Espacios modelados | Museo Federico Silva

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Espacios Modelados | Jesús Mayagoitia Derechos reservados

2018 Museo Federico Silva Escultura Contemporánea

DIRECTORIO Gobernador constitucional del estado de San Luis Potosí Juan Manuel Carreras López Secretario general de gobierno Alejandro Leal Tovías Oficial mayor Elías Pecina Rodríguez Secretario de finanzas José Luis Ugalde Montes Secretario de cultura Armando Herrera Silva

MUSEO FEDERICO SILVA ESCULTURA CONTEMPORÁNEA Dirección General Enrique Villa Ramírez

Diseño Verónica Lorena Guevara Barragán

Asistente de la dirección Oricel del Carmen Muñoz Araujo

Equipo técnico Humberto García Carrizales Carlos Omar González Pérez Abraham Jaime Barrón

Dirección Administrativa Francisco Oñate Fraga Equipo administrativo Ma. Adriana Martínez Rocha Lourdes Alejandra Rodríguez Martínez Lourdes Elizabeth Pacheco Quijano Museografía Enrique del Valle Pérez Carlos Daniel Gómez González

Servicios educativos Ivonne Neusete Argaez Tenorio Biblioteca Roy Edgardo Lara Martínez Taquilla Alma Diana Flores Hernández




Contenido | Contents 9 Jesús Mayagoitia y el entramado de la creación escultórica Juan Manuel Carreras López

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Jesús Mayagoitia: la ligereza del espacio Armando Herrera Silva

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Jesús Mayagoitia Enrique Villa Ramírez

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Jesús Mayagoitia y la lasitud del metal Luis Ignacio Sáinz

La escultura es serenidad y es vertigo Graciela Kartofel

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Jesús Mayagoitia biografía

107 Galería de la exposición “Espacios Modelados” Jesús Mayagoitia

Traducciones al inglés English Translation




Jesús Mayagoitia y el entramado de la creación escultórica Gobernador Constitucional de San Luis Potosí Juan Manuel Carreras López

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“El maestro Mayagoitia, en su infinita capacidad de expandir la materia y desdoblar el tiempo y el espacio, es un forjador de universos, de presencias fugaces y permanencias contundentes”

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uando hablamos de Jesús Mayagoitia, hablamos de la gran escuela de Escultura Mexicana Contemporánea, cuya manifestación es una de las más significativas de nuestro país, pero también del mundo. Su obra nos remite a esa visión de la cosmogonía transformadora de los creadores prehispánicos, al tiempo que nos envuelve dentro del discurso de la posmodernidad universal, pasando por el estado íntimo, personal, de cada una de sus acometidas estéticas.

Después de más de cien exposiciones individuales y colectivas, después de un periplo por las capitales y los museos más importantes del mundo, después de una reconocida, larga y fructífera trayectoria como artista visual, Jesús Mayagoitia nos ofrece una muestra de su labor creativa, siempre instalada entre el asombro y el misterio de la creación, entre la crítica celebratoria y el análisis profundo de los especialistas más exigentes de la materia.

Del maestro Mayagoitia se ha escrito tanto como de cualquiera de los grandes escultores mexicanos; sin embargo, siempre hay un elemento o cualidad de estudio qué resaltar al cuestionar -o simplemente: al observar- cada conjunto de piezas que constituyen sus exposiciones, lo que hace de su trabajo escultórico una fuente de conocimientos, un abrevadero del goce sensorial múltiple que comienza por la vista.

Del resultado de esta muestra aleatoria de cuerpos estelares del universo mayagoitiano, cada espectador obtendrá su interpretación del conjunto y su apreciación pieza por pieza. Lo que es un hecho, es que ningún espíritu sensible es inmune a la belleza y hoy, en San Luis Potosí, el arte y la cultura son una expresión viva y en constante movimiento de toda una sociedad que sabe apreciar los contenidos de sus recintos culturales, y que se integra a ellos con la misma naturalidad con que lo hacen los artistas y creadores más importantes de México y el mundo, como es el caso de Jesús Mayagoitia.

Esta exposición que hoy alberga el Museo Federico Silva de Escultura Contemporánea no es la excepción, pues se trata de una reunión de piezas que se integran de manera armónica al espacio de exhibición de escultura contemporánea más importante de Latinoamérica, y que propician el encuentro entre la comunidad que participa activamente de la visita a los recintos culturales de San Luis Potosí, y los artistas y creadores de mayor renombre. El maestro Mayagoitia, en su infinita capacidad de expandir la materia y desdoblar el tiempo y el espacio, es un forjador de universos, de presencias fugaces y permanencias contundentes, y de piezas cuya belleza las transforma en iconos de esa polis imaginaria que es el arte: desde su famosa “Lluvia sobre el puente”, hasta su reconocido “Espacio vertical”, las cuales son construcciones en permanente movimiento ante la estática de la mirada.

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JesĂşs Mayagoitia: la ligereza del espacio Secretario de Cultura de San Luis PotosĂ­ Armando Herrera Silva

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“Jesús Mayagoitia es un funambulista (...) su escultura no es propiamente la obra de arte, sino que se trata de una manifestación que se integra también por el vacío que la circunda y dentro de la cual encaja”

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a voluntad creadora del artista posee un mecanismo que se integra por las piezas del intelecto y la intuición estética, pero cuyo punto de ignición es el corazón. Las manos, en sí mismas, son el vehículo a través del cual se canaliza la energía que produce el movimiento de esa maquinaria, y la obra de arte es el universo que se expande continuamente desde la visión del artista que transforma la materia y el espacio.

Esa cualidad es la levitación de cada pieza que surge de su imaginación y que se instala como un cuerpo flotante en el espacio, lo que nos demuestra que, en la vastedad del universo, cualquier cantidad de materia es relativamente pequeña, comparada con el inmenso vacío. Se podría decir que la exposición de Mayagoitia que hoy se alberga en el Museo Federico Silva de Escultura Contemporánea, es una migración de cuerpos estelares.

El volumen, la profundidad y la propia forma de dicha obra de arte, sin embargo, es también el vacío en el cual aparece y a través del cual se manifiesta como una señal de la existencia de la inteligencia sensible del ser humano; en tanto que la carga semiótica de símbolos y significados, la constituye como un sistema de comunicación de emociones y conceptos ligados al conocimiento profundo del propio hacedor.

De cada uno de ellos, en su perfecta sincronía de movimientos, se desprende una sensación de movimiento perpetuo, una dinámica de traslaciones en torno a sus centros de gravedad y a la atracción resultante de su interactuación como conjunto, lo que hace de esta exposición un ejercicio dancístico donde quien observa debe mantenerse inmóvil, a la espera del súbito desplazamiento de cada elemento de este archipiélago flotante.

No existe, sin embargo, un método eficaz de traducción e interpretación de esos códigos lingüísticos, sino el que resulta de la experiencia individual de cada espectador; así, lo que para unos representa un semidios, para otros constituye un templo, mientras que para otros más son preguntas indescifrables que nos hace la materia en su continua transformación ilusoria. El espacio, en sí mismo, es la respuesta, la cual está sujeta a la interpretación de cada espectador.

Bienvenido a este espacio maestro Mayagoitia; a esta dimensión donde el goce del arte y la cultura es una práctica ligada a nuestra sociedad, pues reconocemos que ambos son pilares donde el hombre se alza para mirar más allá del horizonte, y sobre los cuales avanza hacia la consolidación de su espíritu y, por ende, hacia la trascendencia de su experiencia existencial.

Jesús Mayagoitia es un funambulista suspendido en la tesis anterior, pues su trabajo escultórico es una caja de resonancia de las vanguardias estéticas contemporáneas, con el añadido de una definición íntima de lo que es el discurso creativo: la escultura no es propiamente la obra de arte, sino que se trata de una manifestación que se integra también por el vacío que la circunda y dentro de la cual encaja, para con ello obtener una cualidad sensorial única.

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Jesús Mayagoitia Director General del Museo Federico Silva Escultura Contemporánea Enrique Villa Ramírez Septiembre de 2018

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“Formalmente mi obra se sustenta en la geometría...cuando comencé a trabajar en la tercera dimensión comprendí que el espacio real tiene en la geometría su representación ideal…la geometría, además de permitirnos organizar el espacio, nos da la posibilidad de crear volúmenes razonados” -Jesús Mayagoitia

Nació en la Ciudad de México en 1948. Cursó estudios de dibujo publicitario, la licenciatura de Artes Visuales y la maestría en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM.

El estilo artístico que define su obra se inscribe, principalmente, en la abstracción geométrica, tendencia escultórica donde podemos ubicar la gran mayoría de su producción artística y donde ha conseguido sus mayores éxitos. La geometría es aún la herramienta universal para ordenar el espacio, además, es insustituible para establecer relaciones de espacio. Sin embargo, su expansión en el terreno de la escultura lo alcanzó apenas a principios del siglo XX con los constructivistas rusos. Mayagoitia comenta al respecto: “Formalmente mi obra se sustenta en la geometría”, y agrega “cuando comencé a trabajar en la tercera dimensión comprendí que el espacio real tiene en la geometría su representación ideal…”, y continúa diciendo “la geometría, además de permitirnos organizar el espacio, nos da la posibilidad de crear volúmenes razonados”. Gilda Cárdenas comenta a propósito de la obra de este artista “como vemos, todas las posibles variantes virtuales las logra a partir del geometrismo”. Gonzáles Gortazar leyó un texto en la presentación del libro que publicó la UNAM sobre la obra de Mayagoitia, en la Feria del libro 2017, del Palacio de Minería, donde comentó, de manera más amplia, sobre la obra de este creador : “Otra característica de mucha de la obra de la mejor escultura de todos los tiempos, es el dar tanta importancia a la presencia como a la ausencia, a la materia como al

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vacío; pero de nuevo, eso es llevado aquí al extremo. Con frecuencia, tengo la impresión de que el sólido es solo la excusa para poner en valor el hueco, y que solo existe en función a él. Es la aparente “nada” lo que realmente importa…” Muchas de las obras de Mayagoitia expresan efectos cinéticos en las cuales es fundamental la participación y el desplazamiento del espectador. El artista obliga a hacer un recorrido de 360° a su alrededor, pues le proporciona diversas vistas o posibilidades ópticas formadas por los intersticios y hendiduras que van dando forma a sus esculturas; es decir, en su escultura, sólo cuando giramos en torno a ella en cualquier sentido o de arriba hacia abajo, cuando hacemos un “barrido” visual, logramos entender la pieza y las posibilidades de sus formas, de su espacio y de su luz. Al respecto Mayagoitia apunta: “La presencia de la ilusión óptica, no sólo ha sido objeto de mi permanente preocupación, sino que me ha hecho considerar que en el espacio real los conceptos como el punto, la línea, el plano, el volumen, y el mismo espacio son “conceptos inestables”, porque todo es susceptible de permutar sus dimensiones, dependiendo para ello del desplazamiento o giro del espectador…” Sin embargo, algunas de sus obras como “La Cascada”, “El Verano”, “El Otoño” y “ El Invierno”, entre otras aquí expuestas, son, como apuntaba la maestra Teresa del Conde, “… simbólicas y por lo tanto conceptuales: dicen de un modo inmediato lo que el autor ha conocido previamente mediante la observación y la introspección… Así un acontecimiento pasajero se ha convertido en cosa dotada de permanencia y de tangibilidad, tanto que es posible dimensionarla”. Jesús Mayagoitia no solo ha realizado escultura de mediano y pequeño formato, como son algunas de sus “puertas” que aquí se presentan, sino que ha realizado obra de carácter urbano y monumental como “Triada UNAM”, de 1994, para conmemorar el cuadragésimo aniversario de la construcción de Ciudad Universitaria, así como “Metamorfosis del Oro Negro” escultura conmemorativa por el trigésimo aniversario del Instituto Mexicano del Petróleo y “Pirámide”, una bellísima pieza escultórica de 12 metros de largo que se exhibió, junto con la obra de otros escultores en el año 2000, en el Paseo de la Reforma con motivo de la exposición temporal denominada “Primavera 2000”, entre muchas otras. Aunque la arquitectura y la escultura están hermanadas en su origen, son diferentes por las necesidades que satisfacen, sin embargo pueden convivir, interactuar e influenciarse mutuamente; de esta manera, el maestro Mayagoitia tiene obras que también intervienen el espacio arquitectónico, más bien interactúan con este, amalgamándose en un solo elemento, tal es el caso de su obra realizada en el vestíbulo del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, en Ciudad Universitaria, conocida como “Lluvia sobre el Puente” del año 2009. En cuanto al material que más utiliza, prefiere el acero pintado recurriendo mayoritariamente a 2 colores: el blanco y el negro y en algunos casos el rojo, que en ocasiones puede ser naranja, y el amarillo, por ser colores que, como dice Gilda Cárdenas en el libro publicado por la UNAM sobre la obra de Mayagoitia “complementan, la lectura formal de la obra creando una mística de la composición geométrica en sí misma, sin nada que altere lo absoluto”. Su curriculum académico es amplio: ha sido profesor de Geometría, Diseño Gráfico, Diseño Básico, Escultura Urbana y ha impartido el “Curso Introductorio de Escultura” todo ello en diferentes planteles de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM.

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Como creador, Jesús Mayagoitia ha realizado desde 1978 a la fecha más de 30 exposiciones individuales entre las que destacan “Metamorfosis del Espacio” en el Instituto Mora, en la Ciudad de México, en 1992; y “Las cuatro Estaciones” presentada en el museo de Arte Abstracto Manuel Felguerez en Zacatecas, Zacatecas en el año 2002. En cuanto a exposiciones colectivas, ha participado en más de 100, tanto nacionales como internacionales. Cabe mencionar la V Bienal Internacional del Cartel, en Varsovia, Polonia en 1974; la XII Bienal de Jóvenes de Paris, Francia en 1981 y en el año 2005 formó parte del grupo de artistas que integraron la exposición 9X10, que se presentó en el CAD, en la Ciudad de México, solo por mencionar algunas. Ha sido merecedor de múltiples premios y reconocimientos; cabe destacar el Premio Grand Prize Henry Moore del museo Utsukushi – ga – hara de Japón ( 1987). Y el premio de escultura en el XII concurso para estudiantes de Arte Joven en Aguascalientes en 1997. Su obra se encuentra en importantes colecciones públicas y privadas dentro y fuera de México y desde 1977. En diferentes períodos, ha formado parte del Sistema Nacional de Creadores. Es pues motivo de júbilo para el museo Federico Silva Escultura Contemporánea, presentar a tan destacado artista. Esperamos que todos nuestros visitantes disfruten de esta muestra escultórica que nos ofrece Jesús Mayagoitia.

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JesĂşs Mayagoitia y la lasitud del metal Luis Ignacio SĂĄinz Septiembre de 2018

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“Me expongo a través de la obra”, musita Jesús Mayagoitia, generador de cuerpos ligeros, aspirantes a flotar o, con mayor exactitud, levitar; sintéticos, minimalistas, proclives a la bruma y a cierto grado de invisibilidad.

Ningún poeta más osado y atrevido que Francisco

de Quevedo (1580-1645), y miren que aseverarlo siendo el Barroco una “casa de orates”, como la calificara Alfonso Reyes, no resulta poca cosa, a grado tal que le dedicó versos en miscelánea a todos los tópicos habidos y por haber, procedentes de la suma de reinos, escatológicos y metafísicos, profanos y sacros, vivientes y fósiles. Entre ellos, compuso algunas nimiedades deslumbrantes, dardos voraces de acertar a los blancos, a esas máquinas autómatas capaces de medir el tiempo, remontando la desilusión y la melancolía propias de los horarios verificados, carentes de espontaneidad. En una silva bautizada Reloj de campanilla, el fullero de Madrid que pereciera en Villanueva de los Infantes, escribió enjundioso: “El metal animado,/a quien mano atrevida, industriosa,/ secretamente ha dado vida aparente…”. Y cosa semejante fragua y emprende, serio, abstraído y a veces lisonjero, Jesús Mayagoitia (1948), digno heredero de esos subterráneos domadores de las rocas transformadas en azófares y de estos en poliedros vitales o geometrías suspendidas o cuerpos regulares o volúmenes simétricos… Sí, perteneciente al linaje de esas deidades de fuego y forja, llamadas a según la geografía de sus talleres-hornos: Hefesto, Vulcano, Kagutsuchi, Ptah o Agni. Lo mismo da que sus composiciones, a partir de la realidad accesible, al alcance de la mano, conquistan su intención en la elocuencia del silencio y la discreción. Como si apreciáramos un dejo por moverse de la estructura, adquirir dinamismo, soplo de vida, y romper a correr o a hablar o a volar o a camuflarse. Los objetos, entonces, desearían ser sujetos; cobrar conciencia y movimiento, apetitos e instintos, razones y pulsiones. Esta es la aspiración mayor del arte, y nuestro compositor de bultos

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ordenados y deslumbrantes la frisa con pudor, la roza en sigilo. Hacedor de formas, convocante de sueños, ilusionista, al fin y al cabo. Y para muestra basta un botón, Espacio vertical (acero pintado, 600 x 170 x 120 cm.), alojado en el Museo al Aire Libre Utsukushi-ga-Hara (Ueda, Nagano; Japón), Gran Premio Henry Moore en 19871. Crea por series, abordando temáticas específicas, fatigándolas en la bocetería del gabinete, en los ejercicios del taller, en los ensamblajes formales. Intenta encapsular el azar, devoto de la verdad entendida como error rectificado. Se trata pues, de un artista pragmático, que evita perderse en filosofías, aunque sí posee ideas, contundentes, rotundas, sobre qué hacer y cómo hacerlo. No suele llevar prisa, siendo meticuloso, agota las proyecciones de su imaginación calibrada, simula la ocupación del espacio; y entonces, se decide a trazar, cortar, armar, soldar, pintar. Evita el dispendio de recursos y el derroche de energía; amén de pensar las condiciones de instalación y cohabitación de cada pieza: ya sea el paisaje, como en su Pirámide (acero pintado, 320 x 1600 x 120 cm.; Club de Golf Bosques, 2000) o la arquitectura, como en su bellísima Lluvia sobre el Puente (acero pintado, 1100 x 700 cm.; Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM; 2009).

Lluvia sobre el puente | 2007

Honor que nuestro Premio Nacional de Ciencias y Artes 2012 Fernando González Gortázar (1942) obtendría

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también, poco después, con Pilares desmontados (1989).

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Semejante cuidado y devoción por el rigor tiene sentido en la calidad del resultado final, ya que sus intervenciones destacan por discretas en escala, color y emplazamiento. Un buen ejemplo de ello es Triada UNAM (acero pintado, 1500 x 200 x 180 cm.; frente al Estadio Olímpico de CU, 1994), que conmemora el cuarenta aniversario de la construcción de Ciudad Universitaria, y que en franca convivencia, se ubica cerca de la obra emblemática de la Ruta de la Amistad de la XIX Olimpiada de 1968, El Corredor de Germán Cueto2 (1893-1975), sin duda el padre de la escultura moderna en México, miembro prominente de Cercle et Carré (1929-1930; París, grupo y revista creados por Joaquín Torres García y Michel Seuphor). La parquedad del blanco del metal se expande con delicadeza en el contexto urbano: primero, porque se levanta a un costado de la vialidad principal, avenida de Los Insurgentes, en una suerte de remanente de terreno pedregoso; segundo, porque su verticalidad sirve hasta de mirilla del mural La Universidad, la familia mexicana, la paz y la juventud deportista (1954) de Diego Rivera, que funge de frontón-escudo del acceso al complejo proyectado por Augusto Pérez Palacios, en colaboración con Raúl Salinas Moro y Jorge Bravo Jiménez, iniciado en marzo de 1950 e inaugurado el 20 de noviembre de 1952; tercero, porque los elementos circunvecinos no originales o contemporáneos al proceso constructivo de nuestra máxima casa de estudios deben ceñirse respetuosamente a la justipreciación del muralista guanajuatense cuando se refería al comentario del arquitecto Frank Lloyd Wright (1867-1959), expresado mientras visitaba el coso atlético: el “edificio más importante de la América Moderna”3. Así las cosas, tan destacado escultor demuestra su conciencia patrimonial.

Teresa Bosch Romeu ha señalado con razón que Germán Cueto: “Fue uno de los pioneros en el uso de planchas

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metálicas recortadas con las que elaboraba figuras antropomórficas, en las que el espacio vacío se convertía en elemento fundamental de la composición. A través de un juego de curvas y planos creaba en efecto espacios vacíos, cambiantes, dinámicos a medida que el espectador se mueve alrededor de la escultura. El aire pasaba a formar parte de la obra”: Germán Cueto: un artista renovador. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1999, p. 20. Esta morfología se conserva en El Corredor a pesar del gran formato de la pieza y, sobre todo, del material de que está hecha, el bronce. Afirmación de Diego Rivera en una conferencia de junio de 1954 en el Palacio de Bellas Artes, recuperada

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por Ruth Rivera una década más tarde en Los cuadernos de Arquitectura, México, INBA, número 14, 1964: tomada de Canales González, Ana Fernanda: La modernidad arquitectónica de México: una mirada a través de los medios impresos, Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, 2013, 366 pp., en particular p. 18.

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“Me expongo a través de la obra”, musita Jesús Mayagoitia, generador de cuerpos ligeros, aspirantes a flotar o, con mayor exactitud, levitar; sintéticos, minimalistas, proclives a la bruma y a cierto grado de invisibilidad. Empero y a contracorriente de su logro único, consistente en conquistar la lasitud del acero, su transparencia, el pensamiento que ánima sus fantasías objetivadas, ya no suspiros ideales sino exhalaciones matéricas, deviene fuerte, pleno, convincente. El discurso de su espacialidad manifiesta y revela una reflexión sistemática, viajes euclidianos e inmersiones infinitas en teselaciones escherianas. Cero improvisaciones; reclusión en los aposentos del investigador callado, disciplinado, tozudo: ese que no ceja en su empeño fabril hasta resolver el acertijo que le plantea el vuelo de su imaginación en cada composición. Vocabulario ígneo, arrasador, incontenible, que en los rescoldos y las brasas se nutre. Así, fuego de fuego, el sol; fuego de agua, el geiser; fuego de aire, el rayo; fuego de tierra, el corazón, según el termómetro de Angélica Abelleyra4. A su conocimiento enciclopédico, relativo a las figuras y sus metamorfosis, se le adosa en calidad de sello identitario, su prehispanismo: esa capacidad de rescatar o aislar el hallazgo genuino, la novedad técnica que articula masas y les confiere aparente animación, un tris de meneo a los magníficos bloques de basalto o andesita aztecas de inspiración tolteca. El artista siempre evoca sus visitas o peregrinaciones a la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, en tanto eterno retorno a los orígenes de una espacialidad y una volumetría que le son entrañables. Allí se solaza en lo peculiar de los remedios que los antiguos mexicanos desarrollaron para enderezar retos complejísimos de fábrica y tallado en los grandes monolitos de tan refulgente civilización. Las mujeres pétreas de la bóveda celeste, Coatlicue, la tierra, Coyolxauhqui, la luna, Tlatecuhtli, la devoradora y paridora de muerte y vida, adornadas de serpientes, caracoles, huesos cruzados y cráneos.

Huehueteotl | 2014

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Coyolxauhqui | 2018

Canal 22 – Noticias. Entrevista a Jesús Mayagoitia por Angélica Abelleyra del 29 de mayo de 2017 (https://

www.youtube.com/watch?v=HHDY_qDQMIo).

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Jesús Mayagoitia asume la resistencia frente al expolio y la destrucción del pasado. Respira los versos de León Felipe5 (1884-1968) y aguarda el tiempo oportuno para saldar cuentas: Con las piedras sagradas de los templos caídos grava menuda hicieron los martillos largos de los picapedreros analíticos. Después, sobre esta grava, se ha vertido el asfalto negro y viscoso de los pesimismos. Y ahora... Ahora, con esta mezcla extraña, se han abierto calzadas y caminos por donde el cascabel de la esperanza acelera su ritmo. Lejos de la ideologización, sus signos tridimensionales remontan la banalidad, la exhiben, dada la fuerza intelectual –sin que se eclipse la emotividad– que les sirve de cimiento, y que suele cifrar su alcance en los nombres o títulos que los designan. Alusiones elegantes, circunspectas, directas, enemigas de la teatralidad y sus corolarios la falsa sofisticación y la pretensión de refinamiento. Si la escultura es una estación (Verano, Otoño), una deidad (Coyolxauhqui, Huehueteotl), un fenómeno natural (Lluvia, Nieve, Cascada) o un objeto reconocible (Volcán, Estrella), así se indica sin aspavientos; y cuando se trata de una estructura narrativa, también (Eros I y II, Danza y Acrobacia, por ejemplo) o de un objeto aludido o metafórico (Caleidoscopio, Flor y Canto). De modo que su abstracción se identifica con una economía de elementos constructivos, la eliminación y/o compactación de gestos subjetivos y de trazos sentimentales, más que con un ocultamiento semiótico. Racionalidad sensible, sensual, dialógica con los sentidos y la criba propia de las percepciones. En suma, “revolucionario de la razón”, abusando de la calificación que hiciera Alfonso Reyes de Juan Ruiz de Alarcón, y que sin hipérbole se le puede asignar a tan conspicuo y talentoso inventor de realidades desconocidas, Jesús Mayagoitia, el que hace sonar “el cascabel de la esperanza”.

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Versos y oraciones de caminante (1920-1929), Nueva York, Instituto Cultural de las Españas, 1929.

Se trata de la segunda publicación del poeta, la primera del mismo nombre se editó en Madrid en 1920, en ocasiones para diferenciarlos se les añade el numeral romano correspondiente: I para la versión madrileña de 1920 o II para la versión neoyokina de 1929

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Lluvia | 2001

Estrella | 1978

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Eros I | 1995

Verano | 2001

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La escultura es serenidad y es vertigo Graciela Kartofel México – Nueva York – San Luis Potosí Texto del catálogo de Jesús Mayagoitia para la exposición en el Museo de Escultura Federico Silva, San Luis Potosí, México

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“El artista reflexiona acerca del espacio y la mejor manera de organizarlo. En ese sentido, encuentra que lo óptimo es a través de la geometría. Con agudeza y sensiblidad, Jesús Mayagoitia trabaja en acero que en la etapa final es acero pintado.” - Graciela Kartofel

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a escultura es serenidad y es vertigo, es interior y es exterior. Es en la consistente presencia de las tres dimensiones que cada autor ha venido expresando sus maneras diferentes. En una obra de arte este aspecto, la diferencia, lo es tanto teórica como poética, tanto técnica como trascendente, y debo aclarar que no se refiere a la no igualdad sino a algo superlativo. No son las medidas las que intervienen, ni la perfección representativa si ese fuera el lenguaje, ni cuáles cuerpos geométricos se engarzan si ese fuera el caso, ni la escala en que está trabajada sino lo inexplicable es aquello que el artista alcanza a desarrollar con sus dones y su experiencia. Jesús Mayagoitia con vocación y convicción, nace en México en 1948. Pertenece a la disciplina escultórica que tan desarrollada está en México desde los tiempos precolombinos. Este artista coincide en trabajar profesionalmente en un momento en que numerosos artistas se dedicaron a la geometría y a la abstracción. Por eso y otras razones hay quienes creen que los autores de ese período realizan obras muy similares. Entre los otros argumentos está el que a la gente le es más fácil reconocer una figura humana, un árbol o cualquier representación más familiar que identificar un paralelepípedo o un octógono. Dentro del bloque de productores de ese momento algunos se auto-tallan diversos, únicos; otros, no logran desprenderse de la generalidad. En una reflexión abarcadora recordamos que no es casual que las civilizaciones se caractericen por tres momentos: primitivo, clásico y decadente. El inicio siempre es primitivo y rígido. El momento central es el de los desarrollos y el final es de las expresiones más exhaltadas y de las rupturas. Tanto los griegos como los mayas nos legaron ejemplos de esas situaciones que pueden abarcar siglos o segundos y contener diversos subperíodos.

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“Década con década, México producirá numerosos autores en la abstracción y la geometría. Son artistas que optaron por la síntesis y la experimentación en tema y en materiales, alejándose de la narrativa y de las lecciones históricas. Es en la escultura de menor escala donde comienzan a manifestarse los riesgos y la variedad. Estos cambios se pueden ubicar inicialmente en la década del cuarenta –con ciertos anticipos en los treintas-, como con Germán Cueto quien regresa de Europa empapado de los movimientos de vanguardia con los que estuvo interactuando.”1. Inconformidad, búsquedas fuera del muralismo y de lo académico, la llegada de artistas européos escapando de la Segunda Guerra Mundial y otros que llegan bajo circunstancias diferentes, confluyen en el México de mitad de siglo. Y dos décadas más tarde, en los setentas, sucedieron numerosas experiencias en las que la geometría ha sido personaje, se la ha impulsado y se la ha modificado. La escultura de Jesús Mayagoitia tiene sus elementos distintivos en la arista y en el plano con los que conforma la verticalidad y el movimiento. A través de esta sincopada composición apunta a la creación de la luz en sus esculturas. Pero el factor que distingue por sobre todo la obra de Mayagoitia es la interioridad del espacio en las esculturas. Una y otra frase no se contradicen sino que explican la visualización de la estructura y la trascendencia poética surgida de la originalidad del concepto del autor. El artista reflexiona acerca del espacio y la mejor manera de organizarlo. En ese sentido, encuentra que lo óptimo es a través de la geometría. Con agudeza y sensiblidad, Jesús Mayagoitia trabaja en acero que en la etapa final es acero pintado. Lo aprecia por ser un material muy resistente que a la vez le permite producir variedad de formas y movimientos. Este material permite que este autor lleve a cabo obras impecables, donde la pureza de la forma es parte de su expresión y alcance expresivo. Al contemplantar sus esculturas -dedicando tiempo a estas miradas-, habiendo recién mencionado al acero de que están hechas como un material muy fuerte, se percibe una armonía y perfección peculiares. No son obras frías, son articulaciones geométricas con una cierta imperceptible organicidad que tal vez pueda denominarse cadencia, fluir y hasta energía. Jesús Mayagoitia dibuja, piensa en la flexibilidad de la rigidez, en el fluir de las facetas, las aristas y los ángulos. Organizadamente analiza las variantes y trata de descubrir problemas semiocultos que prefiere advertir antes de empezar los cortes y la laboriosa construcción. Lo que lo preocupa es la pureza de la forma, el color no le es muy importante. No quiere esconder ni fantasear nada por medio del color. A eso se debe que hay tantas obras blancas en su haber. En más de tres décadas como profesional, Mayagoitia ha realizado numerosas obras de gran formato, por encargo y predominantemente para exteriores. En ese lenguaje de geometría sensible convalida que la geometría no es solo rígida o rigurosa en sus expresiones. Hay obras como Lluvia o Nieve -ambas de 2001-, que manifiestan la sutileza de las formas, refieren lo que el título comunica sin forzar nada y hasta superan la metáfora. La vida cotidiana y la naturaleza lo convocan porque en todo hay geometría. Como en Volcán, hay esculturas del autor que atienden a los cuerpos cerrados,

1Graciela Kartofel: Abstracción Geométrica en América Latina. Ed. ArtNexus – UBS. 1era. edición 2013. Pp. 186-187.

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contundentes. Al tratar las estaciones del año, Mayagoitia, enVerano, muestra lo que inflije el calor hasta a la presencia más resistente. Desde su niñez quedó maravillado por las culturas prehispánicas a las que respeta y ocasionalmente alude en circunstancias y títulos, como en Greca (2004) y en Huehuetéotl (2014). Sus esculturas, bien podemos decir, son espacios que incitan a imaginar. Sus obras no son frontales, todo lo contrario, incentivan a recorrerlas giroscópicamente y en muchos casos a entrar a través de ellas física o visualmente. Aun en algunos relieves murales que realizó como el de Energía Plesa, hay una dinámica original. En esta realización de 2012, llega a una particular dinámica que lleva con bizarría el carácter de ornamental, alude lejanamente al surrealismo y aporta neo-deidades abstractas y orgánicas. Con la misma distinción individual que merecen cada una de sus esculturas, Lluvia sobre el Puente (2009), abre una categoría de triple denominación: escultura aplicada, escultura expandida, escultura transitable. Aplicada porque tiene una función; expandida porque supera la metodología que refiere como esculturas a los relieves, a las esculturas excentas o de bulto completo, a las públicas, a las monumentales y a esas otras acepciones que circulan desde la antiguedad hasta la mitad del siglo XX. Y Lluvia sobre el Puente es una escultura transitable porque cumple con unir dos sectores de una casa de estudios. Este es un caso opuesto al de mucha de la arquitectura actual en la cual los arquitectos expanden su construcción hasta convertirla en escultórica. Jesus Mayagoitia reafirmando la geometría expande el concepto de escultura sensible y espacial.

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14 Septiembre 2018 | 20 Enero 2019

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Cascada | 2001 Acero pintado 96 x 90 x 78 cm

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Lluvia | 2001 Acero pintado 208.5 x 164 x 112 cm

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Nieve | 2001 Acero pintado 10 x 184 x 184 cm

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Verano | 2001 Acero pintado 183 x 165 x 36.5 cm

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OtoĂąo | 2001 Acero pintado 54 x 174 x 57 cm

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Invierno | 2001 Acero pintado 34 x 164 x 33 cm

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“…La conceptualización de la escultura monumental integrada a la arquitectura, ha sido una consecuencia de mi deseo por relacionarme con el espacio de una manera total, a través de mi obra personal”. – Jesús Mayagoitia

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Flor y canto | 1980 Acero pintado 108 x 114 x 42 cm

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Estrella | 1978 Acero pintado 54 x 64 x 20 cm

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Danza y acrobacia | 1998 Acero pintado 128 x 27.5 x 24 cm

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Columnas acrobรกticas | 2018 Acero pintado 77 x 34 x 23 cm

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Eros I | 1995 Acero pintado 80 x 200 x 90 cm

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Eros II | 1995 Acero pintado 170 x 155 x 80 cm

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“Hablar de escultura, es hablar del espacio. Hablar del espacio es hablar de tres dimensiones que requieren de una más para ser contempladas: el tiempo”. –Alberto Blanco

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Tlaltecutli | 2018 Acero pintado 205 x 123 x 40 cm

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Coyolxauhqui | 2018 Acero pintado 25 x 182 cm

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HuehuetĂŠotl | 2014 Acero oxidado 146 x 166 x 132 cm

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Lluvia sobre el puente | 2007 Acero pintado 8 x 100 x 25 cm

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Coyolxauhqui | 2018 Acero pintado 96 x 65 cm

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Cuadro blanco y negro | 1980 AcrĂ­lico pintado 119 x 119 x 2 cm

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Caleidoscopio | 1981 Acero pintado 113 x 113 x 40 cm

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“Si lo que queremos es las tres dimensiones, entonces queremos escultura”. –Ezra Pound


Puente de Dios | 2005 Acero pintado 62 x 74 x 52 cm

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San Lucas | 2005 Acero pintado 53 x 67 x 57 cm

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Uxmal | 2005 Acero pintado 64 x 50 x 36 cm


Zacatecas | 2005 Acero pintado 58 x 63 x 33 cm




Tikal | 2005 Acero pintado 61 x 60 x 35 cm


Kabah | 2005 Acero pintado 55 x 62 x 41 cm




“El arte nació monumental y esencial. Ahí están los Menhines, las esculturas monolíticas de la pre historia de Europa” –Jesús Mayagoitia


Jesús Mayagoitia biografía Secretario de Cultura de San Luis Potosí Armando Herrera Silva

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“Formalmente mi obra se sustenta en la geometría...cuando comencé a trabajar en la tercera dimensión comprendí que el espacio real tiene en la geometría su representación ideal…la geometría, además de permitirnos organizar el espacio, nos da la posibilidad de crear volúmenes razonados” -Jesús Mayagoitia

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esús Mayagoitia nació en 1948 en la Ciudad de México. Estudió dibujo publicitario en la escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1977 concluyó la licenciatura en artes visuales en ese mismo centro de estudios, donde ha impartido las cátedras de geometría, diseño gráfico y diseño básico. Actualmente se desempeña como profesor de tiempo completo en las materias “escultura en metal” y “escultura urbana”. Desde 1997 pertenece al sistema nacional de creadores. Su primera participación en una exposición colectiva la llevó a cabo en el marco de la “V Bienal del Cartel”, celebrada en Varsovia, Polonia, en 1974. A ésta, siguieron un número importante de exposiciones colectivas, entre las que sobresalen el XII Concurso Nacional de Artes Plásticas para estudiantes, celebrado en Aguascalientes en 1977; la Primera Trienal Nacional de Escultura, en la Galería del Auditorio Nacional en 1979; la muestra “3 años del Salón Nacional de Artes Plásticas” en 1980; la XII Bienal de Jóvenes, en París, Francia en 1981 y “10 maestros escultores de San Carlos”, en la Casa del Lago de la Ciudad de México. También fue de particular relevancia la exhibición de sus obras en ocasión de la 5th Henry Moore Grand Prize Exhibition, celebrada en 1986 en el Utsukushi-ga-hara open-air Museum de Japón. En los años subsecuentes, su obra se ha expuesto en salas tan importantes como la del Palacio de Bellas artes, el Museo de Arte Moderno, el Museo Universitario del Chopo, la Galería López Quiroga, el Museo de Ciencias y Artes de la UNAM y la Academia de San Carlos, en la Ciudad de México, así como el Museo Monterrey, el Museo Manuel Fleguérez de Zacatecas, el Museo Federico Silva de San Luis Ptosí y el Museum of Latin America Art, de Long Beach, California.

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En 1993 participó en la muestra “La Escultura Mexicana de Fin de Milenio” presentada en Ostende, Bélgica, con ocasión del festival Europalia. Hasta la fecha, ha realizado un gran numero de exposiciones individuales, entre las que destacan “Planos y volúmenes virtuales” (1978) “Metamorfósis del espacio” (1992), “Esculturas de Jesús Mayagoitia” (1992), “Sombras de Tres Dimensiones” (1994), “Esculturas modulares” (1996), “Abstracción Geométrica” (1997) y “Esculturas de Jesús Mayagoitia” (1999). A lo largo de su trayectoria se ha hecho merecedor de reconocimientos tanto en México como en el extranjero. El más importante de todos es el “Grand Prize Henry Moore”, recibido en 1987. Su trabajo escultórico emplea, principalmente, la técnica de acero pintado para la elaboración de obras monumentales, situadas en su gran mayoría en espacios públicos: Columnas Interlomas (1992), Columnas de real de Tabachines, Triada UNAM, Piezas conmemorativas del 40 aniversario de la construcción de la ciudad universitaria (1994), “Metamorfósis de Oro Negro”, piezas conmemorativas del 30 aniversario del Instituto Mexicano del Petróleo (1995); “Encuentro de Aniversario”, pieza conmemorativa del 20 aniversario del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, el “Homenaje a Luis Barragán” (1997) , “Danza y Acrobacia” ubicada en la Facultad de Estudios Superiores, Zaragoza de la UNAM, “Puerta UAT” y “El Faro” (2006 y 2008) en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, “Lluvia sobre el puente” (2009) en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Cuenta también con obra urbana en la Plaza Latinoamericana de Camberra, Australia y en 2012 creó su mural de gran formato “Energía Plesa”, perteneciente a la colección Plesa Anáhuac. Cabe también destacar su serie de “Puertas” realizada en el año 2005. Sus obras se han integrado a varios museos nacionales, como el museo de arte contemporáneo de Aguascalientes, el museo de arte moderno, el museo universitario de ciencias y artes de la UNAM, el museo de la secretaria de hacienda, y la universidad de las Américas. Su trabajo, forma parte de los acervos del museo de Utsukushi-ga-hara, Japón y el de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, Argentina.

Homenaje a Luis Barragán | 1997 | Acero pintado colección del artista | 400 x 200 x 25 cm

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Traducciones / English translation

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Jesús Mayagoitia and the framework of sculpted creation Constitutional Governor, San Luis Potosí Juan Manuel Carreras López

W hen we speak of Jesús Mayagoitia, we speak of

tia offers us a sample of his creative labor installed between the amazement and mystery of creation, between celebratory critique and profound analysis of the most demanding specialists in the field. Of the result of this fortuitous display of stellar bodies in the Mayagoitian universe, each viewer will obtain their own interpretation of the whole and their own appreciation work by work. What is a given is that no sensitive spirit can remain immune to beauty and today, in San Luis Potosí, Art and Culture are the living expression of an entire society in constant movement that knows how to appreciate the contents of its cultural institutions, and that forms part of them with the same spontaneity as the most important Artists and Creators of Mexico and the World, whose ranks include Jesús Mayagoitia.

the great school of Mexican Contemporary Sculpture whose contribution is one of the most significant not only in our country, but around the globe. His work remits us to that transformative cosmogonic vision of pre-Hispanic artists, while at the same time enveloping us in the discourse of universal postmodernity, passing through the intimate, personal state of each one of his aesthetic charges. About Mayagoitia much has been written, much like any of the great Mexican sculptors; however, there is always an element or quality of study to emphasize upon questioning -or simply observing- each series of the works that constitute this exhibition, making his sculpture a source of knowledge, an oasis of the myriad sensorial enjoyment that begins with eyesight. This exhibition, housed today by the Museo Federico Silva de Arte Contemporáneo, is no exception, given that this is a gathering of works harmonically integrated with the most important exhibition space for Contemporary Sculpture in Latin America, thus propitiating an encounter with the community that actively participates in visits to the cultural salons of San Luis Potosí, as well as Artists of greater renown. Mayagoitia, in his infinite capacity for expanding matter and unfolding space and time, is a forger of universes of fleeting presence and overwhelming permanence, of works whose beauty transforms them into icons of that imaginary Polis that is Art: from his famous Rain over the Bridge to his award-winning Vertical Space, constructions in permanent motion before the static gaze. After over one hundred individual and group exhibitions and a tour of the most important Capitals and Museums of the world, after a renowned, long, and fruitful career as a Visual Artist, Jesús Mayagoi-

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Jesús Mayagoitia: the lightness os space Secretary of Culture, San Luis Potosí Armando Herrera Silva

T he creative will of the Artist possesses a mecha-

body floating in space, demonstrating to us that, in the vastness of the universe, any quantity of matter is relatively small when compared to the immense void. One might say that the exhibition of Mayagoitia that today is housed in the Museo Federico Silva de Escultura Contemporánea, is a migration of stellar bodies.

nism formed by the workings of intellect and aesthetic intuition, but its flashpoint is the heart. Our hands, in and of themselves, are the vehicle through which the energy is channeled that sets this machinery in motion, and the Work of Art is the universe that continually expands from the vision of the Artist, who transforms matter and space.

From each one of these in their perfect synchrony of movements arises a sensation of perpetual motion, a dynamic of transference revolving around their centers of gravity and the resulting attraction of their interaction as a series, making this exhibition an exercise in dance where the observer must remain immobile, awaiting the sudden displacement of every element in this floating archipelago.

The volume, depth, and selfsame form of said Work of Art, however, is also the void from which it emerges and through which it manifests itself as a sign of existence of the subtle intelligence of Human Beings, insofar that a semiotic cargo of symbols and meanings constitutes it as a system of communication of emotions and concepts linked to the profound understanding of the creative Artist himself.

We welcome you to this space, Mayagoitia; to this dimension where the enjoyment of Art and Culture is a practice linked to our society, given that we recognize that both are pillars where man rises up to look beyond the horizon, over which he advances toward the consolidation of his spirit and, therefore, the transcendence of his existential experience.

Yet, there is no effective method of translation and interpretation of these linguistic codes; rather, they result from the individual experience of each viewer; thus, what to some represents a Demigod, to others, constitutes a Temple while to others still, these are indecipherable questions that matter poses to us in its ongoing illusory transformation. Space, in and of itself, is an answer subject to the interpretation of every viewer. Jesús Mayagoitia is a tightrope walker suspended above all this, given that his sculpture is an echo chamber of contemporary aesthetic avant-garde movements, with the addition of an intimate definition of creative discourse: the sculpture is not in and of itself a Work of Art, but rather a manifestation that is also composed by the surrounding void it fits into, in order to thus attain a unique sensorial quality. This quality is the levitation that emerges in every work from his imagination and installs itself as a

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An introduction to Jesús Mayagoitia Director of the Museo Federico Silva Escultura Contemporánea Enrique Villa Ramírez

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esús Mayagoitia was born in Mexico City in 1948. He studied drawing for advertising, going on to complete Bachelor’s and Master’s degrees in Visual Arts at the Escuela Nacional de Artes Plásticas of the Universidad Nacional Autónoma de México.

that of ascribing as much importance to presence as to absence, to matter as to empty space; but once again, here this is taken to the extreme. I frequently have the impression that the solids are merely an excuse to establish the value of the hollows, that they exist only in function to them. The apparent ‘nothingness’ is what really matters...”

The artistic style that defines his work is inscribed mainly in geometric abstraction, the sculptural movement where he has obtained his greatest success that also may be used to describe the vast majority of his artistic output.

Many of Mayagoitia’s works express kinetic effects in which the participation and displacement of the viewer are fundamental. In these works, the artist compels us to execute a 360° turn around them, given that he provides the viewer with various perspectives or optic possibilities formed by the interstices and slots that gradually lend shape to his sculptures; that is to say, only when we circle around his sculptures in either direction, or make a visual “sweep” up and down, do we succeed in understanding the piece and the possibilities of its forms, space, and light. In this regard, Mayagoitia notes: “The presence of optical illusion has not only been the subject of my ongoing concern, it has also made me consider that in real space, concepts such as the dot, line, plane, volume, and space in and of itself are ‘unstable,’ because everything is susceptible to interchanging its dimensions, depending in this sense on the displacement or turning of the viewer...” However, some of his works, such as The Cascade, Summer, Autumn, and Fall, among others exhibited here, are, as the critic Teresa del Conde pointed out, “...symbolic and therefore, conceptual: they immediately say what the author has previously understood through observation and introspection... Hence, a passing event becomes a thing endowed with permanence and tangibility, so much so that it is possible to measure it.”

Geometry continues to be the universal tool for the ordering of space, hence, it is irreplaceable in the establishment of spatial relationships. And yet its expansion in the realm of sculpture was not achieved until the early 20th century, through the Russian Constructivists. Mayagoitia comments in this regard: “Formally, my work is sustained by geometry,” and adds, “When I started to work in the third dimension, I understood that real space finds its ideal representation in geometry...” and he continues by saying that “...geometry, in addition to allowing us to organize space, gives us the possibility of creating reasoned volumes.” Gilda Cárdenas comments with regards to the work of this artist, “As we can see, all possible virtual variants are achieved through geometrism.” Gonzáles Gortazar read a text during the presentation of the book published by the UNAM regarding the work of Mayagoitia at the 2017 Book Fair of the Palacio de Minería, assessing the work of this artist in broad strokes: “Another characteristic among many of the best sculptures of all time is

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12th Biennale of Young Artists in Paris, France in 1981; and in the year 2005, he formed part of the group of artists who participated in the exhibition 9X10, presented at the Centro de Arquitectura y Diseño of Mexico City, to name only a few.

Jesús Mayagoitia has not only completed sculpture in medium- and small-sized formats, such as some of the “doors” presented here, he has also completed work of an urban, monumental nature such as the UNAM Triad to commemorate the 40th Anniversary of the construction of University City in 1994; Metamorphosis of Black Gold, a commemorative sculpture honoring the 30th Anniversary of the Instituto Mexicano del Petróleo ; or Pyramid, a beautiful sculpted work twelve meters long that was exhibited, together with the work of other sculptors, in the year 2000 along Reforma Boulevard as part of the temporary exhibition called Spring 2000, among many others.

He has merited awards and recognitions both nationwide and abroad; notably the Henry Moore Grand Prix of the Utsukushi – ga – hara Museum of Japan (1987). He also received the sculpture prize of the 12th Contest for Young Art Students of Aguascalientes, Mexico in 1997. His work has formed part of major public and private collections here in Mexico and abroad since 1977. During different periods, he has been a member of the National System of Creative Artists.

Although architecture and sculpture are bound by origin, they satisfy different needs; however, they may in fact coexist, interact, and exert influence on one another. In this regard, the sculptor Mayagoitia has created works that also intervene in architectural spaces, or rather, interact with them, overlapping into a single element; such is the case of his work completed for the vestibule of the Instituto de Investigaciones Económicas of the UNAM in University City, known as Rain over the Bridge, from the year 2009.

It is, therefore, cause for joy here at the Museo Federico Silva Escultura Contemporánea to be able to host such an outstanding artist. We hope that all of our visitors enjoy this exhibition of sculptures presented to us by Jesús Mayagoitia.

As his chosen material, Mayagoitia prefers painted steel, falling back on two colors for the most part: black and white and in some cases, red, or occasionally orange or yellow, colors that, as Gilda Cárdenas states in her book published by the UNAM about Mayagoitia’s work, “complement the formal reading of the work, creating a mystique through the geometric composition in and of itself unaltered by anything whatsoever.” His academic curriculum is broad: he has taught Geometry, Graphic Design, Basic Design, and Urban Sculpture and has given the “Introductory Course in Sculpture,” all on different campuses of the Escuela Nacional de Artes Plásticas of the UNAM. As an artist, Jesús Mayagoitia has completed over 30 individual shows from 1978 to date, outstanding among which are: Metamorphosis of Space at Instituto Mora, Mexico City, 1992; and The Four Seasons, presented at the Museo de Arte Abstracto Manuel Felguerez in Zacatecas, Mexico in the year 20002. As for group exhibitions, he has formed part of over one hundred national and international shows. Worth mention is the 5th International Poster Biennale of Warsaw, Poland in 1974; the

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Jesús Mayagoitia and the Lassitude of Metal Luis Ignacio Sáinz

T here is no poet bolder or more daring than

ness and movement, appetites and instincts, reason and impulse. This is the greatest aspiration of art, and our composer of orderly and stunning parcels modestly borders on it, discreetly brushing up against it. A maker of forms, an invoker of dreams, an illusionist, when all’s said and done. Just one example suffices to prove my point: Vertical Space (painted steel, 600 x 170 x 120 cm.), housed at the Free Air Museum Utsukushi-ga-Hara (Ueda, Nagano; Japan), Gran Prix Henry Moore in 1987. 1

Francisco de Quevedo (1580-1645), even taking into account that such a statement is no small feat given that the Baroque was a “house of lunatics,” as Alfonso Reyes rated it. So much so, that he dedicated miscellaneous verse to every conceivable topic, parting from a summation of kingdoms eschatological and metaphysical, profane and sacred, living and fossilized. Among these, he composed some dazzling minutiae, darts that voraciously sought the bull’s eye, automaton machines capable of measuring time by surveying the disillusion and melancholy characteristic of verified schedules found lacking in spontaneity.

He creates by series, approaching specific themes and exhausting them through studies, studio exercises, formal assemblages. He attempts to encapsulate chance in his devotion to truth, understood as a rectified mistake. He is, therefore, a pragmatic artist who avoids losing himself in philosophies, although he does possess forceful, rotund ideas about what to do and how to do it. He does not tend to be in a hurry. Meticulously, he exhausts all projections of his calibrated imagination; he simulates the occupation of space and then, decides to outline, cut, assemble, weld, paint. He avoids lavish resources and wasted energy; moreover, he takes into consideration the conditions of installation and cohabitation of each work: whether landscape, as in his Pyramid (painted steel, 320 x 1600 x 120 cm.; Club de Golf Bosques, 2000), or architecture, as in his beautiful Rain over the Bridge (painted steel, 1100 x 700 cm.; Institute of Economic Research, UNAM; 2009).

In his sylva baptized Tower Clock, the trickster of Madrid, who would pass away in Villanueva de los Infantes, notably wrote: “Animated metal, / to which a daring, / industrious hand / has furtively granted seeming life...” And something similar has been forged and undertaken by Jesús Mayagoitia (1948), a serious, absorbed, yet sometimes pleasant and worthy heir to those subterraneous tamers of rock transformed into brass, or brass transformed into vital polyhedrons, or suspended geometries, or regular bodies, or symmetrical volumes... Indeed, a member of the lineage of those deities of flame and forge, summoned to their studio-kilns in geographical order: Hephaestus, Vulcan, Kagu-tsuchi, Ptah, Agni. It matters not that his compositions, parting from an accessible reality well within reach, convey his intent through the eloquence of silence and discretion, as if we were able to appreciate a taste for moving away from structure by taking on dynamics, the breath of life, by breaking into a run, or speech, or flight, or camouflage. Objects, hence, would desire to become subjects that take on conscious-

Such care and devotion for rigor make sense in terms of the quality of the final result, given that his interventions stand out for their discretion in terms of scale, color, and display. A good example of this is Triad UNAM (painted steel, 1500 x 200 x 180 cm.; across from the Olympic Stadium on the University City campus, 1994), commemora-

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ting the fortieth university of the construction of University City, coexisting in frank proximity to the emblematic work of the Route of Friendship of the XIX Olympic Games of 1968, The Runner by Germán Cueto2 (1893-1975), doubtless the father of modern sculpture in Mexico and a prominent member of Cercle et Carré (1929-1930, Paris, a group and magazine created by Torres García and Michel Seuphor). The metal’s sparingly used white delicately expands within the urban context: first, because it was raised to one side of the main thoroughfare, the Avenue of Los Insurgentes, on a sort of remnant of rocky terrain; second, because its verticality acts as a spyhole for the mural The University, the Mexican Family, Peace, and Youth Sports (1954) by Diego Rivera, which in turn acts as a fronton-shield gateway to the complex projected by Augusto Pérez Palacios in collaboration with Raúl Salinas Moro and Jorge Bravo Jiménez, initiated in March 1950 and inaugurated on November 20, 1952; third, because the circumventing elements, neither original nor contemporary to the construction process of our highest house of study, ought to respectfully obey the appraisal of the muralist of Guanajuato when he referred to the comment by architect Frank Lloyd Wright (1867-1959), expressed while visiting the athletic arena: the “most important building of Modern America.” 3 All things being equal, this outstanding sculptor demonstrates his patrimonial awareness. “I exhibit myself through my work,” muses Jesús Mayagoitia, generator of light bodies that aspire to float or, to be more precise, levitate; synthetic, minimalist, inclined to mistiness and to a certain degree, invisibility. Yet against the grain of his unique achievement, which consists of conquering the lassitude of steel, his transparency, the thought that animates his objectified fantasies, no longer as idealist sighs but rather as material exhalations, becomes strong, fulfilled, convincing. The discourse of his spatiality manifests and reveals a systematic reflection, Euclidean voyages and infinite immersions in Escherian tessellations. Zero improvisation; reclusion in the chambers of the quiet, disciplined, stubborn investigator; the kind who does not cease in his feverish endeavors until the puzzle proposed by the flight of his imagination has been solved in every composition. An igneous vocabulary, blazing and uncontainable, nourished by embers and coals. Hence, fire from fire, the sun; fire from water, the geyser; fire from

air, the lightning bolt; fire from earth, the hearth; according to the thermometer of Angélica Abelleyra.4 To his encyclopedic knowledge regarding figures and their metamorphoses may be added, in lieu of an identifying seal, his pre-Hispanicism: the capacity to salvage or isolate the genuine find, the technical novelty that articulates masses and confers upon them seeming animation, a slight shake to the magnificent blocks of basalt or Aztec andesite of Toltec inspiration. The artist never fails to evoke his visits or pilgrimages to the Mexica Salon of the Museo Nacional de Antropología, an eternal return to the origins of a volumetric spatiality that is dear to him. There, he takes pleasure in the peculiarities of the remedies developed by the ancient Mexicans to resolve highly complex challenges of carving and manufacture in the great monoliths of that amazing civilization. The stony women of the celestial dome: Coatlicue, the earth; Coyolxauhqui, the moon; Tlatecuhtli, the devourer and birther of death and life; adorned with serpents, snails, crossbones, and skulls. Jesús Mayagoitia takes on a resistance to the pillaging and destruction of the past. He breathes the poetry of León Felipe5 (1884-1968) and awaits an opportune moment to settle accounts: With the sacred stones of fallen temples fine gravel was made using the long hammers of analytical stonecutters. Afterwards, over this gravel was poured the black and viscous asphalt of pessimism. And now... Now, with this strange blend avenues and roads have been paved down which the rattle of hope quickens its beat. Far from ideologizing, his three-dimensional signs recall (and exhibit) banality, given the intellectual force -without eclipsing the emotiveness- that acts as their foundation, and that has a tendency to encode its scope in the names or titles designating them. Elegant, circumspect, direct allusions that are the sworn enemies of theatrics and its corollaries, false sophistication or the pretension of


refinement. If a sculpture is a season (Summer, Autumn), a deity (Coyolxauhqui, Huehueteotl), a natural phenomenon (Rain, Snow, Cascade) or a recognizable entity (Volcano, Star), this may be indicated without fuss; likewise, should it refer to a narrative structure (Eros I and II, Dance and Acrobacy, for example) or an allusive or metaphoric object (Kaleidoscope, Flower and Song). Hence, his abstraction is identified with an economy of constructive elements, the elimination and/or compaction of subjective gestures and sentimental traces, rather than any semiotic concealment. A sensitive, sensual rationality that dialogues with the senses and the sifting characteristic of perception. In summary, he is a “revolutionary of reason,” to borrow the epithet Alfonso Reyes used to describe Juan Ruiz de Alarcón, one that without hyperbole may be applied to Jesús Mayagoitia, a conspicuous and talented inventor of unknown realities: one who sounds the “rattle of hope.”


Sculpture is Serenity, Sculpture Is Vertigo Graciela Kartofel

Sculpture is serenity, sculpture is vertigo; it is both

interior and exterior. It is the ongoing three-dimensional presence that individual artists have expressed over the years in so many different ways. In any given work of art, this aspect, this difference, becomes as theoretical as it is poetic, as technical as it is transcendent. Therefore, I must clarify that I do not refer here to uniformity, but rather to something superlative. It is not the measurements that intervene; nor is the perfection of the sculpture representative, if that were the language being conveyed; nor is it all about which geometric bodies are being interlocked, if such were the case, nor the scale the artist chose to work on; but rather, the inexplicable nature of what he is able to develop through his talent and experience. Jesús Mayagoitia was born with vocation and conviction in 1948. He belongs to the discipline of sculpture, highly developed in Mexico since the pre-Colombian era. This artist’s professional career coincides with numerous contemporaries who are also dedicated to geometry and abstraction. Because of this, among other reasons, there are some who believe that the artists of this period create works that are very similar. Other arguments suggest that it is easier for people to recognize a human figure, a tree, or any other familiar representation than it is for them to identify a parallelogram or an octagon. Within the bloc of sculptors active during this period, some have carved out a niche for themselves as diverse and unique, while others have failed to stand out from the crowd. In broader terms, let us not forget that it is no coincidence that civilizations are characterized by three periods: primitive, classic, and decadent. The origins are unfailingly primitive and rigid; the summit achieves new developments; the decline entails the most exalted forms of expression or rupture. Both

the Greeks and the Mayans bequeathed examples to us of these stages, which may encompass moments or centuries, or contain various sub-periods. “Decade after decade, Mexico produces numerous artists dedicated to abstraction and geometry who opted for synthesis and experimentation in their subject matter and materials, thus distancing themselves from historic narratives and lessons. It is in their smaller-scale sculptures where the risks and variety begin to manifest themselves. Such changes may be pinpointed initially in the decade of the 1940s -with certain forerunners in the 30s, such as Germán Cueto, who returned from Europe having soaked in the avant-garde movements with which he interacted.”1 Non-conformity, explorations beyond muralism and academicism, and the arrival of European artists escaping from World War II as well as those who arrived under different circumstances all converged in mid-century Mexico. And two decades later, in the 1970s, numerous experiences took place where geometry became a factor that has since encouraged and modified sculpture. The sculpture of Jesús Mayagoitia finds distinctive elements in the edges and planes that comprise its verticality and movement. Through this syncopated composition, he achieves the creation of light in his sculptures. But the factor that distinguishes the work of Mayagoitia is, above all, the inner space of his works. One phrase does not contradict the other; rather, his visualization of the structure is explained, as well as the poetic transcendence that emerges from the originality of the artist’s conceptualization.

(1)Graciela Kartofel: Abstracción Geométrica en América Latina, Ed. ArtNexus – UBS, 1st edition 2013, pp. 186-187.


His works are not frontal; on the contrary, they provide incentive for gyroscopic viewing and in many cases, may be physically or visually explored. Even in some of the mural bas-reliefs that he has completed, such as Plesa Energy, an original dynamic is palpable. In this 2012 sculpture, he arrives at a particular dynamic that bizarrely conveys an ornamental character, alluding distantly to surrealism and contributing to abstract and organic neo-deities.

The artist reflects on space and how best to organize it. In this sense, he finds that the optimum way is through geometry. With acuteness and subtlety, Jesús Mayagoitia works with steel that in the final stage, becomes painted steel. He appreciates it as a highly resistant material that in turn, allows him to produce a variety of forms and movements. This material allows the artist to execute impeccable works, where the purity of forms ensure their eloquence and range of expression. While gazing at his sculptures and dedicating sufficient time to their contemplation, given that the aforementioned steel they are made of is a very strong material, a peculiar harmony and perfection may be perceived. These are not cold works; they are geometric articulations with a certain imperceptible organization that could be called cadence, flow, or even energy.

With the same individual distinction that every one of his sculptures merit, Rain over the Bridge (2009) opens up a three-fold category: applied sculpture, expanded sculpture, accessible sculpture. Applied, because it has a function; expanded, because it surpasses the methodology that refers to bas-reliefs, freestanding, or full bulk sculptures, as well as public and monumental sculptures, not to mention all those other variants that have circulated since antiquity up until the mid-20th century. And Rain over the Bridge is also an accessible sculpture, because it complies with joining two segments of a house of study. This is a case contrary to that of so much architecture today, where architects expand their constructions until they are transformed into sculpture. Jesús Mayagoitia reaffirms geometry, thus expanding the concept of a subtle and spatial sculpture.

When Jesús Mayagoitia draws, he takes into consideration the flexibility of rigidity, the flow of facts, edges and angles. He analyzes the variants in an orderly fashion and attempts to discover half-hidden problems that he prefers to note before the laborious cutting and construction process begins. What concerns him is the purity of form: color doesn’t matter much. He does not want to conceal anything or fantasize through color. That is the reason why so many artworks throughout his career are white. In over three decades as a professional, Mayagoitia has completed numerous large-format works under commission, predominantly for exteriors. Through this language of subtle geometry, he ratifies that geometry is not solely rigid or rigorous in its expression. There are works such as Rain or Snow -both from 2001- that manifest a subtlety of forms with regards to what the title conveys, without forcing anything, even surpassing metaphor. Everyday life and nature are summoned because in everything, there is geometry. Like Volcano, there are sculptures by the artist that address closed, forceful bodies. When Mayagoitia approaches the seasons of the year, in Summer he shows us what heat inflicts upon even the most resistant presence. Since boyhood, he marveled at the pre-Hispanic cultures that he continues to respect and occasionally allude to in circumstances and titles such as Fretwork (2004) or Huehuetéotl (2014). His sculptures, one might very well say, create spaces that stir the imagination.

Graciela Kartofel Mexico – New York – San Luis Potosí Catalogue text dedicated to Jesús Mayagoitia for the exhibition at the Museo de Escultura Federico Silva, San Luis Potosí, Mexico

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Jesús Mayagoitia: biography Jesús Mayagoitia was born in 1948 in Mexico City.

Planes and Vertical Volumes (1978), Metamorphosis of Space (1992), The Sculpture of Jesús Mayagoitia (1992), Three-Dimensional Shadows (1994), Modular Sculptures (1996), Geometric Abstraction (1997,) and The Sculpture of Jesús Mayagoitia (1999).

He studied advertising drawing at the Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). In 1977, he completed a degree in Visual Arts at the same house of study, where he has taught seminars in geometry, graphic design, and basic design. He currently acts as a full-time professor of the courses Metal Sculpture and Urban Sculpture. Since 1997, he has been a member of the National System of Creative Artists.

Throughout his career, he has garnered recognition both in Mexico and abroad. The most important of these is the Henry Moore Grand Prize he received in 1987. His sculpted works employ mainly the technique of painted steel for the elaboration of monumental works, situated for the most part in public spaces: Columnas Interlomas (1992), Columnas de Real de Tabachines, Triada UNAM, works commemorating the 40th Anniversary of the construction of University City (1994), Metamorphosis of Black Gold, works commemorating the 30th Anniversary of the Instituto Mexicano del Petróleo (1995); Anniversary Encounter, works commemorating the 20th Anniversary of the Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, the Tribute to Luis Barragán (1997) , Dance and Acrobatics located in the Zaragoza Faculty of Higher Education of the UNAM, UAT Gateway and The Lighthouse (2006 and 2008) at the Universidad Autónoma de Tlaxcala, and Rain over the Bridge (2009) at the Institute for Economic Research of the UNAM. He also has produced urban art for the Latin America Plaza of Camberra, Australia and in 2012, he created his large-format mural Plesa Energy, which belongs to the Plesa Anáhuac collection. Also notable is his series of Doors completed in the year 2005.

His first participation in a group exhibition took placed under the framework of the 5th Poster Biennial held in Warsaw, Poland, in 1974. This was followed by a considerable number of group exhibitions, outstanding among which as the 12th National Contest of Visual Arts for Students held in Aguascalientes in 1977; the First National Triennial of Sculpture at the Gallery of the Auditorio Nacional in 1979; the show 3 Years of the National Salon of Visual Arts in 1980; the 12th Youth Biennial, in Paris, France, in 1981 and 10 Master Sculptors of San Carlos at Casa del Lago in Mexico City. Also of particular relevance was the exhibition of his works to mark the occasion of the 5th Henry Moore Grand Prize Exhibition, celebrated in 1986 at the Utsukushi-ga-hara Open Air Museum of Japan. In subsequent years, his work has been exhibited in important venues such as: Palacio de Bellas Artes, Museo de Arte Moderno, Museo Universitario del Chopo, Galería López Quiroga, Museo de Ciencias y Artes of the Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), and the Academia de San Carlos in Mexico City, as well as the Museo Monterrey, Museo Manuel Felguérez of Zacatecas, Museo Federico Silva de San Luis Potosí and the Museum of Latin American Art of Long Beach, California. In 1993, he participated in the show Mexican Sculpture from the End of the Millennium presented in Ostende, Belgium to mark the occasion of the Europalia Festival. To date, he has held a great many individual exhibitions, outstanding among which are

His works form part of the collections of various national museums, such as the Museo de Arte Contemporáneo de Aguascalientes, Museo de Arte Moderno, Museo Universitario de Ciencias y Artes of the UNAM, Museo de la Secretaria de Hacienda, and the Universidad de las Américas. His work forms part of the archives of the Utsukushi-ga-hara Museum in Japan and of the Universidad Nacional de Cuyo in Mendoza, Argentina.

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Escanea el cรณdigo con tu celular para ver el micrositio de la exposiciรณn. O entra al link: www.museofedericosilva.org/mayagoitia


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Museo Federico Silva Escultura Contemporรกnea

14 Septiembre 2018 | 20 Enero 2019


Espacios Modelados | Jesús Mayagoitia Derechos reservados

2018 Museo Federico Silva Escultura Contemporánea

Derechos reservados de la exposición y de esta publicación: 2018 Museo Federico Silva Esculura Contemporánea. Álvaro Obregón No. 80, Zona Centro, San Luis Potosí S.L.P. 78000 México

CRÉDITOS DE LA PUBLICACIÓN Editor responsable: Museo Federico Silva Escultura Contemporánea Diseño editorial: Verónica Lorena Guevara Barragán Fotografía de obra: Pedro Hiriart Traducción: Tanya Huntington

ISBN: En trámite Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, archivada o transmitida en forma alguna por ningún método (electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación, escaneo o cualquier otro), excepto por breves citas para fines de estudio o análisis, sin previa autorización escrita del editor. El escaneo, transmisión y distribución de esta publicación vía internet o cualquier otra vía sin autorización, es ilegal y sancionable por la ley. Por favor no participe ni promueva la piratería de material reservado. Impreso y encuadernado en México.


Éste catálogo se terminó de imprimir en el mes de Septiembre de 2018 en Exel Servi Gráfica S.A. de C.V., Democracias 61-A, Col. San Miguel Amantla, Del. Azcapotzalco, México, D.F., C.P. 02700. Tiraje: 1,000 ejemplares. En su diseño se utilizaron las familias tipográficas “Baskerville” y “Gill Sans”.



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