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Escolaridad múltiple en tiempos de pandemia
Laura Pérgola
Estamos viviendo una situación inédita para quienes atravesamos la globalización como un proceso de apertura al mundo y nos intentaron convencer de que las fronteras culturales, económicas y sociales se iban disipando en una sociedad hiperconectada.
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Sin embargo, hoy estamos en un camino a la inversa, encerrados físicamente para evitar contagios y, por ende, la propagación de un virus que nos sorprendió y nos sorprende cada día. Este virus similar al que alguna vez contaminó nuestras computadoras y nos destruyó información y por el que, en muchas ocasiones, perdimos archivos y trabajos de años. Así, con características similares, el COVID se apoderó de nuestras vidas, complicó los vínculos, nos hizo perder seres queridos y todavía no sabemos si podremos recuperar la “información almacenada”…, es decir, nuestra vida anterior. Seguramente, muchas cosas serán diferentes luego de pasada la pandemia.
Durante años a muchos padres/madres de mellizos, trillizos y más se les aseguró que existía una ley que impedía que los múltiples compartieran el aula o simplemente muchas instituciones aducían una política institucional para no aceptar que quienes llegaban juntos/as al mundo compartieran la misma aula. Así, rompían el vínculo de apego que tienen los nacidos en un mismo parto, sin importar las secuelas que eso podía generar en lo emocional de cada co-múltiple. Como el virus, destruían lo preestablecido y desconocían esas vivencias intrauterinas que tienen los gemelos, trillizos o más.
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Este año, como los anteriores, en marzo recibimos muchas consultas sobre escolaridad múltiple. Consultas que se repiten en la temática: “los separaron y no nos avisaron”, “los separan porque no puede haber múltiples juntos”, “los separan para que desarrollen su individualidad”… y todas esas justificaciones ante esta pandemia que nos mantiene juntos al interior de nuestros vínculos más cercanos no sirven, ahora indefectiblemente comparten el aula virtual. A menos que en las familias haya varias computadoras, posiblemente, en la mayoría de los casos, los múltiples estarán compartiendo el espacio virtual que los convoca para llevar adelante sus clases. Una mamá nos comentó que se dio cuenta de que sus mellizas podían compartir el aula cuando las vio cómo se desenvolvían en sus clases por zoom.
La pandemia ha dejado a la vista muchas de las fragilidades y desigualdades del sistema educativo que van desde la posibilidad de contar con un dispositivo electrónico y una banda ancha que permita acceder a las clases virtuales, los conocimientos de los “nativos digitales” para aprender cómo son los formatos que se usan en la enseñanza virtual (que difieren de las redes sociales que son las que saben usar), el cansancio y el estrés que genera estar todo el día frente a una pantalla, entre otros. Todo esto nos lleva también a pensar en si las reglas del aula en la mayoría de la escuelas tienen en cuenta las necesidades sociales y emocionales básicas de los niños/as.
En la presencialidad se ha discutido mucho si los múltiples deben o no asistir al aula juntos y, en muchos casos, no se ha tenido en cuenta, como ya señalamos, sus necesidades emocionales ni su edad ni la relación entre los co-múltiple ni su origen biológico (si son idénticos o fraternos). Quizás esta crisis nos ayude a reflexionar aún más acerca de qué es mejor para nuestros/as niños/as. Así como se está llegando a la conclusión de que entre 15 o 30 minutos en línea son efectivos para las clases virtuales y eso lleva a reflexionar en los modelos actuales de educación en los que los estudiantes están horas y horas en las aulas con pocos descansos, también es una oportunidad para que algunas escuelas evalúen la política sobre la escolaridad múltiple. Siempre insistimos que creemos en la flexibilidad, es decir, ni todos juntos ni todos separados. Tener la posibilidad de evaluar las necesidades de cada grupo de múltiples, escuchar a cada uno de los involucrados/as, principalmente los niños y las
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niñas, evaluar la decisión de los padres y de la madres y no imponer ninguna regla que altere las emociones de los múltiples.
Después de todo, esta pandemia nos ha permitido reflexionar sobre muchos temas y nos hizo coincidir en que la salud está por encima de todo. También la salud emocional es importante, por eso, es hora de desterrar viejos mitos y flexibilizar aquello que en la vida pre pandemia nos parecía tan difícil de llevar a la práctica. Ahora más que nunca hemos aprendido a valorar cuán difícil suele ser estar lejos de nuestros seres queridos. De la misma forma, tendremos que entender que en general, los múltiples idénticos, necesitan de la presencia del otro, no por dependencia, sino porque al saber que el otro está bien, nada los distrae para concentrarse y escolarizarse como cualquier otra persona. Además no hay ningún estudio científico que afirme que la separación ayuda a un mejor desarrollo de la individualidad, ya que influyen, para eso, otros factores tales como sus propios caracteres, la relación con sus padres y otros hermanos, sus propias experiencias. Estudios realizados en otras partes del mundo aconsejan que la decisión de si deben asistir juntos o separados tendrá que tomar en cuenta las necesidades, la edad y el origen biológicos de los múltiples. Los gemelos idénticos, como ya señalamos, suelen necesitar la presencia del otro por eso es mejor que compartan el aula; en otros casos, cuando hay competencia entre los co-múltiples la separación será una buena decisión.
En fin, empezaremos a vivir un nuevo camino y esperamos que la escolaridad múltiple deje de desvelar a los adultos cada año y que las decisiones tomadas en conjunto sean las que primen.
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