PRIMAVERA 2015
MURAL
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MURAL PRIMAVERA 2015 VOLUMEN 1/ NUMERO 2
Editors in Chief
Daniel RamĂrez-Raftree Adaline Torres
Managing Editors
Christian Daniela Sanchez Coral Estrella Sabino Silvestre
Associate Editors George Adames Daniela Campillo Patricia van Hissenhoven Luisa Sepulveda Ana Paz
Business Manager Samuel Fell
Graduate Advisors Hilda Larrazabal Manuel Olmedo
Faculty Advisors Agnes Lugo-Ortiz Miguel MartĂnez
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CONTENIDO Introducción
Escribir en español. Mauricio Tenorio Trillo. Editor’s Letter. Grupo Editorial.
Reseñas
Intro to violence Los trabajos del reino. Samuel Fell. Señorita Vodka. Christian Daniela Sanchez. Los detectives salvajes. Daniel Ramírez-Raftree. Plegaria muda. Patricia van Hissenhoven.
Política
Oportunidades: A Productive Path to Women’s Agency. Maya Handa. El caso de Charlie Hebdo. Patricia van Hissenhoven.
Tertulia
Invisible Latinidad. Jaime Sanchez Jr. Muy Cuba mía. Jessica Kern. Malinchismo. Isabelle Barany Puerto Rico. Cristina Ochoa. Manguita. Carly Betrand.
Poesía
Build me a girl. Beca Alderete Baca. ERRATA. Maya Festinger. Tres. Claudia Girabaldi. Mexico City. Connor Goodwin. ¿poema? Adaline Torres. Check One. Vincente Perez.
Arte Visual
¿hij@s de quien? Ana Gonzalez. Margarita dos. Michelle Bueno. Untitled I. Adaline Torres. Untitled II. Adaline Torres.
Eventos | Agradecimientos
Cover Photo: Ada Torres
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Escribir en español [Fragmento de Recuerdo de don Ignacio, libro en que transcribo las enseñanzas de don Ignacio Merlina y Rapaport, un exiliado español al cual, en mis mocedades, yo frecuentaba en la ciudad de México]
Mauricio Tenorio Trillo Con la Parca susurrándole al oído, don Ignacio Merlina y Rapaport se dio a reflexionar sobre la ironía que le había garantizado sustento durante décadas: vender en inglés lo que leía, escribía y pensaba en español. “Pensar y escribir en español”, decía, “es una forma, exhibicionista, de la nadería”. Porque, nos explicaba: “no dudéis, nens, para el literati planetario poco o nada cuenta lo que se piensa y dice en español”. En efecto, sin ser logo-patriota castizo o catalán (el viejo, de familia, hablaba la lengua d’Oc, el catalán y el inglés), don Ignacio se asumía pensamiento y letra en español. No parecía molestarle la marginalidad; era mercader de esa marginalidad, vendía entraditas, lucecitas, de un universo considerado tan menor como para que al mundo en inglés le bastara con unas cuantas citas seleccionadas por don Ignacio. Cuando la chamacada que frecuentaba a don Ignacio comenzó a irse a estudiar a Inglaterra, Francia o Estados Unidos, don Ignacio nos recomendaba escribir en francés o en inglés tanto como pudiéramos. Quería que escribiéramos esas lenguas, pero “nunca dejéis de escribir en español, aunque sean largas cartas cual ejercicios de dedos y neuronas; aunque sean divertimentos personales, escribid en la lengua que hasta ahora los ha incluido como suyos”. Escribir reportes o ensayos académicos de esos que él recibía en inglés, decía, es cosa de pericia técnica. “Escribir, lo que se llama escribir, en otra lengua, os será difícil, pero hay que hacerlo, no por el bien de esas lenguas, sino de la vuestra. Después de escribir en otras lenguas, la propia nunca será la misma, para bien y para mal”. Don Ignacio aumentó sus consejas conforme fuimos regresando de nuestros estudios en el extranjero o nos fuimos quedando a vivir en otras lenguas. Una tarde de verano, sentados en su biblioteca, nos salió con la puntada de una fotocopia –de esas hediondas que manchaban al tacto—. La repartió entre los tertulianos con una sonrisa burlona. “Para que no os olvidéis ni de mí ni del castigo: escribir en castellano”. Transcribo la fotocopia, cuya cabecera rezaba “Escribir en español”:
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1. No seáis traductores. Vuestro único inalienable deber cultural es pensar por vosotros mismos. Escribir en español, bueno o malo, para difundir lo que dicen las luminarias internacionales es innecesario. Para eso está el inglés. Tened algo que decir, algo pensado que empuje a sus límite las capacidades de vuestra lengua, que muestre vuestra ciudadanía en todos los ecos de las varias lenguas y tonos a que vuestra marginalidad os ha condenado. Escribir así es hacerle un su huequito a la palabras para que resuenen desembarazadas del aquí y del ahora.
2. Sed locales por necesidad pero no localistas queriendo o sin querer. Nadie puede escribir en un castellano librado de los ecos locales de una ciudad, de un barrio. Pero ni asumáis la lengua de Chueca o de Coyoacán como todo el castellano, ni os entreguéis al ejercicio etnográfico de hablar como la gente –que siempre es una gente, la de aquí o la de allá. Cada palabra tiene su sabiduría y su sabrosura, si no la entendéis, si no la compartís, you might as well write user manuals or academic reports in English. La sabiduría y la sabrosura de lo local sólo es disfrutable si se encuentra la manera de transcribir no el mexicanismo o la catalanada o el lunfardo local, sino el conocimiento y el sentimiento que las palabras cargan. Si por escribir “no hay limones” escribo en vernácula chilanga “lo que viene a ser limones no se los trabajo”, tendría que lograr el párrafo que trasmitiera el sabor, las connotaciones de clase, las necesarias ambigüedades que exige el cotidiano duelo retórico mexicano, o tendría que asumir que sólo un reducido porcentaje de hispanohablantes entiende la ironía. Y si como catalán, vasco o madrileño escribo “Hay que ir a por las ideas, sin reparar en los costes” y lo asumo castellano universal, debo darme no sólo por marginal –que es castellano lo que escribo—sino por ostentoso y unilateral habitante de la periférica gachupinería. 3. Lo cual quiere decir que hay que escribir más de un castellano. Todos, por clase social, por origen geográfico, escribimos cotidianamente dos o tres castellanos. Pero nuestra marginalidad lingüística no nos excusa de estar al tanto de cuantos castellanos sea posible. No vasta leer autores españoles, peruanos, argentinos. Hay que oírlos, viajar, vivir en otros castellanos. Siempre seréis autómatas de vuestra propia lengua, pero un poco de extranjería con las palabras las hace más vivas, más dueñas de sí mismas. 4. Cualquier lengua es, en potencia, palabrosa. Pero he aquí que la palabrería ha sido hábito y vicio del castellano. Escribir en castellano debiera ser acto de contrición: somos y hemos sido palabrosos, por nuestra culpa, por nuestra gran culpa. Dad a cada palabra su lugar, a cada adjetivo su peso. Lo cual nos lleva al armatoste: escritor en castellano ha de tener, en casa y en mente, tijeras, las de pollero, para hacer las de podar sin recato alguno. (Lo mismo podría decirse de quien escribe en francés, un decir, pero yo no soy quién para sugerirlo). 5. Asumamos que hay un poema, un ensayo, una novela inédita, genial, sólo decible gracias a los recursos que, en su secreta esencia, otorga el castellano. Si es así, es porque ese castellano incluye los siglos de intentarlo, las lecturas en muchas otras lenguas, y la autoconsciencia de estar experimentando. Vivid su lengua a todo lo ancho actual y a todo lo largo histórico, hay que des-automatizar el uso de cada elemento de la lengua, tratad, experimentad, borrad todo lo que sea andamio y dejad en tinta y papel sólo el intento, vuestro intento. No apabulláis con erudición, no recetéis los automatismos que vuestro cerebro incluso dormido produciría. 6. De la marginalidad, mientras escribáis en español, no os salvareis, ella es castigo
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y bendición. Pero, eso sí, no habitar los márgenes en toda su inevitabilidad y en todas sus posibilidades no es ser marginal sino “pendejo”. Tomar la pluma asumiéndose un secreto Hegel en lengua de Castilla es tan locuaz como asumir que existe una esencia a-lingüística que igual es capturada en el castellano de andar por casa que en el inglés de ordenador. Si queréis anidar en las verdaderas posibilidades que vuestra lengua permite en toda su marginalidad, leed poesía. No importa si se trata de escribir novelas o historia o ciencia. Si hay que hacerlo con toda la potencia del castellano, leed mucha poseía en castellano, en inglés, en cualquier lengua que podáis. En la poesía las lenguas revelan sus secretos. Manuales para usar la lengua los hay y muchos (diccionarios, gramáticas); manuales para ser y estar en la lengua, solo uno: la poesía. 7. Las lenguas, como las naciones, escurren sangre. Pero con las lenguas, menos lloriqueos y más manos a la obra: escribir no es un fuero ni histórico ni genético, es un oficio que se aprende con las largas horas-culo. Vamos: seso presto, culo chato y a escribir y a dejarse de jeremiadas que es oficio no suplicio. 8. No hace daño escribir el latín que nos corresponde. Escriba usted en inglés, es lo que toca, es una monserga, sí; también es una gran ventaja, es necesario. Si, siendo hispano-hablante, abandona usted el castellano por el inglés, dése por bien servido, será que usted escribe muy bien el inglés o que no tiene mucho que decir. Ninguna de las dos cosas es trágica, ni para usted ni para ninguna lengua. Eso sí, no asuma que por escribir en inglés usted ya no es marginal –depende de quién sea usted, desde dónde escriba, cómo escriba, qué diga--. Como en español o en francés, la fama académica o literaria le puede venir por hacer las de perico en inglés. En cien años, esté usted seguro, nadie leerá el 99.9% de lo que hoy se escribe en inglés, en español o en alemán. Su regreso al castellano, su ser marginal en español, sólo vale la pena si aspira a pensar y escribir como ese .1% que será leído en cien años, aunque fracase. El fiasco verdadero es no intentarlo, sobre todo en los márgenes, en español, del que ninguna luminaria internacional aguarda nada revelador. 9. Regla de tres de la escritura: a) si usted no lee, no escriba; b) no lea sólo para escribir; c) nunca escriba más de lo que lee.
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Margarita dos by Michelle Bueno
Photography by Joseline X. Gomez7
BECO DO BATMAN 8 Images from google.com
Introducción a esta edición de Mural El grupo editorial Hecha la tarea de comenzar, pasamos al proceso de desarrollar, un proceso que, esperamos no tendrá fin. No queremos entrar en sentimentalismos, porque no creemos que eso le importe mucho a nuestros lectores. Aquí nuestro objetivo es empujar la metáfora fundadora de este proyecto literario. Para muchos, cuando se piensa en la relación entre el concepto del mural y la historia latinoamericana, los Tres Grandes del muralismo mexicano surgen en la mente, y con buena razón. David Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera son artistas de obras impresionantes y amplia influencia intelectual. Cada uno elaboró un estilo personal que contribuyó a la creación de una nueva cultura visual para México, y que logró enfatizar las particularidades de la cultura mexicana y a la vez entrar en diálogo con las formas artísticas vanguardistas saliendo de Europa. Más aún, ellos tres tuvieron un papel importante en la elaboración del programa político-nacional mexicano que buscaba crear una sociedad civil cuyo carácter nacional se basara en los principios ideológicos de la Revolución Mexicana. En fin, los Tres Grandes tienen cierto nivel de propiedad sobre el género artístico del mural, ya que fueron unos de los primeros latinoamericanos en trabajar el género con destreza. Algunos muralistas contemporáneos siguen trabajando muralismo de una manera similar, aunque quizás con diferentes aspiraciones culturales y políticas. Todavía se pueden encontrar artistas que pintan murales comisionados por algún patrocinador (como lo hicieron los Tres Grandes). A nadie se le ocurriría pintar encima de las obras de estos muralistas, eso arruinaría su valor. Basta con ver algunas obras pintadas por Os Gêmeos para entender por qué estos artistas encuentran patrocinadores y por qué se intenta prohibir que alguien pinte sobre sus murales. Sin embargo, éste no es el modelo de muralismo del que surge Mural. Para comenzar, sería un poco presuntuoso imaginar que todos los autores que publicamos cada trimestre puedan tener el mismo calibre que Siqueiros u Os Gêmeos. Sin embargo, lo que más nos interesa a nosotros es que existe un modelo de muralismo que se asemeja más a lo que esperamos que Mural pueda ser. Hay un callejón en la ciudad de São Paulo que se llama Beco do Batman. Las paredes que se alinean a los lados de este callejón están cubiertas de numerosos murales pintados por varios artistas. Según la historia, después de que un diseño de Batman apareció en una pared del callejón, los estudiantes de artes plásticas comenzaron a pintar todas las paredes del sitio, y con el paso del tiempo el Beco do Batman se convirtió en una institución vibrante para los muralistas amateurs de São Paulo. Hoy en día, los murales de aquel lugar siguen en un flujo constante mientras los muralistas disputan por tener su propio espacio en las paredes y colaboran para crear un sitio artístico dinámico. Este callejón es el lugar perfecto para un muralista amateur que quiera “cut their teeth”, como se dice de los jóvenes que quieren conseguir experiencia dentro de un oficio y comprobar que son artistas hábiles con algo valioso que decir. Éste es el modelo de muralismo del cual deriva Mural. Mural es para los amateurs—los que hacen algo por amor—con ganas de crear. Por eso los invitamos a ustedes lectores, a responder a lo que leen en estas páginas. Si no están de acuerdo con algo, si quieren añadir detalles a la discusión de un artículo, si se encuentran con un tema que les ocupa la mente y quieren compartir sus conclusiones, lo que sea, pues compartan sus ideas con nosotros. Vengan y corten sus dientes. Mural requiere disputas y colaboración, requiere hambre y energía. Vamos lectores, ayúdennos a construir.
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Photography by Ada Torres
Photography by Christian Sanchez
Rese単as Los trabajos del reino Se単orita Vodka Los detectives salvajes Plegaria Muda
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VIOLENCIA
Esta serie de reseñas está dedicada a obras literarias y artísticas que exploran el tema de la violencia. Hace poco hice un viaje a mi primera patria. El tiempo que pasé allá me dejó pensando en la violencia arbitraria que se ejerce diariamente por las maras que han establecido su control sobre varios pueblos de la región. Uno ya no puede salir de casa completamente seguro de que no va tener un encuentro que le saldrá mal. La percepción, falsa o no, de una mala mirada puede resultar cara. Jóvenes, hijos de la periferia global, encuentran poder en sus pistolas y en el vaciamiento de sus facultades empáticas. Mi abuelo, un hombre reconocido por la dureza que movilizaba contra cualquiera que desafiara lo suyo, hoy en día tiene que tratar a los adolescentes que recorren su barrio con cautela y con respeto que surge de un corazón palpitante, que tuerce las entrañas. Un hombre de setenta empequeñecido por un niño de quince. Saliendo de lo cotidiano, las representaciones culturales de la violencia en el mundo latinoamericano abren una problemática que ha sido elaborada por algunos pensadores: ¿es la violencia el nuevo lenguaje de alteridad que permite que la producción cultural latinoamericana sea aceptable y consumible en los centros del mundo occidental? Si así es, ¿qué clase de violencia forma parte de este lenguaje de alteridad que está creando nuevas paredes ante el entendimiento de la cultura latinoamericana? Con esta anécdota y este problema, cedo la voz a las reseñas. Ellas apuntan a un puñado de obras que ofrecen diversas perspectivas sobre la violencia, y sirven para iluminar pensamiento y discusión sobre la violencia en América Latina, cotidiana o no.
Los trabajos del reino Yuri Herrera Reseña por Samuel Fell
Los trabajos del reino, por Yuri Herrera, ofrece una nueva visión al mundo del narcotráfico. No es un libro biográfico, ni de ficción histórica, ni tampoco hay mención de El Chapo, ni de Los Zetas en toda la historia. Los trabajos del reino se enfoca en representar una visión novedosa del narcotráfico. Unos analistas políticos han descrito al mundo del
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narcotráfico como un mundo feudal, en que las relaciones entre las personas se definen por las relaciones de poder y fuerza más que por las ideas de derechos naturales que asociamos con el estado moderno. De una manera, Herrera trata de explorar artísticamente esa idea; la del narcotráfico como una reformulación de las relaciones humanas, y su ingeniosa prosa y la estructura muy innovadora de la obra hace que su proyecto sea muy exitoso. Los trabajos del reino no trata de criticar duramente al narcotráfico, ni a los delincuentes que matan a sus amigos y a sus enemigos por diversas razones como dinero, drogas y honor. Por el contrario,
los presenta como personajes en un drama cortesano, sin información bibliográfica e identificados solamente por su función (Rey, Doctor, Artista). Nombrar los personajes así es clave en el proyecto de Los trabajos del reino. El lector probablemente puede reconocer a narcotraficantes verdaderos, a quienes se puede referir solamente por su apodo (El Chapo, El Más Loco, o Z-42 son unos ejemplos). Dar apodos a cada personaje en este libro nos señala que sí hay un elemento referencial. Pero también, nombrar a los personajes así los sitúa totalmente dentro de la trama de este libro. Este balance, entre lo referencial y lo artístico, es lo que atrae al lector. Se puede reconocer que el contexto de esta obra es bien importante, pero debido a la manera en que Herrera escribe nunca se da ninguna referencia que se puede usar para situar los hechos de Los trabajos del reino. No hay ninguna referencia a narcotraficantes, políticos, ni policías verdaderos. Los trabajos del reino no quiere ser un libro crítico de la política de Felipe Calderón, ni quiere denunciar los crímenes de los Zetas o del Cartel del Golfo. Es un proyecto artístico sumamente interesado en el drama personal del nuevo espacio creado por el poder de los narcotraficantes. Pienso yo, como lector, que Herrera desarrolla su proyecto de manera exitosa. Los personajes se desarrollan de tal manera que se crea un drama cortesano, sin profundizar en las historias personales de los personajes. Es un libro corto, y tiene una historia que contar. La trama se enfoca en la historia de un Artista extranjero, traído a la “corte” de un Rey
narcotraficante, y el lector ve a la “corte” con los ojos del Artista. No sabemos exactamente el efecto que Herrera quiere tener en sus lectores, pero si lo que quiere es crear una nueva visión artística del crimen organizado, logra ese efecto de manera hábil. El lector se puede identificar con el Artista, pero también con los otros “jugadores” en el juego de poder que toman lugar en el mundo feudal creado por Herrera. La trama de Los trabajos del reino se enfoca en cómo las nuevas relaciones de poder se pueden controlar hasta definir las relaciones humanas. Durante casi todo el libro, Herrera se enfoca en este punto central. Y al poner a su lector dentro de ese nuevo mundo feudal, lleno de intriga, Los trabajos del reino tiene mucho éxito.
Señorita Vodka Susana Iglesias Reseña por Christian Daniela Sanchez
Desenfrenada, Susana Iglesias no tuvo ningún filtro al crear el mundo de la Señorita Vodka. Lágrimas, rencor y una felicidad inalcanzable afligen a una teibolera que vive entre Hollywood y el D.F. Encuentras en este libro la oportunidad de entender una vida no privilegiada, pero honesta. La vida de una teibolera ya es difícil, pero cuando tu pasión real es la escritura y las palabras, lo de contar una historia, especialmente la tuya, se pone aún más complicado. La mayoría de la novela toma forma de las notas privadas de la narradora, ella es muy cerebral, y
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por eso requiere un poco de energía meterse en la mente de una persona que está siendo triturada por la vida. Dependiendo de la persona que eres, o te va encantar esto o no lo vas a aguantar. De todas formas la historia merece una lectura para que averigües cual de los dos tipos eres. Señorita Vodka está llena de amor y pasión, de rencores y de fuertes momentos. Primero hay que hablar de la mujer como narradora. Señorita Vodka es rencorosa, alcohólica, vengativa, vulgar y tiene un corazón roto, pero es honesta y tiene pasión. Hemos leído las historias de las vírgenes y las santas, entendemos a las princesas de los cuentos de hadas, pero esto es otro calibre de novela. Es el derecho de una heroína de no ser perfecta; y más allá, de ser de lo peor. La opinión del lector hacia la narradora de la novela es importante porque describe y complica las ideas que tenemos sobre cómo debe ser la mujer. En algunos momentos la novela parece fuera de control y los motivos de Señorita Vodka no son claros. Pero el punto es que no permitas que te incumba lo que hace y no deje de hacer. Sus decisiones son suyas para el bien o mal que le causen. Segundo, es claro que es una mujer compleja y fuerte, entendemos eso y es por eso que hay veces que las acciones de la narradora son muy impactantes. A veces te dejan con un mal sabor de boca, y yo creo que esa es la intención de Iglesias. Pero a veces en el intento de hacer que la Señorita Vodka parezca de nuevo fuerte y compleja, la autora nada más
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enfada. Hay una escena en particular en que llega la narradora a un bar y quiere jugar a la ruleta rusa. Todos se acercan a mirarla, y ella entra en un monólogo interior donde solo piensa en el fracaso de amor que la aflije. Dispara y nada. Vive para seguir tomando y su amigo cuenta un chiste sobre cómo está feliz de no tener que limpiar lo que quedaría de su cabeza. Mientras tanto, si eres como yo, lector, piensas: ¿y por qué estoy pasando mi tiempo leyendo este cuento de nunca acabar, por qué esta escena de más? Es que esta escena se siente forzada. No le encuentro punto, no me ayuda como lectora entender a la narradora, sino que me hace aburrirme de ella. Y es que el carácter de la Señorita Vodka es muy inmoderado, y por eso tiene la capacidad de destruirse. Esta historia tiene que ver con el trauma. En mi opinión es difícil digerir el trauma y la tristeza de Señorita Vodka porque es un dolor inalcanzable para muchos. Te sientes incómodo con su tristeza porque no hay una manera de ver como sería posible tener tanto dentro de uno mismo y al mismo tiempo cometer tantos errores. Pero eso hace que una historia te cautive, y hay que recordar que los traumas ajenos siempre atraen a las personas. “Te prefiero canalla a gandaya. Canalla porque eres digno de respeto y desprecio. Gandaya no (jamás)…” Esta es una de mis líneas favoritas de la narradora. Señorita Vodka te cae bien al final porque ella nada más quiere la ver-
dad, ella no aguanta lo falso. No he tocado todas las partes de la novela dentro de esta reseña y se recomienda leerla por la posible discusión que pueda surgir de ella.
Los detectives salvajes Roberto Bolaños Reseña por Daniel Ramírez-Raftree
Mientras leía Los detectives salvajes, mis amigos me preguntaban de qué se trataba, y realmente me costaba darles una respuesta que me pareciera adecuada. Al principio, les decía que era una historia de la construcción de un movimiento vanguardista mexicano. Cuando esto ya no me parecía suficientemente comprensivo, me enfocaba en los aspectos formales de la obra. Les decía que es una obra escrita en la primera persona desde la perspectiva de más de cincuenta personajes, cada uno con una voz distinta, y que lo que le da unidad a esta pluralidad tan radical es que cada personaje contribuye historias personales sobre sus experiencias con los mismos dos sujetos: Arturo Belano y Ulises Lima. Como lectores, nunca entramos dentro de la subjetividad de éstos, pero la novela es sobre sus vidas y las vidas de las personas que conocieron a lo largo de veinte años. Lo que resulta es una novela densa y larga que representa un esfuerzo feroz por crear una obra liter-
aria compleja que es, por lo menos, parte ficción, parte Historia y parte biografía. Si alguien me preguntara ahora, yo les diría que esta es una novela sobre lo que significa la literatura para la vida. No es el caso que la literatura sea el objeto principal que orienta las vidas de todos estos personajes—sus narraciones contienen diversos temas que son relevantes a la vida cotidiana; ésta no es una exploración unidimensional de la literatura—sino que la literatura siempre está presente, grande y pequeña, influyendo las trayectorias de las vidas de los personajes y proveyendo material conversacional para pasar el rato. Además, en parte debido a la centralidad difusa de la literatura dentro de la obra, Los detectives salvajes tiene aire a novela bohemia. Uso el término “bohemia” tenuemente, esperando que nadie tome esta idea y imponga estereotipos de lo bohemio a la novela, la cual es mucho más que eso. De todos modos, cosas como la locura, la desviación y la irracionalidad no se relegan al estatus debilitador de “alteridad” en esta obra. De hecho, sujetos de este tipo están efectivamente integrados en la historia. A veces, me encontré leyendo una entrada y, como todo está escrito en primera persona, no me di cuenta de que el personaje monologando debía estar loco, tanto que me incorporé a su lógica interior. En fin, ¿qué nos intenta decir esta novela sobre la literatura? Yo no propondré mi interpretación aquí, pues no tengo espacio en esta reseña para desarrollar una tesis de ese tipo. Pero por lo menos diré que yo pienso que hay algo escondido tras la perennidad de
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los temas de “la literatura” y “la locura”. Lo importante es encontrar este “algo” sin borrar el significado de la pluralidad de contenido que hay en esta novela. Pasando a los aspectos formales, hay que reconocer que son impresionantes. Como he dicho, esta novela incorpora las voces de más de cincuenta personajes, todos escritos en la primera persona. Además, Bolaño (el autor) logra que cada personaje tenga una personalidad muy particular. Nunca me encontré leyendo la sección de un personaje y pensando que me sonaba a la voz de otro de los personajes. Es como si el autor hubiera podido meterse en la subjetividad de más de cincuenta personas y salido para representar lo que encontró. Esto dicho, también tengo que advertir que puede ser que un lector se encuentre extrañando el discurso directo, siendo que la mayor parte de la obra está compuesta de discurso indirecto. El efecto es que la novela se lee como una serie de monólogos interiores, y ésta no siempre es una cualidad atractiva. Uno tiene que dedicar tiempo y paciencia a la lectura de esta obra, recursos escasos para un estudiante en la Universidad de Chicago, pero la verdad es que vale la pena invertir en esta novela, especialmente para los que tienen un interés en literatura. Por fin, quiero discutir el tema de la violencia en Los detectives salvajes, porque éste es el tema bajo exploración en esta colección de reseñas. Aunque la violencia no tiene una presencia imponente en esta novela, sí aparece en varias ocasiones, y cuando aparece, está liga-
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da a la locura o a lo sobrenatural. Hay un momento en particular que quiero discutir, en parte porque esta escena es uno de los momentos culminantes de la narración, y en parte porque se relaciona con los temas que introduje anteriormente. La escena a la cual me refiero toma lugar en una playa catalana en donde dos personajes entran en un duelo de espadas. La causa del duelo es que un escritor pensaba que un crítico le iba a dar una mala reseña a un libro que el escritor acababa de sacar, y por eso el escritor desafió al crítico a tener un duelo con él. Un amigo del crítico, mientras observa el duelo, piensa: “Durante un segundo de lucidez tuve la certeza de que nos habíamos vuelto locos. Pero a ese segundo de lucidez se antepuso un supersegundo de superlucidez (si me permiten la expresión) en donde pensé que aquella escena era el resultado lógico de nuestras vidas absurdas” (481). Allí está todo, la violencia como el resultado lógico y loco de una vida dedicada a la literatura. Lo dejo allí, porque pienso que es suficiente para comenzar a pensar el papel de la violencia en la novela. Les debo una conclusión: lean la novela. No solo es buena como una obra de literatura, sino también funciona como una obra histórico-biográfica. En este aspecto, la obra ilumina detalles sobre la vida del autor mismo dentro del contexto histórico de un movimiento vanguardista de los años setenta en adelante. Sin embargo, no se debe olvidar que ésta es una obra de ficción. Cualquier referencia a la vida real se debe entender con este conocimiento en mente. Los detectives
salvajes es una obra multi-dimensional en varios sentidos de la palabra. Leerla toma tiempo y atención, pero serían tiempo y atención bien invertidos.
Plegaria Muda Reseña por Patricia van Hissenhoven
It had been over twenty years since Doris Salcedo, prominent Colombian sculptor, had held any exhibits in Bogotá. There was great eagerness to go to the little gallery in the unfrequented neighborhood of San Felipe. With Plegaria Muda, Silent Prayer, Salcedo returned to her home country, and as I climbed the creaking stairs of the gallery, I was struck by what the topic of the exhibit entailed. Salcedo is far too acquainted with the struggles of violence. Her pieces portray violence as perceived by the victim. Harsh yet beautiful, Salcedo’s work has a way of slapping itself onto one’s memory. The first time I saw one of Salcedo’s pieces was out of a fortuitous event. As I was wandering around the Museum of Contemporary Art in New York, I soon saw myself surrounded by a nearly empty room with thick leather patches roughly stitched to the walls. As I approached them, the shadows of old, dirty, and ragged shoes emerged. There was violence in the uneven stitches that pierced through the leather, but also calmness in the mysterious shoes. In Atrabilarios
(1991-1996) Salcedo showcases the shoes of many victims of bombings in major cities of Colombia. Atrabilarios has the power to strike with discretion. The viewer may choose to ignore the rugged patches, or may be obliviously moved by the stories behind each shoe. When I saw Plegaria Muda, the feelings were similar to those felt in New York. This time, there were stacked tables, one on top of the other. The second floor of a gallery covered with wooden tables, rigid legs all around. Abandonment. Scores of people walking around in silence. As in a ritual, I walked around, slowly, with curiosity. Between the gaps of the planks that made the tables, blades of grass peeked through. There was life in the scene of abandonment. Plegaria Muda is inspired on the extrajudicial executions conducted by the national army against Colombian peasants who were later framed as though they were from the guerrilla. The quiet despair of the scene projects the quiet despair of the many families that lost their loved ones to the ambition of the army to show results in their war against “terrorism”. Now, I am curious of what I will see and feel here. The Museum of Contemporary Art of Chicago is hosting a unique exhibition, bringing many of Salcedo’s pieces that have never been shown together. The artist, last year’s winner of the Hiroshima Art Prize, will showcase La Casa Viuda (1993-1995), Atribalarios, Unland (1995-1998) and Flor de Piel (2014). Furthermore this is the US debut of Plegaria Muda (2008-2010) and of
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Disremembered (2014), her most recent work. Salcedo speaks of an “incurable grief” as her artwork’s common thread. Her value as an artist relies on the fact that she has found a unique language to speak of said grief. Salcedo found the delicate balance of showing the pain of war-torn communities without resorting to baleful displays of gore or perfected euphemisms of pain. Her pieces move the viewer in silence, combining pain with harmony, and even speaking of the dead through a living blade of grass.
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Photography by Ada Torres
Oportunidades: A productive path to women’s agency Maya Handa International development is preoccupied with improvement—of quality of life, of literacy, of child nutrition—but what are the implications of improvement when we discuss peoples’ culture? A program that raises people’s quality of life in statistical terms may inadvertently destroy cultural traditions or norms central to people’s history and identity. Whenever communities interact, especially in a way that labels one agent as the actor, or giver, and one as the receiver, there is a tension between both cultures. Is it appropriate to modify a culture in the name of “improvement”? Whose values should triumph? And what is the most productive path towards improvement? In this paper, I will analyze Mexico’s poverty alleviation program, Oportunidades, and show that its unique design lessens some of this tension by trusting the targeted beneficiaries, especially women, to empower themselves. Critics of the program believe it doesn’t go far enough in subverting the gender norms present in rural Mexico, where women are often valued primarily as wives and caretakers. But I believe that one of the program’s successes is its ability to help women while maintaining their agency and cultural autonomy. In fact, Oportunidades is able to support women as more equal decision-making agents in their households without imposing harmful norms that might render the program less effective. In 1997, Mexico implemented one of the world’s first conditional cash transfer poverty alleviation programs, Progresa (Levy 2006). Its groundbreaking design specifically targeted Mexico’s poorest families, replacing the country’s inefficient food subsidies, in order to focus on breaking the intergenerational cycle of poverty that kept Mexico’s poorest citizens from investing long-term in their own human capital (Levy 2006). Progresa offered female heads-of-household cash grants in exchange for keeping their children in school instead of pulling them out to work and earn money. The grants were meant to compensate those families for the money they lost by keeping their kids in school, while simultaneously allowing children to gain higher education. Beneficiaries were also required to attend health and nutrition information meetings, vaccinate their children, and bring their children to free clinics for health check ups (Levy, 2006). Progresa’s designers trusted the heads of each household to use their cash grants to efficiently benefit the family, and believed that over time the conditions of the grant would
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foster new generations of healthier, better-educated children who could raise their families out of debilitating poverty (Levy 2006). Progresa was deemed so successful by the International Food Policy Research Institute (which was independently contracted to evaluate its effects) that it became the first poverty program ever to survive a change of administration in the Mexican government (Levy 2006). When Vicente Fox was elected president of Mexico in 2002, he continued to support Progresa, re-branding it “Oportunidades” (Levy 2006). Up until the present, Oportunidades, which is now known as Prospera, has continued to lower rates of child malnutrition, increase school enrolment, increase health clinic visits, improve prenatal care, and lower rates of illness in children and adults (Skoufias 2005). However, Oportunidades has faced criticism for the role that women play in its design. Maxine Molyneux argues, “Women’s relationship to [Oportunidades] is based on their status as mothers and their receipt of the stipend is designed to support their reproductive functions and their social role as principal carers of children” (Molyneux 2008). Women receive Oportunidades grants for what the government considers good behavior, which includes taking care of and nourishing children and ensuring that children are healthy and educated. She believes that though women are given more responsibility and more spending money through the program, they are limited in their autonomy because they are expected to use the money to “manage poverty” in the household and better their children’s lives, rather than, necessarily, their own (Molyneux 2008). Primarily, Molyneux criticizes Oportunidades for empowering women “within the existing social relations,” rather than helping to subvert existing societal structures (Molyneux 2008). Molyneux wants Oportunidades to transform a supposedly oppressive culture and challenge people’s expectations about women’s roles. But when Molyneaux suggests imposing radical gender norm transformations on Mexican culture, she is diminishing the capacity of Mexican women to act for their own empowerment, which, besides imposing outside norms on a culture, may actually decrease program participation and undermine effectiveness by creating suspicion about the motives of the program. Attempting to immediately change the beneficiaries’ household structures in order to make women equal participants would be extremely intrusive, and would likely decrease participation in the program. Studies show that Oportunidades has a 97 percent participation rate among eligible households, which is incredibly high for a poverty program and leads to a wide-ranging impact (Skoufias 2005). This is likely due to beneficiaries’ relative freedom with how to use the funds. Beneficiaries report that “most men” accept women’s role in the program, because “benefits help the husband too, and the family as a whole” (Adato 2000b). It is likely that if husbands felt threatened by the program’s direct destabilization of their role, they would not allow participation in the program, which would significantly decrease its effectiveness—regardless of any potential radical benefits. Any kind of obvi-
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ous cultural restructuring on the part of Oportunidades would decrease the reciprocal trust the program has built up: the government trusts beneficiary women to use the money efficiently, and beneficiaries trust the government because they feel that they are not being coerced into destabilizing behavior. However, this is not to say that the Mexican government must sit back and let culture evolve on its own. Oportunidades takes sides within Mexican culture, supporting women as they increase their decision-making power, by giving them more discretion and autonomy within the existing system. Adato’s interviews with beneficiaries reveal that Oportunidades has “increased recognition of women’s importance in the family ... These beliefs preceded [Oportunidades] ... but they have been strengthened and made more explicit because of the government’s recognition of women’s importance” (Adato 2000b). In fact, studies show that households that receive grants have an increased incidence of joint decision-making within the family—that is, women now have more say in household expenditures, possibly because they are viewed as more important, contributing agents (Adato 2000b). These views, expressed by female beneficiaries of the program, imply that the Mexican government has strengthened the recognition of women’s importance within the household simply by choosing them as beneficiaries! Oportunidades takes sides on a variety of issues, always supporting women and children (Levy 2006). In the eyes of beneficiaries, Oportunidades is “viewed as allowing those parents and children who were always motivated to acquire education, but who faced severe economic hardship ... to continue to send their children to school.” In this case, again, Oportunidades simply reinforces an existing view, by taking the side of women and children and providing them with resources so they can act for their own self-improvement. In fact, according to Adato, “women responded vociferously in favor of girls’ education,” which is important because a woman “may be left to support herself and her children,” and can then “defend [herself] in [her] relationships with men and in public” Adato 2000b). According to female beneficiaries, education makes women “value themselves more” (Adato 2000b). By supporting girls’ education, Oportunidades and the Mexican government side with women and help them empower themselves to be self-sufficient and feel self-worth. Oportunidades is not devaluing men, nor is it raising women above men in the household hierarchy. It only provides monetary support and incentives so that women who seek the resources so their daughters to be educated can have that opportunity. In another area, it has been shown that the Oportunidades grants give women more autonomy in spending their own money. As a result of the grants’ impact, “women felt that they had enhanced wellbeing (defined as nourishment, education and healthcare) and more choice as a result of the cash transfers,” according to beneficiary interviews (Latapí et. al.). In fact, beneficiaries describe the effects of the grant in terms of agency: they had “the means and opportunities to conduct their lives by enhancing their assets and strengthening their capacity to manage
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risk” (Latapí et. al.). The grants make women more credit-worthy in the eyes of local businesses, and allow them to invest long-term and make bigger decisions. It is important to point out that once the female beneficiaries receive the grants, there is nothing stopping their husbands from taking the money. For some reason, Oportunidades has given women property, and a space to make decisions, that most men feel is untouchable. And this cultural “evolution” occurred without coercion on the part of Oportunidades—the government simply threw its support behind women as capable property holders, and men respected that move. Oportunidades supports women by giving them independent sources of income so they can invest and buy on credit, helping them educate their daughters, and improving their status as decision-makers inside the family. These changes happened because the government took sides within the household life that beneficiaries experience. And this strategy allows participation in Oportunidades to remain high (so the program reaches as many families as possible), while supporting women as they empower themselves and their daughters.
Works cited for this piece available at muralmagazine.squarespace.com
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El caso de Charlie Hebdó Patricia van Hissenhoven A couple of months ago, the world stood in awe of the massacre of Charlie Hebdó. Once again “terrorism” struck, and it hit harder than ever when the victims were French cartoonists. The founding virtue of the Western World, one of the highest held virtues of Human Rights and of the First Amendment, Freedom of Speech, had cost twelve innocent lives. It is only natural that the world shows such outrage and grief. It is only natural that news had room for nothing else than for this event. Oh, btw, 2000 people were massacred by Boko Haram during that week. It was the deadliest massacre committed by the group. And a couple of weeks ago, 147 Kenyan students were killed in college. Bienvenidos al mundo de los ciudadanos de segunda. Sin importar lo que digan las enmiendas a la constitución de Estados Unidos, al pluralismo del melting pot cultural y a lo que diga la Asamblea General de las Naciones Unidas en las que el voto de cada nación tiene el mismo valor, la realidad innegable es que en el mundo hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda categoría, de primer y segundo valor. En otros términos, hay ciudadanos cuya vida tiene más valor que la de otros por su pasaporte. Pocos eventos han mostrado esto con tanta desfachatez como lo hizo la cobertura mediática de la masacre de Charlie Hebdó. La masacre, trágica, claro está, demostró que si las víctimas no hubieran sido caricaturistas franceses (hago énfasis en que eran franceses) y los victimarios, extremistas islámicos, nadie “sería” Charlie Hebdó. El revuelo que causó Charlie Hebdó definitivamente no fue el resultado del número de víctimas. La masacre de 2000 personas perpetrada por Boko Haram durante la misma semana definitivamente no causó el mismo impacto mediático. Fue simple para la mayoría de medios de comunicación mencionarlo entre los vacíos que dejaba la cobertura de la masacre del periódico francés. Hubo vigilias en ciudades alrededor de Europa, un gran número de publicaciones en redes sociales, el hashtag #jesuischarlie, invadió nuestras cuentas en Twitter y Facebook mientras que la masacre en Baga, Nigeria, recibió poca atención. El hashtag #yosoyBaga apareció pero no protagonizó en las redes sociales. La diferencia respecto a cuánta importancia se le dio a cada evento se evidenció cuando surgió la campaña #yosoyBaga bajo la premisa de “Yo soy Charlie pero también soy Baga”. La masacre de 2000 personas llegó como un recordatorio tardío, un afterthought; el duelo ya era por las doce víctimas en Francia, pero parecía inhumano no acordarnos de los dos mil inocentes que murieron en las manos de Boko Haram. Tampoco es un tema de que quienes murieron luchaban por la libertad. ¿Y Ayotzinapa? 43 estudiantes víctimas de desaparición forzosa por protestar y recaudar fondos para mejorar su educación. Casi cuadruplican el número de víctimas
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de Francia y su petición era mucho menos controversial que la de un periódico reconocido por su contenido políticamente incorrecto. La imprudencia o irreverencia no puede justificar el homicidio, pero el mundo tampoco puede hacerse el de la vista ancha con un crimen promovido por el Estado en un país como México. ¿Acaso es más fácil odiar al villano cliché, al archienemigo de Occidente, el “terrorista islámico”, que atenta contra los Derechos Humanos? ¡Desde que Estados Unidos lanzó su política de “lucha contra el terrorismo”, es tan cómodo asumir que los jihadistas son los enemigos! En el delirio colectivo de venganza por la violación a los Derechos Humanos, hubo una cacería de brujas alentada por muchos que resultó en la captura y muerte de los hermanos Kouachi. Se nos olvidó que ellos son tan humanos como los que los condenaron a muerte, tan humanos como sus víctimas, tan humanos como usted y como yo. Colectivamente justificamos el uso de la fuerza para exterminarlos. El crimen se le atribuye a Al Qaeda, los enemigos públicos de los principios de libertad de Occidente. Es más cómodo agarrarnos la cabeza en indignación por lo que hacen los “terroristas” y callar el terrorismo de Estado y la violencia promovida por el Estado. Es más limpio para todos volver al lugar común de la demonización de la otredad bajo el nombre de“terrorismo” y no tener que reconocer que el terrorismo también puede surgir en nosotros mismos. Después vinieron los estudiantes de Kenya. La masacre que dejó 147 muertos, la mayoría estudiantes, llegó a los noticieros pero no recibió la misma acogida en redes sociales que tuvo Charlie Hebdó. La manera de narrar la tragedia también fue muy diferente. Las fotos que nos llegaron de Francia mostraban las oficinas del periódico. Por mucho, mostraban la escena después de la masacre, las oficinas manchadas de sangre. Vimos muchas, muchas imágenes de los tributos que se rindieron, de las flores, los admiradores que llevaron lápices y fotografías a las oficinas de Charlie Hebdó. La muerte de los caricaturistas se sacralizó, las imágenes eran solemnes. Contrastan drásticamente con la de los estudiantes en Kenya. Las imágenes que llenaron a los medios son violentas, grostescas. Muestran los cadáveres tirados por el suelo. Los medios objetificaron a las víctimas, las despojaron de su caracter de víctimas para volverlas cadáveres, evidencias de un crimen. Los medios privaron a las familias del derecho a la intimidad de sus muertos. Nunca tuve acceso a las fotos de los cadáveres de los periodistas franceses; vi sus fotos de cuando estaban vivos, pero nunca la de sus cadáveres. El ritual de la muerte de los ciudadanos de primera categoría es más sagrado que el de los ciudadanos de segunda. Charlie Hebdó me duele porque doce vidas se perdieron en un acto de violencia e injusticia. También me duele porque recuerda una realidad que está sumergida debajo de la imagen de pluralidad cultural y de la globalización: como en la Conquista, como en la Colonia, como en los imperios de la historia, en el mundo hay ciudadanos de primera categoría y ciudadanos de segunda categoría. La vida de las personas de Baga valió menos que la de los caricaturistas franceses a punto tal que la crisis se volvió un apéndice de la tragedia francesa. A los hermanos Kouachi se les redujo a monstruos que debían ser purgados para reestablecer la
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seguridad nacional. Los estudiantes de Ayotzinapa quedaron registrados como fantasmas en el universo de las tragedias de noticiero. La justicia se va a demorar. A los estudiantes de Kenya los redujeron a cadáveres, a titulares de prensa. El problema de la idea del pluralismo del melting pot es que pretende vendernos la idea de que todos somos iguales, que la vida de todos vale lo mismo. ¡Pero no nos dejemos engañar! Los actos de violencia a los que más relevancia les damos son las que se meten con los países y en las que se meten los ciudadanos del “primer mundo”, los ciudadanos de primera categoría, tal como pasó con Charlie Hebdó, tal como pasó con Kony (sí, Kony, la campaña del 2012 promovida por ciudadanos de Estados Unidos para que ese país interviniera en la captura del dictador ¿se acuerda?). Estoy harta de que me vendan el concepto de la igualdad, de la “universalidad” de los Derechos Humanos, porque sé que si mañana secuestran a doscientas niñas en un colegio en Estados Unidos o Francia, pueden parar el mundo para encontrarlas; que si masacraran a un pueblo entero en Inglaterra o en Alemania, saldrían miles de personas alrededor del mundo indignadas, confundidas, convencidísimas de que los actos son inhumanos e intolerables. Pero si pasa en Nigeria o si los muertos son colombianos, o peruanos como ha pasado tantas, tantas veces, la mayoría del planeta ni se entera. Eso sí, la desidia dura hasta que un “ciudadano de primera” se indigna, crea una campaña que recauda $12 millones y en un año Facebook se llena de #bringbackourgirls, aunque nadie sepa dónde queda Nigeria.
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Tertulia 28 Photography by Ada Torres
Invisible Latinidad Reflections on Race and Latino identity in South Africa Jaime Sánchez, Jr. Like me, most of the poor Mexican kids that I grew up with in Central California had never gone on a family vacation, let alone traveled abroad. I had never been on an international flight before, and it wasn’t until college that I would have the opportunity to do so. As part of the Mellon Foundation’s work to end racial disparities in academia, I was invited to participate in the Mellon Mays program in South Africa in January of 2015. My mother and grandmother were immediately hesitant, “Mijo, que no sabes lo qué está pasando con el ébola?!” I chuckled and reassured them that I would be fine; Ebola after all was contained to the western part of the continent. Eventually my entire family became very excited at the prospect and in many ways lived vicariously through my own adventure. With the traditional bendición that every Latina mother gives her children before they go anywhere, I officially set off on the over twenty hour-long journey to Cape Town. The program was ten days long and full of academic workshops,
lectures, and discussion groups. But more importantly, we were taken on a variety of “site visits” to museums, national parks, and indigenous communities. Though I was expecting to gain valuable academic skills from the workshops, I did not anticipate the fundamentally transformative impact that the site visits would have on my own sense of identity. Especially striking for me was the trip to the Township of Langa. Langa is a relatively impoverished Black community on the outskirts of Cape Town and was one of the first settlements of Black Africans after they were forcibly removed from their homes during Apartheid – a government regime that enforced complete racial segregation in South Africa for over forty years. Even though Apartheid officially ended in the early 1990s, its social and economic legacy continues to be intensely palpable. As we toured the small township, a local resident took us to different individuals’ homes and businesses. As our group walked around, we were warmly received, but at the same time we felt like intruders. Then the “Aha!” moment happened.
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We passed by a group of little kids playing on street and they humorously shouted something in their native Khosa language. I noticed that some of the nearby adults, including our guide, were chuckling. Suddenly curious, I asked if he could translate. “Oh yes, they are saying ‘white people, white people.’ It is quite funny.” My instant reaction was laughter, of course they were joking, our group was mostly Black and Latino. There was no way they considered us actually white. But then it became all too clear to me when another small boy pointed to me and called me “white man.” These children were not joking; they honestly believed that I was white! Before this encounter, I had often questioned my racial identity, but never before had I considered myself a “white man.” After all, I am the son of poor Mexican immigrants, my first language was Spanish, and my bronze skin proudly reflects my Indigenous ancestry; they surely couldn’t think that of me, right? But in that specific moment I truly was white. In the South African racial and historical context, the voyeuristic privilege that I exerted as an American, English-Speaking tourist positioned me in the same light of the white individuals that traveled with us. Perhaps the privilege of international travel and tourism itself made me de facto white? Compared to the marginalized and impoverished Black community, my light-skinned privilege placed me in a position of power that I had never felt before. Coming
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to realize the consequences of this privilege is not something that is readily talked about in Latin America given the historical processes that have largely kept Blackness on the margins, particularly in Mexico. For my parents and other members of my family that grew up in Mexico, this vision of privilege doesn’t necessarily translate to their own conceptions of race and injustice, but these experiences and lessons I’ve learned are ones that I hope to share. Because by coming to terms with the light-skin privilege that many Latinos enjoy, we can more fully embrace our Afro-Latino and African American brothers and sisters in both our shared and particular struggles against racism. The fluid nature of race was also made explicitly obvious to me in my brief encounter with South African society. My mestizo racial identity as a Mexican American, though clear in the United States, did not translate into the small, all-Black community of Langa. In short, I could not blame those children for calling me white. More generally, my Latinidad was invisible in a context without Latinos. As a Mexican American, I am perceived as neither fully Mexican nor American, and explaining my complex cultural and racial background was especially difficult for me in South Africa. This is the challenge of falling in between a racial binary. Not necessarily Black, and not necessarily White, mixed-race identifying Latinos constantly occupy an ambiguous racial-ethnic “third space.” Yet I also saw that we Latinos in the U.S.
are not alone in this liminal state of identity. I found many similarities with the “coloured” population of South Africa, a racially-mixed demographic characterized by brown skin and ancestry from South Asia, Europe, and Africa. This ethnically diverse community that also falls in between the dominant Black and White rhetoric of South African society. Hearing many coloured family stories of migration and colonization, as well as seeing vibrant food and cultural traditions, I naturally felt a connection to their similar status as a racialized in-between group.
disciplines. As for myself, however, my ultimate takeaway is this: we are not alone in this third space. Much like the coloured of South Africa, and many other diasporic peoples across the world, we are all ultimately searching for home and history. For now, I’m back in the U.S. and though I continue to grapple with my identity, in some odd way I’m also at home, in a place where people know what I mean when I say I’m Mexican American.
Overall, South Africa drove me to question my light skin privilege more intensely, but more importantly I learned that I have yet to understand who I am in the first place. Mexican Americans, and Latinos more generally, occupy precarious and transnational identities that position us in sometimes confusing, ambiguous relationships with many different social contexts. As is commonly said, “ni de aquí, ni de allá,” U.S. Latinos are perpetually foreign within both current and ancestral homelands, perhaps never quite fully belonging. International travel pushes this liminal ambiguity further as each country traveled to imposes different racial categories upon us. The challenges that are involved in a deconstruction of what exactly Latinidad defines and how it functions outside of the United States are interesting questions that will continue to inhabit the ever important academic spaces of Latino Studies and many other
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Muy Cuba Mía
Jessica Kern
Muy Cuba mía, 12 de junio de 2014 Anoche llegué en Havana, after several days of traveling and touring by autobús, or guagua, as they call it here. Hay algo artificial about traveling by air conditioned bus, because we can see you por la ventana but we cannot feel you or hear you or smell you except for the brief momentitos when we are walking tus calles, guided by Esquicia, who directs our gaze. I wonder what I am not seeing, not only because it is hidden but also because it is secret. I feel like there is a lot you are not telling me, Cuba, but I do not know if it is because soy una extranjera or because you are waiting for me to ser capaz de entender. Still, I am entranced, mesmerized by tu campo, and I long to feel tu tierra debajo de mis pies in a real way. You are so green, so alive, and graceful, but your land is sometimes pockmarked by skinny animals and crumbled buildings. ¿Does it itch? ¿To have cicatrices in your skin? ¿Or do the old wounds still pain you cuando llueve? I picture you like a mother, floating en tu espalda en el mar, saving your people from the waves even as they destroy you, bit by bit, and your people burn holes in your heart con sus armas y machetes. I have so many questions for you, Cuba, but still, tengo un poco de miedo, y me siento tímida, because I see your people mirando a mi pelo, mi piel, y a mi ropa, and I see something dark in their eyes. I want to feel you and hear you and smell you, but something holds me back. Miedo. Maybe estoy imaginando, but I feel my color here, my difference. In los Estados Unidos, I am different as well because I am queer and sometimes unfeminine, but las miradas que yo siento aquí son diferentes. I feel exotic. ¿Is that strange? Nunca he pensado en ser exótica myself, objectified por mi diferencia. My people exoticize you, and I apologize, more now that I know a little bit about how it feels. Me hace sentir un poco sucia... I want to wash their gazes from my skin. Still, I will continue to try now that I am in Havana to be less afraid, and to open up and let your people look at me and juzgarme how they will. This is the only way I will come to know you, Cuba, by allowing you to get to know me un poquito también. I will try to be brave, like you are. Es todo por ahora, but I’ll write to you again soon. Con amor, Jessica
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Muy Cuba mía,
18 de junio de 2014
When you put something in un museo, it is because it is muerto, finished, completo. Artistas do not come back into los museos to work on their paintings. The taxidermied animals do not breed or respirar, no mueven. The ancient artifacts no se usan, because they crumble when you touch them. Museos are like cemeteries. ¿Why then did your people put Santería and Palo Monte and Abakuá en un museo? ¿Are they trying to say they are muertos? ¿Or because they want them to be? ¿Or because fingen que son? Tu hijo, Fernando Ortiz in 1906 said that las religiones africanas were primitive, atavistic, and that they did not belong to a modern vision of you, that they threatened la modernidad of you and tu futuro. Ayer, en el museo de Guanabacoa it was like looking at taxidermied religiones: the features were there, but still, covered in polvo, captured in time, and muertos. Like they had been killed by some hunters en el monte in order to be preservados for the educación of the people. That place made me silent because I was struggling with conflicting reactions: everything there was so beautiful, y me alegra que exista para educar the people, but everything was so muerto. Sin vida. Inmóvil. Me enoja. I wanted las orishas to get up and yell at us, “¡Estamos vivos! ¡Vivimos en los corazones del pueblo! ¡Protegemos las casas y vigilamos las calles y el campo! ¡Estamos vivos!” But they were silent as well. They did not speak, or yell. They sat still and let us look at them. ¿Qué piensan your people about these religiones? ¿What do they want us to think? ¿Existe un museo Católico aquí? I don’t believe that las religiones están muertas. El museo just made me afraid of your intentions towards them. Es todo por ahora, but I’ll write to you again soon. Con amor, Jessica Querida Cuba,
25 de junio de 2014
Me has cambiado in several ways. You are chipping away at my American shell, poco a poco, and although you have more layers to go, I can feel myself emerging into una versión nueva of myself. Un poquito. It can be a painful process, like opening your eyes in bright light or growing piel nueva over a burn. Or stretching the day después de subir una montaña. I still feel a little afraid, and I still feel myself longing for the ease and comfort and seguridad de mi hogar, but las cosas se están mejorando. I am learning to deal with you. He aprendido in the last few weeks to be more flexible, and to be more thankful. I thought I was – I thought I was easy going and down
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to earth, porque he visto dolor, tiempos malos. But just living día por día here in your land for just a short time has opened my eyes to a different type of vida. Every nicety is una pequeña victoria. When the lightbulb in the stairs is working, when the arroz no tiene arena, when the drinking water is cold, when a breeze comes down the calle, we rejoice a little bit and are thankful. Las cosas pequeñas pero buenas nos ayudan a navegar las cosas malas. I don’t know if that’s how your people do it, but being thankful and flexible is how I get through your hot days. How I get through being a little scared and a little uncomfortable. It’s how I can enjoy myself here. Today some friends and I hablamos about the concept of home. Home can be un lugar, certainly. It can have paredes and un techo and una puerta, maybe a little Eleggua stone behind the door, and it houses familias. Fathers and mothers, husbands and wives, brothers and sisters, abuelos, aunts and uncles, primos, pets. I think this is what home significa for many people, in los Estados Unidos and in your country. But home puede ser mucho más grande than a building and a family, and perhaps much smaller as well. Home can be una persona, a matriarch or patriarch who keeps everyone connected in a distant family. They are like the bedrock of los corazones, where the roots grow from. Home can be a café or una receta or a statue in a plaza, or a painting in un museo. They can house la cultura de las almas de individuos. For your exilados, for your emigrants, home is complicado. Across a narrow strip of sea, we can almost see you with a telescopio, we can almost hear the beat of the tambores, but for some no puedes estar más lejos. Your land and your people están dominadas by a man and a group of men that many believe to be monstruos, takers of children, asesinos and megalomaniacs. Many believe them to be santos incarnate, blessed por los dioses, kind and gentle father figures. Of course, they cannot be complete darkness or complete light, but must be shades of grey. All of the issues can be painted shades of grey, but that narrow strip of sea separates your people in such a decisive way, and I find that tragic. Home is not necessarily a right, per se, pero se siente como un derecho. If one feels a certain place to be home, they have a right to that place. ¿Verdad? ¿If your people can ever come back together, what do you think will happen? ¿Will there be abrazos, besos, and lagrimas? ¿Or will there be luchas, gritos, gnashing of teeth? Es todo por ahora, but I’ll write to you again soon. Con amor, Jessica
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Photo by Ada Torres
Photo by Michelle Bueno
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Malinchismo Isabelle Barany
After three weeks of studying abroad in Oaxaca, Mexico, I went to 502, Oaxaca’s premier (and only) gay club. I enjoyed myself, although 502 was different than any other bar or dance establishment I’d encountered in the city. I saw a checkered dance floor under strung up lights, a disco ball, a light show. Periodically, a machine spewing mist obscured sweating mirrors and framed posters of Madonna. Unlike the salsa clubs, where couples completed polished routines, few even attempted to make a move closely resembling a dance step. Instead, the patrons mostly shuffled their feet, swayed their hips, bobbed their heads and waved their hands. Almost all of the music was from the United States, in English. At a certain point it seemed like every other song was Britney Spears or Beyoncé. As a whole, the experience seemed extremely, bordering on deliberately, foreign: a cross between a European club and an US college party. I wondered to what extent the owners of 502 had no choice but to mimic cultures of other LGBTQ communities worldwide. From what I perceived while in the city, there may not be enough of a vocal, visible LGBTQ Oaxacan community to dictate and differentiate LGBTQ Oaxacan culture from its national and international equivalents. However, I also wondered how much the celebration of the United States I saw at 502 was a sign of solidarity. In Mexico, a Mexican can be discriminated, targeted, or even just misunderstood for being a member of the LGBTQ community. The same can be said for a Mexican who is perceived to prefer foreign goods, culture, or thinking, specifically from US, over its Mexican counterparts. Perhaps this was one ostracized community embracing another. The concept of foreign preference is prevalent enough in Mexican thought and consciousness to warrant its own word in Mexico: “Malinchismo.” I’d argue that the confusion and anger arising from a Mexican choosing another culture is due to a collective fear of a time when a Mexican did not have a right to choose their own culture. When a foreigner’s culture was imposed upon them. Implicit in the rhetoric of preference is its opposite, the rhetoric of domination, a direct result of Mexico’s history. The word “Malichismo” comes from La Malinche, the interpreter and mistress of Hernando Cortez, the “conquistador” of the Aztecs and the harbinger of the Nuevo Mundo, with all of its transformations and terrors. Octavio Lara,
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my Spanish teacher at the Instituto Cultural Oaxaca and native Oaxaqueño, stated that many Mexicans are ashamed by figures such as La Malinche and Cortez. Currently in Mexico, La Malinche is often derided as a traitor to the indigenous peoples. But, incredibly, she’s also celebrated as the mother of the first mestizo, the racial identity that many Mexicans will assert composes nearly all of Mexico today. Her legacy hasn’t been completely obliterated from Mexico’s presentation of its history. La Malinche is simultaneously the destroyer and the creator, the enemy and the benefactor, a tantalizing paradox. As I spent more time in Mexico, I began to see more paradoxes. Oaxaca displayed, instead of obscured, its contradictions, its parallel existence of polar opposites. I saw a clown in cherry red face paint mocking a gringo under the immovable expressions of angels on a church. I saw a neon green wall next to an iron wrought gate mimicking an Aztec calendar. I saw a nineteenth century colonial style building decorated with street graffiti advocating for social justice, its walls colonized by reams of thick ivy with mustard-yellow blossoms. Oaxaca felt like a city that reveled in its juxtapositions, its integrations of the old and the new. Hues and surfaces that seemed incompatible with one another were integrated, connected. Everything arched towards fusion, like the graffiti about political freedom over a stone carving of a plumed serpent that was also the side of a bus stop. I believe that the Mexican conception of history also operates in a paradoxical manner: consideration of the past is constantly fused with a consideration of the future, and vice versa. For this reason, I believe that Mexican history isn’t cordoned off, either preserved to the point of modern irrelevance, or actively, purposely hidden. Rather, it’s accessible. And it’s everywhere. All sections of the timeline literally get their time in the sun, their chance to be displayed. And, more importantly, they have an opportunity to be used and therefore integrated within the current world. As though existing as a “part of time,” inherently means being part of the present. This isn’t to suggest that Mexicans don’t repress their history. On a literal level, the Mexican government has often repressed its citizens, which led to the repressing of the voices seeking to tell their side of the story. In just one brutal and infamous example out of many, in 1968 the Mexican army massacred peaceful protesters at La Plaza de las Tres Culturas, an Aztec and Colonial heritage site in Mexico D.F., and then insured that no Mexican news outlets reported the murder. And Mexican public relation teams strive to present Mexico as entirely clean, safe and devoid of past and current conflict: in other words, open for business. Yet I would argue that within the Mexican psyche, the largest concern doesn’t lie with what the foreigners outside, the observers instead of the participants
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in the history, will think. Instead of focusing on repressing history for outsiders, I think that they spend more energy repressing it for themselves. They seek protection in the forms of cognitive dissonance and selective forgetting: it’s not yet safe to confront history in its unwieldy, horrific entirety, even as it remains present. At La Plaza de las Tres Culturas, there’s now a monument to remember ’68, yet a plaque on Cortez describes his arrival as “no fue triunfo ni un derrota,” as though the events could not be categorized as both, instead of neither, a triumph and a defeat. The pain from internal memory is a lot more menacing than the pain from external judgment. Octavio explained this repression in more specific psychological terms. Echoing famous Mexican writer and intellectual Octavio Paz in The Labyrinth of Solitude, he claimed that La Conquista was akin to a “trauma” for Mexico. In the same way that a victim of trauma might not be able to recall a painful memory, he observes that many Mexicans “can’t remember” this period of Mexican history, in spite of being surrounded by remnants of the era. Ironically, he also states that the Colonial Period is when “Mexico” as we understand it today, the mestizaje, was really created. On both a figurative and literal level, there’s an inability to remember the birth of a nation. What’s the difference between hiding a history that you remember, and hiding a history because you can’t remember it? Perhaps it means that history can’t “come alive” or resurrect itself, because it never died. The creators and the destroyers become inextricable from one another. Our symbols of pain become symbols of beauty. I saw this undying history a lot when I was at the archeological site Mitla, which is a world archeological heritage site for the Zapotecs and Mixtecs. At Mitla, the three sections of Mexican history—“Pre-Colombian” (the indigenous peoples), “Colonial” (the Spanish) and “Modern” (the Mexican population after independence)—are all apparent, and all jockey for position in the viewer’s eye. Yet there is no acknowledgement of how these cultures sought to battle, resist, and in some cases completely destroy one another. While many of the indigenous temples are spectacularly preserved, it’s impossible not to notice that the nearby Colonial Era church was constructed with some of these same stones. Or the carving on one palace from 1910, an instruction from the dictator Porfirio Diaz to, ironically enough, not carve on the buildings. Or that, from some vantage points within the site, one can view modern buildings and structures: a restaurante, a water tower, a barbed wire fence. But this undying history can be witnessed anywhere. While passing through a park in Oaxaca one day, I saw a band composed entirely of policemen. They were playing a laborious, heavy tune that sat on top of the air: it was both peaceful and pressing to hear. A crowd had gathered to watch them, assembled on black fold out chairs.
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In 2006, police fired into Oaxacan protests. It’s difficult to find information about it, because the news outlets, which are still controlled by the government, lied. It’s possible that some in the audience could have been in those crowds. But nobody interrupted the policemen. They listened. Periodically, I wonder if my entire conception of Mexico’s reconciliatory relationship to history is a projection. Six months before I went to Mexico, I came out after twelve years in the closet. My trips to 502 weren’t just fueled by intellectual interest, but also an eagerness to act on desires that I previously tried to dominate or destroy. As a whole, I had just spent the last six months of my life trying to forgive myself for repressing a part of my identity for over a decade. I wonder if I saw a surging form of expression in Mexico because it’s what I wanted to see, not only in Oaxaca but also in myself. And I wonder if in Mexico’s failings I also saw my own failings. Often, when I was faced with a reminder of my closeted past, or a symbol of the heterosexual life that I both tried and felt coerced to adopt, I rejected it completely. I derided myself for being Malinchisimo when tempted to engage with foreign norms that had once conquered a more indigenous nature. However, I ultimately felt more estranged from myself than from what had hurt me. 502 was exciting to me not only because it allowed me to explore my new identity, but also because it offered me a chance to remember my old gringa identity from home. I found comfort not just from seeing two men hold hands, but hearing the song “Crazy In Love.” I couldn’t separate what I wanted to be from what I was. The past is always present. I cannot escape my history. Perhaps history is anything but linear, a multiplicity of narratives, cycling and arching. Maybe one of the biggest misconceptions when studying history is that we, it, someone, is heading towards something. When there are also contradictions, negations, regressions. That’s confusing but, in a way, also comforting to me, because it means that there’s more than one end to any story. There’s also an opportunity for a truce with a past self. For redemption, healing. And maybe subconscious hiding is a survival mechanism, a necessary response to trauma. Where distancing completely failed, closeness can incompletely succeed. Maybe the only way to exorcise pain is to accept the impossibility of this action, and instead to inherit it. Consume it before it consumes you. A validation for why we study history, but perhaps also history itself. A paradox: we have to go back to move on.
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Reflexiones Sobre Puerto Rico Cristina Ochoa
Dependiendo de donde he vivido, en algunos momentos he sido la gringa, corriendo en el campo de fútbol bajo el sol, sudando y sudando. La gringa que puede jugar soccer. La gringa que puede hablar español. ¿¡Que qué?! En otros momentos he sido la boricua, la puertorriqueña o simplemente Puerto Rico. ¿La isla entera? Nunca entendí eso. ¿Cómo puede ser que la ubicación de una persona cambie tanto su forma de sentirse y cómo ella puede ser tratada? The Puerto Rican gringa. Mi papá nació y creció en Puerto Rico. Soy 50% puertorriqueña, pero en algunos momentos he sentido que soy más y en otros menos. Siempre me he sentido orgullosa de ser “puertorriqueña,” pero no siempre he podido explicar este sentimiento, este orgullo en las mismas palabras que mis adversarios usaban para excluirme del grupo de puertorriqueños. “You can speak Spanish?” me preguntaban con tanto shock cuando íbamos al Subway al lado de nuestra secundaria. Cuando jugaba con mi equipo de soccer Las Conquistadoras siempre hablaban entre ellas en la versión más rápida de español que he oído en toda mi vida, pero se
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dirigían a mí en inglés. Esto no me fastidiaba tanto; lo que me molestaba era el hecho de que no quería hablar en español con ellas porque sabía, o por lo menos pensaba, que se reirían de mí. Una chica, mitad puertorriqueña, mitad gringa tratando de ser incluída, tratando de afirmarme, imponerme en el grupo sin saber exactamente cómo hacerlo. Y así es la situación de la isla entera. De mi tierra Puerto Rico, “La Isla del Encanto”. Puerto Rico es una isla llena de emoción, amistad, amor y orgullo. Yo soy boricua, pa’ que tú lo sepas. Over and over and over. El orgullo de mi papá. El orgullo de mis tíos, de mi abuelo. Orgullo de ser una parte, un miembro del club de 4 millones de personas a quienes les encanta la vida. Les encanta vivir, beber y comer. Les encanta bailar. Bailar los ritmos de la calle de San Sebastián, las parrandas durante el mes entero de diciembre. El coquito, la salsa. To’. Y también lo malo. El crimen, la corrupción, las muertes, la memoria llena y vacía de los que vivieron en La Perla o los bohíos al lado de mi casa que fueron construidos en la ladera de una colina. Un gobierno bien dividido que dice
que quiere mejorar la isla para el pueblo, para la gente y que en algunos casos, lo está haciendo, pero en otros no. Y sobre todo, el espectro de los EEUU, quien sigue tratándoles como aislados, como un gran parte que no pertenece. Un cuerpo político que tiene la independencia, pero al mismo tiempo no la tiene. Una población que no puede votar por el presidente y que no paga la multa, pero que sigue viviendo bajo el poder del Congreso. “It is up to the people of Puerto Rico to decide their fate.” ¿Sí? Y la ley que dice que “es por una mayoría de votos en el Congreso que el estatus político puede cambiar.” Y ¿eso?
mente, pero por ahora ninguna de las dos está adecuadamente sirviendo a las necesidades del pueblo. Es posible que los puertorriqueños siempre vayan a ser Puerto Rican gringos, aunque no lo sepan. Y así siguen bailando y cantando las historias del pueblo, buscando la fe y la esperanza para agarrar la mano de la paloma y subir a su nido.
Ahora sí entiendo. Puerto Rico es una isla llena de Puerto Rican gringos y que yo no soy la única. Todos viven bajo el poder de los EEUU y con el orgullo de ser boricua. Aun si solamente hablan español, todavía tienen pasaporte americano. Aun si tienen su propio equipo en los Juegos Olímpicos, todavía no pueden votar por un presidente que tiene el poder de cambiar el estatus de su isla. No tienen lo que necesitan para poder mejorar la situación de las drogas o del crimen y tengo miedo de que va pasar en el futuro. ¿La isla va seguir así? ¿Va haber un líder que pueda luchar y unir al pueblo para que puedan mejorar juntos su isla? Mis tíos dirían primero, “Soy puertorriqueño,” pero también dirían después…”y también soy americano.” El pueblo entiende los beneficios de ser los dos, de tener dos identidades simultánea-
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Photo by Ada Torres
Manguita Carly Betrand ¿Alguna vez gozaste un mango? Y no estoy hablando de aquellas bolsitas de mango seco, estirado como cuero naranja con azucar encima. Estoy hablando de un mango de verdad- fragante, suave, jugoso. Se pega el rocío después de lavarlo. Muerdes la piel gruesa para masticar su carne aterciopelada, chupas hasta el carozo. Lo limpias, luchas con los hilitos que se esconden entre los dientes. Es un tipo de satisfacción que se puede compartir con cualquiera. De niña, sin pensar en cuestionar su presencia en mi vida, perseguía pedacitos naranjas por los costados de ollas de plástico azul en las tardes, con olor a arcilla, en el jardín de mi nonna. Ahora me quedo pensando en la agropolítica. Me persiguen las dudas, como las moscas que los mangos atraen. Aparte de las preocupaciones intelectuales, los mangos que se compran en el norte son duritos y amarillos. Te tientan con su forma curva, pero les falta el sabor. Durante la época navideña, volví a reunirme con mi hermana. Huí en avión, expulsada por un torbellino polar. Aterricé en un calor bochornoso que sólo se podía aliviar con el jugo dulce del mango. Me llenó de alegría, disfruté su melodía pegajosa. En Brasil los mangos andan por la vereda, se pudren en pilas en los desagües. Me pasé varias semanas comiéndolos. Una noche, me tiré en la oscuridad profunda del bosque, aplastada abajo del peso de un cielo cargado de estrellas. Su brillo aterrizó en las luciérnagas que volaron por las hojas. Devoré dos mangos, gotas de jugo hicieron su camino por mi mentón, descendiendo por mis dedos, manchando mis rodillas. En este momento, solita solita, di un suspiro. Estaba contenta de ser un lío hermoso. En este momento, estaba precisamente donde tenía que estar. Al regresar a los vientos glaciales y saludos tibios de Chicago, traje un par de mangos para fortalecer y consolar mi regreso. Me llevó al aeropuerto la familia de un chico que conocí en el micro la noche anterior. Me abrazaron fuertemente. En este momento, como muchos otros, me sentí tremendamente agradecida por su cariño y la generosidad que me brindaron. Me dieron una bienvenida sin conocerme. Subí al avión, llené mis pulmones de aire revenido, y me quedé dormida al toque...
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Llegamos a Miami a las 7 de la mañana. Lllego atontada y busco rescatar mi frasada, tragada por la butaca del centro. Me queda un pasito más de un viaje largo. Me tropiezo con una arruga en la alfombrilla, y casi me caigo en el pasillo resonante. Un hombre fuerte con una mirada dura señala bruscamente con la mano, un gesto perfectamente impreciso. Camino por el pasillo blanco y brillante sin tener la menor idea a dónde ir. Alcanzo la máquina de rayos con su lengua negra y gomosa. Una señora empedernida me reta. ´´No tendría que estar en esta cola. No te marcamos para un chequeo. ´´ “¿ A dónde debo ir entonces?” “Olvídalo, mete las cosas por la máquina y podés salir por la derecha.” “Listo.” Mientras mi mochila media rota y llena de bultos, pasa por la boca de la máquina. La cara de la guardia se pone tensa, se fijan sus ojos en mi cara, me devuelve la molestia que ella siente. “Señora, ¿tenés una fruta en la mochila?” Shit. “Oh, discúlpame. Olvidé comerlo antes de bajarme del avión. Me vuelvo adentro para comerlo y vuelvo a la fila donde tendría que estar”. “Lo tengo que tirar.” “Discúlpame, déjame que me vuelvo adentro, lo tiro ahí donde lo van a tirar ustedes. De todas maneras, ni me mandaron por esta fila en realidad.” “Ahora esta fruta pertenece al Departamento de Seguridad de Los Estados Unidos. No se puede devolver.” Me pica la ropa y tengo hambre. Su tono recto y superior agota el poco tacto que me queda. “Esto es una ridiculez.” Una explosión de rabia. “Hay leyes en tu país, y te debes sentir orgullosa de obedecerlas.”. Un hombre de seguridad bajo y arrugado me acerca del otro lado de la mesa. “No es un deber que uses este aeropuerto. No necesitamos gente
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como tú acá. Usa otro aeropuerto, entonces, si vas a armar un lío.” La dama de fierro levanta la fruta dulce en el aire, y la bota con desprecio en un cajón gris. Lo sacaron. El mango liso y vivo cayó en el olvido con botellas“family size” de champú y utensilios un poco filosos. Lo secuestraron, por haberse cruzado con una línea arbitraria. Perdido entre azulejos de linóleo que marcan la entrada a la zona de amenazas marginales. No es que me ofenda su detención y eliminación para proteger el resto. Pero el mango, yo, nosotros; nos rechazaron la realización de una gloria pegajosa, un gusto sensual fue negado por cumplir con la ley al pie de la letra. Me atrevería a apostar que no había riesgo de contaminación, si se iba el mango al mismo tacho, aprovechado o no. Pero se nos negó con el aburrimiento indignado de una postura floja. El sufrimiento débil y cotidiano de una fruta que iba a pudrirse entre vasos de tergopol y rajas de papel higiénico. Su presencia aromática invoca a las moscas. El mango es la víctima menos significante de la inercia bruta del cuerpo de seguridad. Nos chocamos adentro de un espacio maximizado para óptima eficiencia, los choques nos recuerden nuestros errores. Yuyos crecen en terrenos vacíos, protegidos por alambre de puás. Agua de los estanques se cuela por los pies de los vaqueros de fierro oxidado. Hay poca evidencia que el oeste es salvaje todavía. Se atrae el triunfo sudoroso del desorden persistente. Todavía no he encontrado una tierra escondida y libre de las contradicciones mordaces que muerden desde la oscuridad en el camino. Se suspende una neblina de Marlboro en la salida de los mercados de productos orgánicos. En otros lados se cuelgan los deshechos. Voces, privadas de sus vibraciones, se pierden en los aleros de galerías de arte fina. Trepamos y rebuscamos carroña por naturaleza, contenidos por líneas con orden, pero sin dirección. Perdida, raspada y muda, tragaría aquel sol envenenado mientras se desliza, acariciando la boca, antes de tirarlo a un destino inútil. Tendría que haberla mirado a sus ojos, para sonreirle. Pude decir, “Nos morimos de hambre en casas estériles”.
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46 Untitled I. Ada Torres.
Poesía 47
Build Me a Girl Beca Alderete Baca
For Mama
Build me an arid plain. Build me an arid plain for my snarl of souls. Build me a language.
There are whistled words that I know. Words from some valley, some tierra amarilla. Atrancar – to latch a door closed by securing it with a large piece of wood—a crossbar. A word created when there were no metal locks, or no metal to make them. There is a question I know, too. What was that word you just said, Mama, what does sonsa mean? They are whistled, like some soft h, Through the teeth of my grandparents, of their parents before them. I can’t whistle, but my aunt knew a Mexican woman who could teach me the best that she knew. She came up with the quiet name of a summer month. Came up with round eyes. Came in, with books full of nouns: rosa, tenedor, árbol. People ask me if I’m fluent. Build me a shallow river. Build me a shallow river for my snarl of souls. Build me a church. Our Father who art in Heaven. My father prays the rosary as he bicycles up the path, slim by the Rio Grande, slim by the bosque. Hallowed be thy name. I go alongside. And slower. Some people say bos-kee but it’s bosque like cottonwood forest. Thy kingdom come. Bosque like animal refuge.
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Refuge of sandhill crane. Refuge of binoculared bird watcher. Thy will be done, there, on the plot of land we have razed, where we will one day live. On Earth as it is in Heaven. Bosque that burned several summers ago and my father climbed up to the top of the flour silo to record the burning forest on his video camera. Give us this day our daily bread. Every Sunday, my mother said, when she was a little girl, she used to laugh with her sister in church and the priests would glare. And forgive us our trespasses. My grandmother is still angry that I did not have my first holy communion and cannot line up, cannot receive the body and the blood. As we forgive those who trespass against us. My father can’t say anything when my mother tells him that the Vatican, Iran and Russia have blocked a UN proposal for women’s rights. And lead us not into temptation. When he had to play one of those card games where you choose your three most identified-with values, he chose faith. Faith as number one. But deliver us from evil. We stopped going to church after I was about three years old. My great uncle, a priest, recently passed. There was some scandal, a reason why we stopped going, something on the news. I think it was just something with a woman but I don’t remember. Now and forever. My father’s voice is quiet, ringing ahead of him. Me, behind him. I will only know the Lord’s Prayer. Amen.
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Build me a veined, turquoise year. Build me a veined, turquoise year for my snarl of souls. Build me a house. Do not build it from adobe, or in a place where peeled brown eyes watch you while you build. Do not build it where the summer weeds are, coming up easy, staining your whole fist. Make it somewhere away from Albuquerque. Build me a house half an hour away, where my Mamita still lives. Where we used to live before we moved because the schools were bad and Intel built a plant upwind from our house. And after we have moved to the city build me another. In these three houses, my three houses, do not paint the walls white. Do not soak the washcloths. Do not put towels over the paintings to make sure they don’t fade in the bright East sun. I heard once that a woman, taken away from her home, took the key, threaded a string through the hole, tied a knot at the end, and slipped it down the front of her blouse. Build me a body. Build me a body for my snarl of souls. Build me a girl.
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ERRATA Maya Festinger
Esta voz no lleva golpe Por eso sabemos que es errata. Y ésta, mija, no concuerda la acción descrita con el sujeto. Mas no te avergüences, guacha! Por cómo lo hablan ya lo sabemos: no es el pasado siempre el tiempo que más les salga imperfecto? Y si bien manejas, mujer, con todas nuestras reglas, pues qué weá sabís vo’ del mapudungún ya? Esta voz me es errata, por eso, parece, que no lleva golpe. (Y mira, hijita, eso del “golpe” Es el golpe que suena, la seña el tilde Así que esta errata tuya, ésta que dices, Es que esta voz tuya no lleva “tilde.”)
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Tres
Claudia Giribaldi
Pensamientos y realizaciones hundidas, refundidas y restituidas Saludos vanos, vacuos y llanos Un retiro a la reflexi贸n solitaria, proletaria y privilegiada. Planes y vidas dolorosas, temblorosas y generosas Caminos retirados, desubicados y planificados Un destino lleno de desilusiones, presiones y satisfacciones. Planetas y mundos destruidos, dolidos y reconstruidos Victorias celebradas, destechadas y abrumadas Un riesgo lleno de oblicuidades, desigualdades e inmunidades. Ciudades y pa铆ses aislados, sesgados y glorificados Humanidades odiadas, desterradas y celebradas Un dolor inmundo, profundo y rotundo. Calles y avenidas insoportables, innombrables y memorables Lugares escondidos, recluidos y restituidos Una escasez irreparable, incurable y remediable.
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MEXICO CITY Connor Goodwin I. Going to Mexico City these mtns, caged w chkn wire rubble of the hyway swept under the mtn’s metal girdle and the grid of white tubes from which small birds perch and no water comes a great expanse to my left to my right: the cactus, stones, yellow tuffs, turn signs, window flections best stare at the seat ahead lest I see a yellow dog run red dead, now read heaps of small grey pock the way some wet and dark some dry and light and ready to evaporate
II. Mexico City this city isking sin slanted streets cathedrals splitting the metro beneath turns n trembles n sets loose pebble after pebble in mass, the ceiling skies and bores down birds humming from hard
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red kernels and slaughter the daily death: - obit omit- red sun set - bottom of a bottle - flatten monoliths walking here is falling forward, stammering on best let blood let think i see movement in this taxidermied puma maybe its my tremble poor matted fur, no tongue to groom who has lashed yr tongue was it Lazarus
III. Leaving Mexico City I think I should look out the window not read my book idk when i’ll see this again then i think i shld write so i look then look down look look down i see shops and ppl ppl sweeping ppl in pink
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ppl not in pink ppl hauling ass ppl looking back thru windows ppl looking for sex ppl looking for what’s next ppl looking for me i shldv read “uno por uno, aquel en pleno octubre colmado de escarlata, fatigado por todas las violetas, y otro vacío rodó, rodó, rodó por el invierno”
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Untitled II. Ada Torres.
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¿poema? Ada Torres
título de ensayo/libro de crónicas que pudiera escribir en el futuro: “aprendiendo a comer tortillas” (porque aprendí a comer tortillas de elote cuando estudié en oaxaca y aprenderé a comer tortillas de papa cuando estudie en barcelona) ¡pero no! (porque daniel dice que hay que ser vulnerables ahora y yo estoy de acuerdo.) título de poema que puedo escribir ahora: “la orquídea” y romperé tus fotos y quemaré tus cartas para no verte más (se escucha en el fondo) hay un estante-guarda-pelis en su tope yace una orquídea lila y amarilla. dice mi madre que prefiere comprar orquídeas porque le duran más tiempo que otras flores/ un año, mi padre le regaló orquídeas para celebrar su aniversario de bodas/ ése le ha durado 32 años. entonces me pregunto si las orquídeas son como los matrimonios o si mi padre es como las orquídeas. título de acontecimiento hace 32 años: “mudanza” hoy vivimos en el mismo barrio de la primera mudanza; la primera casa de mis padres está a dos o tres calles del condominio en que ahora vivimos.
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mi madre cocinó allí un primer desayuno había pan tostado, huevos y jugo de naranja. lo he visto en fotos que comunican la luz amarilla más entrañable. ella llevaba el pelo suelto, despeinado (milagrosamente). ambos emocionadísimos de comer su primer desayuno en su primera casa con luz amarilla. entonces desde mi superficie deseo que todos los días impliquen recuerdos del día del primer desayuno. de las tortillas de papa al pan tostado, huevos y jugo de naranja del futuro al pasado en un abrir y cerrar de orquídeas así me distraigo entre sueños y saudades.
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Check One Vincente Perez
I’ll never forget the first time I took an in school survey It was about drug use in adolescents but the questions didn’t bother me The survey before it did…. Age: 13 Sex: Male Race: (Check one)… My heart drops I raise my hand and whisper “I don’t want really wanna just check one” Teacher reminds me, “Follow directions” Check one. So I guess I should pick who I am today. Today I am Mexican… I wear my hair only 2 inches Slicked back, gelled down so hard Bullets would ricochet right off me I wanna make sure they get I’m at least Chicano… No puedo hablar espanol muy bien Pero, My last name is Perez and I hope that counts for something. Today I am Black… Took the gel out my hair Cause my step dad called me “Nigger” I should braid it now, fit my roll, right? I’ll never forget the first time somebody told me “Yeah, you my nigga, but you not really Black” It made my heart turn anchor ‘cause I gave up my Mexican side today Hoping my black friends would pick me up… Today I am Mexican… The teacher sees my name tag and speaks to me in Spanish Embarrassed, I say: I can’t really speak it But on the inside, I wonder if I could cherish this as a win Because I was recognized as who I feel I am. But, today I am nothing… Because somebody asked me “What Are You?” As if my race preceded being human
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They ran their fingers through my hair To show me that my body is not my own. I lose everything and nothing each time this happens. So when the teacher hands me a test tells me to check one I refuse to answer... This refusal is part of my Histories… You gotta think back then, see, the shackles been taken off but niggas still think back then. we are Dread locked, Let me repeat that I said locked in dread We can’t get “then” back cause our skin’s black And I can’t get then back cause my skin… ain’t. I can’t take back the moment my Abuelita silenced her native tongue And painted my mom American The same color my face gets when I’m approached by someone Speaking with the same tongue that was taken from my mother This color is embarrassment. I cannot find my history in their textbooks Every single one of my lands taken. I want my “then” back but they keep telling me history is written by the victors, But don’t you know that my name comes from “conqueror” And my blood is from the Yaqui tribe. I want my “then” back so that “Check One” boxes Don’t make my hand tremble and make my forget The voice box that my “then” gives me now. So now I rap and I rhyme ‘cause I want time back, Better yet, I want mine back. Matter of fact, 2 times that, ‘Cause even the time that we have now is their time halved. This is to the haves and to the have-nots From the barrios to the cellblocks I’m still learning how to pronounce my own name I am learning my history I am learning to take the weight of colonization Off of my tongue I am sharping it to check those Trying to check-one me Checkmate: I am future Without your history
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EVENTOS PRIMAVERA 2015 Around Chicago: 31st Annual Chicago Latino Film Festival During the festival, over 100 feature and shorts films from all over Latin America, Spain, Portugal and the United States are screened. The programming represents the great diversity of themes and genres of the Latino filmmaking. The two-week Festival also feature opportunities for the audiences to participate in discussions with the directors at the screenings as well as at series of special events highlighting the diversity of the Latino culture. April 9-31, 2015; Visit http://chicagolatinofilmfestival.org/ for more information. Segunda Semana at the Museum of Contemporary Art Join a bilingual tour guide at the Museum of Contemporary Art on the second Tuesday of each month for an immersive tour in Spanish. Entrance and tour free. May 12, 2015 and June 9, 2015 from 6-7 PM Cinco de Mayo Festival and Parade in Little Village The Cinco de Mayo Parade is held every year in an attempt to commemorate the victory of the Mexican forces over the invading French army in the Battle of Puebla on May 5, 1862. 1800 W. Cermak Rd – Little Village Festival: May 2-4, 2015; Parade: May 3, 2015 12:00 PM Festival del Taco In this 2nd annual community event, Little Village will host a supersize block party that includes music, arts, crafts, and tasty tacos and other cuisine from local restaurants. A portion of fest proceeds will benefit the neighborhood’s Good Shepherd Catholic Church and Parish. 26th and St. Kostner – Little Village May 29, 2015 6:00 – 11:00 PM, May 30, 2015 2:00 – 10:00 PM, May 31, 2015 2:00 – 9:00 PM Taste of Mexico Festival Chicago’s renowned authentic Mexican food will be this event’s main focus. The city’s award winning Mexican restaurants and chefs will set up outdoor kitchens on a Restaurant Row and serve up small plates of their signature dishes for bargain prices. The festival will feature a Main Stage with entertainment, a Culinary Stage where chefs will exhibit recipes and compete for an award, a Showcase
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Stage where dance troupes, orchestras and brass bands from area schools and colleges perform, and a carnival. 26th and California – Little Village June 5-7, 2015 from 12:00 PM to 10:30 PM daily
On Campus: Researching Indigeneity in the Americas The purpose of this panel will be to examine settings, situations, and struggles that happen around and through the idea of indigeneity, an intervention that supplements the tendency in much social science literature to probe the structure of the category itself. At the same time, the invited scholars will be invited to reflect on the way their own efforts to follow struggles to change indigenous lives have impacted forms of self-identification in Latin America. May 6, 2015 12:00-1:30 PM Centers for Gender/Race Studies, Community Room (105) 5733 South University, Chicago, IL Cities and Spectacle in Modern Brazil The 2014 World Cup and the 2016 Olympic Games have greatly transformed Brazil’s cities. But mega-events such as these are just one of many forms of spectacle that have shaped global urban landscapes. This conference will bring together social scientists and cultural critics from across the hemisphere to discuss the ways in which spectacle — from global galas and cultural events to politicized forms of poverty, violence, and demands for civil rights — has impacted the modern urban form. By considering modern mega-events in the context of other formative spectacles, historical and contemporary, this conference will demonstrate the broader importance of spectacle in shaping urban economies, cultures, landscapes, and forms of governance. Free and open to the public. May 8 2:00pm - May 9, 2015 6:00pm Social Science Research, Room 122 1126 East 59th Street, Chicago, IL
For other great events visit the websites of the following campus groups: Organization of Latin American Students: facebook.com/olas.uchicago Center for Latin American Studies: clas.uchicago.edu Katz Center for Mexican Studies: mexicanstudies.uchicago.edu Office of Multicultural Student Affairs: omsa.uchicago.edu 63
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Photos by Ada Torres
Agradecimientos “Mural solo tendrá vida cuando salga de nuestra dirección y entre en las manos de la comunidad que realmente lo sustentará.”
Por favor, sigan apoyándonos e informándose de todo lo que hacemos. Contáctanos: muralzine@gmail.com 65
66Mural , primavera 2015, volumen 1, edici贸n 2.