"Doble doblez" | Manuel Marín

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MANUEL MARÍN


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Directorio

Museo Federico Silva Escultura Contemporánea

Gobernador Constitucional

Dirección general y curaduría

del Estado de San Luis Potosí

Enrique Villa Ramírez

Juan Manuel Carreras López Asistente de dirección Secretario General de Gobierno

Oricel del Carmen Muñoz Araujo

Alejandro Leal Tovías Dirección administrativa Oficial Mayor

Francisco Oñate Fraga

Elías Pecina Rodríguez Equipo administrativo Secretario de Finanzas

Ma. Adriana Martínez Rocham

José Luis Ugalde Montes

Lourdes Alejandra Rodríguez Martínez Lourdes Elizabeth Pacheco Quijano

Secretario de Cultura Armando Herrera Silva

Difusión Daniel Portillo Rosales Taquilla Alma Diana Flores Hernández Museografía Aldo Edmundo Arellano Paredes Servicios educativos Rosa Elena Guillén Lagunes Equipo técnico Humberto García Carrizales Carlos Omar González Pérez Abraham Jaime Barrón


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MANUEL MARÍN —DOBLE DOBLEZ Derechos reservados ©2016 Manuel Marín Derechos reservados de la exposición y de esta publicación: ©2016 Museo Federico Silva Escultura Contemporánea Álvaro Obregón No. 80, Zona Centro, San Luis Potosí, S.L.P., 78000 México

Créditos de la publicación Editor responsable: Alejandro Castillo Vázquez-Vela Fotografía: Bernardo Arcos Diseño editorial: Rocío Mireles Traducción: Nancy Saldaña Treviño

ISBN: 978-5989-02-8 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, archivada o transmitida en forma alguna por ningún método (electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación, escaneo, o cualquier otro), excepto por breves citas para fines de estudio o análisis, sin previa autorización escrita del editor. El escaneo, transmisión y distribución de esta publicación vía internet o cualquier otra vía sin autorización, es ilegal y sancionable por ley. Por favor no participe ni promueva la piratería de material reservado. Impreso y encuadernado en México.


Contenido Table of Contents

La lúdica lucidez del arte

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Juan Manuel Carreras López

Dimensión emocional de lo fantástico

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Armando Herrera Silva

Metáforas, sueños y fantasías

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Enrique Villa Ramírez

Manuel Marín

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Luis Ignacio Sáinz

El arte ambiguo de Manuel Marín

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Raquel Tibol

Marín - Magaña

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Teresa del Conde

La promesa cumplida

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Fernando González Gortázar

La piedad visual de Manuel Marín De limosneros en el arte

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Luis Ignacio Sáinz

Trayectoria

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English Translation

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Catálogo de obra

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La lúdica lucidez del arte En cada obra de arte, cuando cumple con nuestros cánones académicos, técnicos, críticos o puramente sensitivos, lo que descubrimos es el reflejo de nuestro propio asombro —emocional o intelectual— ante el discurso creativo de quien convoca nuestra mirada al objeto de arte. Dada la profunda y sensible correspondencia natural que existe entre creador y espectador, el diálogo que se desarrolla entre ellos, la obra de Manuel Marín constituye una suerte de experiencia lúdica. El juego, dice el artista, es la primera forma de entendimiento del mundo, un entendimiento con placer y muchos artistas se valen de juegos de representación donde la realidad forma parte de la existencia. Bajo esa perspectiva del paisaje que se obtiene de unir los horizontes de lo lúdico y lo lúcido, es que podemos acercarnos a disfrutar la obra plástica, escultórica y conceptual de Manuel Marín con placer casi infantil, pues en cada una de sus creaciones podemos percibir el espíritu del asombro que, a pesar de su madurez, lo emparenta con un niño que juega a crear universos visuales. Raquel Tibol, dice que Manuel Marín practica “un arte ambiguo, abierto a diversas interpretaciones”, lo cual nos conduce a seguir creyendo que el arte es, al final, una fuente de emociones cuyo surtidor es la belleza en que podemos satisfacer nuestra sed de felicidad. Queda abierta, en manos y ojos del lector-espectador, esta invitación a ser partícipes del encuentro maravilloso entre la abundante imaginación de Manuel Marín, hacedor de personajes fabulosos que habitan espacios fantásticos, y el arte de jugar con cada uno de ellos como si fuesen las piezas de un ajedrez mágico. Juan Manuel Carreras López

Gobernador Constitucional del Estado de San Luis Potosí

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Dimensión emocional de lo fantástico Para Manuel Marín el juego en las artes plásticas es la expresión de la conciencia. En el universo de Manuel Marín, siempre en continua expansión, el concepto de creación gira enlazado con el concepto de novedad, con una cadencia de espirales genéticas únicas, pues cada una de sus obras es irrepetible y comparte una narrativa espacio-temporal con seres que abrevan en el mismo oasis estético. Con la mirada puesta en el movimiento perpetuo de sus esculturas y composiciones multidimensionales, nos convertimos en testigos de una experiencia lúdica, casi sobrenatural cuando contemplamos, con asombro, el súbito tránsito de toda una genealogía de seres cuya creación es reflejo del genio de un artista en permanente plenitud creativa: los objetos de los cuales la sombra angular es la pregunta, el reto intelectual, la presencia innegable de un acto de inteligencia. Del trabajo de Manuel Marín, Teresa del Conde reflexiona “cómo nos vamos convirtiendo en sus cómplices y hasta en posibles lectores de las ideas que rondan sus obras”. Manuel Marín es, tanto para críticos especializados como para espectadores comunes, una especie de mantra que funciona como amuleto de buen sino, o como una clavícula que abre ese espacio inter-dimensional que separa al nuestro de su universo, hecho de espíritus materializados como objetos de arte. Armando Herrera Silva

Secretario de Cultura del Estado San Luis Potosí

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Metáforas, sueños y fantasías Poseedor de un lenguaje muy particular, Manuel Marín trabaja, principalmente, el acero al carbón, la madera y el papel, entre otros materiales; el dibujo y el color, sumado a sus diseños, otorgan a su obra un mágico dinamismo. Marín es sobre todo un artista: pintor, escultor, dibujante, ingeniero ingenioso, filósofo y matemático, creador de sueños y fantasías que parecieran juguetes intelectuales cargados de metáforas rebosantes de gusto por la vida, que oscilan entre la ironía y el sentido del humor. Su creación lúdica geométrica nos remite a la reflexión, al sentido poético y al goce estético. Nacido en la Ciudad de México, en el año de 1951, estudia la carrera de pintura en La Esmeralda del Instituto Nacional de Bellas Artes, Ingeniería Mecánica, y una maestría en Matemáticas Aplicadas; sería muy extenso glosar aquí todos sus logros artísticos, baste decir que ha tenido un número considerable de exposiciones colectivas e individuales en México, en los Estados Unidos, Canadá y Brasil, así como en Europa y Asía. Es miembro de número de la Academia de Artes y pertenece al Sistema Nacional de Creadores. No quisiera dejar de destacar en este breve recuento, su labor dedicada a la niñez, a través de talleres diseñados por él, para que las nuevas generaciones puedan crear escultura en papel, acercándolos de manera sencilla al mundo de la creación artística. El Museo Federico Silva, espacio especializado en escultura contemporánea, ha asumido con responsabilidad y emoción social el compromiso de exhibir y mostrar la producción escultórica de los más destacados creadores de este arte; es por ello que nos emociona tener esta magnífica selección de la obra de Manuel Marín en la exposición que hemos denominado “Doble doblez”, por ello le damos la más cordial bienvenida a San Luis Potosí y a este espacio cargado de energía positiva. No me resta más que agradecer al Maestro Manuel Marín y a su esposa y asistente Enca, todo el apoyo recibido, para que la población potosina pueda disfrutar de esta magnífica obra. Estoy seguro que los visitantes al Museo y nuestro público infantil con sus familias disfrutarán de esta magna exposición.

Enrique Villa Ramírez

Director General del Museo Federico Silva

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HOMENAJE A MARDONIO MAGAร A, 2016 Lรกpiz de color y grafito sobre acero al carbรณn La

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Manuel Marín Luis Ignacio Sáinz

Artista de formación científica que está dedicado en cuerpo y alma a interrogar la naturaleza y el comportamiento de la realidad y sus componentes; hasta en tanto los misterios que le siembra su mirada no sean resueltos conceptualmente, el lápiz o el pincel, las manos mismas, reposarán esperando su tiempo oportuno. De allí que no debe sorprendernos que quien irrumpiera a la vida en 1951 haya tomado primero los “hábitos” de la ingeniería mecánica y después de las matemáticas, y ya armado de razones emprendiese sus esponsales místicos con la estética en La Esmeralda, donde se habilita en los oficios y las disciplinas de las artes visuales. No estará por demás subrayar que siempre fue estudioso, conquistando el palmarés de alcanzar el más alto aprovechamiento en todas las carreras que emprendió, y lo sigue haciendo pues entre sus distinciones sobresale su membrecía a la Academia de las Artes y su reiterado reconocimiento por el Sistema Nacional de Creadores Artísticos. Ha cultivado además, la docencia a nivel licenciatura y maestría en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) y San Carlos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Manuel Marín deambula en los senderos de la reflexión. Para él crear y pensar son caras de una misma moneda. Quizá el refinamiento al que ha extremado ésta su condición esencial, justo la de conciliar preocupación intelectual y ocupación estética, lo convierten en un heredero natural de los tlamatinime, “los que saben algo” o “los que saben cosas”, los distinguidos sabios que profesaban la enseñanza en el Calmécac. Su visitación a las fuentes de las mitologías lo singulariza, abreva en esos

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conocimientos sensibles, lo mismo da si responden al mundo mexica o a la civilización grecolatina, para glosar sus emblemas, resignificando sus constelaciones de sentido. En materia de convidar los resultados de su quehacer, la capacidad de imponerle ataduras a la fantasía, su errancia sin fin comienza en 1974 con su primera exposición; desde entonces ha superado con creces el centenar de ellas, manteniendo esa su capacidad única de asombrar e incluso sembrar pasmo. Tampoco se resiste a participar en muestras colectivas, donde su participación es constante. Ha demostrado un interés profundo en trabajar en cuerpos colegiados, baste evocar su paso por Grupos Marco, Solidarte y Algo Pasa. Asimismo, es animador de muy diversas iniciativas de reflexión y ocupación plásticas; entre ellas: Aquí, Primera y Segunda Bienal de Escultura Imaginaria (cápsulas de transmisión radial), DaD, Homenaje a Edvard Munch a

150 años; El Greco, entre un infinito etcétera. Creador integral que en materia tridimensional se ha abocado al desarrollo de esculturas planas, dibujadas, móviles y armadas. Por si fuera poco, destaca en la escritura, tanto a nivel de investigación teórica como en la atención a los primeros lectores. Entre sus títulos deben citarse: Espacios y Cosas, 1994; El tiempo de la pintura, 1996;

Intenciones del Ver, 2000; Imagen, 2007; Mirada, 2010; Endimión, 2012; Tzompantli, 2012; Animales en el agua de papel, 1996 y Animales en el aire de papel), serie de entes suajados y armables; La Caja Maga, 2005; Primavera, 2006; Juan O´Gorman, Un autorretrato pintándose, 2006; Bichosos, 2009, Tortugas en el espacio de papel, 2013.

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CABALLOS DE MADERA, 2013 Lรกpiz de color y grafito sobre madera laqueada La

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El arte ambiguo de Manuel Marín Raquel Tibol

Durante las últimas décadas Manuel Marín (Ciudad de México, 9 de septiembre de 1951) ha practicado un arte ambiguo, abierto a diversas interpretaciones, tanto por su ascendencia estilística como por la mezcla de géneros cuyas convenciones tradicionales desafía. El dibujo y el color, con su propia autonomía, descansan en un soporte metálico no neutro, sino caracterizado por una ambigüedad propia resultante de una suma de planos bidimensionales cuyos perfiles actúan como dibujos diferentes a los lineales. Dibujo más dibujo, plano más plano y colores –cuando los hay– en tonos contrastados para avivar la dinámica implícita de las formas o acentuar la evidencia de su quietud. Prolífica variedad articulada y estructurada para existir como construidos volúmenes abiertos. Pintor, escultor, dibujante, matemático, maestro, adicto a la filosofía, practicante de algunas alternativas del arte conceptual y diseñador de juguetes no fáciles de armar. Manuel Marín demuestra con sus obras cuán intercambiables son las categorías estéticas, frecuentadas por él a veces con espíritu lúdico y otras con preocupaciones metafísicas. Sus individuos, animales, vehículos y objetos están insertos en un proceso morfológico engendrado para experimentar un diálogo autotransformador con la naturaleza y la realidad. Desde una perspectiva algo escéptica genera formas que le permitan comprender mejor el entorno físico, al que sus sentidos poéticos han privado de la fortaleza y de lógica. Sus criaturas se desparraman en el espacio como títeres que hubiesen perdido las cuerdas. Son a un mismo tiempo graciosas, ridículas, grotescas. Los cuerpos y los ritmos generados por Marín son metáforas en torno a la debilidad. Sus esquemas elegantes, refinados y sutiles

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parecieran haber intentado exaltar algo semejante a la fuerza o a la belleza convencionales, pero en el proceso se interpuso un sentimiento de carga ambivalente, semejante al de Constantin Brancusi cuando exclamó: “En escultura, los hombres desnudos no son tan bellos como los sapos”. Como humilde humano el adulto Manuel Marín se convierte mentalmente en niño para limpiarse de ideas trascendentales y racionalistas, y lo hace con no disimulada sofisticación. Su juego con la inocencia y la simplicidad está preñado de complicaciones constructivas en busca de volúmenes no estáticos. Sus angostas torres no son columnas de naipes susceptibles de ser tumbadas al primer soplo porque los tres planos aserrados que las integran están bien arqui-tecturados y la polivalencia visual bien servida gracias a seis caras pintadas y dibujadas expresamente para la transfiguración. La práctica de un lenguaje propio no lo desarraiga del pasado. Marín cultiva la manera tan consciente como renovadora, vinculaciones con el futurismo y el surrealismo. Al futurismo lo liga la necesidad de darle simultaneidad a varios fenómenos perceptivos, la conjugación y la mezcla de fases, la desvinculación del volumen y la masa, así como la penetración del cuerpo escultórico en el espacio. Las delgadas placas metálicas le dan al actual trabajo de Manuel Marín la adecuada tenuidad o inmaterialidad requerida por su burlón acercamiento a la realidad. Con formas claras, definidad y vivaces él acude a la ambigüedad para preservar la no acomodaticia energía de la provocación.

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EL HOMBRE DE LA ESQUINA, 2007 Acrílico, lápiz de color y grafito sobre acero al carbón La

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Marín - Magaña Teresa

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Buscando en mi ordenador el nombre de Manuel Marín y la referencia que de él tengo, cuento en mi haber con más de 16 artículos de autoría que le he dedicado, algunos corresponden a libros suyos que he reseñado y otros a comentarios sobre exposiciones. Ahora tengo a la vista una modalidad no antes abordada. Por sugerencia e invitación de un importante museo canadiense, le ha solicitado un conjunto que en cuanto a temática está vinculado al escultor mexicano Mardonio Magaña (1866-1897). “Cuando la gubia muerde/ porque el mazo pega bien a la canal dura/ produce calidad justa en la superficie… Este ranchero aprendió de Dios Padre a soplarle a la materia….” (Diego Rivera sobre Mardonio Magaña. En Escuela Mexicana de Escultura. Maestros Fundadores. Palacio de Bellas Artes, 1990.) Sin pretender situarse en las vanguardias, y se dice que sin valerse del dibujo, Magaña: valorizó de manera sesgada los valores culturales de campesinos, gente que se reunía en tabernas, madres, familias, cantinas “que muestran una apariencia burda y primitivista, al mismo tiempo que estilizada”. El hecho es que todo aquel entrenado o no en historia del arte del siglo XX que ve piezas de Mardonio Magaña se fascina con ellas. Manuel Marín distó de ser la excepción, las trasladó a su propio lenguaje sin necesidad de estilizar, sólo de analizar morfologías a través del dibujo y luego mediante sus procederes habituales de taller y de factura, obedeciendo al material predilecto, liso y plano y luego dibujado, que Manuel suele imprimir a sus creaciones destinadas a integrar unas escenas que están en vilo entre la instalación y acaso el maquetismo teatral sin querer ni pretender que esto último sea un hecho del todo perceptible, ni una citación directa. Entre 1910 y 1911 Magaña se trasladó a México con su familia y encontró trabajo de conserje en la escuela de pintura al aire libre de Coyoacán. Se topó con su coterráneo Diego Rivera (ambos nacidos en

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el Estado de Guanajuato, Diego en la ciudad y Mardonio en una granja). Diego lo presentó con sus propios clientes y modelos y consiguió que mostrara una exhibición en el no del todo terminado Palacio de Bellas Artes en 1934. Por su parte, Marín en su libro Animales de papel en el aire (ed. Petra, Guadalajara) anota que “todo lo que vemos lo entendemos como dibujos que se construyen en el aire”. ¿Será que tiene alucinaciones o por lo menos ciertas perturbaciones de la percepción? No lo creo así, aunque me complacería que así fuera. Lo que le sucede es que no puede controlar bien su apetencia de conocer y analizar el espacio hasta donde sus facultades y sus conocimientos se lo permiten. Yo no soy la única persona que ha leído con cuidado los 5,021 aforismos que integran su libro titulado Imagen. Y como lo he leído y sé más o menos donde encontrar las alocuciones o palabras que ahora me sirven para redactar este brevísimo comentario, se dónde encontrar lo que quiero, en ese mismo libro Manuel afirma: “pero la imagen no es nada”. ¿Qué si sería algo? Tal vez la resistencia que pone el material al ser manipulado, sea al delinearlo, al cortarlo, soldarlo o doblarlo, y sobre todo al dotarlo de una función que en cierta medida es la misma que la del papel , pues lo convierte en soporte, sin por ello prescindir de una de sus obsesiones: el uso casi esotérico del soporte (tal vez ha leído el Talmud) y la disposición que como artista-adulto de tónica interdisciplinaria mantiene desde muy joven hacia toda experimentación que tiene su origen en un impulso infantil: el juego. Hay infantilismo escondido en el espíritu adulto en algunas de las construcciones de este plurifacético artista que es también matemático y está poseído además, como es lógico, por un espíritu filosófico, yo hasta me pregunto si no será espiritista, pero eso sólo lo sabría su difunto colega José Clemente Orozco, que sí lo era.

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JARDIN, 2014 Acrílico y grafito sobre acero al carbón La

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La promesa cumplida F e r n a n d o G o n z á l e z G o r tá z a r

Hace (quizá) cerca de cuarenta años, Juan García Ponce escribió a propósito del trabajo admirable de Roger von Gunten, un texto que llevaba un título iluminador: “El arte como promesa de felicidad”. Esa idea me conmovió profundamente; tanto, que se convirtió en parte de mi ideario. El arte como promesa de felicidad para quien lo hace y para quien lo vive: ¿qué quiere decir eso? Lustros después, y ya por un buen tiempo, he encontrado en la obra de Manuel Marín una posible respuesta. Al enfrentarla, siento que me reconcilio con un mundo que repentinamente se torna bueno, diáfano y verdadero; y al mismo tiempo complejo, inquietante, rico y profundo. Un mundo en el que los hombres y nuestros sentimientos, la naturaleza y el arte, formamos una alianza que hace que la vida tenga caso.

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Ese ensueño fraterno y bien avenido logrado por Manuel, es también enigmático y contradictorio. Se trata de un universo a la vez conocido e inédito, una suerte de patria universal. La patria es el lugar primero en el que abrimos los ojos y la mente, en el que aprendimos cómo relacionarnos con una realidad indescifrable; es por ello que la patria de todos es la infancia. Yo soy abuelo, y a través de serlo he vuelto a descubrir lo que la infancia significa: entrar a la vida con buena fe y con todas las cartas a la vista, asumir el aprendizaje y la sorpresa como norma perpetua, saber que los tropiezos sirven para levantarse, fascinar a los otros sin buscarlo… Todo esto lo hallo en el arte finísimo de Manuel Marín. Es un mundo de infancia, no lo dudo, pero lo es también de inteligencia, de equilibrios sutiles y precarios, de suave poesía, de brillante invención.

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LA SEÑORA DE LAS MOSCAS, 2007 Acrílico, lápiz de color y grafito sobre acero al carbón La

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La piedad visual de Manuel Marín De limosneros en el arte Luis Ignacio Sáinz Uno de los rasgos más sobrecogedores de las virtudes consiste en articular, por su presencia eficaz, a los sujetos que implica; en apariencia polos de un flujo, cuando, en realidad, devienen y funcionan en calidad de estaciones. Esto las convierte en movimientos o procesos complejos. Así, limosnero califica por igual al donante y al beneficiario, no hace distinción alguna. “Del hombre limosnero, Dios es despensero”, sentencia el refrán con atinada razón. Y cuando se trata de asuntos mundanos los artistas plásticos se encaraman en los altares de la caridad estética, brindándose para cubrir las necesidades de los fisgones o mirones, esos seres hambrientos de belleza e inteligencia que, al no poder proporcionárselas a sí mismos, la anhelan de los creadores. La aguardan, persiguen, adquieren o rondan, siempre por sí mismos ya que pretenden saciar un apetito único e intransferible, casi indecible, el del gozo generado por la limosna pictórica o tridimensional. En ocasiones, incluso, los fabuladores de mundos imposibles asumen el conjunto de quehaceres que exige y supone semejante itinerario propio de las afecciones del alma. Resultan goznes para hacer la vida más llevadera. Manuel Marín pertenece a esta estirpe, la de quienes se ofrecen en sus composiciones a manera de bálsamo salvífico frente a los horrores del mundo. Nada importa la materia utilizada o reconvertida: papel, acero al carbón, madera, bronce. Lo decisivo reside en el desfile de portentos, conjuros, personajes y tramas que urde a partir de su fantasía y erudición. Tan sutil voz proviene del latín eleemosy̆ na, siendo su origen griego ἐλεημοσύνη: piedad, compasión, caridad. Y vaya que la ejerce sin propo-

nérselo conscientemente este hacedor, pues recatado por naturaleza, contenido por formación, huye de la arrogancia de esos que se saben diferentes por lo que inventan y plasman. En su caso, y anclado en motivos de diverso calibre, le da la espalda a la tentación de rivalizar con la realidad; sienta sus dominios en la prudencia jaspeada de ironía, quizá de humor. Prescinde, entonces, del empeño acaso inútil –hoy día– de clonar

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fragmentos y gangas de la naturaleza o de la historia, justo para formular un estado de cosas propio, sólo autorreferencial, evanescente y límbico (del latín limbus, que significa borde o límite). Arte de frontera, entre lo humano y lo animal, lo cósmico y lo terrenal, que se diluye en su misma condición de fábula: ficción que desafía las moralejas y las consejas, desdeña a los Esopos, Lafontaines o Samaniegos, centrándose en la promesa de azorar y conmover, salpimentada de felicidad e irreverencia. Sus obras constituyen “estatuas inusitadas, esculturas sinuosas”, en la acepción de Margo Glantz cuando escribe sobre la serie y exposición La señora de las moscas1 (Museo José Luis Cuevas, 2008). Abolición de las especies arquetípicas, surgimiento de los más sorprendentes apareamientos y sus progenies, donde los insectos, o mejor aún los bichos, pueden refocilarse o yacer con los vertebrados superiores, disponer de género o ser transexuales, engalanarse de atavíos o despojarse de ellos, presumir epidermis que nada le envidian al arcoíris, por ejemplo. Como en muchas de sus retahílas de milagros, Manuel Marín trabaja geométricamente su noción personal de espacio, echa mano de sus habilidades como matemático e ingeniero que ordeñan posibilidades casi infinitas a esa figura modesta bautizada ángulo, el vértice de los planos que le permite desarrollar, permítaseme la licencia, su peculiar topología. Danza febril de unas extrañas intérpretes denominadas las magnitudes escalares (masa, presión, energía, volumen) y las magnitudes vectoriales (velocidad, aceleración, fuerza, desplazamiento). Suma imposible, pero cierta, de lo dado y lo dándose.

Buena parte de las imaginerías de Manuel Marín, además de merecer los catálogos correspondientes a las muestras en que fueran expuestas, pasado el tiempo conquistan un tratamiento más profundo: el editorial. En este caso, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes al alimón con Auieo Ediciones, sacó a la luz en 2015 el título La señora de las moscas de la autoría de Manuel Marín, con texto de Mario Perilli y fotografías de Nicola Lorusso.

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¿Para qué creer en la verosimilitud de lo representado, oteando en los orígenes, Mirón y Fidias de por medio, si podemos disfrutar los testimonios que privilegian el desacato del Kanon por Dédalo, quien separó el pie del cuerpo a efecto de que simulase estar en posición de avanzar? En el remoto siglo IV antes de nuestra era el peripatético Paléfato, en Sobre fenómenos

increíbles2 (Περὶ ἀπίστων), festejaba la rebeldía del sabio constructor, cuyos contemporáneos creían a pie juntillas que sus figuras caminaban. Otros tiempos, otros retos, aunque Manuel Marín comparte eso con el clásico: la resistencia al dogma, el desacato a la convención. Es un rebelde silencioso, dedicado a componer sin tregua sus inconfundibles versiones del carnaval de los animales, olvidando a Saint-Saëns; La(s) metamorfosis, en singular y plural, como resonancias de Kafka y Ovidio; los bestiarios medievales con esos leones que duermen con los ojos abiertos; la fatiga y glosa del espíritu crítico de La fábula de las abejas, o cómo los vicios priva-

dos hacen la prosperidad pública de Bernard de Mandeville; los gabinetes de curiosidades (Wunderkammern), sobre todo las ansias del barroco por confinar y explicar todo, tal vez en el estilo de Athanius Kircher y las galerías vaticanas del Colegio Romano, auténticos cuartos de maravillas; y un larguísimo etcétera. Lo que le permite a Fernando González Gortázar adjetivar su quehacer como “la promesa cumplida”3, frase exacta y encomiable por quien la formula, un arquitecto y escultor de fuste. Añade: “La escultura es siempre otra, como un caleidoscopio”. Sujeto pues, en constante renovación, se impone a sí mismo una lógica compositiva fidelísima a los principios que la sustentan: postergar la acometida a los materiales hasta en tanto no haya agotado los tesones inter  Suma de 52 interpretaciones racionalistas de relatos míticos de la autoría de quien se supone fuera discípulo de Aristóteles. Esta obra representa, en mi opinión, el punto climático de la paradoxografía helenística, subgénero literario especializado en relatar fenómenos anormales o inexplicables. Cfr., Sanz Morales, Manuel: “Paléfato y la interpretación racionalista del mito: características y antecedentes”, Anuario de estudios filológicos, Universidad de Extremadura, Badajoz, 1999, Vol. 22, p. 403-424. Poco después el mismo estudioso ofreció versiones castellanas de Eratóstenes, Partenio, Antonino Liberal, el propio Paléfato, Heráclito y el Anónimo Vaticano, en su recopilación Mitógrafos griegos, Madrid, Akal, colección Clásica, No. 65, 2002, 326 pp. 3   “Manuel Marín: La promesa cumplida”, Casa del Tiempo, número 99, mayo-junio, 2007, México, Universidad Autónoma Metropolitana, p. 51-52. Donde se afirma respecto del universo de nuestro pintor-escultor: “Es un mundo infancia, no lo dudo, pero lo es también de inteligencia, de equilibrios sutiles y precarios, de suave poesía, de brillante invención”. 2

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pretativos, a través de investigación directa, ejercicios de prueba y error, bocetería inagotable, diálogo con pares. Es un científico con corazón. Las razones priman, pero no anulan las emociones. Desea, y se compromete tenazmente a ello, tocar los diapasones sentimentales de sus observadores, vigilantes en persecución de la gracia. Acude, sin abusar, a fuentes literarias que fatiga inmisericorde, por ello ha afirmado Hugo Hiriart pensando en su convocatoria de Las metamorfosis de Ovidio (Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, 2005): “La leyenda, podemos decir, descifra las cosas del mundo, nos dice cómo son, no desde el punto de vista de la explicación racional, sino desde el punto de vista poético, que es otro modo de explicar”4. Enamorado del talento ajeno, nuestro exhumador de tópicos clásicos tiene como divisa invitar a sus colegas a reflexionar plásticamente. A propósito, surgió una pléyade de episodios donde dioses, semidioses y mortales inoculados por la hýbris (griego: ὕβρις, desmesura), ponen sus destinos de cabeza.

Trátese del tema que sea, Manuel Marín arma constelaciones

seductoras en las que entes curiosos moran a sus anchas, en aras de su carácter y sentido, y en esta suerte de epopeya amable nos contagian la alegría de vivir. Obras de arte que son juguetes que son conceptos materiales que son experimentos de inusitadas tridimensiones. Caridad, piedad, conmiseración, que fluye entre limosneros, los que dan y los que reciben, donde los primeros se agencian la bonhomía celestial mientras los segundos colman sus gazuzas; siendo el objeto de tan insólito intercambio no venal, la objetivación del ser del creador en calidad altísima de limosna. Y por ello, nosotros, los que atisbamos el prodigio encarnado en bultos asaz dichosos, no podemos menos que aquellos que nada tienen, transformándonos en pordioseros atrapados en la estética: esos que ruegan, apelan e instan por el preciado bien de la belleza, nombrando al señor de las alturas para su beneficio. Para nuestra tranquilidad y solaz, contamos con un aliado, la persona a quien solicitamos asistencia, Manuel Marín, quien generoso derrama su hacienda visual y táctil en la fábrica de sus aventuras cósicas.

“Metamorfosis”, Letras libres, México, 31 de agosto, 2005.

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MUERTOS FRESCOS, 1993 Acrílico, lápiz de color y grafito sobre acero al carbón La

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Trayectoria Nace en la Ciudad de México en 1951. Estudia la carrera de pintura en la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado, La Esmeralda, Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), así como Ingeniería Mecánica y la maestría de Matemáticas Aplicadas, ambas en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Ha tenido un número importante de exposiciones colectivas e individuales en México, Estados Unidos de América, Canadá, Brasil, Europa y Asia.

Exposiciones individuales Ciudad de México Centro Cultural Universitario, UNAM Galería Juan Martín Museo de Arte Carrillo Gil Museo Nacional de la Estampa Polyforum Cultural Siqueiros Museo de Arte Moderno Galería Metropolitana Museo Nacional de San Carlos Algunos estados de la república Museo de la Alhóndiga, Guanajuato, Gto. Museo de Arte Contemporáneo, Oaxaca, Oax. Pinacoteca Diego Rivera, Xalapa, Ver. Museo de Arte de Zapopan, Jal. Estados Unidos de América MacDowell Colony, New Hampshire Galería del Consulado General de México, Nueva York Houston International Festival, Texas Blanton Museum of Art, de la Universidad de Austin, Texas Instituto Cultural Mexicano, San Antonio, Texas

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Canadá Galerie Esperanza, Montreal Espacio México, Montreal Brasil XXI Bienal Internacional de Sao Paulo Japón Gallery 612, Tokio España Consulado General de México, Barcelona Francia Prix de Peinture de la Ville de Vitry-sur-Seine, Vitry Centre Culturel du Mexique, París Maison du Mexique, París Alemania Galerie Ruta Correa, Freiburgo Embajada de México en Berlín Galerie E&E, Ottersweier Deutsche Welle, Bonn Stuttgart Dinamarca Galerie Provence, Aalborg Finlandia Taidetoehisuusmuseo, Helsinki Docencia Catedrático, tanto de licenciatura como de maestría en la ENAP, San Carlos, La Esmeralda, UNAM, ESIME y el IPN.

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Conferencias Ha dictado un gran número de conferencias, principalmente en México.

Talleres Es importante destacar su trabajo dedicado a la niñez, de esta manera ha desarrollado talleres de escultura en papel, en México y en el extranjero.

Textos teóricos A lo largo de su carrrera ha publicado una serie de textos teóricos, en varias editoriales.

Distinciones Ha recibido un número importante de premios, becas y honrosas distinciones tanto de México como de otros países. Es miembro de número de la Academia de Artes y pertenece al Sistema Nacional de Creadores.

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English Translation

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The Playful Clarity of Art In every work of art, once it has fulfilled our academic, technical, critical or purely sensitive canons, we find a relfection of our own emotional or intellectual marvel in the face of the creative discourse of he who catches our eye and pins it to the object of art. Given the deep and sensitive natural relationship between the creator and the beholder, a dialogue ensues, and the works of Manuel Marin become a sort of playful experience. Playfulness, says the artist, is the world’s first form of understanding, an understanding akin to pleasure, and many artists use playfulness to represent actual reality and existence. From this vantage point, the joining of playfulness and lucid dreamy horizons, we can approach his plastic works and delight in the sculptural-conceptual art of Manuel Marin, with almost childlike relish, for each of his creations gives us a glimpse of his spirit —his innocent astonishment— which despite his maturity, makes him kindred to children playing at creating visual universes. Raquel Tibol stated that Manuel Marin practices “an ambiguous art, open to many interpretations.” That leads us to continue to believe that art is, after all, a spring of emotions sourced in beauty, whose waters can quench our thirst for happiness. Here, then, in the hands of the reader-beholder, is an open invitation beckoning to participate in a magnificent meeting of the abundant imagination of Manuel Marin, maker of fabled characters that dwell in astounding domains, and the art of playing with each piece as if in a magical game of chess. Juan Manuel Carreras López

Constitutional Governor of the State of San Luis Potosí

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The Emotional Dimension of Fantasy For Manuel Marin, engaging in the plastic arts is an expression of consciousness. In Manuel Marin’s ever-expanding universe, the concept of creation revolves around and is linked to the concept of novelty, with a cadence of unique genetic spirals, because each one of his works is unrepeatable, and emerges in a space-time narrative with beings that drink out of the same esthetic springs. As we gaze at the perpetual motion of his sculptures and multi-dimensional compositions, we become witnesses of a playful, almost mystical experience when we contemplate, in awe, the sudden transit of an entire genealogy of beings whose handiwork is a reflection of the genius of an artist at his creative prime: the resulting angular shadows of such objects being the primeval question, the intellectual challenge, the undeniable presence of an act of intelligence. In referring to Manuel Marin’s work, Teresa del Conde reflects on “how we turn into abettors and even into the possible readers of the ideas that dance around his works.” Manuel Marín is –for specialized critics and ordinary viewers alike– a sort of mantra that serves as a good luck charm, or a key to open the interdimensional space that sunders their universe from ours, comprised of spirits materialized as objects of art. Armando Herrera Silva

Minister of Culture of the State of San Luis Potosí

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Metaphors, Dreams and Fantasies Using his signature language, Manuel Marín works mainly with carbon steel, wood and paper among other materials. The drawings and color added to his designs give his work a magical dynamism. Marín is, above all, an artist: a painter, sculptor, draftsman, ingenious engineer, philosopher and mathematician, as well as a creator of dreams and fantasies that seem like intellectual toys laden with metaphors brimming with joie de vivre and fluctuate between irony and a sense of humor. His playful geometric creation transports us to state of reverie, poetic awareness and esthetic enjoyment. Born in Mexico City in 1951, he majored in painting at La Esmeralda of the National Institute of Fine Arts [Instituto Nacional de Bellas Artes], mechanical engineering and obtained a master’s degree in applied mathematics. Listing all of his artistic achievements here would take up too much time and space; suffice it to say that he has held a considerable number of collective and individual exhibitions in Mexico, the United States, Canada and Brazil, as well as in Europe and Asia. He is a member of the Academy of the Arts [Academia de Artes] and is part of the National System of Creators [Sistema Nacional de Creadores]. Something I would not like to leave out in this brief account is his dedication to children through his especially designed workshops in which the new generations can create paper sculptures as a simple way for them to embrace the world of artistic creation. The Federico Silva Museum, a venue for contemporary sculpture, has made the commitment to exhibit and display the sculptural works of the most outstanding creators of this art form, with an enthusiastic sense of social responsibility. That is why we are thrilled to show this magnificent selection of Manuel Marín’s works in the exhibition we call “Double Fold” [Doble Doblez] and extend to him a warm welcome to the city of San Luis Potosí and to this art center charged with positive energy. I have only to thank Maestro Manuel Marín and his wife and assistant, Enca, for all their support to make it possible for the people of San Luis Potosí to enjoy this magnificent work of art. I am certain that those who visit the Museum, children and their families alike will love this grand exhibition. Enrique Villa Ramírez

Federico Silva Museum General Director

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Manuel Marín Luis Ignacio Sáinz

An artist with a scientific background, he is dedicated in body and soul to questioning nature and the behavior of reality and its components; however, not until the mysteries captured by his gaze are conceptually resolved, will the pencil or brush, his very hands, remain at rest waiting for the right time. So it should come as no surprise that he who burst into life in 1951 first picked up the “habits” of mechanical engineering and later mathematics. Then, armed with the rationale, he undertook his mystical betrothal with esthetics at La Esmeralda where he learned the ropes and disciplines of visual arts. It is worth pointing out that he was always studious, reaching the highest level of achievement in every field he undertook. He continues to do so as proven by his membership in the Academy of Arts [Academia de las Artes] and repeated recognition by the National System of Artistic Creators [Sis-

tema Nacional de Creadores Artísticos]. He has also made a career of teaching undergraduate and graduate courses at the National School of Plastic Arts [Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP)] and San Carlos of the National Autonomous University of Mexico [Universidad

Nacional Autónoma de México (UNAM)] and the School of Mechanical Engineering [Escuela Superior de Ingeniería Mecánica (ESIME)] of the

Instituto Politécnico Nacional (IPN). Manuel Marín wanders on the paths of reflection. For him, creating and thinking are two sides of the same coin. Perhaps his extreme refinement encompasses his essential condition, the reconciling of intellectual concern and esthetic craft, makes him a natural heir of the tlamantinime, “those who know something” or “those who know things,” the distinguished sages that professed the teachings in the

Calmécac. Tapping into the mythological sources sets him apart. He

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takes in that sensitive knowledge, regardless of whether it is from the Mexica or Graeco-Latin culture, to elucidate their emblems giving new meaning to their constellations of sense. As to sharing the results of his craft, i.e. the ability to shackle fantasy, his endless wandering started in 1974 with his first exhibition. Since then he has held well over a hundred events, maintaining his unique capability to amaze and even to instill awe. He also has no qualms about taking part in collective shows where his participation is constant. He has shown a profound interest in working with professional associations, such as Grupos Marco, Solidarte and Algo Pasa. Furthermore, he is the driving force for a wide variety of reflexive and plastic craft initiatives, such as: Aquí [Here], Primera y Segunda Bienal de Escultura Imaginaria [First and Second Biennial of Imaginary Sculpture] (radio broadcasts),

DaD, Homenaje a Edvard Munch a 150 años [150th Anniversary Tribute to Edvard Munch]; El Greco, among a long list of others. A comprehensive creator who in three-dimensional matter, he has applied himself to developing flat, sketched, mobile and assembled sculptures. To top it all, he is also an outstanding writer, both on a theoretical research level and for beginning readers. Some of his titles are: Espacios

y cosas [Spaces and Things], 1994; El tiempo de la pintura [The Time for Painting], 1996; Intenciones del ver [Intentions of Seeing], 2000;

Imagen [Image], 2007; Mirada [Gaze], 2010; Endimión, 2012; Tzompantli, 2012; Animales en el agua de papel [Animals in Paper Water], 1996 and Animales en el aire de papel [Animals in the Air of Paper]; a series of swaged entities to assemble: La Caja Maga [The Magic Box], 2005;

Primavera [Spring], 2006; Juan O´Gorman –Un autorretrato pintándose [Juan O’Gorman, Self Portrait], 2006; Bichosos, 2009; Tortugas en el

espacio de papel [Turtles in Space of Paper], 2013.

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The Ambiguous Art of Manuel Marín Raquel Tibol

Over the last few decades Manuel Marín (Mexico City, September 9, 1951) has practiced an ambiguous art form, open to interpretations, both due to his stylistic background as to the combination of genres the conventions he defies. The drawing and color, with their own autonomy, rest on a metal support that is not neutral but rather characterized by a signature ambiguity that is the result of a sum of two-dimensional planes whose profiles act like drawings unlike linear depictions. Drawing upon drawing, plane upon plane and colors –if any– converge in contrasting tones to enliven the implicit dynamics of the forms or to accentuate the evidence of their serenity. A prolific articulated and structured variety created to exist as constructed open volumes. Painter, sculptor, sketch artist, mathematician, teacher, philosophy addict, practitioner of some alternative conceptual art forms, and designer of toys that are not easy to assemble. Manuel Marín proves through his works of art how interchangeable esthetic categories are, which he uses at times with a playful spirit and at others with metaphysical concern. His individuals, animals, vehicles and objects are inserted in a morphological process engendered to experiment a self-transformative dialogue with nature and reality. From a somewhat skeptical perspective, he creates forms that give him a better understanding of his physical environment, which his poetic senses have deprived of strength and logic. His creatures are spread out in a space like puppets that have lost their strings. They are, at once, funny, ludicrous and grotesque.

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The bodies and rhythms generated by Marín are metaphors about weakness. His elegant, refined and subtle schemes seem to have tried to exalt something similar to conventional strength or beauty, but somewhere along the process an ambivalent feeling intervened, like that of Constantin Brancusi when he exclaimed: “In sculpture, naked men are not as beautiful as toads.” As a humble human being, the adult Manuel Marín turns mentally into a child to wash off transcendental and rationalist ideas, and he does it with overt sophistication. The way he plays with innocence and simplicity is pregnant with constructive complications in search of non -static volumes. His narrow towers are not columns of cards that can be toppled by simply blowing on them because their three serrated planes are well designed architecturally and boast a visual versatility thanks to the six sides painted and drawn expressly for the transfiguration. Practicing a language all his own does not uproot him from the past. Marín conscientiously cultivates it like a renewing link with futurism and surrealism. He is bound to the former by the need to infuse simultaneity to various perceptive phenomena, the unification and combination of phases, the detachment of volume and mass, as well as the penetration of the sculptured corpus in space. The thin metal plates give Manuel Marín’s current work the adequate tenuous or immaterial quality required by his sardonic approach to reality. With clear, defined and lively forms he resorts to ambiguity to preserve the unobliging energy of provocation.

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Marín - Magaña Teresa

del

Conde

Looking up the name Manuel Marín in my computer and any references I have about him, I found over 16 articles I’ve dedicated to him, some about his books I’ve reviewed and others are comments regarding his art shows. Now I’m looking at a never-before-approached modality. A major Canadian museum suggested and invited him to exhibit a set of works revolving around a theme linked to the Mexican sculptor, Mardonio Magaña (1866-1897). “When the gouge bites/ because the mallet strikes the hard groove properly/ it produces quality right on the surface... This farmer learned from God the Father how to give matter the breath of life...” (Diego Rivera on Mardonio Magaña in Escuela Mexicana de Escultura. Maestros

Fundadores. Palacio de Bellas Artes, 1990) With no pretense of being among the vanguards, and reportedly without resorting to sketches, Magaña gave a biased appraisal of the cultural values of farmers, people who gather in taverns, mothers, families, ‘cantinas’ “that have a coarse and primitivistic yet stylized appearance.” The fact is that anyone, whether knowledgeable or not about 20th century art, who views Mardonio Magaña’s pieces is fascinated by them. Manuel Marín was far from being the exception. He put them into his own language without the need to stylize, just analyze morphologies through drawings and apply his usual work and crafting procedures, and then sketch the preferred smooth and flat material. This process is instilled in Manuel’s creations that are destined to integrate scenes that are held on the edge between the installation and theatrical mock-up not wanting nor intending the latter to be entirely perceptible nor a direct reference. Between 1910 and 1911, Magaña moved to Mexico with his family and found a job as a janitor at the Coyoacán’s Open Air School of Painting [Escuela de pintura al aire libre de Coyoacán]. He ran into his fellow countryman, Diego Rivera (both were born in the State of Guanajuato; Diego

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in the city and Mardonio on a farm). Diego introduced him to his own clients and models, and managed to arrange an exhibition in the then unfinished Palace of Fine Arts [Palacio de Bellas

Artes] in 1934. Marín, on the other hand, noted in his book Animales de papel en el aire [Paper Animals in the Air] (Ed. Petra, Guadalajara) that “we understand everything we see as drawings made in the air.” Does this mean that he has hallucinations or, at least, certain perception disorders? I don’t think so although it would please me if that were the case. The fact is that he cannot control his appetite for understanding and analyzing space as far as is capability and knowledge will allow. I’m not the only one who has carefully read the 5,021 aphorisms that make up his book, Imagen [Image]. Having done so and knowing, more or less, where to find the allocutions or words I now use to compose this brief commentary, I know where to find what I want. In that same book, Manuel states: “but the image is nothing.” What would be something? Perhaps the material’s resistance to being manipulated, whether by outlining, cutting, welding or folding it, and above all by instilling in it a function that, to a certain degree, is the same as that of paper. It becomes the support without relinquishing one of his obsessions: the quasi-esoteric use of the support (perhaps he has read the Talmud) and his eagerness, as an adult artist of an interdisciplinary form he subscribed to from an early age, toward every kind of experimentation that originates from a childish impulse: i.e. playing. There is a childishness hidden in the adult spirit in some of the constructions of this multifaceted artist who is also a mathematician, and possessed, understandably, by a philosophical spirit. I even wonder if he is a spiritualist, but that is something only known by his late colleague José Clemente Orozco, who was one himself.

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A Promise Fulfilled

F e r n a n d o G o n z á l e z G o r tá z a r About forty years ago, Juan García Ponce wrote, regarding the remarkable work of Roger von Gunten, a text that bore an illuminating title: “Art as the Promise of Happiness”. That idea moved me deeply; so much so that it became part of my ideology. Art as a promise of happiness for him who creates it and for those who live it: what does that mean? Years later and for quite a while now, I have found in Manual Marín’s work a possible answer. When faced with it, I feel reconciled with a world that suddenly becomes good, clear and true; and at the same time complex, disturbing, rich and profound. It is a world in which mankind and our feelings, nature and art form an alliance that makes life worthwhile. This brotherly and well-accepted dream achieved by Manuel is also enigmatic and contradictory. It’s about a universe both known and unprecedented, a kind of universal nation. The nation is the first place in which we open our eyes and mind; where we learn how to relate to an undecipherable reality. That is why childhood is everyone’s nation. I am a grandfather, and in being one I have rediscovered the meaning of childhood: come in to life with good will and with all the cards on the table, take on learning and amazement as the perpetual norm, know that stumbles along the way show us how to get back up, fascinate others without trying to... All this is what I find in the exceptionally fine art of Manuel Marín. It is a world of youth, no doubt, but also one of intelligence, subtle and precarious balances, soft poetry and brilliant invention.

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The Visual Mercy of Manuel Marín On Almsmen in Art Luis Ignacio Sáinz One of the most startling traits of virtues, due to their efficacious presence, consists of coupling the subjects involved. They are apparently poles in flux when actually they become and work as stations. This turns virtues into complex movements or processes. So the word almsman (limosnero in Spanish) describes the donor and the beneficiary alike. It makes no distinction. “He who gives to the poor, lends to God,” as the wise saying goes. And when dealing with mundane issues, the plastic artists stand on the altars of esthetic charity, offering themselves to cover the needs of the busybodies or voyeurs –those who hunger for beauty and intelligence, and cannot provide them themselves, long to receive them from the creators. They wait for, pursue, acquire or roam around them, always on their own, because they want to sate a unique and non-transferrable, almost unutterable, appetite, i.e. the joy brought on by the pictorial or three-dimensional alms. Sometimes even the story-tellers of impossible worlds take on the set of activities demanded and assumed by such an itinerary of what ails the soul. They become hinges to make life more bearable. Manuel Marín is part of this lineage of those who offer their compositions like a life-saving balm in the face of the world’s horrors. The material they use or repurpose is of no consequence. It could be paper, carbon steel, wood or bronze. What IS decisive is the procession of portents, spells, characters and plots he weaves from his fantasy and erudition. The Spanish word for almsman, i.e. limosnero, comes from the Latin eleemosy̆ na, which is of Greek origin ἐλεημοσύνη: meaning pity, compassion, charity. And this maker certainly applies it without consciously setting out to do so. Unassuming by nature, restrained by his upbringing, he shies away from the arrogance of those who know they are different because of what they invent or express. Marín, anchored to reasons of a different caliber, turns his back on the temptation to rival against reality; he establishes his domain in the checkered prudence of irony and, perhaps, humor. So he dispenses with that current, rather useless, effort to clone fragments and handouts from nature or history, precisely to propose his own state of things, self-referencing, evanescent and limbic (from the Latin limbus, meaning edge or limit). It is an art on the edge between the human and the animal, the cosmic and the earthly, that is diluted in its capacity as a fable: fiction that defies morals and advice, that disdains the Aesops, Lafontaines or Samaniegos, focusing on the promise to amaze and move, sprinkled with a bit of cheer and irreverence. His works constitute “unusual statues, sinuous sculptures” in the sense used by Margo Glantz when she writes about the series and exhibition La señora de las

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moscas1 [The Lady of the Flies] (José Luis Cuevas Museum, 2008). It is the abolishment of the archetypical species, the rising of the most surprising mates and their progeny, where insects, or better yet, bugs can refossilize and lie with the superior vertebrates, have a given gender or be transsexual, embellish themselves with attires or shed them and boast a skin that has nothing to envy a rainbow, for instance. As in many of his lists of miracles, Manuel Marín works his personal notion of space geometrically, makes use of his skills as a mathematician and engineer to tap into an almost infinite number of possibilities for that modest figure christened as the angle, the vertex of the planes that enables him to develop its peculiar (allow me the poetic license) topology. Feverish dance by strange performers called scale magnitudes (mass, pressure, energy, volume) and vector magnitudes (velocity, acceleration, force, displacement). An impossible but true sum of giving and giving of oneself. Why should we believe in the realism of what is represented, watching from above as in the beginnings, Myron and Phidias notwithstanding, if we can enjoy the testimonies that favor the contempt in Kanon by Daedelus, who separated the foot from the body to give the impression of moving forward? In the remote 4th century before the common era it was the peripatetic, Palaephatus, in Sobre fenómenos increíbles2 [On Incredible Phenomena] (Περὶ ἀπίστων). He reveled in the rebellion of the wise constructor whose contemporaries believed unquestionably that his figures walked. Those were other times, other challenges although Manuel Marín shares that spirit with the Classics: the resistance to dogma, and the contempt for convention. He is a silent rebel, dedicated to the uncompromised composition of his unmistakable versions of the carnival of animals, dismissing Saint-Saëns; The Metamorphoses, singular and plural, as echoes of Kafka and Ovid; the medieval bestiaries with lions sleeping with their eyes open; the fatigue and annotation of the critical spirit of La fábula de las abejas, o cómo los vicios privados hacen la prosperidad

pública [The Fable of The Bees: or, Private Vices, Public Benefits] by Bernard de Mandeville;   A large part of Manuel Marín’s imaginings, besides deserving the catalogs of the exhibitions where they were displayed, earn a more profound treatment after a while: the editorial. In this case, the National Board for Culture and the Arts [Consejo Nacional para la Cultura y las Artes] jointly with Auieo Ediciones, published La señora de las moscas [The Lady of the Flies] in 2015, authored by Manuel Marín, with texts by Mario Perilli, and photographs by Nicola Lorusso. 2   A sum of 52 rationalistic interpretations of mythical stories authored by a supposed pupil of Aristotle. In my opinion, this work represents a climactic moment of the Hellenistic paradoxography, a literary sub-genre specializing in relating abnormal or inexplicable phenomena. Cfr., Sanz Morales, Manuel: “Palaephatus and the Rationalistic Interpretation of Myth: Characteristics and Background”, Anuario de estudios filológicos, Universidad de Extremaduara [Philological Studies Yearbook, Extremadura University], Badajoz, 1999, Vol. 22, p. 403-424. Shortly thereafter the same scholar offered Spanish versions of Eratosthenes, Parthenius, Antoninus Liberalis, the very Palaephatus, Heraclitus and the Vatican Anonymous in his compilation Mitógrafos griegos [Greek Mithographers], Madrid, Akal, Colección clásica, No. 65, 2002, 326pp. 1

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the cabinets of curiosities (Wunderkammern), and above all the Baroque eagerness to confine and explain everything, perhaps in the style of Athanius Kircher and the Vatican galleries of the Roman College, authentic marvel-filled rooms; and a long list of others. This is why Fernando González Gortázar describes his work as “the fulfilled promise”3, a precise and praiseworthy phrase given its author who is a renowned architect and sculptor in his own right. He adds: “The sculpture is always something else, like a kaleidioscope.” A person in the process of constant renewal, Marín imposes on himself a compositional logic that is true to its supporting principles: to delay the assault on the materials until all the interpretation tenacities have been considered through direct research, trial and error, tireless sketching, and dialogue with peers. He is a scientist at heart. Reason takes precedence but does not annul the emotions. He desires, and tenaciously commits to touching the emotional strings of his observers, those watchmen in pursuit of grace. Without overdoing it, he resorts to literary sources that he exhausts mercilessly. That is why Hugo Hiriart has stated regarding his call in Las matamorfosis

de Ovidio [The Metamorphoses of Ovid] (Museum of Contemporary Art of Oaxaca, 2005): “Legend, we can say, deciphers worldly things. It tells us what they are like, not from a rational explanatory point of view, but from a poetic viewpoint which is another way to explain things.”4 The trademark of this artist, who is captivated by others’ talent and digs up classic themes, is to invite his colleagues to reflect “plastically”. Apropos, there was a myriad of episodes in which gods, demigods and mortals inoculated by hýbris (Greek: ὕβρις, excess), upset their own fate. Whatever the topic, Manuel Marín puts together seductive constellations in which exotic entities dwell freely for the sake of their character and sense. It is in this manner of amiable epic poem where we contract the joy of living. Works of art that are toys, that are material concepts, that are unusual three-dimensional experiments. Charity, compassion and mercy that flow among almsmen —those who give and those who receive— where the former make use of celestial goodness while the latter sate their hunger. The object of such an incredible non-venal exchange is the objectivation of the creator’s being into the highest quality of alms. Therefore, we, who glimpse this wonder incarnate in very joyful bundles, can be no more that those who have nothing, and be transformed into beggars trapped in esthetics: those who beg, plead and demand the cherished object of beauty, calling out to the Lord on High for their benefit. For our peace of mind and solace, we have an ally, the person to whom we ask for help, Manuel Marín who generously spills his visual and tactile fortune on to the fabric of his adventures.

“Manuel Marín: The Fulfilled Promise,” issue 99, May-June, 2007, México, Universidad Autónoma Metropolitana, p. 51-52. That states regarding the universe of our painter-sculptor: “It is a world of childhood, no doubt, but also one of intelligence, subtle and precarious balances, soft poetry and brilliant invention.” 4   “Metamorfosis”, Letras libres, México, August 31, 2005. 3

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Resumé Born in Mexico City in 1951, he majored in painting in the National School of Painting, Sculpture and Printing [Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado], La Esmeralda of the National Institute of Fine Arts [Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)] as well as mechanical engineering and obtained a master’s degree in Applied Mathematics, both at the National Polytechnic Institute [Instituto Politécnico Nacional (IPN)]. He has held a considerable number of collective and solo exhibitions in Mexico, the United States, Canada, Brazil, Europe and Asia.

SOLO EXHIBITIONS Mexico City University Cultural Center, UNAM Juan Martín Gallery Carrillo Gil Art Museum Museo Nacional de la Estampa Siqueiros Cultural Polyforum Museum of Modern Art Metropolitan Museum San Carlos National Museum Mexican states Alhóndiga Museum, Guanajuato, Gto. Museum of Contemporary Art, Oaxaca, Oax. Diego Rivera Art Gallery, Xalapa, Ver. Art Museum of Zapopan, Jal. United States of America MacDowell Colony, New Hampshire Gallery of the Consulate General of Mexico, New York Houston International Festival, Texas Blanton Museum of Art at the University of Texas at Austin Mexican Cultural Institute, San Antonio, TX

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Canada

TEACHING

Galerie Esperanza, Montreal

Professor of undergraduate and graduate

Espacio MĂŠxico, Montreal

courses in the ENAP, San Carlos, La Esmeralda, UNAM, ESIME and the IPN.

Brazil 21st Sao Paulo Biennial

CONFERENCES He has given numerous conferences, mainly

Japan

in Mexico.

Gallery 612, Tokyo WORKSHOPS Spain

It is important to point out his work dedicated

Consulate General of Mexico, Barcelona

to children. He has developed paper sculpting workshops in Mexico and abroad.

France Prix de Peinture de la Ville de Vitry-sur-

THEORETICAL TEXTS

Seine, Vitry

Several publishers have published a series of

Centre Culturel du Mexique, Paris

theoretical texts he has authored throughout

Maison du Mexique, Paris

his career.

Germany

HONORS

Galerie Ruta Correa, Freiburg

He has received many important awards,

Embassy of Mexico, Berlin

grants and honorary distinctions in Mexico as

Galerie E&E, Ottersweier

well as in other countries. He is a member of

Deutsche Welle, Bonn

the Academy of the Arts [Academia de Artes]

Stuttgart

and is part of the National System of Creators [Sistema Nacional de Creadores].

Denmark Galerie Provence, Aalborg Finland Taidetoehisuusmuseo, Helsinki

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Catálogo de obra

HOMENAJE A MARDONIO MAGAÑA, 2016

EL HOMBRE DE LA ESQUINA, 2007

Lápiz de color y grafito sobre acero al carbón

Acrílico, lápiz de color y grafito sobre acero al carbón

La serie consta de 5 esculturas antropomórficas

La serie consta de 19 esculturas antropomórficas

y

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9 abstractas

CABALLOS DE MADERA, 2013

JARDÍN, 2014

Lápiz de color y grafito sobre madera laqueada

Acrílico y grafito sobre acero al carbón

La serie consta de 24 caballos

La serie consta de 90 flores

MANUEL MARÍN


LA SEÑORA DE LAS MOSCAS, 2007

TZOMPANTLI DE PAPEL, 2016

Acrílico, lápiz de color y grafito sobre acero al carbón

Papel recortado y armado

La serie consta de 19 esculturas antropomórficas

La pieza consta de 100 calaveras

MUERTOS FRESCOS, 1993 Acrílico, lápiz de color y grafito sobre acero al carbón La serie consta de 24 esculturas antropomórficas

DOBLE

DOBLEZ

125


TZOMPANTLI DE PAPEL, 2016 Papel recortado y armado L a p i e z a c o n s ta d e 100 c a l a v e r a s

126

MANUEL MARÍN




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