El bloqueo carlista de Pamplona (septiembre de 1874-febrero de 1875)
EXPOSICIĂ“N 14 de mayo de 2015 - 3 de abril de 2016 Museo del Carlismo Estella-Lizarra (Navarra)
GOBIERNO DE NAVARRA PRESIDENTA Yolanda Barcina Angulo CONSEJERO DE CULTURA, TURISMO Y RELACIONES INSTITUCIONALES Juan Luis Sánchez de Muniáin Lacasia DIRECTORA GENERAL DE CULTURA – INSTITUCIÓN PRÍNCIPE DE VIANA Ana Zabalegui Reclusa DIRECTORA DEL SERVICIO DE MUSEOS Carmen Valdés Sagüés
COMITÉ CIENTÍFICO DEL MUSEO DEL CARLISMO Jordi Canal i Morell Fco. Javier Caspistegui Gorasurreta Javier Donézar Díez de Ulzurrun Juan Pablo Fusi Aizpurúa Ángel García-Sanz Marcotegui
AGRADECIMIENTOS El Museo del Carlismo agradece la colaboración de las siguientes instituciones y particulares: Agencia EFE Archivo Diocesano de Pamplona Archivo Municipal de Pamplona Archivo Municipal de Zaragoza Archivo Real y General de Navarra Ayuntamiento de Estella-Lizarra Biblioteca Nacional de España Biblioteca de Navarra Fama Collection Fundación Jaureguízar-Museo Tabar Ilustre Colegio Notarial de Navarra Junta de Castilla y León. Museo Numantino Junta de Castilla y León. Yacimiento Celtíbero de Numancia Ministerio de Defensa. Archivo General Militar de Madrid Ministerio de Defensa. Archivo General Militar de Segovia Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja” Museo Nacional del Prado Museo de Zaragoza Nuevo Casino de Pamplona Palacio de Navarra Photomuseum de Zarautz Real Academia Nacional de Medicina Sección de Publicaciones del Gobierno de Navarra Joaquín Ansorena Casaus Pedro Echávarri Vega Suada Kapić Jesús Martín Alías Eduardo Morales Solchaga Miran Norderland Iñigo Pérez de Rada Cavanilles Gervasio Sánchez Fernández Luis Sarasola
INDICE La exposición
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La guerra de asedio, un arte tan antiguo como las ciudades
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El cerco de Numancia (134-133 a.C.)
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Los sitios de Zaragoza (1808-1809)
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Los sitios de Bilbao (1835, 1836 y 1874)
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El cerco de Sarajevo (1992-1996)
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El bloqueo de Pamplona (1874-1875) Los voluntarios de la Milicia Nacional: la partida de Carricaluche
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Los testimonios del bloqueo de Pamplona El pamplonés Nemesio Lagarde y la corresponsalía gráfica de guerra
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La tragedia del bloqueo y la vida cotidiana Salvador Pinaquy y la subida de aguas desde el río Arga Inventores El bloqueo de Pamplona en tono jocoserio
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El final del bloqueo de Pamplona El Fuerte de Alfonso XII
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LA EXPOSICIÓN El Museo del Carlismo, infraestructura del Gobierno de Navarra que en 2015 cumple cinco años de apertura, ofrece regularmente un programa de exposiciones temporales de larga duración que completa su exposición permanente, dedicada a la historia de este movimiento en los siglos XIX y XX. La exposición temporal Rendir la plaza. El bloqueo carlista de Pamplona (septiembre de 1874 - febrero de 1875) está dedicada a un episodio poco conocido de la Segunda Guerra Carlista que tuvo importantes consecuencias tanto para las operaciones militares en el frente del Norte como para la población pamplonesa. Del mismo modo, ofrece una reflexión acerca de una práctica militar que históricamente, con independencia del resultado, ha tenido consecuencias trágicas en la población civil. La exposición se divide en dos ámbitos. En el primero de ellos se presta atención a la táctica militar de bloquear y defender plazas (poliorcética) a través de cuatro ejemplos desde la Antigüedad hasta nuestros días: el cerco de Numancia (134-133 a.C.), los sitios de Zaragoza (1808 y 1809), los sitios de Bilbao (1834, 1835 y 1874), y el cerco de Sarajevo (1992-1996). El segundo ámbito está dedicado al bloqueo carlista de Pamplona, de septiembre de 1874 a febrero de 1875, y desarrolla cuatro espacios: “El bloqueo carlista de Pamplona”, “Testimonios del bloqueo”, “Tragedia y vida cotidiana” y “El final del bloqueo”. En ellos se abordan aspectos militares, explicándose la composición de los bandos beligerantes, las principales acciones llevadas a cabo y el protagonismo de diferentes personajes durante el asedio. De un modo especial, se cuenta la tragedia vivida por la población civil pamplonesa, cuyos recursos se vieron muy limitados y que padeció enfermedades a causa de las malas condiciones higiénicas.
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En esta exposición se muestran documentación y piezas procedentes de diversas instituciones como el Museo Numantino de Soria, el Museo de Zaragoza, el Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”, el Palacio de Navarra, el Archivo General y Real de Navarra, el Archivo Municipal de Pamplona, la Biblioteca de Navarra, el Ayuntamiento de Estella-Lizarra, el Ilustre Colegio Notarial de Navarra, el Nuevo Casino de Pamplona y el Museo del Carlismo, así como de colecciones particulares. Un total de cinco audiovisuales proporcionan al visitante información complementaria en distintos formatos. Además, deben mencionarse las tres fotografías tomadas por Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía en 2009, durante el cerco de Sarajevo. Especial lugar merece el Álbum del bloqueo de Pamplona, custodiado en el Archivo Real y General de Navarra, en cuyas páginas se conservan numerosas acuarelas realizadas por los hermanos Aniceto y Nemesio Lagarde, las cuales ponen imagen a diferentes hechos relatados en los textos de la época. Por razones de conservación, esta pieza permanecerá expuesta hasta el 15 de noviembre de 2015. La exposición termina con la mención a la construcción del Fuerte Alfonso XII, consecuencia directa de este episodio del bloqueo de Pamplona, del que se muestra una maqueta a gran escala que permite al visitante situarse correctamente en el espacio más próximo a los hechos narrados.
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La guerra de asedio, un arte tan antiguo como las ciudades 17
La guerra de asedio ha ocupado un papel fundamental en la estrategia militar durante toda la Historia, siendo mucho más numerosos los sitios de plazas fuertes que las batallas en campo abierto. Han sido varias las tácticas utilizadas para tomar un enclave defensivo. Una de ellas era la conquista por medio de gestiones diplomáticas. Sin embargo, conseguir la rendición sin combatir solía resultar una tarea muy complicada. En el caso de que la negociación fracasara, los atacantes podían recurrir a asaltar los muros por sorpresa. Para ello aprovechaban alguna circunstancia climatológica propicia, como la lluvia, la niebla o la oscuridad de la noche, que ocultara sus movimientos. No obstante, eran muy pocas las ciudades y fortalezas que se capturaban al asalto. Otras veces, el ejército sitiador se limitaba a bloquear la ciudad por medio de la construcción de una línea de cerco, con el objeto de impedir la entrada de tropas de refresco y víveres dentro de la ciudad. Sólo consiguiendo que el bloqueo resultara impermeable se doblegaba la resistencia. Sin embargo, el empleo de esta estrategia resultaba muy lento y terriblemente costoso desde el punto de vista económico, al obligar a inmovilizar ejércitos enteros durante periodos de tiempo prolongados. Ahí es donde entraban en juego las máquinas de asedio, que permitían conseguir los objetivos previstos en un tiempo menor. La principal dificultad para apoderarse de una plaza por la fuerza de las armas pasaba por superar su recinto amurallado, bien fuera por su parte superior, por debajo con túneles, o atravesándolo después de haberlo abatido. De todas estas tácticas hay numerosos ejemplos a lo largo de la Historia y algunos han dejado una huella indeleble en la memoria colectiva.
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Audiovisual: El drama de un sitio “Un día dado, cuando menos se espera, comienza el bloqueo; desde esta fecha nadie puede entrar y salir impunemente en la plaza. Las comunicaciones no se cierran, sin embargo, por completo; recíbense [sic], aunque con dificultad, noticias del exterior; no falta quien, á impulsos de una segura ganancia, introduce algunas vituallas. El ánimo de la población es excelente: se esperan socorros inmediatos de los ejércitos amigos; se hacen protestas continuadas y enérgicas de morir antes de consentir que el enemigo deshonre con su planta la ciudad que ataca. Hombres, mujeres y niños se aprestan á la lucha ó á la resistencia; díctanse medidas eficaces para ésta, y señálase á cada uno su puesto, que el patriotismo confirma y el amor propio asegura. Pasan de esta suerte uno ó dos meses, y al cabo de ellos empieza á notarse que ciertas provisiones escasean, y que el socorro apetecido tarda en llegar. Algunos desfallecen y murmuran; los más se enardecen y entusiasman; varios, que habían sido espectadores pasivos, se convierten en defensores activos. En esta época suele acontecer una de las mayores desgracias de una plaza sitiada, el bombardeo. Los primeros proyectiles se miran caer con curiosidad y sin temor; pero no se tarda en notar sus terribles efectos y el pavor que infunden aún en los ánimos más varoniles. Mujeres, ancianos y niños se llenan de terror; el ódio germina en los ánimos esforzados al ver emplear este traidor y ciego medio de destrucción. Poco á poco se acostumbran las gentes á las bombas y renace la calma, aumentando, sin embargo, el deseo de venganza. El tercero y último período de un sitio es aquel en que, continuando las calamidades anteriores, muestra ya el hambre su descarada faz, se propala la mortandad por enfermedades epidémicas, y suelen acontecer los asaltos ó ataques del ejército sitiador contra la guarnición, ó recíprocamente. La desesperación suple á la confianza, el ódio reemplaza al patriotismo; nadie piensa en rendirse, apelando ántes á la muerte: se juega el todo por el todo. Uno ha perdido á sus hijos, otro ha visto hundirse sus casas, y todos juran vender caras sus vidas. Incesantemente se espera el socorro, pero, llegue ó no llegue éste, nadie piensa en capitular”. Texto extraído de: El sitio de Bilbao en 1874. Por un testigo ocular Madrid, Casa Editorial de Medina y Navarro, 1874. 19
El cerco de Numancia (134-133 a.C.)
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Pocos acontecimientos militares han calado tan hondo en el sentimiento colectivo como el cerco de Numancia por las legiones romanas, hasta el punto de convertirse en un símbolo de eterna resistencia a través de los tiempos. Tras la desaparición del poder cartaginés en la Península Ibérica, el Senado Romano decidió intervenir en el territorio. Durante dos décadas los celtíberos plantaron cara con éxito a los ejércitos romanos. Para evitar nuevas humillaciones, Roma trasladó al solar hispano al general más prestigioso del momento, Escipión el Africano, el destructor de Cartago. Tras una campaña inicial contra vacceos y arévacos, Escipión instaló sus cuarteles de invierno en dos campamentos cerca de Numancia, la ciudad principal de estos últimos. Los numantinos incitaron al ejército invasor a presentar batalla. A pesar de la superioridad numérica romana, el plan de Escipión era rendir Numancia por hambre. Se realizaron las obras de circunvalación destinadas a aislar la ciudad del exterior. Su trazado gravitaba en torno a siete fuertes y dos castillos ribereños, erigidos en puntos de especial interés estratégico. Un muro continuo dotado de foso y torres de madera equipadas con piezas de artillería completaban la obra. El hambre pronto afectó a la población dentro de la ciudad, hasta el punto que los defensores tuvieron que cocer los cueros y las pieles de los escudos para extraer alimento. Las fuentes hablan incluso de prácticas de antropofagia. Acuciados por la penuria, la mayoría de los habitantes de Numancia optó por suicidarse o matarse entre ellos antes que rendirse. La resistencia protagonizada por la ciudad fue alabada por los autores romanos, que ensalzaron el valor de un pueblo capaz de morir luchando por mantener su independencia.
Plano topográfico de Numancia Publicado en el libro de Juan de Loperráez Descripción histórica del obispado de Osma. 1788. © Biblioteca Nacional de España
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Los últimos días de Numancia Alejo Vera. 1881 © Madrid, Museo Nacional del Prado Depositado en la Diputación Provincial de Soria
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Balas de catapulta romana Glandes incendiarios de barro cocido Glandes de plomo Siglo II a.C. Junta de Castilla y Le贸n Museo Numantino, Soria
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Espada de La T猫ne Pu帽al Punta de lanza Cuchillo Punz贸n biapuntado Siglo II a.C. Junta de Castilla y Le贸n Museo Numantino, Soria
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De bellis ciuilibus romanorum: cum libro perquam eleganti qui illyrius et altero qui celticus inscribitur Appianus Alexandrinus Imprenta Bernardini de Vitalibus Venecia, 1526 Biblioteca de Navarra
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El cerco de Numancia, símbolo de resistencia y lucha por la libertad, ha sido citado a lo largo de la Historia en una veintena de textos clásicos. Narrado por Tito Livio en Ab urbe condita, por Estrabón en su Geografía, y por Apiano de Alejandría en De bellis ciuilibus romanorum entre otros autores, llegó a convertirse en tragedia renacentista de la mano de Miguel de Cervantes en el año 1585.
El cerco de Numancia Miguel de Cervantes Saavedra Espasa Calpe Madrid, 1922 Museo del Carlismo
Numancia Audiovisual Realizado por Daiquiri Digital Pictures Duración: 7 min y 8 seg Junta de Castilla León Yacimiento Celtíbero de Numancia
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Los sitios de Zaragoza (1808-1809)
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Tras el levantamiento del pueblo de Madrid el día 2 de mayo de 1808 frente a la ocupación francesa, una de las primeras ciudades en apoyar la sublevación popular fue Zaragoza. Su conquista se convirtió en objetivo prioritario para el ejército galo, que apareció ante los muros de la plaza a mediados de junio. Pronto las baterías francesas abrieron fuego sobre las endebles tapias zaragozanas, que se vinieron abajo con rapidez. A la apertura de brechas siguió un infructuoso asalto. Tras fracasar este intento se recurrió a la estrategia de bloqueo, complementada con un intenso bombardeo. El día 2 de julio hubo un nuevo intento de asalto. Durante este episodio tuvo lugar la oportuna intervención de Agustina de Aragón, que disparó un cañón sobre las tropas francesas justo en el momento más crítico. Los asaltantes, temiendo sufrir una emboscada, se batieron en retirada. En los meses siguientes continuó el sitio sin avance alguno. La derrota en Bailén forzó la retirada a mediados de agosto del ejército francés, tras haber perdido entre 3.000 y 4.000 hombres. Napoleón en persona atravesó los Pirineos al frente del grueso de su ejército. Pronto Zaragoza volvió a ser asediada.
Plano topográfico de la ciudad de Zaragoza, de sus arrabales y cercanías, y de las obras ofensivas y defensivas ejecutadas en los dos Sitios de 1808 y 1809 por las tropas de Napoleón Litografía del Comercio. Zaragoza, 1809. Archivo Municipal de Zaragoza
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¡Qué valor! Los desastres de la guerra nº 7 Francisco de Goya y Lucientes 1810-1815 © Biblioteca Nacional de España
El segundo sitio dio comienzo el 21 de diciembre de 1808 y tuvo mayor efectividad que el primero, cayendo los barrios periféricos de la ciudad, tras combatir casa por casa, y convirtiéndose los conventos en los últimos reductos de resistencia. La lucha por la defensa de la plaza continuó hasta que una epidemia de tifus se extendió por la ciudad. Sin poder prolongar la resistencia por más tiempo, Zaragoza se rindió el 21 de febrero de 1809. Tan sólo sobrevivieron al sitio 12.000 de los 55.000 habitantes con que contaba la ciudad cuando dio comienzo el asedio. Este heroico episodio militar se convirtió en fuente de inspiración para escritores y artistas, que reflejaron en su obra los horrores del asedio y el espíritu de sacrificio de la ciudad.
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La doncella de Zaragoza (boceto) David Wilkie Ă“leo sobre lienzo 1827 Museo de Zaragoza
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Ruinas de Zaragoza: Santiago Sas Juan Gálvez Aguatinta sobre papel Siglo XIX
Zaragoza Episodios Nacionales, 1ª serie Benito Pérez Galdós Instituto Escuela Madrid, 1935
Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza Depositado en el Museo de Zaragoza
Museo del Carlismo
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Los sitios de Bilbao (1835, 1836 y 1874)
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Durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), para las tropas del pretendiente Carlos V resultaba fundamental la conquista de una plaza de cierta entidad, destinada a convertirse en su principal base estratégica y que les proporcionara prestigio internacional. La elección recayó sobre Bilbao. Por dos ocasiones, en 1835 y en 1836, intentaron los ejércitos carlistas tomar la plaza y en las dos fracasaron. Ambas operaciones de expugnación comenzaron con el bloqueo de la ciudad, al que siguió un intenso bombardeo artillero. Además de batirse el perímetro amurallado, también fueron bombardeados objetivos civiles, a fin de acelerar la rendición. De gran trascendencia resultaría la muerte del general Tomás de Zumalacárregui durante el sitio de 1835. Finalmente, fue la aparición del ejército cristino la que obligó a los sitiadores a abandonar sus posiciones, tanto en 1835 como en 1836.
Zumalacárregui transportado tras ser herido en el sitio de Bilbao Imagen de Vallejo y R. Sáez García, publicada en el libro Historia militar y política de Zumalacárregui 1844 Museo del Carlismo
Plano del sitio carlista de Bilbao de 1874 1876 © Biblioteca Nacional de España
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Bombardeo de Bilbao Charles Monney Millet 1874 CortesĂa del Photomuseum de Zarautz
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Sin embargo, el asedio más duro a que debería hacer frente Bilbao fue el de 1874, durante la Segunda Guerra Carlista. Si bien siguió la pauta de las operaciones desarrolladas con anterioridad, se caracterizó por su elevada intensidad. A causa del aislamiento a que fue sometida la población, la escasez de alimentos se convirtió en un severo problema. La penuria obligó a sus habitantes a alimentarse de gatos o roedores. Cuando la situación se aproximaba a un punto crítico, el ejército liberal hizo su aparición en las inmediaciones de Bilbao, consiguiendo romper las líneas de bloqueo carlistas.
Relación de nombres del batallón de auxiliares durante el sitio de Bilbao 1873-1874 Antonio Quincoces, Galo de Murua, F. Schmidt 1874 Museo del Carlismo
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Distinción otorgada a las fuerzas que tomaron parte en la defensa de Bilbao durante el sitio de 1874, así como a las que intervinieron en la liberación de la plaza. Fue creada por Decreto de 10 de junio de 1874. Presenta en el anverso el escudo de armas de Bilbao, campo liso con puente de dos ojos e iglesia de San Antón con dos lobos andantes en palo a la derecha, orlado todo con la inscripción: “AL EJÉRCITO LIBERTADOR Y DEFENSORES DE LA INVICTA BILBAO – 2 DE MAYO DE 1874”. El reverso es liso. A esta medalla se le unieron los pasadores de cuatro batallas que precedieron al levantamiento del sitio carlista: Otón (15 de febrero), Montaño (25 de febrero), Abanto (25-27 de marzo) y Muñecas Galdames (28-30 de abril). Fue otorgada el 17 de julio de 1875. Debido a las simpatías del fabricante, Genaro Castells, con los carlistas que, según algunas fuentes, le llevaron a participar en el levantamiento carlista de Gracia de 1872, elaboró una versión subversiva de esta medalla en la que los lobos fueron sustituidos por pollinos.
Medalla conmemorativa del sitio de Bilbao Genaro Castells 1875 Archivo Real y General de Navarra Medalla subversiva “de los burros” acuñada con motivo del sitio de Bilbao Genaro Castells 1874 Colección Jesús Martín Alías
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Bilbao ante el bloqueo y bombardeo de 1873-1874 Mariano de Echevarria Imprenta de J. F. Mayor Bilbao, 1874
El sitio de Bilbao en 1874. Por un testigo ocular Casa Editorial de Medina y Navarro Madrid, 1874
Colección Jesús Martín Alías
Museo del Carlismo
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El cerco de Sarajevo (1992-1996)
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Desde la creación de Yugoslavia, tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, sus gobernantes intentaron controlar los diferentes sentimientos nacionalistas, religiosos y políticos existentes dentro del recién creado estado. Sin embargo, con la muerte en 1980 del mariscal Tito los acontecimientos se precipitaron y comenzó la desintegración. El día 1 de marzo de 1992 tuvo lugar en Bosnia un referéndum para votar acerca de su independencia. La población bosnia votó mayoritariamente a favor de declararse independiente. Sin embargo, los serbios residentes se negaron a formar parte de la nueva república y autoproclamaron al día siguiente la República Serbia de Bosnia Herzegovina, con Sarajevo como capital. Las fuerzas serbias comenzaron su asedio sobre la ciudad el día 2 de mayo. Las principales vías de comunicación fueron bloqueadas, además de cortarse el abastecimiento de agua, electricidad y calefacción, con el objeto de forzar la capitulación. Pronto la destrucción se abatió sobre la ciudad. Con una media de más de 300 proyectiles diarios, todos los edificios terminaron afectados y más de 35.000 completamente destruidos. La ciudad se convirtió en un gigantesco montón de escombros. Al fuego de artillería se sumó la constante presencia de francotiradores, que extendieron el pánico entre la población civil. En octubre de 1995 se declaró un alto el fuego, al que siguieron los Acuerdos de Dayton, que condujeron a la paz. El asedio de Sarajevo no concluyó hasta el 29 de febrero de 1996. El cerco había costado 16.000 muertos entre los sitiados, además de otros 56.000 heridos, en el asedio más largo de los últimos siglos.
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“Al final del siglo XX, Sarajevo vivió el sitio más largo de la Historia. Durante cuatro años sus habitantes no pudieron salir de una ciudad de la que el mundo entero estuvo pendiente las 24 horas del día, los siete días de la semana. Este mapa de supervivencia está basado en documentos y fotografías tomadas durante el sitio, a fin de reflejar la imagen de la geografía transformada de una ciudad aislada. Es un testimonio de supervivencia, de una nueva civilización creada a partir de las ruinas de la anterior, un testimonio del retroceso de la ciudad, que pasó a usar la energía del sol para alumbrarse y calentarse, a necesitar pastillas para potabilizar el agua y que perdió el contacto con el exterior. El mapa contiene las instalaciones, muestra los pasos secretos y túneles, los pasillos especiales construidos para permitir el movimiento de personas por una ciudad que sustituyó sus parques por huertos, sus rosaledas por campos de maíz, la electricidad por velas, la calefacción central por estufas y el agua del grifo por el agua acarreada en garrafas. El deporte era correr bajo el fuego de los francotiradores, la comida se basaba en plantas cultivadas en ventanas y jardines, la televisión dio paso a la conversación, y el arte se convirtió en una resistencia ante el terror.” (Texto aportado por FAMA COLLECTION)
Survival map 1992-1996 : The Siege of Sarajevo (Mapa de supervivencia 1992 -1996: El sitio de Sarajevo) Suda Kapić. Publicado por FAMA COLLECTION en 1996 [www.famacollection.org]
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Atravesando un puente Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) Octubre de 1993 Fotografía de Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) Premio Nacional de Fotografía 2009 Papel baritado y gelatina de plata Copia de exposición
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Jugando a baloncesto Sarajevo (Bosnia- Herzegovina) Octubre de 1993 Fotografía de Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) Premio Nacional de Fotografía 2009 Papel baritado y gelatina de plata Copia de exposición
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Un hombre reza ante la tumba de un familiar Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) Enero de 1994 Fotografía de Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) Premio Nacional de Fotografía 2009 Papel baritado y gelatina de plata Copia de exposición
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Cerco de Sarajevo (diciembre de 1992-enero de 1993) Audiovisual Realizado por En Clave Audiovisual Im谩genes de la Agencia EFE Duraci贸n: 2 min y 36 seg Museo del Carlismo
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El bloqueo de Pamplona (1874-1875)
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El 27 de agosto de 1874, el ejército carlista hizo su aparición en las inmediaciones de Pamplona, aunque hasta el día 3 de septiembre no dio comienzo el bloqueo. En ese momento la guarnición de la ciudad se componía de 1.200 hombres, además de otros 800 encuadrados dentro del Batallón de Voluntarios, al mando del general Manuel Andía y Abela. José Javier Colmenares era en ese momento el alcalde. A causa del poderoso sistema fortificado de Pamplona, eran pocas las opciones para los sitiadores. Las fuerzas carlistas participantes en la operación consistían únicamente en cinco compañías de infantería y cinco secciones de caballería. Por su reducido número resultaba imposible
Sin título [vista general del monte San Cristóbal con indicación de la localización y de los movimientos de las tropas hostigadoras] Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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El monte de San Cristóbal fue un espacio estratégico fundamental, siendo su cima tomada por las tropas carlistas en los primeros días del bloqueo. Allí instalaron posiciones y colocaron las piezas de artillería con las que bombardearían la ciudad en el mes de mayo y noviembre de 1875. Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 17 de octubre de 1874: “Durante todo el día se ha visto a los carlistas ocuparse en destruir el polvorín que se halla situado en el monte de San Cristóbal, abandonado en la actualidad, pues toda la pólvora que en él había se trasladó á la plaza cuando aparecieron las primeras partidas de carlistas. No se sabe qué objeto se proponen al practicar esa destrucción, pero se supone sea el de hacer con los materiales algún albergue para el centinela que continuamente tienen en la parte más elevada de aquel monte. Por la tarde se les han dirigido seis granadas, obligándoles así a que cesen en sus trabajos.” Día 1 de diciembre de 1874: “El día se ha pasado en un continuo fuego de fusilería, pues las parejas de caballería carlista han estado todo el día en las inmediaciones. El vecindario sumamente alarmado, pues corre el rumor de que tratan de bombardearnos.” Día 5 de diciembre 1874: “Esta tarde a las tres se han hecho desde el Baluarte de Redín seis disparos de mortero con objeto de ver si las bombas llegaban al alto de San Cristóbal, y todos hemos podido observar que no solo llegan, sino que pasan, pues las dos primeras han reventado al otro lado, y las últimas, sobre todo la quinta, muy próximas al lugar que constantemente ocupa el centinela carlista.”
Durante el bloqueo fueron habituales los disparos de fusil a los hostigadores desde las murallas de la ciudad. Especial relevancia alcanzó el baluarte del Redin. Fue corriente que los pamploneses presenciasen estos hechos con curiosidad, a veces de un modo temerario. Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 15 de septiembre de 1874: “En las casas inmediatas a las murallas han pegado multitud de balas, siendo milagroso no haya ocurrido ninguna desgracia que lamentar, dada la afición que el vecindario tiene de asomarse a los balcones apenas se oye un tiro.”
asaltar las murallas. Tampoco era posible recurrir a la artillería para abrir brecha en ellas, al carecer de medios pesados de sitio. De ahí que la única opción viable pasara por recurrir al bloqueo. Las tropas carlistas, al mando del general Juan Ortigosa, se desplegaron creando una especie de círculo alrededor de la plaza sitiada. Fueron distribuidos destacamentos en Huarte, Villava, los dos Cizures, ambas Mutilvas, los Berrios (Berriozar, Berrioplano y Berriosuso) y Arazuri. Por otra parte, en Tiebas y en Unzué permanecieron acantonadas unidades de reserva. También desde diciembre permanecían en El Carrascal, varios kilómetros al sur de la ciudad, 24 batallones de infantería y 30 piezas de artillería. Su misión consistía en interceptar cualquier ejército de socorro que se aproximara a la ciudad.
Bloqueo de Pamplona. Los fusiles de parapeto, mosquetones, apuntes del baluarte Reding Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona
Sin título [posible partida de Voluntarios] Mueble del Bloqueo de Pamplona Colección particular
Archivo Real y General de Navarra
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Durante todo el tiempo que se prolongó el sitio, el ejército carlista no realizó ningún disparo de artillería sobre la ciudad aunque se sucedieron escaramuzas de bajo perfil y el intercambio de disparos aislados. Del reducido alcance de los enfrentamientos resulta revelador que el primer muerto sufrido en la ciudad no se produjera hasta el día 30 de octubre de 1874. La resistencia de Pamplona durante tantos meses sólo se explica por la permeabilidad del bloqueo. A pesar de ello, la carne en muchos momentos se convirtió en un bien escaso, llegando los habitantes a comer perros, gatos o ratas. Las enfermedades también se cebaron durante el sitio con la población, a causa de la falta de condiciones higiénicas. De hecho, las enfermedades ocasionaron más bajas entre la población pamplonesa que los combates.
Bloqueo de Pamplona. Las Soirées del Gobernador General D. Manuel Andía. Retén de Voluntarios en Labrit Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona
Relata Mariano Balesta: “La guarnición se compone del Batallón de Reserva de Cádiz, unos 600 hombres, la Comandancia de Carabineros de Navarra, la de la Guardia Civil, dos compañías del 3er Regimiento de Artillería de pie, de 188 hombres, con tres tenientes del Campo, tres agregados y dos alféreces; la Compañía de Veteranos forales y unos cuarenta caballos de Guardia Civil y Carabineros. Total, sobre 1.200 hombres, esto es, la fuerza indispensable para cubrir el servicio.”
Defensores de Pamplona. Bloqueo 1874-1875 Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona
Archivo Real y General de Navarra
Archivo Real y General de Navarra
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Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 30 de octubre de 1874: “Esta tarde, al establecerse las parejas de la Guardia civil de caballería encargadas de vigilar las avenidas de la plaza, se ha presentado un grupo de unos 20 facciosos que han hecho fuego sobre la que estaba situada en el camino que conduce de la vuelta larga del Castillo á los sotos del Mochuelo y de cuyas resultas ha caído herido uno de los que la componían; el otro al ver al enemigo en tan considerable número ha corrido a buscar a sus más próximos compañeros, y a su regreso han encontrado cadáver al que quedó en tierra y con un número considerable de cuchilladas, sobre todo en las manos, lo que prueba de manera inequívoca que las ponía por delante después de estar en el suelo, como único medio de defensa, y que los carlistas carecen por completo de instintos humanitarios al acabar de este modo con la vida de un herido que no podía hacer uso de sus armas (…) Este acontecimiento sobre que por las circunstancias que en él han ocurrido, no necesita comentarios, ha causado honda pena en el población, ya por ser esta la primera víctima del bloqueo, ya también por que hemos visto entrar el cadáver sobre el caballo de uno de sus compañeros, y completamente desfigurado.”
Muerte de un guardia civil de Caballería, al hacerse la descubierta de Pamplona [Primera víctima del bloqueo. Nicolás de Oñate, asesinado después de herido y desarmado] 30 octubre 74 en el camino desde la Vuelta larga del Castillo a los cotos del Mochuelo Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Mapa de Pamplona Miguel CĂa 1866 Archivo Municipal de Pamplona
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Miliciano liberal de guardia en el baluarte del Redín Milicianos en el baluarte del Redín con cañón de largo alcance Mauro Ibáñez Fotografías, copias de exposición 1874-1875 Archivo Municipal de Pamplona
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Orden de la Plaza del 1º de Diciembre de 1874 Con objeto de que en caso necesario haya un Jefe encargado del mando de cada uno de los frentes de la Plaza que ejecuten mis órdenes ó dicte por si mismo las que exijan las circunstancias del momento, quedan nombrados el T. C. de la Guardia Civil D. Nicomedes Llorach para el frente de San Nicolás comprendido entre la Ciudadela y la Puerta Tejeria, el Comandante de Carabineros D. Gaspar Zarazaga para el comprendido desde esta última puerta á la de Francia, el T[eniente] C[oronel] de Infanteria D. Manuel Lostaló empleado en comisión activa del servicio para el comprendido desde dicha puerta de Francia á la Nueva, ámbas inclusives, y el Comandante de la Guardia Foral D. Juan Ibañez de Ibero el llamado de Taconera ó sea desde el baluarte de Gonzaga hasta la Ciudadela. Dichos Jefes se constituirán en sus respectivos puestos cuando yo lo disponga y mis órdenes serán obedecidas por todos los Comandantes de las guardias y puestos establecidos en su respectivo frente, debiendo el Jefe de Dia acompañarme cuando llegue el caso para comunicar las que se me ofrezcan. Lo que se hace saber para conocimiento de todos los cuerpos é institutos de esta guarnición. El General Gobernador Andia. Servicio de reten para el 2 Diciembre 1874 1ª Compañia Servicio de la plaza para el 3 Diciembre 1874 Parada los cuerpos de la guarnición. Jefe de dia el T[eniente] C[oronel] D. Manuel Lostaló. H. y P. Malaga. Rondas 1º 3º y 4º Guardia Civil 2º Tiradores del Norte. El Sargento Mayor Espinosa Servicio de reten para el 3 Diciembre 1874 2ª Compañia Servicio de la plaza para el 4 Diciembre 1874. Parada los cuerpos de la guarnición. Jefe de dia el Comandante de Carabineros D. Gaspar Zarazaga. H. y P. Reserva de Cadiz. 1er Capitan. Rondas 1er cuarto Guardia civi 2º 3º y 4º Carabineros. El Sargento mayor Espinosa. Servicio de reten para el 4 de Diciembre 1874
Libro de órdenes de la plaza 1874-1875
3ª Compañia
Archivo Municipal de Pamplona
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Orden para el Batallón de Milicia de esta Capital Teniendo conocimiento de que son frecuentes las faltas de asistencia de algunos Milicianos para prestar el servicio que Corresponde á sus respectivas compañias, y que hay otros que se separan del puesto que estan cubriendo sin permiso del Comandante de Guardia del mismo, ó se esceden del que por este se les concede, he dispuesto que todo el que incurra por tres veces en la primera falta, sin justificados motivos, sea espulsado de la Milicia, recogiendosele su arma puesto que habiendo ingresado en ella voluntariamente para prestar todo el servicio que las circunstancias exijan, no puede ni debe permitirse que por cansancio, tibieza ó menosprecio eluda ninguno el que le corresponda perjudicando al propio tiempo a los demás, que mas celosos y delicados cumplen exactamente con el deber que han contrahido, y que de todos tenia derecho a esperar, y a los que cometan la 2ª o sea la separacion de sus puestos se les imponga por los Jefes de estos doble numero de horas de centinela ó patrulla del que les tocase, en el primer dia que vuelva á entrar de servicio su compañía, siempre que esto no pueda tener lugar en el mismo en que ocurra la falta, á fin de que no resulten recargados por éstas los que no incurran en ella, prometiéndome del buen espíritu que anima á la gran mayoria de los Milicianos de esta Capital, me evitaran el sentimiento de ver aplicadas estas disposiciones que espero no obstante seran cumplidas por quien corresponda sin contemplacion de ninguna clase. = Pamplona 31 de Octubre de 1874 = El General Gobernador = Andia. Orden del Cuerpo de 1º Noviembre 1874 Con el fin de evitar las repetidas quejas que se producen respecto á la falta de asistencia al servicio de algunos milicianos por enfermedades y otras causas, los Sres. Capitanes ó encargados de Compañia no concederán dispensas más que por un solo día siendo aquellas justificadas debiendo los que pretendan rebaja por más tiempo presentar una solicitud por escrito acompañada de una certificación facultativa con espresion del número de dias que á juicio de los Médicos se considere necesario para lograr la curación en la inteligencia de que dichas rebajas no se otorgarán más que por un més, no admitiendose las de los que se hallan padeciendo enfermedades crónicas los cuales serán dados de baja definitiva en sus respectivas Compañias. El Alcalde Jefe nato [José Javier de Colmenares]
Libro de órdenes de la 1ª Compañía 1874-1875 Archivo Municipal de Pamplona
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Diploma de concesi贸n de la medalla de Alfonso XII a los oficiales 1876 Archivo Municipal de Pamplona
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Concesi贸n de medallas y diplomas de Alfonso XII a los voluntarios de la Milicia Nacional 1876 Archivo Municipal de Pamplona
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Medalla concedida por Alfonso XII a los ejércitos vencedores de los carlistas. 1873 -1874 Plata Archivo Real y General de Navarra
Medalla concedida por Alfonso XII a los ejércitos vencedores de los carlistas. 1873 -1874 Plata Fundación Jaureguízar - Museo Tabar
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Cronolog铆a del bloqueo de Pamplona Audiovisual Realizado por En Clave Audiovisual Duraci贸n: 5 min y 6 seg Museo del Carlismo
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El bloqueo de Pamplona (1874-1875)
Los voluntarios de la Milicia Nacional: la partida de Carricaluche
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La Milicia Nacional, creada en el siglo XVIII como una forma activa de defensa cívico-militar, estuvo presente en los diferentes conflictos armados que se desarrollaron en España en el siglo XIX. Este cuerpo se organizó en Pamplona en diferentes ocasiones a lo largo de la centuria, siendo una de ellas la Segunda Guerra Carlista, durante la cual sus miembros recibieron diferentes nombres (Voluntarios de la Libertad, entre 1868 y 1872; Voluntarios de la República, hasta 1873; y Milicianos Nacionales, entre 1873 y 1876). Entre estos milicianos destacó Pantaleón Unciti, desde 1868 miembro de los Voluntarios de la Libertad, y que en 1874, con 25 años, figuraba entre los Milicianos Nacionales que defendían Pamplona. Vecino de la calle San Agustín, soltero y carpintero de profesión, inició su actividad el 10 de diciembre de ese año encabezando una partida de 28 hombres que tuvo por objeto ahuyentar a los efectivos carlistas que se aproximaban a la ciudad, así como localizar y traer a la plaza cabezas de ganado, alimentos y bebidas. El jornalero Santos Uralde fue otro miembro destacado de la
Bloqueo de Pamplona. Carricaluche de descubierta Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 19 de noviembre de 1874: “Se ha organizado una contraguerrilla al mando de Pantaleón Uniciti (a) Carricaluche, la que se compone de unos veinte Milicianos Nacionales que se han prestado voluntariamente á hacer salidas, con objeto de ahuyentar á las parejas que constantemente tenemos á la vista.” Diario de Balesta, día 20 de noviembre de 1874: “Se ha formado una partida de paisanos al mando del cabecilla Carricaluchi, habiendo sido armados a condición de que compren víveres en los pueblos inmediatos para traerlos a vender a la plaza con la prudente ganancia, y teniendo además una parte en las aprehensiones que puedan hacer. Sus empresas han dado principio bajo los mejores auspicios.”
Leandro Nagore se refiere a Carricaluche como “bravo militar improvisado, jefe de la partida de bandoleros a quienes el Ayuntamiento de los hombres de bien pagaba seis reales por plaza durante el bloqueo por salir de puertas a merodiar lo que pudieran y que jamás trajeron nada, fuera de las muchas gallinas que atraparon y se las comieron entre sí…”
partida, que fue disuelta en febrero de 1875 al levantarse el asedio. Se trataba de una fuerza montada, conocida popularmente como “partida de Carricaluche” y fueron habituales sus enfrentamientos con grupos del ejército carlista. Igualmente, se encargaron de defender a los conductores de leña desde la estación de ferrocarril, instalándose en el molino de Cuatro Vientos. Sus salidas por Artica, las cercanías de Villava o el soto del Sadar les permitieron hacerse con diferentes cantidades de comestibles y de bebidas. La fama que obtuvo la partida de Carricaluche no fue muy favorable, ya que en 1875 el Gobernador Militar expidió una orden en la que señalaba expresamente su disolución a causa de las “tropelías que cometen en los pueblos inmediatos” y exigía la entrega de las armas. No obstante, Pantaleón Unciti, junto con los Voluntarios de la Milicia Nacional, fue condecorado por su servicio a la patria.
Un episodio de la partida de Carricaluche. Bloqueo de Pamplona: “Coged… coged… que el amo debe ser carlista” Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 25 de noviembre de 1874: “Por la mañana, sin que sepamos con qué objeto, ha salido la partida de Carricaluche, y á las once y media un escuadrón de caballería carlista ha cargado sobre ella llegando hasta cerca del glasis de la puerta de San Nicolás, en donde se ha trabajo una lucha desigual y cuerpo á cuerpo, de tal manera que no ha sido posible en un principio hacer uso de la artillería por estar completamente mezclados los unos y los otros. Un carlista se ha adelantado más que los demás y ha pegado dos cuchilladas en la cabeza á uno de los que componen aquella partida, llamado Goñi, pero ha pagado bien caro su atrevimiento, pues ha recibido un balazo que atravesándole el costado derecho al izquierdo le ha dejado cadáver en el acto, en vista de lo cual, y sin detenerse á recogerlo, han emprendido sus compañeros precipitadamente la retirada, quedando por consiguiente en nuestro poder, así como el caballo que montaba. Este desgraciado era natural de esta ciudad é hijo de un veterinario llamado Ruiz, que también se encuentra en la facción.”
25 – Noviembre – 74. Muerte de un oficial carlista llamaro Ruiz en el glasis de San Nicolás por la partida de Carricaluche Se entró en la plaza su cadáver y el caballo y armas Recuerdos de una guerra civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Ingreso en la Milicia Nacional. Solicitudes de los vecinos de las calles Dormitalería, Tejería, Merced, San Agustín y Bajada 1874 Archivo Municipal de Pamplona
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Los testimonios del bloqueo de Pamplona
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Son varios los testimonios que nos han llegado del bloqueo carlista de Pamplona. Destacan en primer lugar algunos textos, entre los que merecen una mención especial el diario escrito por Eusebio Rodríguez Undiano y José Sánchez del Águila y el del Comandante Jefe del Detall Mariano Balesta, abundantes en datos y referencias a lo sucedido. Igualmente revelador es el relato ofrecido por el filocarlista Leandro Nagore, con valiosa información y comentarios sobre los hechos. A estos testimonios se suman las noticias aportadas por otras figuras como el británico Vincent Kennett-Barrington, caballero de la Orden de Malta, que dejó una crónica sobre el bloqueo en The Times el 6 de noviembre de 1874, o el libro La Restauración y el rey en el Ejército del Norte, del capitán de Infantería Agustín Fernando de la Serna, que dedica unas páginas al bloqueo pamplonés y detalla la entrada de Alfonso XII en la ciudad el 7 de febrero de 1875. En estos textos, los autores no disimulan su posicionamiento respecto a los bandos beligerantes, dando muestra de la diversidad de opiniones que suscitó la contienda.
Aniceto Lagarde diseñó y realizó junto con su hermano Nemesio un mueble aparador durante el bloqueo carlista de Pamplona. En la fotografía inferior pueden verse las acuarelas localizadas en los frentes de los cajones y puertas del mueble, así como las labores de talla en estilo ecléctico. Los trabajos se prolongaron desde el 28 de noviembre de 1874 hasta el 30 de octubre de 1875, empleándose en la talla 1.047 horas, en la carpintería y colocación 986 horas, y en el dibujo y pintura 510 horas.
Junto a los testimonios escritos, deben destacarse las fotografías de Mauro Ibáñez, que documentan lugares y personajes del bloqueo. Igualmente excepcional fue la aportación de los hermanos Aniceto y Nemesio Lagarde Carriquiri, que se concreta en diversas acuarelas con diferentes escenas y personajes, la mayor parte compendiadas en un álbum custodiado en el Archivo Real y General de Navarra, y en un mueble, de propiedad particular, diseñado y tallado por ellos durante el bloqueo. Unos y otros testimonios, muchas veces complementarios, ayudan a conocer mejor lo sucedido en Pamplona en aquellos trágicos meses.
Aniceto Lagarde Carriquiri posando junto al Mueble del Bloqueo de Pamplona Autor desconocido. Hacia 1900 Colección particular
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Nicasio Landa es una de las personalidades más destacadas de la medicina de guerra del siglo XIX. Fue cirujano y escribió diversas obras sobre sanidad militar y estrategia en este campo. Fue uno de los fundadores de la delegación española de Cruz Roja Internacional y, posteriormente, de la Cruz Roja Española. Fue socio de la Real Academia de Medicina de Madrid y destacó, además de en su faceta profesional, como autor de diversos libros, entre los que cabe mencionar La campaña de Marruecos: memorias de un médico militar (Madrid, Imprenta de Manuel Álvarez, 1860), El derecho de guerra conforme a la moral (Pamplona, Imprenta Provincial, 1867) y Estudios sobre táctica de sanidad militar, que se entregó en dos fascículos, Del servicio sanitario en la batalla (Madrid, Imprenta de Alejandro Gómez Fuentenebro, 1880) y Del servicio sanitario en el sitio y defensa de plazas (Madrid, Establecimiento Tipográfico de Ricardo Fe). Fue él quien permitió la entrada en Pamplona de Sir Vincent Kennet Barrington.
Sir Vincent Kennet Barrington (carta a su madre, Pamplona, 26 de octubre de 1874): “One line to say that I have safely crossed the lines, I hired a mule and a boy and leaving the Carlist lines at 4 arrived at 4.45 in this beatiful and strong town of Pamplona. To my great delight I found Landa, who was the Government Inspector of Voluntary Societies at Somorrostro and whom I saw in French War. He introduced me to the Governor today who was very kind etc. I have brought in two cases of Liebig with me which will be very acceptable to the ambulance. My name has been sent in for a medal. Goodbye your devoted Barry”. [“Una línea para decirte que he cruzado el frente sano y salvo, contraté una mula y un mozo, y habiendo abandonado las líneas carlistas a las 4, llegué a las 4.45 a la bella y fortificada población de Pamplona. Para mi gran deleite, me encontré con Landa, que era el Inspector del Gobierno de las Sociedades Voluntarias en Somorrostro y a quien ya había visto en la guerra francesa. Hoy me presentó al gobernador, quien ha sido muy amable. He traído dos cajas de [extracto de carne de] Liebig que serán muy útiles para la ambulancia. Mi nombre ha sido propuesto para una medalla. Adiós de tu querido Barry”.]
Estudios sobre táctica de sanidad militar: del servicio sanitario en el sitio y defensa de las plazas Nicasio Landa y Álvarez de Carvallo Estab. Tip. de Ricardo Fe. Madrid, 1887 Real Academia Nacional de Medicina
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Monumento a Nicasio Landa Rafael Huerta, 1999 Jardines del Hospital de Navarra, Pamplona
Retrato de Leandro Nagore FernĂĄndez Javier Ciga Echandi Ă“leo sobre lienzo Ilustre Colegio Notarial de Navarra
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El abogado Mauro Ibáñez Arlegui, natural de Villava, está considerado como el primer fotógrafo navarro no profesional digno de mención. Entre los años 1872 y 1895 fotografió diversos acontecimientos de la ciudad de Pamplona desde su estudio fotográfico instalado en la Plaza del Castillo, además de escenas y personajes vinculados al bloqueo de Pamplona. Merecen especial mención las dedicadas a la artillería en el baluarte del Redín y a la guarnición carlista acuartelada en Villava.
Jefes carlistas en Villava, cuartel general carlista durante el bloqueo de Pamplona Voluntario de una partida carlista y lancero en Villava Caballería carlista en Villava Mauro Ibáñez Fotografías, copia de exposición 1874-1875 Museo del Carlismo
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ร lbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra Audiovisual Realizado por En Clave Audiovisual Contiene todas las pรกginas del รกlbum Duraciรณn: 5 min y 27 seg Museo del Carlismo
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Recuerdos de una guerra civil. Ă lbum del bloqueo de Pamplona 1874-1875 Archivo Real y General de Navarra
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Este álbum, que perteneció al conde de Rivero, y que fue depositado en manos de la Diputación de Navarra en la década de 1970 a través del P. Hilario Chaurrondo, constituye un testimonio singular de la Segunda Guerra Carlista en Navarra y en algunos territorios próximos. Está integrado por 46 folios de 31,1 x 44 cm en
los que se distribuyen documentos, recortes de prensa, fotografías, sellos y, muy especialmente, un importante conjunto de dibujos y acuarelas con vistas, escenas y tipos de la contienda, tanto del ejército liberal como del carlista. Los autores de dichas imágenes, y muy posiblemente de la recopilación de materiales y formación del
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álbum, son los hermanos pamploneses Aniceto y Nemesio Lagarde. El primero, ingeniero de caminos de la Diputación, era desde 1869 Director del Departamento del Sur, mientras que el segundo perteneció a la Guardia Foral, aunque durante los meses del
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bloqueo de Pamplona permaneció en la ciudad habiéndose dado de baja de este cuerpo, al que volvería en 1875. Ambos hermanos muestran en sus trabajos unas claras dotes artísticas además de una notable capacidad para documentar determinados episodios.
El diario escrito por E[usebio] R[odríguez] U[ndiano] y por J[osé] S[ánchez] del A[guila] es uno de los principales testimonios sobre el bloqueo carlista de Pamplona, que abarca desde el 13 de septiembre de 1874 hasta el 2 de febrero de 1875. Eusebio Rodríguez Undiano era un abogado pamplonés con despacho abierto en el Paseo Valencia desde 1872. Ejercería además como secretario general de la Asociación Euskara de Navarra. Por su parte, José Sánchez del Águila era Brigadier General Auditor de Guerra del Cuerpo Jurídico Militar, y fue padrino de boda de Nicasio Landa en su enlace con Dolores de León. “Sin otra idea en la mente que la de la guerra y sus tristísimas consecuencias, aislados del resto del mundo sin saber nada de lo que en él pasaba, sin poder absolutamente comunicarnos con nuestros deudos y amigos ausentes, sin poder buscar en las dulzuras del campo la tranquilidad y complacencia que las luchas de la vida social hacen tan necesarias de cuando en cuando; y las ocupaciones paralizadas, dos amigos, unidos con el dulce parentesco del alma, tomábamos notas diarias de cuanto ocurría en la ciudad con motivo del bloqueo á que los carlistas la habían sujetado sin la idea de darlas á luz y tan solo con la de conservar este recuerdo de los aciagos días que en lo mejor de nuestra vida hemos pasado”.
Diario del bloqueo de Pamplona Eusebio Rodríguez Undiano y José Sánchez del Águila Imprenta y librería de Joaquín Lorda Pamplona, 1875 Biblioteca de Navarra
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Leandro Nagore y Fernández fue escribano de número de Pamplona desde 1851 y miembro del Colegio Notarial, del que fue nombrado decano en 1887. Dejó unas memorias manuscritas que narran los hechos históricos acaecidos entre 1872 y 1886 y que aparecieron en la biblioteca de Raimundo García, alias Garcilaso, director del Diario de Navarra. Dichas memorias fueron publicadas en 1964 por la Institución Príncipe de Viana. Aunque no se adhirió formalmente al carlismo fue un claro filocarlista, lo cual provocó que se viera afectado por algunas medidas represivas, como el encarcelamiento, el destierro o la confiscación de sus bienes. En opinión de Javier Nagore Yárnoz, “fue uno de esos hombres, nada raros en la época, que padeció persecución por los liberales sin ser, en el sentido dinástico de la palabra, carlista”. Leandro Nagore falleció en Pamplona el 21 de abril de 1888.
Apuntes para la historia 1872-1886 Memorias de un pamplonés en la Segunda Guerra Carlista Leandro Nagore y Fernández Diputación Foral de Navarra. Institución Príncipe de Viana Pamplona, 1964 Museo del Carlismo
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Mariano Balesta Clavijo, ComandanteJefe del Detall (oficina de archivo y administración del cuerpo de tropa) redactó un diario que abarca desde el 12 de septiembre de 1874 hasta el 7 de febrero de 1875. Pese a la parquedad de algunas descripciones, ofrece interesantes noticias acerca del día a día de las tropas, siendo especialmente detalladas las referidas a la artillería. “El 27 de agosto pasado, dispuso el jefe de las fuerzas enemigas de esta provincia, que se bloquease la Plaza de Pamplona, lo que les era fácil efectuar con pocos elementos, en razón a la configuración del terreno de las inmediaciones y a la protección del país”. “Para no hacer pesado el diario, solo se estamparán en él los acontecimientos más culminantes, y para no mencionar repetidas veces el tiroteo de fusil, se consignará aquí, que raro es el día que no se han cruzado tiros entre los guardias y carlistas diseminados”.
Diario del bloqueo puesto por los carlistas a la plaza de Pamplona Mariano Balesta Clavijo Publicado por Florencio Idoate Revista Príncipe de Viana, nº 84-85 Pamplona, 1961 Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
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Los testimonios del bloqueo de Pamplona
El pamplonés Nemesio Lagarde y la corresponsalía gráfica de guerra
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Desde la guerra de Crimea (1853-1856), los corresponsales gráficos (war artists) desempeñaron un papel relevante en la difusión de los principales hechos bélicos. Dotados de la capacidad de estar en el lugar adecuado y de captar la intensidad del momento en unos breves apuntes, aportaron una imagen actual a las crónicas de guerra. La Segunda Guerra Carlista atrajo la atención de estos profesionales, entre los que destacó el barcelonés José Luis Pellicer (1842-1901), cuyos trabajos fueron habituales en las páginas de La Ilustración Española y Americana, o el madrileño Daniel Urrabieta Vierge (1851-1904), afincado en París. A ellos se sumaron una larga lista de autores profesionales y amateurs de ámbitos locales. El pamplonés Nemesio Lagarde, miembro del ejército liberal, fue uno de estos corresponsales gráficos ocasionales. Algunos de sus croquis fueron publicados en La Ilustración Española y Americana, entre los que destacan aquellos que sirvieron para elaborar la página completa aparecida en el número del 8 de enero de 1875, con imágenes firmadas por Marichal y Balaca. Lagarde fue profesor de dibujo de la Academia Militar de Toledo y colaboró con La Ilustración Militar. Además, fue autor de diversos libros que él mismo ilustró dedicados a materias especializadas como puentes militares, zapa o armas portátiles, entre otros. Su hermano Aniceto, ingeniero de Caminos de la Diputación de Navarra, también colaboró en esta labor firmando algunos apuntes del natural como base para grabados.
Corresponsales de la prensa nacional y extranjera agregados al cuartel general del Ejército del Norte José Luis Pellicer La Ilustración Española y Americana, 30 de mayo de 1874
Tipos del Ejército del Norte José Luis Pellicer - A. Carretero La Ilustración Española y Americana, 22 de junio de 1874
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El 8 de enero de 1875, La Ilustración Española y Americana publicó a toda página una composición con cinco ilustraciones grabadas por R. Balaca y G. Marichal a partir de los bocetos originales realizados por Nemesio Lagarde. Esta página mostró al mundo la situación de la población pamplonesa en la fase más severa del bloqueo. Las escenas elegidas para ilustrar estos hechos fueron: “Los mosquetes de parapeto”, en la que aparecen tres militares guarecidos tras la muralla de la ciudad disparando a las parejas carlistas que merodeaban por las inmediaciones; “Leñadores de la plaza hostigados por los carlistas”, en la que varios leñadores se afanan en su labor mientras son protegidos por milicianos; “Un buen tiro”, que muestra uno de los disparos de artillería desde las murallas de la ciudad contra el enemigo; “La compra de carne”, en la que se refiere uno de los altercados sufridos en el mercado de la ciudad ante la escasez de recursos; y “Un paseo interrumpido”, en el que una familia que se aventura a salir de la ciudad es sorprendida en medio de una refriega. Dichas ilustraciones tuvieron como base las acuarelas originales de Nemesio Lagarde, que se conservan en el Mueble del Bloqueo, tomadas in situ y que son buen testimonio de los hechos vividos por él en primera persona.
Episodios del bloqueo de Pamplona Nemesio Lagarde - R. Balaca - G. Marichal La Ilustración Española y Americana, 8 de enero de 1875
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Sin t铆tulo [escenas del bloqueo de Pamplona] Nemesio Lagarde. 1874-1875 Mueble del Bloqueo de Pamplona Colecci贸n particular
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Paso del puente de Huarte por las tropas de la Brigada Ciria Aniceto Lagarde La Ilustración Española y Americana, 15 de diciembre de 1875
Representa una acción en el marco de las llevadas a cabo los días 22 a 24 de noviembre por las tropas del Ejército del Norte lideradas por el general Quesada contra las tropas carlistas sitiadoras asentadas en Alzuza, Miravalles, San Cristóbal y Oricáin, en las inmediaciones de Pamplona, y que pusieron fin al bloqueo carlista.
Sin título [La Brigada Ciria atravesando el puente de Huarte] Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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La tragedia del bloqueo y la vida cotidiana
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La tragedia del bloqueo El bloqueo carlista de Pamplona tuvo duras consecuencias en la población local debido a que los carlistas, salvo contadas excepciones, impidieron la entrada de alimentos y combustibles. Aunque la harina estuvo garantizada por las reservas de trigo del Vínculo, la carne, altamente demandada, comenzó a escasear ya a finales del mes de septiembre de 1874. Ante la inflación de los precios, la venta de vacuno dio paso a la de carnero, a la de oveja y, finalmente, a la de pollino, que únicamente consumían las familias pudientes. Perros, gatos y ratas fueron a su vez objeto de persecución por las clases humildes. En el mes de enero de 1875, la población subsistía casi exclusivamente con pan y legumbres. Junto a la escasez de alimentos, Pamplona padeció una grave falta de agua debido a que los carlistas cortaron en septiembre el suministro procedente de Subiza, dejando sin caudal las fuentes de la ciudad. A esto se sumaron pronto problemas higiénicos y la propagación de enfermedades como las fiebres tifoideas y la disentería. El tifus fue el principal motivo de
Sin título [Pamploneses abandonando la ciudad con sus pertenencias] Mueble del Bloqueo de Pamplona Colección particular
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El 13 de diciembre de 1874 se publicó un bando del alcalde José Javier de Colmenares, en el que, a la vista de la escasez de las subsistencias existentes en la ciudad se abría un plazo de ocho días para que las personas que desearan salir de la plaza solicitaran el correspondiente pase, añadiéndose que “las citadas personas no podrán llevar consigo más que los muebles y ropas de su uso, y en cuanto a los artículos de comer, beber y arder, habrán de dejarlos en poder de sus parientes o amigos o los depositarán en esta Alcaldía, donde se hará el inventario correspondiente a fin que sus dueños sean indemnizados oportunamente”. Del mismo modo se obligaba a estas personas “a dejar las llaves de las habitaciones que desocupen en poder de otras personas residentes en esta ciudad, cuyos nombres manifestarán en la citada dependencia para conocimiento y gobierno de la Autoridad”. Este éxodo sería incrementado en los siguientes días con la expulsión de los pobres y enfermos asilados en la Casa de Misericordia, ordenada mediante una alocución firmada por el oficial civil José Romero, el 10 de enero de 1875.
Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 9 de diciembre de 1874: “Ha sido tal el afán de coger carne en el Mercado que para las seis y media de la mañana o sea una hora antes de abrirse, un gentío inmenso se agolpaba a sus puertas. Con este motivo lo mismo fuera, que dentro, ha sido tan grande el barullo, no obstante de estar una patrulla armada de Guardias civiles como en los días anteriores para sostener el orden, que ha habido tres o cuatro contusos, entre ellos la criada del Director del Instituto Provincial, que ha salido tan lastimada, que durante todo el día ha corrido la voz de que había muerto; pero afortunadamente es no es cierto y sigue mejor.”
mortalidad entre la población civil y militar provocando alrededor de 900 muertes, dentro de una ciudad que contaba con unos 16.700 habitantes a finales de 1874. También se hizo notar la escasez de madera, que llevó a la autoridad a ordenar la tala de las arboledas cercanas a la ciudad, proporcionando arrobas de leña y una mayor visibilidad de las posiciones enemigas. La llegada de las nieves en el mes de diciembre obligó a que la madera se utilizara únicamente para cocinar. Ante tal carencia, la población más humilde llegó a quemar sus propios muebles, mientras que algunos hogares abandonados fueron objeto de pillaje. Durante el bloqueo, hubo habitantes que pudieron abandonar la plaza de forma voluntaria, si bien también se emitieron bandos obligando al exilio a aquellas personas no comprometidas con la causa o que carecieran de medios para subsistir.
Sin título [Altercados en el Mercado de Pamplona] Mueble del Bloqueo de Pamplona
Sin título [Entrada de ciudadanos con provisiones] Mueble del Bloqueo de Pamplona
Colección particular
Colección particular
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1º Diciembre 74. Los carlistas quitando el caballo del carro fúnebre y prohibiendo el entierro en el cementerio en lo sucesivo – (Recuerdos del bloqueo de Pamplona) Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 1 de diciembre de 1874: “Nuestros bloqueadores, llegando al último extremo de la barbarie, han prohibido que se dé sepultura a los cadáveres en el cementerio. Ayer por la noche ya un oficial y 4 soldados, mandaron con los buenos modos y razones que les caracteriza, a el Capellán de aquel sitio, donde tiene su habitación, que subiera inmediatamente a la ciudad y le ordenaron que no había de enterrarse más en él. Hoy al presentarse los enterradores con el coche de la conducción, en el que iban dos cadáveres, aquellos mismos carlistas los han recibido apuntándoles con las carabinas, y si bien no han llegado a hacer uso de ellas, en cambio les han quitado el caballo del coche, obligándoles a volverse, de manera que han tenido que dejarle en el camino y traerse al hombro los dos cadáveres.” Diario de Balesta, día 2 de diciembre: “Ha sido nombrada una comisión de médicos, parar que en unión con el Gobernador Civil y el Alcalde, escojan un sitio a propósito para Camposanto provisional. Los bloqueadores impiden se lleven al de la población los cadáveres, providencia que más perjudica a los carlistas por la saña
que rebela y por lo que se presta a la censura, que molesta a los de Pamplona, dueños de improvisar otro cementerio en sitio conveniente, volviendo en último recurso a enterrar en las iglesias. Quitaron el caballo del carro que conduce a los muertos.” Leandro Nagore no pasó por alto esta circunstancia: “Los carlistas, sañudos como ellos mismos, aumentaron el tormento no permitiendo llevar los muertos al cementerio. He aquí borrada una de las obras de Misericordia (…) Este hecho si no es vandálico tiene que ser herético, porque yo no sé que los muertos puedan ser enemigos de nadie, ni a qué conduce semejante prohibición, como no sea a poner en evidencia el horrible sarcasmo de gritar viva la religión, los mismos que no dejan enterrar los muertos (..) ¡Qué clase de guerra señor que ni a los muertos deja en paz!” El 3 de diciembre, el mando carlista Juan Ortigosa pasaba una comunicación al alcalde, Sr. Colmenares, desmintiendo que hubiera dado la orden de impedir enterrar en el cementerio de la ciudad.
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En Pamplona = Una visita en Enero de 1875 = Adios Jenara… Y el Alí?... Nos lo comimos hace dias, y por cierto que se guisó con la ultima silla, ya sabe V…. cuando se condujo la madera de los balcones Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 19 de enero de 1875: “Sigue consumiéndose carne de pollino, pero ahora ya ésta se considera como una gran cosa; habiendo algunos que la comen de gato, perro; etc., lo que no estrañamos, pues se necesita tener muy sano el estómago para que no se resienta con las comidas a que nos vemos reducidos hoy, de la que no forma parte absolutamente ninguna clase de carnes.”
Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 28 de noviembre de 1874: “Nuestros enemigos, probando una vez más lo inhumano de sus sentimientos, han asesinado en el alto de Santa Lucía, próximo a la estación del ferro-carril, a un pobre hombre que traía una carga de castañas y han tenido la caridad, para que no quedara insepulto, de ponerlo en conocimiento del Alcalde de la Rochapea por medio de oficio suscrito por un titulado Alférez del primer escuadrón del regimiento del Rey.” 27 Noviembre 1874 Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
Cuenta Leandro Nagore que los días 3, 4 y 5 de enero se encargó “la parte más abyecta del pueblo” de desmantelar “a mano real” la casa de José Gonzalo, fundidor, que vivía próximo a la estación de ferrocarril. Fue tal la rapiña de madera realizada que “cuando se hallaba la gentuza mezclada con individuos que tenían uniforme militar, arrebatando los últimos restos de maderas, se vino al suelo gran parte del edificio, aplastando a uno o dos carabineros, otros tantos guardias civiles, y saliendo estropeadas porción de mujeres y de rapazuelos granujas.” Sin título [Grupo de personas entre edificaciones derruidas] Mueble del Bloqueo de Pamplona Colección particular
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El imparcial Madrid, 11 de octubre de 1874
La correspondencia de España Madrid, 11 de octubre de 1874
© Biblioteca Nacional de España
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La vida cotidiana Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 20 de octubre de 1874: “Lo único notable que ocurre en el dia de hoy es la vuelta de dos Comisiones, compuestas cada una de tres individuos, que salieron hace pocos dias á gestionar con los carlistas y Generales del Gobierno para que se levante el bloqueo. Nos han traido dos periódicos del 11, La Correspondencia y El Imparcial, y afortunadamente no son malas las noticias que en ellos encontramos.”
Desde el momento en que la ciudad se convierte en protagonista de la guerra y se cierran sus puertas, la rutina diaria de los pamploneses adquirió un nuevo sentido. La falta de libertad de movimiento llevó a muchas personas a perder contacto con sus familiares y amigos o incluso el acceso a su medio de vida. La ausencia de noticias sobre el avance de la contienda, agravada por el corte del ferrocarril, el telégrafo y correos desde el inicio de la guerra, creó en el momento del bloqueo un sentimiento de incertidumbre, dejando a los pamploneses a expensas de los bulos sobre la llegada de fuerzas liberadoras o sobre la posibilidad de ser bombardeados por los carlistas. La salida de la plaza fue regulada a través de pases, expedidos por la autoridad civil y militar para presentar en los retenes. Las puertas únicamente se abrían en función de la necesidad para corte de leña o acceso al río. Se ordenó que los habitantes, al abandonar la ciudad, dejaran abiertas sus casas para el alojamiento de efectivos.
Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 19 de octubre de 1874: “Da lástima ver el aspecto de las cercanías con el desmoche que se hace de las magníficas arboleda, y causa horror pensar que cuando llegue el verano nos veremos privados de los preciosos paseos que existían en la orilla del río, en los cuales no se sentía el calor ni aun en los días más sofocantes del mes de Agosto. Nadie que como nosotros no haya estado encerrado dentro de los muros de la ciudad, la conocerá a su regreso, pues parece que nos hemos trasladado a los inmensos llanos de la Mancha, según lo despejados que están quedando los alrededores.” Pamplona desde la ripa de Veloso Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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La imagen de la propia ciudad también cambió. La falta de agua convirtió Pamplona en una capital sucia, los cañonazos desde los baluartes y los disparos desde posiciones carlistas fueron una constante en la vida de sus habitantes. La tala del arbolado para facilitar la visibilidad y el abastecimiento de leña dañaron la preciosa imagen de una ciudad verde. Pese a todo, los pamploneses continuaron las tertulias y reuniones en lugares como el Nuevo Casino o el Café Suizo, y los días festivos salían a pasear cerca de las murallas, arriesgándose a verse envueltos en el fuego cruzado. Las instituciones locales, Diputación, Ayuntamiento, Instituto de Segunda Enseñanza y la Escuela de Artes y Oficios funcionaron con relativa normalidad, aunque alguna como la Diócesis se vio obligada a suprimir su boletín. Cualquier motivo de alegría fue válido para romper la monotonía, desde un disparo acertado por la artillería de la plaza hasta la entrada de un convoy.
Un pastor guardando el ganado de Pamplona durante el bloqueo Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona
Un leñador de Pamplona Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona
Archivo Real y General de Navarra
Archivo Real y General de Navarra
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Apuntes de Leandro Nagore: “En la noche del 22 de mayo, se propagó un incendio en el antiguo edificio de los graneros del Vínculo, que después se conocía por el del Orfeón, donde estaba instalada la Academia de música, el juzgado Municipal y el Montepío de Piedad (…) Se temió que el fuego se propagase por la manzana de casas de la bajada a las carnicerías y también por la calle de la Mañueta, pero en fuerza de trabajo de los bomberos (y también de los soldados de la guarnición) pudo contenerse aquella pira horrible que enrojecía el horizonte y que en su voracidad amenazaba dejar triste memoria para esta ciudad: fue noche de verdadera alarma en la población y de no escasos perjuicios, pero afortunadamente, no hubo desgracias personales que lamentar.”
Bomberos de Pamplona Incendio de la plaza del Mercado en la noche del 21 al 22 de mayo de 1875 Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
Bloqueo de Pamplona. El Principal. Punto del Retén de los Voluntarios de Pamplona, sito en el Paseo Valencia Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Memoria leída el día 1º de octubre de 1874 en la solemne apertura del curso académico de 1874 á 1875 en el Instituto Provincial de Pamplona Natalio Cayuela Asimans, Director del Instituto Provincial de Pamplona. Imprenta Provincial. Pamplona. 1874
Boletín de la diócesis de Pamplona y Tudela Pamplona, 1876
Biblioteca de Navarra
Archivo Diocesano de Pamplona
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Bando seĂąalando precios a los alimentos de consumo con el fin de corregir abusos JosĂŠ Javier Colmenares, Alcalde Pamplona, 25 de diciembre de 1874 Archivo Municipal de Pamplona
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Relaci贸n de reses vacunas y lanares existentes en Pamplona Pamplona, 27 de diciembre de 1874
Solicitud de Ignacio Aizpurutia, vecino de la Magdalena, alojar cuatro cerdos a una casa arrendada en la calle Pellejer铆a Pamplona, 10 de enero de 1875
Archivo Municipal de Pamplona
Archivo Municipal de Pamplona
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M.Y. S. Ygnacio Aizpurutia vecino de esta ciudad habitante en el varrio de la Magdalena nº 17, á V.S. espone; que con motivo de haber sido amenazados por los carlistas para que se quitasen de casa los animales que tenia el esponente consistentes en 4 cerdos pequeños y algunas gallinas unos y otras no tuvo mas remedio que suvirlos a esta ciudad el dia 1º de diciembre; y como quiera que su cuñado Sebastian Oñatibia que vive en la casa nº 36 de la calle Descalzos tenia ya permiso de V.S. para poder tener un cerdo que tambien subió de dicho arrabal, le ordené los tuviese en su cuadra mientras se arreglaba la correspondiente pocirga en la casa nº 7 de la calle de Pellegeria, cuya casa la tomo por su cuenta el esponente por si los carlistas le obligaban á desocupar la ya citada del arrabal: cuya pocirga se halla ya concluida: que no habia dado parte á V.S. ni pedido la correspondiente autorizacion por cuanto pensaba tenerlos muy poco tiempo sin bajarlos á dicho arrabal y que al entrarlos en el portal pagó los derechos correspondientes y manifestó al portalero el obgeto de subirlos á esta ciudad: que su obgeto no asido causar ningun fraude al municipio al mismo tiempo que el ganado es muy pequeño: y en atención A.V.S. suplica que tomando en consideración lo espuesto, le dispense si ha habido alguna omision que en su caso no á sido mas que por ignorancia, y la violencia que sufren los que como el esponente viven en los arrabales; se sirba concederle el permiso para que dichos cerdos los pueda tener en el punto indicado ó de lo contrario ordenarle lo que haya de hacer con ellos. Gracia que espera de la recta justificación de V.S. Pamplona 10 de Enero 1875 Ygnacio Aizpeurrutia M.Y.S. Alcalde popular de esta ciudad. [Al margen] El recaudador de la puerta de la Rochapea que suscribe, manifiesta que en primero de diciembre ultimo, se entraron por la puerta cuatro cerdos pequeños propios de Ygnacio Aizpurutia, vecino del barrio de la Magdalena nº 17, el cual pagó los derechos de Arancel, segun consta en la cuenta de aquel día: Pamplona 10 de Enero de 1875 = enmendado cuatro. Deogracias Cuesta 99
D. Juan Monasterio y Corroza, Profesor veterinario de 1ª clase, subdelegado è inspector de carnes de esta capital, Certifico que: En el reconocimiento efectuado en estos dias por mandato del Señor Alcalde de esta Capital de los tocinos y otros comestibles se han inutilizado cuarenta arrobas de bacalaó pertenecientes a D. Manuel Lizasoain de esta vecindad calle de San Miguel numero tres; cuyo articulo despues de haber sido nuevamente reconocido en presencia del Señor Alcalde y en union de D. Agustin Blanco licenciado en farmacia individuo tambien de la junta local de sanidad, asido declarado malo procediendo ha su enterramiento con las condiciones que exige la buena administracion y policia sanitaria y para que conste doy la presente certificacion con los sellos de la inspeccion y subdelegacion del partido judicial de esta localidad,
En Pamplona 24 de noviembre de 1874
Juan Monasterio y Corroza
Agustin Blanco Certificado sanitario de reconocimiento de una partida de bacalao en mal estado perteneciente a Manuel Lizasoain Pamplona, 24 de Noviembre de 1874 Archivo Municipal de Pamplona
Cizalla de cortar bacalao Hierro y madera Procedente de Lumbier Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
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Habiendo tenido conocimiento de que en la Calle Nueva de esta ciudad, nº 18 se ocultaban algunos artículos de consumo que se vendian fraudulentamente á mayores precios que los señalados por V. S. en su último bando, he dispuesto en el dia de hoy el reconocimiento de dicha casa encontrandose efectivamente una existencia de tocino y manteca que he dispuesto sea decomisada conduciendose presa á la Carcel á Josefa Lizasoain dueña de los espresados artículos, los que pongo á disposicion de V.S. para que haciendolos reconocer y pesar con exactitud se vendan alpormenor por cuenta de ese Ayuntamiento al tipo de media libra de manteca o tocino por cada cabeza de familia y á los precios marcados, entregandome su importe, para distribuir una parte entre los aprehensores y dar al resto el destino que sea mas conveniente sirviéndose V.S. remitirme desde luego una nota de la cantidad que hay de cada uno de los mencionados artículos.
“Las tiendas de comestibles han quedado casi vacías; ni un jamón, ni una lata, ni un queso. En estos últimos días, el despacho ha sido extraordinario, lo que induce a creer, que se han hecho grandes acopios en las casas particulares o hay ocultamientos”. Diario de Balesta, día 16 de diciembre de 1874.
Dios que á V.S. en S. a S. Oficio de Manuel Andía y Abela, Gobernador militar, informando a José Javier Colmenares Vidarte, Alcalde de Pamplona, de la venta fraudulenta de tocino perteneciente a Josefa Lizasoain y su posterior decomiso Pamplona, 9 de enero de 1975
Pamplona 9 Enero de 1875 Manuel Andia
Archivo Municipal de Pamplona
Señor Alcalde de esta Capital 101
Hocete (navaja de vendimiar) Hierro y madera Procedente de Los Arcos Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
“En esto llegó la época de la vendimia y los carlistas, no permitían a los labradores de esta ciudad que recogieran la uva y la trajesen y a pesar de que fue y gestionó con ellos una comisión de labradores creo que no consiguieron nada. He aquí otra calamidad para esa clase que en su inmensa mayoría era carlista, y por cierto porque es triste cosa que no pueda el pobre labrador recoger el fruto que su trabajo le ha dado.” Apuntes para la Historia de Leandro Nagore. “El cabecilla Mendiri, con quien había salido á avistarse una Comision de labradores, ha dado permiso para que se haga la vendimia. Con este motivo están aquellos de enhorabuena y tambien toda la población, pues no se encuentra vino, y el poco que puede conseguirse es malo y al subido precio de dos reales la pinta”. Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 17 de octubre de 1874.
Medida de vino Cerámica 1869 Procedente de Estella Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja” “La partida de Carricaluchi observó que una de las casas de las inmediaciones, tapiada por orden de los carlistas, tenía un agujero. Entrando por él, se encontraron dos barricas de vino, que se han traído a la Plaza”. Diario de Balesta, día 1 de febrero de 1875.
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M.Y.S. El alguacil municipal que suscribe, da parte á V.S. que en la calle de Tegeria nº 19 estan bendiendo vino, (chacolin) sin haber satisfecho las disposiciones que prebiene el bando publicado el dia seis del presente mes, siendo su propietario D. Ygnacio Murillo, que habita en la calle de los Descalzos nº 57 1º y habiendole prevenido á dicho Murillo que suspenda la benta hasta obtener el permiso de V. S., continua bendiendo.
“En cuanto al vino las gentes y algunos más despreocupados, se aventuraban ir hasta las casa o ventas más próximas y se traían un cántaro, otros medio y los que podían, no todos los días, sino cuando se creía que los carlistas no estaban cerca: otros más infelices lo traían en el estómago y llegaban con buena mona y decían que los malos ratos a tragos se debían pasar.” Apuntes para la Historia de Leandro Nagore.
Lo que pone en conocimiento de V. S. para que lo que haya lugar Pamplona 10 de Nobiembre de 1874 Agustin Urla M.Y.S. Alcalde de esta capital Pamplona 10 de Noviembre de 1874 En vista del precedente informe y reconocimiento practicado por el Veterinario D. Juan Monasterio y Corroza, hagase saber a Ygnacio Murillo que hallandose el vino en buenas condiciones para su venta, puede hacerlo cuando lo tenga por conveniente. Colmenares [Al margen] Pamplona, 10 de Noviembre de 1874. Reconozcase el vino que se espresa en el precedente punto por el veterinario D. Juan Monasterio. Colmenares
Parte del alguacil municipal informando de la venta de vino de Ignacio Murillo incumpliendo el bando municipal de 6 de noviembre de 1874 Pamplona, 10 de noviembre de 1874
Reconocido el vino que indica el presente puede espenderse al publico consumo. Pamplona 10 de Nobiembre de 1874.
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Juan Monasterio y Corroza 103
Deshollinador Plomo y acero Procedente de Pamplona Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
D. JOSE JAVIER DE COLMENARES, Alcalde popular de la Ciudad de Pamplona, Hago saber: que siendo abundantísima la leña procedente de la corta del arbolado público y particular y calculando que por esa misma abundancia ha de ser un combustible muy económico y de gran consumo, conviene evitar por todos los medios imaginables los incendios que con la llama se producen mas fácilmente, por cuya razon se hace preciso tener perfectamente limpias las chimeneas de los fogones a fin de precaver accidentes de esta clase, y en su virtud he acordado lo siguiente. 1.º En el preciso término de ocho dias se limpiarán con el mayor cuidado las chimeneas de todos los edificios de esta ciudad. 2.º Los propietarios de dichos edificios ó sus representantes ó administradores, serán responsables del cumplimiento de esta medida incurriendo los que la desatendieren en las penas á que haya lugar. Y a fin de que llegue á conocimiento del vecindario, se publica por bando en los sitios acostumbrados.
Hacha Hierro y madera Procedente de Azuelo Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
“El tiempo, muy crudo; sin embargo, ha sido preciso salir a hacer leña, que, consumidas las existencias, no hay espera posible. Faltan brazos para dar abasto a los pedidos. Se piensa en despachar por familia, lo indispensable para guisar únicamente”. Diario de Balesta, día 18 de diciembre de 1874.
Pamplona 16 de setiembre de 1874 José Javier de Colmenáres
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“El petróleo se concluyó por completo; el Ayuntamiento es el único que posée un poco con destino al alumbrado público. Con este motivo se vén aparecer en todas las casas los antiguos velones de aceite y las tradicionales despabiladeras”. Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 29 de octubre de 1874.
Despabiladeras Hierro Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
Candil Hierro Precedente de Corella Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
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Candelero Alpaca Procedente de Sangüesa
Jabonera y pastilla de jabón Hierro Procedente de Sangüesa
Pistero para alimentar enfermos Porcelana Procedente de Sangüesa
Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
“El 10 de noviembre, el alumbrado público era de velas de esperma, porque el petróleo se acabó y también el aceite, como se concluirán las velas, y después andaremos a oscuras, o adoptaremos la vida de las gallinas ¡qué situación! por cuatro sacristanes apagaluces, al decir de Sagasta en las Cortes, tener que vivir sin luz”. Apuntes para la Historia de Leandro Nagore.
“Los Carabineros han aprenhendido cuatro carros en las inmediaciones, pero por desgracia no contienen más que un poco de jabón y velas de esperma; todo sin embargo nos conviene, pues que nada entra y diariamente se va consumiendo lo poco que tenemos”. Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 23 de octubre de 1874.
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“Murió el teniente agregado don Joaquín Díaz, de calenturas tifoideas. Son muchos los que padecen el mismo mal en la población, y sólo de la compañía del finado, había 12 en el
Hospital. La disentería o diarrea está también muy propagada. La salud pública no es satisfactoria”. Diario de Balesta, día 31 de octubre de 1874.
Elementos de higiene privada o arte de conservar la salud del individuo Pedro Felipe Monalu Moya y Plaza Madrid, 1870
Curso elemental de higiene privada y pública Juan Giné y Partagás Librería de Juan Bastinos e hijo Barcelona, 1871-1872 Biblioteca de Navarra
Biblioteca de Navarra
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“Ha sido cogido el caballo de un oficial carlista por tres voluntarios y una pareja de guardias civiles. Del arzón de la silla colgaban unas grandes tijeras, con que cortaba el moño a las mujeres que trataban de entrar algo en Pamplona”. Diario de Balesta, día 14 de octubre de 1874.
Tijera de esquilar Hierro Procedente de Bera
Bando instando a socorrer a través de suscripción popular a los pobres que serán expulsados de la ciudad los días 10 y 11 de enero José Romero, Gobernador Civil Interino Pamplona, 10 de enero de 1875 Archivo Municipal de Pamplona
Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
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José Ansorena, casado, de oficio labrador jornalero, el día que trabaja gana 8 reales, tiene esposa en su compañía que se ocupa de labandera.
“De orden del General-Gobernador, no se permite entrar ni salir de la plaza, sino con pase, y a los que lo tenían anteriormente, se les exige una contraseña para que sean válidos”. Diario de Balesta, día 4 de diciembre de 1874.
Ramon Parollet, de estado casado de 36 años de edad, labrador jornalero el día que trabaja gana 6 reales vellon su esposa se ocupa de labandera. El marido se halla ausente.
Listado de habitantes de la ciudad de Pamplona Pamplona, 1875 Archivo Municipal de Pamplona
Patricia Ruete, de estado viuda, de 32 años de edad, se ocupa de costurera y planchadora, gana sobre 2 reales vellon. Petra Yñesta, casada su esposo es foral, se llama Crisanto Mauleon. Josefa Mezquiriz, soltera de edad de 58 años, esta señora se ocupa de costurera sin que tenga ninguna clase de bienes de fortuna, se halla en Pamplona hace 44 años, es natural de Zubiri. Fidela Martinez, casada, su esposo se halla foral, y se llama Mariano Garces. Enrique Sanchez, casado de edad 61 años de oficio tejedor, se halla en Pamplona hace 27 años y hay esta en compañía de un hijo político Ramon Torres, voluntario de la 3ª compañía y sus ideas son liberales y de ninguna manera puede salir de Pamplona.
Pases autorizando la salida de Pamplona Pamplona, 1874 Archivo Municipal de Pamplona
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M. Y. S. Domingo Dublán vecino de esta ciudad, con el devido respeto á V.S. espone: Que con fecha 27 del mes proximo pasado presento una instancia en solicitud de que se le concediera el Teatro de esta capital para dar vailes de mascaras en el proximo carnaval. Ha llegado á conocimiento del esponente que V.S. se sirvio denegar aquella solicitud en atencion sin duda alguna á las azarosas circunstancias por que entonces atravesaba esta poblacion. Mas como quiera que estas han cambiado completamente desde la venida del Ejercito, y es de suponer que no se ha de reproducir tan aflictivo estado, cree el esponente que V.S. se servira modificar su resolucion accediendo á lo que antes solicitó, y en tal concepto A V.S. reverentemente suplica se sirva concederle el Teatro de esta capital para dar en el mismo tres vailes de mascaras los días 7, 9 y 14 del actual, bajo la condicion de entregar doscientos reales vellon por cada uno de dichos vailes. Gracia que espera merecer de V.S. Pamplona, 3 de febrero de 1875 Domingo Dublán Así lo acordó el Ayuntamiento de esta ciudad en sesión del día tres de Febrero de mil ochocientos setenta y cinco, de que certifico E. Ylarregui
[Al margen] En atencion al cambio favorable de la situacion de esta ciudad, sáquese a pública subasta el teatro por los dias y el precio ofrecido en este memorial bajo las condiciones acostumbradas, así como bajo la de que el Ayuntamiento pueda rescindir el contrato si necesita el local esos dias; celebrándose el remate el viernes á las once. Se autoriza a la Comisión de Teatro para que lo ceda á la Junta del Liceo, si insiste en su pretension.
Solicitud al Ayuntamiento de Pamplona para cesión del Teatro Principal con motivo de organizar un baile de máscaras en las fiestas de carnaval de 1875 Pamplona, 1875 Archivo Municipal de Pamplona
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DON JOSE JAVIER DE COLMENARES, Alcalde de la ciudad de Pamplona, Hago saber: que no permitiendo el estado de guerra en que se halla declarada la provincia el uso de caretas en las calles y sitios publicos durante los tres dias del próximo Carnaval, aunque pueden usarse los disfraces, he dispuesto de acuerdo con la Autoridad superior militar que se observen las reglas siguientes: 1.ª Las personas disfrazadas se abstendrán del uso de vestiduras de Ministros de la Religion, de funcionarios publicos y no podrán llevar armas de ninguna clase. 2.ª Se recomienda á todos los disfrazados la moderacion y compostura en palabras y acciones, absteniendose de todo lo que pude ofender al decoro y á la moral publica. 3.ª Se recuerda con este motivo la obligación estrecha que tienen todos los ciudadanos de respetarse mutuamente y de abstenerse de todo lo que pueda servir de mofa é insulto, ó de agravio é injuria para que la diversión no cause molestia ni degenere en licencia punible. 4.ª Las agrupaciones de personas disfrazadas y comparsas de cualquiera clase con musica ó sin ella, deberán cesar á la entrada de la noche, á no ser que tenga un permiso especial. Y para que llegue á conocimiento de los habitantes de esta Ciudad, he dispuesto que se publique y fije en los sitios acostumbrados de la misma. Pamplona, 6 de Febrero de 1875
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José Javier de Colmenáres
La tragedia del bloqueo y la vida cotidiana
Salvador Pinaquy y la subida de aguas desde el rĂo Arga
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El 14 de septiembre de 1874 los carlistas cortaron el suministro de aguas procedente de Subiza, dentro de su estrategia para rendir la plaza. El industrial bayonés Salvador Pinaquy Ducasse (1817-1890), propietario de una fundición instalada en el molino de Caparroso, a orillas del río Arga, ideó un sistema de subida de aguas mediante bombeo desde un manantial que localizó en un cascajal en medio del cauce cerca de su establecimiento. Las obras fueron sufragadas por el Ayuntamiento y, tras algún intento fallido, finalmente el 6 de noviembre manó el agua en la fuente de la plaza del Castillo, culminada por la popular “Mariblanca”, que fue engalanada con el lema “La libertad hermanada con la ciencia”, junto a otro que rezaba “A pesar de los carlistas”. La inauguración fue un acontecimiento,
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Sin título [Inauguración de la subida de aguas a la fuente de la plaza del Castillo] Mueble del Bloqueo de Pamplona Colección particular
con presencia de las autoridades locales y de los pamploneses, amenizado por la comparsa de gigantes y cabezudos del Ayuntamiento y la banda de música de la Casa de Misericordia. Bloqueo de Pamplona. 6 Noviembre 74. Ynauguracion en la plaza del Castillo, de la subida de aguas del rio, desde el filtro de casa Pinaquy con motivo de haber cortado los carlistas las cañerías de Subiza Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
Según los testimonios de la época, los trabajos realizados constaron de un filtro natural instalado en medio del río y una tubería horizontal que conducía las aguas a un pozo desde el que eran aspiradas por tres cuerpos de bombas movidas por una turbina. Desde allí eran conducidas a una cañería que la vertía en el acueducto que traía las aguas de Subiza, pasando al depósito de San Ignacio y distribuyéndose desde allí por las fuentes públicas. Este sistema rendía un total de 367.200 litros cada 24 horas, lo que permitía que a cada habitante de la ciudad le llegaran en torno a 22 litros al día.
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Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 6 de noviembre de 1874: “Hoy ha sido un día de que quedará memoria en la antiquísima capital de Navarra. “La libertad hermanada con la ciencia”, como decía muy oportunamente un lema colocado sobre la fuente de la plaza del Castillo, ha inaugurado, aunque con carácter provisional, pero que esperamos se hará definitivo, una nueva conducción de aguas a esta ciudad. En aquella fuente, adornada con banderolas, escudos, banderas nacionales y tiestos con flores, todo ello colocado con muchísimo gusto, es donde ha tenido lugar la inauguración. A la una, que era la hora convenida, ante una numerosa y escogida concurrencia, aumentando la animación los gigantes, la gaita, los chiquillos y la multitud de cohetes que se disparaban, formando las Autoridades el centro del cuadro, ha sido cuando el General Andía, el Presidente accidental de la Audiencia Sr. Gorría, el Alcalde Sr. Colmenares y el Presidente de la Diputación foral Sr. Iñarra han abierto los cuatro caños de la fuente. Momentos después, las Autoridades, precedidas de los gigantes y seguidas de un numeroso gentío, se han trasladado a la fábrica de fundición y maquinaria del Sr. Pinaquy, en que se han elaborado los efectos necesarios para la conducción y desde cuyo punto se hace esta, y allí han levantado y firmado el acta, haciendo constar la inauguración. Terminada esta han recorrido los gigantes y el numeroso gentío todo el recinto de la muralla comprendido entre la puerta de Tejería hasta el Redin. Al pasar por cerca del fuerte de Labrit se han disparado tres balas rasas sobre el vecino pueblo de Huarte, a lo que parece ocupado en aquel momento por los carlistas. La población ha estado muy animada durante toda la tarde, habiendo tocado la música de la Misericordia en el Paseo de Valencia, que ha estado muy concurrido; los cohetes han continuado también y lo mismo de noche.”
Inauguración en la plaza del Castillo de la Subida de aguas Mauro Ibáñez. 1874 Archivo Municipal de Pamplona
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Comunicación del Ayuntamiento á D. Salvador Pinaquy participándole el acuerdo tomado de ofrecerle una medalla de oro. La realización del proyecto de elevación de las aguas del río Arga, para abastecer las necesidades de este vecindario en un período tan angustioso como el que atraviesa, y cuando por causas de todos conocidas se hallaba privado de tan vital elemento, ha sido un acontecimiento justamente celebrado por la población entera, puesto que nadie puede desconocer la utilidad e importancia que bajo de todos conceptos tiene. Y el Ayuntamiento que aprecia en lo que valen los desinteresados esfuerzos de V. para llevar a cabo ese proyecto en un brevísimo plazo y con un éxito tan completo como era de desear, y que considera también que sin su inteligente concurso no habría alcanzado la satisfacción de proporcionar a sus administrados el beneficio que hoy disfrutan, porque si bien el proyecto pudo ser conocido del mismo modo por otras personas adornadas de conocimientos especiales, es seguro que las dificultades de la ejecución no se hubieran vencido en la ocasión en que los trabajos se emprendía a no utilizar para ello todos los medios de que V. dispone en sus acreditados talleres de construcción de máquinas, se ha creído en el deber de darle una débil muestra de su profundo reconocimiento, y al efecto ha acordado ofrecer a V. una medalla de oro, que se construirá grabándose en ella la dedicatoria correspondiente, tan pronto como las circunstancias lo permitan. Lo que tiene el honor de participar a V. para su debido conocimiento. Nos guarde a V. muchos años.
Pamplona 1º de Febrero de 1875 El Presidente, José Javier de Colmenares Eduardo Ilarregui, Secretario.
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El 3 de enero de 1875 el Ayuntamiento de Pamplona acordaba premiar a Salvador Pinaquy con una medalla conmemorativa de oro. Los troqueles, posiblemente realizados en Francia, llegaron en 1876, de manera que el 10 de junio de ese año se solicitaba permiso al Ministro de Hacienda para su acuñación junto con otras 50 de cobre. La respuesta fue favorable y por mediación de Crisóstomo García, comisionado en Madrid, los troqueles llegaron a Pamplona, donde se materializó la medalla. La medalla de oro fue entregada a Pinaquy en agosto de 1876 “rogándole en nombre del Ayuntamiento se sirva de aceptarla, como eterna prueba de gratitud por los buenos deseos que le animan, en pro del inteligente e incansable genio a quien se dedica”. El Ayuntamiento de Pamplona recibió también una medalla de plata así como las otras 50 de cobre, que llegaron a la ciudad el 18 de noviembre de 1876, y que se distribuyeron entre los concejales y diversas personalidades como el Gobernador Civil, el Obispo de la Diócesis, altos oficiales del Ejército, el Director del Instituto Provincial, el Presidente de la Comisión de Monumentos Histórico - Artísticos de Navarra y los señores Aniceto Lagarde y Nicasio Landa, entre otros. En su anverso, la medalla presenta una composición simbólica, con una alegoría de Pamplona, a modo de matrona romana, identificada por las armas de la ciudad, acompañada de dos niños que recogen en un recipiente agua de una fuente. Un personaje alado –quizá simbolizando a Salvador Pinaquy-, les guía en esta labor. Circundando esta escena se desarrolla una leyenda en la que se lee: “Se comenzaron las obras en 3 de octubre / Corrieron las aguas del Arga por las fuentes en 6 de noviembre”. Por su parte, el reverso de la medalla es más sencillo, disponiéndose en el centro el texto “Dio de beber al sediento” rodeado por una corona de hojas de laurel. En el anillo exterior de la medalla se lee la leyenda “A Dn. Salvador Pinaqui, Pamplona agradecida 1874”.
Troqueles y medalla conmemorativa de homenaje a Salvador Pinaquy 1876 Archivo Municipal de Pamplona
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“El domingo 13 de septiembre, para apretar un poco más el bloqueo de esta plaza, cortaron los carlistas el agua de las fuentes cerca de su nacedero, y de aquí resultó gran alboroto mujeril, pues corrían las criadas de una a otra parte con herradas y cántaros para coger agua como si en el río y en los pozos no habían de encontrarla.” Apuntes para la Historia de Leandro Nagore.
Herrada Madera y hierro Procedente de Bera Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
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La tragedia del bloqueo y la vida cotidiana
Inventores
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Durante los meses del bloqueo varios personajes destacados aportaron ideas para disponer de alguna información dentro de la plaza. El Comandante Jefe del Detall, Mariano Balesta, creó un sistema para que el vigía de la torre de San Saturnino informara de la aproximación de fuerzas a la ciudad. Consistía en un aviso con toque de campana, seguido de una indicación a través de cinco banderolas: roja, amarilla, verde, negra y nacional, que fueron confeccionadas por ilustres damas. Otros ingenios fueron aportados por el doctor Nicasio Landa que, el día 13 de enero de 1875, iluminó desde la muralla, a través de una bengala con receptor parabólico, un campo de 200 metros para poder distinguir a los enemigos en la oscuridad. Por su parte, Natalio Cayuela Asimans, director del Instituto de Enseñanza Secundaria, preparó con la misma finalidad una luz eléctrica con un regulador y treinta elementos de Bunsen. El 1 de febrero de 1875, con objeto de que el ejército liberal conociera la situación de la plaza, el ingeniero de la Diputación, Aniceto Lagarde Carriquiri, trató de comunicarse con él elevando un globo de percalina desde el baluarte de Labrit. La misión resultó fallida debido al escape del gas, aunque se ideó otro de seda en el que se pretendía introducir las proclamas promulgadas el día 21 de enero a favor de la monarquía, algunas comunicaciones oficiales y dos palomas que sirvieran a los soldados para contestar a los pamploneses.
El sistema ideado por Balesta se iniciaba con un toque de campana y era seguido con el izado de una bandera, que indicaba desde dónde se aproximaba el enemigo: roja, desde Villava y Huarte; verde, desde Noain y Cordovilla; amarilla, desde Santa Lucía y los Berrios; combinada roja y verde, desde Mendillori y Mutilva; verde y amarilla, desde los Cizures y Orcoyen; y amarilla y roja, desde los pueblos de la falda de San Cristóbal. La bandera negra significaba sorpresa o colisión con el enemigo y, mezclada con las anteriores, señalaba emboscadas. Finalmente, la bandera nacional señalaba tropas amigas a la vista. Si por error se abría fuego sobre ellas, se enrollaba en el asta y, agitada describiendo un arco, indicaba alto el fuego. El movimiento del asta arriba y abajo indicaba retirada y, un movimiento en forma de arco, que las tropas se encontraban en posición de marcha de un punto a otro o hacia la Plaza. Por cada molinete añadido a la bandera se traducía un batallón enemigo, y si era movida de arriba abajo, que se trataba de caballería. El repique de campana era señal de que las fuerzas enemigas eran superiores a una compañía de infantería o sección de caballería. Los baluartes, al comprender las señales realizadas desde la torre, presentaban bandera roja y cuando no entendían las señales mostraban bandera verde. Asimismo, para solicitar información agitaban la bandera verde. El día 2 de febrero de 1875, este sistema anunció la llegada de las tropas del general Moriones.
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SeĂąales que hace La torre de San Cerni para avisar las novedades que desde La misma se advierten, siendo aquellas precedidas de varias campanadas como aviso Recuerdos de una guerra civil. Ă lbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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“Algunos disparos de fusil es lo único que ocurre durante el dia. Por la noche se ha hecho la prueba de un aparato debido á nuestro distinguido amigo el Doctor Nicasio Landa. Colocado en la muralla ha iluminado por medio de la luz de Bengala con reflector parabólico, tan perfectamente el campo, que á una distancia de 200 metros se hubieran distinguido las personas. Con el mismo objeto tenía preparada el Sr. D. Natalio Cayuela, Director del Instituto, una luz eléctrica con su regulador y 30 elementos de Bunsen”. Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 13 de enero de 1875.
Mechero de Bunsen Bronce, hierro y latón Procedente de Pamplona Museo Etnológico de Navarra “Julio Caro Baroja”
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La tragedia del bloqueo y la vida cotidiana
El bloqueo de Pamplona en tono jocoserio
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Las guerras del siglo XIX en España y, en general, la situación política por la que atravesó el país, trajeron consigo un fenómeno común al resto de Europa como fue el auge de las revistas satíricas. Fue durante la Guerra de la Independencia cuando junto a la tragedia mostrada por Goya en sus “Desastres de la guerra”, diversos folletos, estampas, libros y panfletos ridiculizaban a José Bonaparte, conocido como “Pepe Botella”, al ejército francés y a los “afrancesados”. Progresivamente, este espíritu de crítica y mofa hacia el extranjero se iría centrando en el panorama político local y en sus protagonistas, a través de diferentes revistas que desarrollaron un tono jocoserio. Los pretendientes carlistas y sus aspiraciones fueron con frecuencia objeto de mofa en estas publicaciones.
Bloqueo de Pamplona. Escenas bufas 1ª. En el baluarte de Redin el dia 7 de Mayo 75. á las 6 de la tarde. ¡¡Los pepinos!! ¡Ahora tira! ¡Como silva! (Histórico) Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Durante el período comprendido entre septiembre de 1874 y febrero de 1875, los carlistas no bombardearon Pamplona, aunque en varias ocasiones corrió el rumor de que las tropas del pretendiente se disponían a atacar la ciudad con fuego de artillería. Sería en mayo y noviembre de 1875 cuando los carlistas, liderados por Pérula, bombardearon Pamplona desde el monte de San Cristóbal. Refiere Nagore que el 7 de mayo de mayo se produjo un intercambio entre la artillería carlista y la de la plaza. Por su parte, el 12 de mayo se repitieron los disparos carlistas:
Algunos de los testimonios que nos han llegado del bloqueo de Pamplona también participan de este tono jocoserio, a medio camino entre lo humorístico y lo documental, como sucede con algunas escenas del Álbum del bloqueo, donde los hermanos Lagarde incluyeron dibujos en los que el drama vivido por la ciudad quedaba mitigado mediante el filtro del humor. Así sucede con los que refieren los bombardeos sobre la capital navarra en mayo de 1875. Este tono jocoserio también se advierte en los relatos de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila o el de Leandro Nagore, que aluden a episodios como los temerarios paseos de los pamploneses por las inmediaciones de la ciudad o los que se refieren a la escasez de alimentos y las medidas extremas que tuvieron que adoptar los pamploneses.
“Se observó que los proyectiles de esta vez eran algo mayores que los pepinos de la anterior y reventaban más, y causaron algún mayor destrozo en cristales y algunas casas, lo que prueba que cambió la artillería. Algunos que pudieron recoger una granada de las que no estallaron, aseguraban que eran del sistema Plasencia y otros añadían, que las piezas con que hacían los disparos, debían ser precisamente las que cogieron al Ejército [liberal] en la acción de Lácar el 3 de febrero, o como si dijéramos, nos atacan con nuestras armas.”
Bloqueo de Pamplona. Escenas bufas 2ª. 12 de Mayo 75. á las 5 y ½ tarde en el Café Suizo de Lardely. Se pudo pedir, ¡¡Mozo! Una ración de Plasencia Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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El 29 de enero de 1875 Leandro Nagore dejó escrito: “La carne de burro va haciéndose lugar, pues he oído a varios patriotas de mucha cadena de reloj y gabán, caballeros en su porte y a otros varios, que han comido buena ración de jumento, y que piensan continuar, por supuesto por capricho más que por necesidad (añaden), pero esto lo dicen y nadie lo cree, en razón a que si hubiese carne de vaca o buey ¿a qué comer burro? raro capricho. Lo comen porque no hay otra; esta es la verdad.”
Sin título [Varios pamploneses tratando de capturar un pollino] Mueble del bloqueo de Pamplona Colección particular
No se espante patrón que no venimos más que treinta Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
Bloqueo de Pamplona. Ajuste de un pollino recien nacido, para comerlo en comandita una Sociedad (Histórico) Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 18 de octubre de 1874: “La mañana ha pasado sin que ocurra ningun incidente digno de mencionarse, pero por la tarde, cuando todo el mundo se paseaba por el sitio denominado de la media luna y ripa de Veloso, los facciosos han empezado a tirar sobre los paseantes, que en su mayor parte eran mugeres y niños. Al principio nadie se ha alarmado (…) pero después ha empezado á correr la gente porque ha pasado alguna bala por encima y porque han visto que los centinelas de San Bartolomé se preparaban también á hacer fuego.”
Una familia que en tiempo de bloqueo se arriesga á salir al campo de paseo Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra Tipos carlistas. Entiende el carlismo! – Muñidor de opiniones – Hojalatero – Enragée – Carne de cañón – Hace novenas por el triunfo. Apunte de Ramón Sabater Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
Bloqueo de Pamplona. Entre dos fuegos Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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El final del bloqueo de Pamplona
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La proclamación de Alfonso XII como rey de España, tras el pronunciamiento del General Martínez Campos en Sagunto el 29 de diciembre de 1874, fue confirmada por la Diputación en sesión del 21 de enero de 1875. En este contexto se desarrollaron las acciones encaminadas a hacer frente al ejército carlista y poner fin al conflicto. Las tropas carlistas, al mando de Torcuato Mendiry, se encontraban atrincheradas en la línea del Carrascal, dueñas del monte San Cristóbal y de localidades próximas a Pamplona como Villava y Huarte. Por parte de las tropas gubernamentales, el Ejército del Norte, a las órdenes del teniente general Manuel de la Serna, se organizó en tres cuerpos a cuyos mandos quedaron Despujols, Primo de Rivera y Moriones. Fue este último el verdadero artífice de la ruptura de la línea carlista del Carrascal que posibilitó la liberación de la capital navarra el 2 de febrero de 1875.
Diario de Rodríguez Undiano y Sánchez del Águila, día 2 de febrero de 1875: “Sobre la una y media se ha oido vivo y continuado cañoneo hacia la villa de Puente la Reina. A las dos la campana de San Saturnino ha llamado la atención de los baluartes sobre el vigía, que con las banderas encarnada y verde anunciaba veia gente hácia la parte de Mendillorri y Mutilvas. Se han hecho dos disparos de artillería. Poco después á esas banderolas ha sustituido la gloriosa bandera nacional, señal de tener tropas amigas á la vista.” Señala Leandro Nagore que la tarde del 2 de febrero: “el vigía de la torre de San Cernin, anunció alarma con la campana, o aproximación de fuerzas enemigas (…) todo parecía que los carlistas estaban a las puertas, cuando recobrada un poco la serenidad, se vio que era fuerza de caballería del Ejército la que se acercaba, como medio Escuadrón a la manera de los Hulanos Prusianos, a cuya vista se abrió el cielo para los habitantes de esta ciudad, y luego se divulgó que la columna venía, como efectivamente llegó por la noche con el General Moriones que trajo lo menos diez o doce mil hombres.”
Bloqueo de Pamplona 2 Febrero 75. Caballería de Lusitania avisando llegada de la División Moriones Recuerdos de una guerra civil. Álbum del bloqueo de Pamplona Archivo Real y General de Navarra
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Diario de Mariano Balesta, día 2 de febrero de 1875: “En este momento debe entrar el General Moriones, pues se oye el repique general de campanas, músicas de las que carecíamos en la Plaza, cornetas y el clamoreo de la población.”
Ese día, el vigía apostado en la torre de San Saturnino informó de la proximidad de tropas que se creyeron enemigas, aunque resultaron ser la avanzadilla del ejército del general Moriones, cuya entrada fue ovacionada por la población. Días más tarde, el 7 de febrero, Alfonso XII llegaba a Pamplona por la puerta de la Taconera, siendo recibido con entusiasmo. Concentradas las tropas de don Carlos en la defensa de Estella, Pamplona quedó liberada de su bloqueo, si bien aún se mantuvo una línea de dominio carlista que llegó a bombardear la capital navarra en mayo y noviembre de ese año. Las batallas libradas en Alzuza, Miravalles, San Cristóbal y Oricain entre el 22 y el 24 de noviembre, con la acción ofensiva de las tropas lideradas por el general Quesada, pusieron fin al cerco carlista.
Sin título [Entrada en Pamplona del general Moriones el 2 de febrero de 1875] Mueble del Bloque de Pamplona Colección particular
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Plano de levantamiento del bloqueo de Pamplona de 30 de enero a 3 de febrero de 1875 Lit. del Depósito de la Guerra. Ministerio de Defensa Archivo General Militar de Madrid. AGMM/ AT.145_0026.
Croquis de las operaciones que tuvieron lugar sobre las líneas de Alzuza, Miravalles, San Cristóbal y Oricain en los días 22, 23 y 24 de Noviembre de 1875 Antonio Pirala. Historia contemporánea. Segunda parte de la Guerra Civil Madrid. Felipe González Rojas Editor. 1893 Museo del Carlismo
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Alocución de don Carlos VII con motivo de la proclamación de don Alfonso de Borbón como rey de España ¡ESPAÑOLES! La Revolución, que vive la mentira, al proclamar Rey de España, á un Príncipe de mi familia, pretende absurdas reconciliaciones con la Monarquía y la Legitimidad. La Legitimidad soy Yo; Yo soy el representante de la Monarquía en España. Y porque lo soy, rechacé con soberana energía las proposiciones indignas que los revolucionarios de Septiembre osaron presentarme antes de consumar su obra de deslealtad nefanda. Desde entonces sabe la Revolución que Yo no puedo ser su Rey. Jefe de la augusta familia de Borbón en España, contemplo con honda pena la actitud de mi primo Alfonso; que, en la inexperiencia propia de su edad, consiente ser instrumento de aquellos mismos que á la vez que á su madre le arrojaron de su Patria entre la befa y el escarnio. Sin embargo, no protesto que ni mi dignidad ni la de mi ejército, permiten otro género de protestas que las formuladas con la elocuencia irresistible por boca de nuestros cañones. La proclamación del Príncipe Alfonso, lejos de cerrarme las puertas de Madrid ábreme, por el contrario, el camino á la restauración de nuestra Patria querida. Porque no impunemente se ataca la altivez española por un nuevo acto de pretorianismo; porque no en vano se hallan armados mis invencibles voluntarios; porque los que supieron vencer en Eraúl y Alpens, Montejurra y en Castellón y en Cardona y en Urnieta, sabrán evitar una nueva vergüenza á la magnánima España y un nuevo escándalo á la Europa civilizada. Llamado á matar la Revolución en nuestra Patria, la mataré, bien ostente la ferocidad salvaje de la impiedad mas descarada, bien se oculte y se envuelva en el manto hipócrita de su simulada piedad. ¡Españoles! ¡Por nuestro Dios! ¡Por nuestra España! Yo os juro que, fiel á mi santa misión, sostendré sin mancilla en Mis manos nuestra gloriosa bandera. Ella simboliza los salvadores principios que son hoy nuestra esperanza y serán mañana nuestra felicidad mas colmada. Vuestro Rey Carlos en mi Cuartel Real en Deva á 6 de enero de 1875. Texto extraído de: Antonio Pirala, Historia contemporánea. Segunda parte de la Guerra Civil, Madrid, 1893.
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Con motivo de la proclamación del príncipe Alfonso de Borbón como rey de España, todas las instituciones encargaron su retrato, siendo habitual que tal encomienda recayera en artistas locales. En el caso de Navarra, fue el pintor Eduardo Carceller (Valencia, 1844 - Pamplona, 1925) el encargado de satisfacer esta demanda a través de un retrato “de fórmula” inspirado en fotografías y grabados del joven monarca que resultaba eficaz a nivel institucional.
Retrato de Alfonso XII Eduardo Carceller Óleo sobre lienzo 1876 Ayuntamiento de Estella-Lizarra
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Con el anuncio de la visita de Alfonso XII, la ciudad se engalanó y se levantó un arco de triunfo en la calle Chapitela, erigido por el Ayuntamiento. Dicho arco contaba con tres calles y estaba revestido de hojas y guirnaldas de flores y adornado con trofeos y gallardetes. En su parte superior se colocaron las armas de España y debajo de ellas la inscripción «Real, Real, Real, por Alfonso I de Navarra y XII de Castilla». A los lados se dispusieron seis escudos, dos con las armas de Pamplona y Navarra, y los otros cuatro con los lemas: «Orden», «Justicia», «Paz» y «Fueros». Ramón Padró, autor del croquis empleado para la estampa, acompañó como cronista gráfico a Alfonso XII en sus primeros viajes por España.
Regreso de S. M. el Rey a La Corte Padró, Balaca y Capuz La Ilustración Española y Americana, 22 de febrero de 1875 Colección Joaquín Ansorena Casaus
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Bando de reconocimiento de Alfonso XII como rey de EspaĂąa. Firmado por el Gobernador Militar, Manuel AndĂa y Abela Pamplona, 21 de enero de 1875 Archivo Municipal de Pamplona
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Allí donde la desgracia causó la muerte de Concha, y donde huestes rebeldes pusieron sus miras todas, atrincherados los montes cual fortalezas de roca, con aprestos de defensa que anuncian luchas heroicas, allí aguardan los carlistas el empuje de las tropas, a las que impulsa el anhelo de liberar á Pamplona. El joven rey D. Alfonso, ansiando guerras glorias, con los soldados comparte sus penalidades todas. El Cascabel, Madrid, 7 de marzo de 1875.
Arco de Triunfo en la esquina de la calle Chapitela. Entrada de Alfonso XII Mauro Ibáñez Fotografía, copia de exposición 1876 Archivo Municipal de Pamplona
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Durante su breve estancia en Pamplona, reducida al 7 y 8 de febrero, Alfonso XII se alojó en el Palacio de la Diputación que fue engalanado para la ocasión. Desde el balcón principal se dirigió a la población y en el interior recibió a las autoridades y representantes de las comisiones, así como de la sociedad local. Tras visitar la ciudad, ya en Palacio, el ambiente es descrito de este modo: “Eran las seis de la tarde cuando S. M. regresó al palacio de la Diputación, y á las siete se sentó á la mesa, acompañado de autoridades y comisiones, en el magnífico salón de remates preparado al efecto con tanto gusto como oportunidad. En el centro se alzaba la mesa, espléndidamente adornada, y de las paredes pendían los retratos de todos los reyes de la casa de Borbón, desde Felipe V hasta Alfonso XII, colocado bajo dosel, presidiendo la comida dos estatuas de mármol negro que representaban á Céres y á Baco”. La Restauración y el Rey en el Ejército del Norte de Agustín Fernando de la Serna.
Alocución dirigida por la Diputación de Navarra a los navarros con motivo de la proclamación de Alfonso XII como rey de España Actas de la Diputación Foral y Provincial de Navarra Sesión de 21 de enero de 1875 Archivo Real y General de Navarra
Pluma de plata estrenada por S. M. D. Alfonso XII, rey de España, el 7 de febrero de 1875, durante su visita a Pamplona Plata Siglo XIX Palacio de Navarra
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La restauración y el rey en el ejército del norte Agustín Fernando de la Serna Aribau y compañía Madrid, 1875 Biblioteca de Navarra
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Las experiencias bélicas del último tercio del siglo XIX, entre ellas la Segunda Guerra Carlista, llevaron a varios de sus protagonistas a publicar estudios técnicos entre los que cobró especial relevancia el tema del ataque y defensa de plazas fuertes así como cuestiones relacionadas como los trabajos de zapa, entre los que sobresale el texto de Nemesio Lagarde, ilustrado por él mismo. Otro texto relevante fue el de Mollik, que traducido por el Capitán de Artillería Juan Ugarte, alcanzó enorme popularidad en su tiempo.
Manual de Zapa Nemesio Lagarde Revista Científico-Militar y Biblioteca Militar Barcelona, 1886 Colección particular
Ataque y defensa de plazas H. Mollik Traducción de Juan Ugarte, Capitán de Artillería Revista Científico-Militar y Biblioteca Militar Barcelona, 1887 Nuevo Casino de Pamplona
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El final del bloqueo de Pamplona
El Fuerte de Alfonso XII
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Croquis del fuerte de San Crist贸bal 1876 Archivo General Militar de Madrid AGMM/ NA-05-05
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El monte San Cristóbal, con sus 895 metros de altura, es un lugar privilegiado para el control estratégico de Pamplona y su cuenca en tiempos de guerra. Es por ello que, desde mediados de octubre de 1874, los carlistas ocuparon el lugar, instalando un puesto permanente de vigilancia integrado por cuatro soldados y un cabo. Desde allí, en mayo y noviembre de 1875 la ciudad fue bombardeada. El Ayuntamiento de Pamplona presentó al Gobierno Civil de Navarra un memorial dirigido al rey Alfonso XII solicitando la construcción de un fuerte en lo alto del monte San Cristóbal que tuviera capacidad de autodefensa y que impidiera al enemigo aproximarse a Pamplona o apoderarse de la cumbre. Dicha construcción fue proyectada y dirigida por el Comandante de Ingenieros José Luna y Orfila, que inició los trabajos en 1878, prolongándose hasta 1919 bajo las direcciones del Coronel Miguel Ortega Sala y del Ingeniero Comandante de Pamplona Antonio Los Arcos y Miranda. El propio Alfonso XII visitó las obras en 1884 quedando bautizado por Real Orden de 25 de noviembre como “Fuerte de Alfonso XII”. La fortaleza abarca 180.000 m2 y comprende tres obras acasamatadas conectadas entre sí: la Obra Principal, de forma octogonal irregular y ubicada en el centro; la Obra Avanzada del Oeste, también conocida como Fuerte Viejo, dotada de un cuerpo de casamatas con capacidad para 16 piezas de artillería y una caponera; y la Obra Avanzada del Este en la que se sitúa el portón principal de acceso a la fortaleza. Obsoleto debido al desarrollo de nuevas formas de guerra, como la aviación, en 1934 pasó a manos del Ministerio de Gracia y Justicia, que utilizó el complejo como cárcel hasta 1945, siendo devuelto en 1946 al Ministerio del Ejército. Su actual propietario es el Ministerio de Defensa. En 2001, fue declarado Bien de Interés Cultural.
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La ilustraci贸n Espa帽ola y Americana Dibujo de N. Lagarde 22 de abril de 1881 Archivo Municipal de Pamplona
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Maqueta del monte de San Crist贸bal y del fuerte Alfonso XII Ederlan Archivo Real y General de Navarra
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EXPOSICIÓN ORGANIZACIÓN Y PRODUCCIÓN Museo del Carlismo Silvia Lizarraga Pérez de Zabalza
Ignacio Urricelqui Pacho
Servicio de Museos Susana Irigaray Soto Carmen Valdés Sagüés DISEÑO GRÁFICO Alfa Soluciones PRODUCCIÓN GRÁFICA Rótulos y Eventos Zunzarren COLABORACIÓN EN TEXTOS DE PANELES Rubén Sáez Abad MONTAJE Y TRANSPORTE Onartu REPRODUCCIÓN FOTOGRÁFICA Juan Manuel Castro Prieto Larrión & Pimoulier
CATÁLOGO ADECUACIÓN DE SALA Carpintería Ebanistería Mendoza San Martín PINTURA Alye
EDICIÓN Gobierno de Navarra Departamento de Cultura, Turismo y Relaciones institucionales TEXTOS Silvia Lizarraga Pérez de Zabalza Rubén Sáez Abad Ignacio Urricelqui Pacho
ENMARCACIÓN Pincelada
DISEÑO GRÁFICO Alfa Soluciones
CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN Sagarte Erpa Lacabe Leoné
FOTOGRAFÍA Larrión & Pimoulier
MAQUETA Luis Sarasola - Ederlan
IMPRIME Gráficas Lizarra
SEGUROS Mapfre
ISBN 978-84-235-3396-1
COLABORACIONES EN AUDIOVISUALES Pedro Echávarri Vega
DL NA 1267-2015
PRODUCCION AUDIOVISUAL En Clave Audiovisual
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CREDITOS FOTOGRÁFICOS Archivo Diocesano de Pamplona: p. 96. Archivo Municipal de Pamplona: p. 55. Archivo Municipal de Zaragoza: pp. 30 y 31. © Biblioteca Nacional de España: pp. 23, 32 y 92. Eduardo Morales Solchaga: p. 70. Fama Collection: p. 43. Gervasio Sánchez Fernández: pp. 44, 45 y 46. Ministerio de Defensa. Archivo General Militar de Madrid: pp. 134, 144 y 145. Museo del Carlismo: pp. 36 y 38. © Madrid, Museo Nacional del Prado: p. 24. Museo de Zaragoza: pp. 33 y 34. Photomuseum de Zarautz: p. 37. Fotografías de la p. 73 extraídas de Leandro Nagore Fernández, Apuntes para la Historia 1872-1886. Memorias de un pamplonés en la Segunda Guerra Carlista. Pamplona, 1964. Fotografías de Recuerdos de una Guerra Civil. Álbum del Bloqueo de Pamplona: Sección de Publicaciones de Gobierno de Navarra y Larrión & Pimoulier. El resto de fotografías de la exposición: Larrión & Pimoulier.
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