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III. Los autores del reloj
La datación del Reloj de caja alta del Museo Colonial puede establecerse con muy alta precisión, pues las características de su manufactura, las firmas en él presentes y algunos datos historiográficos, nos permiten interpretar cuál fue el momento de su origen. En cambio, algunos datos concernientes a su procedencia se nos escapan: aunque conocemos con cierta claridad cómo fue la circulación de objetos similares durante los últimos años del siglo XVIII, en el caso concreto de esta pieza, las singularidades de su trasiego tras su adquisición en Inglaterra nos son incógnitas. Desconocemos cómo fue su paso por España y su posterior llegada a América, específicamente a Santafé. Podemos, empero, inferir algunos aspectos de su tránsito en el contexto histórico de la circulación de bienes de este estilo de Europa a América.
En primera medida sabemos que los autores del mecanismo del reloj son Peter y Robert Higgs, padre e hijo respectivamente. Ambos construyeron una buena cantidad de relojes entre los años 1743 y 1796, en el callejón de Sweetings, en Londres (figuras 20 a 22).
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FIGURA 24. Posición actual del callejón Sweetings, en el centro de Londres. Google Maps. FIGURA 25. En la actualidad, el callejón Sweetings sigue siendo un lugar de emplazamiento para tiendas de objetos de lujo, como Montblanc y Louis Vuitton. 40 · El reloj de caja alta
FIGURA 26. En el siglo XVIII, el callejón Sweetings se ubicaba tras de la Bolsa de Valores Real, a escasos pasos del Banco de Inglaterra. Era, para entonces, el epicentro boyante del lujo.
De la vida de los Higgs sabemos que Robert, de nacionalidad alemana, fue aprendiz, en 1714, de Richard Blundell, uno de los fabricantes de relojes más importantes del siglo XVIII en Alemania. Admitido como miembro de la Compañía de Relojeros, trabajó en Sweetings Alley, Londres, al parecer, de 1743 hasta 1769. Allí se estableció un importante comercio en relojes complejos y musicales, muchos para el mercado español. Su hijo Peter fue aprendiz de él desde 1740 y fue Maestro de la Compañía de Relojería en 1767. Estuvieron en sociedad como Robert y Peter Higgs, y más tarde con James Evans, quien ocasionalmente se autonominó Diego Evans. 21 Este último detalle es clave para la datación de nuestro reloj, ya que a partir de la unión de Evans, en 1775, la mayoría de los relojes de los Higgs empezaron a aparecer marcados con el nombre de este último. Tal es el caso de una copia casi exacta del reloj del Museo Colonial que se encuentra en el Monasterio de Sobrado de los Monxes, en La Coruña, España. 22
La existencia de este reloj indica que el del Museo Colonial pudo haber sido manufacturado tan solo unos años antes de 1775, pero con posterioridad a 1769, ya que en él se encuentra la firma de padre e hijo, mas no la de Evans. Otro elemento que nos permite ubicar al Reloj en su periodo es su estilo, que en su mayoría londinenses,
FIGURA 27. Muebles de estilo inglés y su influencia en el exterior. José Claret Rubira,
Claret Rubira, tinta sobre papel, Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 1967. mayoría corresponde al denominado estilo Jorge III. Esta característica indica que se manufacturó a mediados del siglo XVIII. Por lo demás, la incisiva influencia Chippendale en el corte del mueble nos lleva a datarlo en el último cuarto del mismo siglo.
En cuanto al mueble de madera de haya,24 podemos conjeturar que proviene de Escocia,25 de donde usualmente se importaban este tipo de estructuras. Los acabados de las mismas se hacían en Londres, en los talleres de los relojeros, quienes acudían a mano de obra especializada para ejecutar el japanning final. Hasta ahora, no se ha estudiado a cabalidad la relación entre los artesanos de madera que construían las estructuras y los relojeros que se encargaban de ornamentarlas y ensamblarlas al mecanismo de relojería.
Robert y Peter Higgs y Evans estaban claramente concentrados en la venta de estos objetos al mercado español. Esto lo sabemos gracias a la presencia de una gran cantidad de piezas lacadas en el inventario del Real Sitio de san Ildefonso de Felipe V26 y en las cortes de Jorge I y II de Inglaterra27 y por el hecho de que el
FIGURA 28. Reloj de repisa Jorge II con jappaning azul. Robt. Higgs (inscrito), madera dorada y lacada con jappaning, siglo XVIII. Casa de subastas Soteby’s. http://www.sothebys.com/en/auctions/ec atalogue/2009/fine-english-continentalfurniture-including-silver-ceramics-clocksl09763/lot.69.html.
el mismo Evans firmaba como “Diego”, un claro guiño al origen de sus clientes. También sabemos que este tipo de objetos se encuentran presentes en colecciones en Boston, Estados Unidos,28 y pasaron por Perú. 29 Este último es el caso de una pieza de los Higgs que se sabe estuvo en Perú, hasta que fue adquirida y llevada a Europa por un coleccionista, se trata de un Reloj de repisa Jorge II con japanning azul, que hoy hace parte de una colección particular (figura 28). 30 Los relojes de repisa que ostentan las mismas técnicas de manufactura aplicadas en el reloj del Museo Colonial, circularon con mayor facilidad. Otro ejemplo de ello es el Reloj de ocho días, de la colección de McKinnon Fine Furniture. También en él vemos la misma técnica y manufactura que se aplicaron en nuestro reloj, sin embargo su mecanismo está firmado por Robert Wood, un relojero vecino de la calle Sweetings (figura 29).
FIGURA 29. Reloj de ocho días. Rob.t Wood/London (inscrito), madera tallada, dorada y con jappaning, c. 1740. Imagen tomada de Looking East: Jappaning Furniture of Georgian England, catálogo del anticuario McKinnon Fine Furnuture, 2017.
Esto nos lleva a inferir que las mismas maderas y quizás lo mismos patrones técnicas y materiales circulaban por diferentes talleres vecinos de Londres con facilidad. Los objetos producidos salían con destino a clientes españoles y potencialmente americanos, quienes habilitaron su circulación desde el tiempo en que el gusto por estas piezas entró en vigor, hasta principios del siglo XIX.
Sobre la presencia de relojes de este tipo en la Nueva Granada existen pocos trabajos históricos. 31 Podemos concluir, por nuestra parte, que su circulación obedeció en gran medida a su uso como objetos de lujo que obedecía más a un control sobre el tiempo y su uso que a una circulación masificada de estos aparatos entre la población. En 1793, por ejemplo, se registra la entrada de 110 relojes por Cartagena,32 un número relativamente bajo. La mención a un reloj “de salón” que podemos asociar a la pieza del Museo Colonial, alude a una pieza “con sonería”, esto es, con mecanismo musical. El historiador Ricardo Uribe asocia dicho reloj a un mecanismo de Higgs. 33 Ahora bien, es poco probable que en la Nueva Granada de finales del siglo XVIII existiesen dos piezas de relojería como esta, por lo que asumimos que el reloj de salón mencionado en dicho registro es el misma que hoy alberga nuestro Museo. Es de destacar que, de acuerdo con con el citado registro, dicho reloj perteneció al Virrey Solís,34 a quien no pasaba desapercibida la importancia de los relojes para la vida pública. Durante su mandato Solís dispuso que se instalara el reloj de la torre del convento de san Francisco de Santafé, en 1775, “habiendo reconocido la mucha falta que hacía para el gobierno espiritual y temporal de la Comunidad”.
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Otro reloj “de salón” se menciona en el avalúo de los bienes de una hacienda de la Compañía de Jesús en Panamá, en 1790, por un valor de 125 pesos. 36 Esto nos lleva a pensar que para el siglo XVIII, los dueños de los relojes, o al menos quienes los solicitaban o los recibían en la Nueva Granada estaban relacionados con el poder virreinal o pertenecían a las comunidades religiosas. Solo hasta el siglo XIX empezaron a circular entre los habitantes.
Una primera acción propagandística y comercial dirigida a la sociedad en torno a estas piezas se difundió en el Correo curioso —periódico dirigido por Jorge Tadeo Lozano— , en los primeros años del siglo XIX. Allí, efectivamente, se estableció la venta de relojes abierta al público. 37 Antes de que esto sucediera, piezas como estas se compraban por encargo o se obtenían como regalo. Su arribo inicial era Cartagena, Santa Marta y Guayaquil.
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En definitiva, el Reloj de caja alta del Museo Colonial es una pieza cuya presencia en la Santafé de finales del siglo XVII es prácticamente singular. Por ello y por las influencias que inspiraron su contenido visual y los detalles de su manufactura esta pieza es una de las más representativas de la colección museal. Sin duda, de su fascinante historia aún queda mucho por contar.