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Control de esfínteres ¿Cómo acompañar en el proceso de dejar los pañales en múltiples?

CONTROL DE ESFÍNTERES

¿Cómo acompañar en el proceso de dejar los pañales en múltiples?

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Eugenia Conte

En la primera infancia, suceden muchos acontecimientos que necesitan y que se dan dentro de un proceso de aprendizaje. En este camino, intervienen muchos factores que tienen que darse de forma conjunta para que sea un aprendizaje significativo, placentero, positivo y favorable en cuanto a los logros que se vayan dando tanto al comienzo, como en el durante y en el final del proceso. Muchas veces cuando se piensa en el control de esfínteres, se piensa en cuándo iniciamos el proceso, si esperamos a que haga calor, si se tienen que sacar cuando ingresan al jardín, si ya cumplieron los dos años o si la familia y personas cercanas nos presionan para que nuestros hijos e hijas dejen los pañales. Estas son inquietudes, dudas que suelen surgir en cuanto a este tema tan crucial en la primera infancia. Por eso, es importante que tengamos en cuenta que son los niños y las niñas quienes deben decidir cuándo dejar los pañales y no somos los adultos, quienes tenemos que intervenir tomando esa decisión. El control de esfínteres es un proceso que se da a nivel madurativo en el que la vejiga y los intestinos alcanzan la maduración necesaria para poder controlar, retener y evacuar en el momento y lugar indicado. Este control se da de forma paulatina, no sucede de un momento a otro, ni de un día para el otro. Por lo tanto, requiere de que se cumplan ciertos factores que se tienen que tener en cuenta para que el proceso se dé lo más natural posible. La franja etérea se encuentra entre los dos y los cinco años, en la cual se podría considerar esperable para que el niño o la niña logren dejar los pañales. Cada proceso de aprendizaje tiene un ritmo y un tiempo en el que se adquieren las habilidades para lograr un comportamiento, una conducta o una acción, en el caso del control de esfínteres sucede lo mismo. Si bien como he mencionado anteriormente, es un proceso madurativo, también lo considero un aprendizaje ya que el niño y la niña necesita adquirir y aprender ciertas habilidades, normas o pautas para realizar todo el proceso de dejar los pañales, que no significa solamente controlar esfínteres. Me refiero a aprender cómo se utiliza el baño, el inodoro; cómo higienizarse; el manipular de forma autónoma su vestimenta y el adquirir habilidades motrices para poder subir al inodoro o al banquito que le es de sostén. Es fundamental respetar los tiempos y el ritmo en que cada niño o niña lleva adelante su proceso madurativo y de aprendizaje en cuanto al control de esfínteres.

En el proceso hay factores que intervienen: lo fisiológico, lo neurológico, lo emocional y lo psíquico. En cuanto a lo fisiológico, se refiere al funcionamiento y funciones biológicas del organismo de los seres vivos. El factor neurológico hace referencia a la capacidad neuromuscular de los esfínteres, ya que el sistema nervioso central es el encargado de dar la señal a la vejiga que está llena y que hay que vaciarla. Cuando están madurativamente preparados, los niños y las niñas empiezan a interpretar las señales y poder controlar. En cuanto al aspecto psíquico, comienzan a tener poder y control sobre su cuerpo, sienten algo diferente y empiezan a decidir cuándo hacer caca o pis, o cuándo retener. También, sienten placer al tener poder sobre lo que despiden de su cuerpo y hay un desarrollo y noción del esquema corporal. Al referirnos a lo emocional, experimentan en el proceso confianza, seguridad, estabilidad emocional, logrando controlar desde un aspecto positivo y favorable.

Las etapas mencionadas no necesariamente tienen que ocurrir todas sí o sí, sino que pueden saltearse algunas dependiendo del desarrollo individual y el grado de madurez de cada niño y niña. En todo el proceso hay una tendencia al desnudismo, que se debe a la exploración del propio cuerpo y del otro, curiosidad por los genitales, por saber de dónde sale el pis o la caca. Hay que tener en cuenta que el que quieran estar desnudos, que no quieran usar pañal o ropa, no significa que estén controlando esfínteres o quieran dejar el pañal, sino que es simplemente una etapa que pasan de exploración y de querer tener el control de sus acciones y decisiones. Cuando pensamos en las etapas por la que se pasa en el proceso, pensamos y nos preguntamos: ¿cuándo es el momento de intervenir? Podemos visualizar algunas señales que nos permite darnos cuenta de que están empezando el proceso de control de esfínteres. Estas señales son:

También hay otros aspectos que hay que tener en cuenta que van a ser de sostén para que se pueda dar el control de una manera mucho más accesible para cada niño y niña. Al alcanzar cierta autonomía para vestirse y desvestirse, logran ir al baño solos y solas sin tener que ser ayudados por nosotros de forma constante y es importante que podamos estimular su autonomía en este proceso, permitiéndoles que de a poco tengan pequeños logros y empezar a hacer las cosas por sí mismos. Por otro lado, al ir adquiriendo destreza motriz, correr, saltar, subir escaleras, sentarse los va a habilitar para manejarse por sí solos cuando tengan que sentarse en la pelela, subirse al inodoro o a un banquito para llegar a lavarse las manos. Por ello, resulta crucial que podamos acompañar a nuestros hijos e hijas desde una mirada atenta e ir motivándolos para que logren de a poco la autonomía y la destreza corporal, siempre

Etapas del control

de esfínteres

; Hacen pis y caca en el pañal sin mostrar interés alguno ; Avisan cuando ya se hicieron pis o caca en el pañal ; Logran avisar cuando están haciendo, pero aún no pueden anticiparse ; Luego, pueden registrar que tienen ganas y avisan que están por hacer, pero no logran retener del todo o esperar por lo que se generan pérdidas ; Por último, logran avisar que tienen ganas, se anticipan y pueden esperar, retener y controlar hasta llegar al baño ; Cuando vemos que hay interés por el baño y lo que se hace en él ; Cuando notamos que el pañal está seco por mucho tiempo ; Cuando empiezan a nombrar el pis y la caca ; Cuando empiezan a avisar que se hicieron, luego que se van a hacer.

tratando de destacar lo positivo y alentar sus acciones para que puedan valerse por sí mismos y no solo por el proceso de control de esfínteres, sino porque les sirve para las etapas posteriores que van a ir desarrollando en su vida.

Al adentrarnos en este camino y proceso que hacemos junto a nuestros hijos e hijas, vamos teniendo emociones encontradas como inseguridad, confusión, malestar, frustración, enojo y alegría. Esto ocurre porque vemos que el aprendizaje de dejar los pañales tiene logros y retrocesos, por lo que se convierte en una montaña rusa en la que son los niños y las niñas que se suben en ese viaje de subidas y bajadas, y estamos los adultos acompañando y sosteniendo este viaje desde una mirada atenta. Nuestras emociones pueden generar sentimientos encontrados en nuestros hijos e hijas, dificultando así el proceso de dejar los pañales.

¿Cómo podemos intervenir en el proceso?

Nuestra participación tendría que ser desde un lugar de respeto y consciencia sobre lo que están transitando nuestros hijos e hijas en todos los aspectos mencionados anteriormente. Esto tiene que ver con que más a allá de nuestra ansiedad para que dejen los pañales, hay que tener en cuenta que es un proceso madurativo y de aprendizaje, y por más que presionemos o les saquemos el pañal no van a lograr controlar si su sistema nervioso y corporal no está madurativamente listo para dicho proceso. Algunos aspectos relevantes para tener en cuenta a la hora de intervenir es respetar los tiempos y ritmos, teniendo paciencia, amor y tolerancia. Acompañando y sosteniendo desde el incentivo verbal y gestual por sus logros y retrocesos. Somos nosotros, los adultos quienes debemos ayudar y sostener. Es importante destacar que en todo proceso de aprendizaje no se da premios, ni regalos por sus avances, ya que se condiciona el esfuerzo o los logros que van adquiriendo. Por eso, valorizar los pasos que van dando mediante el afecto, la palabra y lo gestualcorporal. Otro de los aspectos fundamentales es dialogar, llegar a acuerdos, decidir formas y modos de intervenir. Establecer pautas únicas, para no llevar a confusión, ya que actuando de la misma manera va a facilitar y favorecer el proceso. Por el contrario, si actuamos de manera distinta o con criterios distintos, nuestros hijos e hijas no van a saber cómo proceder y esto va a producir un desequilibrio emocional y psíquico. Un tema que podemos abordar durante esta etapa es la educación sexual, ¿cómo?, conversando sobre el respeto y el cuidado del cuerpo de uno y hacia el otro, mencionando las partes del cuerpo y señalarlas; siempre teniendo en cuenta el desarrollo cognitivo e intelectual de los niños y de las niñas.

El proceso de aprendizaje en el que hay retrocesos y avances, y el adulto acompaña y sostiene.

Aspectos que pueden obstaculizar el control de esfínteres

En todo proceso de aprendizaje puede haber obstáculos o situaciones que no permitan o retrasen su desarrollo. Los aspectos a los que me refiero puede ser la presión constante o excesiva hacia nuestros hijos e hijas para que dejen los pañales, esto puede provocar retención o incontinencia. Un ambiente familiar conflictivo, en el cual se presente malestar, gritos o situaciones de violencia. También, hay que tener en cuenta las características de la personalidad de cada niño y niña, como vive el proceso de dejar los pañales, sus emociones y necesidades individuales. Puede ser que a veces haya cuestiones médicas, neurológicas y madurativas a tratar y eso sea también un factor determinante. Por otro lado, el ambiente escolar puede perjudicar el proceso, por la presión o burla de sus compañeros/as y a veces también hay un malestar por parte de los adultos cuando no se está de acuerdo con que se ingrese a la sala de 3 o 4 con pañales. Otra cuestión importante

es el reto o castigo, que son acciones negativas que influyen de manera directa en el proceso e interfieren preferentemente en el desarrollo emocional. Y, por último, el hecho de sacarles el pañal antes de tiempo resulta un obstáculo ya que las pérdidas que tengan, ya sea de día como de noche, pueden provocar emociones como vergüenza, sentir presión por tener que ir al baño o hacer en la pelela quizás cuando aún no quieran o no estén preparados. La mayoría de los aspectos mencionados que se presentan en la primera infancia son obstaculizadores de cualquier proceso de aprendizaje.

Cuando estamos transitando esta etapa en una familia múltiple, quizás resulte normal comparar a nuestros hijos e hijas, en sus avances y en sus logros. Sin embargo, el comparar también nos lleva a que sea un obstáculo para este proceso. En primer lugar, porque los/las estamos poniendo en el mismo nivel del desarrollo madurativo y emocional, cuando en realidad cada uno/una tiene sus propios tiempos y ritmos y que en ese caso no estaríamos respetando. En segundo lugar, estamos poniendo expectativas altas en nosotros y en nuestros hijos e hijas, quizás con un alto grado de ansiedad que tampoco estaría favoreciendo esta etapa madurativa. En tercer lugar, al comparar estamos tratando de forma inconsciente apresurar o adelantar el proceso. Por último (aunque se podría seguir enumerando), al decir “ya estás grande como o para…”, también estamos comparando y estamos presionando sobre las acciones y conductas, poniéndolos en un lugar de cosas que hacen los grandes, cuando en realidad aún son pequeños. ¿Cómo son nuestros hijos e hijas a esta edad?

En esta etapa del control de esfínteres, se manifiestan diferentes conductas o comportamientos que son necesarios que ocurran para el desarrollo de las diferentes áreas que mencioné a lo largo del texto. Entre ellas, podemos observar que son desafiantes ante todo límite o pauta que podamos decirles; se van a manifestar en esta oposición a través de berrinches, enojos, llantos y gritos. También están pasando por una etapa de egocentrismo, que hace que sean ellos y ellas protagonistas de toda situación que se viva en la familia. Tienen baja tolerancia a la frustración, preguntan por todo y el “¿por qué?” se vuelve casi algo cotidiano en sus expresiones. Exploran todo lo que está a su alrededor con todos sus sentidos y destreza física, no les gusta compartir y tienen interés por ensuciarse, salpicar y romper. En esta etapa, la imitación tiene un rol fundamental ya que se presenta como forma de aprendizaje, mediante la observación de conductas, el diálogo o la verbalización de lo que se está haciendo, como así también desde lo gestual. Entre hermanos y hermanas resulta favorable la imitación para lograr o adquirir ciertas conductas o aprendizajes, por eso es importante verbalizar las acciones de ciertas situaciones como así también hacer visible los cambios, modificaciones o logros que vayan surgiendo. De esta manera, estamos estimulando el aprendizaje en conjunto, sin olvidarnos que cada uno y una tiene sus propios ritmos y tiempos.

La importancia del juego simbólico y el control de esfínteres

El juego simbólico permite “hacer como si” estuvieran yendo al baño, les permite tomar un rol en el juego y ser protagonistas de la situación que se plantea.

Como también la imitación de acciones o conductas resulta de mucha importancia y se puede dar a través de la observación o intervención en el juego, ya que la imitación es una oportunidad de aprendizaje. Es importante involucrarnos como adultos, jugar con ellos y ellas, plantear situaciones de conflicto para luego poder brindar opciones y formas de resolverlas. Para eso, hay que tener en cuenta lo que les está pasando a nuestros hijos e hijas para poder jugar y que logren de a poco elaborar todo lo que conlleva la etapa del control de esfínteres y trasladarlo al juego. Así también, el juego en sí mismo va a ser un vehículo para descargar las emociones como ansiedad, frustración, enojos. En cuanto a la forma de jugar, podemos pensarlo con muñecas/os, peluches o bebotes, llevarlos al baño y sentarlos en la pelela o inodoro, jugar con papel higiénico, ponerles y sacarles el pañal a los muñecos, ponerles bombacha o calzoncillos. También, se puede armar una caja con pañales, chupetes, algodón, paquete de toallitas (que ya no usen), mamadera, papel higiénico, envase de óleo. Como todo momento de aprendizaje y etapa en la que transcurren los niños y las niñas, tenemos que acompañar, estar presentes, para que nuestra intervención pueda ser de la manera más adecuada posible a la situación que estén viviendo, ya sea de forma individual, como también en el entorno familiar. ; Vestir con ropa cómoda, sin botones, sin cinturón. Que sea fácil de manejar. ; Ambientar el baño para que sea un lugar agradable. Se lo puede decorar con dibujos. ; Poner un banquito, toalla, jabón, pañales, ropa interior y papel higiénico a su alcance, para que puedan hacer uso de ello sin necesitar de tu ayuda. ; Dejar que ingresen con nosotros al baño, les permite visualizar lo que sucede, qué se hace y cómo. ; Ir a comprar juntos la ropa interior. ; Se puede usar un adaptador para inodoros. ; Armar un rincón con algunos juguetes. ; Leer cuentos o mostrar imágenes referidos al tema. ; Jugar con agua y con masa. ; Jugar con muñecos, bebotes, pañales, etc. ; Dieta equilibrada, verduras, frutas, carnes.

Recursos y estrategias

Datos de la autora

Eugenia Conte

Soy psicopedagoga y docente. Tengo una Especialización en el Nivel Maternal (0-3 años). Estoy formada en Crianza con respeto y consciencia, en Autismo centrado en la familia, en Trauma y apego desorganizado, Habilidades sociales, Apego en la primera infancia y Neuropsicología infantil. Oriento a familias en crianza y primera infancia y trabajo en consultorio online con niños y niñas que requieran un acompañamiento en aspectos del desarrollo del aprendizaje y dificultades en las habilidades sociales. Realizo talleres para familias y para docentes. Soy asesora de la Fundación Multifamilias.

Contacto

@crianzasinfronteras

¿Cuándo tus gemelos se dieron cuenta de la existencia uno del otro? ¡Esta es la cuestión!

Dr. Nancy L. Segal* Traducido por Laura Pérgola

Tanto las madres y los padres como los docentes están muy preocupados con la relación entre cada co-múltiple. Mientras existen muchas guías en relación con estos temas, yo sostengo que las decisiones deben tomarse sobre la base de caso por caso. Los gemelos en sí mismos tienden a permitirles a sus padres y a otras personar conocer qué es lo mejor de ellos. Esto conduce a la pregunta: ¿cuándo los gemelos comienzan a tener conciencia de la existencia uno del otro? Me gustaría abordar la temática en referencia a un estudio clásico sobre gemelos. Ese trabajo, titulado “Gemelos: un estudio sobre tres pares de gemelos idénticos con treinta gráficos”, fue coordinado por Dorothy Burlingham, en 1952. Su estudio brinda descripciones muy detalladas de tres jóvenes pares de gemelos idénticos, dos de gemelas y uno de gemelos. Por lo tanto, este artículo también se focaliza en la situación de los gemelos idénticos. De modo interesante, Dorothy Burlingham nació en la famosa familia Tiffany, era la última de cuatro hijos. Su padre, Louis Tiffany era un artista y decorador y el heredero de Tiffany & Co., fundada por su propio padre. Él es más conocido por las lámparas Tiffany. Sus primeras dos hijas, Julia y Louise, nacidas en 1887, eran gemelas idénticas, quienes fueron probablemente la fuente de interés por los gemelos de Burlingham. Ella parecía sentir envidia por la cercana relación que compartían sus hermanas más grandes (Burlingham, 1989). Ella también fue consciente de la extensa fascinación que los niños gemelos inspiraban, hasta entre la gente que ya conocía gemelos o que tenía gemelos en sus familias. Aun así, ella sugiere que las gemelas más grandes carecían de ese encanto (Burlingham, 1952, p. 8). Durante la guerra, Burlingham y Anna Freud (hija de Sigmund Freud) fundaron la Hampstead Nurseries, una casa residencial para niños entre los 10 días y los 10 años. Esa guardería fue el hogar de cuatro pares de gemelos idénticos, dos pares de gemelos fraternos y un par de trillizos fraternos. Tres pares de gemelos idénticos fueron seleccionados para ser observados (Burlingham, 1952), pero no está claro por qué el otro par no fue incluido en el estudio. Los gemelos eran Bill y Bert, Bessie y Jessie y Mary y Madge. Bert primero se dio cuenta de Bill a los siete meses, cuando él le sonría a su hermano, aunque Bill no res-

California State University, Fullerton Psychology Department. Fullerton, CA 92834 USA drnancysegaltwins.org, nsegal@fullerton.edu

Es probable que la conciencia de la existencia uno del otro de los gemelos comience antes de los siete u ocho meses.

pondía. A los 8 meses, cuando estaban en la misma cuna, Bert se quedaba dormido y Bill lo molestaba hasta el punto que la separación, algunas veces, era necesaria. Jessie y Bessie tomaron conciencia una de otra a los 8 meses cuando Jessie puso su mano en la cuna de Bessie. Bessie repitió ese comportamiento con Jessie un mes más tarde. Bessie y Jessie llegaron a Hampstead Nurseries cuando tenían 4 meses. Bill y Bert tenían también 4 meses cuando fueron enviados a Hampstead Nurseries. Mary y Madge llegaron cuando tenían tres años y siete meses. Burlingham mostró mucho interés en los detalles sobre la vida de los gemelos por eso su trabajo vale la pena leerlo en su totalidad. Presentaré, sin embargo, hallazgos seleccionados sobre la temprana relación entre los gemelos. Es importante tener en mente que de estas observaciones algunas no se aplican a todos los gemelos y que sus comportamientos fueron filtrados a través de los ojos de las enfermeras que los cuidaban. Las observaciones tempranas no fueron posibles para Mary y Madge, quienes llegaron a la residencia cuando eran más grandes. Es probable que la conciencia de la existencia uno del otro de los gemelos comience antes de los siete u ocho meses. Un artículo del ya fallecido médico, T. Berry Brazelton, da cuenta de que entre los tres y cuatro meses, una gemela idéntica parece desorientarse cuando sacan a su hermana de la habitación. Cuando esto sucedía, ella paraba de moverse o de alimentarse hasta que escuchaba la voz de su hermana (Brazelton, 1980). Los investigadores observan que los niños de tan solo 6 meses muestran interés social uno de otro, pero como indicamos esto puede ocurrir mucho antes en gemelos (Brownell & Brown, 1992; Eckerman & Peterman, 2001). Basado en la evolución de las relaciones de cada par de gemelos, Burlingham concluyó que los gemelos experimentan una rivalidad más intensa que los no gemelos. Ella notó que algunas/os madres/padres tratan de calmar la situación cortando la relación de los gemelos, o enviando a un gemelo para que sea criado en otro lugar. Sin embargo, ella no cita una fuente de estas muy inusuales decisiones con las que no estaba de acuerdo. Ella señaló: “Este es un método inadecuado para resolver la situación. Los gemelos no pueden evitar las dificultades cuando son inherente a su relación gemelar, al igual que los niños comunes (nacidos solo) no pueden evitar ser influidos por el hecho de ser un hijo mayor, menor o mediano” (p. 88). Ella recalcó que cuando los gemelos mantienen una relación saludable con sus padres esto puede ayudar a mantener la dependencia y la identidad de los gemelos en la perspectiva adecuada.

Este artículo fue adaptado de uno más extenso: Segal, N.L. (2019). Justifying separate experiences for twins: Dorothy Burlingham’s classic twin study. Twin Research and Human Genetics, 22(6), 824-828, and one that appeared in “Twofold,” my blog in Psychology Today online.

Referencias

Brazelton, T.B. (1980). It’s Twins. Redbook Magazine, 60, 83-84. Brownell, C.A., & Brown, E. (1992). Peers and play in infants and toddlers. In V. B. Van Hasselt (Ed.)

Handbook of Social Development: A Lifespan

Perspective. pp. 183-200. Boston, MA: Springer. Burlingham, D.T. (1952). Twins: A study of three sets of identical twins with 30 charts. Londres, UK: Imago. Burlingham, M.J. (1989). The last Tiffany: A biography of Dorothy Tiffany Burlingham. Nueva York, NY: Atheneum. Eckerman, C. O., & Peterman, K. (2001). Peers and infant social/communicative development. In G. Bremner, & A. Fogelman (Eds.). Blackwell

Handbook of Infant Development. pp. 326-350. Malden, MA: Blackwell. 326-350.

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