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SÍMBOLOS PARA LA ETERNIDAD: LA ICONOGRAFÍA FUNERARIA DEL PANTEÓN DE SAN FERNANDO SIGLO XIX La fundación del panteón de San Fernando y su inserción en la traza de la ciudad, conjugó una serie de usos y costumbres fúnebres que han dejado huella hasta nuestros días. Estos nichos, tumbas, sepulcros, mausoleos, monumentos, cenotafios poseen un lenguaje propio y todo aquel que lo conoce puede dialogar con los muertos quienes narrarán una parte de su vida terrenal. Aunque la muerte es pareja, persisten las jerarquías en el Hades, puesto que el hombre desea perpetuar su memoria más allá de la vida al concebirse como homo viator, en camino hacia la libertad, “no hay líneas divisorias entre este mundo y el más allá”, afirmación atestiguada por la fusión del infinito y lo cotidiano en la arquitectura fúnebre. En este nuevo viaje, no sólo son importantes los muertos, sino también el espacio y los elementos funerarios que acompañan a sus moradores con ricos o escuetos simbolismos y ornamentos que llenan de significado estas obras. Cabe señalar que el significado de esta simbología se modifica con el tiempo y el contexto en que se emplea. Que en un sentido general, están dentro del pensamiento cristiano, aunque no excluye otras formas de religiosidad. Al apreciar la riqueza y minuciosidad de las tallas se hace perceptible algo “que queda más allá de lo representado”. Podría decirse que los corpus fúnebres que integran esta exposición brindarán al visitante una lectura renovada acerca de cómo se vivía un ritual mortuorio. “Fui lo que tú eres, serás lo que yo soy. Rogad a Dios por el alma del que descansa en paz”.
LA TIPOLOGÍA FÚNEBRE Y MOTIVOS ICONOGRÁFICOS DEL PANTEÓN DE SAN FERNANDO La importancia que el panteón de San Fernando adquirió durante el siglo XIX se distingue por la elaboración de diversos elementos fúnebres, cada uno con un estilo arquitectónico único, así como por el uso de distintos materiales en la construcción de esculturas, ornamentos y símbolos que dan testimonio de la vida cotidiana, los valores, las preferencias estéticas, las inquietudes intelectuales y espirituales, así como de las características sociales y culturales de los finados. Estas representaciones y conceptualizaciones mortuorias, que aún se conservan, han dado fe de la necesidad de los deudos por adornar la última morada de sus seres queridos de manera artística y en algunos casos combinarla con otras artes, para mitigar el dolor frente a la muerte y tener siempre presente la fragilidad de la vida, empleando una serie de símbolos a través del uso de flores, guirnaldas, ángeles, estrellas, cruces, animales, entre otros elementos. De ahí la necesidad de, como bien dice Boase en su libro La Baja Edad Media, “Ser recordado después de muerto es una ambición constante y universal, […] a menudo resulta extrañamente reveladora no sólo de la forma en que se acepta la muerte, sino también de su pasión dominante durante la vida”. Ante este hecho, la sociedad decimonónica, no renunció a su sensibilidad estética, por dramática o trágica que fuera la muerte, y edificó monumentos dignos, armónicos y eternos a sus difuntos, que sin duda respetaba y amaba. Este espacio urbano se vuelve vestigio temporal y por tanto tiene la capacidad de transmitir cómo se ha entendido la muerte, pero también, distinguir y conocer las distintas tipologías o clasificaciones de estos elementos fúnebres que ayudan a darle una nueva lectura a este panteón y sensibilizar a cada uno de sus visitantes, al reencontrarse con las diversas expresiones artísticas. Espacio, tan presente en los actos de la vida cotidiana, tan solemne y amenazador, tan universal como elitista, lugar en que reinan las tres Parcas: Cloto (la hilandera que teje el hilo de la vida); Láquesis (la distribuidora de suertes que asigna a cada persona su destino); y Átropo (la inexorable que lleva sus terribles tijeras para cortar el hilo de la vida en el momento apropiado) que hacen revivir el aliento de sus convidados de piedra con el de la vida de sus visitantes, porque nada hay más cierto que todos los hombres son iguales ante la muerte.
DOLORES ESCALANTE “Llega ya al altar feliz esposa... ahí la hirió la muerte. Aquí reposa.”
Reloj de arena alado: se asocia con lo transitorio, la fugacidad de la vida; en el caso de la arena, que escurre hacia abajo, representa la atracción que ejerce la naturaleza o el mundo material y también indica la oportunidad de invertir las relaciones entre el plano inferior y superior, volviendo al origen, repitiendo el tiempo y renaciendo.
Corona: representa la idea de la permanencia, la esperanza de resurrección o la consecución de la inmortalidad; otra interpretación es la victoria sobre la muerte y el recuerdo permanente, una última interpretación simboliza la vida que perdura inextinguible, o que se regenera con un ritmo cíclico preciso.
EDMUNDO CHAVERO Alfa y Omega: Son la primera y la última letra del alfabeto griego y representan por ello el principio y el fin de todas las cosas: las doctrinas herméticas han relacionado el Alfa (A) con el compás, atributo del dios creador y el Omega (Ω) a la lámpara, al fuego de la destrucción apocalíptica.
Cruz: puede ser considerada como “eje del mundo”, conexión, entre el plano celeste y terrestre; el travesaño simboliza el nivel que corresponde con el mundo material. Muestra la conjunción de contrarios entre el principio espiritual y vertical con el orden material y horizontal.
IGNACIO ZARAGOZA
Cañon invertido: elemento recurrente que se utilizaba para los militares.
Águila republicana: tiene las alas abatidas en señal de duelo por la pérdida de uno de sus hijos.
FELÍCITAS GONZÁLEZ Ángel: en la iconografía católica se consideran que son los intermediarios entre Dios y la Tierra, son seres espirituales que desempeñan funciones de ministros, mensajeros, guardianes y protectores de los elegidos.
Túmulo: elemento de la arquitectura funeraria que se caracterizan por el uso del arte neoclásico, importante por el uso de frontones calados durante el siglo XIX.
CARMEN DE YBARROLA Margarita: simboliza la inocencia, la alegría y la pureza. Greca: llamada comúnmente “guarda griega”, es un ornamento presente en vasos y copas, que remite al mítico tema del laberinto, una imagen existencial muy importante.
Antorcha invertida: representa el luto o la muerte y puede ser también un signo de solemnidad, de la pureza del fuego.
Columna: es un símbolo perteneciente al grupo cósmico del “eje del mundo” que conecta la divinidad con lo terrenal. Manto fúnebre: representa la barrera que separa el cuerpo del alma que ha partido.
MARTÍN CARRERA Mausoleo dedicado al General Martín Carrera, presenta una escalinata con motivos florales y zarcillos, la fachada está compuesta por dos pilastras ornamentadas con hojas de acanto, flores de lis, antorchas invertidas con la flama encendida enredada en un listón, zarcillo y termina con hojas de acanto; en el centro hay una puerta de hierro forjada artísticamente
con una cruz latina al centro, chapetones florales y estrellas de cinco puntas, el marco exterior en el triángulo en alto relieve con un reloj de arena alado, la cornisa presenta dos tipos de molduras de perlas y otra de óvolos; el remate se conforma de un marco exterior en triángulo y una cúpula con arco conopial con vano.
MANUEL GUAL Dolientes o virtudes teologales: fe, esperanza y caridad y las cardinales: justicia, fortaleza, templanza y prudencia, simbolizan muestras de cariño por parte del deudo hacia la memoria del difunto, asegurando su compañía.
Festón de guirnaldas: símbolo universal para representar la idea de permanencia del finado, la esperanza de resurrección y la inmortalidad.
NICHOS Un elemento más que engloba el arte fúnebre son los epitafios, textos pequeños versificados que aluden el duelo y describen el desasosiego de la familia quienes se refugian en la palabra para expresar sus últimos sentimientos a sabiendas que su ser querido no podrá leerlas ni escucharlas jamás, pero sí, ser recordadas por todo aquel que se detenga un momento a leer la inscripción de su tumba o nicho.
A veces despreciados por ser insulsos, poco originales, no obstante, son remembranzas que tejen una historia de encuentros, desencuentros, de amores, deseos, virtudes, nostalgias, que sacan del anonimato al finado de su eterno sueño y vencen momentáneamente a lo dispuesto por las tres Parcas: Cloto, Láquesis y Átropo.
BENITO JUÁREZ “El respeto al derecho ajeno es la paz.”
Los hermanos Juan y Manuel Islas realizaron en 1880 esta escultura a partir de la máscara mortuoria de Don Benito Juárez. La mujer es una representación de la patria llorando a su hijo.
MANUEL RUIZ Obelisco: se le asocia con el árbol de la vida, en donde la base simboliza las raíces, el fuste, el tronco y el capitel, el follaje o bien la pérdida de un ser querido. También es símbolo de nobleza, o bien el sostén de los seres humanos.
Esfera alada: tiene varias interpretaciones; entre ellas, se asocia con el emblema solar y, para varias culturas, simboliza el cielo, la perfección y el universo como totalidad; en el caso de la masonería la considera la figura perfecta y por medio de ella representa la creación y el universo.