleo. c) La congelación de nuevos proyectos de centrales nucleares tras los accidentes de Three Mile Island y Chernóbil, que obligaron a echar mano de nuevos proyectos basados en centrales térmicas que quemasen petróleo o fuel-oíl, para poder mantener la producción eléctrica planificada en reemplazo de las nucleares. Todos estos importantes factores no solo compensan las débiles reducciones del consumo ya señaladas, sino que además debería haber “adelantado el cenit” a alguna fecha anterior a los años 1995 o 2000.

5 - LOS FATALISTAS SE EQUIVOCAN UNA Y OTRA VEZ En 1995 La revista World Oil publicó un artículo escrito por el entonces prestigioso geólogo L. H. Ivanhoe quien predijo que la producción mundial de petróleo alcanzaría su “cenit” máximo entre 1996 y 2000. Como en el caso de C. Campbell y J. Laherrère, que veremos más adelante, demostró estar totalmente equivocado con su frase más lapidaria: “Los que defienden el nada científico concepto de que hay suficientes reservas de petróleo esconden razones políticas. La mayoría de los yacimientos explotables de petróleo ya han sido encontrados y una crisis inevitable se producirá a principios del próximo siglo”. Tan convencido estaba de sus ideas que con un grupo de profesores y amigos de la famosa Colorado School of Mines fundó el M. King Hubbert Center for Petroleum Supply Studies, con la misión de recoger y analizar información sobre las disponibilidades mundiales de petróleo. El centro publicaba noticias sobre los resultados de sus investigaciones, pero dejo de hacerlo en el año 2003, con motivo del deceso de L. H. Ivanhoe que no


llegó a enfrentarse con la desagradable evidencia de que el “cenit” máximo no se alcanzó ni en el 2000 ni en el 2012. Tampoco pudo enterarse de que, a pesar de su frase lapidaria, se encontraron muchos nuevos yacimientos de crudo después de su terminante artículo de 1995. La AIE (Agencia Internacional de la Energía) es un organismo dependiente de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) o “Club de los Países Ricos” (aunque por esas cosas de la ambigua e hipócrita política americana, actualmente China no está incluida, pero sí lo están “países ricos” como Grecia, Eslovenia, Estonia, Lituania, Chile y México). Fue creada en 1973 como respuesta a la crisis del petróleo y su objetivo fundamental es el de mantener el abastecimiento petrolero de sus estados miembros. En noviembre del año 2010, la AIE anunció que el cenit de producción de crudo se había alcanzado en ¡el año 2006! O sea, que según ellos deberíamos llevar 5 años de producción declinante, cuando ocurre todo lo contrario. De acuerdo con sus cifras, en el año 2006 la producción de crudo alcanzó los 68 millones de barriles diarios (su máximo) y considera que los 14 millones restantes hasta los 82 millones de bbl/día producidos en 2010, corresponden a “producción de petróleo no convencional” y “líquidos derivados de la producción de gas (líquidos de condensados)”. Pero esto en realidad es un falso truco para justificar una predicción errónea. De esta manera todo el petróleo que se produzca por encima de los 68 millones de bbl/d será “in eternum” “petróleo no convencional” dado que el “cenit” del petróleo convencional ya se alcanzó en 2006. Un argumento que da risa. No hay “petróleo convencional” y “petróleo no convencional”. Simplemente hay petróleo almacenado en las rocas que se extrae con distintas técnicas y luego se vende al mercado como “petróleo”, que se lleva a las refinerías para obtener subproductos y que cotiza internacionalmente por barril independientemente de que provenga de pizarras, de Recuperación Mejorada o de plataformas marinas. Diferenciar “convencional” de “no convencional” es simplemente un engaño estadístico para justificar predicciones equivocadas. De la misma manera absurda que los agoreros diferencian “convencional” de “no convencional” se podría hablar de “Agricultura Convencional” si no se usan ni semillas hibridas selectas, ni fertilizantes, ni pesticidas, ni herbicidas. O “Minería Convencional” cuando el carbón se extrae mediante labores subterráneas de “Minería No Convencional” cuando se obtiene mediante explotaciones mecanizadas a cielo abierto.


Pero el colmo de los agoreros son un grupo de personajes agrupados en la denominada ASPO (Association for the Study of Peak Oil = Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo), fundada por Colin Campbell en el año 2000. Estos declaran que sus predicciones se basan en otros datos, además de la Campana de K. Hubbert, aunque nunca aclararon cuáles son. De todas formas, en sus objetivos fundacionales indicaron que el máximo de producción ya había ocurrido en 1997 y como no fue así, postergaron sistemáticamente el “cenit” en años sucesivos hasta el último informe del año 2011, donde justifican el “cenit” en el 2006 (ya se olvidaron del de 1997) mediante la artimaña inventada por la AIE y ya mencionada. Más adelante volveremos a incidir sobre los monumentales errores de la ASPO y C. Campbell. ESTIMACIONES DE LA ASPO en diciembre 2004, en millones bbl/d (el real 2010 entre paréntesis)

Cénit del offshore en aguas profundas = ¡¡2009!! El Club de Roma tiene el merito de haber sido una de las más tempranas organizaciones en llamar la atención sobre el futuro agotamiento del petróleo; lo hizo ya en 1968, en el primero de sus conocidos informes sobre los “Límites del Crecimiento”. Esta organización independiente es una amalgama de científicos, personalidades relevantes en el campo de la política, de la economía, antiguos jefes de estado y en general “gente importante”. La versión del informe publicado en 1972 estimaba unos 20 años para alcanzar la máxima producción mundial de petróleo, lo que la distingue como una de las predicciones más alejadas de la realidad. Veinte años después, en 1992, se publica un nuevo informe: “Más allá de los límites del crecimiento” en el que se expone que la sociedad ya ha sobrepasado la capacidad del planeta para sostener a la población humana. Finalmente en 2004 le sigue otra declaración del “desastre inminente” en el informe “Los límites del crecimiento, 30 años después”. Lo lamentable es que 40 años después del sistemático incumplimiento de todas las predicciones del Club de Roma todavía hay científicos y políticos que defienden sus reiteradas “alertas” y se basan en sus “predicciones” para planificar economías regionales e incluso para


proponer medidas a adoptar a escala planetaria. Pero hay más. El Informe Hirsch, también denominado con el pomposo nombre de: “Máximo de la Producción Mundial de Petróleo: Impactos, Mitigación y Gestión de Riegos”. Es el resultado de un encargo que el Departamento de Energía de los EE.UU. hizo a un equipo de técnicos dirigidos por el ingeniero Robert Hirsch en el año 2005. En realidad el informe no da una fecha concreta a partir de la cual la producción mundial empezará a caer irremediablemente, pero sí en cambio propone una serie de medidas encaminadas a la búsqueda e implementación de medidas correctoras del consumo y compensadoras de la generación térmica (energías alternativas). En una de sus últimas versiones, la de 2010, el Informe Hirsch se arriesga a señalar que en el 2015 se alcanzará la máxima producción petrolera mundial o “cenit”. Otro personaje curioso es David Straham que se autocalifica de “periodista especializado en temas de energía”. En el año 2007 publicó un libro titulado “The Last Oil Shock” (La última conmoción del petróleo) y es el autor de la página web: www.davidstraham.com. Una de las más intrigantes secciones de su página web lleva como nombre el de “Depletion Atlas” que puede traducirse como “Atlas del Agotamiento”. En este mapamundi expone unos 60 países que ya han alcanzado su cenit de producción y que por lo tanto ya se encuentran en fase de agotamiento de sus reservas. Pues bien, entre los “países agotados” se encuentra nada más y nada menos que ¡Venezuela, el país con mayores reservas del mundo! Según el “experto” D. Straham, Venezuela alcanzó su máxima producción en 1970, cuando se extrajeron 3.754.000 bbl/d y desde entonces ha bajado hasta los 2.471.000 bbl/d de 2010. Pero lo que este señor no dice es que Venezuela ya tuvo otras dos etapas de producciones menores, con posterioridad a 1970, como la de solo 1.744.000 bbl/d en 1985 o la de 3.480.000 bbl/d en 1998, que no está muy lejos de la de 1970. Pero lo más absurdo y en total contradicción con la propia teoría de K. Hubbert es decir que un país que declara tener casi 300.000 millones de barriles de reservas, o sea, las suficientes para abastecer de petróleo a todo el mundo durante 10 años, esté hoy en agotamiento. Se trata de una contradicción esencial respecto a la teoría de K. Hubbert ya que el área que encierra la Campana de Gauss equivale al petróleo total extraíble del país (en realidad de un yacimiento) y si fuera cierto que Venezuela tuvo su cenit en 1970 las reservas estimadas por Straham no llegarían ni a la décima parte de las declaradas oficialmente.


Un detalle importante sobre la Campana de Gauss Por definición y por matemáticas, el área que encierra la Campana de Gauss (la superficie que se encuentra definida entre la curva de la campana y la abscisa del diagrama, donde normalmente se señalan los años desde que el yacimiento o país empezó a tener producción petrolífera hasta el año de su previsible agotamiento) es igual a las reservas totales de petróleo de ese yacimiento o país. Esto vale tanto para la “campana” como para el área determinada por la verdadera “Curva de Producción Histórica” de un yacimiento petrolero, como se muestra en la FIGURA 1. Esto parece una obviedad, pero como veremos más adelante, hay fatalistas que consideran que países con ENORMES RESERVAS DE HIDROCARBUROS como VENEZUELA, por ejemplo, se encuentran en fase de agotamiento. Si eso fuera cierto, resultaría una campana de Gauss o una Curva de Producción imposible ya que nunca tendría una superficie igual a las reservas declaradas. Como veremos más adelante, este ejemplo se puede aplicar a muchos países que están considerados como en “agotamiento” cuando son los que ocupan los primeros puestos mundiales por su gran volumen de reservas (casos de Irán, Rusia, México, etc.) Las típicas curvas de producción histórica de muchos países se alejan notablemente de la clásica y teórica Campana de Gauss, debido a que sufren constantes vaivenes en su producción. Los altibajos están relacionados con circunstancias económicas, nacionalizaciones y privatizaciones, conflictos bélicos (como en los casos de Kuwait, Irak o Irán), o bien como resultado de políticas económicas erróneas y caprichosas, normalmente asociadas con los monopolios estatales del petróleo. No sería de recibo aplicar conceptos de “cenit” a los momentos álgidos de producción ni menos de “fase de agotamiento” en los intervalos de producción menguante. En muchos casos no es más que el resultado de la injerencia desastrosa de los políticos que consideran que no hay que gastar dinero en exploración ya que eso no produce votos ni les garantiza perpetuarse en el poder.

6 – LA POLÍTICA ES LA CLAVE PARA EXPLICAR ALGUNOS “AGOTAMIENTOS”


Otro ejemplo ilustrativo de la funesta injerencia de la política (aunque en realidad la palabra más ajustada es la de “corrupción”) en la industria petrolera es el de México. Si el lector tiene oportunidad de comparar los mapas de puntos de sondeos petrolíferos en el Golfo de México (p.ej. en Wikipedia: “Offshore oil & gas in the US Gulf”) verá una enorme densidad de puntos o localizaciones de pozos offshore en las aguas territoriales americanas y un vacío casi total en las aguas territoriales de México. Y es que mientras en los EE.UU. se han definido 190 campos petrolíferos en el Golfo mediante la realización de unas 4.000 perforaciones de exploración, en México apenas se han hecho unos 600 sondeos y si excluimos la zona de Cantarell-Campeche (que no es lo que geológicamente se considera como “Golfo de México” en el sentido más estricto), no se llega ni a los 400. Como dato ilustrativo, debe observarse que, mientras en el sector norteamericano del Golfo se perforan unos 50 sondeos anuales en aguas de más de 1.500 metros de profundidad (el primer sondeo en aguas de 1.524m de profundidad se completó en 1986), estando muchos de ellos localizados sobre profundidades de entre 2.000 y 3.000m, en México solo se han hecho una decena de sondeos sobre aguas de apenas 1.000m de profundidad. Casualmente, uno de estos sondeos permitió el descubrimiento del campo de Ayin, donde se estiman unas reservas de 334 millones de barriles, un rico campo inexplotado hasta el día de hoy. Puede decirse con total seguridad que a finales del 2011 el sector mejicano del Golfo de México se encuentra todavía inexplorado, mientras que en los EE.UU. la producción de petróleo de esa región representa unos 2 millones de bbl/día (un 40% de la producción americana) y es además una riquísima fuente de gas natural, que en parte se ¡exporta a México, país con déficit de producción de gas natural! Es posible que cuando los políticos mejicanos se distraigan con otros menesteres que les llenen los bolsillos y dejen que la industria desarrolle los recursos del Golfo, el país pueda superar ampliamente su producción actual e incluso exceder el “cenit” de los 3.824.000 bbl/d del año 2004. En su momento, el “agotamiento” de la producción mejicana de petróleo señalado por D. Straham se transformará en un nuevo “cenit” ¿alcanzará o rebasará los 4 millones de bbl/d? Increíblemente el Sr. Straham coloca no solo en “agotamiento” a Venezuela, el mayor país del mundo en reservas petroleras, sino también a Irán, que ocupa la tercera posición en el ranking mundial de reservas. El ridículo argumento que utiliza para poner a Irán en la lista de países cuya producción ya han entrado en la etapa de “colapso” se basa en la presunción de


que la producción máxima de 6.064.000 barriles/día alcanzada en 1974, comparada con la actual de 4.226.000 bbl/d indica que este país ya se encuentra en la mitad descendente de la “Campana de Gauss”. Como en los casos anteriores se trata de una contradicción esencial respecto a la teoría de K. Hubbert ya que el área que encierra la Campana de Gauss equivale al petróleo total extraíble del país (en realidad de un yacimiento), por lo que resulta que las reservas de Irán serían muy inferiores a los 137.000 millones de barriles oficialmente declarados. Con el mismo ridículo argumento se señala que otros países con grandes reservas ya han pasado su “cenit” máximo de producción y ahora se encuentran en “etapa de agotamiento”. En el caso de Rusia se considera el “cenit” en 1982 con una producción de 11.594.000 bbl/d, sin que importe que el tal “cenit” se haya mantenido durante ocho años hasta 1990, con producciones que siempre oscilaron alrededor de los 10-11 millones bbl/d, a la que siguió una leve caída, seguida inmediatamente de un “rebote” hasta los 10 millones de barriles/día; producción que este país mantiene desde 2006 hasta hoy (2011). No hace falta ser un experto analista político para relacionar la caída de la producción rusa entre 1990 y 2006 con las consecuencias económicas y sociales del caótico desmembramiento de la antigua URSS y el paso de un régimen estatizado comunista a una economía de mercado. La evolución histórica de los míticos yacimientos de Bakú nos ofrece un clarísimo ejemplo del grave error de confundir el cenit momentáneo de un campo petrolero por razones políticas o económicas con su “agotamiento”. Los yacimientos de Bakú tuvieron al menos 3 cénit distintos: el primero fue en 1901, cuando se alcanzaron los 212.000 bbl/d que permitían las técnicas de la época. Luego hubo un segundo cenit de 475.000 bbl/d cuando los ingenieros soviéticos modernizaron la extracción en 1940 para permitir que se llenasen los depósitos de combustible de los tanques y blindados que los nazis necesitaban para invadir toda Europa (sin tocar a la URSS). El tercero se logro en 1965 con 400.000 bbl/d, gracias a la perforación de los primeros pozos offshore en aguas someras del Mar Caspio. En la actualidad y con el desarrollo del campo offshore de Chirag-Azeri-Guneshli en aguas profundas del Caspio se producen casi 1.000.000 bbl/d, aunque es posible que no se trate de un nuevo cenit ya que se esperan nuevos descubrimientos y desarrollos en los próximos años. Matthew Simmons es otro de los más sombríos augures que acabó también confundiendo la “muerte de la era del petróleo” con su propia muerte. Al igual


que Bakhtiari, predijo el “cenit” o máximo de producción” para el año 2009, pero más bien fue él quien murió en el 2010, con solo 67 años de edad. Por supuesto, debido a las extrañas circunstancias que rodearon a su muerte, algo parecida a la del fulminante ataque al corazón que mató a Bakhtiari, ha dado origen a oscuros rumores y teorías conspirativas que hacen circular algunos grupos de opinión (la “mano negra” del Mossad o similares). Las teorías conspirativas son especialmente atractivas en el caso de Simmons ya que las circunstancias de su muerte son poco usuales: murió ahogado en la bañera de su casa. Para alentar aún más las sospechas, para aquel entonces, Simmons se había transformado en el principal instigador de las denuncias contra la compañía BP como consecuencia del desastre del pozo Macondo en el Golfo de México. Volviendo a su papel de agorero, este técnico fue uno de los promotores iniciales de la teoría de que Arabia Saudita engaña sistemáticamente con sus declaraciones oficiales de reservas. Simmons mantenía que según sus propios cálculos (basados en “filtraciones” de los técnicos saudíes), era seguro que el mega-yacimiento de Ghawar ya se encontraba en 2009 en franca “fase de agotamiento”. El yacimiento de Ghawar produce en la actualidad 5 millones bbl/d, aproximadamente la mitad de la producción de toda Arabia Saudita y el equivalente a la producción de CASI TODOS los pozos de petróleo de los EE.UU. Sus reservas se calculan (2011) en 71.000 millones bbl, lo que permitiría prologar su producción, al actual ritmo de extracción, durante unos 39 años más (hasta el 2050). Ghawar produce petróleo desde 1951, si bien a menor ritmo que el actual. Algunos expertos calculan que el yacimiento de Ghawar alcanzó su máxima producción en el 2005, en tanto que otros están en total desacuerdo e indican que todavía no ha llegado al “cenit” de producción máxima. Otra previsión catastrofista fue la que hizo en el año 2000 el ya mencionado Ali Morteza Samsam Bakhtiari, un ingeniero químico de la Compañía Nacional de Petróleo de Irán. Según sus cálculos el petróleo debería haber alcanzado su máximo de producción en el año 2007. En realidad fue una cruel predicción ya que ese fue el año de su muerte como resultado de un fulminante ataque al corazón cuando tenía 61 de edad. Bakhtiari formaba parte, junto con C. Campbell de la Oil Depletion Analysis Centre (Centro de Análisis del Agotamiento del Petróleo), una fundación creada en el Reino Unido por varios antiguos ejecutivos de distintas compañías petroleras y que tiene como misión fundamental alertar al público y a las fuerzas políticas sobre el inminente


agotamiento de los recursos petroleros. Bakhtiari llegó al extremo de asegurar que las reservas de petróleo de Irán son muy inferiores a las 132.000 millones de barriles declarados oficialmente y que apenas superan los 35.000 millones. También era de los que mantenían que el mega-yacimiento de Ghawar en Arabia Saudita, el mayor yacimiento de petróleo del mundo, estaba disminuyendo su producción de forma alarmante. A principios de 2010 un grupo de ingenieros de la Universidad de Kuwait, coordinados por I. Sami Nashawi publicaron un artículo en la revista Energy Fuels de la American Chemical Society. Este artículo resume una técnica de análisis que los autores denominan una “Predicción de Hubbert Multiciclica” que tiene en cuenta muchas más variables que la curva convencional establecida por K. Hubbert en los años 70. Resumiendo: el máximo de producción mundial se producirá en 2014 y el de los países de la OPEC en 2026. Los autores calculan que en base a los datos de producción y reservas de los 47 países que son “productores significativos o mayores” se almacenan aún unas reservas de 1,16 billones de barriles extraíbles (cifra claramente inferior a los 1,52 billones calculados por BP). Al ritmo actual de producción (80 millones bbl/día) estas reservas indicarían que todavía disponemos suficiente petróleo para otros 38 años, pero este intervalo se acorta bastante si tenemos en cuenta que es previsible un aumento de la extracción a un ritmo medio aproximado del 2% anual. Los autores del informe cometen el mismo error que D. Straham al incluir en su lista de países que ya están en fase de “agotamiento” de sus reservas a naciones como Irán que ocupa el 3º puesto mundial en volumen de reservas o Rusia (7º puesto). Incluso consideran que China tiene una producción en declive cuando no ha dejado de aumentar sus cifras de producción todos los años desde 1965 mientras mantiene estables sus reservas. En la TABLA I analizamos los datos de algunos de los países que los ingenieros kuwaitíes consideran “en fase de agotamiento” desde el año 2005, es decir que cada vez deberían producir menos petróleo. Sus previsiones se comparan con las producciones reales en 2005, 2008 y 2010 (en miles de bbl/d)


Como se puede ver en esa TABLA I, las predicciones de los ingenieros kuwaitíes han resultado totalmente desacertadas en los casos de EE.UU., Canadá, Rusia, China e Irán. Por lo contrario, obsérvese el impresionante aumento medio del 10% en la producción de hidrocarburos, en un intervalo de 5 años de China, Canadá y los EE.UU. Los casos del Reino Unido, Noruega e Indonesia se analizarán más adelante y respecto al caso de México ya se mencionó que la disminución de producción está indiscutiblemente relacionada con la baja o nula inversión en exploración y en especial la falta de interés y de tecnología propia para aprovechar los recursos offshore del Golfo de México. Otro famoso agorero es Chris Skrebowski, director de la empresa Peak Oil Consulting y editor de la revista Petroleum Review cuya edición corre a cuenta del Energy Institute del Reino Unido (con sospechosas vinculaciones con la petrolera Shell). Para calcular sus predicciones se basa en un programa propio y misterioso denominado Global Oil Megaprojects Database. En el año 2006 utilizó este programa para calcular que el máximo de producción mundial de petróleo ocurrirá antes del 2011, aseveración totalmente errónea dado que la producción petrolera global de 2011 ha aumentado respecto a la de 2010. Tampoco podemos olvidar a Kenneth S. Deffeyes, un geólogo americano especializado en geología del petróleo, que trabajó de joven junto a King Hubbert en la compañía Shell, antes de ser profesor por la Universidad de Princeton. Publicó dos libros: Hubbert’s Peak en 2001 y Beyond Oil: The view from Hubbert’s peak en 2005. Al igual que muchos otros, este geólogo predijo


que el cenit de máxima producción mundial de petróleo se había alcanzado en 2005. También debemos mencionar a David Goodstein, quien a diferencia de los demás, no es un Geocientífico sino un físico y actualmente profesor del California Institute of Technology. En los últimos años se ha dedicado en especial a la divulgación científica primordialmente orientada hacia los niños y jóvenes. En su libro “Out of Gas: The End of the Age of Oil” (Sin gasolina: el fin de la era del petróleo) publicado en 2004 calcula erróneamente que a partir del año 2010 la producción mundial de hidrocarburos comenzará a caer.

Otro personaje curioso fue Richard C. Duncan, el malogrado director del Instituto “Energy and Man”, utiliza el sistema Grafico-Heurístico, un programa de tratamiento informático, mediante el cual pronosticó en 2005 el cenit de producción se alcanzaría en 2006. Antes de morir en 2010, este ingeniero proclamó su “Teoría Olduvai”, que entre otras catástrofes predijo que hacia 2008 comenzarían los primeros apagones en los EE.UU. debido al insuficiente abastecimiento de carbón y petróleo. Eso solo sería el primer anuncio del


tremendo caos mundial que se desencadenaría a partir de 2015 cuando la población mundial empezaría a disminuir después de haber alcanzado su cenit de 7.000 millones de personas (hoy ya superado y en aumento). Como otros agoreros, Duncan señala que en 2005, muchos de los productores importantes ya habían alcanzado el cenit. En la TABLA II de más arriba, se indican algunos de esos países, señalando el año de su cenit de producción y los bbl/d producidos. Por último, no podemos olvidar a la EIA (Energy Information Administration), una agencia federal del gobierno de los EE.UU., dependiente del U.S. Department of Energy y fundada en 1977, que se dedica a clasificar, ordenar y mantener toda la información oficial y privada relacionada con los recursos energéticos, tanto de los EE.UU. como del resto del mundo. Esta agencia hace informes anuales sobre la situación energética mundial y con cierta periodicidad sobre todos los países del globo. Con relación a su más reciente estimación de cuando se alcanzará el máximo de producción de hidrocarburos a nivel mundial, ha señalado como más probable el año 2016.

7 - UN CAMBIO DE ESTRATEGIA: NO SE ACABA, PERO SERÁ MUY CARO La verdad es que los agoreros y sus “Institutos de Estudios” estaban haciendo un tremendo papelón ya que, a medida que pasaban los años, la producción mundial de petróleo no solo seguía sin declinar sino que incluso aumentaba ostensiblemente año tras año. Los terribles días apocalípticos que nos esperaban cuando la producción no alcanzase a ser suficiente para cubrir la demanda, no llegaban nunca y el prestigio de los “expertos” quedaba en entredicho. Pero ahora lo han resulto muy fácil y de sus chisteras se han sacado un nuevo argumento: “no es que no habrá suficiente petróleo, sino que éste será cada día más caro y dentro de pocos años alcanzará un precio que lo hará inaccesible para los bolsillos de la mayoría de los mortales”. En el fondo, la misma canción pero con una nueva letra. Los modernos agoreros ya no nos condenan a un catastrófico mundo sin petróleo sino al castigo de tener que pagar un precio exorbitante para llenar el depósito de nuestro utilitario (por más híbrido que sea). Ahora declaran que lo importante no


es la fecha a partir de la cual la producción comenzará a disminuir, sino el hecho de que debemos mentalizarnos de que en el futuro los combustibles serán artículos de lujo. Como ya hemos dicho, es obvio que algún día se acabará. Esto es algo que no duda ni el menos cuerdo y sin que para ello haya necesidad alguna de crear una organización, instituto o fundación. Por otro lado el argumento del petróleo barato no tiene ningún fundamento real, dado que EN DÓLARES CONSTANTES EL PRECIO DEL PETRÓLEO APENAS HA AUMENTADO EN LOS ÚLTIMOS 35 AÑOS. En realidad el intervalo de precios más altos del crudo fue el que se pagó entre 1979 y 1982 con un precio medio de 88,3 u$ dólares, en cambio el precio medio entre 2007 y 2010 fue de 79,2 u$ dólares. El tema del precio en relación con la producción y las reservas se verá con mayor detalle en el ANEXO IV. Entre los estrategas del “fin del petróleo barato” milita Jean Laherrère, un geofísico francés que trabajó la mayor parte de su vida para la petrolera francesa Total y participó activamente en el descubrimiento de los grandes yacimientos de hidrocarburos de Argelia en 1956. Después de retirarse en 1991, se dedicó al estudio de las reservas mundiales de petróleo y en 1998 escribió junto con Colin Campbell el famoso artículo de la revista Scientific American: The End of Cheap Oil (El fin del petróleo barato). Desde entonces participa activamente en temas de agotamiento de hidrocarburos y en 2005 fundó la filial francesa de la ASPO (Asociación para el Estudio del “Pico o cenit” de Petróleo). Mantenía que en la década 2000-2010 alcanzaríamos el cenit de máxima producción petrolífera a nivel planetario. En ese famoso artículo de Colin Campbell y Jean Laherrère, que fue traducido y publicado en la edición española de aquella revista: Investigación y Ciencia, con el título de “El fin de la era del petróleo barato” (mayo de 1998), pueden encontrarse varias joyas del desacierto, tales como estas: a) “Nuestro análisis del descubrimiento y la producción de los yacimientos apunta que durante la próxima década (es decir 2000-2010) el suministro no podrá satisfacer a la demanda” (subrayado del autor). Es falso, en ningún momento entre el 2000 y el 2011 hubo una situación de demanda no satisfecha. Los vaivenes de los precios del petróleo en los últimos once años obedecen más al problema de la progresiva devaluación del dólar y a las tensiones económicas y políticas mundiales (p. ej.: las actuales sanciones a


Irán por el supuesto intento de fabricar armamento nuclear, tal como oportunamente se hizo con el Irak de Saddam, la reciente intervención de la OTAN en Libia o la invasión de Irak en 2003) que a un problema de incertidumbres provocadas por la baja producción de crudo. Otro factor importante es la creciente participación de especuladores personales e institucionales en las operaciones de futuros y opciones (crisis financieras). b) “Tras el máximo histórico alcanzado por el precio del petróleo a comienzos de los ochenta, los exploradores aplicaron nuevas técnicas de descubrimiento y extracción; rastrearon palmo a palmo el mundo en busca de nuevos yacimientos. Hallaron pocos: el ritmo de los hallazgos continuó su declive ininterrumpido. Solo hay una cantidad finita de crudo y ya se ha descubierto el 90%” (subrayado del autor). ¿Suena muy dramático no? Pues bien, ES TOTALMENTE FALSO. Todo lo contrario, a partir de 1998 se descubrieron grandes yacimientos de crudo, tanto continentales como offshore en el Golfo de México, en Brasil, en Angola, Sudán, la India, Vietnam, Guinea Ecuatorial y Australia entre otros. c) “La exploración se ha extendido hasta el límite de las fronteras imaginables y solo quedan por corroborar las fosas marinas y la regiones polares, cuya posibilidades ya se conocen”. Esto mismo ya ha sido rebatido en el punto anterior, si bien cabe agregar los muy recientes descubrimientos de campos petrolíferos de importante magnitud, pero aún en estadios tan preliminares que es imposible dar cifras definitivas sobre sus posibles reservas. Se trata de varias zonas del planeta como la región de los grandes lagos del Gran Rift Africano (Uganda, Tanzania, Kenia), los márgenes oceánicos de África Oriental, las islas del Océano Índico o las islas del Mar Caribe al norte de Trinidad, donde hasta ahora no se había hecho ni siquiera los mínimos reconocimientos geológicos. De estas zonas potenciales se hablará en un capítulo más adelante. d) “Prevemos el crecimiento de la producción de la región del Mar Caspio hasta los albores del 2010… coincidimos con otros analistas… que igualan los recursos de esta zona con los del Mar de Norte, esto es, unos 50.000 millones de barriles, nunca las cifras desorbitadas publicadas en ciertos medios”. Aquí los autores han “metido la pata” de forma espectacular. Las zonas de


producción del Mar Caspio se reflejan en los siguientes datos:

Además, en Kazajistán se han evaluado los dos grandes mega-yacimientos de Kashagan y Tengiz que en los próximos años aumentarán la producción de crudo de ese país por encima de los 3 millones de bbl/d. Respecto a los recursos, solo las dos zonas mencionadas ya alcanzan los 56.000 millones de barriles y si a estos les sumamos los 6.000 millones de barriles del conjunto Azeri–Chirag–Guneshli (Bakú) de Azerbaiyán y otros 3.000 de Turkmenistán, resulta un total de 65.000 millones de barriles, mucho más de lo estimado por Campbell y Laherrère. Igualmente, debe tenerse en cuenta que las zonas que ya se han puesto en producción y sobre las que se han calculado esas reservas de 65.000 millones de barriles, no son los únicos campos potenciales del Mar Caspio y que las prospecciones y los descubrimientos continúan, por lo que es de esperar que esa cifra se supere ampliamente en un futuro inmediato y por supuesto superado el año 2010. La TABLA IV, un extracto del informe de Campbell y Laherrère, ejemplifica el total desacierto de las previsiones basadas en la hipótesis de King Hubbert. Esta tabla compara la producción petrolera real de 2010 de los países referidos con las predicciones de esos autores, poniendo en evidencia sus erróneas predicciones. Error que se hace más dramático si consideramos que la producción mundial estimada para 2012 es de 31.000 millones de barriles contra los 23.900 previstos por estos “famosos” expertos.


8 - POCOS PIENSAN QUE HAY PETRÓLEO PARA RATO La Oficina de Infraestructuras del Gobierno de Australia realizó un informe conocido como el BITRE 117 publicado en 2009 pero basado en datos estadísticos del 2006 (por eso le damos fecha de 2007). Este informe es muy interesante debido a que se basa en una novedosa metodología estadística, donde además de la clásica evolución histórica de la producción se pondera también la evolución histórica de los descubrimientos. Uno de los resultados más notables de este tipo de análisis es que se logran volúmenes de reservas muy superiores a las cifras oficiales. Así por ejemplo, en Rusia se alcanzan los 225.000 millones de barriles, 3 veces las reservas oficiales de 77.000 millones de barriles o en China donde se calculan 80.000 millones de barriles contra los 15.000 millones oficiales. Sin embargo, a pesar de esto y de su novedad, no se evita llegar a una conclusión errónea: el “cenit” de producción se alcanzará en 2016 y a partir de entonces la extracción petrolera mundial comenzará a decrecer (si bien a una velocidad mucho más lenta que la señalada por los seguidores de la “Campana de Gauss”). Los errores de base o de partida son los de siempre: no se tiene en cuenta el potencial de países distintos a los productores conocidos en 2006, ni el posible incremento de la producción debido a las mejoras en las técnicas de Recuperación Mejorada Cambridge Energy Research Associates (CERA) es una consultora que trabaja tanto para empresas privadas como para agencias gubernamentales en temas de energía y geopolítica. Fundada en 1983 por el periodista Daniel Yergin junto con otros expertos en política internacional. Actualmente se denomina IHS-CERA después de ser adquirida por la empresa IHS dedicada a la


elaboración de datos y procedimientos industriales así como para suministrar información técnica simplificada destinada a los medios de comunicación masivos. Yergin y su agencia son acusadas de trabajar a favor de los intereses de las grandes petroleras y siempre ha sido considerado un “superoptimista” por los augures del petróleo escaso, dado que siempre se ha opuesto a las previsiones pasadas (y fallidas) y en sus últimos informes mantiene que no se alcanzará la producción máxima antes de 2020. Un especial “súper-optimista” es el profesor P. R. Odell, un economista que en el año 2004 publicó un libro titulado “Why carbon fuels will dominate the 21st. Century global energy economy” (Por que los hidrocarburos serán la forma de energía dominante durante todo el siglo XXI). En su tesis sostiene que habrá suficiente producción de petróleo para abastecer una demanda creciente, pero fundamentalmente porque gran parte del consumo de petróleo será reemplazado por gas natural y no porque se aumente la producción o las reservas. Por otro lado, el Servicio Geológico de los EE.UU. (USGS) completó en el año 2000 un exhaustivo estudio de evaluación de las reservas conocidas y las probables reservas que pueden inferirse según las características geológicas de cada cuenca sedimentaria. En las conclusiones de ese estudio se estima que hay suficiente petróleo para continuar con los actuales volúmenes de extracción durante 50 o 100 años más, si bien el cenit de producción se alcanzaría en el año 2037. Esta predicción parece bastante realista, teniendo en cuenta el previsible aumento del consumo, en especial en China y en la India. Campbell y otros agoreros consideran que las estimaciones del USGS son erróneas (aunque ni ellos no acertaran ni una) y que el cenit se alcanzará mucho antes e incluso que ya se ha alcanzado. Debemos tener en cuenta que los “expertos” señalados son probablemente los más relevantes tanto por su autoridad profesional como porque de alguna forma sus advertencias o predicciones causaron cierto impacto en la opinión pública. Pero hay muchos más que se apuntaron al grupo de los catastrofistas y que sin embargo no alcanzaron el grado de impacto mediático de los anteriores. Entre otros ilustres personajes podemos mencionar a Michael Moyer, que en noviembre de 2010 publicaba en la revista “Investigación y Ciencia” (nº 410) un artículo titulado “Agotamiento de los Recursos Naturales” en el que señala que el cenit de la producción petrolera se alcanzará en 2014 con una extracción de 78 millones de bbl/d (en 2012 se extraía a un ritmo de 83,5 millones bbl/d). (Por cierto si usted cree en las previsiones de M. Moyer, debería comprar lingotes de


plata ya que también asegura que las minas de plata se agotaran entre 2030 y 2040). Tampoco podemos olvidar a Yves Cochet, por su calidad de ex ministro francés de Medio Ambiente, quien en 2005 publico el libro “Petrole Apocalypse” en el cual pronostica la caída definitiva de la producción mundial a partir de 2010 Veamos en la TABLA V en que quedan los augures de los “expertos”.

* Producción mundial 2011 = 82,6 millones bbl/d = 30.150 millones de bbl (máximo histórico) * Previsión para 2012 = 83,5 millones bbl/d = 30.477 millones de barriles Finalmente alertar a los lectores de que en muchos casos los supuestos “expertos” derrotistas no son ni geólogos ni economistas y no conocen el mundo de la exploración petrolera ni por referencias. Este es el caso de Charles A. S.


Hall, un profesor de ciencias ambientales de la Universidad de Siracusa, Nueva York quien junto con John W. Day, un profesor de oceanografía de la Universidad de Luisiana, publicaron un trabajo en la revista “Investigación y Ciencia” en octubre de 2009, con el sugestivo título de “Los límites del Crecimiento, tras el cenit del petróleo”. En el artículo se hacen todo tipo de pronósticos catastrofistas en relación al crecimiento descontrolado de la población y la disminución de recursos, en consonancia con las ideas del “Club de Roma”. Señalan que el rendimiento energético de la exploración petrolera en los EE.UU. es cada vez más bajo al haberse pasado de gastar un barril de petróleo para extraer 100 en 1930, a uno para obtener 14 en el año 2000. Concluyen que…”dentro de unas décadas, ese ratio se acercara a 1/1”… y no sería rentable extraer petróleo. Olvidan que desde hace mucho, y en especial desde 1950, la evolución de los inputs energéticos ha seguido la misma tendencia en todos los campos del desarrollo tecnológico, desde la agricultura mecanizada moderna hasta la minería. La cantidad de energía gastada para obtener una tonelada de trigo es actualmente unas 20 veces superior a la que se invertía en 1930 y de la misma manera, en esos años una mina de oro conteniendo 15 gramos/tonelada, no era rentable, en tanto que hoy resulta rentable un contenido de solo 1,5 gramos/tonelada.


PARTE B LO QUE REVELAN LAS RESERVAS

9 - LAS RESERVAS MUNDIALES Durante el año 2011 se calcula que estaban activos unos 40.000 yacimientos o campos de petróleo o gas. Algunos pocos de estos llevan más de un siglo funcionando de forma ininterrumpida. Otros, generalmente los de pequeña producción (del orden de 100bbl/día o menos) han tenido períodos de extracción alternantes con intervalos en los que no se extrajo petróleo (normalmente porque el precio era tan bajo que no compensaba el bombeo). Curiosamente, el 94% de la producción mundial proviene unos 1.500 campos de grandes reservas o mega-yacimientos. Téngase en cuenta, como ejemplo, que el campo de Ghawar produce diariamente el 6% del petróleo mundial. Respecto a otros discutidos cálculos de reservas Si bien aquí hemos utilizado las cifras de reservas expuestas en el informe anual de la BP y coincidente con la mayoría de los organismos y empresas internacionales, hay que tener en cuenta que hay otras estimaciones de reservas muy superiores. Por ejemplo, según los cálculos del National Petroleum Council (NPC), en las cuencas sedimentarias conocidas dentro del territorio de los EE.UU. todavía quedan 1.124 billones de barriles por extraer, de los cuales calcula que podrán extraerse unos 374.000 millones de barriles (0,374 billones) utilizando las técnicas actuales. Como puede verse, esta cifra representa el 27% de las reservas mundiales calculadas en 2010 y 4,5 veces las reservas calculadas para los


EE.UU. en ese mismo año. Según estos números, los EE.UU. serían el país con mayores reservas del mundo. Pero eso no es todo, recientemente el US Energy Information Administration (EIA) publicó un informe sobre las reservas recuperables de petróleo en los yacimientos de gas de pizarras (“condensates in associated gas shales”) del territorio continental de los EE.UU. (excluida Alaska), donde se indican un total de 24.000 millones de barriles (equivalentes a 3 años del actual consumo total anual de los EE.UU.). Y para pasmar aún más a los catastrofistas, el mismo informe destaca del conjunto a las denominadas: “pizarras de Monterey” (Monterey Shales) que forman parte del conjunto de las Gas Shales, pero que son más ricas en hidrocarburos líquidos (“condensates”) que en gas. Estas pizarras forman parte de un espesa secuencia sedimentaria que ocupa una gran superficie en la región costera entre Los Ángeles y San Diego (California) y se consideran la “roca madre” de los importantes yacimientos petroleros de California, así como de los vertidos naturales de crudo que llamaron la atención del piloto Rodríguez Cabrillo en 1542 (ver ANEXO V). Para hacerse una idea de la importancia de este recurso basta señalar que según los cálculos del U.S. Geological Survey las pizarras en cuestión contienen nada menos que TRES BILLONES DE BARRILES DE PETRÓLEO. Si se pudiese recuperar el 10% de ese volumen significaría que las reservas americanas pasarían de las actuales y oficiales 31.000 millones de barriles a 331.000 MILLONES de barriles, o sea unas reservas superiores a las de Venezuela o Arabia Saudita. El problema es que con las actuales técnicas de extracción se calcula que solo podrían recuperarse entre el 1% y el 3% del petróleo contenido en esas pizarras, aunque resaltemos que un 1% representa duplicar las actuales reservas oficiales de los EE.UU. La TABLA VI, que se muestra a continuación, expone las cifras de reservas mundiales según la información presentada en las estadísticas de BP.



* A finales de 2011 la OPEP anunció que Venezuela, con unas reservas de 296.500 millones de barriles pasaba a ser la primera reserva mundial, por encima de Arabia Saudita (suficientes para abastecer al mundo de petróleo durante 10 años, al ritmo actual de consumo). Debe destacarse que los 10 primeros países aportan el 75% de las reservas totales mundiales y los siguientes 10 países con reservas importantes (más de 10.000 millones de barriles) un 10% aproximado, completando el 15% restante unos 35 países con reservas pequeñas a poco significativas (países con del orden de 7.000 millones bbl y menores). Las últimas estimaciones (2012) del USGS World Assesment calculan unas reservas totales mundiales máximas de 5.200.000 millones de barriles (1012 o billones) y una media de 3.300.000 millones de barriles, que como se ve, es el doble de lo indicado en la TABLA VI.

10 – OTRO ERROR DE LOS AGOREROS: EL RATIO PRODUCCION/RESERVA Un dato muy interesante que se puede destacar de las Tablas anteriores es el siguiente: Durante los últimos 30 años los EE.UU. han sabido mantener casi estables sus reservas (de 36.500 millones de bbl de 1980 a 30.900 millones de bbl en 2010), a pesar de ser el 3º productor mundial de petróleo, con una media de 7,5 millones de bbl/d, por debajo de los 10 millones de bbl/d de Arabia Saudita o Rusia. Esto


demuestra que cuando un país mantiene el esfuerzo de exploración es casi siempre posible mantener unas reservas consonantes con el volumen de extracción (en el caso de los EE.UU. se extraen del orden de 2.737 millones de bbl/año, aproximadamente el 10% de sus reservas). El ejemplo de los EE.UU. explica la importancia de la relación entre volumen de reservas y volumen de extracción. Como hemos visto, si en los EE.UU. no se descubriesen nuevos yacimientos diariamente (o mejorando la productividad de los pozos mediante técnicas de Recuperación Mejorada o EOR), en 10 años se quedaría sin petróleo. Pues bien, uno de los argumentos favoritos de los agoreros del desastre es que el ratio entre producción y reservas a escala mundial está disminuyendo. O sea que la velocidad con la que se encuentran nuevos yacimientos para ir reemplazando a los que se van agotando es cada vez menor. Sin embargo, esto es absolutamente falso ya que según las estadísticas de BP, desde 1985 hasta hoy el ratio de Producción/Reservas se ha mantenido estable, oscilando a lo largo de los últimos 25 años alrededor de la media de 40 años ¡y justamente en el año 2010 ha alcanzado la cifra record de 43,5 años!

11 - HAY POZOS DE PETRÓLEO QUE NUNCA SE AGOTAN Los catastrofistas siempre consideran que cuando un yacimiento de crudo ha alcanzado una alta cifra de producción y luego empieza a disminuir, se entra en la fase de declive o “agotamiento” de la que nunca se saldrá. Sin embargo hay pozos o yacimientos que han seguido produciendo crudo muchísimos años después de su “cenit”, algunos produciendo mediante simple bombeo y otros ayudados con las más modernas técnicas de Recuperación Mejorada. Veamos algunos ejemplos sorprendentes. Si bien se considera al pozo de Titusville, Pensilvania, perforado en 1859 por el “Coronel” E. Drake como el primer pozo petrolero, hay antecedentes documentados de explotaciones anteriores utilizando primitivas técnicas de sondeos. Los chinos utilizaron cañas de bambú huecas que hundían en el terreno con un


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