Encuentro en Luna Ciega

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Encuentro en Luna Ciega ELIANA LADRĂ“N DE GUEVARA

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Ilustraciones de Elvis Salazar



ENCUENTRO EN LUNA CIEGA ELIANA LADRÓN DE GUEVARA Ilustraciones de Elvis Salazar

Colección


Colección: La buena letra Dirección editorial: Gloria Páez Editor: Héctor Hidalgo Ilustraciones: Elvis Salazar Portada de colección y diseño: diseño i punto

es una marca registrada de MN Editorial Ltda.

© Eliana Ladrón de Guevara González © 2012, MN Editorial Ltda. Avda. Eliodoro Yáñez 2416, Providencia, Santiago, Chile Teléfono: 2335101 e–mail: promocion@mneditorial.cl web: www.mneditorial.cl Se terminó de imprimir esta primera impresión de la primera edición de 2.000 ejemplares, en el mes de mayo de 2012. Nº de inscripción: 216.816 ISBN: 978-856-294-316-1 La presentación y disposición de la obra son propiedad del editor. Reservados todos los derechos para todos los países. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea este electrónico, fotocopia o cualquier otro, sin la previa autorización escrita por parte de los titulares de los derechos. Impreso en Chile por Salesianos Impresores S.A.


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¡El que llega último es humano!

—“En Luna Ciega, a media noche”–leí men-

talmente la hoja de papel que tenía entre los dedos–. Parece el título de un cuento o el verso de un bello poema, pensé; sin embargo, sabía que esa era la señal en clave secreta del plan. Luego de alisar mis bigotes, me aseé apresuradamente. Las mochilas estaban listas desde hacía una semana, a la espera del mensaje. Con suavidad sacudí el hombro de Emil, mi pequeño. —¡Es hora, vamos! –le susurré cariñosamente–. Nos esperan afuera –lo levanté y lo abracé contra mi pecho.

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Polana también se apresuró, cogió el morral, le dio una última mirada al dormitorio y partimos. No me costó convencer a Polana de realizar el viaje. Para ser más preciso, diría que, si bien ella no sugirió la idea, al menos fue la primera en comentarla. Ella no tiene miedo, no teme morir; sólo teme por nuestro hijo, por nuestros nietos y por los hijos de nuestros nietos. Pero yo sí que tengo miedo y no me avergüenza decirlo: le temo a los humanos. La situación nos tenía nerviosas; algunas, abríamos y cerrábamos los morrales una y otra vez, asegurándonos de que todo estuviera en su sitio; otras, se paseaban inquietas o se tiraban en la arena y jugueteaban en ella. Así y todo, ninguna de las que viajábamos se habría quedado allí; para todas, la misión encomendada era la tarea más importante a la que nos habíamos visto enfrentadas en nuestra vida. Reunidas frente al mapa, decidimos qué camino seguir; lejos de los monstruos de dos patas. La perspectiva de encontrarnos con ellos no era muy alentadora; sabíamos que estaban listos para empuñar la pistola y asesinarnos por nuestra piel. Nosotros encabezábamos la marcha, detrás, toda nuestra familia de chinchillas. Comenzamos

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a avanzar hacia el sur; en el trayecto, otros animales se sumarían al contingente. La noche era clara y quieta, de vez en cuando el silbido del viento rompía la monotonía. Sentíamos el corazón apretado, latiendo a toda prisa; nunca habíamos salido del territorio, esta era la primera vez que nos aventurábamos fuera de él. De seguir al paso que llevábamos, pronto dejaríamos atrás nuestro amado desierto pedregoso. De allí a Luna Ciega, unas pocas horas más, a menos que los humanos se interpusieran en nuestro camino. Polana suspiró. Isda, mi hermana y Manu, mi padre, estarían a cargo de la madriguera y de la seguridad de los que se quedaban. —¡Tanto tiempo! –exclamó con disgusto Manu cuando supo lo del viaje– ¿Y pretenden cambiar el mundo con eso?, ¿pretenden que los humanos dejen de destruir y matar? —Sí –respondí reprobando la ironía–. Queremos cambiar el mundo. Impedir que nos sigan matando por nuestra piel, dejar de morir atragantados por los plásticos, quisiera despertar cada mañana y encontrar piedras en el desierto y no decenas de pañales desechables… Tenemos que descubrir el modo de decirles a los humanos que así ya

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no se puede seguir viviendo, ni nosotros ni ellos. En rigor, esa era la respuesta. —¿Y creen que lo lograrán? Los humanos son insensibles y obcecados, ¿qué les hace pensar que van a cambiar sus costumbres sólo porque ustedes se lo piden? —Papá –respondí convencido–, hay muchos humanos sensibles y comprensivos, sólo debemos encontrarlos. Permanecer de brazos cruzados para ver cómo todo se destruye a nuestro alrededor es lo que no podemos permitir. —¡Encontrarlos! ¡Eso es una locura! —No es locura. Nos reuniremos con la persona que nos ayudará. —¿Acaso será un humano? De verdad, se han vuelto locos todos ustedes. —Sí, papá, un humano. Su nombre es Antonio, trabaja con animales, protegiendo a los que están en peligro… —¡Ja, ja, ja! ¡Y tú crees esa maravilla! —Sí, papá, creo que existe esa persona. —¡Qué ingenuidad, qué ingenuidad! –se lamentaba Manu–. En fin, supongo que nada los hará desistir. —No, papá, ya no podemos retroceder.

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—Está bien, está bien, en ese caso… no me queda más remedio que desearles buen viaje… ¡Hijo! –y entonces Manu me abrazó fuertemente. —Papá, ten confianza. No quisiéramos preocuparte, pero si no hacemos algo, nos arrepentiremos por el resto de nuestras vidas y por las vidas de nuestros hijos y de nuestros nietos…, si llegan a vivir. —¿Cuándo partirán? —En cuanto llegue la contraseña, puede ser mañana, pasado… ¡La semana próxima! Y luego nos encontraremos con los demás. —¿Hay más animales involucrados? —Sí, muchos. Del sur, otros atravesarán la cordillera, vienen también allende el mar…, desde los cuatro puntos cardinales, ¡desde todos los rincones del mundo! —Está bien, está bien… –dijo Manu comenzando a sentir su estómago descomponerse–. Son más los ilusos de lo que yo creía –y agregó–, necesito zambullirme en la arena. —Yo también lo necesito, papá. ¡El que llega último es un humano! –y riendo, corrimos fuera de la madriguera para darnos un chapuzón. Polana sonríe recordando ese episodio del que ella fue una silenciosa testigo. La contraseña había

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llegado unas horas antes y ya estábamos en marcha, rumbo al sur, a encontrarnos con los demás. —¡Mami, quiero hacer pipí! –la voz de Emil me sacó de mis cavilaciones. —¡Detenerse! –alcé la voz y levanté la mano derecha para que todos me vieran–. Diez minutos para ir al baño… ¡Con precaución! Nos dispersamos entre los matorrales y a los diez minutos, estábamos todos de regreso. Casi todos, Polana y Emil no volvieron. —¿Han visto a Polana? ¡Polana! ¡Polana! –los llamé varias veces pero no aparecieron. Mi estómago se descompuso, mis piernas flaquearon–. ¡Dios mío, protégelos! –recé en silencio. El resto de las chinchillas también comenzaban a ponerse nerviosas. No acabábamos de salir y ya teníamos un problema que enfrentar. A los cinco minutos, alguien a mis espaldas me tocó el hombro… —¡Humanos! –fue lo primero que pensé. El corazón se me subió a la garganta. Giré en redondo y allí estaban frente a mí. —¡Polana, Emil! ¿Dónde estaban? ¿Están bien? —Sí, bien, lo que sucede… –se detuvo. —¿Qué sucede? ¿Te hicieron algo los humanos? –pregunté nervioso.

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—No, no. No alcanzaron. Pal, ¿no dijimos que nos iríamos lejos de los humanos? —Por lo visto con ellos, no hay caminos seguros. Tenemos que seguir –esas fueron mis últimas palabras. El viaje sería largo y peligroso, pero nada ni nadie nos harían retroceder. El grupo fue aumentando a medida que avanzábamos. Guanacos, llamas y vicuñas en silencio y a paso firme; algunos gekos en representación de su comunidad, aceptaron gustosos ir a lomos de alpacas; zorros y vaquitas del desierto que se acomodaron felices entre las orejas de los zorros, como si fueran a una fiesta. Plu, el cóndor, antes de partir, había reclutado a un grupo de jóvenes cóndores y algunas familias de águilas que venían de mucho más al norte para vigilar desde el cielo. El papá de los cóndores se llamaba Pax, era quien dirigía el grupo. Volando majestuosamente nos saludó desde arriba, mientras dos de sus hijos observaban atentos hacia uno y otro lado, sosteniendo firmemente los silbatos que pitarían en caso de emergencia. Para mantenernos comunicados usaríamos radios. —Polana, Pal, amigos, ¿todo bien? –nos preguntó el padre.

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—Todo bien, Pax, gracias –contestamos entusiasmados. —Todavía están cerca del camino, es mejor que se alejen –nos dijo enérgico. En el momento en que levantaba el pulgar hacia el cielo en señal de acuerdo, un águila se acercó volando a toda velocidad. —¡Humanos! –graznó con fuerza y todos, con el corazón desbocado, corrimos a escondernos entre los matorrales y en agujeros que había en la tierra, rogando que el peligro pasara pronto. Casi de inmediato, sentimos el motor de un camión no muy grande salir del camino y avanzar hacia donde nos encontrábamos. “¡Para, detente!”, imploraba para mis adentros, viendo cómo la rueda derecha trasera pasaba a escasos cinco centímetros de mí. El vehículo se detuvo sobre nosotros. Me quedé sin respiración. Enseguida se levantó la tolva y la carga que transportaba comenzó a caer tapando los matorrales y plantas que allí crecían. Los trozos de concreto y ladrillos, palos, basuras de todo tipo e incluso un perro muerto, cayeron al suelo con gran estruendo, y una nube de polvo nos cubrió completamente. Después de todo, allí debajo estábamos protegidos.

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ÍNDICE DE PERSONAJES Anamaría: humana investigadora y fotógrafa. Antonio: humano joven, amante de los animales. Api: Golondrina. Arturo: humano hermano de Laura, la secunda en el hospital del acuario. Ati: Serpiente Cascabel, amigo de la vizcacha Vari. Bru: Puma, amigo de de la vizcacha Vari. Cilar: Cigüeña jefe de la bandada de cigüeñas. Dero: Delfín, integrante del grupo de Xio. Dilea: Pudú, hermana de Flip. Emil: Chinchilla, hijo de Pal y Polana. Exe Crable: humano, atacante de los animales. Fare: Pudú. Flip: Pudú, hermano de Dilea. Frat: Caballo. Garip: Huemul. Gru: Grulla, trabaja en la enfermería. Isda: Chinchilla, hermana de Pal. Laia: Yegua. Laura: humana estudiosa y protectora de los animales. Lum: Zorro, trabaja en la enfermería. Luo: Cormorán. Lur: Gaviota. Manu: Chinchilla, papá de Pal.

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Mara: Ballena preñada. Mayt: Manta Raya. Miguel: Exe Crable, hombre reformado. Mile y Mali: Hijas de Pal y Polana Nia: Ballena preñada. Nu: Pingüino, amigo de Vari Vizcacha. Pal: Chinchilla, esposo de Polana. Pax: Cóndor, jefe de guardias. Plu: Cóndor. Polana: Chinchilla, esposa de Pal. Quijote: gato de Antonio. Ret: Gorrión, amigo de la vizcacha Vari. Sancho: perro de Antonio. Trao: Ciervo Volante. Tura: Ciervo Volante, abuelo de Trao. Tyr: Ciervo Volante. Vari: Vizcacha, odia a los humanos. Vicu: Vizcacha, jefe de la familia. Zeli: Ñandú. Xara: Ballena, hija de Xio, está preñada. Xeo: Ballena, hijo de Xara, nacido en el mar de Luna Ciega. Xera: Ballena, pareja de Xio, asesinada por pescadores. Xio: Ballena adulta, jefe. Yuan: Yaca.

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ÍNDICE 1. ¡El que llega último es humano!....................... 5 2. “Pepe y María SAL”.......................................... 19 3. La isla de los desperdicios................................ 31 4. ¡Muerte a los humanoooos!........................... 39 5. El ataque del lobo solitario............................. 59 6. ¿Cómo lo supiste, Emil?................................... 71 7. ¡Protégela, por favor, protégela!.................... 79 8. “La violencia solo engendra más violencia…”..................................................... 87 9. ¡Socorro… Auxilio!.......................................... 97 10. ¿Me voy a recuperar?................................... 137 11. ¿Cuál es su nombre?......................................163 12.¡Un humano sobre su espalda!.................... 175 13.¡Soy muy feliz!.............................................. 201 14.“Luna… ¿qué?”............................................. 223 Índice de personajes............................................244


10 Encuentro en Luna Ciega ELIANA LADRÓN DE GUEVARA Encuentro en Luna Ciega, es una novela claramente comprometida con el respeto y resguardo de los animales, donde la autora ofrece una visión del mundo que privilegia la perspectiva animal antes que la humana. ¿Qué pasaría si los animales lograran comunicarse y emprendieran un viaje para juntarse en un lugar secreto y debatir sus problemas? Esto es lo que sucede en este relato caracterizado por su gran agilidad y tensión, donde los animales experimentan tantas emociones y enfrentan reacciones insospechadas de quienes pensaban eran sus enemigos más indolentes: los humanos. Luna Ciega es el punto de encuentro de animales del aire, las aguas y la tierra; es decir, de cóndores, grullas, gaviotas , ballenas, delfines, chinchillas, zorros , ñandúes, pudúes, pumas y tantos otros. Luna Ciega es el lugar de la unidad, la reflexión y de las decisiones importantes para el futuro de las relaciones entre animales y seres humanos.

E D I T O R I A L


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