La zapatería y la carpintería

Page 1

L A ZAPATERÍA Y L A CARPINTERÍA

1


Imprime: Gr谩ficas Diputaci贸n de Badajoz Dep贸sito Legal: BA- 001163/2012

2


Índice LA ZAPATERÍA 1.- INTRODUCCIÓN ...............................................................

5

2.- UN POCO DE HISTORIA ..................................................

5

3.- LA MATERIA PRIMA ........................................................

7

4.- SOBRE SU CONFECCIÓN ................................................

8

4.1.- Toma de medidas. ................................................. 4.2.- Preparación de patrón; el corte. ............................ 4.3.- Montaje. ................................................................

8 9 9

5.- BIBLIOGRAFÍA ..................................................................

13

LA CARPINTERÍA 1.- INTRODUCCIÓN ...............................................................

14

2.- UN POCO DE HISTORIA ..................................................

14

3.- LA MADERA ......................................................................

16

4.- EL TRABAJO DEL CARPINTERO ...................................

17

4.1.- Toma de medidas. ................................................. 4.2.- Herramientas de corte. .......................................... 4.3.- Herramientas de desbaste...................................... 4.4.- Herramientas de vaciado. ...................................... 4.5.- Herramientas para perforar. .................................. 4.6.- Herramientas de percusión.................................... 4.7.- Herramientas de sujeción. ..................................... 4.8.- Herramientas de afilados y otros instrumentos. ...

19 20 22 23 24 25 26 27

5.- BIBLIOGRAFÍA ..................................................................

28

3


4


L A Z A PAT E R Í A 1.- Introducción La profesión de zapatero va pareja a la aparición del ser humano. Bien es cierto que con el tiempo hubo una clara diferenciación entre el zapatero de prima, quien hacía el zapato de principio a fin, y el remendón, dedicado sobre todo a pequeños arreglos. Este oficio, claramente estructurado a través de los gremios, implicaba a toda la familia del artesano. Tras la revolución industrial, esta profesión comienza su declive, agudizado hoy día por la presión de la industria. A lo largo de esta monografía se hará un breve estudio de la historia del zapato, incidiendo en su importancia en nuestra localidad; seguidamente hablaremos de la materia prima empleada, para terminar con la forma de confeccionarlo. 2.- Un poco de historia El de zapatero es un oficio tan antiguo como el mismo ser humano puesto que éste siempre necesitó de protección para sus pies. Ya en la Edad de Piedra las mujeres se encargaban de hacerlos; la especialización del trabajo dará lugar a diferentes oficios, entre ellos, el que se comenta. El zapato sirvió para diferenciar grupos sociales, así en el Antiguo Egipto, la labor del zapatero, especializado en elaborar sandalias, fue muy bien vista, al igual que en Roma y Grecia. Alrededor de los siglos X y XI los zapateros se agrupan en cofradías que los protegían, instalándose en calles pró5


ximas al centro de la ciudad. Tras la disolución de los gremios, a partir de 1750, surge otra forma de agrupación, las corporaciones. Nuestra localidad fue prolija en zapateros, quienes transmitían sus enseñanzas a sus hijos. Siguiendo el Anuario del Comercio, Industria y profesiones de España, de Rudolf Mosse, del año 1927, las zapaterías de Olivenza, en la fecha citada fueron: Avelino Cascos, Alberto Encinar, Antonio Fernández, Enrique Fortes, Eduardo Rodríguez, Joaquín Rodríguez y José Rodríguez. Junto a ellos se reconoce la alpargatería de Julio Fuentes. En la primera mitad del siglo XX algunos zapateros se convierten en empresarios, creando su tienda para la venta de zapatos, mientras que en una habitación trasera trabajaban varias personas desarrollando el oficio, principalmente remendando. De este tipo son las zapaterías de Augusto Núñez Piñero y Domingo Rodríguez.

Con el primero trabajaron Joaquín Valeriano Franco Álvarez, Cástor Álvaro Díaz y Ángel Trinidad; con el segundo, Miguel Martínez Jalón y Joaquín. Posteriormente se independizaron y crearon su propio taller, Joaquín Valeriano en una habitación de su casa en la C/ Santiago, Cástor Alvaro y Miguel Jalón en la C/ Francisco Ortiz y Ángel Trinidad, en C/ Luis Zambrano. Otros 6


fueron: Francisco Celestino, con taller en C/ Fernando Alfonso, Joaquín Núñez Acosta, en C/ López de Ayala, Manuel Casco, en C/ Reyes Católicos, Antonio Recio Martínez, en C/ San Blas, José Leitón Rubio, en C/ San Francisco, Julio Senero, en C/ Díaz Brito, Eduardo y Juan Prieto González, en C/ General Infante, y Antonio Sández en C/ Ramón y Cajal. Frecuente era verlos en su silla baja y sin respaldo, creando una estampa típica. Ellos fueron los supervivientes de una artesanía que hoy día se ha perdido y de la que nos quedan como testimonio sus fotografías y utillaje. La industrialización del calzado propicia una competencia desigual y, por tanto, la desaparición de este oficio, quedando como recuerdo, como parte del vivir cotidiano de nuestros pueblos, como memoria que es necesario rescatar. Los maestros zapateros urbanos llegaron a adquirir un estatus social importante, mientras que los de zonas rurales confeccionaban calzado sencillo para campesinos. También existieron zapateros ambulantes que llevaban su taller de un lado a otro. 3.- La materia prima El material utilizado es el cuero que se podía conseguir de cordero, denominado badana, de cabra joven, llamado cabretilla, de vaca, conocido por sillero, y de ternero o becerro. Dependiendo del ganado existente en la zona se empleaba un tipo de cuero u otro. En nuestra localidad fue abundante el de vaca y ternera, mientras que el de cabra solía importarse de Portu7


gal. En Olivenza existen noticias de dos fábricas de curtidos, ubicadas en las cercanías de la fuente de la Rala y Cuerna, donde se reblandecía el cuero que se suministraba a los zapateros y guarnicioneros de la villa. En 1927, siguiendo el Anuario del Comercio, Industria y profesiones de España, ya comentado, los almacenes de curtidos locales eran los de Alberto Encinar, Enrique Fortes y Eduardo Rodríguez, éste último también con tienda para la venta de zapatos, como se puede ver en la foto anterior. El zapatero de prima realizaba el zapato de principio a fin; el remendón, sólo realizaba arreglos. La suela, con frecuencia, se ejecutaba con piel de vaca o caballo. El cáñamo servía para coser y unir las piezas, antes se restregaba con cerote hasta que estuviese bien impregnado. Para dar color a los cortes, se empleaban tintes, mientras que los betunes eran para abrillantar. Por último, remaches, protectores, horquines, puntas y chinches se utilizaban para rematar el calzado. 4.- Sobr e su confección Sobre 4.1.- Toma de medidas Una vez acordado el precio entre zapatero y cliente, aquél pasa a tomar medidas de cada pie con su tabla de medir, también conocida por pie de rey; a continuación, con una cinta métrica o correa se hacía lo mismo con el tobillo y empeine. Con todos estos números se hacía el patrón. 8


Marco de zapatero

4.2.- Preparación de patrón; el corte El zapatero contaba con muchos patrones de cartón, papel e incluso de material más duradero como la chapa metálica. Posteriormente se elige un modelo de patrón y se corta sobre el cuero las piezas para confeccionarlo. Dicho corte se hacía con cuchillas como la de media luna o la chaveta.

Chaveta

Cuchilla de media luna

4.3.- Montaje Una vez que se han cortado las piezas, se marcan las líneas de costuras con la ruleta, que produce un surco en el cuero por donde pasar el hilo. Este instrumento tiene cabeza intercambiable para elegir la impresión sobre el cuero y se aplicaba calentándola sobre la llama de una candileja o pequeño infiernillo. 9


Ruleta

Después de preparadas las piezas, se unían cosiéndolas con hilo de cáñamo, que se impregnaba en cerote, bloque de cera, para que se deslizase con ligereza. Dicho hilo se enhebraba en la lezna, punzón con mango, con un orificio en un extremo para pasar el hilo. En principio, el zapatero se valía de pinzas de gran tamaño que ponía entre sus rodillas, con el zapato presionado entre sus puntas, para trabajar con libertad con ambas manos. Las pinzas desaparecen con el empleo de la máquina de coser. Las irregularidades de los bordes se cortaban con el desbarbador, instrumento con mango de madera al que se une una gruesa varilla longitudinal que lleva atornillada una corta cuPinzas chilla con filo. Una vez confeccionado la parte superior del zapato, se procedía a darle forma sobre la horma y añadirle la suela y tacón. La horma es un modelo de madera del pie, de diferentes tamaños, formado por dos piezas móviles para facilitar su extracción. Dicha horma quedaba encerrada en el zapato y sobre ella se clavaba y cosía la suela, el tacón, los ojales para el paso de los cordones. Los agujeros, decorativos o 10


no, se realizaban con el sacabocados, tubo de borde afilado que corta el cuero al golpearlo o presionarlo sobre él. El mismo efecto se conseguía con el sacabocado de tenaza, que podía tener uno o más bocas de distinto tamaño y perforaba el cuero al cerrarlo con la mano.

Sacabocados Hierros de lujar

Terminado todo esto, el calzado necesitaba de remate y abrillantamiento, proceso que se hacía con herramientas específicas; como el palo de bruñir, que se pasaba por la piel y sus uniones para eliminar cualquier imperfección de las costuras, y los hierros de lujar y la pata de cabra, con los que se conseguía el brillo natural de la piel. Una vez acabadas estas operaciones, se extraía la horma con el gancho de zapatero.

Pata de cabra

Tirador sacahormas

11


Otras herramientas son: el martillo, de perfil curvilíneo y dos mazos diferentes con un extremo circular para aplanar y otro adelgazado en lengüeta para asentar costuras; el yunque de zapatero, en forma de suela de zapato soldado a un vástago de hierro que salía del banco de trabajo. Dicho banco podía ser pequeño, con yunque en un extremo y sobre el que el zapatero se sentaba a horcajadas, o como mesa, provista de cajones y compartimentos para clavos, remaches y otros útiles.

Yunque de zapatero

12


BIBLIOGRAFÍA VALLECILLO TEODORO, M.A.: Olivenza en su historia. Olivenza, 1999. SEYMOUR, JOHN: Artes y oficios de ayer. Barcelona, 1993, pp. 130 y ss. SÁNCHEZ TRUJILLO, M.T.: Herramientas. Los oficios artesanales a través de la colección etnológica del Museo de La Rioja. Logroño, 1992, pp. 89 y ss. VILLAR HERRERO, SARVELIO. Oficios tradicionales. Valladolid, 1996. LASO RIVERO, A.B.; PINILLA SAYAGO, M.G.: Oficios tradicionales en Barcarrota. Barcarrota, 2004. MOSSE, RUDOLF: Anuario del Comercio, Industrias y profesiones de España. Barcelona, 1927.

13


LA CARPINTERÍA 1.- Introducción Sin duda la madera es la materia prima más utilizada por el ser humano, gracias a que es fácil de obtener y moldear. Fruto de las necesidades, del día a día, van a surgir los primeros objetos labrados en una sola pieza, sin ensambladuras, ejecutados no sólo por carpinteros, sino por campesinos, pastores, carreteros…, que elaboran, para su propio provecho morteros, saleros, cucharas, cuencos, taburetes, cangas, yugos…, y poco más, que nunca pretenden comercializar. Su fin era el autoabastecimiento y los realizaban con herramientas muy sencillas. A lo largo de esta monografía descubriremos que muchos fueron los carpinteros locales, quienes hacían las veces de aladreros y carreteros; nos acercaremos a la madera que más trabajaban así como a sus herramientas. Ante el avance industrial, la carpintería local se ha tenido que especializar, introduciendo nueva maquinaria para hacer más rentable el trabajo. 2.- Un poco de historia En todas las localidades existía uno o más carpinteros para cubrir las necesidades, tanto de obra nueva como para reparar. Las primeras noticias sobre la carpintería oliventina las ofrece Madoz. En 1927, según el Anuario de Comercio, Industria y profesiones de España, elaborado por Rudolf Mosse, los carpinteros oliventinos eran Ignacio Díaz, José González, Juan 14


Gumiel, Antonio Martínez, Eloy Mata, José Pinto, Casimiro González y José Ramallo. Todos ellos, a excepción de los dos últimos, también eran carreteros, es decir, encargados de realizar carros. Ledesma Abrantes, hacia 1950 nos dice: «Era dos oficios mais rendosos o de carpinteiro, havendo-os com especialidade de obra de talha, mantida pelas casas ricas ou dos lavradores endinheirados, e em que realizavam a um tempo motivos de arte e comodidades; outros fabricavam portas, cadeiras, cómodas simples e de barriga(…) ao fábrico de rodados de carros ou a execuçao de varais, seges e cangalhas»(1).

Este autor cita, como maestros carpinteros, a José Louro, trabajando en la calle Badajoz y a Mariano Carretas, en la Plaza de Santa María. Además de los dos maestros mencionados, se han rescatado de la memoria de nuestros mayores algunos artesanos de la madera, quienes desarrollaron su oficio en la primera mitad del XX. Así se tienen noticias de los talleres de obra fina de José Sousa Ferrera, quien llegó a trabajar en Sevilla, en la Exposición Iberoamericana, y realizando los moldes de los bancos de la Plaza de España. Él, con taller en la calle San Pedro, enseñaría el oficio a sus hijos Ignacio y Esteban Sousa Acosta; otros fueron Antonio Leyra (Señoriño), con carpintería en la calle del Carmen, Francisco Madera, en la calle San Francisco, próximo a la de Custodio, el de Castellanos, en la calle López de Ayala (1)

LEDESMA ABRANTES, V.: O patrimonio da Sereníssima Casa de Bragança em Olivença. Lisboa, 1950.

15


el de Domingo Antúnez, en calle de las Flores y Enrique Licha Soto, en C/ Gabriel y Galán. De obra más tosca, dedicados a la construcción de carros y ruedas eran los de los hermanos Machado, Rafael González y Deogracias Barradas, éste último con local en la calle Díaz Brito. La emigración fue clave en la desaparición de muchos de estos talleres. En la actualidad, la mayoría de los carpinteros han evolucionado hacia la ebanistería, introduciendo nuevas maquinarias para hacer rentable su trabajo. En el polígono industrial se localizan los talleres de Manuel Hidalgo, Luis Píriz, Enrique Sousa y Francisco González Brito; en el interior de Olivenza, los de Federico Borrego, José Sousa y carpinterías Sardiña y Fuerte. 3.- La Madera Normalmente el carpintero contaba con maderas que habían sido cortadas en su luna. El mejor corte era el de la luna menguante de enero, pues la savia es muy escasa en los troncos, lo que permite un mejor secado, al tiempo que se evitan las torceduras o ataque de xilófagos. El corte de troncos se hacía con el tronzador, larga sierra de filo curvo y mango en cada extremo para ser manejado por dos hombres. El despiece de troncos se llevaba a cabo con el serrón o larga sierra de hoja trapezoidal con mangos en ambos extremos, uno fijo, en el más ancho, y otro móvil, que se ajusta a los dientes del extremo más estrecho. El carpintero almacenaba en lugar seco los tablones, procurando que exista corriente de aire entre ellos e impedir las deformidades. En nuestra localidad, los retablos que engalanan sus templos son del siglo XVIII, al igual que sus obras de imaginería, a excepción del Crucificado que se conserva 16


en el consistorio de la Santa Casa de Misericordia, que es de 1818. El material más empleado fue la madera de pino de Flandes y de roble, sin olvidar el cedro, con el que se talla el Cristo crucificado mencionado. En el siglo XX la madera más utilizada por los carpinteros locales, para la obra fina, fue la de pino gallego y la de nogal de las huertas locales; para la más tosca, es decir arados, rastras, yugos, cangas y otros se empleaban la de encina, notable por su dureza y resistencia a la intemperie, fresno y álamo negro. En Olivenza, ciudad que destacó por sus numerosos viñedos, también se trabajó el roble, esencialmente para elaborar toneles. Los dos almacenes de madera que surtían a nuestros carpinteros eran propiedad de Antonio Reyes, en la Plaza del Callao y el de Tomás Rey, en Av. Quinta de San Juan. 4.- El trabajo del Carpintero Genéricamente se llama carpintero al trabajador de la madera, no obstante son tantas las obras que se pueden hacer con esta materia prima que necesariamente los oficios reciben nombres diferentes. Así hallamos la carpintería monóxila, la más antigua, empleada para cubrir las necesidades propias con la materia y herramientas que se tienen a mano. Son objetos de una sola pieza, generalmente de uso domésticos, caso de cuencos, saleros, platos, morteros, cubiertos, taburetes, a los que se suman horquillas, horcones, palas y bieldos.

Mortero

Cuenco

17

Pala


Los talleres de aladrería, especializados en la construcción de aladros, arados, cangones y cangas, donde la madera y el hierro eran igual de importantes, fueron desapareciendo a lo largo del siglo XX, a medida que los avances técnicos se van incorporando a la agricultura, desechándose el arado romano y aquellos útiles para los animales de tiro. No olvidemos el carpintero de carretería, dedicado a construir carros. La mayor dificultad de estos residía en elaborar las ruedas, de seis piezas o pinas de madera, llanta de hierro y en el centro masa o cuerpo donde encaje el eje y doce radios. La mecanización del campo aceleró la desaparición de esta profesión. Otro fue el carpintero de ribera, maestro en dar vida a barcos de pesca, como el que se reconoce en el Museo Etnográfico de Olivenza, obra de un maestro de Cheles.

Obra de carpintero de carretería

Obra de carpintero de ribera

No olvidemos mencionar al carpintero tonelero, especializado en construir toneles; tras cortar las duelas y conformarlas, se arma el casco, colocándolas en el interior de un aro, una vez realizado esto, se procede a su domado, empleando agua y fuego para 18


flexibilizar la madera y curvarla. En nuestra villa fue elevado el número de viñas y bodegas que procuraron trabajo al tonelero. Por último, citemos al carpintero de taller, encargado de elaborar muebles, puertas, ventanas, escaleras… 4.1.- Toma de medidas Antes de iniciar la obra, el carpintero debía tomar las medidas oportunas con instrumentos tales como el metro de carpintero, conjunto de tablillas de madera, graduadas en centímetros y milímetros, que se unían y articulaban entre sí; otros útiles fueron los compases, como el de punta, de dos brazos de hierro terminados en punta afilada, el de gruesos, con trazos curvados en semicírculo y puntas cortadas a bisel, y el fijo o de varas. Para trazar ángulos rectos se utiliza la escuadra y cartabón, por último, el gramil, instrumento típico empleado para trazar y trasladar medidas, paralelas entre sí y al borde de la pieza. Con frecuencia era de fabricación propia. Consiste en una tabla rectangular atravesada perpendicularmente por uno o dos listones de madera de sección cuadrada con una punta de acero en su extremo, de modo que al deslizar la tablilla por el canto de una madera, la punta marque una línea sobre la misma. La distancia de esta línea respecto al borde se gradúa moviendo el listón a través de la tabla y fijándolo con una cuña. De este modo se pueden hacer cuantas líneas paralelas se deseen para escopladura, ensamblajes, colocación de bisagras, o futuras decoraciones.

Gramil

19


4.2.- Herramientas de corte El corte de la madera puede realizarse, bien por golpe, bien por fricción. Entre los instrumentos del primer tipo se encuentran las hachas y azuelas. Éstas presentan una hoja de hierro de forma triangular o trapezoidal, de base afilada, acoplado todo ello a un mango de madera. Se usa para cortar superficies curvas. El corte por fricción se ejecutaba mediante sierras, de larga hoja de filo dentado cuyos dientes aparecían doblados a un lado y a otro. El mango variaba según para lo que se usase. Así encontramos la sierra de mano o de armar, compuesta por un bastidor de madera en H, con travesaño más largo que los lados verticales, a los que se acopla, mediante tornillos o palomillas, una estrecha hoja rectangular con dientes hacia fuera; en el lado opuesto se descubre una cuerda, que hacía las veces de tirante, que se tensaba por torsión gracias a una delgada tablilla central.

Sierra ordinaria, de mano o armar

20


De estructura similar eran las de rodear, para hacer cortes curvos, y la bracera, manejada por dos hombres. Los serruchos servían para cortes más pequeños; poseían empuñadura para proteger la mano. Entre ellos destacaban el normal y el de calar, de hoja más estrecha con objeto de hacer cortes curvos.

Serrucho ordinario

Serrucho de calar

Otro tipo es el de costilla, de hoja rectangular corta y mango de madera. Se emplea para hacer cortes finos. El continuo uso de las sierras motiva que deban afilarse con asiduidad, al igual que era obligado enderezar sus dientes mediante el trabador o entramador, pieza rectangular con algunas ranuras en su borde, por donde se introducen los dientes para enderezarlos.

Serrucho de costilla

Trabador o entramador

21


4.3.- Herramientas de desbaste Los usuales, para alisar la madera, eran cuchillas y cepillos. Los primeros son de hoja rectangular larga, filo biselado en un canto y extremos doblados en la misma dirección del corte. Pueden ser rectos o curvos. Los cepillos adoptan forma de caja de madera, atravesada verticalmente por una cuchilla rectangular con filo a bisel, dispuesta con inclinación de 45º; el filo sobresale ligeramente de la base de la caja. Éstos podían ser de desbastar, o de una hoja, o de pulir, caracterizados por tener dos hojas; de este último grupo destaca la garlopa, cepillo de gran tamaño, entre 60-70 cms de longitud, provisto de empuñadura y doble hoja, una más corta que la otra; de menor tamaño, entre 30-60 cms de longitud, se encuentra el garlopín, de una sola cuchilla.

Garlopa

Cepillo

El guillame, estrecho cepillo similar a los anteriormente mencionados, muestra abertura transversal incluida en el centro, donde se coloca la cuchilla que tiene forma de U. Se usaba para hacer rebajes en sentido longitudinal y para limpiar entrantes. Otra herramienta para hacer rebajes paralelos al borde es el acanalador, que en la cara opuesta a la cuchilla presenta una pieza del tamaño de la caja y unida a ella, mediante dos gruesos tornillos de madera que la alejan o acercan para deslizarla por el borde de la pieza y practicar el rebaje más cerca o más lejos del mismo, en forma de surco o canal. 22


Acanalador

Guillames

4.4.- Herramientas de vaciado Todas ellas son de hoja larga y estrecha, con filo biselado, provistas de mango sobre el que percute un mazo. Se utilizaban para hacer rebajes y vaciados en la madera. La división de estas herramientas se realiza según la forma de su hoja y la disposición del filo. De tal manera que nos podemos encontrar escoplos, formones y gubias. La finalidad del escoplo es hacer orificios en los cantos de una pieza que se pretende unir y ajustar a otra. En el Museo existen los de doble bisel y los finos. Escoplo

El formón presenta filo a bisel en sus tres bordes. Se emplea para tallar motivos decorativos.

La gubia, de media caña y cañón, es una cuchilla curva con el filo en el extremo para realizar cortes curvos.

Formones

23

Gubia


4.5.- Herramientas para perforar Se empleaban para practicar orificios en la madera. Se componen de un vástago torneado en la punta y provistos de mango transversal para su uso por la presión manual. Típicos son la barrena y el berbiquí; además hemos decidido incluir la terraja. La barrena, caracterizada por su vástago de hierro con punta torneada y mango de madera transversal, se usaba para abrir orificios con diferentes objetivos, bien ensamblar, bien para permitir entrar a la sierra de calar o a cualquier herramienta de vaciado. En el Museo Etnográfico de Olivenza se pueden localizar un berbiquí normal, con varilla de hierro en forma de U, con mango de madera en extremo y base de la U, mientras que en el otro extremo porta la broca, y el de pecho, de empuñadura de madera con cabeza achatada y una manivela con mango de madera que pone en funcionamiento dos ruedas con estrías. La terraja no es un útil propio de Berbiquí perforación, pero sí para hacer roscas. Se trata de dos herramientas, macho y hembra, según la rosca se realice en el interior o alrededor de la madera. La terraja macho tiene forma de barrena con punta torneada. Presionando en la madera produce un orificio de rosca por donde introducir el tornillo; la hembra es una pequeña caja de madera perforada transversalmente por un orificio en el que se reconoce una pequeña cuchilla que al introducir el palo produce en su superficie una forma helicoidal, de tornillo. 24


Terraja hembra

4.6.- Herramientas de percusión En este grupo localizamos el mazo y martillo, ambos con mango de madera; el primero, con pieza de hierro prismática o cilíndrica en el otro extremo, aunque su cabeza podía ser toda de madera; se usa para golpear otras herramientas: escoplos, formones y gubias. El martillo puede ser de oreja y de peña; el primero consta de maza prismática en un extremo y dos lengüetas curvas en el otro, conocidas por orejas, empleadas para extraer clavos; el de peña, con extremo en forma de maza prismática y el otro rebajado semejando una cuña, se utilizaba para golpear y cortar la madera.

Maza

Martillo de orejas

25


4.7.- Herramientas de sujeci贸n Aqu铆 se incluyen tanto bancos y burras de carpinteros como los gatos. El banco es la mesa de trabajo; la burra, largo y estrecho banco sobre cuatro patas, con un plano inclinado en un extremo, que atraviesa un mazo, se acciona por un pedal en su parte inferior. El carpintero se sentaba a horcajadas. El gato, construido tradicionalmente de madera, con forma de U, se encuentra abierto en un lado donde hay un tornillo que sirve para inmovilizar.

Banco de carpintero

Gato

26


4.8.- Herramientas de afilado y otros instrumentos Para afilar el instrumental el carpintero utilizaba la piedra de asperón, en forma de disco, con eje central situado sobre armazón de madera de cuatro patas. El movimiento se transmite a la rueda mediante una manivela o pedal. Servía para pulir el filo y eliminar rebabas. Otro instrumento del carpintero era el calentador de cera o de cola, recipiente apoyado en tres patas; en su interior se calentaba, al baño María, la cera o cola. Tenía asa para transportarlo.

Muela de afilar

Calentador de cera

27


BIBLIOGRAFÍA VALLECIDO TEODORO, M.A .: Olivenza en su historia. Olivenza, 1999. SEYMOUR, JOHN: Artes y oficios de ayer. Barcelona, 1993, pp. 130 y ss. S ÁNCHEZ T RUJILLO , M. T.: Herramientas. Los oficios artesanales a través de la colección etnológica del Museo de La Rioja. Logroño, 1992, pp. 89 y ss. VILLAR HERRERO, SARVELIO. Oficios tradicionales. Valladolid, 1996. LASO RIVERO, A. B.; PINILLA SAYAGO, M. G.: Oficios tradicionales en Barcarrota. Barcarrota, 2004. MOSSE, RUDOLF: Anuario del Comercio, Industrias y profesiones de España. Barcelona, 1927.

28


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.