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La trinchera pop de Iván Ferreiro

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PODCASTS MS

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POP / Empecemos por lo obvio: la nasalidad, la extrema gravedad, los arreglos eternamente repetidos. Hay muchas cosas por lo que los discos de Iván Ferreiro son excesivos y mogollón de veces, directamente, raros. Como combinar azul y negro. Pero el gallego es un incansable –necesidad básicamente– de hacer canciones. No es menos verdad que en cada uno de sus largos hay innegociables. Arranca “Trinchera pop” con una vitaminada “Canciones para no escapar”. Los gorgoritos mágicos del cantautor, la melodía infinita, la épica del teclado. Otra más. Como “En el alambre”. Densísima. Un bocata de tormentas. Misma intensidad que “Casa” (16), pero sin tanta urgencia. Una rueda compositiva en la que hace tiempo que entraron colegas de oficio como Coque Malla. Los vientos, la parafernalia, pero encima siempre, la canción (“Pinball”). Incluso en ejercicios de estilo tan retorcidos como el cierre, “En las trincheras de la cultura pop” (sinfónica de “Spring 1” de Max Richter). Ferreiro libérrimo junto a su hermano Amaro y Ricky Faulkner. Entremedias, el disco cae en un letargo extraño, con más juegos de palabras de los habituales. También resulta sospechoso el pulso electrónico que adopta el álbum hacia la mitad (“Dejar Madrid”). Pero al final es un tempo que agrada, que invita a mirar por la ventana, a tomar un vino, a hablar por encima de él incluso. Una intensidad sosegada que casa con la apuesta selvática junto a Tanxungueiras de “La humanidad y la tierra”, derroteros parecidos a los de su compatriota Xoel López. No miente Iván Ferreiro cuando asegura que todo está en el espectro del pop. A lo que él ha dedicado, afortunadamente para nosotros, una vida. Y que ha contribuido a ampliar con elegancia y temple. La nasalidad, la extrema gravedad, los arreglos eternamente repetidos de siempre, pero junto a un montón de virtudes sumadas por los años y las canciones. Si existen los pastafaristas, también caben los ferreiristas. YERAY S IBORRA

METAL / Haela Ravenna Hunt-Hendrix va a por todas. En todo momento se nota que Liturgy se fundó mientras estudiaba composición clásica y filosofía en Columbia. Meterse en profundidad en esta obra es un viaje de aprendizaje y experimentación, casi como una visita a un museo musical. La epopeya comienza con “Daily Bread” una intro inquietante que da lugar al despliegue monumental de recursos de “Djennaration”. Aquí lo épico y lo solemne se cruzan con un alma sumida en el vacío, omnipresente en casi todas las canciones y expresada por medio de una voz que no despega de la media deathmetalera, pero logra expresar dolor como pocas. Para el turno de “Haelegen” –ópera grindcore– el disco comienza a ser realmente exigente para el oyente. “93696” podría ser el sumario del disco con sus más de catorce minutos en los que se atraviesan climas tribales, contratiempos épicos y orquestaciones impactantes.

ADRIANO MAZZEO

POP / U2 se apuntan a la moda de revisar su catálogo, y quizá sea por ese estatus que ostentan y porque los buenos tiempos prevalecen en el subconsciente, pero lo cierto es que el caso de los irlandeses resulta especialmente sangrante. El cuarteto apuesta por presentar versiones ralentizadas, semidesnudas o directamente acústicas, en una tendencia que resalta sin disimulo la parte más hortera de las composiciones, guiada en todo momento por la aquí tremendamente empalagosa y autocomplaciente interpretación de Bono. Sucede una y otra vez, en una inercia que arrastra temas de diferentes épocas, pasados por idéntico tamiz y despojados de toda emoción primigenia. Una técnica devastadora que debería haber dejado a la luz aquellos valiosos mimbres sobre los que se sustentaron las canciones, pero que aquí deriva en recreaciones innecesarias en el mejor de los casos, cuando no desagradablemente artificiosas. RAÚL

CANCIÓN / El debut de Valeria Castro tiene lo justo para caminar, percusión y timple canarios, algunos arreglos a piano, bajos poco intrusivos, coros profundos. Una forma de atender la tradición que funciona como un tiro en el pop en ejemplos de la discografía de Sílvia Pérez Cruz o de la primera Rosalía. Nacho Mur (La M.O.D.A.), Alberto Torres o –entre otros– Çantamarta, unos cuantos productores, además de la misma artista, han hecho empastar las gracias para que “con cariño y con cuidado” sea agua corriente. Ha sabido la canaria acurrucarse en la vanguardia de toques añejos de artistas como Guitarricadelafuente. Manteniendo, por la paleta de temas usados, la forma pura y cristalina de expresarse de contemporáneos como Maria José Llergo. Castro es mucho de lo que necesitamos: canciones aterciopeladas en playlist de “Mediodía acústico”; también trasfondo si se va más allá. Puesta de largo versátil, muchos públicos a los que mimar. YERAY

S. IBORRA

Thomas Bangalter Mythologies Parlophone

Nacional Internacional

1 Cala Vento Casa Linda

2 Ginebras ¿Quién es Billie Max?

3 Valeria Castro con cariño y con cuidado

4 Iván Ferreiro Trinchera pop

5 Neuman Waterhole

6 Niños Luchando Territorio

7 Yung Beef Gangster Paradise

8 Nunatak Nunatak y la isla invisible

9 Charnego Regreso al futuro

10 30s40s50s Piloto

100 gecs

10,000 gecs

PUNK ROCK / Periferia es un nombre redondo para este cuarteto de La Roca del Vallés. Tan redondo como sus canciones, que entran solas y se pegan de forma irremediable. Resulta sorprendente la calidad que ha conseguido la banda si tenemos en cuenta su juventud y el hecho de que hayan apostado por la autoproducción. O puede que ésa sea precisamente la clave. Pep Miralles, el guitarrista del grupo, grabó y produjo estos once temas en Wheel Sound Studio. “Fortuna o discordia” supone su primer álbum tras el EP “Ruta al desvelo” (21). La música de Periferia tiene muchos matices: punk rock, hardcore melódico, rock urbano, pop, indie, metal… Su contundencia casa a la perfección con la preciosa voz y las profundas letras de Berta. Recuerdan por momentos a Elektroduendes, Zea Mays o Marea, pero suenan como ellos solos. Consiguen el punto perfecto entre guitarreo y poesía, contagiando a la primera su vitalidad. JESÚS CASAÑAS

CLÁSICA / Tras colgar el casco en 2021 y reconocer su reparo por el mundo moderno, el cincuenta por ciento de Daft Punk nos abre las puertas al lado más insólito de su carrera con su primer trabajo en solitario en veinte años y una colección de veintitrés movimientos en clave barroca pertenecientes al ballet homónimo de Angelin Preljocaj. A pesar de su dudosa accesibilidad, Bangalter nos acerca a un género denostado, demostrando ser capaz de salir de su zona de confort con versatilidad y elegancia. Una invitación poco ortodoxa a que desempolvemos nuestros libros de cultura clásica y nos adentremos en un mundo lleno de criaturas (“Les Minotaures”, “Les Gorgones”) y deidades (“Zeus”, “Aphrodite”) donde se irán componiendo ante nosotros los bosquejos de una historia rica en matices, tanto musicales como narrativos. La capacidad para contar historias a través de la música de Bangalter permanece intacta.

FRAN GONZÁLEZ

1 Boygenius The Record

2 Depeche Mode Memento Mori

3 Caroline Polachek Desire, I Want To Turn Into You

4 100 Gecs 10,000 gecs

5 Caroline Rose The Art Of Forgetting

6 Lankum False Lankum

7 Wednesday Rat Saw God

8 Metallica 72 Seasons

9 Shame Food For Worms

10 Unknown Mortal Orchestra V

Atlantic POP / El segundo álbum del dúo formado por Laura Les y Dylan Brady es una extensión de las idiosincrasias que marcaron sus esfuerzos anteriores: un sonido caótico y pirotécnico que mezcla pop-punk, nu-metal, chiptune, electrónica experimental y ska y una capacidad para explotar lo absurdo que les permite no estar limitados por ninguna regla. Aunque se ha reducido la intensidad del autotune, sigue siendo un disco hiperactivo y estruendoso, que se mueve entre paranoias inducidas por las drogas y delirios insomnes, gritos guturales y melodías deformadas. Sintetizadores abrasivos y percusiones martilleantes. Conceptos surrealistas como una canción de ruptura sobre sacarse las muelas, una oda a la amistad con una rana como protagonista o una duología sobre un asesino psicópata. Si funciona es porque el dúo trabaja siempre desde la más absoluta franqueza: es imposible no pasárselo igual de bien que ellos. SALOMÉ LAGARES

8

POP / Caroline Rose se suma a la lista de elegidos que, escarbándose el lado izquierdo del pecho con sus propias manos, extrae “The Art Of Forgetting”, una de esas obras que marcan un antes y un después, vital y artístico, en su carrera. Catorce descarnadas y emocionantes pistas a corazón abierto, fraguadas tras una ruptura sentimental y masticadas en absoluta soledad durante la pandemia. “El arte de olvidar” es puro duelo, reconstrucción y renacer a partir de la música, con Rose abriéndose en canal a base de sentimientos enquistados y la paleta sonora y vocal más rica y vibrante de su carrera. Atmósferas oníricas y electrónicas, preciosistas arreglos de cuerdas y explosiones pop liberadoras, con extra de melodías fraguadas en esa encrucijada sonora en la que David Lynch se bebe un cóctel para el mal de amores, mezcla de insomnio, veneno y desaliento, con sabor a Björk, Kate Bush, Beach House, Angel Olsen, Sharon Van Etten... DAVID PÉREZ

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