Bajo el canelo JUAN IGNACIO COLIL
actual
Ilustraciones de Roberto del Real
BAJO EL CANELO
JUAN IGNACIO COLIL Ilustraciones de Roberto del Real
Colecci贸n
Colección: La buena letra Dirección editorial: Gloria Páez Editor: Héctor Hidalgo Ilustraciones: Roberto del Real Portada de colección y diseño: diseño i punto
es una marca registrada de MN Editorial Ltda. © Juan Ignacio Colil Abricot © 2012 MN Editorial Ltda. Avda. Eliodoro Yáñez 2416, Providencia, Santiago, Chile Teléfono: 2335101 E-mail: promoción@mneditorial.cl www.mneditorial.cl Se terminó de imprimir esta primera impresión de la primera edición de 2000 ejemplares, en el mes de mayo de 2012. Nº de inscripción: 216.820 ISBN: 978-956-294-321-5
La presentación y disposición de la obra son propiedad del editor. Reservados todos los derechos para todos los países. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea este electrónico, fotocopia o cualquier otro, sin la previa autorización escrita por parte de los titulares de los derechos. Impreso en Chile por Salesianos Impresores S.A.
“Siempre hay un momento en la infancia en que se abre una puerta y deja entrar al futuro”. G. Greene
A mis hijos, Ignacio y Elisa; que hace algún tiempo habitaban el mundo de los niños.
1
A las puertas del viaje
E stoy contento y un poco nervioso porque
mañana muy temprano por fin nos vamos de vacaciones. Han pasado muchos meses en que todos los días nos hemos tenido que levantar temprano, ir a la escuela, poner atención en clases, hacer tareas, comer y acostarnos rápido, y como si todo eso fuera poco, más encima tenemos que lavarnos los dientes y manos varias veces al día. Menos mal que todo eso ya terminó, y vienen las vacaciones y podremos pasear sin tener que preocuparnos de tareas ni cuadernos ni acostarse temprano. En las vacaciones podemos jugar todo el día, nos dormirnos más tarde, nos subimos a
7
los árboles, y a veces, cuando mi mamá no se da cuenta, mi papá nos deja acostarnos sin lavarnos los dientes, pero lo que más me gusta es que nos vamos a pasear al sur. Llevamos todas nuestras cosas y buscamos un lugar donde instalar nuestra carpa y dormimos en sacos y recorremos ríos, bosques, lagos y recogemos piedras que guardamos como recuerdos de los lugares que hemos visitado, pero después nunca nos acordamos qué piedra es de qué lugar, y así se van amontonando en un rincón de nuestra casa. Por todas esas cosas me gustan las vacaciones. Mi papá y mi mamá han estado todo el día ordenando las maletas, preparando lo que vamos a llevar, revisando el auto. Hicieron un montón grande de ropa, pantalones, camisas, calzoncillos, calcetines, parkas, chalecos y después empezaron a meter toda esa ropa en las maletas. Mi mamá corre para todos los lados mirando en una hoja de cuaderno una lista con todo lo indispensable y mi papá a cada rato piensa que se le olvidó algo y se queda paralizado mirando un mapa viejo. Cuando suena
8
el teléfono tengo que contestar yo y decir que están ocupados y que dejen el recado, menos si llama mi abuela, que conversa con todos y a todos nos dice que tengamos mucho cuidado, que nos abriguemos, que comamos bien, que seamos obedientes y por sobre todo que tengamos mucha prudencia. Yo le contesto que no se preocupe porque nosotros somos muy obedientes y de mucha prudencia. Yo pienso que la prudencia es como una forma de decir que seamos felices, que lo pasemos bien, pero no estoy muy seguro. A mí con mi hermana chica, que se llama Elisa, nos pidieron que preparáramos nuestras cosas. —Lleven sólo lo indispensable –nos dijeron muy serios–, no tenemos tanto espacio, recuerden sólo lo indispensable. Yo seleccioné algunas cosas muy importantes que no puedo dejar, mi linterna, mi sombrero camuflado, mi chaleco camuflado, mis pantalones camuflados, y por supuesto mi cuaderno de dibujo y mis lápices. No puedo llevar todas las cosas que quisiera, así que ten-
9
go que dejar en mi pieza unos libros y unos juguetes, pero ya no me importan tanto los juguetes porque ya estoy grande. Mi hermana juntó a sus muñecas y las echó en una bolsa grande de supermercado, como no le cabía la más grande, le sacó la cabeza y ahí todas pudieron estar juntas, también guardó un microscopio, un peluche, su balde para la playa, y un rompecabezas. Cuando se hizo de noche entre todos llevamos las cosas al auto y mientras mi papá las acomodaba, mi mamá hacía una marquita en su hoja de cuaderno y después leía en voz alta todo lo que llevábamos: carpa, sacos de dormir, cocinilla, lámpara, ollas, tetera, tazones, arroz, fideos, té, azúcar, tostador, cucharas, tenedores, ropa, gorros, botas de agua, guantes, colchones, toallas, etc. Después de colocar todos los bultos quedó el espacio justo para que cada uno de nosotros, yo reservé inmediatamente mi asiento. Sería un largo viaje. Mientras comíamos mi papá nos dijo que al otro día teníamos que despertar muy temprano, para poder aprovechar el día, si todo
10
resultaba como él lo tenía pensado íbamos a llegar antes que oscureciera. —¿A dónde vamos a ir? –le preguntó Elisa. —A un lugar muy bonito, les va a encantar –dijo mi papá. —¿Y cómo se llama? —Es una sorpresa. Cuando lleguemos les voy a decir el nombre. —¿En ese lugar hay árboles? –le pregunté. —Sí, bastantes. —¿Y hay cerros? —Sí, también. —Ese lugar está en el Norte o en el Sur –le pregunté. —En el Sur, bien lejos de Santiago. Tenemos que recorrer muchos kilómetros para llegar. —He viajado otras veces al sur, pero cuando era chico. Me acuerdo que andaba corriendo por un campo grande, con pasto por todas partes y estaba lleno de hoyos. Unos chanchos me miraban con un poco de sorpresa. Pasamos por un pueblo en el que había una plaza con unos árboles gigantes, y un señor tenía unos autitos que les prestaba a los niños si los papás
12
les entregaban unas monedas. Me gustaría pasar nuevamente por ese pueblo y por esa plaza. Mi hermana cree que ir al sur es ir a otro país, yo le trató de explicar que otro país es muy lejos y que para viajar a esos lugares hay que ir en avión, y uno se demora años en llegar y que además en otros países hablan otros idiomas, como por ejemplo los chinos o los australianos. Después de comer, me lavé rápidamente los dientes y dejé ordenada mi ropa para el gran día. Me acosté y cerré los ojos pensando en dormirme inmediatamente para que ya fuera mañana. Conté hasta mil para ver si me dormía antes, pero cuando llegué al final, todavía era de noche. Escuché los pasos de mi papá y de mi mamá y como conversaban en voz baja. La única que dormía a esa hora era Elisa. Desperté cuando todavía estaba un poco oscuro, abrí los ojos y me acordé que había llegado el momento. Me puse la ropa y fui corriendo a tomar desayuno, ya todos se habían levantado. Mi mamá estaba arreglando un bolso, mi papá preparaba unos mapas y Elisa
13
le hacía cariño a Triángulo, que es nuestro gato. Tuve que ayudar a poner la mesa, llevar la panera, la margarina, la mermelada. Casi no conversamos mientras tomábamos desayuno. Todos estábamos muy apurados. Me tomé la leche de un solo trago y fui a mi pieza a buscar mis cosas. Después de un rato largo en el que nos obligaron a ir al baño como veinte veces, y dejar ordenadas nuestras piezas, nos logramos subir al auto mientras mi mamá y mi papá cerraban puertas, ventanas, ordenaban y se decían: —No se te queda nada. —No. —¿Estás segura? —Sí, ¿y a ti? ¿Se te queda algo? —Creo que no. —¿Tus documentos? —Los llevo, ¿y los tuyos? —Sí, también. —¿Tus llaves? —Las tengo, ¿y las tuyas? —También.
14
Ă?NDICE
1. A las puertas del cielo . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 2. Una larga carretera de preguntas . . . . . . 15 3. Al final de una largo viaje . . . . . . . . . . . . 31 4. Explorando un nuevo mundo . . . . . . . . . . 41 5. Una ronda nocturna . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 6. La maĂąana de una noche agitada . . . . . . 67 7. Encuentro cercano con tres tipos . . . . . . . 81 8. Otra noche caminando bajo las estrellas . 92 9. Entre naves y muchedumbres . . . . . . . . . 105
8 Bajo el canelo JUAN IGNACIO COLIL Bajo el canelo es una novela infantil escrita desde la mirada de los niños. Relata un viaje de vacaciones de verano de un joven matrimonio con sus dos hijos. Todos parten llenos de entusiasmo con la ilusión de acampar en la orilla de un bello lago sureño. Hasta este punto todo podría marchar como cualquier viaje placentero de unas típicas vacaciones de verano en que participa una alegre familia. Sin embargo, la historia se transforma en una verdadera intriga policial y de suspenso en la que intervienen los dos niños que descubren las maquinaciones de unos sujetos sospechosos. Lo que resta es la ingeniosa y audaz actuación de estos niños para resolver el intrincado problema, solución que comenzará cuando descubren lo que sucede bajo el canelo.
E D I T O R I A L