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CUANDO NOS METEMOS EN LA CAMA CADA NOCHE BUSCAMOS NUESTRO TIEMPO DE DESCANSO. PERO EL CEREBRO NO SE QUEDA QUIETO. ¿POR QUÉ DORMIMOS Y PARA QUÉ SIRVEN LOS SUEÑOS?
POR
LIDIA GÁZQUEZ
Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. El descanso es esencial para nuestra salud y para el funcionamiento de nuestro organismo. Sin embargo, la actividad de nuestro cerebro sólo se reduce un 20% en las horas de sueño. Es decir, que mientras dormimos, el cerebro sigue trabajando. Lo interesante de todo esto es que el cerebro se modifica durante este período de descanso. Observar esos cambios nos puede enseñar mucho acerca de cómo funciona nuestra mente, nuestro pensamiento, ya que elementos como la memoria o el aprendizaje se conforman mientras nuestros ojos están cerrados. MIENTRAS SOÑAMOS, RECORDAMOS Buena prueba de lo distinto que es el pensamiento mientras se duerme son los sueños, ese producto mental fascinante del que tanto nos queda por descubrir. Si sumásemos el tiempo que duran cada uno de ellos, nos daríamos cuenta de que, como media, pasamos tres años de nuestra vida soñando.
PASAMOS TRES AÑOS DE NUESTRA VIDA SOÑANDO
Es importante observarlos porque nos permiten estudiar la conciencia, es decir, nuestra capacidad para saber que existimos como individuos y reconocernos en relación con la realidad que nos rodea. Las diferencias en la actividad cerebral entre la vigilia y el sueño nos pueden llegar a dar las claves sobre cómo el cerebro llega a ser consciente. El profesor John Allan Hobson, psiquiatra e investigador en la Universidad de Harvard (EE. UU.), ha estudiado
cómo cambia la química cerebral cuando soñamos y ha observado que, por ejemplo, en la fase REM del sueño, la norepinefrina y la serotonina desaparecen, dos substancias químicas relacionadas con la conciencia, el estado de ánimo y la memoria. Por este motivo, los pensamientos no pueden organizarse y se vuelven incoherentes, muchas veces perdemos el sentido de la identidad y nos desorientamos. El por qué es todavía un misterio. A pesar de estos desarreglos, soñar no significa que la información que atesoramos en nuestro interior se desordene o se pierda, más bien al contrario. Lo que ocurre es que el cerebro trabaja a otro nivel, de una forma distinta a como lo hace mientras somos conscientes. En este sentido, Hobson señala la importancia de las emociones a la hora de almacenar recuerdos. Y es que solemos recordar mejor aquello que nos ha conmovido, que nos ha hecho sentir intensamente. Según el experto, el terreno de las emociones es el que se impone en nuestros sueños, por lo que soñar tiene mucho que ver con la memoria y, mientras soñamos, lo que hacemos es trabajar sobre nuestros recuerdos.
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DORMIR LAS HORAS JUSTAS Un estudio apunta a que la falta de sueĂąo tiene relaciĂłn con HO DXPHQWR GHO ULHVJR SRU XQD PXHUWH SUHPDWXUD \D TXH SDrece ser que dormir menos de seis horas diarias puede inducir
—D WUDYpV GH PHFDQLVPRV KRUPRQDOHV \ PHWDEyOL-
cos— HQIHUPHGDGHV GHO FRUD]yQ LQFUHPHQWR GH OD SUHVLyQ VDQJXtQHD REHVLGDG \ GLDEHWHV /D LQYHVWLJDFLyQ DQDOL]y GDWRV GH HVWXGLRV LQGHSHQGLHQWHV GH WRGD (XURSD (VWDGRV 8QLGRV \ $VLD D OR ODUJR GH DxRV GH PiV GH PLOORQHV GH SHUVRQDV \ PiV GH PXHUWHV (O HVWXGLR IXH SXEOLcado en el 6FLHQWL¿F -RXUQDO 6OHHS \ OR OOHYy D FDER XQ HTXLSR GHO OD 8QLYHUVLW\ RI :DUZLFN 5HLQR 8QLGR \ OD )HGHULFR ,,, 8QLYHUVLW\ GH 1iSROHV ,WDOLD 6LQ HPEDUJR HVWR QR HV WRGR Otra conclusión del estudio es que dormir mås de la cuenta tambiÊn puede relacionarse con serios problemas de salud. 'RUPLU PiV GH QXHYH KRUDV QR VH FRQVLGHUD XQ ULHVJR SHUR Vt XQ SRWHQFLDO LQGLFDGRU GH RWUDV HQIHUPHGDGHV VXE\DFHQWHV
SOĂ‘AR PARA EMPATIZAR Es curiosa la tradiciĂłn de contar cuentos a los niĂąos antes de ir a dormir, puesto que, cuando soĂąamos, otras narraciones se suceden en nuestra mente. La
mayorĂa de veces, los sueĂąos se nos presentan en forma de fantasĂas y relatos. Nicholas Humphrey, profesor en el Centre for Pholosophy of Natural and Social Science, de la London School of Economics (Reino Unido), y
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un psicĂłlogo internacionalmente conocido por sus trabajos sobre la evoluciĂłn de la inteligencia humana y la conciencia, apunta que el sueĂąo tiene una funciĂłn esencial para nuestro desarrollo y supervivencia como especie: “SerĂa realmente extraĂąo que todo ese tiempo no sirviera para nada. Creo que soĂąar debe de tener una funciĂłn psicolĂłgica y biolĂłgica muy importante, que debe de ser parte de nuestro patrimonio evolutivoâ€?, explica. Una de esas funciones —y volviendo a la idea de los sueĂąos como narraciones— es el aprendizaje. Las historias nos hacen introducirnos en un papel, como en una obra de teatro, y simular situaciones que no estĂĄn ocurriĂŠndonos en realidad. El niĂąo —o el adulto— se convierte en el hĂŠroe, el protagonista de su sueĂąo, y pueden sucederle las cosas mĂĄs increĂbles. Humphrey cree que una funciĂłn principal de los sueĂąos es precisamente entrenarnos en cĂłmo nos comportarĂamos en diferentes contextos. El papel de los sueĂąos es lanzarnos a situaciones sociales extraordinarias, situaciones de amor, de peligro, odio, miedo o sorpresa, y, a travĂŠs de ellos, comenzar a aprender cĂłmo funciona nuestra mente, cĂłmo reaccionamos ante situaciones extraĂąas. Un ejemplo para entender esta funciĂłn lo encontramos en las comadronas, que a menudo sueĂąan con que dan a luz, aunque nunca hayan sido madres. DespuĂŠs de que el profesor Humphrey entrevistara a muchas de ellas en hospitales, la respuesta es que lo experimentado en el sueĂąo les resulta crucial, porque les aporta una comprensiĂłn y una percepciĂłn de su trabajo que
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no podrían obtener de ninguna otra manera. El sueño nos permite, pues, introducirnos en una especie de avatar creado por nuestra mente, que experimenta en infinidad de situaciones que simulamos mentalmente. Es como un juego que, a medida que pasamos de la infancia a la edad adulta, se va perfeccionando. Al fin y al cabo, según Humphrey, todos poseemos una innata psicología natural: “Los seres humanos somos magníficos psicólogos. La mayor parte de lo que he escrito en los últimos 20 ó 25 años es sobre esta extraordinaria capacidad de comprender a las otras personas”.
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aprender, siempre lo hacen mejor aquellos que han dormido —bien una noche entera de sueño reparador, bien una siesta durante el día— después de haberse entrenado.
SOÑAR PARA APRENDER Hasta ahora, hemos hablado de la capacidad de recordar y la de entendernos a nosotros mismos y a los otros. Pero los sueños nos sirven para algo más. Nos sirven para aprender. Robert Stickgold, de la Universidad de Harvard (EE. UU.), lleva décadas estudiando cómo el sueño —o, en términos generales, el hecho de dormir— puede ayudarnos a memorizar listas de palabras o aprender secuencias de números, por ejemplo. En sus experimentos, Stickgold entrena a una serie de voluntarios y analiza quiénes adquieren mayores habilidades en éstas y otras tareas cognitivas, y los resultados no dejan lugar a dudas: independientemente de lo que se tenga que recordar o
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EL SUEÑO HA SIDO IMPORTANTE PARA EL DESARROLLO Y LA SUPERVIVENCIA DE NUESTRA ESPECIE
Por tanto, podemos concluir que dormir no sirve sólo para descansar, sino que también es imprescindible para afianzar aquello que hemos experimentado o aprendido durante las horas de vigilia, para recordar lo que es importante, para aprender lo que es útil, para conformar, noche tras noche, nuestra identidad como personas únicas e irrepetibles. No debe extrañarnos, pues, la afirmación de Nicholas Humphrey, que nos recuerda que la selección natural de Darwin no proporciona nada gratuitamente. Además, añade que soñar es una gran fuente de placer: “Miremos a nuestras propias vidas: ¿Te gustaría que te quitaran los sueños? ¿No es una de las maravillas de la vida humana el que pasemos las horas de la noche participando en esas increíbles fantasías que nos trasladan a lugares y a relaciones que de otro modo nunca conoceríamos?”. Aunque el hombre no pueda volar como un pájaro, todos hemos soñado alguna vez que lo hacíamos y ha sido una experiencia única. Así que seguiremos soñando.