Soldados de plomo. La miniatura militar a través de las guerras carlistas

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SOLDADOS DE PLOMO. LA MINIATURA MILITAR A TRAVÉS DE LAS GUERRAS CARLISTAS.



SOLDADOS DE PLOMO. LA MINIATURA MILITAR A TRAVÉS DE LAS GUERRAS CARLISTAS. Exposición Del 26 de marzo al 8 de diciembre de 2013 Museo del Carlismo Estella-Lizarra (Navarra)


GOBIERNO DE NAVARRA

EXPOSICIÓN

CATÁLOGO

PRESIDENTA

COMISARIO

EDICIÓN

Yolanda Barcina Angulo

Luis Miguel Esteban Laguardia

Gobierno de Navarra Departamento de Cultura, Turismo y Relaciones Institucionales

CONSEJERO DE CULTURA, TURISMO Y RELACIONES INSTITUCIONALES

Juan Luis Sánchez de Muniáin Lacasia

ORGANIZACIÓN Y PRODUCCIÓN

JEFA DE LA SECCIÓN DE MUSEOS

Museo del Carlismo Beatriz Marcotegui Barber Olaia Nagore Santos Servicio de Museos del Gobierno de Navarra Susana Irigaray Soto Carmen Valdés Sagüés

Susana Irigaray Soto

DISEÑO GRÁFICO

FOTOGRAFÍA

Ken

Larrión & Pimoulier

PRODUCCIÓN GRÁFICA

© De las fotografías: los autores e instituciones

DIRECTORA GENERAL DE CULTURA – INSTITUCIÓN PRÍNCIPE DE VIANA

Ana Zabalegui Reclusa DIRECTORA DEL SERVICIO DE MUSEOS

Carmen Valdés Sagüés

La Cartelería MONTAJE

Moreno y Vallés DIGITALIZACIÓN

Informática El Corte Inglés CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN

Erpa Lacabe Leoné Barbachano & Beny ADECUACIÓN DE SALA

Carpintería Ebanistería Mendoza San Martín SEGUROS

Mapfre 4

TEXTOS

Luis Miguel Esteban Laguardia DISEÑO GRÁFICO

Ken


AGRADECIMIENTOS El Museo del Carlismo agradece la colaboración de los siguientes particulares e instituciones: Tomás Amor Azpeitia

Algarabía Animación

José María Baqué Lamana

Archivo Real y General de Navarra

Josep Capell Feliu Luis Miguel Esteban Laguardia

Asociación de Estrategia y Simulación Histórica Alavesa

Humberto Garrido Crespo

Asociación de Modelismo Alabarda

Javier Gómez Valero

Asociación Navarra de Miniaturismo

Álvaro González de Herrero Castaño

Asociación de Amigos del Kamishibai

Fernando Ángel González de la Peña Ysern

Canal Sur TV

Fernando Gutiérrez Abeilhé

Continental Producciones

Julia Laborda Gisbert

Europrogrammes

Juan Muñoz-Mingarro Martínez

Fundación INAAC-Filmoteca de Navarra

Manuel Ortega Grasa

Fundación para la Conservación del Patrimonio Histórico de Navarra

Waldo Osés Solar

Museo de Navarra

Pacífico Prado Mota

Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”

Eduardo Ramos Redondo Francisco Javier Ruiz González Juan Carlos Santiago Guinea Luis Santigosa Álvarez (Warmodelling)

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ÍNDICE PRESENTACIÓN 11 1. EL SOLDADO DE JUGUETE. DE LOS ORÍGENES A LA GUERRA CIVIL 11 El inicio de la producción en españa. El taller Ortelli 14 Los sodados de papel 18 Los primeros soldados en bulto redondo 21 2.DE JUGUETE A OBJETO DE COLECCIÓN. LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX 23 La introducción de nuevos materiales 29 Los moldes de silicona de José Almirall 31 La proliferación de marcas comerciales 32 Los fabricantes de finales del siglo XX 35 Los dioramas 41 3.LA MINIATURA MILITAR EN LA ACTUALIDAD 43 José Cusachs, fuente histórica de miniaturistas 46 Juegos de guerra 55 El proceso de modelado 56 “Érase una vez . . . 61

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Columna de artillería de montaña del ejército de Cabrera. Almirall (Barcelona), 1960-1980

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sta exposición es un viaje por la historia de las miniaturas militares en España, desde su origen en los siglos XVIII y XIX como juguetes, hasta su actual condición de objetos de coleccionismo y modelismo de autor. Todas las figuras de la muestra tienen por escenario común las guerras carlistas del siglo XIX, cuyos protagonistas, batallas y hechos más relevantes son representados en miniatura según la técnica y tendencias estéticas de cada momento.

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Grupo de mĂşsicos, 1880. Hojalata


1. EL SOLDADO DE JUGUETE. DE LOS ORÍGENES A LA GUERRA CIVIL. 11


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CaballerĂ­a carlista. Castresana (Madrid), 1940


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os popularmente conocidos como soldaditos de plomo, aquellos que en su día fueron juguetes, fascinaron a infinidad de niños y sirvieron como base para cuentos, en la actualidad forman parte de la cultura popular de cada país. El vistoso colorido de sus uniformes y el detalle de los mismos hacen que sean hoy en día auténticas joyas buscadas por coleccionistas de todo el mundo. Los soldaditos de estaño en un primer momento y de plomo posteriormente, nacieron en Alemania en el siglo XVIII como juguetes infantiles, de manera que los niños reproducían con ellos formaciones, batallas y combates en el suelo de su habitación. Fue en Nüremberg (Baviera), a mediados de ese siglo, donde el artesano Johann Gottfried Hilpert, protegido de Federico II de Prusia, fabricó los primeros soldados de estaño con un formato plano, fundidos en moldes de pizarra o piedra. En 1838, el escritor danés Hans Christian Andersen publicó el cuento infantil El intrépido soldadito de plomo, la historia de amor entre un soldado cojo y una bailarina de papel que se encuentra en el imaginario de los niños de todo el mundo. Esta narración popularizó el soldado de plomo hasta hacerlo universal. A partir de los primeros soldaditos planos, este juguete sufrió una evolución formal a la par que se introducían nuevos materiales en su producción, pasando a lo largo del siglo XX de ser un entretenimiento para niños a fabricarse como objeto de colección para adultos.

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EL INICIO DE LA PRODUCCIÓN EN ESPAÑA. EL TALLER ORTELLI. Todo parece indicar que los primeros soldados de plomo fabricados en España nacieron en Barcelona en 1828, de la mano de Carlo Ortelli y de su grabador Salvatore Bacciarini, artesanos de origen italiano, establecidos en aquella época en la ciudad. Ortelli continuó su producción casi hasta finales del siglo XIX. Todas sus figuras eran planas y de una escala de 54 milímetros, aproximadamente. El material empleado era una aleación de estaño, plomo y antimonio, y para su fabricación se utilizaban moldes de pizarra y de bronce principalmente. La mayor parte de las figuras se pintaban, si bien las más baratas eran pintadas sólo por una cara. Los soldados de Ortelli eran de muy cuidada realización y reproducían, con expresión graciosa y cierta ingenuidad, uniformes del ejército español de Fernando VII e Isabel II, así como mozos de escuadra barceloneses. Pero su producción no se limitó a los soldados,

sino que también fundió escenas muy diversas de la vida cotidiana y de carácter religioso, que constituyen cuadros muy vivos y sutilmente evocadores de la época. Mobiliario, utensilios de cocina, flores, carrozas y otros carruajes como tartanas y calesas, barcos de vela y de vapor, bailarines, pájaros, escenas de circo, corridas de toros y juegos de capilla fueron algunos de los elementos de la vida cotidiana reproducidos fielmente por Ortelli. Curiosamente y a pesar de la extensión del carlismo en la zona de Cataluña, ninguna figura de los ejércitos carlistas salió modelada del taller de Ortelli. Es necesario acudir al extranjero, al taller de Ernst Heinrichsen en Nüremberg, para encontrar una serie de soldados carlistas en formato plano y en distintas posiciones de combate. Estos soldados, fundidos muy poco después de la última guerra carlista (1872-1876), constituyen una fuente inestimable para la iconografía militar.

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Guardias alabarderos de Isabel II. Taller Ortelli (Barcelona),1865

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Lancero liberal. Taller Ortelli (Barcelona), 1835

Formación de infantería en línea. Taller Ortelli (Barcelona), 1835

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LOS SODADOS DE PAPEL. Entre los antecedentes más inmediatos a los soldados de plomo, cabe mencionar los recortables. A veces los niños debían conformarse con este tipo de soldados al alcance de todos los bolsillos, impresos en papel o cartulina y que tenían que recortar en tiras. Por su sencillez resultaban más asequibles económicamente, aunque no por ello dejan de ofrecer un enorme interés. Al parecer, su origen no responde a motivaciones infantiles, sino que se basaron en las láminas militares que se dibujaban para reforzar la oratoria de los sargentos encargados del reclutamiento. La lámina más antigua conocida en España fue impresa en Valencia en 1794, a partir de una plancha de cobre.

En un primer momento, la impresión era en blanco y negro, y con el tiempo se incorporó el color. Inicialmente, las láminas eran xilografías iluminadas bien a mano o mediante el sistema de trepa (plantilla troquelada). En la última década del siglo XIX, comenzó a utilizarse la litografía como técnica de impresión. Los talleres de donde salieron estos recortables en hilera eran barceloneses y se conocían como fulls de rengles. Entre los impresores más destacados cabe mencionar a Estevill, Simó, Piferrer y Bosch. La casa barcelonesa Abadal y Llorens y las madrileñas José María Marès y Minuesa marcaron el paso a la gran producción. La fama de todas estas casas fue pronto eclipsada por la de Esteban Paluzie, iniciada en 1870, y la de Hernando, de Madrid, cuyos primeros recortables son de principios del siglo XX.

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Pliegos de soldados recortables (Madrid y Barcelona), 1860-1880


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Taller Palomeque (Madrid), 1922-1936

Taller Palomeque (Madrid), 1922-1936

Multicolor (Madrid), 1940

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LOS PRIMEROS SOLDADOS EN BULTO REDONDO. A principios del siglo XX se empezaron a producir las primeras figuras de soldados en bulto redondo, destacando las fábricas instaladas en Barcelona. De esa época, hay que reseñar los modelos de Baldomero Casanellas, que se comercializaban con el nombre de La Guerra, los de los hermanos Capell Coixet, quienes hacia 1925 fabricaron algunos soldados carlistas, y los del grabador Eulogio González. En los años treinta del siglo XX, el juguete fabricado en España vivió una época de bonanza. Es el momento del auge del juguete de hojalata. Así, junto con motocicletas y coches, también se fabricaban soldaditos de este material. En muchas ocasiones se empleaban unos moldes importados desde Francia o Alemania, que consistían en dos placas unidas mediante grapas. Las principales fábricas valencianas del momento, como Payá Hermanos, incluían soldaditos en sus catálogos, así como otros complementos.

Sin embargo, las primeras figuras en bulto y grupos de soldaditos que rememoraban las guerras carlistas no aparecieron hasta bien entrado el siglo XX, de la mano del madrileño Pedro Palomeque. Este artesano inició su producción en 1922 en Madrid, rompiendo de este modo el monopolio que hasta entonces ostentaba Barcelona. Está considerado el primer uniformólogo que aplicó sus conocimientos al soldado de plomo. Dedicó mucho tiempo a la investigación, que después plasmaba en la confección de sus figuras. En su catálogo se registran varias series referentes a dichas guerras: “Tropas carlistas, tercera guerra”, “Regimiento del Rey Carlos VII”, “Artillería carlista”, “Combate en Treviño”, sin olvidar su célebre “Abrazo de Vergara”, que realizó en 1929.

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Soldados toys. Mundiart (Valencia), 1985


2. DE JUGUETE A OBJETO DE COLECCIÓN. LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX. 23


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Cazadores de caballerĂ­a. SĂĄnquez (Madrid), 1945


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a utilización del plomo en la fabricación de soldados motivó que a mediados del siglo XX estos juguetes cayeran en desuso por la alta toxicidad del metal y de la pintura que los cubría. Mientras el soldado de juguete tradicional desaparecía de los escaparates, en la década de 1960 nacía la miniatura militar: un tipo de figura heredera de aquel soldadito, pero dirigida a un público adulto. A partir de ese momento, la miniatura buscaría un mayor realismo en el detalle del uniforme, en la pose anatómica o en la unidad a la que representa, consiguiendo resultados sorprendentes en su decoración, detalle y ambientación. Es la época dorada de las miniaturas dedicadas a las guerras carlistas.

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Vista general del segundo 谩mbito de la exposici贸n 26


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Reclutamiento carlista. Fabricante desconocido

Formaciones carlistas. Vicente JuliĂĄ (Madrid), dĂŠcada de 1960

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LA INTRODUCCIÓN DE NUEVOS MATERIALES. En los años siguientes a la Guerra Civil los fabricantes y artesanos continuaron creando figuras o grupos de unidades históricas de las guerras carlistas, además de reproducir con máxima fidelidad los tercios de requetés combatientes en la reciente contienda. Entre los fabricantes de ese momento destacan José Gutiérrez “Compte”, Gutiérrez Solana, Sánquez y Castresana, en Madrid; Vicente Mallol, en Valencia; Joaquín Pla Dalmau, en Girona; y Lucio Sáez, en Barcelona

Una de las revoluciones más importantes en el juguete vino de la mano del plástico. En 1950 Payá instaló una máquina de inyectado, pero la primera firma española que fabricó soldados de este material fue Reamsa, con series del ejército español. Ante el avance de este material, el soldado de plomo perdió su carácter de juguete para pasar a ser objeto de coleccionismo.

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Detalle de la escena Abrazo de Vergara. Almirall (Barcelona), 1975

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LOS MOLDES DE SILICONA DE JOSÉ ALMIRALL. Un nombre clave en la historia de la miniatura militar es José Almirall Fusté, a quien se debe la introducción del sistema de la fabricación de moldes de silicona en España. Afincado en Barcelona, a partir de 1961 Almirall pasó de ser un mero aficionado a convertirse en un profesional del negocio, creando una de las empresas de soldaditos más importantes de España durante al menos un par de décadas. Su intención era fabricar unas miniaturas de calidad aceptable sin llegar al preciosismo de las piezas únicas de elevado coste y manteniendo la rigurosidad en el diseño de los uniformes. En el proceso de trabajo, Almirall partía de dos figuras desnudas, una masculina y otra femenina, que vestía con lámina de plomo o papel de estaño, u otros materiales como papel o cartulina. Una vez que conseguía darles la forma deseada, endurecía el conjunto con

una capa de un barniz denso que, al solidificar, proporcionaba la rigidez necesaria. Si el resultado era de su agrado, sacaba el molde de silicona para las réplicas. En su catálogo destacaba una amplia gama de figuras desde las guerras napoleónicas del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial. También fabricó una completa colección de soldados españoles a través de la Historia, que abarcaba desde los tercios de Flandes hasta los combatientes en la Guerra Civil, incluyendo una vasta serie de los reyes de España. Asimismo, las tropas carlistas fueron ampliamente reproducidas, destacando su representación del Abrazo de Vergara con soldados de 45 milímetros. Los primeros Almirall tenían una calidad muy notable y estaban decorados con gran detalle. Paulatinamente, su producción se fue masificando, en detrimento de la calidad final de las figuras.

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LA PROLIFERACIÓN DE MARCAS COMERCIALES. Los años setenta y ochenta fueron años de auge en la fabricación de soldados de colección, y hasta finales del siglo XX se multiplicaron las marcas comerciales. En 1976, con ocasión del centenario de la finalización de la última guerra carlista, el prolífico artesano madrileño Vicente Juliá “Chauve” empezó a comercializar desde su tienda en la calle Jorge Juan una completa y magnífica serie compuesta por cincuenta miniaturas dedicadas a esa última contienda. La creación de esta colección supuso una empresa larga y arriesgada, dada la escasa información fidedigna que se podía encontrar en España sobre la uniformidad carlista. Para el modelado y decoración de estas excelentes figuras, Juliá se valió de los estudios y dibujos que José María Bueno había publicado, tras años de investigación, en los boletines de la Agrupación de Miniaturistas Militares de España.

En el ámbito de la temática carlista hay que mencionar también al bilbaíno Carlos Santiago Guinea, apasionado coleccionista de miniaturas que acabó iniciándose en su fabricación, creando la marca Oquendo Miniaturas. Esta casa se mantuvo en funcionamiento entre 1980 y 1987 y prestó una atención especial a las figuras de carlistas y liberales, a los que dedicó una serie de cuarenta miniaturas.

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Jinete liberal. Oquendo Miniaturas (Bilbao), 1980

Soldados carlistas. Vicente Juliรก (Madrid), 1967-1985 .

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Soldados de infanterĂ­a carlista de 1833-1840. Mundiart (Valencia), 1985

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LOS FABRICANTES DE FINALES DEL SIGLO XX. Otras muchas marcas se dedicaron a la fabricación de miniaturas militares en estas últimas décadas del siglo XX. Todas elaboraron amplios catálogos donde casi siempre tenían cabida las figuras de temática carlista. Cabe destacar, en Valencia, Army House, Alymer con sus miniplombs, y Mundiart. Igualmente reseñables son los “cabezones” de Julio Labandera y su marca Escarapela, en Zaragoza; Ramón Labayen y la firma Bretxa para Juguetería Antón, en San Sebastián; y las firmas madrileñas Escuadrón, Legio VII, Beneito Miniaturas, El Viejo Dragón y Merlín Miniaturas. Otra marca conocida es Ristre Miniaturas, heredera de la revista de historia militar del mismo nombre, para la cual Miguel de Rey realizó una extensa y original serie de la primera guerra carlista.

También es necesario mencionar la desaparecida tienda madrileña de Barreira Militaría, donde Rafael Montuenga comenzó a realizar su serie para la marca El Infante, y al artesano José Gutiérrez Solana, quien reprodujo, entre otros, doce abanderados carlistas transformando originales de Vicente Juliá.

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Banda de mĂşsica carlista. Mundiart (Valencia), 1985

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Soldados de las guerras carlistas. Bretxa (Donostia-San Sebastiรกn), 1990


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Detalles de distintas escenas de las guerras carlistas 1: “Batalla de Treviño” 2-4: “Villar de los Navarros” 5: Soldados carlistas 6: Tres húsares de Arlabán

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LOS DIORAMAS. Se denominan dioramas o viñetas las escenas compuestas por más de una figura. El mérito de estos trabajos reside tanto en las propias miniaturas como en la escenificación, pues su objetivo es reproducir o recrear un hecho histórico, situación o acción. Es la manifestación modelística más completa, ya que puede combinar figuras con creación de terrenos, vehículos, edificaciones y otros elementos.


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Tambor de Tortosa de 1839. Detalle


3. LA MINIATURA MILITAR EN LA ACTUALIDAD.

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Diorama Cabrera en la defensa de Morella.


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ada vez son más los modelistas que realizan sus propias obras, en un ejercicio que aúna escultura, maquetismo, investigación histórica y pintura artística. Las cotas de realismo en muchas de las miniaturas son verdaderamente sorprendentes. El resultado es una pieza única, que tiene como destino bien la producción en serie para su comercialización, o el enriquecimiento de colecciones propias o ajenas. La pintura de figuras ha avanzado al mismo ritmo que el propio miniaturismo militar, intentando superarse con cada obra en la obtención del realismo más extremo, y aportando a su vez la connotación artística precisa que convierta cada pieza en algo único y de calidad. Cuestiones como el control de la propia pintura, la iluminación o la búsqueda de la expresividad mediante el color, son hoy aspectos fundamentales en la decoración de una miniatura. Algunos trabajos realizados en este campo se acercan y conectan con ciertos aspectos del arte y consiguen crear una obra capaz de transmitir un mensaje.

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JOSÉ CUSACHS, FUENTE HISTÓRICA DE MINIATURISTAS. Las fuentes de las que se sirven los fabricantes de soldaditos para tratar con rigor los uniformes que visten sus creaciones son numerosas. En lo que se refiere a las guerras carlistas, las más empleadas son los grabados del Álbum de las Tropas del Norte, los trabajos sobre uniformidad militar de José María Bueno, las postales de Delfín Salas, y las ilustraciones y pinturas de José Cusachs y Augusto Ferrer-Dalmau. José Cusachs y Cusachs nació en 1851 en el seno de una familia perteneciente a la burguesía catalana. Tuvo una brillante carrera militar en el ejército gubernamental, especialmente notable durante la última guerra carlista, en la que alcanzó el grado de comandante. Sin embargo, su pasión por la pintura le condujo en 1882 a abandonar la milicia y dedicarse a su verdadera vocación.

A finales de 1886, Cusachs comenzó a perfilar los óleos y dibujos de su gran trabajo La vida militar en España, una obra pictórica que recogía los múltiples y variados apuntes que a lo largo de los años había reunido en el ejército. Para la redacción del texto buscó la colaboración de su amigo el capitán Francisco Barado. Fue publicada en 1888, y el resultado fue una edición de gran formato, con un total de 343 páginas y 264 óleos y dibujos. La positiva valoración que recibió por parte de la crítica de su época marcó un antes y un después en el reconocimiento de Cusachs como artista.

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Trincheras carlistas. JosĂŠ Cusachs, 1888 Museo del Carlismo, Estella-Lizarra

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Miniaturas inspiradas en obras de JosĂŠ Cusachs 1: Tambor de Tortosa de 1839 2: Corneta de cazadores de 1874 3: Sargento de artillerĂ­a de 1875 4: Trinchera carlista 5: General Dorregaray 1874

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Ilustraciones de José Cusachs extraídas de La vida militar en España, Barcelona, Orbis, 1900 Museo del Carlismo, Estella-Lizarra

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Salida en baterĂ­a 1885

El asalto. Basada en original de Augusto Ferrer-Dalmau

Los zuavos en Alpens en 1873

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La madre. Basada en original de Augusto Ferrer-Dalmau

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“Batalla de Luchana”. Figuras Perry Miniatures (Reino Unido)

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JUEGOS DE GUERRA. Paralelamente al coleccionismo de soldados de plomo, y teniendo a estos como base, en los años ochenta del siglo XX se desarrolla en España la afición hacia los juegos de guerra con figuras. Su procedencia hay que situarla en los países anglosajones, donde se denominan wargames, y su fin no es otro que las reproducciones de batallas históricas en una mesa o tablero. Para jugar es necesario un reglamento y fichas o pequeñas miniaturas de plomo que representen a los ejércitos contendientes, aportando estas últimas un mayor realismo al juego.

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EL PROCESO DE MODELADO. La creación o modelado de una miniatura no es muy diferente al trabajo de un escultor, ya que se tienen en cuenta las proporciones anatómicas, las facciones, los gestos, las poses y las actitudes. Para su modelado se han estandarizado distintas masillas, que por su elasticidad, tiempo de fraguado y maleabilidad facilitan el trabajo del autor. Uno de los fines de un modelo original es su multiplicación en copias para la comercialización. A partir de la pieza primitiva se crean moldes de silicona donde se vacían copias en metal, plástico o resinas, siguiendo distintas técnicas.

Para la creación de una miniatura, el modelista parte de una exhaustiva investigación del sujeto a representar. A continuación, sobre un esqueleto de alambre realiza un minucioso trabajo de modelado, de manera que, una vez finalizada la figura, puede contemplarse en ésta hasta el más mínimo detalle. Finalmente, tan importante como el modelado es la pintura de la pieza, con la que en muchas ocasiones se consigue tal gama de matices y tonalidades, que hacen de la miniatura una auténtica obra de arte.

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Distintos instrumentos y materiales para modelar y pintar

Oficial de zuavos carlistas: Ilustración de José Cusachs; modelado en masilla; figura pintada.

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Lancero de la Guardia Real. Proceso actual de modelado de una miniatura. FotografĂ­as de Francisco Javier Ruiz



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“ÉRASE UNA VEZ. . . Veinticinco soldaditos de plomo, todos hermanos, ya que los habían fundido de la misma vieja cuchara. Armas al hombro y la mirada al frente, con sus bonitas guerreras rojas y sus pantalones azules. Lo primero que oyeron en este mundo, cuando se levantó la tapa de la caja en que venían, fue el grito: “¡Soldaditos de plomo!”, que había dado un niño pequeño batiendo palmas, pues se los habían regalado por su cumpleaños. Enseguida los puso de pie sobre la mesa.

Cada soldadito era un vivo retrato de los otros; sólo uno era un poco diferente a los demás. Tenía una sola pierna, porque había sido el último en ser fundido y no quedó plomo suficiente para terminarlo. Aun así, se mantenía tan firme sobre su única pierna como los otros sobre las dos. Y es de este soldadito precisamente de quien trata esta historia.”

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Soldado carlista a caballo. Playmobil. Figura transformada




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