Tienda de Ultramarinos y Cerámica

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T I E N D A D E U LT R A M A R I N O S Y CERÁMICA

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Imprime: Gr谩ficas Diputaci贸n de Badajoz Dep贸sito Legal: BA- 001164/2012

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Índice TIENDA DE ULTRAMARINOS 1.- INTRODUCCIÓN ..........................................................................

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2.- UN POCO DE HISTORIA SOBRE EL COMERCIO LOCAL .....

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3.- PESAS Y MEDIDAS ......................................................................

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4.- VENTA DE PRODUCTOS DE ALIMENTACIÓN .......................

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5.- VENTA DE OTROS ÚTILES ........................................................

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BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................

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CERÁMICA 1.- INTRODUCCIÓN ..........................................................................

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2.- ORÍGENES E INFLUENCIAS ......................................................

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3.- CERÁMICA Y CERAMISTAS OLIVENTINOS. .........................

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4.- LA OBRA ........................................................................................

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4.1.- Cerámica romántica. ............................................................

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4.2.- La cerámica de primera mitad del XX. ...............................

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4.2.1.- Cerámica de Francisco Lemus Rodríguez ........................

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4.2.2.- Cerámica de Juan Rodríguez Rodríguez, «Simeón». .......

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4.2.3.- Cerámica de Antonio Miranda Bello. ...............................

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T I E N D A D E U LT R A M A R I N O S 1.- Introducción Tras la agricultura y ganadería, Olivenza destacó por su incesante actividad comercial y manufacturera que truncaron las guerras hispano lusas, de las que siempre salió malparada nuestra villa. Escasa información existe de la época prerromana, no obstante las cuentas de calaíta de la sala de prehistoria del Museo Etnográfico local nos hablan de un posible comercio basado en el trueque. La verdadera actividad comercial se inicia durante la dominación romana. Una vez que Olivenza se incorpora a Portugal, sus reyes, encabezados por D. Dinis, aprovecharon al máximo su posición fronteriza privilegiada. La destrucción de Puente Ajuda, en 1709, la incorporación de la localidad a la soberanía hispana, en 1801, y la Guerra de Independencia (1808-1814) influyeron negativamente al comercio, favoreciendo el contrabando, actividad que se agudiza tras la Guerra Civil (1936-39). Como se verá, el comercio de ultramarinos de la primera mitad del siglo XX se caracterizaba porque allí se vendía de todo, desde productos de alimentación, vestir, calzar, higiene, hasta de hojalatería y ocio. 2.- Un poco de historia sobr e el comer cio local sobre comercio El rey Don Dinis concedió foral a Olivenza, en enero de 1298, con el privilegio de poder celebrar mercado del 1 al 15 de septiembre, además de los lunes de cada semana. Sus sucesores prosiguieron con su labor, completada con D. Manuel, quien el 1 de junio 5


de 1510 dicta nueva ordenanza por la que se regulaban los impuestos a pagar por mercancías que se importasen o exportasen. Este arancel protegía, durante la celebración de las ferias, a los mercaderes de fuera, a quienes se incentivaba a que se acercasen a Olivenza, liberándolos del pago de algunos productos (pan, queso...) La actividad comercial iba ligada a la de la manufactura: alfareros, jaboneros, tapiceros, curtidores, herreros, tejedoras… constituyeron importantes gremios de los que dejan nombre calles actuales como Díaz Brito (antiguamente Rua dos Oleiros), Bravo Murillo (Rua Saboeiros), Victoriano Parra (Rua Atafona)… El comercio oliventino iba destinado a España, Portugal, además de a posesiones de ultramar(1). Un duro revés fueron las Guerras de Aclamación (1640-1669), de Restauración (1701-1715) que supuso la destrucción de Puente Ajuda, punto de trasiego comercial entre Olivenza y el resto de Portugal, y la Guerra de Independencia (1808-1815). El libro Real de Aduanas de Olivenza, de 1816, da cuenta del escaso comercio entre España y Portugal a través de nuestra villa, destacando productos importados como: azúcar, lienzo y ganado de cerda, mientras que pucheros, jarrones, vino y bacalao eran los que más se exportaban. Incorporada Olivenza a España se aprecia un descenso del comercio, sector que se reactiva en la década de 1840, gracias a la llegada de Cameranos. Así se establece Marcial Soriano, con casa comercial en Olivenza hasta 1863, año en el que la vende a la Sociedad Blasco-Frutos, que un año después se denominará Blasco y Hermanos, con el claro objetivo de «la compraventa de géneros de algodón, lana, hilo, seda, colonias, paquetería(2). (1) (2)

VALLECILLO TEODORO, M.A.: Olivenza en su historia. Olivenza, 1999, p. 98. Idem.

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En 1849, Pascual Madoz nos informa de la existencia de 11 tiendas de comercio, 8 lagares de aceite y 10 de vino, a la vez que de los productos que llegaban de Portugal: café, harina y azúcar, fruto del contrabando que se desarrolla(3). En una etapa en la que el pueblo se sentía ahogado por necesidades económicas, el trabajo del contrabandista o mochilero se incrementa. Éste recorría a pie, siempre cargado, grandes distancias, procurando evitar los puestos de vigilancia, tanto hispanos como lusitanos, contando con la inestimable colaboración de pescadores, molineros, pastores y encargados de cortijos. Una vez en Olivenza, el producto se distribuía bien por la villa, bien por los pueblos de la comarca: Barcarrota, Valverde de Leganés, Alconchel, incluso a Badajoz. Durante la Guerra Civil (1936-39) la harina se convierte en el producto aprehendido desde los puestos de la Guardia Civil, ubicados en las fincas Malpica y Piñero. En 1915, el Ayuntamiento, dirigido por Antonio Carapeto, saca ordenanzas municipales, regulando la venta de comestibles. Rescatemos algunos artículos: Art. 111.- La falta de peso o medida en los géneros que se expendan, será castigado con multa de 1 a 25 pesetas, o indemnización al comprador. Art. 123.- Sólo podrán colocarse mercados en los sitios que previamente se le designe. El mercado ordinario seguirá interin, mientras se construya una plaza de Abastos, verificándose en la Plaza de San Antonio. Art. 130.- Ningún vendedor podrá situarse en terreno público, ni andar pregonando por las calles sus géneros, sin obtener el permiso del Ayuntamiento.

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MADOZ, P.: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. T. XII. Madrid, 1849, p. 247

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Atendiendo a todo lo anterior, sacamos en conclusión que la venta sólo podía realizarse en los sitios designados, en este caso la Plaza de San Antonio, prohibiéndose la venta ambulante. De la segunda mitad del XX se tienen noticias de las siguientes tiendas de ultramarino en la villa: Ángel Méndez, Aniana (C/ Ramón y Cajal), La Visita (C/ Santiago), Avelina (C/ Ramón y Cajal), La Perfecta (Pl. Constitución), Suspiro (Pl. Abastos). Solían vender los más variados productos(4).

3.- P esas y medidas Pesas Elementos imprescindibles de cualquier tienda eran las medidas para sólidos y líquidos. De las primeras, en la sala del Museo Etnográfico, nos encontramos con una báscula para pesar grandes cantidades; también con una balanza, de plataforma de hierro con dos brazos, en uno un plato circular, (4)

GONZÁLEZ SANTANA, F.: Recordando nuestros negocios desaparecidos. Revista de Ferias (2011). Olivenza, pp. 66 y ss.

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en otro, especie de caja con dos paredes; en el centro se descubre el fiel o aguja de equilibrio. Más sencilla era una balanza de bolsillo. Entre las pesas destacan dos tipos: unas de forma troncocónica, con argolla; otras, alargadas, de sección rectangular y extremo superior con argolla para colgar. Todas corresponden a diferentes medidas. También existía un cogedor, pieza cilíndrica abierta oblicuamente en un extremo, con asa, que se empleaba para despachar. Era el fiel acompañante de la balanza.

Pesas circulares

Pesas rectangulares

Las medidas de líquidos, realizadas en hojalata, eran recipientes cilíndricos con un asa. Se empleaban para medir un litro o menos. Para medidas mayores se utilizaban alcuzas y cántaros con una abertura en su cuello.

Medidas de líquidos

Alcuza

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Especial atención merece un medidor de aceite de pie de hierro, debajo del cual se situaba un bidón de dicho líquido de donde se elevaba a un depósito cilíndrico de cristal. En su parte superior hay un grifo. Con frecuencia los líquidos, aceite y vino, se almacenaban en cántaros o damajuanas.

Cántaro

Damajuana

4.- V enta de productos de alimentación Venta La principal función de las tiendas de ultramarinos era la venta de alimentos que, en general, procedían de las huertas y fincas próximas, caso de las legumbres, harina, verduras, frutas, aceite… Otros productos, sin embargo, era obligado importarlos, caso de la sal, azúcar, café, pescado… De los mencionados, sin duda fue el café el más demandado. Hubo algunos establecimientos en los que se compraba directamente el grano, llegado de América o África y se tostaba en pequeños calderos esféricos o de tambor, que giraban sobre la brasa. 10


El café, una vez tostado, se molía bien en la tienda, bien en casa. Los molinillos de las tiendas eran de mayor dimensión que los domésticos; presentaban un depósito circular, donde se introducía el grano; en su parte inferior se descubre una caja rectangular para el café ya molido; en sus laterales, dos ruedas de hierro con mango de madera para facilitar la acción motriz. El molinillo doméstico, de menor tamaño, tiene una estructura similar, sólo que el brazo giratorio se encuentra en la parte superior.

Molinillos

Junto al café, aumenta el consumo de chocolate, resultado de moler almendra de cacao, producto traído de América por conquistadores como Hernán Cortés, en 1528. En un principio no tuvo mucho éxito por su sabor amargo, hasta que se descubrió que mezclado con azúcar y servido caliente mejoraba al paladar, convirtiéndolo en bebida de moda. Su preparación generó la invención de chocolateras, en el siglo XVIII, caracterizadas por su cuerpo piriforme con largo mango para su uso sobre el fuego y para servirlo; se cerraba con una tapa perforada en el centro por la que sobresale la mano de la chocolatera, que se hacía girar entre ambas manos para batir el producto. 11


Chocolatera

Mano de chocolatera

Las chocolateras más antiguas eran de cobre o latón. En el siglo XIX, entra en una fase definitiva con la incorporación de la leche a las tabletas, gracias a los maestros suizos de las casas Nestle y Lindt.

Heladera

En Olivenza, en 1856, Benito Ledesma y Pablo Fernández, aprovechando las ventajas fronterizas de Olivenza, crean una sociedad chocolatera (5).

Con la llegada del estío, era frecuente que los comercios vendiesen helados que sus propietarios fabricaban. En el siglo XVIII ya existían heladeras, recipientes cilíndricos de metal, que se alojan en un cubo de madera de mayor diámetro. El espacio entre ambos se rellenaba con hielo picado o nieve. El primer recipiente contiene en su interior un conjunto de aspas, de metal o madera, que se mueven con la manivela sujeta a la boca, de modo que se introducía la mezcla, leche endulzada y aromatizada, combinada con frutas, batiendo hasta conseguir el helado. (5)

VALLECILLO TEODORO, M.A.: Op. Cit. p.99.

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Muestra de las importaciones son las abundantes cajas de hojalata litografiada, que se reconocen en esta tienda, para la contención y conservación de alimentos, tales como café, procedente de la empresa La Cubana, de Badajoz, galletas, provenientes de la casa Ruvil, en Aguilar de Campó, dulces surtidos, conservas de pescado, chocolate, aceite, mermeladas…

5.- V enta de otros útiles Venta En estas tiendas no sólo se vendían comestibles. La variedad de productos era elevada. Aquí se podía adquirir material de vestir y coser, caso de zapatos, bobinas; para la higiene, como jabón o soga de esparto; para la educación: pizarra y pizarrín; para el alumbrado: farol, mechas, lamparillas…; para el ajuar: loza, batidora, moldes de repostería con diferentes formas, embudos, jarras; elementos para el ocio, caso de canicas…

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Sobre el mostrador de la tienda se pueden apreciar diferentes billetes, desde 50 céntimos hasta 500 pesetas, a la vez que monedas. El billete más antiguo data de 1925, con busto de Felipe II e imagen de El Escorial.

BIBLIOGRAFÍA - VICENTE CASTRO, F.: Reviviendo el pasado. Guía y catálogo del Museo Etnográfico Extremeño González Santana. Olivenza, 2011.

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CERÁMICA

1.- Introducción La alfarería es un oficio que data de muy antiguo en nuestra localidad, de hecho, desde el siglo XV se tienen noticias de la Rua dos Oleiros, actualmente C/ Díaz Brito, donde ejercía su labor este gremio. Normalmente, la profesión y el taller se transmitían de padres a hijos, fabricando todo tipo de vasijas, aunque predominaban los cántaros, vasijas con asas, grandes tinajas para conservar el vino, aceite, aceitunas y agua, jarrones, platos, vasos, jarras… Siempre, al lado del taller, se encontraba el horno donde se cocían las piezas, que eran vendidas en el mismo lugar de fabricación o en puestos que se montaban en la actual Plaza de la Constitución o en los paseos. A lo largo de esta monografía se darán a conocer los orígenes e influencias de la cerámica oliventina, al igual que algunos de los ceramistas locales que trabajaron en la primera mitad del siglo XX. Del resto, de los que hubo antes, nulas son las noticias que se tienen, lo que no quiere decir que no los hubiese en la localidad. La falta de documentación nos impide ponerles nombres.

2.- Orígenes e influencias Bernard Palissy, fallecido en 1590, fue el impulsor de un estilo de cerámica naturalista que se difundió por Francia e Inglaterra en los siglos XVII y XVIII, e inspiró a los románticos del XIX. Su obra, apreciada por la calidad de sus vidriados, fue resultado «duma paciente observação e da directa reprodução por molde das pequenas espécies animais e vegetais (…) representação cerámica 15


de minúsculos répteis, batraquios, peixes e insectos»(1). Continuadores de esta técnica, en el siglo XIX, fueron el francés CharlesJean Avisseau, el inglés Herbert Minton y el lusitano Manuel Cipriano Gomes Mafra. Manuel Cipriano, más conocido por Manuel Mafra, natural de Sabreira, feligresía de Mafra, llega en 1853 a Caldas da Rainha, donde consigue el traspaso de la fábrica de María dos Cacos. Siete años después crea su propio taller en Praça de D. María Pía, nº 18. El naturalismo corriente de la época y el tipo de decoración, inspirado en Bernard Palissy, harán de su cerámica una original lección de zoología y botánica. De sus manos, que acarician el barro, cobran vida, en alto relieve, cobras, lagartos, ranas, peces, langostas, mejillones, perdices… Entre sus cualidades, se valora «A sua originalidades, arrojo, inteligencia e empreendimento (…) a sua decoração em alto relieve, o granito, o musgado, a verguinha e a policromía»(2), que le permiten conseguir importantes premios en Viena (1873), Filadelfia (1876), París (1878), Río de Janeiro (1879), sin olvidar que desde 1870, el rey Fernão II le permite utilizar la corona real en su fábrica, a la vez que grabar: Fornecedor da Casa Real. Otro genio creativo de la cerámica caldense fue Rafael Bordalo Pinheiro, nacido en 1846. Con once años aprende el oficio en el taller de su padre, Manuel María, pintor, escultor y grabador. A los catorce años entra en la Escuela de Bellas Artes; en 1874 lo encontramos en Brasil dirigiendo el periódico humorístico El Mosquito. Cinco años más tarde regresa a Portugal. Rafael fue «génio da caricatura portuguesa, construiu uma galería de figurões políticas e financeiras, sendo de todas o Zé Povinho o mais mediático. Um popular lisboeta de calças remendadas, e botas ro-

(1) (2)

Manuel Cipriano Gomes, de Mafra à Caldas e volta. Mafra, 1999, pág. 4. Idem.

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tas, crítico e vítima da vida nacional»(3). Por su labor como ceramista fue premiado en las Exposiciones de París (1889), Madrid (1892) y Anvers (1894). La cerámica de los dos artistas comentados se realizaba con barro local, de color blanco amarillento. Sus obras eran ejecutadas bien con el torno, caso de plato, jarras …, mientras que las muñecas, animales, reptiles, frutas …, lo eran en moldes de yeso. La decoración se efectuaba aplicando vidriados coloridos obtenidos por la adición de óxidos, el vidrio blanco se conseguía por mezcla de arena molida con minio y óxido de estaño; el de cobalto, para azules, el de cobre, para verdes, el de manganeso para castaños y negros y el de hierro para amarillos. En algunas piezas aparece un vidriado rojo muy vivo logrado por la mezcla de barro y almagres. Todos estos óxidos eran molidos en morteros y después mezclados con minio y arena molida. Se diluían en agua para ser aplicados a pincel sobre la pieza seca. La técnica del musgado se lograba al pasar el barro por una red o útil semejante. Todas estas piezas se cocían en hornos, a unos 800º centígrados. 3.- Cerámica y ceramistas oliventinos Olivenza fue zona destacada en el campo de la alfarería, entre otras razones por su carácter agrícola-ganadero, donde aceite y vino tenían un reconocido prestigio, necesitándose vasijas donde almacenarlo. Además, el hecho de ser zona de tránsito comercial debió favorecer la aparición del gremio de alfa(3)

Fainças das Caldas da Rainha. Colecçao Berardo. Caldas da Rainha, 2005.

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reros, que se agruparán en la antigua rua dos Olheiros, hoy calle Díaz Brito. De la importancia de esta profesión en la localidad habla el arancel de Aduanas otorgado por el rey D. Manuel I de Portugal, el uno de junio de 1510, donde se recogen algunas de las razones de no pagar portazgo: « Nem de pedra, nem de barro(…) De carga maior de telha ou tijello ou qualquer louça de barro que non seja vidrada, dous reis. E de menor de duas arovas e meya nam se pagara portagem pello comprador. E da malega e de qualquer louça ou obra de barro vidrada do reyno ou de fora delle, por carga maior quatro reis. E de meyo real de portagem para baixonam pagaram os que comprarem para seu uso»(4).

Para Ledesma Abrantes, esta profesión se transmitió de generación en generación, « debe ter nascido nos suburbios da vila, no sitio ainda hoje conhecido pelo telheiros da Charca»(5). Sin lugar a dudas, en las proximidades del lugar denominado Charca Grande, cobraron vida todo tipo de vasijas, además de material de construcción, caso de tejas, ladrillos y tuberías.

Ladrillo

Tubería

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FRANCO SILVA, A.: La Villa de Olivenza (1229-1801). Plasencia, 1982, pp. 84 y ss. (5) LEDESMA ABRANTES, V.: O Pagtrimonio da Sereníssima Casa de Bragança em Olivença. Lisboa, 1954, p. 470.

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De entre todos los alfareros locales, como dice Ledesma Abrantes, «… um homem surgiu, filho dum outro artífice, apelidado Lemos o Panassa, apodo igual ao de seu pai, que no desejo de progresso quis producir algo de novo»(6). Por este motivo, se desplazó a Caldas da Rainha donde, según cuenta Ledesma, «estudou os procesos na velha fábrica das Caldas da Rainha e trabalhou nas oficinas de Rafael Bordalo Pinheiro»(7). Fruto de ello serán los botijos, palilleros, paragüeros, platos, jarras, juegos de café …, decorados con frutas, diferentes tipos de hojas, figuras de animales, aves, insectos y bivalvos. Son frecuentes sus platos con nueces, aceitunas, castañas, higos, peces, sus jarras con asas imitando galgos, ánforas, tazas, paragüeros con decoración arenada musgada y piedras embutidas. Sus principales colores fueron verde, negro, marrón y miel. De Rafael Bordalo tomó este tipo de decoración y la manera de vidriar. Francisco Lemus Rodríguez nace el 15 de enero de 1878 en Olivenza y muere el 13 de septiembre de 1963. Alfarero por tradición familiar, tuvo su taller en el barrio de Santa Engracia, donde firmaba sus obras con un sello identificativo con su nombre y el de la localidad que lo vio nacer. En 1947 Ledesma Abrantes visitó el domicilio de Francisco Lemus. En su libro O patrimonio da Serenisima Casa de Bragança em Olivenza, quedó recogido que su casa era «um museu de arte», llamándole la atención la reproducción en cerámica de un enorme jarrón y de la puerta del Calvario. (6) (7)

Francisco Lemus a la izqda. y Antonio Miranda a la dcha.

Idem. Idem.

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Dos etapas se pueden reconocer en la ejecución de su obra; en la primera, influido por la tradición local, se dedica a la realización de tinajas y orzas, labradas con arcilla extraída en Olivenza; la segunda, fruto de las enseñanzas recibidas en Caldas da Rainha. La belleza de su cerámica y sus ventas fuera de la localidad motivan que el Ayuntamiento de la villa le permita utilizar el escudo local en su producción.

Tinaja

Sello

Taza con escudo

Otros ceramistas locales fueron: Juan Rodríguez Rodríguez y Antonio Miranda Bello. Juan Rodríguez Rodríguez, nació el 4 de septiembre de 1895, en Olivenza. Aprendió el oficio de su padre, conocido por Simeón, el mismo apodo que adoptará su hijo, quien tenía taller en la antigua rua dos Olheiros. Hasta que fallece, el 4 de abril de 1967, su producción fue principalmente doméstica: baños, jarras, ánforas… Tenía por costumbre no firmar sus obras, que solía vender en un puesto que montaba en la actual Plaza de la Constitución. Antonio Miranda Bello, conocido como El Portugués nació el nueve de mayo de 1897 en la localidad lusa de Arronches, donde aprendió el oficio de alfarero. Con 24 años llega a Olivenza. Aquí contrae matrimonio siete años más tarde. Después de trabajar con Francisco Lemus y 20


Juan Rodríguez, montó su propia oficina en la calle Núñez de Balboa. En ocasiones ponía a sus piezas el nombre de la localidad, Olivenza, o sus iniciales AMB, o A. Miranda. Aunque enseñó el oficio a sus hijos, ninguno se decantó por la labor. 4.- La obra 4.1.- Cerámica romántica A simple vista resulta bastante difícil apreciar la aportación del Romanticismo en la cerámica oliventina, pero si observamos con detalle el remate de algunos edificios locales y la forja descubriremos que este estilo tuvo cabida en la localidad. Y es que el artista romántico local quería expresar en sus obras sus ansias de libertad y sus sentimientos nacionales. En Olivenza, villa que en 1801 pasó a manos hispanas, estos ideales cobran gran fuerza, siendo el arte la mejor manera que tiene el artista de contar, sin censura alguna, su experiencia vital, rebelándose contra los profundos cambios políticos, educativos, sociales, económicos y lingüísticos que sufrirá la localidad. Peculiar del maestro alfarero oliventino, en el período estudiado, es el empleo de motivos decorativos a base de cabezas humanas, formas zoomórficas y guirnaldas, que intentan recordar el antiguo esplendor lusitano, sobre todo en época de D. Manuel, quien dejó su impronta en la localidad en la iglesia de Santa María Magdalena, fuente de inspiración de artistas ya que muchos de sus recursos ornamentales expresados en medallones, ménsulas y capiteles se reproducen, trescientos años más tarde, en la cerámica. Otras veces estos remates son más simples, y en una especie de 21


jarrón, en forma de campana invertida, se decora el borde de la boca a base de hojas de carvallo, alternándose los colores azul y verde, mientras que la parte inferior de adorna con forma gallonada. Todo ello se puede contemplar en los remates que a continuación se exponen o en depósito de vino, peculiar por su mascarón a modo de grifo.

Remate de fachada

Remate de fachada

Depósito de agua

4.2.- La cerámica de primera mitad del XX 4.2.1.- Cerámica de Francisco Lemus Rodríguez La singularidad de sus jarrones se puede apreciar en las dos fotografías anteriores. Se reconocen dos tipos, basados en una es-

Foto 1

Foto 2

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tructura similar, pero diferenciados por la decoración. Así, en la primera fotografía se descubre su base troncocónica además de su tercio inferior y medio del cuerpo sin ornamentar, únicamente vidriado en negro; en el tercio superior se aprecian motivos arenados, con incrustaciones de piedras blancas y formas vegetales de diferentes colores. De aquí surge el cuello, calado y labrado con especie de sogas entrelazadas, donde apoya la boca ornamentada con decoración musgada y motivos vegetales. Otro grupo de jarrones, como el de la foto 2, muestra una estructura similar al anterior, pero con abundantes elementos decorativos a base de conchas, incrustaciones de arena y piedras blancas, frutas, a la vez que dos asas emulando a galgos. Todo ello se completaba con una perfecta combinación de vidriados. De gran originalidad son los juegos de café realizados por Francisco Lemus, de los que se conservan, en el Museo, su cafetera, lechera, azucarero, tazas y platos. Vidriados en negro, se caracterizan por la peculiar decoración de su cuerpo y tapadera, a base de motivos arenados y con incrustaciones de piedras blancas. Otros juegos aparecen con mayor ornamentación a base de motivos vegetales o frutas, principalmente ramas con cerezas. Era frecuente encontrar, en el interior de algunas de sus tazas una rana o tortuga.

Juego de café

Taza con rana

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No olvidemos citar sus platos que decoraba con frutas, peces, insectos y otros productos, ademås de sus hojas de col sobre las que situaba saltamontes, caracoles‌ Mencionemos tambiÊn motivos decorativos que imitaban mariposas y que se utilizaban como maceteros.

Todas estas figuras eran realizadas gracias a moldes que el propio ceramista preparaba, algunos se exhiben en el Museo. 24


Molde de higo

Molde de lagartija

4.2.2.- Cerámica de Juan Rodríguez Rodríguez, «Simeón» Poca cerámica es la que se conserva de este ceramista, quien, como se ha comentado, tenía la costumbre de no firmar sus obras. De su producción, realizada con arcilla de la localidad, destacan sus baños, caracterizados por su forma troncocónica invertida, borde exvasado, interior vidriado en color beige, al contrario que la parte de fuera, que se presenta en bruto. En el fondo interno de la pieza solía representar imágenes de animales o frutas. 25


4.2.3.- Cerámica de Antonio Miranda Bello Discípulo de los dos anteriores. Aunque Francisco Lemus era muy reservado y no enseñó la técnica adquirida en Caldas da Rainha, Antonio Miranda consiguió imitar algunas de sus piezas y realizar sus propios moldes. 26


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