Carlos Velásquez Trabajo Final 15 mayo 2008
Nuclear Dependiente
Por 25 años Ascó ha disfrutado de la riqueza nuclear sin reparar en las consecuencias que la radiación puede tener en la población y el medio ambiente. Hoy, ante una reciente fuga de partículas contaminadas, este pequeño pueblo se debate entre si debe salir de su dependencia nuclear o si la debe mantener, albergando en el futuro un cementerio de residuos atómicos.
Cada 12 meses el Pueblo de Ascó se prepara para su fiesta mayor. Bailes, eventos deportivos y desfiles colman las calles y la agenda de los habitantes de este pequeño pueblo ubicado en la ribera del río Ebre. Éste extraordinario ambiente festivo es acompañado por la esplendida escenografía que éste casco urbano ofrece, en donde la arquitectura árabe y medieval se combina con la inevitable chimenea de la central nuclear.
Sin la energía atómica esta esplendida fiesta no se podría financiar, al igual que mucha de la infraestructura con la que hoy cuenta Ascó. De qué otra forma podría un pueblo, de más o menos unos 1600 habitantes, contar con un maravilloso complejo de piscinas, que en este momento está siendo
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remodelado para que en el futuro cuente con más piscinas y todo el equipo necesario para brindar servicios terapéuticos.
Sin el dinero nuclear habría sido imposible construir los impresionantes complejos polideportivo y atlético. En
los que los jóvenes asquences
practican sus disciplinas favoritas. Tampoco se podría pagar la mejor academia musical de la zona, a la que tienen que asistir habitantes de otras ciudades para completar las plazas. Y ni que decir del sistema gratuito de televisión por cable. Gracias a la riqueza atómica cada uno de los hogares de Ascó tiene la posibilidad de gozar de cientos de canales de televisión todos financiados por los impuestos de la central.
Pero no son la fiesta mayor y la infraestructura lo único que depende de la central. La llegada de la energía nuclear, al pequeño pueblo de Ascó, les dio la posibilidad a humildes campesinos de contar con ingresos estables y buenos. Sueldos que no dependen ni de las fluctuaciones del clima ni del mercado.
Actualmente la mayoría de los habitantes del pueblo trabajan para la central y los que no, son empleados del ayuntamiento, quien a su vez recibe el 70% de sus ingresos de los impuestos que le cobra al complejo atómico. Una 2
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situación envidiable si se tiene en cuenta el duro período por el que atraviesan muchos pueblos de España ante la crisis económica mundial. Algo que el jefe de prensa del ayuntamiento de Ascó, Oriol Ayumi, no duda en resaltar. “Aquí, gracias a la energía nuclear, la crisis es prácticamente inexistente”.
Con todos estos elementos a la vista, y considerando que hace 30 años los promotores nucleares predecían que Ascó moriría a menos de que aceptara la central, hoy se puede entender por qué los ciudadanos de éste pueblo están cautivados por esta clase de energía.
En el pueblo de Ascó no existe una sola plataforma ciudadana u organización que se oponga a la energía atómica. Un caso bastante atípico si se tiene en cuenta que por más de 20 años, especialmente después de los accidentes de Chernóbil (Ucrania), Three Mile Island (EEUU), Vandellos I (Catalunya), la energía nuclear ha recibido una fuerte oposición en gran parte de Europa. Hasta el mismo presidente Rodríguez Zapatero incluyó, dentro de sus promesas presidenciales, cerrar todas las centrales que cumplan el límite de años de funcionamiento y no permitir la creación de nuevas en España.
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Esto no quiere decir que los ciudadanos de Ascó estén completamente convencidos de que la energía nuclear es segura y que la radiación que emite no tiene ningún tipo de consecuencia negativa para la salud humana y el medio ambiente. Lo que ocurre es que ante el pronóstico de que sino generaban algún tipo de industria, por más peligrosa que esta fuera, el pueblo quedaría fuera del tren del progreso, muriendo como un pobre espacio agrícola. Los ciudadanos de Ascó decidieron aceptar la energía nuclear y sus consecuencias, asumiendo que los beneficios económicos, que esta generaba, pesaban más que el impacto que esta pudiera tener sobre su salud, la de los vecinos de la zona y el medioambiente.
De esta forma el pueblo de Ascó decidió cerrar los ojos, asumiendo que para llegar al desarrollo siempre hay que pagar algún precio. Confiando plenamente en la central nuclear y el ayuntamiento quienes les aseguraron que industria nuclear es una de las más seguras. Al mismo tiempo que aseguraron que la radiación que recibiría cada uno de los habitantes de esta zona iba a ser lo suficientemente baja como para no generarle ningún inconveniente.
Pero hechos recientes han llevado a que los planteamientos sobre la seguridad nuclear se pongan en duda. A la vez que manifestaron los serios 4
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problemas de comunicación que existen entre la central, el ayuntamiento, la Comisión de Seguridad Nuclear (CSN) y los habitantes de la zona.
La Fuga Cada 18 meses se cambia el combustible de la central nuclear de Ascó. Las viejas barras de uranio enriquecido deben ser transportadas a piscinas aislantes, en las que son almacenadas, siendo reemplazadas por nuevas. Durante el proceso de recarga, el reactor es cubierto por agua la cual sirve como aislante y garantiza que este proceso se pueda llevar acabo de una manera más segura. Después de esto, el agua se vacía con bombas, aunque siempre queda una pequeña cantidad en fondo, que en el caso de Ascó es retirada de forma manual, por medio de unas aspiradoras.
Este último paso, que podría parecer menos peligroso que el resto del proceso pues no implica manipular directamente las barras de uranio, en realidad es uno crítico ya que el agua que se saca del reactor es altamente radiactiva. En esa medida si una sola gota de ésta entrase en contacto con el sistema de ventilación significaría la salida de partículas radiactivas al aire, existiendo la posibilidad que se depositen en huertas, campos de cultivo o
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fuentes de agua. Para tranquilidad de la población los sistemas de ventilación cuentan con filtros que captan el 99.95% de las partículas radiactivas.
En noviembre 2007, la central de Asco I atravesaba uno de los rutinarios cambios de combustible. Todo el proceso transcurrió con normalidad. Las barras de uranio habían sido reemplazadas sin ningún problema y el agua aislante se había vaciado por las bombas. Sólo hacía falta retirar los pequeños charcos de agua radiactiva que se depositan en el fondo del reactor. Así qué mientras se llevaba a cabo este proceso una maniobra, calificada como poco ortodoxa por los dirigentes de la central, tuvo como resultado la entrada de agua contaminada en el sistema de ventilación.
Considerando que los filtros no captan el 100 por ciento de las partículas radioactivas que pasan por el sistema de ventilación, el incidente llevó a que elementos radiactivos salieran de la central nuclear.
El 4 de abril del 2008 Greenpeace reveló a la opinión pública, gracias a información suministrada por empleados de la misma central, que se habían encontrado partículas radiactivas en el exterior del reactor nuclear. Una hora después la Asociación Nuclear Ascó- Vandellos (ANAV), en cargada de administrar la central nuclear, emitió un comunicado en el que reconoció la 6
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fuga de partículas radiactivas al exterior del reactor, aunque aclaro que estas se habían quedado dentro de las limitaciones de la central. A su vez la ANAV manifestó que el número de partículas que salió era mínimo y que no representaban riesgo alguno para los ciudadanos del pueblo de Ascó.
Dos días después, ante constantes denuncias de Greenpeace y Ecologistes en Acción, ANAV reconoció que se habían encontrado partículas radiactivas en el exterior de los terrenos que son propiedad de la central nuclear.
En ese momento, estas dos organizaciones ecologistas exigieron que la central dijera exactamente cuántas partículas radiactivas habían salido de la central, ya que los fuertes vientos de la zona pueden llevar a que estas se depositen en terrenos cultivados o reservas de agua. Ante esta exigencia la ANAV respondió diciendo que la cantidad de partículas emitidas era mínima y que no afectarían a una persona aunque esta las engiriese.
El 14 de abril de 2008 la CSN emitió un comunicado en el que informaba que reclasificaba el evento como un incidente al conocerse que efectivamente varías partículas habían salido de los terrenos de la central nuclear y que, debido a los vientos de la zona, probablemente se habrían esparcido por varias zonas de la ribera del río Ebre. Al mismo tiempo la 7
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Comisión de Seguridad Nuclear anunció que abriría un proceso para estudiar lo ocurrido y en esa medida establecer cuál debería ser la sanción para la central Nuclear.
El pasado 12 de mayo, el Ministerio de industria, turismo y comercio, apoyado en un informe entregado por la CSN, sancionó a la central Ascó I a pagar 15, 4 millones de euros. La multa más alta que se le haya impuesto a una central nuclear en España. La sanción estaba dirigida a cuatro faltas dentro de las cuales se destaca la emisión radiactiva con potencial de superación del límite anual de dosis para miembros del público, considera una infracción grave. Y el hecho de no haber cumplido con el manual de contaminación externa, ya que, una vez detectó la fuga, no procedió a señalizar y delimitar la zona afectada.
A pesar de estos hechos ni la población ni el ayuntamiento de Ascó parece ver algo extraño o equivocado en el funcionamiento de la central nuclear.
Rafael Vidal (CiU), alcalde de Ascó y trabajador de la central nuclear desde hace 30 años, le aseguró al diario EL Mundo que defiende públicamente la manera de proceder de la central atómica que, tras la fuga radioactiva que se produjo el 26 de noviembre del 2007. A lo que añadió: 8
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“Ni mi relación laboral con la central ni las aportaciones económicas de la planta al municipio tienen influencia en mi posición”.
Los habitantes del Ascó al parecer también están de acuerdo con el proceder de la central y confiar plenamente en que el incidente no tuvo ninguna consecuencia grave. Por esa razón solo 500 personas, entre las que se encontraban varios habitantes de otras ciudades, pasaron por los controles de radiactividad que la central puso a disposición de la población.
Andreu Carranza, escritor y más conocido opositor a la central nuclear de la zona, tiene una explicación para este fenómeno. Para él la gente prefiere ignorar las señales de riesgo pues saben que no hay más opciones. Tanto el pueblo como su población dependen completamente de la central y, al ser conscientes de esto, lo más fácil es hacer como si no ocurriera nada malo, esperando que las consecuencias no sean tan negativas como se pintan.
A esto Carranza le añade el hecho de que gracias al dinero nuclear el pueblo de Ascó se puede dar lujos que no son muy comunes para las ciudades de la Ribera del Ebre. Para él estos lujos han servido difuminar los riesgos
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nucleares y para callar a las voces que en algún momento se opusieron a la central.
Entonces los ciudadanos de Ascó parecen estar en paz con el tema de la energía nuclear. Asumen las consecuencias que esta pueda tener a cambio de un trabajo estable y una serie de lujos. Pero desafortunadamente este tema no es sólo del interés de los habitantes de Ascó. Por lo menos así lo entiende Anna Rosa Martínez, delegada de Greenpeace para Catalunya, quien señala que el resto de la comarca no puede sufrir las consecuencias de la radiactividad nuclear a cambio de los lujos de éste pueblo.
Bajo esta perspectiva, tanto Greenpeace como Ecologistes en Acció hoy presionan al gobierno de Montilla para que actúe, y ejerza un mayor control sobre la central. “Es que son muchas las personas, no habitantes de Ascó las que se ven afectadas por las partículas radiactivas, especialmente si no se sabe cuántas salieron exactamente y hasta dónde pudieron haber llegado”, afirma Eloi Nollas coordinador del área de energía en Ecologistes en Acció.
Desde antes de que se presentara la fuga estas dos organizaciones ecológicas venían haciendo denuncias sobre el elevado número de incidentes menores que se presentan en la central. Incidentes qué, aunque no representan un 10
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grave riesgo, sí demuestran una actitud relajada frente a un tema tan serio como lo es la energía nuclear.
“Cómo es posible que, conociendo que hubo una fuga radiactiva, la central nuclear de Ascó haya permitido la visita de 3 colegios a sus instalaciones. Hechos como estos son los que nos ponen a dudar sobre el manejo que se le está dando a la seguridad en la central”, asegura Nollas.
A estas actitudes se suman denuncias de Greenpeace sobre la contratación de mano de obra menos calificada para hacer trabajos que antes realizaban expertos. Tema que, para esta organización, influye profundamente en que las posibilidades de un accidente aumenten.
Frente a este tema la ANAV acepta que en los primeros años de su gestión sí se buscó reducir el costo de personal recurriendo a contratistas externos para realizar tareas las cuales no representaban ningún riesgo, Posteriormente la esta asociación llegó a un acuerdo con Comisiones Obreras y los ayuntamientos de las ciudades aledañas a la planta nuclear para dar más contratos de término fijo a los empleados experimentados de esta zona.
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Problemas más allá de la fuga. Pero las denuncias sobre la contaminación producida por la radiación no se remontan solamente a lo sucedido tras la fuga. Desde antes de que saliera a la luz éste incidente el Grupo de Científicos y Técnicos por un Fututo No Nuclear (GCTFNN), liderados por Josep Puig Boix, denunciaron el hallazgo de partículas radiactivas en el fondo del río Ebre. Según Puig los representantes de la CSN no habían detectado estas partículas debido a que el agua sirve como aislante de la radiación, haciendo que las medidas en el exterior del río no detectaran ninguna anomalía. A diferencia de la Comisión de Seguridad Nuclear, este grupo de científicos tuvo en cuenta éste elemento y tomó muestras del fondo del río en las que halló partículas radiactivas.
El hallazgo de estas partículas es considerado tanto por GCTFNN como por Greenpeace y Ecologistes en Acció como una clara evidencia de que la contaminación ambiental causada por la central no es un tema que sólo afecte a los habitantes de Ascó. El hecho de que la base del río esté contaminada representa un grave riesgo para todas las ciudades ubicadas en la costa de este a fluyente y todas las especies que viven en él.
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A pesar de estos hallazgos es todavía muy poco lo que se sabe realmente sobre la energía nuclear y sus consecuencias en España. Sólo hasta éste año se puso en marcha el primer estudio para determinar si la radiación de las centrales nucleares ha tenido algún efecto sobre la salud de los habitantes de las zonas aledañas a estas. El proyecto adelantado por la Universidad Carlos III de Madrid surge como respuesta a las críticas de varias asociaciones ambientales en cuanto a la falta de información y secretismo que se maneja dentro de la industria nuclear en éste país.
Para Greenpeace, como para Ecologistes en Acció, el problema de la información se debe en gran parte al hecho de que la energía nuclear llegó a España, bajo el régimen Franquista, con intensiones militares. De esa manera todos los elementos de esta industria se organizaron cómo se organiza cualquier ente militar, con una fuerte jerarquización y secretismo. Un ejemplo de esto se puede evidenciar en la central nuclear de Ascó en donde la empresa administradora, ANAV, tuvo que poner buzones en distintos sectores de la central para que los trabajadores depositaran sus observaciones y quejas. Esto se hizo ya que muchos trabajadores se quejaban, ante Comisiones Obreras, del
hecho de que no existía
ninguna garantía a la hora de denunciar que algo no estaba 13
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funcionando bien dentro de la plata. Según la información que los trabajadores brindaron al sindicato, cada vez que alguien se dirigía a un superior para decirle que alguna operación era peligrosa o no se hacía de la mejor manera, éste era tildado de espía y en muchos casos terminaba saliendo de la central.
Este mismo ambiente ha llevado a que los trabajadores de la central se opongan a hablar con cualquier medio de comunicación. En octubre de 2008, varios trabajadores de la central de Ascó y Vandellos convocaron una reunión con Ecologistes en Acció, Greenpeace y Comisiones Obreras en la que manifestaron que cualquier anomalía en la central se la informarían a estas organizaciones ambientalistas para que estas se dirigieran a los medios de comunicación. Esto con la idea de mantener secretos los nombres de los trabajadores ya que no confían en los periodistas.
Historia: puesta en marcha de la central nuclear, una batalla perdida.
El chocolate era el futuro. A punta de barras de chocolate Ascó, un pequeño pueblo ubicado en la ribera de l’Ebre, entraría en la modernidad. 14
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Para qué seguir sembrando olivos cuando se podía ser un gran centro industrial chocolatero.
El rumor de llegada de una fábrica de chocolates despertó un gran optimismo en Ascó. Llegaban varios ingenieros, tomaban medidas y estudiaban la zona, nadie entendía muy bien qué ocurría. Finalmente, a principios de 1976, llegó el día. Todo el pueblo bajó a las salas de cine, lugar donde se llevaría a cabo la presentación de la propuesta. Al finalizar la reunión se había hecho realidad el sueño de algunos, por fin llegaría la industria al pueblo aunque, al parecer, no se iban a dedicar a hacer barras de chocolates sino que iban a trabajar en algo llamado central nuclear.
Se sabía muy poco sobre la energía nuclear. Nadie conocía las consecuencias y peligros que esta representaba. El gobierno español hablaba de las ventajas que esto representaba para la zona. Era la posibilidad de sacar del atraso a un pueblo que para muchos estaba condenado a desaparecer. La central nuclear representaba la salvación, el porvenir.
Pero esta no era la opinión de todos. Un pequeño grupo de vecinos del pueblo de Ascó no terminaba de estar completamente convencido de las ventajas de la energía nuclear. Todos los viernes se reunían a hablar con 15
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representantes del ayuntamiento sobre lo que podría representar la implantación de la central en su pueblo. Era imposible no ligar las consecuencias de la radiación con las imágenes de los heridos en Hiroshima y Nagasaki.
Las reuniones de los viernes tuvieron como resultado más dudas. El ayuntamiento no sabía cómo responder a las preguntas cada vez más complejas de los ciudadanos. Nadie entendía por qué la central estaría tan sólo a un kilómetro del casco urbano cuando en EEUU la ley obliga a que estas estén ubicadas como mínimo a dos. Por qué en el proyecto presentado a los ciudadanos se hablaba de un reactor de 180 megawatts pero en realidad se estaba construyendo dos de 930.
Estos interrogantes terminaron desbordando al alcalde Josep Montaña quien decidió dimitir, lavándose las manos y dejando el problema de la central en manos de los habitantes de Ascó. Ante esta situación y convencidos de que una central nuclear no sólo no representaba una salida a los problemas del pueblo sino que implicaba un riesgo, un grupo de ciudadanos decidió postularse a las elecciones. Liderados por Joan Carranza y Antonio Ribes la plataforma ciudadana antinuclear ganó las elecciones en 1979 y se convirtió en el primer gobierno local ecologista de España. 16
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Empeñados en detener el proceso de construcción de la central el gobierno liderado por Carranza buscó llegar a acuerdos con los grupos pro-nucleares. Pero sus intentos fueron en vano. Los diputados nucleares decidieron renunciar a sus cargos imposibilitando que existiera el quórum suficiente para lograr adelantar cualquier proyecto.
Con los brazos atados, Carranza y su gabinete recurrieron al parlamento catalán y al ministerio de industria con el fin de denunciar las ilegalidades que se estaban llevando acabo, donde resaltaban el hecho de que la empresa constructora aún no le hubiese desembolsado a la ciudad el impuesto de construcción de la central.
Pero los reclamos de este primer ayuntamiento antinuclear nunca fueron oídos. Tanto Jordi Pujol como el gobierno español presionaron a Carranza para que le otorgara todos los permisos a la central nuclear para que su funcionamiento se pudiera poner en marcha. Presión a la que el entonces alcalde de Ascó no sucumbió, negándose a firmar el acta que permitiera la apertura de la central.
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Solos en su lucha, el gobierno de Ascó consiguió que un grupo de científicos de la Universidad de Bremen viniesen al pueblo con la idea de que estos emitieran un estudio que determinara cuál era el riesgo que representaba la central y la radiación que esta emitía para la ciudad. El trabajo de estos científicos alemanes arrojó resultados sorprendentes, donde dos puntos resaltaban. El primero de estos, que asombró profundamente a los expertos, era el hecho de que la central nuclear no tuviese una chimenea que ayudase a la refrigeración. Esto implicaba que el agua que la central tomaba del río para enfriar el generador retornaba al río diez grados más caliente. Este aumento de temperatura representaba un importante elemento de contaminación ya que cualquier cambio en la temperatura del río afecta profundamente a las especies animales y vegetales que viven en éste.
Por otro lado el estudio determino que Ascó se encuentra ubicado en un cráter de 35 metros de profundidad. Este elemento hace que dada la eventualidad de una fuga la mayoría de la radiación se quede concentrada en este cráter. Algo que, sino fuera por el hecho de que hay tres ciudades en esta área, con aproximadamente 8000 habitantes, representaría un factor positivo pues la nube radioactiva no se expandiría mucho.
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Para 1983, la plataforma ciudadana antinuclear se volvió a presentar a las elecciones locales con la idea de mantenerse en el poder y de esa manera su opción a la central nuclear. Pero el pueblo de Ascó había cambiado mucho en los últimos 4 años. La central le había dado trabajo a un número importante de habitantes, llevándolos a cambiar su opinión con respecto a la energía nuclear.
A su vez, la central invitó a todos sus empleados a empadronarse en la ciudad de Ascó así no vivieran en esta. Bajo esta táctica la población de la ciudad llegó casi a duplicarse. El día de las elecciones, Andreu Carranza, hijo del alcalde Joan Carranza, quien cuidaba una de las mesas de votación, fue testigo de primera mano de cómo llegaban montones de sobres con los votos de todos los ciudadanos de Ascó que no vivían en la ciudad.
Al final, en mayo del 83, la iniciativa antinuclear perdió las elecciones. En junio del mismo año, y con cinco de retraso, empezó a funcionar la central nuclear Ascó I. En ese momento, como lo había prometido, el ex alcalde Joan Carranza, abandonó el pueblo, posteriormente otros miembros el ayuntamiento antinuclear, como Antonio Ribes, también se fueron de la ciudad.
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El plan de emergencia
La puesta en marcha de la central apagó el debate nuclear. Durante 25 años los habitantes de Ascó se acostumbraron a tener la central como vecina y a disfrutar de los beneficios que esta representa, sin pensar en las consecuencias. A pesar de esto el ayuntamiento decidió recientemente mirar qué tan preparado estaba el pueblo para afrontar un accidente nuclear.
En Ascó sólo se ha llevado a cabo un simulacro de accidente atómico. Este tuvo lugar en 1982 y era uno de los requisitos que debía cumplir la central antes de entrar en funcionamiento. Desde entonces no se ha vuelto a probar si el Plan de Emergencia Nuclear de Tarragona (PENTA), que es el que debe seguir Ascó ya que está ubicado en esta provincia, sirve o no.
“Hace treinta años se instaló un sistema de megafonía en el pueblo por medio del cual se alerta a la población en caso de un accidente. Ese 20
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sistema sigue siendo el mismo hoy. Sólo se usa durante las fiestas y en realidad está bastante desgastado, ni siquiera sabemos si alcanza a cubrir toda el área urbana. Lo mismo pasa con las pastillas de yodo que nos dieron para repartirle a la población en caso de que se presente una fuga. Están guardadas en el ayuntamiento desde hace 30 años. ¿Quién sabe si todavía sirvan?, resalta Oriol Ayumí, jefe de prensa del ayuntamiento.
El actual alcalde de Ascó, Rafael Vidal, fue el empleado encargado de desarrollar los planes de evacuación de la central nuclear de Ascó y su experiencia lo ha llevado a preocuparse profundamente por la falta de recursos con los que cuenta el pueblo para afrontar un accidente. “En este momento no existe ninguna manera de evacuar a la población en el caso de que se presente un accidente. No sólo no tenemos los autos buses o los trenes suficientes sino que las rutas de acceso a la zona son tan limitadas que en caso de una evacuación colapsarían.”
Ante estas preocupaciones el ayuntamiento de Ascó se ha unido a otras poblaciones cercanas a centrales nucleares para formar la Asociación de Municipios Afectados por Centrales Nucleares (AMAC). El objetivo de esta organización es intervenir directamente en el desarrollo de planes
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de emergencia para que se lleven a cabo lo simulacros y se destinen los recursos necesarios para afrontar cualquier accidente.
El plan de emergencia nuclear es en lo único en el que las organizaciones ambientalistas parecen estar de acuerdo con el ayuntamiento de Ascó. Estas también creen que es crucial para la población contar con un buen plan de evacuación y de atención. Pero no dudan en resaltar que la única manera para eliminar los riesgos es cerrando las centrales nucleares.
Cementerio nuclear
Hoy, por paradójico que suene, el futuro de Ascó parece depender de la instauración de un cementerio nuclear en su territorio. Según la ley española, la central sólo puede funcionar por 40 años, de los cuales ya se han cumplido 25. Ante esta situación el alcalde de Ascó, Rafael Vidal, ha propuesto al pueblo como candidato a albergar el controversial depósito de residuos nucleares.
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Este pronunciamiento ha generado varias de respuestas de grupos opositores. No se entiende por qué, después de 25 años de ingresos nucleares, hoy Ascó no ha encontrado otra forma de mantener su economía y dependa de un cementerio nuclear para seguir vivo.
Líderes antinucleares de la zona como Andreu Carranza, escritor e hijo del ex alcande de Ascó Joan Carranza, manifiestan que estos anuncios representan un verdadero desengaño para la población.
“Hace 30 años le prometieron a los habitantes de Ascó que con la energía nuclear llegaría el desarrollo a la zona. Pero la central lo único que ha generado es un monocultivo que no le brinda ninguna posibilidad a los jóvenes, obligándolos a dejar el pueblo. La población actual de Ascó es menor a la de los años anteriores a instauración de la central. Lo único que ha hecho la energía nuclear es matar este pueblo lentamente y ahora, con la llegada del cementerio nuclear, se está firmando su sentencia definitva”.
El actual ayuntamiento de Ascó asegura que ha intentado desarrollar proyectos que le permitan al pueblo salir del monocultivo. Hace poco pusieron en marcha un plan de turismo el cual todavía no termina de arrancar. 23
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“El problema que tenemos en Ascó es que estamos muy mal comunicados. Nuestra infraestructura vial es casi tercermundista” afirma Oriol Ayumi, jefe de prensa del ayuntamiento.
Estos problemas en infraestructura son varios de los elementos que desde hace varios años Andreu Carranza viene denunciando. Para él es incomprensible que el pueblo con el PIB per cápita más alto de la zona, por más de veinte años, no haya sido capaz de construir mejores vías de acceso.
“Es que la riqueza nuclear se ha gastado en plazas de mármol y lujos. Nadie se ha preocupado por invertir realmente en el futuro” asegura Carranza.
Las preocupaciones de escritor son compartidas por Greenpeace y Ecologistes en Acció. Para estas organizaciones no es lógico que después de 25 años Ascó no haya podido generar algún otro tipo de riqueza. Aunque para Anna Rosa Martínez sí puede existir una explicación para esto.
“La energía nuclear lo mata todo. Nadie quiere estar al lado de una central. Esto lo sabe el alcalde y lo sabe mucha gente en Ascó. Por eso quieren el
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cementerio nuclear, saben que dependen de la radiación para mantener el pueblo vivo”.
Como van las cosas parece que el impresionante complejo de piscinas de Ascó, con su césped artificial, piscina para niños y servicios terapéuticos no será el único del pueblo. Las piscinas aislantes del cementerio nuclear también pasaran a hacer parte de éste pequeño pueblo ubicado en la ribera del río Ebre.
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