El Ratoncito GABRIELA RODRÍGUEZ
P R O G R E S S E D I TO R I A L
El Ratoncito
P R O G R E S S. . . EDITORIAL
El Ratoncito V O L U M E N 3 - G U AT E M A L A GA B R I E L A R O D R Í G U E Z
I L U S T R A C I Ó N , E D I C I Ó N Y M A Q U E TA C I Ó N GA B R I E L A R O D R Í G U E Z
Primera edición: mayo 2022 Depósito legal: 612-18-3822 Diseño portada: Gabriela Rodríguez Maquetación: Gabriela Rodríguez Imprime: Progress
Edita: Gabriela Rodríguez Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información ni transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleadoelectrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc-, sin el permiso previo de los titulares de los derechos de propiedad intelectual.
Impreso en Guatemala
Marina estaba muyyy nerviosa. No había podido dormir en toda la noche. Se le movía un diente, y se le movía tanto, que a veces notaba cómo se balanceaba hacia delante y hacia atrás...
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Le daba miedo comer pan con chocolate, por si se caía el diente y se lo tragaba sin querer. Le daba miedo lavarse los dientes, no fuera a caerse el diente en el peor momento, justo cuando el agua se lleva todo por el desagüe.
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Y así andaba Marina, pendiente a cada instante de su diente. Sus amigas le habían hablado mucho del Ratoncito: – Es blanco y pequeño. Y hace así: ‘iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii’ - decía Paula
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– Yo le he visto y es enorme - decía Paloma -Vi su sombra en la pared cuando ya se alejaba a toda prisa. – Ooooooooooooooooh- exclamaron todas a la vez. Y Marina con todo esto, estaba cada vez más nerviosa. ¿Vería al Ratoncito?¿Sabría llegar a su casa?
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Y entonces ocurrió el mayor de los desastres: Marina estaba en el recreo con sus amigas, pensando y pensando en su diente, cuando… ¡plaff! La pelota de Carlitos se estrelló contra su boca. – Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa- lloró Marina. – ¡Marina! ¡Tu diente!- gritaron sus amigas. Marina abrió la boca y en lugar de su dientecito blanco, había un agujero bien hermoso. Y del diente, ni rastro. Así que todos se pusieron a buscar por el patio. Sus amigas, las profesoras, la cocinera. ¡Todos! Pero del diente, nada de nada.
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Marina lloraba y lloraba desconsolada. – El Ratoncito no me traerá nada… ¡¡buaaaaaaaaaaaa!! Su profesora, que era muy lista y del Ratoncito sabía, se acercó con una hoja de papel y le dijo: – No llores, anda. Toma, para que le escribas una carta al Ratoncito. – ¿Una nota?- preguntó extrañada Marina. – Claro- contestó la profesora - ¿No sabes que el Ratoncito sabe leer? Tú le dices que has perdido el diente, pero que a cambio le ofreces un poco de queso. Al Ratoncito le encanta el queso. Y Marina se puso a redactar su nota.
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La carta al Ratoncito, muy bien escrita decía así:
«Señor Ratoncito: soy Marina. Hoy Carlitos me ha lanzado una pelota a la cara y por su culpa he perdido el diente. Pero te dejo a cambio un quesito de los que más te gustan.
Esa noche, Marina se fue pronto a la cama.
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Y cuando despertó… ¡Ahí estaba su moneda! Resplandeciente. Maravillosa. ¡Había funcionado!
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Esa mañana en el cole, Marina se sintió la persona más feliz del planeta. Y ya nunca más tuvo miedo de perder un diente.
El Ratoncito GABRIELA RODRÍGUEZ
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