Sala de Arqueología

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SALA DE ARQUEOLOGÍA (MONOGRAFÍA) MIGUEL ÁNGEL VALLECILLO TEODORO FOTOS: MARIA TERESA PLAZA NÚÑEZ

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SALA DE ARQUEOLOGÍA (MONOGRAFÍA)

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Imprime: Gr谩ficas Diputaci贸n de Badajoz Dep贸sito Legal: 119/2011

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ÍNDICE 1.- INTRODUCCIÓN ....................................................................... 7 2.- CULTURA MEGALÍTICA ........................................................ 7 3.- EDAD DEL BRONCE Y HIERRO.......................................... 14 4.- EL LEGADO DE ROMA ......................................................... 16 5.- APORTACIÓN VISIGODA ..................................................... 19 6.- EL MUNDO CRISTIANO ....................................................... 22

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1.- INTRODUCCIÓN Como dijo don Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el Museo Etnográfico Extremeño González Santana debe ser «un ejercicio de aprendizaje y documentación, además de provocar un hondo sentimiento de emoción» (1). Esto es lo que se pretende con esta monografía y todas las que se lleven a cabo, una incursión hasta el alma de la zona rayana donde, en un principio, no hubo fronteras físicas, dando a conocer la forma de hacer y vivir de nuestros antepasados. Se intentará hacer un viaje por la historia, desde el Calcolítico hasta el siglo XVI, recorriendo etapas como las edades de Bronce y Hierro, el mundo romano, visigodo, árabe y cristiano. Desde estas páginas queremos dar las gracias a todos los que han hecho posible, con sus donaciones o estudio de las piezas, el que exista una sala de arqueología que nos permita remontarnos varios milenios y poder descubrir la forma de hacer y vivir de nuestros antepasados con objeto de valorar y respetar lo que nos ha sido legado. 2.- CULTURA MEGALÍTICA Como se ha comentado, allá por el tercer milenio antes de Cristo, el Guadiana no constituía una frontera ni política-geográfica, ni cultural. Tanto el actual Alentejo como Extremadura, participaban de un fondo cultural común. Aunque a orillas del Guadiana se localizan algunos restos paleolíticos, los principales asentamientos arqueológicos del término oliventino son del Neolítico, enclavados en las fincas Monte Nuevo, Doña María, Malpica, Monte Seco, Villarreal y, como no, en la Sierra de Alor. Parece que desde su primera cuna, en las regiones de Beira y Tras os Montes, se extienden hacia el Atlántico y a las actuales provincias limítrofes de Andalucía, ocupando Extremadura y Salamanca (2). El -7-


megalitismo europeo, para Leroi-Gourhan, «está centrado en el III milenio a. C. y en la primera mitad del segundo; corresponde a culturas megalíticas y calcolíticas, con extinción rápida o gradual en la primera mitad de la Edad del Bronce» (3). En el suelo oliventino, el núcleo megalítico más importante se encuentra enclavado entre las fincas Monte Nuevo y el río Guadiana. Así, en Malpica de España, próxima a dicho cauce, se alza un dolmen constituido por siete losas verticales y una horizontal (Foto1).

Foto 1 Muy cerca de aquí, en la colada de Monte Nuevo, se descubren dos dólmenes (Foto 2), totalmente destruidos, relacionados con los llamados Tholos de Comenda y Farisoa, en el Concejo de Reguengos de Monsaraz (4). Son tumbas construidas por treinta o más losas, excavadas por doña Margarita Navarrete, quien dona un elevado número de piezas a nuestro Museo, pertenecientes a ajuares funerarios en los que se aprecian dos etapas evolutivas del megalitismo, es decir, «fueron reutilizadas en diferentes momentos. Sus iniciadores efectuaron allí un -8-


enterramiento colectivo con sus correspondientes ajuares y muchos años después otro grupo volvió a depositar nuevos restos humanos»(5).

Foto 2 De la primera etapa existen hojas de sílex usadas como cuchillos (Foto 3), hachas pulimentadas del mismo material (Foto 4), dieciocho cuentas de calaíta (Foto 5), puntas de flechas con aletas de magnífica factura y lámina de sílex con bordes cortantes.

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Foto 5 Uno de los elementos más peculiares de estos enterramientos son los ídolos placas (Foto 6), tallados en pizarra, de forma trapezoidal normalmente, con ambas caras pulimentadas y decoración a base de líneas horizontales que alternan con bandas lisas y reticuladas, divididas por triángulos; otras veces se ornamentan con espina de pez, alternando de nuevo con las bandas mencionadas. En su parte superior, se descubre un orificio por donde se introducía una guita para llevarla colgada al cuello como símbolo protector. Algunos historiadores los interpretan «como representaciones de las diosas megalíticas de la agricultura y protectora de los muertos» (6).

Foto 6

La cerámica encontrada en las tumbas mencionadas corresponde al segundo momento de utilización de estos sepulcros, atribuidas a poblaciones ganaderas que ya no enterraban en dólmenes; es la última fase del megalitismo en la zona. Nos acercamos a un pueblo sometido a la evolución de los tiempos, gracias a nuevas aportaciones traídas por su dedicación a la ganadería trashumante. Ello permite la aparición de grupos sociales que - 10 -


se van a enriquecer gracias al comercio. Así lo ponen de manifiesto los elementos de cobre, dos puntas de flecha con pedicelo. Entre la cerámica donada por Margarita Navarrete se reconocen cuencos semiesféricos, realizados a mano y bordes con remate liso o irregular, de tonalidad rojiza, con restos de negro humo y donde se aprecia cocción reductora; vasos de tipo globular, semiglobular, carenado, de paredes rectas, la mayoría de base aplanada redonda, ejecutada a mano, con desgrasantes micáceos y cocción reductora, tonalidad parda y restos de negro-humo. Sus bordes o labios pueden ser envasado o exvasado (Foto 7).

Foto 7

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Características similares presentan las vasijas, destacando una de forma globular achaparrada y platos que, aunque en deficiente estado, muestran elementos decorativos a base de dos círculos con numerosas incisiones (Foto 8).

Foto 8 Otros restos han sido hallados en la Sierra de Alor, concretamente en el paraje conocido por Pedra Furada y sus alrededores. Los numerosos vestigios nos hablan de una importante comunidad con amplia dedicación agrícola, como lo demuestran los microlitos dentados, fracturas de cantos rodados, obtenidos en el río Olivenza, que se adherían a maderas curvadas trabajadas con sumo cuidado (Fotos 9 y10).

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Una vez conseguido el grano, éste se molía en molinos de mano, empleando molederas (Foto 11). El producto obtenido se depositaba en vasijas de cerámica, caracterizadas por sus mamelones, que hacían las veces de asas.

Foto 11 A la agricultura hay que sumar otras actividades como la caza y pesca, de la que dan testimonio las hachas (Foto 12), puntas de flecha y raederas, utilizadas para limpiar las pieles.

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3.- EDAD DEL BRONCE Y HIERRO El suelo oliventino continuó habitado durante la Edad del Bronce por poblaciones de las que aún nos queda mucho por conocer. A finales de este período, alrededor del 800-700 a. C, aparecen estelas figurativas, frecuentes en Extremadura y sur de Portugal, propias de enterramientos que se diferencian de los de época megalítica por la desaparición del carácter sagrado de la tumba, abandonándose la costumbre de enterrar a los difuntos con sus ajuares, a la vez que la sepultura pasa a ser individual. La estela que se admira en esta sala se halla labrada en caliza, en consonancia con el material que predomina en la finca donde se encontró, Monte Blanco. Presenta figura esquematizada, en posición erguida, y mostrando gran expresividad gracias a sus brazos alzados, como dirigidos al cielo (7). Junto a ella se reconocen las armas del difunto y que de arriba abajo son: una lanza con punta muy estilizada; paralela a ella, a mitad del cuerpo, una espada de hoja larga y con empuñadura. El resto de la estela se ocupa con un escudo adornado a base de círculos concéntricos y cazoletas, además de un carro esquematizado. El espacio sobrante se rellena con casco y cazoletas. Otros elementos propios de este período y que han salido de nuestro almacén para enriquecer las vitrinas de esta sala son un fragmento de hacha y punta de lanza, hallados en las proximidades de San Jorge de Alor (Fotos 14 y 15), además de un pendiente de oro (Foto 16).

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Foto 14

Foto 15

Foto 16

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A lo largo de la Edad de Bronce, la sociedad se organiza en clases, convirtiéndose en claro antecedente de la etapa siguiente: la Edad del Hierro, que traerá consigo la aparición, en la zona, de pueblos prerromanos como celtas y lusitanos. Escasos son los restos de esta cultura, destacando un cántaro funerario del siglo V a. C. (Foto 17), hallado en la finca El Romal, situada en la ladera de la Sierra de Alor. Muestra forma globular, con cuello corto y dos pequeñas asas, una de ellas completa. - 15 -


4.- EL LEGADO DE ROMA Los escasos restos arqueológicos de este período demuestran la ausencia de municipio, ciudad indígena que recibió de Roma el derecho de ciudadanía por su fidelidad, o colonia, núcleo urbano donde se asentaban ciudades romanas, entre otras razones porque no existió un castro o ciudad indígena sobre la que se ubicasen los nuevos invasores, quienes tuvieron preferencias por asentamientos más defensivos en Elvas o Jurumenha. No obstante, la comarca de Olivenza fue ampliamente explotada por los romanos debido a su riqueza agrícola y ganadera, sus abundantes manantíos y su producción de hierro excavado en la Sierra de Alor. Siguiendo a Fernández Corrales, «el asentamiento romano en Olivenza debió producirse entre el 25 a. C y el I d. Cristo (8). En nuestro suelo aparecen villas que serán centros de explotación agrícola y órganos económicos. Así los hallamos en las fincas Villa Vieja, en las cercanías de San Francisco de Olivenza y San Jorge de Alor. El yacimiento mejor conservado se ubicaba «en la margen izquierda de la rivera de Olivenza, justo ante el poblado de San Francisco. Dista 7´5 kilómetros de la importante villa romana de La Cocosa (…) Aquí se localizan las termas (…) habitaciones abiertas y piscinas (…)» (9). De aquí salieron restos tan importantes como la cabeza barbuda de Heracles, diez agujas de hueso con cabeza redonda, monedas, fragmentos de mosaicos, compuestos por grandes teselas de color blanco, capiteles con volutas, útiles de hierro (10). Entre los vestigios que aparecen en las vitrinas del Museo Etnográfico González Santana hallamos: Dolia romana, base, fragmentos de tegulae y terra sigilata, lucerna. De reciente incorporación a esta sala son piezas tales como mascarón báquico (Foto 18), material de fundición, tallado en forma de T, con orificio en su parte superior y medallón en la inferior donde se reconoce una figura masculina barbuda, posiblemente Baco. Servía para sujetar un caldero.

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Foto 18 También se descubre una moneda en cuyo anverso se lee CONSTATINUS.MAX AUG., que acompaña a un busto con paludamentum hacia la derecha y diadema. En el reverso se graban dos soldados con casco, lanza y escudo hacia los lados de una insignia con Laborum y monograma de Cristo, donde se reconoce la expresión GLORIA EXERCITUS (Fotos 19 y 20).

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Además, en esta vitrina se puede detallar una pierna masculina, fragmento de una estatuilla, realizada en mármol claro, patina gris parduzca, con manchas de concreción calcárea. Se presenta desnuda ante un tronco de árbol que le sirve de apoyo. En el muslo se conserva un pequeño resto triangular, probablemente del vestido.

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No olvidemos la columna de fuste liso hallada en las proximidades de San Rafael de Olivenza que bien pudo proceder de las villas romanas cercanas ubicadas en La Cocosa o en el actual poblado de San Francisco de Olivenza (Foto 22). Foto 22 - 18 -


5.- APORTACIÓN VISIGODA La decadencia del imperio romano facilita la invasión de los pueblos germánicos. El reducido número de invasores y el influjo progresivo de la civilización romana sobre ellos hace que no se produzcan grandes cambios en el estilo de vida. La preferencia del pueblo visigodo a vivir en el campo motiva que pervivan las antiguas villas, donde se reconoce su influencia, como en la finca oliventina de Valdecebadal, a escasos centenares de metros de las termas romanas, donde se localiza una iglesia visigoda, en la que se han hallado restos de antiguas construcciones romanas, caso de opus Signum o el marco de la puerta occidental (9). Presenta estructura en forma de cruz latina, de escasas dimensiones, caracterizada por su rigidez. Para Sastre de Diego su planta es « la más particular de la arquitectura religiosa extremeña e hispana en general, de época tardoantigua. Es un edificio 17 x 18 m. de planta de cruz griega con ábside exento 3,25 x 2,80 m. de herradura exterior e interiormente se abre desde el brazo oriental» (10). Dicho ábside se separaba de la nave mediante un escalón. Su altar era «una mesa de cuatro soportes y ara central con tablero rectangular de tradición romana» (11). En el brazo norte se descubrió una pila bautismal, de 0´60 metros de ancha, 1´50 metros de larga y 1 metro de profundidad. Los neófitos entraban en ella bajando por unos peldaños que conducían a un pequeño rellano, donde se arrodillaban para recibir el sacramento del bautismo, saliendo, a continuación, por las escaleras del lado opuesto. Del resto del edificio mencionemos las tumbas expoliadas. Se data esta construcción hacia el siglo VII (12). Entre los restos visigodos que se exponen en la sala de arqueología destacan: 1.- Barrotera de cancel, labrada en mármol; aunque se desconoce su origen, debe proceder de la iglesia mencionada. De 0´65 x 0´13 x 0´12 m, se decora con una sucesión de cruces (Foto 23). Foto 23 - 19 -


2.- Imposta. Presenta sus frentes decorados con círculos secantes dando vida a una forma posiblemente vegetal en su interior (Foto 24).

Foto 24 3.- Fragmento de cancel, de 0´23 x 0´24 x 0´05 m, tallado en mármol blanco, donde se reconoce una columna salomónica y el comienzo del árbol de la vida (Foto 25).

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4.- Jarra visigoda, hallada en uno de los sepulcros de la iglesia visigoda comentada. Realizada en arcilla, con huellas de haber sido pulida a espรกtula. Presenta orificio trebolado y base plana (Foto 26).

Foto 26 5.- Moharra, fundida en hierro, de 26 cms de longitud. Muestra nervadura en el medio. Fue hallada en la iglesia visigoda de Valdecebadal (Foto 27).

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6.- EL MUNDO CRISTIANO. La aportación árabe sobre nuestro suelo no debió ser importante, como lo demuestran los escasos vestigios arqueológicos, reducidos, hasta ahora, a la cerámica de nuestro Museo Etnográfico (Fotos 28 y 29).

Foto 28

Foto 29

Los historiadores tienden a decir que la fundación del primitivo emplazamiento data de la primera mitad del siglo XIII. Parece ser que desde 1258, la Orden del Temple se hace cargo de su repoblación; su huella se manifiesta en la estructura del casco antiguo, «un cuadrilátero de cuatro puertas cortado por dos calles perpendiculares que se cruzan en el centro» (13). Olivenza perteneció a los templarios hasta 1278, cuando por la Concordia de Límites, entre el Concejo de Badajoz y la dicha Orden, en agosto de 1277, la villa fue entregada al primero. El 12 de septiembre de 1297, por el Tratado de Alcañices, Olivenza pasa a manos del rey lusitano Don Dinis, nieto de Alfonso X el Sabio, de quien heredaría su buen hacer los campos político, socio-económico y cultural. Mencionado rey pretendía el desarrollo económico de la localidad porque sabía que ello repercutiría en todos los demás aspectos de su vida cotidiana. Pretendía convertirla en foco de atracción para la población, por ello, los privilegios de su foral, tenían un fin claro: el - 22 -


repoblamiento de Olivenza, empleando un grupo heterogéneo de inmigrantes al que protege edificando un nuevo recinto amurallado que terminará su hijo Afonso IV, levantándose el alcázar, en el lado que mira a Badajoz, y cuatro puertas: la de Gracia, San Sebastián, Ángeles y Alconchel. Para algunos historiadores, la fortaleza dispuso de un total de catorce torres; para otros, tres menos; todas de catorce metros, menos la Albarrana, de diecinueve. El foso que circundaba el perímetro murado cerraba el conjunto del aparato defensivo. Esta claro que Don Dinis sienta las bases de la organización municipal construyendo un sistema defensivo para que la población se sienta protegida. Entre las piezas que se exhiben en la sala de arqueología, destacan: 1.- Reloj de sol, labrado en ladrillo con abundante mezcla de cal. Donado por Margarita Navarrete.

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2.- Piedra fundacional del Castillo, tallada en mármol, con la inscripción que abajo se detalla, a la que acompaña una figura femenina sentada con la cabeza cubierta, en la que algunos han querido ver a la reina Santa Isabel, esposa de Don Dinis. A la izquierda se observan dos escudos: el de la izquierda, con las armas de Portugal y, el de la derecha, más pequeño, con las de Aragón o los Rego, y un olivo en medio, símbolo de la villa (Foto 31). Ayres Varela nos dice sobre esta piedra: «En el tiempo en el que se fundó este castillo, sobre la puerta por donde se entra en él, se puso una piedra que el temporal había oscurecido, pero en el año 1641, el Juez que entonces servía la mando limpiar y se descubrieron las armas reales labradas a lo antiguo y junto a ellas las de la Villa» (14). Permaneció durante muchos años a la intemperie en el arco de la Calle Duque de Cadaval, antigua Puerta de Gracia. Debido a la humedad, se trasladó a la escalera del Ayuntamiento de donde pasó al Museo.

A PRIMERA PEDRA DE ESTE CASTELO:FOI POSTA:EN DIA DE SA N: MIGUEL EPOSAQUI:PE RO LORENSO:DO REGO EN TENPO:DO REI:D ON:DINIS:ERA:DE MI L: E TRES ENTOS E QU ARENTA E QUATRO ANOS

Foto 31

3.- Escudo heráldico, posiblemente del siglo XVII, donado por Manuel Gómez Castaño, procedente del patio de la casa donde vivía. No es de origen luso. Se presenta acuartelado, con líneas de partición con brochantes y una cruz. Su primer cuartel, lado superior derecho, está por identificar; el segundo, en el lado superior izquierdo, podría ser alusivo a la familia Velasco; tercer y cuarto, en el lado inferior, - 24 -


es una posible corrupción de Escobar (Foto 32). Se remata con yelmo enrejado, sin timbre y emplumado. En él se lee la siguiente inscripción: ENTERO Y CAPILLA ES DE ALONSO LOP___ D ESCOBAR___ Y d ISABEL ____M DE CARBALLAR Y CABº Y SUS SUCESORES.

Foto 32 4.- Piedra de censo, de 18 cms x 23 cms, con la inscripción S QTRA 1743, aludiendo a que la casa, sobre cuyo portal se ubicaba esta pequeña losa, pagaba censo a la cofradía de Santa Quiteria. Era frecuente que las casas oliventinas, sobre las que pesaba algún censo, tuvieran visible a quien tenían de pagarlo. Las cofradías con mayor número de censos en la villa fueron las de la Santa Casa de Misericordia y la de las Almas del Purgatorio de ambas parroquias. - 25 -


5.- Lápida funeraria, realizada en mármol (Foto 33). En ella se lee: Aquí jaz Vasco de Gama, Fidalgo da Casa del Rey, alcalde das Sacas Faleceu na era de mil quinhentos e vinte tres anos a doze días de Fevreiro. Esta sepultura man dou fazer Antonio da Gama, seu filho.

Foto 33

6.- Parte de mojones. Tres son los que se conservan, todos fragmentados. Servían para delimitar propiedades y en ellos se grababa el nombre de la familia propietaria, en este caso MEXIA, dueños de extensas fincas en nuestro término, entre las que destacan Talegón, Bacharés y Moreriña.

Foto 34 - 26 -


NOTAS (1) (2) (3) (4)

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(6) (7) (8) (9) (10) (11)

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VICENTE CASTRO, F.: Museo Etnográfico González Santana. Mérida, 1995. MENÉNDEZ PIDAL, T.: Historia de España. T. 1.º. Madrid, 1985, p. 532. LEROI-GOURHAM, A.: La prehistoria. Barcelona, 1982, p. 244. SCHUBART, T.:Tumbas megalíticas con enterramientos secundarios en la Edad del Bronce en la Colada de Monte Nuevo de Olivenza. Madrider Mitteilengen, n.º 14 (1973). Heilderberg. ENRÍQUEZ NAVASCUÉS, J.J.: Los objetos prehistóricos del Museo de Olivenza. En Olivenza Antología Esencial. Badajoz, 1994, p. 60. IDEM. IDEM, P. 61. FERNÁNDEZ CORRALES, J.M.: El asentamiento romano en Extremadura y su análisis espacial. Cáceres, 1998, p. 77. VALLECILLO TEODORO, M.A.: Olivenza en su historia. Olivenza, 1999, p. 35. IDEM. SASTRE DE DIEGO, I. Los primeros edificios cristianos en Extremadura. Sus espacios y elementos litúrgicos. Caelum in Terra. Ataecina (2005). Mérida, p. 72 y 73. ULBERT, T.: La iglesia de época visigoda de Valdecebadal en las proximidades de Olivenza. Encuentros/Encontros, n.º 3 (1997). Olivenza, p. 120. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, M.: Olivenza y el Tratado de Alcañices. Olivenza, 1997, p. 70. VARELA, AYRES: Theatro das Antigüedades de Elvas: com a historia da mesma cidade e descripçao das terras da sua comarca. Elvas, 1915, p. 63.

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AYUNTAMIENTO DE OLIVENZA

DIPUTACIÓN DE BADAJOZ

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