FRANK CARTER & THE RATTLESNAKES, DEPEDRO, JULIO DE LA ROSA, BOMBA ESTÉREO, EL HERMANO L, RADIOHEAD, IZAL, GIRL IN RED
Nº 300 Noviembre-2 2021 www.mondosonoro.com
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Parcels Dualidad
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Escenarios
Belinda Washington, Silvia Marsó y Natalia Vergara
Aarón Pozón 4Tet
Colectivo Da Silva
18 de noviembre - Intruso
25 de noviembre El Sol
11 de noviembre - Galileo Galilei
Loudly + Wi Bouz
Rubén Pozo
The 44 Dealers
19 de noviembre - El Perro Madrid
Momo: tributo a Queen
04 y 05 de noviembre Blackbird
12 de noviembre Moe
Best Witchez
25 de noviembre Copérnico
Patricia Domínguez
Solo Carmen
05 de noviembre Academy
12 de noviembre El Perro Madrid
AC/DC Rossie & The Jacks
Sabrosa (10º Aniv. del Intruso)
05 de noviembre - Siroco
13 de noviembre - Intruso
Coppel
Trece 13
06 de noviembre Cocodrilo
13 de noviembre Barracudas
Jaime Anglada
Trailer Park Band
10 de noviembre Libertad 8
13 de noviembre Academy
Memphis Train
Stephen Dale Petit
10 de noviembre La Coquette
14 de noviembre Wurlitzer Ballroom
#VuelvealasSalas - Más información en mahou.es/vibra
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19 de noviembre - Barracudas
Alcalá Norte
Algo
26 de noviembre El Sótano
19 de noviembre - Café La Palma
Luis Ramiro
Meler
27 de noviembre Contraclub
19 y 20 de noviembre - Morocco
Marcos Sendarrubias + Pistol Packin' Mama
Evripidis & His Tragedies
20 de noviembre - Gruta 77
27 de noviembre Maravillas
Los Deltonos
Instituto Capilar Corleone
20 de noviembre Caracol
27 de noviembre BarCo
Mario Quiñones & Chema Saiz
Red House Revival
20 de noviembre - El Despertar
28 de noviembre Café Central Mahou recomienda el consumo responsable 5,5º
FOTO: ARCHIVO
3/Mondo freakox “El punk es nuestro en hogar, pero no tenemos es cuenta las limitacion del género”
El parón del directo metió a los británicos Frank Carter & The Rattlesnakes, abanderados del punk juvenil energético, otra vez en el estudio. El resultado es “Sticky” (International Death Cult/ Popstock!, 21), su álbum más eufórico y pegadizo.
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L GUITARRISTA Dean Richardson, socio creativo de Frank Carter y productor del disco, responde con entusiasmo a las cuestiones que le planteamos vía Zoom. Acaban de iniciar su primera gira por Reino Unido en un año y medio, y las buenas vibraciones traspasan la pantalla. En febrero del año próximo pasarán por Barcelona y Santiago de Compostela, pese al incomprensible asunto de los carísimos visados, herencia envenenada del Brexit. —Acabáis de volver al directo después de, supongo, mucho tiempo. ¿Cómo ha ido? Una pasada. Tocamos hace dos noches en Leeds, en un festival que se llama Live At Leeds. Creo que fue nuestro tercer concierto desde que golpeó la pandemia, y probablemente el primero en que nos hemos sentido de verdad volviendo a tocar. El primero fue el
primer festival que volvió a celebrarse en Reino Unido, y casi ni lo podemos recordar, está ahí como borroso… y el segundo fue muy pequeñito, así que nos sentimos como en una noche de sábado. Empezamos a sacudirnos no sólo las telarañas de tocar, sino las mentales [risas]. Y ahora cruzamos los dedos para que podamos seguir teniendo más de estas noches de sábado. —El disco es muy festivo. ¿La idea era hacer el disco más gozoso, teniendo en cuenta las circunstancias que hemos vivido? Creo que sí. Lo hicimos durante el confinamiento, pero decidimos que lo íbamos a hacer para este momento. Un disco liberador, de salir del confinamiento. Nos parecía un poco que la gente iba a necesitar, incluyéndonos a nosotros, energía y buen rollo. Aunque no sea enteramente un disco súper divertido, sí que hay diversión. Normalmente, a la hora de hacer un disco, no tenemos un plan: lo que sale, sale. Pero esta vez queríamos hacer algo que pudiéramos
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Frank Carter & The Rattlesnakes Liberación
tocar en directo y disfrutar.
—¿De qué modo la pandemia afectó a
la grabación y a los temas que tratáis en las canciones? En cuanto a la grabación, tuvimos tiempo. Giramos tanto que habitualmente hacemos un disco en las tres semanas que tenemos entre dos giras entre Europa y Reino Unido, o algo así. Pero éste probablemente lo grabamos en un periodo de entre siete y ocho meses. Porque todas las sesiones para componer se cancelaban por los confinamientos… todo se aplazaba constantemente. Pero al final conseguimos tener tiempo para grabar un disco, más que una ventana para grabar. Y esto nos ayudó a que haya sido nuestro disco más centrado. En nuestros discos anteriores puedes oír cómo exploramos diferentes sonidos: teníamos diez canciones que creo que le iban bien a esos sonidos, y otras que no. Aquí tuvimos el regalo del tiempo. En cuanto a los temas, es más cosa de Frank, pero sé que él no quería que fuera un disco súper insular. Él dice que todos hemos pasado por dificultades, y eso es un hecho para todo el mundo. Necesitábamos temas un poco más colectivos. Las letras siguen siendo personales, pero no son tanto específicas respecto a él, sino que tienen un mayor alcance respecto a lo que estaba pasando.
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noviembre 2021 #5
MONDO FREAKO
LA MÍA
La tragedia de Astroworld
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r en “Los visados para toca hos muc España son uno de losBrexit ha ejemplos de por qué el alísima” sido una idea m
—Te tengo que preguntar cuánto has disfrutado de tu faceta de productor cuando eres un miembro del grupo: no debe ser fácil combinar ambas facetas. Bueno, ha sido la primera vez: en los anteriores teníamos productores. No tenía nada claro que lo debiera hacer. Me preocupaba que no lo termináramos nunca, porque cuando estás acabando un disco, siempre tienes la sensación de querer probar más cosas. ¿Quién iba a decir “se acabó”? Pero habíamos probado con un par de canciones (una de ellas fue “Bang Bang”) sólo para ver cómo iba, y lo disfruté mucho. Además, sin darme cuenta, he hecho bastantes cosas de producción en los últimos diez años. Al final me vi mucho mejor de lo que esperaba [risas]. Lo disfruté mucho, y en cuanto a mi preocupación sobre terminarlo, todo fue bastante natural. Tengo que decir que es la primera vez desde que dejo un estudio que no pienso: “Ah, tenía que haber hecho esto y lo otro”. Supongo que tuvimos la oportunidad de probarlo todo. El siguiente también lo voy a producir yo, y ya veremos qué pasa después. —Me gustaría entrar en las colaboraciones (Joe Talbot de Idles, la cantante Cassyette, Bobby Gillespie). Todas me parece que funcionan, pero me quedo con la de Gillespie. ¿Qué me puedes contar de esa canción? Lo de Bobby fue un sueño hecho realidad. Es una leyenda. Creo que Joe fue el primero en involucrarse, luego Cassyette. A Bobby le conocimos después de un concierto de Nick Cave, en la cola para coger el taxi. Obviamente, le cedimos el nuestro: “Bobby, es tuyo” [risas]. Creo que unas pocas semanas después, y esto fue hace unos pocos años, Frank le vio en un bolo y le preguntó si quería cantar porque íbamos a hacer un disco. Él dijo que no tenía tiempo, porque estaba haciendo el álbum con Jehnny Beth, pero que le preguntara otra vez en el futuro. Más adelante, como Bobby le había dicho eso a Frank, le mandamos un mensaje de texto. Resulta que vive en la misma calle del estudio, pero hasta que no se puso a cantar, no pensamos que fuera a suceder. Escuchó varias #6 noviembre 2021
canciones y nos dijo que le molaban, pero que estaban acabadas, que no veía sitio en ellas. Entonces le mandamos “Original Sin”, que al principio se llamaba “The End”, antes de que Bobby técnicamente la bautizara así. Y sí, al final nos dijo que había hueco para cantar, lo hizo, desapareció en Londres y no le hemos visto desde entonces. Sin duda, una de las cimas de mi vida grabando. Fue un momento especial, y me gusta que el disco acabe ahí. Creo que encaja muy bien. —¿Cómo percibes la evolución del grupo desde que empezasteis hace ya unos años a este trabajo? Hablábamos de ello ayer precisamente. Nos parece que el punk es de donde venimos, nuestro hogar, pero no tenemos en cuenta las limitaciones del género. El primer disco era probablemente hardcore punk, si tienes en cuenta los subgéneros, pero en el segundo había menos punk. Con éste es como si hubiéramos regresado al punk, pero es punk rock, el lado hardcore es menos evidente. Es lo ideal para este momento. Estamos en algún sitio entre el punk y el rock, siempre que haya mucha energía. —¿Por qué crees que el punk, como género, es tan resistente a las modas y siempre están saliendo grupos que están en sus coordenadas? Es precisamente eso, que es resistente a las tendencias. No se supone que sea para gente a la que le importa lo que mola, qué está pasando ahora o en qué deberían estar metidos. De hecho, el punk es un lugar donde la autenticidad importa. Esa autenticidad es atractiva, independientemente de si escuchas grime, rap, EDM o indie. Siempre habrá un grupo de gente que quiera ver a alguien que toca porque tiene que tocar: gente que necesita hacer música y que por eso se pone a tocar la guitarra o a cantar. Me encanta estar en el punk rock porque parece que no va a ir a ningún sitio. —JC PEÑA
R
esgraciadamente, el rap ya tiene su tragedia para recordar el resto de su historia. Lo ocurrido en el festival Astroworld de Travis Scott, y concretamente durante su actuación pasará a los anales de la crónica negra de los festivales musicales para siempre. Nueve personas de entre catorce y veintisiete años murieron durante una avalancha humana de fans abalanzándose desbocados hacia el escenario. Los asistentes hablan de cómo escuchaban huesos quebrase o de cómo veían a la gente caer desmayada mientras el concierto continuaba y nadie paraba una actuación que se extendió durante cuarenta minutos hasta que una ambulancia pudo avanzar entre el público. Las denuncias a Travis Scott se multiplican y nadie se ha puesto explícitamente de su lado, aunque tanto él como su pareja Kylie Jenner declaren estar destrozados, vaya a devolverse el dinero de las entradas y el propio Scott se haya ofrecido a pagar todos los gastos de los funerales. Quizás fue la tormenta perfecta, con los fans del rapero ansiosos por un concierto de esas dimensiones tras la pandemia, las drogas y el alcohol, las –dicen que– deficientes medidas de seguridad. Por ello es posible que la carrera de Scott se resienta por lo ocurrido y que el futuro de Astroworld quede en el aire. Aunque eso solamente el tiempo lo dirá. Los graves incidentes en festivales no son algo nuevo, ni desgraciadamente las muertes. Lo ocurrido en el Astroworld de Houston pasará a la historia como la gran tragedia de esta generación como lo fue Roskilde para la generación alternativa de los noventa. El 30 de junio de 2000, con Pearl Jam en el Orange Stage actuando frente a cincuenta mil personas, la presión del público acabó por asfixiar a nueve personas que murieron allí mismo, sumándose también más de treinta heridos. Incluso podríamos hablar de lo que ocurrió en Madrid Arena con Steve Aoki, con cinco chicas fallecidas en 2012, o del embudo asesino que mató a veintiuna personas en la Love Parade de 2010, entre las grandes desgracias relacionadas con los conciertos en directo que duele recordar. Esta vez la avalancha humana se ha llevado también metafóricamente por delante al rapero porque la policía, los sanitarios y los medios no han estado de su parte. Quizás porque Pearl Jam estaban pendientes del público, vieron lo que estaba ocurriendo, llamaron en diversas ocasiones a la calma y detuvieron el concierto, mientras que Scott, sea por el motivo que sea, no se percató de la gravedad de lo que estaba ocurriendo. El rock había tenido ya muy malas experiencias en ese sentido y daba la impresión de que el rap permanecía ajeno a las grandes tragedias. Y lo estuvo, hasta que la fatídica hora de dejar de estarlo ha llegado. —JOAN S. LUNA
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Depedro Intensidad emocional
MONDO FREAKO El nuevo disco de Depedro, titulado “Máquina de Piedad” (Warner, 21) ya está aquí. Un álbum trabajado a conciencia desde su propio artwork hasta la última de sus canciones. En el que Jairo Zavala ha contado con amigos y compañeros de viaje para dar forma a once canciones cargadas de intensidad emocional, como él mismo va a explicarnos.
P
OR QUÉ EL NUEVO DISCO de Depedro puede considerarse “Una máquina de piedad? La Piedad al final es perdón. ¿Qué estamos perdonando? El título al final es una analogía del corazón, de lo que tenemos en el pecho. El motor emocional. Este disco es un intento de plasmar experiencias consciente, y también darte cuenta de lo importante que son las emociones a la hora de aprender algo o vivirlo, porque realmente eso es lo que hace que se te quede en la memoria. Para mí es un título muy sugerente, porque tiene muchas formas de verlo. Está sacado de un libro que leí de historia sobre la I Guerra Mundial que se llama “La batalla de occidente” y allí se acuña. Habla del corazón como alma emocional. —Dices que son canciones que, en algún caso, tienen cuatro años. Me intriga el estar tanto tiempo dándole vueltas a una canción. ¿No llega a agotar? Sí, porque el disco anterior fue una especie de revival, retomando mis canciones del pasado, con invitados, y trayéndolas al momento actual. Fue una idea de la compañía y yo no estaba seguro de si iba a funcionar. Me decían que había gente que ahora era fan que no conocía esas canciones. Y tenían razón, porque todo fue muy bien. Pero yo ya estaba trabajando nuevas canciones, claro. Hay un par de canciones nuevas pero el resto se han ido trabajando desde el 2016, que fue cuando publicamos “El Pasajero”, el último disco con canciones nuevas. Es que yo soy muy lento para componer. Le doy muchas vueltas y necesito mucho tiempo. No me salen canciones como a otros, a los que envidio, que en dos horas te hacen un tema. A mí me cuesta. Soy muy poco prolífico. A ver, hago muchas canciones, pero que me convenzan y me gusten, muy pocas. —El otro día hablaba con el bluesman Buffalo Nichols que ha sido disco del mes de la revista Uncut con su disco
de debut. Él me decía que prefería las demos, casi esbozos de sus canciones. Que ese era su verdadero yo aunque estuviera incompleto. ¿Qué opinas de eso? Lo entiendo, y lo comparto. Me ha pasado a mí. De hecho, muchas veces he dejado una demo en un disco porque no he sido capaz de replicar ese personaje en el que me metí en un determinado momento. —Has dado a cada canción un símbolo gráfico. ¿Cuál es la razón? Esto fue idea de Pedro Chico, el diseñador. Me encantaría decir que fue idea mía, pero no. Luego sí que he elegido símbolos. Él me decía: “Es que este disco necesita la imagen. ¿Por qué no le damos una personalidad e identidad a cada una?”. —Mantienes, eso sí, cierta linealidad en tu sonido, aunque evolucione, Depedro no parece un proyecto de cambios drásticos ¿no? Claro. Es que ¿a quién quiero engañar? Es que aunque quisiera ponerme otro traje me iba a quedar mal. Me encantaría cambiar el curso de la música, claro, pero si pensara así sería un iluso. Este disco sí que te diría que es un poco más musculoso pero por el proceso de desarrollo. —Tus canciones incluso las que son más crudas o sobre temas más reivindicativos siempre tienen un halo de esperanza. ¿Te gusta ese positivismo? ¿Te define como persona?
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Claro, es muy importante para mí. Yo creo que no solo importa el pasado, el futuro o el presente, sino también el durante que es un concepto más variable que el presente. Y la esperanza es el motor de ese durante. —Dices que no te gustan las banderas, pero a veces hay que izar alguna. ¿No crees? Se me cuelan. No me gustan las banderas porque soy una persona muy compleja, y eso es resumirte mucho. Pero vivimos tiempos muy complejos en los que pasan cosas muy difíciles de asumir y de pensar “pero ¿no habíamos superado esto?”. —¿Qué nos está pasando como sociedad? Tenemos un problema enorme de educación, por muy tópico que suene. Nos faltan valores humanos. Hace falta detenerse, aunque nos sea difícil, a pensar lo que nos está pasando. Parece que vamos al hoyo, pero esa no es mi función. Mi función es la de dar algo de esperanza. No quiero caer en ese discurso, pero es que no es productivo. Me he encontrado mucha gente en el camino que me ha demostrado eso con los hechos. Los medios de comunicación tienden a vender miseria, nada más, porque es lo que funciona. Pero hay mucho más de lo otro. Lo he sentido. Lo he visto. —EDUARDO IZQUIERDO
“La tecnología no es la causante de nuestro distanciamiento”
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noviembre 2021 #7
“E “Estoy muy cansado del rock propiamente dicho”
L APEGO” ES UN DISCO precioso, que destila una luminosidad especial y adicional con respecto a buena parte de tu discografía previa. ¿Qué tipo de disco querías hacer? Me di cuenta de que todo lo que salía era porque tenía a mi hija en mi cabeza, y cuando fui consciente de ello, paré y me pregunté si estaba haciendo lo correcto. Estudié otras posibilidades porque, claro, hacerle un disco a una hija es la cosa menos comercial y menos rockera, incluso de cara al público, del mundo. Me surgieron muchas dudas y fue el corazón el que me obligó a hacerlo, porque ya me estaba sintiendo un mentiroso incluso por el hecho de pensar en hacer otra cosa. Al final me dije que por qué no hacer lo que me salía. Estoy completamente alejando del mainstream y de la música comercial, así que me puedo permitir hacer los discos por placer y por buscar lo más parecido a una obra de arte. —¿Podemos decir entonces que el nacimiento de tu hija Inés es el motivador único de este disco o parte de la inspiración viene de otro sitio? Me refiero, por ejemplo, a si empezaste a escribir el álbum después de su nacimiento o alguna parte data de antes. Hice algún conato de canción que se quedó en nada. Yo me muevo mucho por proyectos. En un momento dado tuve un parón de las bandas sonoras y en esos meses decidí coger y sentarme a hacer un disco. En ese momento la niña tenía un año y medio. Es el único motivador, pero yo soy de los que piensa que al final todo es política y, al fin y al cabo, el disco, si lees entre líneas, está hablando del cambio climático y de política. Le estoy hablando a mi hija del mundo que se va a encontrar y de cómo es la gente. Y de qué puede esperar de la gente que se va a encontrar. —Entonces, ¿cuánto hay de enseñanza para tu hija en este disco?
#8 noviembre 2021
Está lleno de consejos a modo de chiste y otros más en serio, pero está lleno de lecciones que no espero que cumpla ni mucho menos. Pero, al fin y al cabo, cuando le hablas a una hija siempre estás dándole lecciones, aunque en cierto sentido no lo parezca. Siempre estás intentando enseñar algo. Pero en el mismo disco digo que, si hay algo de lo que he escrito, aunque sea una sola línea, que te haya punzado, me doy más que satisfecho. Y, por supuesto, no te molestes en hacer caso a nada que no te interese. —Cabe entender que Julio de la Rosa sea ahora una persona más feliz que nunca. Ya sabes que hay un tópico que dice que los artistas son más creativos cuanto más torturados están. ¿Cómo dirías que ha influido esa alegría en tu forma de componer y en esta obra? Hay gente que dice que si se siente triste le sale música triste. Yo siempre me he considerado un tipo bastante feliz y bastante optimista. Y precisamente por eso tengo muchos discos que no lo son. Porque lo que siempre he hecho es vomitar mis miedos y mis fobias y todo lo que no quiero tener dentro. Eso es hacer música como exorcismo. El arte es un salvavidas y gracias a que existe yo puedo coger un instrumento y soltar todo lo que no quiero dentro. Y en el momento en el que lo convierto en un objeto y lo cosifico, digamos que ya sigo danzando. No es que ahora me considere más feliz que antes o viceversa. Simplemente tengo diferentes motivaciones y diferentes preocupaciones. —Los arreglos del disco son magníficos. ¿Qué premisa utilizaste para rematar las canciones? No ha sido cuestión de hacer unas canciones y luego ponerle arreglos encima. He ido creando sobre la marcha. A lo mejor estaba con un fragmento y ese fragmento me pedía un arreglo y cuando me metía en ese arreglo yo ya estaba escuchando por debajo esa canción que nacía y lo que buscaba. La única manera que tengo de sentirme vivo mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
ENTREVISTA
Pegado a ti Julio de la Rosa
El séptimo disco de estudio de Julio De La Rosa es consecuencia directa de su paternidad, y no es sino el precioso regalo de un padre a una hija concretado en una serie ininterrumpida de piezas que desprenden luminosidad cálida y casi otoñal. Contactamos telefónicamente con el jerezano, para conocer más acerca de esa profunda obra titulada “El apego” (Ernie, 21). —TEXTO Raúl Julián
con la música es encontrar cosas, divertirme, sentir algo… Por eso también he hecho un disco de una pieza que va y viene, por eso le he hecho un disco a mi hija, y por eso he hecho un disco libre, de los que yo también necesito oír. Un disco que sea emocionante pero que tenga algo de original. Estoy muy cansado del rock propiamente dicho y del formato canción sin más, sobre todo en un mundo en el que en cada género hay cuatro tipos de canciones y todo el mundo hace eso. Supongo que es algo que te ayuda a decidir que no quieres participar en nada de eso, porque no quiero ni necesito competir, y mi búsqueda no es estar en una playlist, ni en lo más vendido, etcétera. Sinceramente, lo mío es hacer algo lo más parecido posible a una obra de arte. —¿Por eso decidiste lanzar el disco como una única pista? De repente me aburría hacer una canción, terminarla y ponerme a hacer otra. Tenía muchas cosas dentro de mí para sacar e iban saliendo continuamente, así que terminaba un fragmento y al escucharlo me pedía moverme hacia otro lado. Así que pensé que para qué parar, si podía ser muy bonito que el tema continuase hasta convertirse en otra cosa. —En los últimos años has hecho muchas bandas sonoras, tanto para películas como para series. ¿Se corresponde con una necesidad vital o te reconforta igual que componer un álbum, digamos, al uso? Mi último disco es de hace tres o cuatro años, y pasó lo mismo con el anterior. Los estoy espaciando más mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
CRÍTICANDO El Apego
Ernie records, 2021 Pop 8/10
Se echaba de menos el talento inconfundible del ex El Hombre Burbuja al servicio de un álbum al uso, y ha tenido que ser la celebrada paternidad del jerezano la que instigue el que ya es su séptimo elepé en solitario. Una referencia, como suele ser habitual, henchida de carga emocional y que, en esta ocasión y dadas las circunstancias, apunta hacia un halo intrínseco diferente. El músico presenta así una visión de mayor positivismo con respecto a entregas anteriores, amparado por el amor de (y hacia) su pareja Helena y ese desenlace en forma de niña de nombre Inés. Una óptica que, en cualquier caso, se aleja de cualquier sensiblería vacua y no renuncia al realismo existencial en forma de preceptos para la destinataria que concreta en canciones. Un continuo plagado de sentido que apuesta por el calado de esa clase de obra queconviene entender en su globalidad. Un disco precioso protagonizado por una serie ininterrumpida de piezas tan hermosas como empáticas. —R.J.
porque además de que vivo de hacer bandas sonoras y me lo paso muy bien haciéndolo, llega un momento en tu vida en que a lo mejor después de veinticinco años subiéndote a una furgoneta para salir a tocar, te das cuenta de que hay más cosas. Y cuando girar se convierte en algo absolutamente mecánico en donde sabes lo que va a pasar en cada momento del viaje o de la noche o del concierto, resulta absolutamente agotador y quema muchas neuronas. Incluso te vuelves un poco tonto, incluso narcisista. Y a mí me encanta la música y la libertad que te permite una película a la hora de hacer su música es increíble, porque no estás ceñido al formato canción: ese esqueleto desaparece y puedes llegar a muchos sitios a los que no puedes llegar cuando haces canciones. También por eso, a la hora de enfrentarme a un nuevo disco, necesito algo que me estimule así. Por eso también me apetecía hacer un puñado de cancioncitas así, buceando y nadando en la música para llegar a sitios mientras siento que navego. —Deduzco entonces que, definitivamente, no habrá gira para presentar “El apego”. [Risas] No va haber conciertos. Ya te digo que económicamente me lo puedo permitir, sino tendría que hacerlo obviamente, pero precisamente porque me lo puedo permitir, no voy a hacerlo [risas]. Yo lo siento, pero habéis tenido veinticinco años para verme en directo [risas].—R.J.
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noviembre 2021 #9
ENTREVISTA
Fuego
Bomba Estéreo
Los cuatro elemento se dan cita en “Deja” (Sony, 21), el nuevo álbum de los colombianos Bomba Estéreo. Nueva demostración de su peculiar fusión entre el folclore caribeño y la electrónica orientada a la pista de baile. Pero con una finalidad: Hacernos reflexionar sobre la necesidad de conectarnos con la naturaleza, con nosotros mismos y con nuestra comunidad. Para bailar pensando.
“El baile es para elevarnos más y para pensar más”
#10 noviembre 2021
H
ABÉIS NOTADO con este disco una mejora en vuestro estatus internacional? ¿Se estaba esperando este disco con especial atención porque sois ya un referente? (Li Saumet) Lo cierto es que sí y es algo como muy lindo. Pero aparte de la popularidad, que obviamente se agradece, también ha estado la buena acogida crítica de gente que sabe mucho y de los fans. Hemos trabajado mucho con la intención de que el disco fuese algo impactante... Una especie de obra de arte completa que fuera más allá de la música que es algo que hoy en día no se hace demasiado. —El disco empezáis a trabajarlo en octubre del año pasado cuando Li va a Canadá para trabajar con Lido Pimienta durante unas semanas. Y tengo curiosidad por saber ¿en qué momento conoces a Lido? ¿Fue cuando colaboraste con ella en su álbum “Miss Colombia” (20) o ya os conocíais de antes? (Li) Conozco a Lido desde que ella tenía unos trece años. La descubrí cantando en Barranquilla y ya entonces era una niña que cantaba muy raro, pero muy increíble. Un ser muy extraterrestre, para nuestro contexto cultural. La he seguido desde que empezó a hacer sus primeras canciones... Y ya después con “Miss Colombia” le dije: ¿por qué nunca me has invitado a cantar contigo? [risas]. Así que hicimos “Nada” y, bueno, fue una colaboración súper linda. Por eso decidí que ahora necesitaba esa misma inyección de arte en nuestro disco. Porque era un momento en el que me sentía perdida a nivel artístico y con Lido quería esa inyección y lo cierto es que hizo un gran trabajo. —De la producción te has encargado tú, Simón; pero la otra conexión del disco con Canadá es la de Damian Taylor (Björk, Arcade Fire...), que se ha encargado más del tema de las mezclas ¿no? Por lo que sé, le ha dado un componente más electrónico al álbum, ¿es así? (Simón Mejía) En realidad la producción no es solo mía, es de todos. Es como una sumatoria de energías. A mí me gusta mucho ver cómo la música ayuda a liberar el ego, así que se trata de un trabajo grupal en el que cada uno puso su pedacito. Y por eso el álbum es tan lindo y tan poderoso... Y Damian Taylor digamos que hizo parte de la mezcla, pero también de la producción porque propuso ideas a nivel sonoro. Entonces, en realidad,
—TEXTO Don Disturbios es una sumatoria muy bonita. Es como un álbum súper hippy en lo comunitario. —De hecho uno de los mensajes del álbum, porque hay varios, es precisamente una llamada a renunciar al ego y que desde lo colectivo se consiguen más y mejores cosas. (Li) Sí. Todo el álbum está enfocado en la idea de conectarse. Primero con uno mismo para poder conectarse luego con los demás, porque todos somos parte de todo. Para poder vivir nos necesitamos los unos de los otros, y de manera colectiva se pueden hacer grandes cosas. —Otra de las ideas que está muy presente en el disco es todo lo relacionado con la sanación a través de la música. ¿Cómo se realizan estas sanaciones musicales? (Li) Bueno, creo que es algo que he hecho de forma inconsciente durante todos estos años, pero que ahora sí hago de forma consciente. Y, sobre todo, en este disco medité mucho para canalizar letras, energías, vibraciones de cosas que a veces no escuchamos y están ahí: como la naturaleza, como el presente. De ahí surgieron muchas letras que en realidad no son mías; son de seres o espíritus… No sabemos qué todavía… Pero solo pasan a través de mí, se escriben y nos dan todos estos mensajes tan bonitos. —¿No es un poco paradójico hacer un disco orientado hacia la pista de baile y a la vez invitar a la reflexión? (Li) Sí, es raro, pero debería de ser al revés. Piensa que las comunidades usaban el baile como un ritual para sacar todo de adentro, para curar y para sanar. La música siempre ha sido mágica y sanadora y, cuando la repites, crea estados muy espirituales en los que te elevas y entras en estados de conciencia que van más allá de tu cuerpo. Por eso creo que nos hemos mal acostumbrado a pensar en el baile tan solo para el goce del cuerpo y no pensar que, en realidad, es al revés. Es para elevarnos más y para pensar más. Por eso en este disco también hemos querido reivindicar los rituales del baile. Porque ahora la música latina es sobre todo baile, baile y baile. Pero cuando bailas puedes generar cosas y estados maravillosos. —¿Qué le diriais a las personas que piensan que vuestra visión es naif y muy inocente? Que con esta filosofía hippy no se solucionan los problemas reales del mundo, ni las grandes diferencias sociales. (Li) Bueno, es difícil hablar con alguien que no puede entender la sensibilidad de algo tan profundo… Pero creo que simplemente hay que aceptar que hay personas que tienen procesos diferentes y unas entenderán, otras no... Porque, al fin y al cabo, estamos hablando de procesos personales. mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
—Cuando veis el boom que hay ahora, tanto en Iberoamérica como en España, de músicos que mezclan la música folclórica con los ritmos electrónicos, ¿os sentís precursores de toda esta ola? (Simón) Es que son procesos que ya vienen de antes. Piensa que, en Colombia, la música siempre ha sido música de fusión. Comenzando por cuando se fusionaron los afros con los indígenas y luego llegaron los blancos para realizar otra fusión más y que luego llegaran las músicas del exterior. Creo que Latinoamérica, por la misma colonización, siempre ha sido un continente diverso y de múltiples influencias. Y nosotros venimos de ahí. Son procesos que se vienen hilando desde hace muchos años. —Pero igual faltaba un grupo como el vuestro que tuviera éxito y del que la gente hablara. Porque un movimiento precisa siempre de un estandarte. (Li) Sí. Digamos que hace unos quince años se formó una escena de la que nosotros somos una parte importante… Y es verdad que fue una época en la que no todo el mundo se atrevía a viajar sin que le pagaran o en condiciones muy precarias. Sin embargo, nosotros decidimos hacerlo y ¡gracias a Dios! todo nos fue bien. Por eso ahora, trece o catorce años después, es muy satisfactorio ver que se ha creado una escena de eso: de todas las decisiones que se tomaron entonces. —No resulta paradójico que la música electrónica normalmente es muy individualista y en cambio vosotros le dais mucha importancia al proceso colaborativo. ¿Pensáis que se puede hacer otro tipo de música electrónica, que no esté asociada a ese individualismo y al ego? (Simón) Yo creo que sí. Y, mira, esta pregunta me hace pensar en el último disco de Daft Punk. Con el que se despidieron. Porque es un disco de banda en el que hay músicos tocando pero tiene todavía el “feel” de la música electrónica. Entonces, la música electrónica, más que una música hecha con máquinas, siento que trata del “feel” que tiene. La relación con el baile, el color… Es como un mantra que se convierte en un viaje cíclico. Que las máquinas se humanicen es muy bonito. (Li) Yo creo que la música electrónica es maravillosa porque tiene varias maneras de hacerse. La puede hacer tanto una persona como gente muy diferente y de distintas maneras… Entonces, nosotros venimos de una época en la que todas nuestras influencias en realidad son bandas: Radiohead, Daft Punk y muchas otras. Música electrónica hecha por bandas más que música hecha por un DJ. Por eso para nosotros pertenecer a la música electrónica de Latinoamérica es un honor y un placer. Porque es la música que más nos gusta y de donde viene todas nuestras influencias.
—D.D.
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Biiiiip, biiiiiiip. El camión de la basura irrumpe en la conversación, convirtiéndose en protagonista absoluto. Un silencio y dos muecas a ambos lados de la pantalla. Hemos quedado para charlar sobre “Day/Night” (Because/ Music As Usual, 21). “Queremos aprovechar al máximo este precioso día, porque esto ya se acaba”, comenta iluminado Loui Swain, teclista de Parcels, desde la pequeña terraza de su piso en Berlín. No tarda en sumársele Patrick Hetherington, guitarra y teclista también del grupo, ni tampoco en aceptar la verdad; hay que entrar porque fuera es imposible oír nada. —TEXTO Marta Terrasa —FOTOS Daniela Federici #12 noviembre 2021
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ENTADOS A CONTRALUZ en el sofá, reducidos ahora a un par de sinuosas formas, es inevitable pensar en lo adecuado de la anécdota: luces y sombras. Día y noche. Cuando hablamos con la banda australiana afincada en Berlín por primera vez en 2019, a raíz de la publicación de su debut homónimo, no tenían ningún concepto para el disco, sin embargo, ahora la historia es bien distinta. “Musicalmente hay un sinfín de influencias, eso no ha cambiado respecto al primero. Pero queríamos explorar nuevos territorios, abrazar sonidos más ligeros y abiertos, así como adentrarnos en sonoridades más pesadas, sin tener que contenernos o poner un filtro como sí hicimos en el pasado”, asegura Swain. “Por eso hemos hecho dos discos, para evidenciar esa polaridad de día/ noche, de viaje interno y externo”, añade. Diecinueve canciones divididas en dos partes: “Day” y “Night”. La primera mitad arranca con “Light”. Se trata de “una salida del sol lenta y incandescente, sobre el mar en Australia, con sus pájaros y toda la naturaleza del lugar”, según la describe Hetherington y añade: “queríamos que fuera cálida, acogedora y también muy liberadora”. Esa frase, tan aparentemente liviana, contiene algunos de los elementos que dan significado al álbum. Al escucharlo, las imágenes se suceden en la cabeza del oyente, como los recuerdos de unas vacaciones proyectadas sobre una pantalla blanca en una noche de verano. Una banda sonora que no se prodiga en los hits immediatos, sino más bien abrazándose a formas menos estructuradas y de influencias dispares. “En el primer disco nos contuvimos muchísimo porque queríamos hacer algo más accesi-
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Viaje al centro la tierra Parcels
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ble y corto”, confiesa el teclista. Del pop más viejoven –en el sentido del género MOR (Middle Of The Road, por sus siglas en inglés)- de bandas como Duran Duran o Train, a ritmos más cálidos sostenidos por pulsaciones latinas, pasando por jazz, funk, pop o arreglos orquestrales. (Patrick Hetherington) “Para empezar, Toto, nuestro batería, toca sin metrónomo [risas]. Eso te da una idea de la libertad que teníamos; de cómo dejamos que los tempos fluyeran”. La banda ha confesado en más de una ocasión –especialmente a raíz de las buenas críticas sobre su excepcional talento como músicos– que la parte más electrónica de su propuesta exigía que cada beat estuviera debidamente colocado en su lugar. Sin embargo, escuchando a bandas como Fleetwood Mac o Steely Dan, apreciaban cada vez más cierta flexibilidad y movimiento en su sonido. “Nos hemos dejado llevar; hemos improvisado un montón. Y eso sienta bien. Durante la grabación, cada toma era diferente, no eran perfectas y cuando teníamos que escoger las que quedarnos, nos guiábamos por la que ‘sentíamos’ que era la buena”, recuerda entusiasmado Patrick. Pese al eclecticismo ya latente en su anterior trabajo, las influencias musicales se han expandido todavía más en estos dos años. “Ha sido muy inspirador escuchar jazz, especialmente el de los años setenta, que dinamita cualquier idea de estructura de canción y se centra en crear ambientes”, relata el joven guitarrista. “Nos hemos dejado llevar y hemos sacado muchísimas cosas que llevábamos dentro, siendo capaces de ver cuan lejos podríamos llegar”, puntualiza Swain. El disco ha sido grabado en los estudios La Frette de París y ha contado con James Ford (Arctic Monkeys, Depeche Mode, Florence + The Machine) en la mezcla y con el nominado al Oscar, Owen Pallet (Arcade Fire), a cargo de los arreglos orquestales. Dos bandas –Arctic Monkeys y Parcels– que además guardan cierto paralelismo, ya que en su debut, los de Sheffield cautivaron con un indie pop naïve y contagioso, para explorar infinidad de multiversos sónicos a lo largo de su carrera, ganando y perdiendo fans con cada nueva entrega. Y si bien Parcels saltaron a la fama gracias a ese hitazo que es “Overnight”, producido por Daft Punk –luego llegaría el bien acogido debut “Parcels”– “Day/Night” no es la continuación que una podría esperar. O sí. El segundo trabajo de las bandas que alcanzan cierta popularidad a menudo se ve sometido a una especie de La decisión de Sophie musical: ¿continuar con la fórmula del éxito del debut o explorar nuevos horizontes sonoros? Quizá sea una visión un poco reduccionista y hay infinidad de ejemplos de equilibrios bien conseguidos, pero algo de verdad queda… Parcels no ha renegado de su sello personal infectado de funk bailable y de ese aire demodé tan de moda, un giro fresco y aceptable de todo aquello que malamente denominamos “guilty pleasures”. Un buen ejemplo serían “Comingback”, la celebratoria “Famous” o “Somethinggreater”, quizá la más continuista de todo el disco. Pero la inmediatez de su propuesta y aquella aparente frivolidad que suponía querer danzar los problemas y la angustia millennial, ha dado lugar a un viaje de corte introspectivo y polimórfico. Así, escuchamos la delicadeza y cierto aire nostálgico en cortes como “Outside” o “NowIcaresomemore”, con ese ambiente de piano bar a las tres de la mañana; entre el genio y la decadencia. Es difícil agrupar diecinueve canciones tan dispares bajo un puñado de etiquetas, porque poco tienen que ver temas como las sinuosas “Daywalk” y “Nightwalk”; dos caras de una misma
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suave moneda, con la grandilocuencia de los arreglos orquestales de “Reflex”. Pero hay algo que late en todas ellas: su ambición por contar historias, por generas imágenes. Así, este disco bien podría ser la banda sonora de un viaje no tan lejano. “Esta es la banda sonora de una película que quizá ¡nunca se haga!”, confiesa Loui Swain. Ambos músicos asienten, mientras hablamos de las imágenes tan concretas que las canciones evocan. “¡Justo eso!” exclama el teclista mientras ambos músicos sonríen y añade: “Hay unas imágenes cinematográficas muy específicas en las canciones. Hemos creado un flow y una atmósfera consistente en todo el disco, pero cada persona verá imágenes diferentes gracias a su propia creatividad”. La llamada se ve interrumpida por un fallo en la conexión. A la vuelta, bromeamos que se trata de la nueva realidad. Ahora solo faltaría un gato apareciendo por la pantalla o un compañero de piso despistado cruzando desnudo el salón. La vida en la era Zoom. La vida post Covid y ese aire de desgaste que flota más o menos latente en el aire. ¿Es un disco escrito durante la pandemia? “Empezamos el disco antes del confinamiento, en Australia, trabajando con distintas sonoridades”, puntualiza Swain y añade: “estábamos en el bosque, tocando e improvisando en jams; intentando pensar de manera abstracta de lo que estos álbumes podían representar, la historia que podrían contar”. Pero después llegó el confinamiento “y recontextualizó lo que estábamos haciendo”. El quedarse en casa supuso para muchos una oportunidad para indagar en su vertiente más artística y artesanal. Fueron semanas y meses en los que un sinfín de libros fueron escritos; panes ama-
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sados; aumentaron las subscripciones a cursos de aprendizaje de idiomas, de crochet o de fabricación de muebles caseros; miles de mandalas fueron pintados y las meditaciones se compaginaban con maratones de series. Los discos no fueron una excepción. Aunque numerosos artistas hablan también de un periodo de sequía creativa, lo cierto es que para muchos al no poder salir físicamente, solo quedaba la opción de emprender el camino opuesto: el de adentrarse lo más adentro de uno mismo como fuera posible. “Totalmente”, asiente por su parte el guitarrista y teclista. “En el disco hay sonidos que son muy personales y que no fueron escritos para el disco per se. No hablamos solo de noche y día, sino en muchos aspectos nos adentramos en un viaje interno y externo, algo que el confinamiento nos permitió experimentar a nivel individual”, recuerda el Hetherington. Imagínate tomarte una de esas pastillas que te hacen encoger, como en las películas malas de serie-B y poder adentrarte por el torrente sanguíneo de Parcels, ver qué fluye por sus venas y descubrir esos momentos que componen “Day/Night” a nivel atómico. “Hay una diferencia notable entre las letras de la primera parte y la segunda”, apunta Patrick. “En ‘Day’ son historias personales, momentos que pertenecen al mundo exterior; como la familia o el amor”. Ese mundo más superficial, más expuesto, se alimenta de la ciudad: del vaivén de los peatones, de las conversaciones en el autobús o de los ruidos tan característicos como bocinas, lluvia, un frenazo y alguien pegando un grito en la distancia. El mayor ejemplo es quizá “Inthecity (Interlude)”, una pieza escrita principalmente por Owen Pallett, de quien la banda habla como “una mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
gran inspiración” y al que dieron una total libertad a la hora “de componer y hacer los arreglos”. Son esos arreglos de cuerda preciosistas los que se funden con los sonidos más duros de la ciudad, en una bella simbiosis que representa “el viaje a través de un mundo social, lleno de gente, ruido y expectativas”, según Hetherington. Esa atmosfera impregna toda la primera parte del álbum, soleada y llena de matices. “El día es cálido y reconfortante” explica el australiano, “pero a medida que van pasando las horas, te vas desgastando. Lentamente”. ¿Y qué hay de la noche? “La segunda parte es un viaje interno y la música cambia cronológicamente. Empezamos con esa puesta de sol y después la oscuridad…Ahí es cuando el personaje principal tiene que afrontar la cara oscura de su personalidad. Todo ese hedonismo, el miedo, cosas como qué significa la fama, la avaricia y toda esa parte fea que no queremos mostrar a los demás; lo que se oculta en las sombras”. Patrick, sentado al lado de Loui –ambos todavía cómodos entre las luces y claros de su salón berlinés–, hace una pausa. No todo es lo que parece… “En algún momento aceptas toda esa parte de ti y por eso ya no es tan oscuro, si no que se vuelve algo bello cuando lo abrazas. Brilla”, recupera el músico. En esa amalgama de sentimientos, de reflejos en el espejo y de tonos oscuros, hay temas que quizá no acaben de encontrar su sitio, como “Thefear”, pero hay también lugar para destellos brillantes y con un punto cafre, como el ya citado “Famous” o “LordHenry”, de abruptos cambios. “Es tumultosa, ¿verdad?”, pregunta Loui. “Queríamos que fuera agresiva, con cambios bruscos y sonidos más sucios que encapsularan el exceso de una manera grandilocuente”, mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
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“Hemos hecho dos discos, para evidenciar esa polaridad de día/noche, de viaje interno y externo”
añade Patrick al respeto. Movemos la conversación hacia terrenos menos densos, hablando de las últimas versiones que han hecho en acústico para la promoción del disco, añadiendo también covers como “Dancing Queen” de Abba o “I Will Always Love You” de Dolly Parton. “¡Hacerlas es tan divertido! Empezamos porque nos daba pereza cargar con la batería, pero ahora también nos sirven para trabajar las armonías vocales”. El nuevo directo contará con “distintos grooves” y quizá algo más en acústico si la banda tiene “más confianza” en las nuevas canciones, así como alguna versión más. ¿Placeres culpables? “Es que las canciones disco de los noventas y dosmiles, así como el house o el EDM tenían temazos, eh?”, comenta exultante Patrick, a lo que Loui añade: “Si le quitas todas esas letras horribles, al final, la melodía que queda es super pegadiza y genial”. En algún momento alguien empieza a cantar estribillos made in Eurovision. Puede que haya sido yo. Pero no estoy sola. Con el sol berlinés de fondo y la dureza de la luz rebajándose lentamente, dos figuras se acercan a la pantalla y sonríen, despidiéndose mientras todos buscamos el botón rojo para finalizar en esta nueva realidad.—M.T.
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ENTREVISTA
¡Silencio en la sala! Regresa (si es que alguna vez se fue) uno de los cantantes más experimentados y carismáticos del hip hop nacional. Con casi tres décadas de carrera a sus espaldas, El Hermano L presenta su nuevo disco “Trunkadelic” (Propaganda Pel Fet!, 21). Sobre el disco (y sobre otras tramas como la vuelta de La Puta Opepé) hablamos en esta extensa e interesante entrevista. —TEXTO Alfonso Gil Royo —FOTO Pablo Atfield
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RECE AÑOS SIN DISCO En solitario de un cantante asentado es mucho tiempo, pero ese es el tiempo que ha pasado desde “Malo hasta el hueso“. ¿Por qué volver ahora y, sobre todo, por qué tanto tiempo sin publicar en solitario? Sentía que este era un momento como para experimentar y hacer algo nuevo, ya que presentía que no iba a ser un año de muchos bolos, aunque esperemos que no sea así… Realmente he estado publicando en solitario todo este tiempo, colaborando con productores, artistas, y haciendo bolos, no he estado parado. Desde “Malo hasta el Hueso” en 2008 ha habido una “Wicked Compilation Mixtape vol. 2”, un “Regreso al Futuro” con La Puta Opepé, un “Rico Suarez vs Fire Fernández” en solitario, un “Sexyman” con DJ Arrocín, temas sueltos por en medio y finalmente un 2019 y 2020 con bastantes singles en plataformas, lo que ocurre es que no siempre se llega al gran público o a la prensa con tus propios medios y ese trabajo se queda en la sombra. De hecho durante el confinamiento y el tiempo que llega hasta día de hoy he trabajado incluso demasiado. —Sin embargo, tu último trabajo (“Sexyman“ con DJ Arrocín) se publicó al poco de empezar la pandemia. Y tenemos entendido que este disco empezó a nacer durante esta época de cuarentena. ¿Te ha servido de inspiración artística este tiempo? ¿Y cómo se empezó a germinar este “Trunkadelic”? En realidad “Sexyman” se gestó durante 2018, y 2019 me sirvió para girarlo un poco, hubo promotores que apostaron por mí aquellos días, lo cual agradezco enormemente ya que no dejaba de ser un proyecto con un productor genial que tenía un sello en plan casero, sin muchas probabilidades de promoción, lo cual lo es casi todo hoy en día. Las ganas de hacer “Trunkadelic” venían ya de mucho tiempo atrás, no había un nombre para el proyecto pero sí que había ganas desde hacía muchísimo tiempo de com-
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Hasta la
binar por ejemplo blues y rap, después de ver cómo muchos de los grandes hits de hip hop de los noventa estaban hechos con samples de blues o r’n’b. Llevaba mucho tiempo fichando canciones originales y samples durante mis caminatas del confinamiento o en las radios de hip hop que escuchaba, y al comenzar a hacer música con un cacharrito que adquirí comenzaron a aparecer las primeras letras. Supongo que efectivamente, he decidido estar activo durante la pandemia y reconozco que ha sido algo que me ha mantenido a salvo. —Un disco en el que dejas un poco aparcada tu versión reggae para recuperar un estilo más cercado al rap. ¿A qué se debe este giro que podemos notar en “Trunkadelic”? El escuchar música jamaicana durante casi veinte años me ha hecho reconocer muchas formas de cantar que se pueden observar en el soul, en el blues o funk también. De hecho el soul y el blues han influido enormemente en Jamaica en los inicios del reggae, no lo verás en el dancehall actual pero sí que lo observarás en todo el sonido roots, rockers o ska de los sesenta y setenta. Por otra parte sí que he estado escuchando mucho hip hop underground, de ese que no aparece en las listas pero que destila calidad, no he estado escuchando álbumes de artistas si no radios, que me resultan más amenas. A mí me encanta hacer reggae en todas sus variantes, y es un estilo extensísimo que investigar, pero yo tampoco soy una biblioteca y me hacía falta agarrar aire de otras tendencias, de ahí el vuelco hacia el soul, el blues y el funk (por mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
buena “Nos perdemos mucha e música porque no tien marketing”
médula
El Hermano L supuesto). “Trunkadelic” tampoco se trata de una despedida del reggae, yo sigo en contacto con él y muchos de mis colegas provienen de ese círculo así que ese es un vínculo difícil de romper, pero también me he marcado raps anteriormente con La Puta Opepé estando dentro del circuito reggae y no han sonado las alarmas por ese motivo, digamos que en resumen doy gracias por estar en contacto con ambas escenas, que desgraciadamente están más separadas de lo que parece. —Una de las novedades de este trabajo es que participas en la producción de una manera amplia por primera vez. ¿Cómo es para ti meterte en esta faceta? ¿Es más por diversión o por necesidad? Pues fue bastante por diversión, por entretenerme durante el invierno del 2020 (que se mostraba como una larga época en la que no habría nada que hacer) y por investigar un poco, tampoco tenía mucha gente a mi alrededor que captara lo que yo quería hacer, y poco a poco fue surgiendo la cosa. Como te digo para esa época tenía muchos sampleos fichados y tenía ganas de eso, de hacer un ritmo loop de influencia hip hop con un poco de variedad, con un poco de estructura también, y poner encima todo lo que había aprendido en el reggae a la hora de entonar una canción. El resto de la historia era llevar el material a estudio y que lo mezclaran para que sonara bien, con mezclas simples que no conllevaran mucho trabajo al técnico. mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
—El título del disco, “Trunkadelic”, ¿a qué hace referencia? Hago referencia a varias cosas realmente, en primer lugar a la clara relación que hay entre un maletero (trunk) equipado con sonido y el rollo hip hop, pero sin llegar al concepto “parkineo” (risas enlatadas). Por otra parte, soy fan de Funkadelic desde el día que llegaron a mis oídos y pienso que la vibra que tenían es muy necesaria hoy día, y no me importaba hacerles homenaje, menos aún desde que los revisito muy a menudo... Y en tercer lugar, lo de trunka viene referido también a los imprevistos de la vida, esa imperfección en los acontecimientos a la que estamos sujetos queramos o no, lo busquemos o no. —Líricamente, durante el disco, encontramos que la música es el centro sobre el que giran la mayoría de las letras. ¿Cómo ves tú el estado de la música actual? ¿Crees, como dice Kase.O en “El Círculo”, en el que colaboraste, que es la peor de la historia? Realmente no soy muy amigo de generalizar, pero sí que reconozco que es la época en la que el marketing está más presente y controlando todo, hay una campaña detrás de casi todas las cosas que se oyen o que se ven!! Si bien siempre hubo campañas de promoción detrás de cada disco y de cada banda, ahora hay muchos productos muy interesantes que quedan lejos del alcance del público, y siento que nos estamos perdiendo muchas cosas que merecen la pena simplemente porque esa buena banda o artista carece de los medios para darse a conocer, porque el asunto de las redes está claro que está sujeto a unas reglas, que si hay que postear a esta hora, que si una foto de tu cara funciona mejor que tu última portada… Al parecer el motivo final de todo esto es que pagues publicidades en redes que no está claro si al fin y al cabo funcionan, lo único que nos queda es intentar jugar a engañar al algoritmo o como sea que se llame ese condenado mecanismo, no sé cuánto nos durará la cosa porque el tiempo se acaba como dice la canción… —En el disco encontramos también una canción de La Puta Opepé al completo, algo que hacía tiempo no se producía. ¿En qué estado se encuentra la formación, hay planes de futuro para La Opepé o de momento está todo aparcado? Hemos sacado el single “SPM” (con flamante videoclip por cierto) hace ya un tiempo en colaboración con unos productores del País Vasco, pero es cierto que llevamos un ritmo bastante lento en comparación con lo que pasa hoy en día. Queríamos celebrar el veinticinco aniversario del “Vacaciones en el mar” por todo lo alto este 2021 y la pandemia nos ha tirado por tierra todo el asunto de las actuaciones etcétera. Y ha sido un auténtico chasco (por qué no decirlo). Hay proyectos de canciones nuevas hechos con ritmazos del Xarro de las Calaveras y de Xino Arcade, vocalistas y productores de la banda, y apetece que haya un comeback, realmente hacer la música sería lo más fácil en todo el proyecto, tal y como están las cosas, tan sólo hacer que todo nuestro público objetivo se enterase de que estamos de vuelta sería ya más difícil de lo que parece a primera vista dado el marketing necesario en estos días. —A.G.R.
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ESPECIAL
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ARO ES EL MÚSICO de leyenda que no se ha negado a sí mismo alguna vez para pasar a la historia con mayúsculas. No se trata tanto de autosabotearse, porque eso podría ser sinónimo de enmienda a la totalidad de su propia herencia, como de destrucción impía de sus propios estereotipos. De liquidación de tópicos. Y de erradicación de tics, por qué no. Llevamos semanas recordando de qué forma U2 lo llevaron a cabo con “Achtung Baby” (91), aprovechando el treinta aniversario de su publicación, y puede decirse que Radiohead redondearon una maniobra muy similar hace justo veinte años con “Kid A” (00) y su hermano gemelo, “Amnesiac” (01). Dos discos nacidos de las mismas sesiones (iban a integrar un álbum doble), con los que asumieron un riesgo que les era inédito. Con él se desmarcaron del rock neoprogresivo de aquel “Ok Computer” (97) que había marcado simbólicamente (y seguramente sin pretenderlo) el fin de la era britpop, mediante la inmersión sin reservas (aquí no había nada de los meros retoques estéticos de otros proyectos de pedigrí rock) de la caligrafía pop de aquel momento: electrónica miniaturista, loops, samples, sintetizadores modulares, ondas Martenot, programaciones, herramientas de edición como ProTools o Cubase… justo en el momento en el que su anterior fórmula, la de sus tres primeros álbumes, ya había empezado a sentar cátedra y a generar alumnos más o menos aventajados (o clones, directamente), ellos se marcaban un regate de cola de vaca en toda regla con el que dejar atrás a toda su cohorte de discípulos: cuando los primeros Muse, Elbow, Coldplay, Starsailor, Turin Brakes y tantos otros asumían gran parte de sus principios activos, ellos ya estaban a otra cosa. Jugaban en otra liga. Y convencían incluso a muchos de los escépticos que habían desconfiado. La imagen de un Thom Yorke absolutamente entregado, enardecido
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“Cuando los primeros Muse, Elbow, Coldplay, Starsailor y tantos otros asumían gran parte de sus principios, ellos ya estaban a otra cosa”
y fuera de sí, sacudiendo su cuerpo en viscerales espasmos como si fuera un guiñapo en manos de una fuerza sobrenatural sobre el escenario del Festival de Benicàssim una noche de verano de 2002, mientras “Idioteque” entraba en su punto de ebullición, es la plasmación más fiel de esa decidida y afortunada transformación. La que les ha marcado, al fin y al cabo, desde entonces hasta el mismo día de hoy. La que definió su molde más longevo. Aquellos dos discos no podían llegar en otro año que no fuera el 2000. El que no existió. El que nunca supimos bien si adjudicar al siglo XX o computar ya en el XXI. El tiempo en el que vivimos atemorizados por un efecto informático que nunca llegó a plasmarse. Cuando ya teníamos Internet, pero no sabíamos bien ni cómo utilizarlo ni cuál sería su potencial, luego tan malversado con el tiempo. Cuando veníamos de una época de relativa bonanza económica y una estabilidad política internacional que ahora nos parece impensable. Cuando no sabíamos la que se nos iba a venir encima a partir del 11 de septiembre del año siguiente. Quizá éramos felices y no lo sabíamos. Puede ser. Sobrevolaba cierta sensación de borrosa irrealidad. Lo que sí queda claro es que fue un periodo de músicas gozosamente extrañas, hasta cierto punto inexplicables. Se suele decir que los periodos liminales, que son aquellos que carecen de un contexto marcadamente definido –esos a los que cuesta adjudicar un estereotipo, ya sean unas hombreras, unos pantalones de campana, una bola de espejos, el sonido de un sintetizador, una guitarra eléctrica o un puñado de emoticonos– son especialmente fértiles. Y aquel lo fue. Radiohead sintonizaban con lo que en aquel momento publicaba la
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La publicación de “Kid A Mnesia” (XL/Popstock!, 21), el disco triple que agrupa todo el material de las sesiones de “Kid A” (00) y “Amnesiac” (01), justifica una mirada retrospectiva a aquel tiempo en que Thom Yorke y los suyos recalibraron su discurso para convertirse en una banda distinta a la que acostumbraban.
diohead "Kid A Mnesia" —TEXTO Carlos Pérez de Ziriza
La reinvención de Radiohead a veinte años de distancia
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Björk más intimista, con la electrónica del sello Warp, con los clicks and cuts de Matmos y la con los de la escuela germana. Con el dichoso aquí y ahora de entonces, sin duda. Perfilaban un nuevo art rock surtido de préstamos del kraut, del free jazz, de la música clásica y del ambient. Definían de un modo implosivo aquello que los Primal Scream de “XTRMNTR” (00) expresaban de un modo explosivo. Y contaban con un aliado tan dúctil como Nigel Godrich, el productor que también enlució las carreras de Beck o Paul McCartney, a quien ya conocían bien desde su segundo álbum. A continuación, repasamos ambos discos canción a canción, deteniéndonos también en los dos cortes inéditos de “Kid A Mnesia”, el álbum triple que ahora agrupa ambos trabajos junto al resto de material de aquellas sesiones en “Kid Amnesiae”. No ha envejecido mal, la verdad. —C.P.Z.
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“Kid A”
“Amnesiac”
(2000)
(2001)
“Everything In Its Right Place” Quizá la canción en la que más se aprecia la influencia del sonido Warp. Irradia intriga. Incertidumbre. Misterio. “Kid A” Traviesa, juguetona, dotada de un brote de ritmo sincopado y un perfil bajo, como de caja de música antigua. “The National Anthem” Bajo marcadísimo, ritmo inmisericorde, atmósfera enrarecida, casi esquizoide, sonido apocalíptico y de corte rock. “How To Disappear Completely” Prima aquí el genuino miserabilismo a lo Radiohead. En estado casi puro, pero con un formato ligeramente distinto al habitual. Menos desgarro, más pesadumbre. “Threefingers” Aproximación al sonido ambient al modo en que lo entendía Brian Eno, que sirve más como un interludio. “Optimistic” Nervuda, ágil, fibrosa, desasosegante. Posiblemente la que menos corta amarras con su propio pasado, porque no hubiera desentonado en “The Bends” (95), con esa guitarra en primer plano “In Limbo” Arpegios que transmiten sensación de irrealidad con olor a salitre. Particularmente británica en ese sentido. “Idioteque” Jonny Greenwood ideó un colchón sonoro eficaz, directo al mentón, deudor de Autechre y que se convirtió en el buque insignia del disco. “Morning Bell” Su ritmo sincopado, casi marcial, su bajo prominente, sus guitarras eléctricas disonantes y su salmodia final le dan relieve de letanía sui generis. “Motion Picture Soundtrack” Preciosa, cinemática, perfecta como cierre.
“Packt Like Sardines In A Crushd Tin Box” Subyugante patrón de batería, sample tan metálico como frío y miniaturista ingeniería electrónica para una melodía de lo más dinámica. “Pyramid Song” Solemne réquiem al piano, aderezado con una batería que entra casi a ritmo de jazz y unas cuerdas de lo más señoriales. “Pulk/Pull Revolving Doors” Cuatro minutos de sarpullido prácticamente industrial, con voces desfiguradas como si fueran extraterrestres. “You And Whose Army?” Letanía con bajo de jazz, que se transforma a mitad de camino cuando entra la batería. “I Might Be Wrong” Groove, repetición, elasticidad, circularidad, magnetismo. Una de las mejores canciones. De esas que no necesitan estribillo ni crescendo ni clímax para destacar. “Knives Out” La más canción-canción del disco, con reminiscencias de “Paranoid Android”. Irradia la torcida melancolía marca de la casa. “Morning Bell/Amnesiac” Enlace lógico con “Morning Bell” del anterior disco, como un reflejo especular de aquella, aunque talladas como si pertenecieran a mundos distintos. “Hunting Bears” Rara, cruda, árida. Parece un cruce entre el Ry Cooder de Paris Texas (1984) y Autechre. “Like Spinning Plates” Extraña, pesadillesca, disruptiva, derivativa, deforme… puede debatirse entre la atracción y la repulsión. Uno de los momentos más aventurados de aquellas sesiones. “Life In A Glasshouse” Piano, trombón y clarinete en el corte más tradicional del disco, que no elude (no obstante) un final hinchado a lo big band descarrilada. —C.P.Z.
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ENTREVISTA
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#20 noviembre 2021
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Izal uelta casa
“Hogar” (Hook Ediciones Musicales, 21) es el quinto álbum del grupo Izal. Un disco, desgranado pieza a pieza en nuestro podcast Música y Charla, que ya podéis escuchar. Conversamos con Mikel sobre los secretos del elepé y todo lo que ha ocurrido en estos cuatro últimos años. —TEXTO Alejandro Caballero Serrano
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OGAR” ES UN DISCO de diez pistas en las que no habéis tenido ningún problema en adentraros en otros sonidos. Esta vía de explorar otros estilos, ¿la teníais ya pensada o surgió mientras ibais haciendo el disco? Realmente es un patrón constante dentro de nuestra discografía, pero en este disco se hace más notorio, también gracias a que hemos tenido más tiempo y recursos. En nuestra trayectoria siempre hay temas que se salen un poco más de madre, pero esta vez queríamos mostrar que somos cinco músicos muy inquietos con ganas de explorar. Siempre hemos hecho lo que nos ha dado la gana sin saber que iba a pasar, pero ahora había más urgencia por no aburrirnos de nosotros mismos y buscar una densidad sonora que nos incomodara. Somos una banda sin miedo que ha tenido el milagro de conectar con tanta gente y si te pones a escuchar nuestro top cinco de canciones parece que es todo lo que tenemos que ofrecer dentro de nuestra carrera. Pero si te paras a escuchar nuestros discos puedes ver que dentro de ellos hay una increíble esquizofrenia musical. —El álbum es un recopilatorio de historias cotidianas que se ven reflejadas en cada una de las diez pistas. ¿Cómo nació el concepto del disco, esa vuelta al hogar? Vimos que había muchos puntos que comunicaban, empezando por la forma de grabarlo. Lo único que queríamos era ser felices mientras lo hacíamos y escapar de la ciudad agravada por la pandemia. Antes de ponerle el título al disco, ya buscamos un hogar para crearlo. Nos fuimos a un estudio humilde, La Luciérnaga, de Juanito Makandé, en la sierra de Tramontana donde no nos importaba en absoluto lo que hubiera allí. Si hubiéramos tenido que llevar una maleta con lo que nos faltara, lo hubiéramos hecho. Volviendo a lo de antes, las canciones que escribo para este disco están constantemente hablando de la verdad de las personas que te rodean, de tener los pies en el suelo, de normalidad. Me pareció todo muy de casa, con pocos fuegos artificiales. No había yates, ni mansiones, había pisos, cenas con colegas… Había hogar. —Pero empecemos por el principio, por “Meiuqèr”, ese canto a la vida que supuso vuestra vuelta a la composición. ¿Cómo fue el momento de ponerse a escribir nuevas canciones? Llevaba más de dos años sin escribir nada, desde “Pausa” en 2017. Me di mucha caña para componer “Autoterapia” (18), forcé mucho ese proceso y me di unas merecidas vacaciones compositivas. Pero me acomodé demasiado y cada vez pasaba más tiempo sin escribir y pensaba que esa magia que tenía dentro se había ido. Fue un proceso traumático componer canciones que no me emocionaran. Entonces yo creo que “Meiuqèr” es una canción que me hice a mi mismo para disfrutar de mi trabajo, de las personas que tengo al lado, fue cómo decirme “levántate y disfruta”. Fue el retorno de entre los muertos de un vivo, por eso “Meiuqèr”, un réquiem al revés, una canción al vivo que se levanta de su tumba. —Aunque, a parte de componer nuevas pie-
zas, rescatáis “He vuelto” de vuestras libretas de 2015. ¿Qué tenía esta canción para que haya tenido que esperarse seis años para ver la luz? Una mierda de producción casera por mi parte, orientada a un rock muy del rollo de Los Planetas. Hice una producción muy sucia, que tenía su rollo, pero por aquel entonces se quedó corta al lado de otras. La letra me gustaba, la melodía también, pero no me encajaba. Y el primer día que estuvimos en el estudio de grabación en Madrid, donde grabamos tres temas, nos pusimos con esta y no funcionaba tal y como yo la había creado, se nos quedaba antigua. Entonces Alberto [guitarrista] hizo una introducción mucho más tranquila y me fascinó el aire de las estrofas, pero el estribillo seguía siendo una mierda. Esa misma noche, llegué a mi casa y en dos horas tenía el estribillo de “He vuelto”. Es de esas cosas que te salen fácil y que dices exactamente lo que querías decir, me encanta. Se lo mandé a la banda y al día siguiente la grabamos completa. Es una de mis favoritas. —En el podcast especial sobre el álbum hablabas de “Dobles” como una continuación de “Pequeña gran revolución”. No a nivel sonoro, pero sí a nivel conceptual. Esto de enlazar dos canciones, ¿os había pasado antes o es la primera vez que os ocurre? Es que nace mi segunda sobrina y debía tener canción, así de claro. Busqué la forma de escribírsela y el tema va de que se multiplica todo cuando llega esta segunda “pequeña gran revolución”: la felicidad, el trabajo y muchas otras cosas. Pero no, no suelo ser continuista en las canciones. Lo más parecido son los epílogos de “Agujeros de gusano” (13), que en realidad es una canción dividida en tres partes.
Ronda Rápida
3
Un artista nacional Enric Montefusco Un artista internacional Bon Iver Un disco para escuchar en el coche “Greatest Hits I y II” de Queen Un disco que todo el mundo debería escuchar “Hogar” de Izal y “La ley innata” de Extremoduro Una canción para llorar “Inercia” de Izal Una canción para bailar “Undercover Martyn” de Two Door Cinema Club Colaboración soñada Bon Iver Vuestra mejor canción Sinceramente, creo que “Hogar” está plagado de ellas Un lugar para escuchar vuestra música Cualquier sitio donde puedan permitirse el lujo de no tener más estimulo que el propio disco Describiros en una palabra Hogar
noviembre 2021 #21
ENTREVISTA EN PORTADA
3 —También confirmabais que la temática de “Telepatía” es la única
que nace del confinamiento. Quitando lo evidente, ¿fue difícil para vosotros esta cuarentena? A nivel artístico todos los compañeros estábamos raros. Personalmente yo me cobijé en las grabaciones caseras diarias que hacía cada tarde. Lo hice un día de forma egoísta, por no aburrirme, grabé “La mujer de verde” y fue una locura. Mucha gente se conectó, tiene casi un millón de visitas, muy loco. Pero me di cuenta de que algo que había hecho por aburrimiento ayudaba a la gente y también me ayudaba a mí mismo. Y no fue hasta junio, ya post confinamiento, cuando me puse a componer nuevas canciones. —“Inercia” y “Hogar” son dos de los hits del trabajo. Y mientras que la primera fue el tercer single del álbum, la segunda no se descubrió hasta el día de salida. ¿Por qué lo decidisteis así? Hemos estado constantemente violando las reglas de la industria con este disco, buscábamos emocionarnos todo el rato, incluso en la forma de enseñarlo. Hemos adelantado todas las canciones, haciendo que todas y ninguna fueran single, y dentro de estas había algunas de clase media. Siempre hay una clase media en los discos, tiene que haberla, no todas pueden tener el mismo foco y este tipo de pistas te dan cosas que no te ofrece un hit. Queríamos que la gente dedicara un día a escuchar esa pieza concreta, no queríamos que devoraran el #22 noviembre 2021
álbum y se quedarán solo con tres. De igual forma que tampoco hay videoclips porque no queríamos que este les distrajera de las canciones, por eso hay video-fotografías. Tampoco nos beneficiaba empezar el álbum con esa intro, ¿y qué? ¡Si nos encanta que al darle al play se oiga eso! Y en anteriores discos, con menos experiencia, “Hogar” hubiera sido el primer single del trabajo, porque funciona. Pero decidimos dejarla la última para que la gente viajara con nosotros. Y no se ha perdido, ¡es la segunda más escuchada! A veces subestimamos al oyente y pensamos que tenemos que dárselo todo masticado, y no. —Definís “Fotografías” como una colección de recuerdos que casa a la perfección con el espíritu del trabajo, pero ¿no os dio vértigo lanzarla sabiendo lo distinta que era? Sabíamos que el segundo adelanto iba a ser traumático, aunque no nos esperábamos que lo fuese tanto. Hubo gente que nos lo agradeció y otra que se quedó en shock por no acercarse a los estándares del grupo. Pero nos sentimos muy orgullosos de mostrar un sonido totalmente diferente. —Para la producción habéis contado con Brett Shaw (Foals, Florence And The Machine). ¿Qué le ha aportado él a “Hogar”? Un sonido muy denso, lejos de la cristalinidad de nuestros trabajos anteriores. Antes buscábamos eso, la producción de nuestros discos es exactamente la que queríamos, pero en esta ocasión buscábamos mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
EL APUNTE
El Camino hacia el "Hogar" A finales de 2010 en una planta baja de Sainz de Baranda, en Madrid, se empezó a fraguar la historia de uno de los grupos indies más relevantes de los últimos años. Hablamos de Izal, que estrenan su quinto álbum de estudio “Hogar” (Hook, 21).
E
ste nuevo disco viene a confirmar el éxito que ha conseguido esta formación en apenas diez años de carrera. De ensayar y actuar en antros de Madrid a llenar recintos como el WiZink Center en apenas unos años y con tan solo cinco discos a sus espaldas. Hoy repasamos los momentos más importantes de Izal para celebrar la llegada de “Hogar”.
Inicios y Sonorama
La formación de Izal está conformada por Alejandro Jordá (batería), Emanuel Pérez “Gato” (bajo), Alberto Pérez (guitarras), Iván Mella (teclados) y el propio Mikel Izal (vocalista y compositor). Todos ellos provenían de diferentes proyectos musicales que abandonaron para embarcarse en esta aventura. Su primera referencia fue “Transporte” (Hook, 10) un EP de seis canciones que grabaron en Barcelona cuando todavía no estaba conformada al completo la banda. A partir de su presentación en el festival Sonorama, su crecimiento fue exponencial.
Primeros discos
En 2021 Los cinco miembros de la banda, acompañados a la producción por Luca Petricca, dieron forma a su primer larga duración “Magia y efectos especiales” (Hook, 12). Con este disco lograron llenar salas con un aforo mayor como Sol o la Joy Eslava y lograron estar presentes en diecisiete festivales distintos a lo largo de 2013. Sin duda, fueron la revelación del año, logrando dicho reconocimiento por los Premios MIN y siendo portada de Mondo Sonoro en octubre, junto a Second y Miss Caffeina. Pero, en lugar de seguir girando con un álbum que contiene algunos temas que se han convertido en clásicos de la música española, como “Qué bien” o “La mujer de verde”, a finales de año lanzaron su segundo disco, “Agujeros de gusano” (Hook, 13). Este trabajo les dio el empujón que les faltaba para confirmar su ascendencia entre el público de España. Una de sus grandes gestas fue agotar las entradas para La Riviera en Madrid y para otras dieciséis fechas más, mostrando cómo había crecido su número de seguidores en apenas cuatro años.
“Copacabana” y gran fin de gira
Se tomaron 2014 para girar y demostrar la potencia que tienen en su directo. Y entre medias publicaron “Directo Sonorama 2014 (En directo)” (Hook Ediciones
“
ESCUCHA AQUÍ EL PODCAST
Musicales, 14), su primer álbum en directo. Un año más tarde presentaron su tercer álbum de estudio, “Copacabana” (Hook Ediciones Musicales, 15), creado junto a los productores Santos & Fluren (Love Of Lesbian, Sidonie). El éxito que obtuvo este trabajo ya no fue una sorpresa, pero sí que les sirvió para ganar aún más audiencia. La gira de “Copacabana” se alargó un año y medio donde se subieron a más de ochenta escenarios por España, América y Europa. Decidieron cerrar esta etapa por todo lo alto, llenando uno de los recintos más grandes de España, el WiZink Center. El 25 de febrero de 2017 reunieron a cerca de 17.000 espectadores para despedir a este tercer álbum que tantas alegrías les había dado. Y, para conmemorar aún más esta etapa, decidieron grabarlo y publicarlo tanto en edición física, como en formato digital. “VIVO” (Hook, 17).
“Autoterapia” y COVID
Después de un merecido descanso, a inicios de 2018, la banda presentó dos de los singles que darían forma a su próximo disco. “El Pozo” y “Pausa” fueron un éxito total en las plataformas digitales, mostrando las ganas que tenía el público por descubrir nuevas composiciones de la formación. Meses más tarde llegó “Autoterapia” (Hook, 18) su, hasta ahora, última referencia, en la que lograron afianzar ese sonido de indie, mezclado con pop-rock en el que se mueven. En definitiva, once piezas de puro Izal. Y, como no podía ser de otra manera, empezaron a agotar las entradas de sus nuevos conciertos meses antes de salir, incluyendo ya esos grandes recintos. Durante más de un año estuvieron presentando este nuevo evento y anunciaron el final de esta etapa con varios conciertos multitudinarios en varias ciudades de España para inicios de 2020. Pero todo se paró por culpa de la pandemia. Para ayudar a paliar el duro golpe que supuso esto para todos sus seguidores, y después de dos años sin publicar nuevo material, lanzaron “La buena sombra” y “Micro abierto” (Hook Ediciones Musicales, 20), un sencillo grabado desde casa y que se lanzó el día que deberían haber estado llenando el WiZink Center para celebrar la primera cita del fin de la gira “Autoterapia” en Madrid; y un EP en la que revisitan algunas de sus canciones más ilustres y que son interpretadas por otros artistas como Cesc Sansalvado o Aroa Ferreiro.
“Hogar”
Izal, como el resto de artistas, se ajustaron a las restricciones de aforo mientras esperaban ver la luz al final del túnel. Y en el instante que ya veíamos más cerca que nunca la “antigua normalidad”, anunciaron “Hogar” (Hook Ediciones Musicales, 21). Un trabajo de doce pistas en el que han puesto mucho cariño y en el que se puede ver una evolución y maduración tanto en las letras como en el sonido. Ahora toca a recorrer ese camino a “Hogar” junto a ellos, para que, después de tres años, nos vuelvan a sorprender con sus nuevas composiciones. —A.C.S.
“Hemos estado constantemente violando las reglas de la industria con este disco”
fliparnos y ponernos nerviosos. Brett tenía ese sonido al que nos queríamos acercar y ha sido un tipo muy humilde y trabajador. Le dejábamos junto a Sancho Gómez-Escolar, segundo al mando, trabajando al irnos del estudio y al volver ambos seguían currando. Acertamos de lleno. Los arreglos empiezan en mis demos, luego la banda añade otros y finalmente Shaw les aporta densidades y los ha tratado de una forma muy peculiar. Él tiene en su estudio de Londres un montón de movidas raras que hacen que la música suene distinta, por eso “Hogar” suena así. No es mejor, ni peor, es lo que nos pedía el cuerpo. Es un disco de escucha lenta, no es un trabajo de “comida rápida musical”, que a todos nos encanta darnos un atracón de vez en cuando, pero es todo lo contrario. —Vuestra gira de presentación arrancará en 2022 y, esperemos, que ya sin restricciones de aforo. ¿Tenéis ganas de volver a tener a vuestra gente en pie? ¡Total! Nosotros hemos sido unos privilegiados, aunque también hemos arriesgado. Lo fácil hubiera sido quedarnos en casa, generado hype, pero nos parecía injusto. Principalmente por nuestros técnicos, ya que ellos viven de esto. El verano pasado tocamos para unas setecientas personas, que salía por lo servido prácticamente, pero dimos veinte conciertos por ellos y por el público. Hemos estado juntos una puta década, vamos a salir a darles un concierto, aunque sea sentados. Este verano hemos seguido tocando, aunque ya para tres mil personas. Insisto, lo fácil era esperarse, pero nos da igual, de ahí que la gira se retrase hasta abril. El planteamiento era tocar, daba igual para cuantos, y ese esfuerzo se nos ha devuelto con creces. El público estaba emocionadísimo, va a ser difícil igualar las emociones de esos conciertos con los del año que viene. No hemos dejado de disfrutar del escenario, pero todos tenemos ganas de darnos codazos. —¿Y que hay tras la vuelta al hogar? Empieza la aventura otra vez. Lo que tenemos ahora en la cabeza es hacer muchas cosas de “Hogar”. Tenemos que diseñar el concepto del show y ver cómo queremos enseñar estas piezas, vienen meses de trabajo en la sombra. Creemos que somos una banda de directo, más allá de que a los discos les demos mucho trabajo y cariño, siempre los hemos entendido como una carta de presentación para los conciertos. Y queremos disfrutar de una gira que no vamos a alargar eternamente. Hemos decidido que sea una gira que termine exactamente un año después de la salida del disco, el 29 de octubre de 2022. Vamos a ir a muerte esos meses antes de desgastar la emoción del disco, no es un farol, queremos hacer una gira de corta duración donde nos emocionemos en todos los conciertos y no nos hartemos del mismo setlist.—A.C.S.
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25/Mondo VINILOS
Nathaniel Rateliff & The Night Sweats
ABBA
Voyage Universal
The Future Stax Records/ Music As Usual
7
Snail Mail: Necesidad de crecer Snail Mail
Valentine Matador/Popstock!
9 INDIE / Con solo dieciocho años, Lindsay
Jordan se dio a conocer al mundo con “Lush” (2017), su debut como Snail Mail. Dar continuidad a un debut que fue tan aplaudido no es tarea sencilla, pero Snail Mail lo hace con honestidad y un afán por reconocerse en nuevas paletas de colores. En su primer trabajo, supo cristalizar con naturalidad el momento exacto en el que se apagan los primeros amores. Ahí donde resulta imposible no caer en el melodrama adolescente, nos confirmaba en “Pristine” que esa pena le duraría toda la vida. Y nos gustaba creerla, porque su debut tenía mucho de ese impulso tan humano de aferrarse a lo que pudo ser. Por eso mismo “Valentine” se disfruta aún más, porque incorpora una perspectiva más madura y autoconsciente al hablar de la ruptura, para finalmente caer en la cuenta de que, aquello que el mayor de los dramas hace unos años, al final no era tan importante. Todo pasa. Lo expresa con algo de ironía en “Forever (Sailing)”, entre sintetizadores cálidos y una nostalgia prestada en forma de sample de “You And I” de Madleen Kane, reinterpretando su significado. Porque si de algo trata “Valentine” es de los anhelos, miedos y vivencias de Jordan en estos últimos años. Su camino hacia la sobriedad, los com-
portamientos obsesivos y el significado de la fama toman protagonismo en este segundo disco. Su sinceridad radical se vuelve más compleja, asumiendo que en las diferentes fases del amor todos podemos ser víctimas o verdugos. Todo es cuestión de perspectiva y en este disco, grabado entre 2019 y 2020, Snail Mail es capaz de tomar distancia para ver la ruptura desde diferentes ángulos. Porque aunque el desamor es el gran tema siempre presente, “Valentine” también habla de la ruptura con esa adolescente de las afueras con ganas de descubrir qué le depararía el futuro. “Glory” es testigo de ello, una canción con ecos de Hole que gira asfixiante alrededor de la obsesión y lo oscuro de la fama. La incorporación de nuevos instrumentos, como cuerdas o sientes con más texturas, también hace que los arreglos del disco se vuelvan más complejos sin ser fastuosos: todos los elementos encajan de manera natural sin necesidad de ser artificioso. Cuando llegamos a “Mia”, el cierre del álbum, “Valentine” se ha convertido en una carta de despedida. Porque esa Mia, omnipresente en todo el disco, ha tomado diferentes formas: es la obsesión en “c. et al”, es el peligro de idealizar a la otra persona en “Madonna” y finalmente es la necesidad de crecer y dar cierre a una etapa. Actúa a modo de catarsis, aceptando el melodrama como parte de ese amor, pero esta vez sin retenerlo ni recrearse en ese dolor, que hace un tiempo parecía eterno. Lo que en realidad era eterno es el amor, aunque al final tenga que decirle adiós. —MONTSE GALEANO
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SOUL / Muchos son los que
esperábamos atentamente el tercer disco de Nathaniel Rateliff junto a The Night Sweats. Había ganas de comprobar si tras el intimista “And It’s Still Alright” (2020) y el directo “Live At Red Rocks 2020” (2021), ambos lanzados en solitario, la reunión con su banda le hacía retomar el camino del soul que había dejado ligeramente de lado. El misterio está resuelto y la respuesta es afirmativa. Volvemos a tener en las manos un disco jovial, optimista, y cargado de ritmo. Ya nos había dado una buena pista con “Survivor”, single de adelanto del disco y en el que jugueteaba con el sonido Alabama Shakes. Pero el resto de canciones de este nuevo trabajo, confirman lo apuntado. El de Missouri nos da lo que nos adelantó, soul con guiños a otros estilos cargado de personalidad y estilo. —EDUARDO IZQUIERDO
POP / Ante la crítica del primer disco de ABBA en cuarenta años, lo primero es poner las cartas encima de la mesa. Ni estoy entre sus mayores fans, ni entre sus haters. Siempre me han parecido un grupo de grandes sencillos, con dos compositores con un increíble gancho por la melodía y dos cantantes muy buenas por cuenta propia, pero maravillosas cuando cantan al unísono, capaces de entregar canciones tan grandes y asombrosas como “Dancing Queen” o “SOS”. Pero también con una sospechosa tendencia hacia la sacarina, capaces de sacar cosas ante las que no puedo evitar cierto sonrojo incómodo, como “Chiquitita” o “Thank You For The Music”. Bien, pues en este “Voyage” hay un poco de ambas, aunque (como en su carrera) se imponen las primeras a las segundas. —SERGIO ARIZA
7
Mafalda
Diana Ross
Les Infelices Maldito Records
7
ROCK / Mafalda continúa
con paso firme su trayectoria, que ha traído un nuevo disco de estudio cada dos años desde que debutasen en 2012. “Les Infelices” hace alusión a la “generación maldita” de la banda, ésa que ronda ahora la treintena y mira con nostalgia a la década de los noventa, aquella en la que nacieron y en la que todavía se sentían seguros al calor del cine de aventuras y la Game Boy. Con unas letras que una vez más están plagadas de reivindicación y crítica social: fascismo, derecha, toque de queda, 5G, casas de apuestas, virus, memoria histórica… Defendidas en alternancia de voces femeninas y masculinas. Y apoyadas en una música que parece endurecerse hacia la distorsión, el rock, el punk y el hardcore, pero sin dejar de fusionarse con otros tantos estilos en su sana intención de romper prejuicios y abrir mentes. —JESÚS CASAÑAS
Thank You Decca
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POP / Diana Ross ha canta-
do algunas de las mejores canciones del Siglo XX, joyas como “You Can’t Hurry Love”, “Stop! In The Name Of Love” o “I’m Coming Out”. La ex cantante de las Supremes llevaba sin sacar disco desde 2006, así que es normal que las expectativas fueran grandes. Pero, aunque hubiera sido una cantante novata, sin toda esa ristra de éxitos detrás, este “Thank You” seguiría sonando igual de soso y aburrido. También es lo que ocurre cuando pasas de tener a Holland-DozierHolland, Nickolas Ashford y Valerie Simpson o Nile Rodgers y Bernard Edwards componiéndote los éxitos, y te quedas con los tipos que se los hacen a Westlife o Ed Sheeran, que no es lo mismo. El otro gran problema es que la antaño juvenil y vibrante voz de Ross, ahora suena grave y cansada. —SERGIO ARIZA noviembre 2021 #25
MONDOVINILOS
Schizophrenic Spacers Gloria Milana Música
La banda sonora imaginaria de Parcels
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Parcels
Day/Night Because Music/ Music As Usual
7 POP / Resumir diecinueve canciones con
un puñado de etiquetas no suele ser fácil; menos aún cuando la idea de un disco doble es la de, precisamente, moverse por distintos terrenos sónicos y casi metafísicos. Fervientes defensores del eclecticismo, Parcels nos ofrecieron una pequeña muestra de ello en su debut homónimo, cómodos entre el chillwave más pegadizo, las canciones inspiradas en bandas británicas como The Human League y el placer culpable del pop más rompepistas. “Day/Night” no es una continuación de esos hits aterciopelados como “Lightenup” o “Tieduprightnow” – exceptuando quizá “Somethinggreater”– ni siquiera se le parece en cuanto al concepto. Sin embargo, late una misma esencia, marcada por detalles como la variedad de influencias o esa habilidad por dejar que las canciones respiren, disfrutando de la pausa y dando protagonismo absoluto a los
Club del Río
instrumentos para crear melodías que atrapan de manera inconsciente. La idea tras “Day/ Night” es la de evidenciar dos caras de una misma moneda: luces y sombras, dentro y fuera. La primera parte transcurre en el mundo exterior, con el ajetreo de la ciudad, el amor y las relaciones humanas y cómo, lentamente, a medida que fluyen sus nueve canciones, el día nos desgasta. La segunda parte se inicia con “Shadow”, una puesta de sol acompañada por armonías vocales de fervor cuasi mesiánico.
Marialluïsa
Contigo Autoeditado
POP / Los igualadinos Marialluïsa aterrizan con “La vida és curta però ampla”, su segundo disco, para dar aire fresco al panorama catalán con su “pop sensual”. Pau Codina (voz y guitarra), Carles Guilera (guitarra eléctrica y teclados), Andreu Dalmau (bajo) y Pol Mitjans (batería) cumplen lo que prometen a través de estas ocho canciones: hacer música que nos permita vivir con intensidad, pero sin sucumbir al ritmo frenético del mundo. Se trata de un disco muy homogéneo, aunque no por ello repetitivo, y en él la banda baila entre los aires beatlianos y los recuerdos de bandas catalanas como los vicenses La iaia en “Cauen flors”, por ejemplo, sin descuidar lo más mediterráneo de “Turmells al riu” o lo más desnudo de “Oh My Love (ho tens tot per fer)”. Aunque no todo son el amor y las relaciones, como muestra “Què farem demà?”, lo cierto es que son los predominantes en “La vida és curta però ampla”.
—ALEJANDRO CABALLERO SERRANO
—CLÀUDIA PÉREZ GARRIGA
#26 noviembre 2021
8
—MARTA TERRASA
POP / Vanishing Twin re-
gresan a escena con el que es su tercer disco, matizando e intensificando los efectos hipnóticos de su música en la dirección correcta. Una nueva entrega del proyecto londinense liderado por Cathy Lucas (Orlando, Fanfarlo, My Sad Captains), que apenas se aleja de sus preferencias estilísticas habituales pero que, a cambio, las dilata hasta abarcar un mayor y más convincente recorrido sonoro. El resultado es una mixtura tan exótica como misteriosa, que presume de falta de prejuicios cuando se trata de beber con igual intensidad de bossa nova, krautrock, pop y psicodelia ligera, todo entreverado con puntual querencia funk, teclados analógicos, trazos de jazz (o de free jazz), y una capa de electrónica con la que cubrir toda la obra de un pretendido aspecto vanguardista. Y es que, tirando también de la cada vez más alargada sombra de Stereolab, el combo se consolida con este álbum a la hora de idear texturas imaginativas. —RAÚL JULIÁN
Maria Hein
Continent i contingut Hidden Track
Fotosíntesi Halley Records
Ookii Gekkou Fire Records/ Popstock!
7
aceleran el ritmo vital de cualquier grupo, pero a los catalanes Schizophrenic Spacers se les ve cada vez más lanzados. Prueba de ello es este “Gloria”, en el que han pasado del inglés al castellano sin que su estilo y personalidad dejen de brillar. Así, llevando a ebullición ingredientes como el rock y el hard rock de raíz setentera, y condimentándolos con elementos soul, funk, etcétera, vuelven a combinar sabores conocidos hasta crear una receta de cocina tradicional con sabor novedoso. Los temas se suceden entre riffs de guitarra vibrantes como los de “Viladenada” o “Desobediencia”, la tensión de “Gloria”, el emocionante dueto vocal de “Búscate una vida”, el delicioso giro argumental hacia el góspel de “Premonición” o el estratosférico, nunca mejor dicho, space-rock de “Tragaldabas”. Cierran con “Victoria”, tema que sirvió de avance con su videoclip. Contamos los días hasta disfrutar de estos trallazos rockeros en directo. —XAVIER LLOP
La Fúmiga
Vanishing Twin
La vida és curta, però ampla Bankrobber
FOLK / Hace unos meses Club del Río publicaron su EP “Lejos” y ahora llega “Contigo”, la segunda parte del proyecto que da forma a su cuarto disco, “Lejos contigo”. En esta mitad encontramos ritmos mucho más alegres como en “Surco agradable”, que acaba convirtiéndose en una especie de cumbia; pero sin abandonar esa música que nos habían presentado en ese primer EP y queda reflejada en “Resurgiré”. Son cinco canciones en las que se han dedicado a jugar con los sonidos. Un claro ejemplo de esto es “Diez Lúnulas”, un tema que arranca como un medio tiempo y que desemboca en un auténtico frenesí místico. También se atreven a hablar con su parte más emocional en “El miedo” y analizan el paso del tiempo en “Deja que pase”, todo ello con ritmos controlados por un piano y unos bongos respectivamente. Y lo cierran con “Es un ángel”, con el que terminan este camino dándose cuenta de que a pesar de haber viajado lejos, lo mejor estaba al lado, contigo.
8
Nueve canciones bajo las que laten influencias del jazz de los setenta, de la música disco y del pop más sixties. Una apuesta por temas más libres en su forma, reposados, pero también de cambios abruptos e inesperados, con melodías grandilocuentes. Una parte centrada en el mundo interior, donde el protagonista afronta el lado más oscuro de su personalidad. No es un disco fácil. Parcels han apostado por ellos mismos y por contar una historia.
7
MESTIZAJE / La Fúmiga
ROCK / Dos décadas des-
8
POP / Este disco explicita
vuelven con “Fotosíntesi”, el álbum con el que sin duda van a confirmar su relevancia en una escena valenciana que encontraron medio rota y que, incluso, pueden ser capaces de liderar. Las diez canciones que lo constituyen beben claramente del sonido de grandes grupos que decidieron separarse a finales de la década pasada, pero consiguen trasladarlo a la segunda década del siglo XXI modernizando tanto lo que suena como lo que se dice. “Fotosíntesi” es un homenaje a su tierra, a las bandas y artistas nacionales e internacionales que más les han marcado y a las relaciones entre las personas. Siguen la estela de lo que empezaron a cocinar en su primer disco y en el EP “Pròxima parada” (20), pero un paso más allá por lo que respecta al riesgo en las letras, que generalmente hablan de amor pero de un modo muy distinto a lo que estamos acostumbrados, y a la experimentación con lo urbano.
dos filones: el de la inagotable cantera mallorquina, siempre presa de un realismo mágico indefinible que opera de modo transversal a muchas de sus propuestas, y el de la enorme capacidad de Ferran Palau como galvanizador de una sensibilidad que se expande ya no solo por sus discos sino por sus trabajos de producción para talentos emergentes (Hein, Iris Deco, Carlota Flâneur). Pasma comprobar que Maria Hein solo cuenta diecisiete primaveras. Porque su debut es un dechado de sensibilidad, delicadeza y perspicacia melódica. Tanto cuando se acerca al registro de su paisana Maria Jaume (“Omplint un buit”, “Aquell mes de març”) como cuando se arrima a las nuevas heroínas del indie rock anglosajón como Stella Donnelly o Soccer Mommy (“Estrès acumulat”) o cuando asume sin disimulo el influjo de Maria del Mar Bonet, verbigracia “Continent i contingut”, “Llums de sa ciutat” o la maravillosa “Setze voltes”. Mucho ojo.
—CLÀUDIA PÉREZ GARRIGA
—CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA
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Lori Meyers
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POP / Tras cuatro años, Lori
Meyers vuelven a la carga con “Espacios infinitos”, clara muestra de la evolución del grupo hacia algo igualmente compacto, pero más maduro y serio. Los granadinos presentan ahora once canciones sobradas en calidad, pero en las que se permiten salirse del guion de vez en cuando. En la primera mitad del disco se encuentran las canciones más rítmicas, esas primeras pistas en las que nos incitan a viajar con ellos. A partir de ahí, “Espacios infinitos” es, por lo general más calmado, manteniendo ese concepto celestial que se va desgranando pieza a pieza. Es evidente que Lori Meyers han querido jugar con su sonido, subrayando su evolución sonora y creando un disco serio que supone un paso muy lógico tras “En la espiral” (17). Lori Meyers han sabido captar cuál era el camino que tenían que seguir y a conseguirlo les ha ayudado James Bagshaw (Temples), con quien firman un gran regreso tras cuatro años de parón.
—ALEJANDRO CABALLERO SERRANO Mac McCaughan
The Sound Of Yourself Merge/ Popstock!
MONDOVINILOS
Richard Ashcroft
Espacios infinitos Universal Music Spain
Acoustic Hymns Vol. 1 BMG
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POP / Richard Aschcroft fue
uno de los frontman carismáticos del Britpop tras liderar a The Verve, pero su posición ha sido cada vez más cuestionada en base a una buena retahíla de discos insustanciales, exhibiendo una falta de chispa e inspiración que parece confirmarse en el presente lanzamiento. El vocalista tira de repertorio clásico para recordarnos que, efectivamente, hubo un momento en el que fue capaz de escribir grandes canciones. Como excusa cambia guitarras eléctricas por acústicas, pero mantiene banda competa y ese gusto redomado por arreglos orquestales y todo tipo de adornos, ya presentes en las versiones originales y ahora espoleados con todavía menos pudor. La referencia no es sino un recopilatorio que vira en torno a temas ligerísimamente modificados y en ningún caso mejorados con respecto a los ya conocidos. Una treta cuestionable que no aporta novedades y señala con rubor la falta de ideas por parte del otrora admirado autor. —RAÚL JULIÁN Niño de Elche La Exclusión Sony
El reclicaje de Biffy Clyro Biffy Clyro
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POP / Mac McCaughan lanza
nuevo disco al margen de Superchunk, cabe suponer que consecuencia directa del parón motivado por la pandemia y de ese tiempo extra destinado a cacharrear y crear. Una sospecha confirmada por el propio contenido del álbum, que señala hacia un compendio de canciones caprichoso tras alternar, con poco disimulo, piezas sólidas con probaturas y rarezas que apuntan al mero entretenimiento. La referencia deja un puñado de buenas piezas de indiepop marca de la casa –“Burn A Fax”, “I Hear A Radio”, “Dawn Bends” o “Circling Around”– junto a piezas instrumentales con teclados analógicos, probaturas y demás anécdotas de interés variable. El autor se rodea de compañeros de sello, con la presencia entre los colaboradores de Annie Hayden (ex Spent), y miembros de The Mountain Goats, Telekinesis o los mismísimos Yo La Tengo, para completar un álbum que, a pesar de todos esos nombres, acaba desinchándose fruto de su propia irregularidad. —RAÚL JULIÁN
EXPERIMENTAL / Un viaje
7 complejo dividido en cuatro bloques, donde la melodía del canto apenas respira y la voz de Paco es una idea más, un sonido que habita en cada espacio y se transforma interactuando con otros sonidos. Así recorremos un laberinto brumoso donde las atmósferas espectrales se entrecruzan con grabaciones de campo y rebuznos, coros, spoken word, noise, música antigua, industrial o densa y envolvente electrónica. Un ejercicio visceral y calculado que seguro alcanzará su éxtasis experimental extremo en directo. De la relación entre animalidad y humanidad de “Animal-Humano”, al poderío jondo en “El Cuerpo” o el Guernica sonoro de “Europa”, hasta llegar al final de los finales con “Muerte-Nada”, adentrándonos en un luminoso y palpitante silencio místico, con T.S. Eliot bajo las alas. “La Exclusión” como mal contemporáneo y concepto central sobre el que orbita esta obra experimental, parte del libro “Pensar y no caer” (Ramón Andrés, 16). —DAVID PÉREZ
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The Myth Of The Happily Ever After Warner
8 ROCK / Podemos decir rotundamente que el
último trabajo de Biffy Clyro no existiría si no fuera por la pandemia. Y es que los temas incluidos en “The Myth Of The Happily Ever After” eran originalmente descartes, ideas que no habían entrado en su anterior trabajo, “Celebration Of Endings”. El confinamiento a escala global y la consecuente imposibilidad de presentar ese disco les llevó a pensar que podría ser una buena idea desarrollar esas potenciales caras B y convertirlas en caras A. El resultado respira libertad, y experimentación, pero al mismo tiempo suena muy Biffy Clyro. Mientras en el anterior aportaban pocas novedades a excepción quizá “Cop Syrup”, en este nuevo trabajo sorprenden con un disco atrevido, con algunos temas marca de la casa pero sin demasiadas concesiones a la galería, sin ganchos claros para el público mainstream. Ya no necesitan singles para vender discos y entradas. Curiosamente, este disco de supuestos descartes funciona muy bien como una
totalidad y sin duda es uno de los más cohesionados de la última etapa de la banda. No imagino otro orden para este “The Myth Of The Happily Ever After” que arranca con la envolvente “Dum Dum”, un corte in crescendo con tintes electrónicos a modo de antesala con el que Simon Neil y los hermanos Johnston nos abren las puertas a su nuevo universo, en el que repiten varias veces eso de “así es como la cagamos desde el comienzo”; y se cierra con “Slurpy Slurpy Sleep Sleep”, seis minutos con un final de infarto cuya traslación al directo se me antoja humanamente imposible. El mensaje en su despedida no puede ser más hippy, y oportuno: “Antes de que el ritmo pare, antes de que acabe, por favor, reparte amor a todo el mundo”. Entre uno y otro fluyen otros nueve temas, algunos tan inspirados como “A Hunger In Your Haunt”, con un riff omnipresente, técnicamente compleja y deliberadamente accesible, de esas que no te puedes quitar de la cabeza desde la primera escucha; las enérgicas “Denier” y “Unknown Male 01”; la existencialista “Error In The History Of God”, con una dinámica más tranquila; y sobre todo “Haru Urara”, un medio tiempo precioso que va de menos a más y explota con una parte coreable, lo más parecido a su archiconocido “Many Of Horror”. —LUIS BENAVIDES
noviembre 2021 #27
ESPECIAL
“El rock and roll es mejor cuando parece que va a descarrilar”
#28 noviembre 2021
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EL FUTUR BRILLA
L PRIMER ENCUENTRO en persona con un artista internacional en veinte meses tiene lugar en la terraza de un elegante hotel madrileño junto a la bulliciosa Gran Vía. Entre las burbujas de un agua con gas, un afable Nathaniel recién llegado de la radio nos habla de su nuevo disco y también de una carrera que no ha sido un camino de rosas. Aventajado discípulo del gigante de Belfast Van Morrison, del espíritu Motown y de clásicos como Leonard Cohen (que tituló igual su disco de 1992), Rateliff bebe de fuentes clásicas para mostrar su optimismo ante lo que viene a través de composiciones atemporales. —Lo primero que te tengo que preguntar es sobre el título. Entiendo que el disco está hecho durante la pandemia. ¿Es una especie de declaración? Compuse las canciones durante la pandemia, con la excepción de un par de ellas. Empecé hacia junio y julio de 2020, y la primera sesión de grabación fue en octubre del mismo año. El título es más una pregunta que una declaración. Al principio no tenía claro si la canción “The Future” debía estar dentro, pero cuando Bradley Cook se involucró, él sostenía que tenía que estar sí o sí, y que debía ser el primer tema. Así que empecé a pensar que esa canción iba a ser como el umbral desde el que se empezaran a lanzar todas esas preguntas. Y a darme cuenta de que esa colección de canciones hablaba de dónde estoy yo, dónde estamos y a dónde vamos. —El álbum suena muy natural. Cuando te metes a grabar una canción, ¿la interpretación es lo más importante? Creo que capturar una interpretación buena es muy importante como punto de partida. Y luego, todo lo que hay alrededor es más como una progresión desde la grabación previa que hayamos hecho; sonoramente e incluso en cuanto a la estructura. Yo quiero seguir creciendo, y respecto a la banda, quiero que sigamos experimentando y probando cosas nuevas. No se trata tanto de sacar un sonido determinado o sonar clásicos, sino de tratar de hacer canciones que nos gusten. —¿Tendéis a grabar las canciones todos juntos en vivo? Algunas de ellas sí, y otras no necesariamente. Canciones como “Face Down In The Moment” se hicieron del tirón, pero otras como “Oh, I” “Love Me Till I’m Gone” o “So Put It Out” las hicimos tocando todos juntos, pero añadiendo cosas adicionales encima. —¿Y cuándo sabes que una toma de voz es buena? Con la voz trato de hacer una o dos tomas. Cuando empezamos a tocar “The Future” con Patrick (Meese) a la batería y yo con la guitarra y cantando, todos juntos en la sala, una vez tuvimos buen sonido, creo que la hicimos una vez, aunque luego le añadimos capas. Estaba calentando y no quería gritar demasiado. La tocamos una o dos veces y es la que está. En el disco hay un montón de batería que se cuela en el micro de la voz y de mi guitarra, pero miles de discos que me encantan se han hecho así. Cuando empiezas a aislar cosas en la misma sala, empiezas a oír otros instrumentos que se cuelan. —Es un álbum muy animado, lo cual puede sorprender dadas las circunstancias que hemos vivido. Sin embargo, que se haga arte luminoso o positivo en los momentos más oscuros es una constante casi histórica. Creo que es importante tener esperanza incluso en tiempos oscuros. Mi disco anterior era enteramente sobre eso: cómo experimentamos la alegría y la esperanza en tiempos conflictivos. Es importante, porque sería fácil sacar un disco oscuro y desolado, teniendo en cuenta cómo fue 2020. —Yendo a canciones concretas: “Love Me Till I’m Gone” tiene un aire muy Van Morrison. ¿Qué significa para ti? Me encanta Van Morrison. “Astral Weeks” es uno de mis discos favoritos. Y también me gusta mucho el material de las “Bang Sessions” o las “TV Sheets”, todo lo que salió de esas grabaciones. A mis padres le gustaba mucho Van Morrison. Mi madre y yo solíamos oír “Moondance” sin parar cuando estábamos juntos. Y pasábamos mucho tiempo juntos. —O sea, que lo has mamado, prácticamente. Sí, siempre me ha gustado la voz de Van y su capacidad para que sientas que canta con un motivo. Siempre he tratado de hacer lo mismo en cuanto a la interpretación vocal. Cuando grabas una canción lo que quieres es que la gente sienta que está ahí mismo contigo. —Aparte de Van Morrison, ¿quiénes son tus héroes? Me encantan Otis Redding y James Brown. Nina Simone es fantástica. Pero si hablamos de cantantes y compositores, está
Nathaniel Rateliff & The Night Sweats
“The Future” (Stax/Music As Usual, 21) es el tercer álbum del norteamericano Nathaniel Rateliff con su banda The Night Sweats, nuevo capítulo en un camino ascendente hacia la esencia del soul y la americana. Y una dosis de energía para quienes le seguimos —TEXTO JC Peña
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RO A
Leonard Cohen. Aunque no tuviera una gran voz, tuvo muchísima intención en todo lo que hizo, su expresión era perfecta. También he sido muy fan de Sam Cooke. —O sea, de los grandes. Sí, es un poco la lista de los grandes [risas]. He encontrado mi voz escuchándoles a todos y también, a veces, imitándolos. Eso me ha permitido encontrar mi propia forma de cantar y controlar la voz. —¿Qué importancia tiene, entonces, tu banda en este momento? Mucha. No creo que fuéramos un grupo sin ellos. Incluso muchas cosas de mi proyecto en solitario las grabo con Patrick y James [Barone]. Pero cuando vamos a tocar las canciones en directo, están todos los Night Sweats, con excepción de los metales y las cuerdas. Llegamos a ser diez sobre el escenario. Nuestra forma de tocar juntos es como una relación que va creciendo y cambiando. Me da la impresión de que si empezara con otra banda el enfoque sería completamente diferente. —¿Es cierto que empezaste en la música tocando la batería? La batería fue mi primer instrumento, sí. Antes incluso de tocar en grupos. Me ponía los cascos con música y tocaba. He tocado en muchos de los discos. De hecho, en este toqué la batería y la percusión de “Babe I Got Your Number”. No sólo me encanta el aspecto del ritmo, sino pensar en la batería como si fuera otro insmondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
trumento melódico más. —¿Y recuerdas el momento en que decidiste ponerte a cantar y componer tus propias canciones? Sí, empecé a tocar la guitarra y durante mucho tiempo pensé que iba a ser guitarrista. Además de la batería, tocaba la guitarra y escuchaba a los grandes guitarristas de rock para ser como ellos. Pero también empecé a componer y encontré mi propia voz. Cuando era más joven, lo de cantar me daba vergüenza, pero luego me empecé a sentirme más cómodo. Así que empecé a tirar más hacia la composición, y menos a perfeccionar mis habilidades como guitarrista. —El camino hasta llegar a este disco no ha sido fácil para ti. ¿Cuál fue el punto de inflexión? Sacar el primer disco de The Night Sweats y tocar en el show de Jimmy Fallon por primera vez. A partir de entonces, todo explotó en cierta manera. —De hecho, antes de eso pensaste en tirar la toalla, ¿no? No sé si iba a dejar de tocar música para mí mismo, pero llegué a pensar que estaba preparado para dejar de intentar que fuera una carrera profesional. —¿Estabas decepcionado con la industria o todo lo que rodea a la música? Sí, por aquella época había hecho mucho material como cantautor, y esa industria cambió mucho. Ese mundo giró hacia una sensibilidad pop. No era lo
que yo quería hacer, no quería sonar así. Durante un tiempo me sentía como cansado de tocar la guitarra acústica. Quería tocar la eléctrica, y en lugar de ser introspectivo, hacer ruido y canciones que me parecieran divertidas, que pudieran entretener. —Entonces, ¿de qué estás más orgulloso cuando miras atrás? Sobre todo de haber seguido con todo lo que estaba haciendo; de haber seguido pegado a mi intuición y mis sentimientos sobre lo que estaba creando. Creo que ahora que soy un poco más viejo, mi percepción sobre mi carrera ha cambiado un poco. Pero incluso a día de hoy no me da la impresión de tener el cuerpo de una estrella del rock: siempre he sido un poco crítico conmigo mismo. Pero me enorgullece haber seguido con ello a pesar de mis inseguridades. —¿Cómo te sientes estando en un sello como Stax? Me sorprendió muchísimo que empezáramos a trabajar con ellos. Cuando supe que Concord iba a trabajar con Stax en el primer disco de The Night Sweats, pensé que molaría mucho si saliera. Cuando empecé con esto pensaba que lo que estaba tratando de hacer era una especie de homenaje a Sam And Dave, Otis Redding... Era el sonido que quería, así que… —J.C.P.
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“Me encantaría estar en el estudio con Lorde, Taylor y Jack Antonoff”
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WANNA BE YOUR GIRLFRIEND” fue un éxito, sí, pero “we fell in love in october” resultó serlo todavía más. Durante 2018 y 2019 publicó dos EP’s (“Chapter 1” y este mismo año ha publicado su debut largo, “if i could make it go quiet”, con el que ha conquistado a la mismísima Taylor Swift, y en el que vemos una expansión en sonido, yendo mucho más allá del bedroom pop de sus inicios. Hablamos con ella sobre todo esto y sobre el interesante discurso sobre salud mental tan presente en sus canciones. —¿Cómo te sientes ante la recepción tan buena que está teniendo el álbum? Es una locura, están pasando tantísimas cosas... La verdad es que de momento no puedo decir otra cosa que no sea hablar de lo contenta que estoy. Está yendo todo fenomenal. —El disco está producido entre tú y Matías Tellez. ¿Por qué le elegiste a él? Pues prácticamente fue hacer con él “midnight love” el año pasado y que empezase a funcionar. Yo tenía claro que no quería hacerlo sola, que quería hacer el disco con alguien más, no estar yo sola todo un año, y con él tuve muy buena química. Es un tipo estupendo, la verdad. —“if i could make it go quiet” da un salto desde el bedroom pop de tus inicios a un rango muy diverso de sonidos: rock, electro-pop, punk, dream pop, incluso una instrumental de piano... Sí, es muy distinto a lo que hacía en los EP’s, quería como expandirme, ¿sabes? Expandir mis instrumentos, grabar guitarras tan distorsionadas que ya no sonasen ni a guitarras, hacer lo mismo con el piano, etcétera. Sí, es como que he estado evolucionando con instrumentos que me mantuviesen emocionada e intrigada, que me mantuviesen con ganas de seguir haciendo música. —Cuando tienes que tocar ahora canciones como “we fell in love in october” o “i wanna be your girlfriend”, ¿cómo te sientes? A mí me encantan, pero no sé si para ti es raro, como que ya no te representan, o no estás en ese lugar... ¡No, qué va, me encantan! Tengo mucho amor por esas canciones, de verdad. Siento que son exactamente como tendría que ser, no cambiaría nada de ellas, porque son como una cápsula del tiempo, ¿sabes? Suenan a lo que yo era capaz de crear cuando las escribí, incluso entonces yo me empujaba a hacerlas como más interesantes y tal. No creo que vaya a tener como una relación rara con ellas o algo así. Nunca. Significan demasiado para mí. —Me gusta mucho la honestidad en tus letras, me recuerda en cierto modo a la forma de escribirlas de Tove Lo. Veo como que no estás preocupada de ser una figura perfecta, un modelo a seguir, etcétera, sino que hablas de experiencias donde a veces haces lo correcto, y otras veces no. Sí, es que mira, a mí no me interesa mucho escribir de una forma que no sea ésta... No me interesa ese rollo de la vida perfecta, ¡porque es que eso no existe! Y lo hemos escuchado mucho, y ese glamour en el pop, o que todas las canciones vayan sobre fiestas, etcétera, es que no me interesa. Siempre me ha interesado más lo que se contaba en la escena indie que en el pop, aunque obviamente hay artistas que no hacían así las cosas, pero sí era la norma general. No sé, me interesa mucho más ser real y contar las cosas como son. —En ese sentido, “hornylovesickness” y “midnight love” hacen una buena pareja presentando puntos de vista distintos de una misma historia... ¡Me encanta que digas eso! Es justo lo que pretendía, explorar ambos lados: “hornlovesickness” es el mío y “midnight love” muestra cómo la otra persona se sentía con la forma en que yo me estaba comportando. Y me gusta cómo ha acabado quedando ese juego entre ambas canciones... [ndr: paramos por el ruido de unas obras donde vive Marie]. —Cantas sobre esa persona especial a la que dejaste es-
FOTO: ARCHIVO
ENTREVISTA
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Girl In Red es el nombre artístico de Marie Ulven, noruega de veintidós años que, con solo diecisiete, vio cómo se viralizaba un tema que había publicado en Soundcloud, “I wanna be your girlfriend”... y cuya fama no dejó de crecer desde entonces. Su debut en largo “if i could make it go quiet” (AWAL/Popstock!, 21) la ha convertido en uno de los nombres del momento. Y la frase “Escuchas a Girl In Red se ha convertido en algo habitual entre chicas lesbianas. —TEXTO Pablo Tocino
Salud mental Girl In Red
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ENTREVISTA
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“No me interesa ese rollo de la vida perfecta, ¡porque es que eso no existe!”
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capar. Hablas de errores que cometiste en esa relación, muchos de ellos derivados de la falta de comunicación: “it’s not like me / to just say what I feel / though I feel it, it’s real”, por ejemplo. ¿Crees que esa falta de comunicación puede estar relacionada con el miedo y con sentirse vulnerable? Totalmente. La comunicación es esencial en cualquier relación, ya sea con amigos, con tus padres o con tu pareja. Y en este caso, se trata de alguien de quien yo estaba muy enamorada, pero no era capaz de comunicarle mis sentimientos y mis necesidades. Y la otra persona tampoco, realmente. Entonces creo que las dos dejamos escapar una oportunidad que estaba enfrente de nuestras narices. Y es muy triste. ¿Sabes qué pasa? Que la comunicación es esencial, sí, pero también es tan difícil... Muchas veces creo que, como mi forma de escribir es tan honesta, la gente asume que yo en mi vida personal soy así, ¿no?, que siempre voy a decir lo que pienso y tal. Pero cuando sientes algo que es muy real, que es muy fuerte, hacia otra persona... es complicado ser completamente vulnerable y completamente abierta y honesta. Aunque sería lo suyo, desde luego. —Creo que te gusta Lorde, pero no sé si eres también fan de ella, y si has escuchado “Solar Power”. Sí, sí, soy súper fan de ella, me parece increíble. ¡“Melodrama” es el puto álbum de la década para mí! —No sé si os conocéis personalmente, pero estaría muy bien una colaboración vuestra, ¿no? Qué va, no nos conocemos, pero yo también pienso que estaría muy bien [ríe]. Es una puta genia, la verdad. —Desde aquí lanzamos la propuesta. ¿Y hay algún artista en particular con quien te gustaría colaborar? Uhm, pues... Es como que quiero quedar con mucha gente muy distinta, y luego ya ver qué sale de ahí. Es decir, me encantaría estar en el estudio con Jack Antonoff, Taylor Swift, Lorde, que
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además sé que han trabajado juntos ya. Son todos increíblemente talentosos, ponen la música como la prioridad... —Como español tengo que preguntarte por una colaboración con Rosalía. ¿Te gusta su trabajo? ¿Que si me gusta? Ay, Dios... Es maravillosa. Su voz es super sensual, es increíble. Ella me parece muy muy guay, aunque me encantaría saber qué es lo que está diciendo [ríe]. Pero a veces es como que ni lo necesito, ¿sabes? Es tan catchy todo... Además hizo una colaboración con Billie Eilish y me encantó esa canción, así que quién sabe. Ojalá, algún día [ríe]. —En tus canciones, por ejemplo en “Serotonin”, hablas del TOC y de los pensamientos invasivos que sufres, todo de forma muy natural. No sé si esa naturalidad está ahí siempre, o si te cuesta escribir sobre ello. Creo que para mí viene de una manera muy natural, porque siempre he estado en contacto con todo lo relacionado con mi salud mental, aunque haya que recorrer un camino para llegar ahí, claro. No sé, al menos ahora, a mis veintidós años. Ahora no es difícil para mí hablar de todo esto, soy muy abierta con eso y, de hecho, me encanta hablar de salud mental. De la mía y de la de mis amigos, hablar con ellos de su salud mental, no sé, es que creo que es bueno tener conversaciones al respecto. —Me gusta mucho algo que dijiste en una entrevista: “Para mí es absurdo que hablar de salud mental sea un tabú, si todo el mundo tiene salud mental de hecho”. Sí, es como que la gente piensa que no tienes “salud mental” como concepto, si no tienes una mala salud mental, ¿no? Si no tienes ninguna enfermedad mental, si no eres inestable, etcétera. Claro que tienes salud mental aunque sea una buena salud mental, es que ése es el sentido, ¿no? Y podemos hablar de nuestra salud mental sea buena o sea mala, si es buena y quieres alegrarte de eso, puedes hacerlo también. De hecho es hasta positivo y puede mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
ayudar el pensar qué haces tú que te lleve a tener esa salud mental tan buena. —Me parece importante también cómo naturalizas el estar mal, la inestabilidad y las enfermedades mentales sin caer en la romantización. Incluso en la canción más oscura del disco, “Apartment 402”, consigues que haya un lugar para la esperanza y para la posibilidad de ponerse mejor. En el disco soy muy honesta sobre cosas bastante oscuras que tengo en la cabeza, pero intento no darle una pátina de glamour ni nada de eso. Pienso como tú respecto a “Apartment 402”. Todas las canciones del disco tienen un espacio para algo positivo, por ejemplo en “Body And Mind” hablo de cómo no he estado bien, no me he estado cuidando, y cómo no puedo seguir viviendo así, y en “Apartment 402”, que como dices puede ser la canción más desesperanzadora, quiero que haya eso. Sí, hablo de todo lo horrible que tengo en la cabeza, de todo lo malo que puede estar pasando, pero también de que hay una luz al final del túnel, de que quizás pueda estar bien, quizás no vaya a estar mal siempre. —También “Rue” trata de la salud mental, tomando además su nombre de la protagonista de “Euphoria”. Sé que eres fan de la serie, ¿has visto los episodios especiales de Navidad? Quería preguntarte algo al respecto relacionado con la canción, pero tampoco quiero espoilearte... ¡No, por favor, no me hagas spoiler! [ríe] No los he visto, es que les cogía prestado el HBO a mis amigos para ver “Euphoria” en 2019, y ahora ya no tengo acceso... Voy a ponerme de rodillas y rezar para tener acceso a HBO otra vez. —Bueno, tenemos que hablar de cierta pregunta llamada “do you listen to girl in red?”. Imagino que a estas alturas ya estás enterada de esto... Bastante enterada [ríe]. —¿Desde cuándo lo sabes y cómo te sientes al respecto? mondosonoro.com — @mondo_sonoro — facebook/mondosonoro
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“En el disco soy muy honesta sobre cosas bastante oscuras que tengo en la cabeza”
Pues creo que en algún momento del año pasado.... La gente no paraba de enviarme mensajes con “¿Escuchas a girl in red?”. Y yo como “¡¿Qué coño?! ¿Por qué no paran de preguntarme si me escucho a mí misma? No entiendo nada”. Hasta que ya me lo explicaron. Y bueno, me parece muy guay, la verdad. Y muy surrealista [ríe]. No, pero me parece muy bien que usen esa pregunta para averiguar ciertas cositas. —Tengo que decirte que también hay una versión en español, a más de una amiga se lo he escuchado... Lo sé, lo sé, lo han traducido en un montón de idiomas, flipo bastante [ríe]. —Coñas aparte, es muy bonito que gente LGBT tan joven tenga esta visibilidad y estos referentes, tanto las chicas contigo como los chicos con Troye Sivan, por decir algunos ejemplos. Totalmente, me parece precioso que cada vez haya más. ¡Pero necesitamos más! En serio, necesitamos más voces LGBT, y necesitamos apoyarlas más cuando van apareciendo. —Sé que el disco no salió hace tanto, pero, ¿tienes ideas sobre tus próximos pasos que nos puedas contar? Todo es un secreto que voy a mantener en mi pecho y del que no voy a decir nada a nadie, pero sí te puedo decir que lo próximo que voy a hacer es divertirme mucho. [...] Me lo estoy pasando en grande emborrachándome de nuevo con mis amigos, así que espero que tú también puedas hacerlo pronto. Tenemos que hacer los nuevos “locos años veinte”, y que en unos años nadie recuerde estos años porque estábamos tan ciegos que no nos acordamos de nada [ríe].—P.T.
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noviembre 2021 #33
MONDO FREAKO
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ON SU ANTERIOR TRABAJO se quedaban a dos pasos de una rutina letal. Un peligro que sortean brillantemente con un séptimo álbum marcado por la fértil cultura disco underground de su ciudad, el kraut y la electrónica orgánica. ¿Su “Screamadelica” particular? Conectamos con un afable Austin Brown (voz, teclados, guitarra) para conocer detalles. La banda está promocionando su nuevo disco con eventos sorpresa globales conectados con las canciones. Están confirmados para el próximo inabarcable y esperado Primavera Sound de 2022. —Te quería empezar preguntando si la idea era tener un sonido más electrónico o una especie de híbrido entre electrónica y pop. ¿Qué buscabais? Sí, creo que cuando te pones a hacer un disco nuevo, es importante evolucionar. Hacer algo que sea distinto pero que al mismo tiempo venga de un lugar auténtico. Lo que queríamos hacer esta vez era cambiar nuestro proceso de componer y grabar. Una parte de eso entrañaba trabajar con varios productores, en lugar de uno solo, para que el grupo estuviera en el centro, en vez de tener a un productor en el vértice de la pirámide guiándonos. Creo que la idea salió muy bien, fortaleció nuestro proceso creativo en las negociaciones que obligatoriamente mantienes. —Me ha llamado mucho la atención el modo en que habéis hecho este disco a partir de improvisaciones editadas. El mayor cambio de todo ha estado en centrarnos mucho en ellas: componer mediante la improvisación, cogiendo influencias de grupos como Can o incluso, no sé, Miles Davis. Hemos compuesto y gra-
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bado de forma parecida. Especialmente en las primeras dos semanas de las sesiones, pillábamos cualquier instrumento y nos poníamos a tocar. Llevamos diez años juntos, a estas alturas musicalmente nos entendemos a la perfección. Grabábamos treinta o cuarenta minutos de música en cinta, lo oíamos después, y a partir de ahí sacábamos las partes que podrían acabar siendo una canción. Las ensamblábamos, las oíamos otra vez y escribíamos letras que fueran bien con el rollo. En esas situaciones, los momentos más creativos tienden a ganar. Este método nos ha permitido meternos en territorios muy interesantes. De otra manera, sacas unos acordes sin letra, el ritmo, y acabas pensando cómo hacer de eso algo intersante. Lo hemos hecho al revés: empezamos con el sonido en bruto como candidato para una canción. A veces es malísimo, otras te lleva mucho trabajo. Muchas canciones se han hecho así: “Black Widow Spider”, “Plant Life”, “Application Apparatus”… La mayor parte del disco, realmente. —¿Y eso qué retos plantea? La mayor dificultad fue que teníamos piezas de música largas, improvisaciones de treinta minutos que teníamos que convertir en canciones. Fue difícil oírlas y ver cómo hacerlo. Estuvimos editando un montón. Al final nos hacíamos con trozos de tres minutos en los que podías oír una canción. A partir de ahí el proceso se hizo muy emocionante. —La otra vez que hablé contigo en Madrid me dijiste que, para vosotros, es crucial no hacer el mismo disco una y otra vez. Supongo
“La música disco es más subversiva que el punk”
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Los neoyorquinos recuperan el vigor con “Sympathy For Life” (Rough Trade/Popstock!, 21), un álbum tan ambicioso como lleno de energía vital contagiosa, influencia directa de la música de baile. —TEXTO JC Peña
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que todo esto que me cuentas tiene que ver con esto: cuando llevas en un grupo una década o más, ¿es peligroso llegar a aburrirte? Después de hacer “Wide Awake” sinceramente no me apetecía volver a hacer otro disco. No sabía exactamente qué teníamos para ofrecer en ese momento. No veía… para mí, es muy importante que no te aburras y no hacer un disco porque se supone que lo tienes que hacer. En ese momento no me sentía inspirado, y encontrar esa cosa que dispara tu inspiración para hacer un disco iba a ser interesante para la evolución. Me ha inspirado mucho salir a fiestas de música dance, ir a clubes y oír allí canciones. Por ejemplo, Danny Krivit hizo una remezcla de “Wide Awake”, la canción. Fue a verle pinchar a un club y pinchaba con un DJ que se llama Sting International. Es dueño del equipo de sonido del Roseland Ballroom, y se lo llevó allí al club. Era una pila de altavoces gigante, con muchísimos graves y todo eso. —Ya… La cosa es que pincharon “Sex Machine” de James Brown y en ese contexto, en esa sala, con las bolas de espejos y un público que era mayoritariamente negro y gay, era como si la estuviera oyendo por primera vez. Aquella línea de bajo… Sonaba como drum’n’bass, de la hostia. Podía oír el ritmo de un modo nuevo. Me voló la cabeza. Pensé que era el tipo de energía que quería capturar: esto me inspira, es nuevo para mí. Se lleva haciendo años en Nueva York, pero para alguien que siempre ha estado en el mundo del rock, es nuevo. En el rock toda la energía viene del escenario al público, y el público se pierde en ella, porque así es como todo el mundo lo entiende. En cambio, en aquella fiesta, todo el mundo está junto, es una experiencia comunal. Fue una experiencia que me cambió la vida. El mundo del rock se ha estancado. Estas fiestas underground tienen una energía subversiva. Para alguien a quien le inspiró el punk y el rock en Nueva York, era algo nuevo. Es una cultura que tiene toda una historia en la ciudad, y me parece que es más subversiva y poderosa políticamente que el punk. El punk al final se hizo mainstream. La música de baile y la cultura disco vienen de la gente gay y negra, gente que buscaba tener su propia cultura, con sus fiestas y su música. Sólo por existir es algo políticamente subversivo. Fue un movimiento excluido de la cultura popular, en plan “la música disco es una mierda”. Yo mismo de crío asimilaba esto: el rock mola y el disco no, sin darme cuenta de que había un trasfondo homófobo, y que me había dejado adoctrinar con esta idea. El disco es la música psicodélica más americana que tenemos, lo que pasa es que no se ha llegado a apreciar en nuestro país como debería; mientras que cuando se exportó a Reino Unido, se hizo muy popular. Aquí nunca se ha apreciado. —Con este álbum tengo la sensación de no saber qué va a pasar en la próxima canción, lo cual es bastante divertido cuando funciona. Desde luego, hay momentos disco, pero también canciones muy pop y cosas experimentales. ¿Dirías que es vuestro disco más rico en cuanto a sonidos y géneros que ponéis de acuerdo? Posiblemente. Yo tengo problemas a la hora de juzgar mi música, eso lo debe hacer el oyente. Pero es posible. Creo que muchos de nuestros álbumes tienden a ser diversos, pero pocas canciones suenan similares. Siempre hemos hecho canciones que no parecen venir del mismo lugar, que quizá podrían formar parte de otro disco o algo así. Pero desde un punto de vista sonoro, sin duda es el más rico que nunca hemos hecho. Mediante el trabajo con los productores hemos sido capaces de conseguir lo que queríamos, mucho más que con “Wide Awake” y otros. —Hablando de los productores, me ha sorprendido la presencia de John Parish. No le relacionaba con vuestra música, en principio, no sé por qué. ¿Cómo es que acabasteis trabajando con él? La idea era trabajar con alguien con el que no hubiéramos trabajado aún, pasó lo mismo con Rodaidh (McDonald). En este caso, su background era más de pop, o de pop electrónico. Se le conoce sobre todo por su trabajo con The XX, que son un grupo muy diferente al nuestro, pero la idea me parecía muy interesante porque queríamos por encima de todo tener un disco que sonara distinto, y creo que lo conseguimos. Queríamos meternos en territorios diferentes a los que no sabíamos exactamente cómo llegar: necesitábamos a alguien que nos animara a meternos en ellos e ir más lejos. Creo que lo hicieron, y como su background es tan diferente al de un productor pop al uso como Danger Mouse, con el que hicimos el disco anterior, la experimentación era más emocionante para ellos. Así es como me gusta trabajar: tuvimos esa confianza de los productores desde las improvisaciones de cuarenta minutos. Ellos confiaron en el proceso desde el momento en que estaban ahí, en lugar de decirte: “No, eso no va a funcionar, vamos a pasar a otra cosa”. John Parish tiene mucha experiencia en la experimentación y Rodaidh es muy bueno oyendo estos sonidos electrónicos para involucrarse en ellos. Hicieron un equipo estupendo. —J.C.P.
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CINE Y SERIES El último duelo
Doctor Portuondo
Ridley Scott
Carlo Padial
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LO ROMPEDOR en “Doctor Portuondo”, la primera serie original de Filmin, no es que Carlo Padial decida poner el foco sobre la paranoia psicoanalítica, al fin y al cabo no ha habido fotograma en la historia del cine que no se haya impregnado de ella. Tampoco lo es que, siendo consciente de todo esto, plantee como sinónimos al cinéfilo y al neurótico, al artista y al esquizofrénico. La esencia de lo último de Padial es cómo lo freudiano sublema a lo narrativo, cómo la serie articula una historia sin trama temática, pero desbordante de trama dramática (un agua que se derrama sobre ningún recipiente). Lo fascinante es cómo el cineasta se desprende de la vertiente metalingüística que ha definido su trayectoria, señalando ahora a la vida misma como esa autoficción (“tengo un problema con la fantasía”) que cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de ir construir. Nuestro protagonista, un magistral Nacho Sánchez que consigue captar a la perfección hasta la mímica de Padial, se
induce a sí mismo en una odisea injustificada, sin inicio ni final. ¿Qué hay de verdad y de mentira en “Doctor Portuondo”? Dudo que este sea el juego que nos propone. Los mejores instantes del conjunto son, de hecho, esos instantes donde el ego se desactiva, se obedece a ese “¡no intelectualices!” que tanto repite Portuondo, y se reivindica el lado humanista del conflicto (por eso me parece tan emotivo y preciso el episodio cinco, para mí el mejor de la serie). Creo que Padial entiende la comedia en “Doctor Portuondo” de la misma forma en la que lo hacía Cassavetes cuando describía su “Husbands” como “una comedia sobre la vida, la muerte y la libertad”. El gag está al servicio del existencialismo contemporáneo, y no al revés. Porque es difícil reír cuando te toca mirarte al espejo, pero no imposible. Porque si algo consigue “Doctor Portuondo” es materializar el miedo a nuestro ahora gritando tenue pero sinceramente que la vida es aquello que pasa mientras estás en terapia. —DANIEL GRANDES
DESDE QUE AKIRA KUROSAWA realizara “Rashomon” en 1950 son varios los directores que han copiado/imitado/matizado la estructura que implantó el cineasta basándose en un cuento de Ryusuke Akugatawa. El todoterreno británico Ridley Scott es el último de ellos y el que más ha experimentado con la naturaleza de esta estructura en aras de las intenciones profundas de su film, más allá del atractivo que tiene de por sí ese esquema narrativo: la misma historia contada en diversas versiones según puntos de vista diferentes. Uno de los equívocos habituales es referirse a la estructura “Rashomon” como si su mecanismo consistiera en contar la misma historia, la misma realidad, desde puntos de vista distintos, a partir de lo que conoce cada uno de ellos. Vaya, que lo que hace Tarantino en la parte final de “Jackie Brown” no es propiamente la estructura “Rashomon”. En “El último duelo” Ridley Scott realiza un interesante híbrido. Dividida en tres partes, la cinta narra la historia de una violación en la Francia medieval desde
La crónica francesa
Josefina
Wes Anderson
Javier Marco
7
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ROBERTO ÁLAMO es uno de los actores más sólidos del gremio, brillante en papeles más complicados como el que hace en “La Gran Familia Española” pero, sin duda, grandioso cuando tiene que representar al ciudadano español medio. Hay en su mirar esa dosis de verdad y sencillez que rezuma en tantos hombres de mediana edad, trabajadores abnegados, vidas en la neblina del presente sin futuro. Esa verdad se traslada también a su papel como Juan en “Josefina”, el largo debut de Javier Marco y Belén Sánchez-Arévalo, a pesar de que la semilla de la duda sobre su sinceridad se siembra en los primeros compases de la película. “Josefina” es un debut notable, ha participado en festivales como el de San Sebastián o la Seminci, y hay algo ahí de las películas que abundan en los festivales y que tan poco le gustan a Carlos Boyero. Esa mezcla entre la ausencia de mecanismos narrativos y la estilización de los mismos es reconocible para el habitual de este tipo de cine. En el caso de “Josefina” uno pasa el primer tercio po-
niéndose en situación y en el segundo acto empieza a dar vueltas en el asiento, inquieto: “Aquí hay algo que no me están contando”. La tensión se deja ver y baila delante de nuestros ojos implícita hasta que termina la película. Nos levantamos del asiento y la historia sigue, ya imposible de conocer, haciendo que vuele la imaginación. Se nota que la dupla que forman Javier Marco y Belén Sánchez Arévalo viene de otro universo narrativo. Su buen hacer en “A la cara” les valió el Goya de 2021 al mejor cortometraje. El corto, como hermano del relato literario, se mueve en otros estándares, tiene otros ritmos y otros mecanismos. Son esos mecanismos los que con acierto final se trasladan a un metraje más de largo en “Josefina”, algo no siempre fácil de hacer. Pero la historia “Josefina” se configura con la honestidad que no se cuenta y que se vive. La película termina y nos deja con una duda preciosa. A cambio nos regala la certeza del presente sin futuro. El tiempo del cuento, del corto, y del amor.
—LUIS M. MAÍNEZ
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el punto de vista de tres personajes: el marido de la víctima, el acusado y la víctima. Los tres capítulos se presentan con la misma fórmula, “La verdad de...”, pero en el último, “La verdad de Marguerite”, se acaba desvaneciendo el nombre femenino para dejar “La verdad” a secas. Toda una declaración de intenciones en la era del #MeToo. Lo más estimulante de la operación es que, si bien las tres versiones cuentan lo mismo, lo que las hace diferentes, sobre todo la segunda y la tercera, que muestran la escena del delito, es la percepción subjetiva, los detalles en los que se fija, la interpretación que hace de lo sucedido, más en un marco histórico nada favorable a la víctima por su condición de mujer. Así, esta variación insólita de la estructura “Rashomon” –la diferencia no está en los hechos, sino en cómo se perciben– discute la noción de realidad, la concepción medieval, y por extensión, la escritura machista de la Historia: contar todas las versiones no es un recurso narrativo resultón, sino una necesidad imperiosa. —J. PICATOSTE VERDEJO
WES ANDERSON ha ido filtrando progresivamente en sus producciones su fascinación por la cultura europea: . Jacques-Yves Cousteau en “La vida acuática”; Stefan Zweig en “El gran hotel Budapest”. Por otra parte, antes de “La crónica francesa”, film ingeniosamente estructurado en episodios, apareció la noticia del interés de Anderson por el clásico italiano de sketches “El oro de Nápoles”, de Vittorio De Sica, como base de una futura película de estructura episódica (¿tal vez sea esta?). Lo que sí podemos decir es que “La crónica francesa” es la inmersión de Wes Anderson en la cultura visual francesa del siglo XX fusionándola con la americana y sin perder un ápice de su personal impronta estética. El film se inicia con una fachada a lo Jacques Tati, en su interior las imágenes remiten a Hopper, pero los personajes, el montaje, la puesta en escena... siempre Anderson. En ese sentido, un triunfo indiscutible. La película, cuyo título hace referencia a una publicación ficticia, The French Dispatch, inspirada en el New Yorker, es
un homenaje a periodistas y humoristas gráficos de dicha revista neoyorquina, como James Thurber o S. N Behrman; a una decena de ellos está dedicada la cinta. Se estructura por secciones, desde un obituario a la gastronomía, pasando por el arte, y las portadas que aparecen dan testimonio de la antes referida asociación franco-estadounidense que la película esgrime, especialmente las diseñadas por el francés Sempé para el New Yorker. En estas páginas en movimiento nos iremos encontrando con Bill Murray, Tilda Swinton, Benicio del Toro y Timothée Chalamet, entre muchos otros, encarnando a personajes propios del universo del director. Se mantiene intacto el gusto por el humor minimalista, aunque rodeado de una ostentación andersoniana que impresiona, ora subyugando ora aturullando. Un exceso de información que el cineasta administra a machamartillo, indicio tanto de su dominio creativo como de cierta autocomplacencia que hará las delicias de sus admiradores, pero que se le atragantará a los no convencidos. —J. PICATOSTE VERDEJO noviembre 2021 #37
CÓMIC
LIBROS Edita Sister Sonic, S.L.
Infectado
David Muñoz/ Manuel Meseguer Astiberri
Maneras de vivir
Fernando Navarro Deep Waters Books
7 Uno de los cosas que mejor suelen funcionar en los cómics autobiográficos relacionados con enfermedades físicas o mentales es narrar las etapas por las que pasa el enfermo, el tratamiento y, como desenlace, la curación de quien los protagoniza. Estamos muy acostumbrados y no es que me moleste, sobre todo cuando sirven como referencia para cualquier persona que pueda ser víctima de una de ellas. Pero diría que, aunque el punto de partida de “Infectado” sea el que su guionista, David Muñoz, sufriera hepatitis C y se acabase curando, quizás eso solamente sea la columna central a partir de la que Muñoz nos habla de otras cosas. De cómo alguien al borde de la depresión acaba trasladando a sus relaciones con los demás toda la frustración que lleva dentro, envenenándolas, alejándose de aquellos a quienes quiere. —JOAN S. LUNA Paraíso Suehiro Maruo ECC
8 Suehiro Maruo es uno de esos mangakas que jamás dará su brazo a torcer. Es posible que, de vez en cuando, aparque su vis más extrema, pero al final siempre vuelve a llevarnos de la mano a ese mundo en el que el hombre es un lobo para el hombre y en el que los buenos sentimientos quedan sepultados por toneladas de inmundicia humana. En “Paraíso” –que recoge cinco historias interrelacionadas entre ellas y publicadas en Japón entre 2019 y 2020–, Maruo se acerca a su cara más terrenal, sin apenas momentos surrealistas, relatando historias protagonizadas en su mayor parte por niños durante los años posteriores a la derrota del imperio nipón en la II Guerra Mundial. El resultado es una obra que demuestra que cuando Maruo toca tierra provoca incluso más terror como cuando su mente vuela descontrolada. —JOAN S. LUNA #38 noviembre 2021
Fortunate son. Mi vida, mi música John Fogerty Neo Sounds
8 En septiembre del año pasado, Fernando Navarro comenzó a escribir una serie de artículos para El País, centrándose en el sector de la cultura y con la intención de retratar la agresiva incertidumbre dejada por una pandemia en apogeo. El madrileño focalizó puntos de interés que otrora habían ejercido como catalizadores de la vida social y cultural en su ciudad, los mismos que en ese momento apuraban historias de supervivencia ante tan apocalíptico panorama. El autor situó el foco sobre esas personas con nombre propio que, en los diferentes barrios de la capital, están detrás de bares, cines, museos, salas de conciertos, bandas, librerías, tiendas de discos o teatros. Un paseo sentido y nostálgico (también con su dosis de denuncia) por diferentes ámbitos de Madrid, así como un homenaje atemporal. —RAÚL JULIÁN La herencia
Matthew López Dos Bigotes
9 No sé si algún día tendré la oportunidad de ver “La herencia” interpretada sobre un escenario, pero tanto da, porque leerla produce ese extraño placer que sentimos cada vez que un libro que nos emociona y que nos lleva a pensar irremediablemente en quiénes somos, qué buscamos en la vida y, sobre todo, qué esperamos o le pedidos a las personas que nos rodean. La protagonizan un nutrido grupo de exclusivamente hombres gays, pero me gustaría pensar que eso no impedirá que cualquier lector o lectora se sumerja en sus páginas y pueda ver reflejados algunos de sus errores, decepciones, frustraciones, ambiciones, sueños y fantasías en las acciones de los hombres que van y vienen a lo largo de estas más de trescientas páginas. —JOAN S. LUNA
7 No crean todos aquellos que se hayan ido primero a mirar la puntuación numérica que damos a este volumen que no lo he pasado en grande leyendo las andanzas del líder de Creedence Clearwater Revival, pero lo cierto es que esperaba más y menos a la vez. Me explico. Esperaba más detalle en lo musical, que los hay, ojo, pero me hubiera gustado encontrarme con más atención a algunas canciones, a la forma de grabarlas, a la forma en la que se llegó hasta ellas. El menos es el “yo”. No será este humilde escriba quien ponga en duda los méritos de Fogerty como alma máter de la formación. Tampoco le vamos a quitar ninguna razón a la hora de considerar a sus compañeros de banda, su hermano Tom incluido, meros acompañantes carentes de talento. Pero hacerlo cada cuatro líneas puede llegar a exasperar.
—EDUARDO IZQUIERDO Cantinela.
100 canciones y 99 finales alternativos Rayden Espasa
8 ¿Hay alguna persona en el mundo a la que no le gustaría saber en qué pensaba el artista a la hora de componer una canción? Porque eso es justo lo que ha hecho David, compartir esos momentos tan íntimos con la visión del ahora, asumiendo fallos y aciertos sin tapujo alguno. Una tarea nada fácil, ya que supone hacer memoria durante veinte largos años resumidos en una centena de composiciones y seis discos. Rescatando todos esos momentos que han hecho que las canciones nazcan, rememorando fantasmas del pasado disfrazados de amores, críticas que ya no afectan, familia y amigos que siguen estando hoy en día, y una evolución personal inequívoca. Todo eso es lo que nos podemos encontrar en el nuevo libro del artista, una carta abierta hacia su mundo interior.
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