HUELLASDEL ARTE
Por. Martín Fernández Paz | portal INFOBAE • Fotos. Fuente externa
La historia de Ramón Valdés, el actor de “Don Ramón” viejas ya las traía el actor desde su casa. Todo puesto, claro: era su ropa cotidiana. Pero había una prenda que el vestuarista debía tener preparada, junto a los zapatos de El Chavo, el delantal de Doña Florinda y el traje de marinero de Quico: el gorrito añejo de Don Ramón. Al terminar cada jornada de grabación el actor se lo llevaba a su casa, también puesto. Pero al otro día, camino al estudio, Valdés se encontraba con los chicos que esperaban saludar a su ídolo, ese superhéroe sin capa y andar desgarbado. “Nací niño y sigo siendo chavito -se definía Ramón-. Tengo el carácter de niño, y los chavitos me entienden bien”. Es por eso que siempre se detenía a conversar con ellos. Les firmaba autógrafos, les hacía bromas. Y uno solía llevarse de regalo el gran premio: el gorrito añejo de Don Ramón.
México, DF Despreció la fama para vivir con austeridad y renunció a “El Chavo del 8” por honor: María Antonieta de las Nieves (“La Chilindrina”) lo quiso como si fuera su verdadero padre. Angelines Fernández (“La Bruja del 71”) lo amó con locura, pero no fue correspondida. Y Chespirito se inspiró en su personalidad para crear el personaje
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REVISTA HUELLAS • SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2020
más entrañable de la vecindad: “Sé tú mismo”, le pidió, y Valdés cumplió a la perfección. Porque con este actor -que se casó tres veces y tuvo 10 hijos- los límites entre ficción y realidad siempre fueron difusos. Cuenta la leyenda que el vestuarista tenía poco trabajo con Ramón Valdés: la remera desteñida por tantos lavados, los jeans gastados y las zapatillas
Minutos después Valdés se encontraba con el vestuarista antes de salir a escena para grabar El Chavo del 8, y se disculpaba por otra vez haberse olvidado la prenda en su casa. Todas las mañanas lo mismo. Maldito descuido: salir sin el gorrito... Pero no había reto posible. Con Monchito —como lo conocían desde su infancia—, ¿quién podría enojarse? Ocurre que Don Ramón no era uno más dentro de la bonita vecindad de El Chavo. Malhumorado y cascarrabias, pero noble, humilde y de gran corazón, el personaje le debía