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.LOS DISCOS.DE MI VIDA.
Lou Reed Berlin (1972)
Este disco me cambió la vida. Literalmente. Me lo compré de segunda mano en Las Ramblas después de escuchar a Marc Almond decir en “La Edad de Oro” que ése sí que era un disco triste y no lo que hacía él. Un adolescente asomado a esa ópera destructiva y depresiva. Le he copiado tantos versos que me da hasta apuro.
Carlos Zanón
Cada vez hacen falta menos palabras para presentar a Carlos Zanón. Por sus libros le conocemos. Ahora Salamandra reedita “Yo fui Johnny Thunders” y recopila crónicas suyas en “Cien formas de romper un glaciar”, momento que aprovechamos para preguntarle por algunos de sus discos favoritos.
Otra colección de temas absolutamente impecables, originales, honestos y de espaldas a lo que se suponía que debía encerrar una grabación en un multipistas por parte de un tipo que había perdido a la novia y a su banda de toda la vida, y se había refugiado en una cabaña en el bosque para pasar el mal trago.
Hasta hace unos pocos años, Chris Isaak era un valor seguro. Nunca había nada barato en sus lotes. Pero el primero fue enorme. Lo tenía absolutamente todo. Talento compositivo, voz, clase, una banda fija soberbia, elegancia, melancolía y, terciándose, ganas de fiesta. Entres por donde entres en “Silvertone” siempre aciertas.
Este disco de la época más oscura de los hermanos Gibb fue la banda sonora de parte de mi adolescencia. No hay apenas grandes canciones –“How Can You Mend A Broken Heart” y “Walking Back To Waterloo”– en una banda que las hacía casi sin querer, pero consiguen un mundo y un sonido devastado de tardes de invierno, amores rotos y esperas insoportables.
No es un recopilatorio, sino EL recopilatorio. De la maestría interpretativa del tipo, de cómo nunca abusa ni exagera, como si siempre se quedase un paso debajo de lo que podría conseguir para no abusar, para no perder esa elegancia en el fraseo y en el punto medio entre el gospel y el pop, lo blanco y lo negro, lo popular y la delicatessen, se ha escrito ya todo. MS
SHOOK” ES EL CUARTO álbum de estudio de Algiers, y luce como una obra con ardorosa intensidad que el grupo consigue mantener constante a lo largo de diecisiete canciones. El bajista (y multinstrumentista) Ryan Mahan explica qué efecto trataban de conseguir en el oyente. “Queríamos llevarlo de paseo, en una experiencia o un viaje. ‘SHOOK’ es una expresión acerca de lo patas arriba que ha estado nuestro mundo durante varios años y acerca de cómo lo está a estas alturas. Y me refiero también a la época pre-pandémica. Queríamos compartir esa experiencia con esos amigos que son los colaboradores del disco y con el propio oyente”. “SHOOK” cabe entenderse, al mismo tiempo, como un disco hermético y algo caótico, en lo que, de hecho, es parte indisoluble de su magnético atractivo. “No es caos. Hay un orden dentro del desorden. Para nosotros hay una lógica interna y creamos esas tensiones entre ruido y texturas desde la misma esencia de la banda. Así es cómo permitimos que ambos elementos coexistan, particularmente en directo. Tenemos que encontrar formas más interesantes y relevantes de usar esas energías y eso es lo que hacemos”. En cualquier caso, y definitivamente, este es un álbum inquietante para un mundo inquietante, quizás particularmente contemporáneo. “Creo que es un disco contemporáneo porque tuvimos unos colaboradores a los que, en su mayor parte, permitimos que escribieran sus propias letras y hablaran de sus propias verdades sobre el mundo en los últimos años. Creo que cualquier cosa que hayas hecho es deliberadamente escapista y va a reflejar, hasta cierto punto, el mundo que te rodea. Pero no hubo intención de hacer declaraciones grandilocuentes sobre geopolítica ni nada por el estilo”. “SHOOK” es un trabajo plagado de colaboraciones, algo que termina siendo definitorio en el perfil mutante del lanzamiento y que, tal y como confirma el entrevistado, fue del todo pretendido. “Cuando grabamos nuestro disco anterior, ‘There Is No Year’ (Matador, 20), ya queríamos haber contado con muchas otras voces. No pudimos hacerlo, pero en esta ocasión insistimos mucho... y pudimos hacerlo. Había cierta ironía en