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En esta misión encontrarás...
En portada: Misionero César Buendía en Los Olivos, Lima, Perú (Foto A. Sáiz)
4 Desde el origen:
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La catolicidad, es decir, la universalidad, es intrínseca al ser cristiano y ello supone el ser misionero. ¿Lo sentimos así?¿Lo vivimos?¿lo compartimos?
6 Fundación Ad Gentes
Conocemos un proyecto de la misión en Indonesia que el misionero claretiano, Francisco Baeza, intenta llevar adelante.
8 Un ratito con...
Brasil acogió a este sacerdote jubilado, quien todavía pensaba que tenía algo que ofrecer, y ¡vaya si lo hace! Hoy cumple su “sueño misionero“.
9 Cartas desde la Misión
María José Gimeno nos escribe desde Perú, donde su presencia ha cumplido ya las “Bodas de oro“. Conocemos su misión.
12 Desde el seminario de Valencia
El Vicariato Apostólico de Requena volvió a recibir a un grupo de seminaristas de Valencia. Ramón Cuenca nos lo cuenta en dos partes.
14 La firma invitada
Mons. Alejandro Wiesse, nuevo obispo del Vicariato Apostólico de Requena, nos visitó y conversó sobre la unión de nuestras diócesis
16 Misionews
Nos hacemos eco de las noticias más destacadas de los últimos meses en el amplio campo de las misiones.
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Para pensar y rezar
A veces nos enredamos entre tantas palabras. Miremos al mundo desde la Palabra.
20 La voz de la experiencia
Una nueva carta nos llega desde la India, como cada año, y es que Carmen Sancho lleva allí ya 60 años. Conoce lo que nos cuenta en esta ocasión.
22 Jóvenes y Misión
Daniel Ribes vino a la Delegación de Misiones para vivir una experiencia misionera de verano. Tuvo que regresar 2 meses más...
Católicos o cristianos adulterados ¿Qué hacemos?
Cuando una Iglesia tiene un problema de cimentación es muy difícil encontrar la raíz de ese problema, todo son consecuencias, síntomas pero muchas veces la enfermedad se diagnostica mal porque los cimientos quedaron enterrados, casi olvidados. Y cuando ya se descubre el origen de las grietas y derrumbe, es muy difícil la solución pues está todo tapado, muy hondo y hay que quitar mucho para llegar. Pero es fundamental solucionarlo pues afecta a todo el edificio que descansa en los principios.
Nuestros fieles, los consejos de pastoral, las parroquias... parecen católicas porque tienen en consideración al Papa y les ayuda todo lo que el Papa nos dice para ser mejores cristianos. Además si les preguntan por su Iglesia dicen que son Católicos. Pero me temo que nuestra visión de pertenencia, como implicación, como responsabilidad es más bien de cristianos de Taifa, como Iglesia localista, ciudadela, pequeña, muy particular. Formamos parte de la Diócesis y por eso necesitamos que nos envíen un sacerdote para que sea párroco, nos gusta que venga el obispo para ciertos acontecimientos, nos ayuda alguna iniciativa de la Diócesis...
¿Pero nos sentimos responsables de la Iglesia en Alemania o Copiapó, en Chile? ¿Rezamos por la Iglesia en Perú o Tailandia? ¿Me creo que soy una célula de un único cuerpo que es la Iglesia mundial y que su alimento llega a todos y su trabajo también es responsabilidad de todos?
Si no somos católicos no somos cristianos, católico es universal y así es Cristo, así es su misión, no viene solo para unos pocos sino para todo hombre; y bautizarse, incorporarse a este cuerpo con Cristo a la cabeza, es compartir al misión de evangelizar al mundo, y ser uno con todos los cristianos, tanto los de Zarra como los de Singapur. ¿Qué hacemos en común todos los cristianos?
La misión universal, la Iglesia con el Papa a la cabeza es la que evangeliza, misiona en el mundo. No lo hace una diócesis, un monasterio, ni una congregación, o un movimien- to, ni un estilo de vida en la fe, ni un sistema de evangelizar, ni una fundación... Lo hace toda la Iglesia pero no es igual si la mitad lo hacen inconscientes, dormidos, incluso sin esforzarse, como una parte muerta del cuerpo, no es con la misma fuerza.
¿Está presente en nuestra catequesis, en nuestra formación, en la predicación que somos católicos, misioneros? El párroco, los catequistas, profesores, padres y padrinos... todos los que tenemos obligación de transmitir la fe debemos preocuparnos de que los cimientos estén bien, no importa si se tarda un poco más, porque ese esfuerzo de hoy puede salvar el edificio entero, puede conseguir un cristiano católico, auténtico. Tenemos que revisar si formamos en la misión, si alguien que va a recibir los sacramentos porque se ha encontrado con Cristo, le queda claro que recibe una misión de Cristo, anunciar a todo el que pueda el Evangelio, ser otro apóstol. Y no sólo en su entorno, también en países donde casi no está presente la Iglesia.
La celebración de la Eucaristía nos hace Católicos porque es la misma en todo el mundo, puesto que es obra del Espíritu Santo. En ella nos une una misma Palabra de Dios que se proclama y se predica. La oración por el Papa, los obispos y todos los fieles del mundo. Memoria con un mismo rito que nos da un único pan, y hace uno a todos los que lo comen. Sin olvidar que de ahí surge el envío misionero, de la Eucaristía, por eso se llama Misa. Un envío que no es de un grupo, una parroquia o una diócesis, son de una Iglesia, única, unida en Cristo cabeza. Por eso quien nos garantiza esa unidad es el Papa, así ha recibido este encargo y este carisma de san Pedro que escuchó de Jesús. Por eso son misiones pontificias, del Papa.
“Les dijo: «Todo reino dividido internamente va a la ruina y toda ciudad o casa dividida internamente no se mantiene en pie” Mt 12, 25. Nosotros tenemos el gran don de Dios de ser una Iglesia única, unida. Fortalecer y hacer visible esta unión es imprescindible para la Misión. “Para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado” Jn 17, 23. Por la gracia de Dios la Iglesia de Cristo crece, demos gracias a Dios, sostengamos a nuestros misioneros con oraciones, sacrificios y pidamos al Señor que así como envió a Pablo y Bernabé de Antioquia a la misión, también de Valencia pueda seguir enviando nuevos misioneros.
Cuidando Los Nuevos Brotes
Cuando la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales comenzó a expandir su área de influencia por la zona previamente colonizada por los portugueses aprovechando la Tregua de los Doce Años con España (que controlaba Portugal en aquellos días de 1609) y las Provincias Unidas, nada hacía sospechar que cuatrocientos años y pico más tarde iba a andar un valenciano, del Barrio de San José, por aquellas tierras organizando la formación de seminaristas de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, los conocidos como Misioneros Claretianos, fundados por San Antonio María Claret justo cien años antes de que Indonesia, en 1949, consiguiera su independencia de los Países Bajos.
Sea casualidad o improbable consecuencia de la Tregua de los Doce Años de 1609, lo cierto es que al Fr. Francisco José Baeza (que así se llama nuestro valenciano del Barrio de S. José) le conocen como Opa Xiku en aquel rincón del planeta, en el que trabaja desde hace más de quince años, en la actualidad como Procurador de Misiones en la Delegación Independiente de Indonesia-Timor Leste, para hacer realidad aquello de ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura (Mc 16: 15).
Indonesia es un país formado por más de diecisiete mil islas. Si pensamos en los problemas de las Canarias o las Baleares, por aquello de la insularidad, a la hora de desplazamiento de personas y mercancías, caeremos en la cuenta de la complejidad que conlleva tener una nación tan geográficamente dividida. Un país compuesto por ese número de islas (algunas grandes y superpobladas, otras son meros islotes… pero aun así más de diecisiete mil, de las que unas seis mil están habitadas) tiene necesariamente que presentar también una fragmentación social importante. Por ello, desde la independencia, el Gobierno indonesio ha trabajado para presentar la nación como un acuerdo de cinco principios compartidos, representados en el escudo del país. El lema de “Unidad en la diversidad” (Bhinneka Tunggal Ikka, en javanés antiguo) resume la situación perfectamente.
Y también fragmentación de tradiciones culturales y religiosas, claro: en Indonesia el Estado reconoce cinco religiones (islam, cristianismo, hinduismo, budismo y confucianismo), siendo el país con más población musulmana del mundo (más del 80% de sus doscientos setenta y siete millones de habitantes lo son). Los cristianos, con un importante 8.7%, suman hasta veintidós millones de almas, lo que es una cantidad nada desdeñable, pese a ser una minoría religiosa.
La fragmentación insular es también una dificultad añadida a la hora de cursar estudios. Tengamos en cuenta que, de las 6000 islas habitadas, solo algunas tienen la suficiente entidad como para contar con infraestructuras educacionales, sobre todo en lo tocante a la enseñanza secundaria y superior. Por eso, los religiosos que van pronunciando sus votos y ampliando estudios necesitan desplazarse y permanecer en casas de formación. Por otro lado, la frecuencia de los viajes, al ser un país tan dividido, hace que sea necesario para el resto de los hermanos contar con lugares de estancia en aquellos nodos de comunicaciones de relevancia, como la capital, Yakarta.
En los últimos años, la Congregación pudo adquirir una pequeña casa de dos alturas en la que alojar en la capital a los estudiantes y a los religiosos en tránsito, pero no en las mejores condiciones por falta de espacio. Ahora han conseguido comprarle al vecino su casita de una altura, con idea de elevarla y fusionarla con la casa anterior, para poder distribuir más adecuadamente a los estudiantes, que no necesitan únicamente un sitio donde dormir, sino donde hacer vida, estudiar y poder llevar sus prácticas comunitarias. Yakarta es la única ciudad donde pueden estudiar algunos de los cursos de idiomas necesarios para conseguir visados, por ejemplo, para Alemania: los jóvenes indonesios son ahora los misioneros en nuestra envejecida Europa.
Este proyecto nace de la primavera vocacional que están viviendo en el sudeste asiático, consecuencia de la cual aparece la urgencia de habilitar espacios donde poder dar cauce a los jóvenes que responden a la llamada del Espíritu, el mismo Espíritu que, en su soplar donde quiere (cfr. Jn 3: 8), llevó al P. Baeza desde la plaza Xúquer al otro lado del mundo, hace ya tantos años.
Si quieres saber más sobre la Fundación Ad Gentes y sus proyectos, puedes contactar al 96 392 24 12, escribiéndo a adgentes@fundacionadgentes.org o colabora en Banco Sabadell ES74