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5/Mondo freako Caroline Polachek El pop es experimental
Con tan solo dos discos lanzados en solitario, la carrera de Caroline Polachek ya es una de las más prometedoras de la industria actual. El magnífico “Desire, I Want To
Into You” (Perpetual Novice, 23) llega en el mejor momento de su vida artística, con una proyección que la sitúa dentro de las figuras clave del pop más experimental. Hablamos con ella sobre el significado detrás del álbum, sus vínculos con España durante la composición del mismo y su esperado paso por Primavera Sound.
ANTES DE METERNOS en materia, le preguntamos cómo se encuentra ahora que todo el mundo puede escuchar su nuevo disco.
“Me siento muy agradecida. Y muy liberada. Porque el proceso de crear este álbum ha sido muy entrecortado. La pandemia llegó al principio del proceso compositivo, pero luego tuve que dejarlo a un lado cuando los shows volvieron. Después lo retomé… Pero no paré de hacer shows, así que tuve que aprender a hacer un álbum mientras giraba. Fue muy, muy difícil”, cuenta. “Incluso mientras lo hacía tuve muchos momentos de crisis. En plan: ‘¿Qué es todo esto? No tiene ningún sentido’”. Al final, Caroline supo unir las piezas.
“Luego me di cuenta y dije: ‘¡Ah! No tiene ningún sentido. Esa es precisamente la intención’”, afirma riéndose. “Desire, I Want To Turn Into You” es un álbum personal y
Turn
directo, pero muy sutil. Lleno de infinitas metáforas y conceptos visuales que se materializan mejor cuando escuchas la obra completa. “Es un álbum muy personal, sí. Pero, a su vez, es una nueva forma de acercarme a la escritura subjetiva. No tiene el estilo de un diario, ni es narrativo. Es más bien una serie de imágenes que aparecen como un flash de manera muy rápida. Luego dejo que el oyente construya su propios puentes entre ellas”. La obsesión de Caroline era hacer un disco físico, que se pudiera palpar y que perdurara en el tiempo. “Son cosas que me reconfortan dentro de un mundo que es muy efímero y muy digital”.
POLACHEK ES DE ESAS ARTISTAS que están cien por cien involucradas en su trabajo, desde la composición hasta el arreglo o la producción en el estudio. Habilidades que se llevarían mejor a solas, pero que no tuvo más remedio que aprender a hacer en compañía. “He estado de gira durante casi todo el proceso de este álbum, así que nunca estaba sola. Eso es algo que la gente no sabe acerca de estar de gira: la única vez que estás sola es cuando vas al baño. No tenía el espacio para estar por ahí soñando, así que el estudio se convirtió en mi santuario”.
EL IMAGINARIO QUE RODEA al álbum es muy potente, con gran presencia de símbolos relacionados con la naturaleza, como los volcanes. “Pueden ser muy destructivos de repente sin avisar. Por su forma, también me parecen muy femeninos y muy sexuales. Sus colores y texturas encajaban muy bien con el moodboard que yo tenía en mente: el rojo, el negro, el marrón… Pero, por encima de todo, actuar encima del escenario al lado de un volcán me parece que simboliza a la perfección la precariedad en la que vivimos. Expresamos amor, pasión y humor en este lugar tan precario en el que cualquier cosa puede pasar. Hay mucho en juego”. También tie- nen su mensaje las hormigas que aparecen en la portada, al más puro estilo Dalí. “Me parece que las hormigas son increíbles. Son una especie de fuerza de la naturaleza. Nosotros, como especie, generamos muchísimos residuos en abundancia y los dejamos por la calle, muchas veces en forma de azúcar, de helado, de café… Entonces las hormigas salen de noche, se organizan en filas en silencio, y al día siguiente todo esa basura ya no está. Para mí simbolizan esa fuerza milagrosa de la regeneración”. En cuanto a la producción, la artista confiesa que el proceso es distinto con cada canción, si bien tiene claro con quién aliarse siempre: su fiel compañero Danny L Harle, del colectivo PC Music. “Tenemos una forma de producir muy fluida y casual, de idas y venidas. En el caso por ejemplo de la canción ‘Billions’, todo empezó con un beat de batería que me envió. Y luego yo lo pasé al ordenador para darle la estructura que tiene ahora. Después grabé algunas voces por encima, se las pasé a él… Y así entramos en un proceso que puede durar o bien dos días o bien un año y medio. Me encanta trabajar con Danny porque nunca nos frustramos”.
POP / La expectación por el esperado segundo álbum de Caroline Polachek era enorme, y motivos no faltaban. Han pasado cuatro años del aclamado “Pang” y la recepción de singles como “Bunny Is A Rider” o “Welcome To My Island” ha sido magnífica. Ahora llegan nuevas canciones que han sido cocinadas a fuego lento en su casa y en el estudio, junto a su colaborador habitual, Danny L Harle. En este álbum se exploran los contradictorios sentimientos que afloran cuando uno se enamora, Todo ello envuelto en letras metafóricas, una voz privilegiada y angelical y una producción bizarra que conversa entre el pop mainstream (“Smoke”) y la experimentación más celta (“Blood And Butter”), industrial (“Billions”) o PC Music (“Fly To You”, con Grimes & Dido). Solo ella podría ser telonera de Dua Lipa mientras colabora junto a Sega Bodega, Charli XCX u Oneohtrix Point Never. Los dos lados del pop, el mainstream y el underground.
CAROLINE POLACHEK se ha hecho su hueco indiscutible dentro de la industria generando un pop alternativo muy interesante y lleno de sorpresas poco habituales en el género. Como por ejemplo, las gaitas que escuchamos en “Blood And Butter”, las cuales compara con el autotune. “Son unos instrumentos que me emocionan mucho. Cuando las escuchas siempre es un contexto de procesión o algo así. De alguna manera, me llevan al origen de la civilización y de esos valores humanos que buscamos proteger a lo largo de los milenios”, afirma. Otra joya inusual dentro del disco es “Sunset”, su propia rumba catalana con esa guitarra española tan predominante. Cuenta la historia de amor entre nuestro país y la autora de “Pang” (19), quien se vio obligada a dejar Londres y aterrizar en Barcelona un verano tras caducar su visado. “Era el verano de 2021 y Barcelona acababa de abrir. Aterricé allí justo el día que se volvía a abrir todo: los bares, los restaurantes… Nadie dormía, todo el mundo estaba de fiesta, luciendo súper glamuroso… El feeling fue muy fuerte, yo estaba volando. Llevaba mucho tiempo trabajando, y ese momento en España me devolvió la vida. La sensación de vitalidad y de ‘rojez’, ese rojo que tanto caracteriza al país”, expresa emocionada. Como anécdota loca, nos cuenta que “Como Ronea” de Las Chuches fue una clara inspiración para esta canción.
ADEMÁS DE LOS GRANDES HITS que más se están escuchando, como “Welcome To My Island” o “Bunny Is A Rider”, el disco esconde otras canciones preciosas como la emotiva y a la vez festiva “I Believe”, en homenaje a su amiga SOPHIE. “La escribí justo cuando empecé a sentir lo que había supuesto perder a SOPHIE. No solo fui yo, fue a nivel colectivo que nos empezamos a dar cuenta de todo lo que nos había dado como artista. Y de cómo todos estamos presentes incluso más allá de la vida gracias a la energía que creamos”. Entre sus influencias actuales, Caroline destaca a sus amigos A. G. Cook, Danny L Harle, Hyd, Sega Bodega; a su novio, el artista visual Matt Copson… Al preguntarle por artistas españoles, lo tiene claro: Rosalía (“la reina del universo”) y, atención a esta referencia, Ralphie Choo. “Tengo curiosidad por saber qué va a hacer”, nos cuenta la neoyorquina sobre el joven artista madrileño. Es indudable la conexión entre Polachek y nuestro territorio. Tanto que este año repite por cuarta vez en la doble fecha del Primavera Sound, actuando en Barcelona y Madrid. “Primavera Sound es mi festival favorito de todo el mundo. El concierto del año pasado fue muy loco, creo que había unas 20.000 personas. Así que va a ser muy especial volver. Me siento muy apoyada y muy comprendida por parte de mis fans españoles. Estoy emocionada”. ÁLVARO TEJADA
El poder del ocho
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En Concierto
l Barcelona 03 junio. Primavera Sound l Madrid 10 junio. Primavera Sound
HACE UNOS DÍAS recibíamos, a través de nuestras redes sociales, una queja relativa a las puntuaciones de los discos en la revista, que no es ni la primera ni tampoco será la última vez que nos hacen. En concreto se nos acusaba de puntuar demasiado alto nuestras reseñas, siendo el ocho una nota demasiado habitual en estas páginas. Y lo cierto es que posiblemente el internauta que dedicó su tiempo en formular dicha afirmación, tenga algo de razón y somos conscientes de ello. Pero es que hay un par de importantes motivos que provocan esta situación y voy a intentar explicarlos. En primer lugar a nadie se le escapa que todos los meses se publican varios miles de discos en todo el mundo, mientras que nosotros solo alcanzamos a reseñar unas decenas de ellos. No hay que ser muy avispado para entender que aquí ya se produce un primer corte muy bestia, que hace que nos quedemos solo con esas obras que, por diferentes motivos, merecen ser reseñadas. Selección que acostumbra a centrarse en los artistas importantes, los más cercanos o los que han hecho un disco de peso, elevando el listón de la calidad de los discos que aparece en estas páginas y por tanto su nota. De todas formas no voy a negar que tenemos cierta tendencia a encargar la reseña de un disco al colaborador que está más especializado en el estilo o el artista que critica, y eso produce en ocasiones cierta distorsión a la hora de valorar una obra, al dirigirse el plumilla en su reseña tan solo a otros iniciados en el estilo o el artista analizado, provocando de paso cierta tendencia inconsciente a puntuar al alza. Es verdad. Por eso siempre invitamos a nuestro lectores a no quedarse solo con el mensaje que un número inofensivo les va a transmitir, y que lo mejor es leer siempre la reseña para extraer conclusiones. Al fin y al cabo ya se sabe eso tan manido de que las opiniones son como los culos… Pero ya que estamos en el berenjenal de las calificaciones, voy al menos a dar una pauta con la que creo que todos podemos llegar a un acuerdo. Y es que debe ser algo muy meditado el otorgar un rotundo diez a un disco. Esa es una puntuación que la obra debe ganarse con el transcurso del tiempo, pues debería ser una nota destinada tan solo a esas obras que trascienden, se convierten en inmortales y que dan paso a un nuevo estilo/escena o provocan cierta ruptura/sacudida a lo que venía haciéndose hasta la fecha. Discos como “Nevermind”, “OK Computer” o “Pet Sounds” lo merecen por las razones esgrimidas y por formar parte de ese Olimpo reservado a unos pocos. A partir de aquí solo me resta añadir que cada cual reparta suerte, pero teniendo presente siempre el poder del ocho, ese que no debe ser tomado a la ligera.
SERGI ‘DON DISTURBIOS’ MARQUÉS