La Ciudad de México creció hasta comerse a las montañas circundantes. Lo hizo absorbiendo zonas rurales, chupando con fuerza los recursos naturales. Los esfuerzos de algunos urbanistas talentosos quedaron cortos: el poblamiento informal se caracterizó por el descontrol, mientras que el formal fue heterogéneo y en algunos casos, sucumbió a la corrupción, viendo por los intereses de unos cuantos. Los resultados son de todos conocidos.
Esto hace que nuestra urbe sea única, con tipologías habitacionales tan diversas que rayan en la anarquía. El folclor urbano es una saturación insaciable de colores, estilos únicos, formas de vida, mezcla de épocas e influencias arquitectónicas: del barroco y el neoclásico al art nouveau y art decó , pasando por el californiano, el modernismo, el minimalismo churrigueresco… la suma de la belleza.