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LA INFLACIÓN Y EL LUJO

La inflación es el fantasma que acecha los mercados internacionales por estos días. Lo estamos viviendo en Chile, pero se trata de un fenómeno global que ha impactado incluso a los países con sus economías más estables. La Bolsa, las fluctuaciones del dólar, los resabios de la pandemia y las guerras. Factores de un circuito que pareciera afectar a todos los sectores.

¿A todos? La verdad es que no. Pasan los meses y el sector del lujo muestra su inmunidad y poder de precios en la ola inflacionista y el fenómeno no es nuevo. Ya después de la pandemia, los bienes de lujo demostraron su capacidad de recuperarse muy rápidamente. Ropa, autos, viajes, bebidas, tecnología y joyas siguen moviéndose muy bien en los mercados y podrían ser incluso una buena alternativa de inversión si se escogen adecuadamente.

De acuerdo con los especialistas, tener acceso a bienes de lujo aporta una sensación de bienestar, sobre todo tras un escenario de incertidumbre o miedo como el que venimos a tropezones tratando de dejar atrás. Es por eso que a la primera señal de apertura se reactivaron los viajes, las visitas a restaurantes y las compras, por cierto, aunque estas se mantuvieron vivas de manera online durante todo el encierro pandémico.

Quienes acceden a los bienes de lujo son, además, una clientela que siempre demanda una experiencia personalizada y un servicio excepcional. Comodidad, asistencia, servicio pre y posventa deben ser de un nivel intachable, básicamente porque la experiencia de compra es determinante para este tipo de consumidor.

Hay que pensar, además, que las marcas de lujo tienen un posicionamiento muy potente y, en ocasiones, con varias décadas (o siglos) de existencia. Se trata de una industria a la que es muy difícil ingresar, pero una vez adentro, es muy probable que el cliente siga optando por esos productos por la calidad, la exclusividad y el estatus que estos “venden” por sí mismos.

Por ejemplo: los autos. Las líneas de alta gama crecieron en un 14% en todo el mundo durante el último trimestre, y eso, a pesar de las crisis que sacuden al mundo. Una situación similar ya se vivió en la anterior de 2008, lo que permite especular que los autos de lujo son anticíclicos. Lo resumía Alain Favey, responsable de marketing de Bentley, con un argumento incontestable: “Los ricos aumentan, con lo que el mercado de lujo crece”.

Concuerda en el argumento el director de inversiones de la británica AJ Bell, Russ Mould: los altos precios del mercado del lujo atraen a una base de clientes plutocráticos, que saben que no solo están comprando artesanía, herencia y diseño de calidad, sino también algo que no todos pueden pagar. Por eso, sería normal pensar que su tendencia al alza debería seguir.

Un mercado pequeño, cerrado, signo de riqueza y posición social. ¿Será que las personas estamos llenando las carencias que nos dejó la pandemia con productos difíciles de alcanzar?

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