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ANDAMIOS
POR Marlene Diveinz FOTO cortesía Museo de Arte Moderno
SOBRE PAREDES, SE ESCRIBIÓ LA HISTORIA DE LA SOCIEDAD EN LA ÉPOCA EN LA QUE EL ARTE SE MANIFESTABA CON GRANDILOCUENCIA. EL MURALISMO ESTÁ VIVO Y SE REFLEJA EN UNA EXPOSICIÓN DE ARTE EN CIUDAD DE MÉXICO.
Somos hoy, el futuro de hace un siglo, tiempo de transición, de forja, de temple. ¿Hacia qué, a dónde, entonces? La pregunta acierta, como flecha, y cae sobre nosotros, naturaleza viva y sobreviviente, espectadores de la exposición “Detrás de los andamios” en el Museo de Arte Moderno que, tras dos años cerrado por remodelación y pandemia, abrió puertas con una muestra conmemorativa de los 100 años del muralismo en México.
Después de la primera gran guerra y las revoluciones de cada país, el mundo de 1920 se desbordaba creativo y eufórico hacia búsquedas y experimentaciones en el arte, la ciencia e incluso otros modos de vivir y ser. México aún olía a pólvora y a Porfirio Díaz, tenía una constitución avanzada para la época y mantenía la paz a fuerza de traiciones, los miles de kilómetros de ferrocarriles y telégrafos comunicaban todo el país pero no resolvían la miseria y la ignorancia. El filósofo y escritor José Vasconcelos creía que el arte y la educación podrían amalgamar una identidad propia, sin copias europeas o estadounidenses.
Su imaginario de progreso encontró apoyo en políticos y artistas, quienes coincidían en la cruzada cultural y educativa que exaltara principios éticos y virtudes cívicas de una nación rica en historia. El primer mural fue ejecutado por Roberto Montenegro y Gerardo Murillo (Dr. Atl) en el edificio del antiguo colegio máximo jesuita de San Pedro y San Pablo, ubicado en el centro de la ciudad de México. En el “Árbol de la ciencia o Árbol de la vida” estaban las bases del movimiento pictórico: paisajes nacionales, personajes del pueblo y motivos del arte popular mexicano. Era 1921, el principio de una época.
Somos, también, una especie de contradicciones y anhelos insaciables: hacemos la guerra y creamos tiempos de iluminaciones; somos de naturaleza pedestre y aún así intentamos acercarnos al cielo para alcanzar la propia inmortalidad. Los andamios, esa infraestructura necesaria para alcanzar los extensos muros y los elevados techos, fueron trepados por los artistas pioneros: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, nacidos entre 1886 y 1896. Ágiles para subir y bajar, con ojos sagaces cuando llegaba la noche, con trayectoria ya reconocida dentro y fuera del país. Una pasión viviente que aún podemos apreciar.
DESTACA LA ESTÉTICA Y CULTURA HISTÓRICA DE LA DISCIPLINA ARTÍSTICA DEL GRABADO
ENTRAÑAS DEL MURALISMO
La muestra ocupa amplios espacios del MAM con acervos propios como bocetos de murales, fotografías de época y reproducciones a escala y está organizada en tres núcleos temáticos. “Un proyecto vanguardista” aborda las confluencias entre el programa cultural de José Vasconcelos y las posturas de los artistas ante un proyecto de arte monumental con profundo sentido social. “Tradición: construcción de una identidad estética y cultural” revisa cómo el muralismo consolidó un abanico de “lo mexicano”, en su intención por construir una identidad cultural y artística. “Definiciones de modernidad” reflexiona sobre la vanguardia de los elementos formales y compositivos de las obras murales y su diálogo con otros movimientos de la época que también buscaban definir la modernidad artística. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido de cada fotografía expuesta y cómo establecemos un diálogo con las imágenes? El naturalista Gerardo Murillo, “Dr Atl”, observa su mural en busca de un espacio para el volcán; Diego Rivera, sentado a varios metros sobre el suelo, no sabe si sueña en domingo o solo toma un respiro. Siqueiros, inconfundible con su gesto adusto. O imaginar el diálogo de los campesinos al verse representados en el mural, con su vestimenta y su hacer cotidiano.
Pero también hay lugar para la contradicción frente a los bocetos al carbón y la propuesta de color de María Izquierdo, realizados en 1945 para la escalera monumental del edificio de Gobierno del Departamento del Distrito Federal, que no fueron realizados debido a las diferencias con los pioneros, entre ellos Rivera quien alabó su trabajo y promovió su primera individual. “Es un delito ser mujer y tener talento”, sentenció la artista en algún momento. Otras mujeres ausentes, son, por ejemplo, Aurora Reyes, Lina Razo o Fanny Rabel. Nada sorprendente si José Vasconcelos apoyó la iniciativa del periódico Excélsior para promover el día de las Madres con el fin de combatir las nacientes ideas de liberación de las mujeres durante el primer congreso Feminista de Yucatán, en 1916.
“Detrás de los andamios” permanecerá en el MAM en Paseo de la Reforma s/n, Primera Sección del Bosque de Chapultepec hasta el 31 de diciembre. HACIA EL PRESENTE
Llega el día en que hay que ir sobre sí y los pasados, el que nos pertenece por el hecho de vivir y el que heredamos y nos hace ser. Hay cambios, sí, pero ¿cuán diferentes? Tiempos de pandemia, guerras, arte virtual creado por inteligencia artificial. Como hace un siglo, una época ya no es pero tampoco se configura la siguiente. Mientras, flota la pregunta, ¿qué México somos a 100 años del muralismo? Inevitable recordar el poema de José Emilio Pacheco:
Alta traición
No amo mi patria. Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida
por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha,
gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas
y tres o cuatro ríos.
Así, asistimos a los rituales de la memoria con la festiva sensación de que el mundo sigue ahí pero además con el desconcierto de lo nuevo, como que a las ayudas técnicas de inclusión como cédulas en sistema braille, rampas, elevadores, apoyos táctiles y textos en señas mexicanas, se suma un sanitario para todo género, es decir, personas que no se identifican como cisgénero. ¿Somos el inexorable futuro?