Cabina Telefónica

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CABINA

TELEFÓNICA


CAPÍTULO I

CAPÍTULO I Los números en mi memoria, la llave secreta para las puertas en la lejanía hacia ti.



Yo estoy bajo tejado de vidrio desde afuera el ruido tira como con piedrecitas hacia mí.

A veces me llago la garganta con tanto gritar, hablo al vacío.

Delante de mí el vidrio, que no tapa ningún secreto

nosotros debemos hallar un lenguaje que nadie entienda allí fuera

Cuando el primero yo hago golpee contra el vidrio cristal, la ciega y sorda tendría aún mucho que decirte,


Me voltero a las miradas extra単as.


C A P Í T U L O

II

Un pequeño disco negro me lleva hacia tí – entre los orificios se iluminan cifras,


me alejan de lo cotidiano al paisaje de tu voz –


A travĂŠs de un cable fino como un ojo de la aguja te he alcanzado sano y salvo.


Mientras hables, conozco a fondo tu lejana orilla, es tu voz mi casa.


CAPÍTULO III

Espera silenciosa – teléfono ocupado: señal de espera, que nosotros no podamos encontrarnos con palabras.


Las dudas surgen – ¿con quién estás hablando tanto? Nuevamente el disco negro, moverlo como un disco de ruleta – ¿con quién estás hablando tanto?


Cuando hallo la señal libre, se silencia la noche negra y sin palabras –

¿hacia dónde te has ido?



ARGUMENTACIÓN SUBJETIVA I

“Los números en mi memoria, la llave secreta para las puertas en la lejanía hacia ti”. Una figura femenina se distingue a través de los cristales de una puerta. La puerta refleja explícitamente una entrada hacia algo. El granulado del cristal, la memoria. “Yo estoy bajo tejado de vidrio desde afuera el ruido tira como con piedrecitas hacia mí. A veces me llago la garganta con tanto gritar, hablo al vacío”. El vidrio se representa mediante un vaso de cristal, presente en toda la historia. Este vaso hace referencia a la comunicación ya que muchas veces, aunque sea a modo de juguete, se ha utilizado como representación de un medio comunicativo como es el teléfono. La mujer juega con el vaso, nerviosa. El vaso le acompaña. “Delante de mí el vidrio, que no tapa ningún secreto nosotros debemos hallar un lenguaje que nadie entienda allí afuera”. Sigue jugando con el vaso. Se muestra una mano desconocida que en realidad no está ahí. Solo se la imagina. Un contacto imaginario entre ella y alguien más a través del cristal. Imaginario en tanto que solo ella puede entender. “Cuando el primero golpee contra el vidrio cristal, tendría aún mucho que decirte…” Sigue ese contacto a través de una ventana, en la que apoya el vaso intentando escuchar más allá del cristal.


“…yo hago la ciega y sorda”. La mujer sigue nerviosa. Se tapa los ojos, se tapa las manos. Sus manos tienen pintura, dando a entender que aunque no se tape con las manos la ceguera y sordera siguen presentes como unas manchas que impiden seguir adelante. Porque no quiere seguir con la comunicación, prefiere conformarse. “Me volteo a las miradas extrañas” Mira por la ventana. Pensativa.

II

“Un pequeño disco negro me lleva hacia ti. Entre los orificios se iluminan cifras…” Decide tranquilizarse con música. La música te transporta hacia otro lugar. Un vinilo (disco negro) y las cifras son las notas musicales que van saliendo del tocadiscos. “…me alejan de lo cotidiano al paisaje de tu voz” La mujer en un fondo totalmente distinto. La música le ha llevado a otro lugar. Imaginario. “A través de un cable fino como un ojo de la aguja te he alcanzado sano y salvo” El vaso sigue presente. Aparece otro elemento importante en la comunicación: un teléfono. Juega con el teléfono y enrolla el cable en el vaso. Ha alcanzado al vaso con el cable sano y salvo”.


“Mientras hables, conozco a fondo tu lejana orilla, es tu voz mi casa”. Sigue jugando con el vaso. Adentra su mirada en él. Las ondas que crea el vaso son esa lejana orilla. El agua refleja tranquilidad y vida.

III

“Espera silenciosa. Teléfono ocupado: señal de espera, que nosotros no podamos encontrarnos con palabras”. La pantalla del ordenador en blanco. La nada. “Las dudas surgen ¿con quién estás hablando tanto? Nuevamente el disco negro, moverlo como un disco de ruleta ¿con quién estás hablando tanto?” Las manchas en la boca de color negro como una marca de impotencia. Negro también como el disco. Vuelve a poner música para poder olvidar esa espera. “Cuando hallo la señal libre, se silencia la noche negra y sin palabras ¿hacia dónde te has ido?” La mujer en el suelo. Cansada de tanta espera y rodeada de los objetos que le han acompañado en ella.

Los colores de las fotografías tienden hacia una tonalidad verdosa que puede transmitir una sensación onírica pero que no tiene por qué ser positiva. También el verde puede reflejar el malestar que pueda sentir la mujer. No es un verde esperanza, sino un verde o amarillo incluso, enfermo. Su ropa es sencilla: camisa blanca y vaqueros. Una espera tiene que ser cómoda.


Victoria Monje Cristina Palomino Roberto Panizo Jesús Pérez Teoría y Crítica de la Cultura Grupo 2 4º Publicidad y RR.PP.



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