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DESDE CULIACÁN

na totalmente contrastante, que cuando se le ayudó, por un tiempo ha llegado a reflejar tu luz, pero ahora saca su verdadero y auténtico lado oscuro y pleno EN INGRATITUD.

Sin duda alguna, que situaciones como la mencionada, nos afectan, ya que somos seres eminentemente emocionales, y sí hemos dado de corazón afecto y atención a los demás, lo menos que podemos esperar, es que, en un momento dado, seamos tratados de formas que nunca esperamos. Pero, pareciera que es una de las leyes no escritas de la existencia.

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A pesar de éste tipo de acciones, esto no debe de hacernos cambiar en nuestro actuar durante la vida. Todo lo contrario, debemos de tratar de ser nosotros, seres humanos de virtudes y compromiso, sin que nos veamos afectados por el contrastante comportamiento de nuestros semejantes. Cada mañana, al despertar, siempre tratemos de tener algún momento de reflexión, en el que, conversando con uno mismo, nos propongamos tener el mejor día de nuestra existencia, en el que la mayor parte de la felicidad, la debamos a poder ayudar a los demás a ser felices.

No caigamos en el error, por otra parte, de querer cambiar el comportamiento ajeno. Las personas sólo pueden evolucionar a ser mejores, dependiendo exclusivamente de que ellos así lo quieran. Claramente es verdad que podemos ser una especie de guía, con nuestro ejemplo, pero podemos ser las personas más virtuosas del universo y aún así, el prójimo, gracias a su libre albedrío, hará lo que su conciencia dictamine, lo cual no tiene porque desanimarnos a continuar nuestra labor.

Por otra parte, no esperemos loas o retribuciones sin fin, es más, raramente escucharemos siquiera un gracias por lo que hicimos, ya que predomina en nuestra época la INGRATITUD, así que el reconocimiento, por así llamarlo, tal vez lo tengamos en un futuro, en el que seremos llamados a cuentas por nuestro andar existencial. Por supuesto que es muy grato a nuestros sentidos, el que alguien al vernos, exclame con alegría: “él fue la persona que me ayudó cuando más lo necesitaba”, o “mi vida dio un giro total desde el momento que usted, con sus enseñanzas, cruzó mi camino”. Ese tipo de palabras de agradecimiento, no tienen precio y llegan directo al corazón.

Y que sucede cuando las personas contrastantes e ingratas…somos nosotros. Aquí lo que en verdad importa, es reconocer nuestro error, primero para tratar de no volver a cometerlo, y en segundo lugar, buscar la manera de subsanar o paliar la herida infringida a alguien o algunos que en verdad nos tendieron la mano para nuestro bien y beneficio. Claro que no se trata de una fácil tarea, pero cuando lo hacemos de todo corazón, es más fácil, ya que lo peor que podemos hacer es fingir algo que no sentimos. Las personas agradecidas siempre serán más felices, y estarán más satisfechas con su vida, sus amistades, su familia, su comunidad y con ellos mismos.

Siempre recordemos que la perfección no existe en el ser humano, lo que sí somos es seres perfectibles. Es claro que nos equivocaremos un día sí y otro también, pero lo importante será el tener momentos en los que hagamos una verdadera INTROSPECCIÓN y evaluemos el comportamiento realizado, con el verdadero fin de mejorarlo y tratar de modificar nuestro entorno, para bien propio y el de los demás. En forma cotidiana tengamos presente que: “La vida es buena cuando se es feliz, pero que es aún mejor, cuando los demás son felices gracias a ti”.

“La felicidad sólo la pueden experimentar en toda su intensidad, los que han vivido grandes altibajos, porque es un juego de contrastes. Los que nadan siempre por el espectro medio de las emociones, nunca conocerán la esencia de la vida. Esa es la enseñanza del pozo: a veces hay que tocar fondo para entender la grandeza del cielo”. Francesc Miralles.

“Mi vida está hecha de contrastes, he aprendido a ver los 2 lados de la moneda. En los momentos de más éxito no pierdo de vista que otros de gran dolor me aguardan en el camino, y cuando estoy sumida en la desgracia, espero el sol que saldrá más adelante”. Isabel Allende.

Me despido por hoy, mis apreciables lectores, deseando que la vida les regale momentos de alegría y felicidad a cada paso que den, y que las bendiciones del Señor estén con todos ustedes y con sus seres queridos.

Jardín y Templo del barrio de San Miguelito.

Foto: Jesús Villar

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