El legado de Roberto Arias, comunicador popular. La Pulseada.

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El legado de Roberto Arias, comunicador popular - 29 MAYO, 2022

A principios de los 90’ creó “FM Pocahullo, la radio comunitaria del pueblo” en San Martín de los Andes. Fue uno de los fundadores de la Red Norpatagónica de Radios Populares y luego del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO). Impulsó y acompañó la construcción de un barrio intercultural de viviendas. Una jornada de recuerdo junto a sus familiares y amigxs, a tres años de su partida

Por Mónica Cofré Desde San Martín de los Andes


Este domingo 22 de mayo, en un nuevo aniversario de la muerte de Roberto Arias, circularon para recordarlo

historias

de

lucha,

desesperación,

desesperanza, encuentros, desencuentros, amistad, solidaridad, hermandad, pasión, bronca, coraje, indignación y lucha y más lucha. Como comunicador popular con todas las letras dejó un tendal de anécdotas tanto para quienes lo admiraron como para quienes se convirtió –“con mucho orgullo” para su familia, sus amigas/os y oyentes–, en su enemigo número 1. Arias en los estudios de la FM neuquina (Foto: FARCO)

El creador de Radio Pocahullo y uno de los mentores de El Tábano digital falleció en 2019 y

dejó una huella en la ciudad turística neuquina de San Martín de los Andes. El “chancho móvil” (una carne de cerdo que se iba cocinando arriba del móvil de la radio mientras éste se trasladaba por los barrios de la ciudad y se vendían las rifas) fue una de las tantas andanzas que las/los vecinas/os del barrio intercultural que Arias promovió ejecutaron, impulsadxs y acompañadxs desde los micrófonos de “la comunitaria del pueblo”. Hace unos años, en 2016, la movida era para juntar pesos para comprar calzado adecuado para quienes estaban trabajando en la construcción del barrio. Recordar esa jornada gracias a las Zlmaciones que la registraron, nos sacó una sonrisa en un día triste. “Para quien no sabe lo que es el sacriZcio, no tener qué comer, ni un techo, esto no tiene importancia. Roberto sí lo sabía, porque lo había vivido”, dice emocionada Patricia, la compañera de vida de Roberto, ese “fuego loco” que avivó desde su trinchera: la radio, el calor necesario para que se lograra la gesta potente de construir en comunidad, una comunidad de cambio; un barrio en el que conviven familias mapuche del Lof Curruhuinca con familias pobres (que en 2004 conformaron la organización “Vecinos sin Techo”) de la turística aldea de montaña. En los videos que compartió la familia Arias se lo ve a Roberto acompañando a lxs vecinxs en las asambleas, arengando desde la radio, entrevistando a lxs vecinxs y a los representantes de las organizaciones, apoyando, guiando, marchando. Unxs cuántos de lxs allí presentes dejaron ver su emoción, se reconocieron y reconocieron también a vecinxs que lamentablemente una vez conseguido el objetivo de la casa propia, se borraron.


El barrio intercultural “Nos hace tanta falta”, se lamenta Claudelina, una aguerrida y simpática formoseña que hace muchos años llegó a la localidad y no imagina qué hubiese sido de ella, una trabajadora de casa de familia jubilada sin la posibilidad de ser parte de éste proyecto y tener hoy su casa. El barrio intercultural, ubicado a cinco kilómetros del centro de la ciudad, es un proyecto de urbanización

ambientalmente

reconocimiento

del

derecho

sostenible, ancestral

con

de

la

comunidad al territorio que respete la diversidad cultural

y

ambiental.

Busca

otra

forma

de

relacionarse entre vecinxs, construir en comunidad más allá de las viviendas, poder afrontar las diferencias y ponerlas en una balanza donde lo que más pesa es el logro colectivo del sueño en común. “La única lucha que se pierde es la que se El Barrio Intercultural, con el cerro Chapelco de fondo

abandona”, lanza Laura, otra vecina en la mesa del almuerzo compartido con el recuerdo de Roberto

vivo en cada unx de lxs vecinxs y familiares. Más tarde, reconocería que lo que admiraba de Roberto era esa capacidad para darse cuenta en qué era hábil cada persona y qué podía aportar al conjunto. Otro vecino, Diego Armando, cuenta que desde que Roberto falleció le cuesta volver a la radio por todo lo que él le enseñó, especialmente por su ser frontal y por su rebeldía apasionada que le valió atravesar por varios momentos de tensión y malos tragos, pero también le dio satisfacciones y cosechó muchxs admiradorxs. Si el método Arias era el más apropiado, nadie lo sabe. Lo cierto es que los vecinxs sintieron que su personalidad y trabajo fueron claves a la hora de poner en marcha el proyecto y resistir los embates, escollos e intentos de desmantelamiento. Imposible no emocionarse al escuchar los relatos, al ver las imágenes que registraron los momentos de la difícil y amorosa construcción colectiva. Muchas de ellas forman parte del documental “Amanecer en mi tierra” del director Ulises de la Orden. Es que Roberto no sólo abrió las puertas de la radio comunitaria para que las organizaciones sociales y lxs vecinxs hagan escuchar su voz, sino también les “abrió la cabeza” como cuenta una vecina que integra desde los inicios este proyecto que ya lleva más de 18 años: “Roberto nos empujaba a seguir”. En el medio de la sala del segundo piso del centro comunitario del barrio intercultural donde estábamxs reunidxs en un domingo que amaneció nevado y lluvioso, hay una estufa a leña desde donde salió un chispazo en medio de un breve silencio. Juan, presidente de los Vecinos sin Techo (VCT), con una presencia activa desde el comienzo del proyecto pero que estuvo en meditativo silencio durante toda la jornada, se puso de pie para agregar un leño más y avivar el fuego. Pienso en Galeano y su “mar de fueguitos”, pienso en Roberto y su “fuego loco, que llenó el aire de chispas”, siento que lxs que se acercaron, se encendieron.


“Por ahora algunxs llegamos a lograr el sueño pero faltan un montón y atrás otro montón, muchxs que ni

siquiera

tienen

un

sueño,

sólo

tienen

preocupaciones, olvido. Por ellxs tenemos que seguir, empezar a arrimar la leña para encender el fuego y trabajar por la demanda habitacional que es muchísima”, dice una vecina. Ese es el legado de Roberto Arias que no se puede apagar. Frente

al

desprestigio

en

caída

libre

de

la

credibilidad del pueblo hacia lxs comunicadorxs, Roberto Arias descansa en paz en la tierra de la El Barrio Intercultural, a 5 km del centro de la ciudad,

comunidad mapuche Cayú con la piedra de Trompul

juntó a mapuches y huincas en una misma comunidad

(que signiZca chueco o torcido en mapudungun) de testigo. Llevan su nombre la plaza del barrio

Intercultural: comunidad de cambio, la Escuela Nacional de Organización Comunitaria y de Economía Popular (ENOCEP) y un Programa de Conectividad, redes de internet comunitarias cuyo objetivo fundamental es brindar el servicio a aquellas zonas y sectores más postergados, como áreas rurales o pueblos originarios.

2 comments

Estela 30 mayo, 2022 at

Reply

Cuando uno encuentra notas así, rescatando a personas que no están en los medios nacionales y que han dejado su huella y ejemplo en algún rincón del país, como seguramente pasara en muchos otros lugares, siente que siempre hay esperanzas de construir un país mejor, que ellos aportaron o continuaran aportando desde abajo, muchas veces en silencio pero «haciendo» en forma concreta y visible algo que quedara para una mejor calidad de vida de la comunidad. Gracias por hacer conocer la historia y el legado de Roberto Arias. Excelente nota.

Mónica Ambort 30 mayo, 2022 at

Reply

Hermosa nota de Mónica Cofre. Linda gente Roberto Arias. Un gusto conocer su historia. Que su huella no se borre jamás.


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