Constituyendo una Nación

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CONSTITUYENDO

UNA NACIÓN

GOBIERNO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Jefa de Gobierno

Dra. Claudia Sheinbaum Pardo

Secretaria de Cultura de la Ciudad de México

Claudia Curiel de Icaza

Director General de Patrimonio, Histórico, Artístico y Cultural

Francisco Javier Martínez Ramírez

MUSEO PANTEÓN DE SAN FERNANDO

Líder Coordinador

José Antonio Cortés Muñoz

Administración

Antonio Díaz Martínez

Investigación

Grisel Zermeño Farías

Diseño

Laura Esquivel Pacheco

Difusión

José Eduardo Rosas Moya

Servicios educativos

Laura Rico Cervantes

Jovanny Emmanuel García Galván

Atención al público

Francisco Cortés Herrera

José Guadalupe Cabrera García

Apoyo logístico

Brayan Alexis Sanjuan

Irak Jozafath Aquino Chávez

DURANTE EL SIGLO XVIII LA MONARQUÍA, forma de gobierno donde el poder reside en una familia cuya cabeza es el rey, es transformada violentamente por la Revolución francesa (1789).

La monarquía, quien fuera responsable de la exploración y explotación de nuevos territorios, extendió su dominio sobre el “nuevo mundo” alrededor de tres siglos; en este periodo tanto su forma de gobierno como sus instituciones fueron importadas a las colonias.

El movimiento iniciado por los franceses transformó la forma de entender la soberanía, ésta dejaría de residir en la cabeza del monarca y pasaría a los hombros del pueblo. Los habitantes fueron considerados ciudadanos con obligaciones y derechos, promulgados en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, documento que influyó en las constituciones inaugurales de los nacientes estados americanos, una vez que éstos lograron su independencia.

Las constituciones son reflejo de la sociedad, de ella emana su legitimidad y sus enmiendas. En el siglo XIX, México se debatía entre dos proyectos de nación, uno conservador que intentó preservar los privilegios de las clases acomodadas, garantizando alianzas entre monarquía e Iglesia con el fin de centralizar el poder, mientras que

su contraparte liberal, a través del federalismo proponía la autonomía política de las entidades y la división del poder, como bien reflejan las cartas magnas que se promulgaron durante este periodo.

La última etapa del siglo XIX estuvo marcada por el gobierno autoritario de Porfirio Díaz, las pésimas condiciones sociales se exacerbaron con el cambio de siglo y con una nueva fase de industrialización que dejó al descubierto la brecha entre la burguesía y las clases obreras y campesinas, quienes encontraron en la revolución de 1910 la única vía para exigir un cambio y transformar las condiciones sociales.

De este movimiento armado surgió la Constitución de 1917, vigente hasta nuestros días. Posteriormente el nuevo Estado se enfrentaría a los retos de la modernidad; los límites de lo político y lo económico se mezclarían en el camino hacia un mundo cada vez más globalizado, donde es imperante recordar que la creación de las leyes es un trabajo colectivo.

En esta exposición, conmemorando los aniversarios de la promulgación de las constituciones de 1857 y 1917, el Museo Panteón de San Fernando, los invita a recordar y reflexionar sobre las leyes supremas que han marcado la historia de nuestro país.

REVOLUCIÓN FRANCESA

EL 5 DE MAYO DE 1789, LOS FRANCESES desconocieron al rey Luis XVI; guiados por el lema “libertad, igualdad, fraternidad”, hartos de los privilegios de la monarquía y de la precariedad que soportaba el resto de la población, lucharon por la posibilidad de una nuevo futuro, en el que la democracia, liderada por un gobierno republicano, establecería los derechos de los habitantes, quienes dejarían de ser vistos como siervos, para convertirse en ciudadanos.

La Revolución francesa significó el fin de la monarquía y de los privilegios del clero y la nobleza. Los territorios europeos, que compartían la misma forma de gobierno, vieron con horror el uso de la guillotina y la decapitación de los reyes franceses. Este proceso alimentó el deseo de independencia en las colonias americanas; años después la Corona española enfrentaría sus propios movimientos revolucionarios.

NAPOLEÓN BONAPARTE

UNO DE LOS ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS QUE repercutió en la transformación política de las colonias fue la invasión de las tropas de Napoleón en la Península Ibérica. Aunque españoles y franceses inicialmente establecieron alianzas políticas por sus intereses militares, Napoleón expulsó al rey Fernando VII, quien había asumido la Corona española en 1808 y en su lugar designó a su hermano José Bonaparte, quien permaneció hasta 1813.

La abdicación de Fernando VII, quien permaneció prisionero en Francia, causó una crisis en el sistema monárquico y repercutió a lo largo de todo el mundo hispano. En España, la mayor resistencia a los Bonaparte no provino de los altos mandos militares, que habían jurado lealtad a la Corona, sino de la población en general cuyos levantamientos fueron socavados, como el episodio madrileño del 2 de mayo de 1808. Ante la usurpación del trono, las estructuras gubernamentales centrales se debilitaron y fueron las juntas regionales quienes tomaron el poder e impulsaron la negativa a reconocer a José Bonaparte. Esta forma de organización política sería replicada más tarde en Hispanoamérica.

CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ

LA PEPA, SOBRENOMBRE QUE SE dio a la Constitución de Cádiz, desencadenó nuevas prácticas no sólo en España, sino en las colonias; se organizaron por primera vez elecciones ciudadanas, se legisló sobre la libertad de prensa y se estableció el federalismo como nueva forma de organización política.

Con la promulgación de la nueva constitución se modificaron las estructuras políticas en las colonias; desapareció la figura del virrey y se estableció que la soberanía ya no radicaría más en el monarca sino en la nación, conformada por los ciudadanos del imperio. Se entendió entonces que eran los habitantes quienes debían elegir a las autoridades principales.

Todos los varones mayores de edad con un “modo honesto de vida” y vecinos de una parroquia se prepararon para votar por primera vez, sin embargo, el derecho al voto estuvo restringido para los descendientes de africanos –a quienes los diputados españoles se negaron a otorgar la ciudadanía; a pesar de ello, éstos lograron ejercer su derecho ya que algunos poblados estaban constituidos en su gran mayoría por afrodescendientes–, así como a los frailes, presos y sirvientes domésticos.

Ahora bien, los ciudadanos no elegían directamente a sus autoridades, sino que lo hacían mediante el sistema de electores, quienes a su vez nombraban a los miembros de los ayuntamientos, de las diputaciones provinciales y de los diputados que integrarían las Cortes. Este ejercicio abrió el camino para derrumbar las barreras étnicas y fomentar la integración de una nueva sociedad, sin embargo, las mujeres fueron excluidas de este derecho y tendrían que pasar aún muchos años para que consiguieran su derecho al voto.

La ciudad de México puede servir de ejemplo para conocer cómo se realizaron las elecciones. El 29 de noviembre de 1812 se establecieron las mesas de votación en las parroquias capitalinas. Las personas con derecho al voto –y muchas que no lo tenían– se presentaron para dar, de viva voz o mediante una papeleta, el nombre de los electores que designarían a regidores y alcaldes del ayuntamiento. No faltó quien quiso inducir la decisión a través de dádivas (se repartió pulque entre los votantes). Otros llevaron a la gente a votar a una y a otra parroquia. Estas irregularidades sirvieron de pretexto para que las autoridades suspendieran temporalmente el proceso electoral, pero en realidad lo hicieron porque la cantidad de gente que salió a votar fue enorme, inesperada. La jornada terminó a las ocho de la noche, con fiesta. El conteo dio el triunfo a “25 americanos, todos honrados y del mejor modo de pensar”, a decir de la sociedad secreta de los Guadalupes, que simpatizaba con la insurgencia. Entre los electos no había un solo partidario del gobierno, de modo que se suspendió el proceso en la ciudad de México y en algunas poblaciones cercanas.

CONSTITUCIÓN DE 1824

DESPUÉS DE MÁS DE UNA DÉCADA DE ENFRENTAMIENTOS militares, el 28 de septiembre de 1821 se proclamó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano en la que se reiteraron los principios asentados en el Plan de Iguala así como en los Tratados de Córdoba. Para darle legitimidad al estado era necesario crear una nueva constitución acorde a los tiempos, por ello, el 10 de noviembre de ese mismo año, se convocó al Congreso Constituyente, que se reunió por primera vez el 24 de febrero de 1822.

La formación de una nueva nación no fue una tarea sencilla, en medio de las discrepancias entre los grupos políticos, Agustín de Iturbide se proclamó Emperador de México y suspendió el Congreso Constituyente, lo que provocó un movimiento armado encabezado por Antonio López de Santa Anna, quien promulgó el Plan de Casa Mata, en el que exigió la restauración del Congreso,

así como la instalación de un sistema republicano como forma de gobierno para el país. Iturbide abdicó al cargo el 19 de marzo de 1823; unos días después, se restableció el Congreso y el Poder Ejecutivo se instituyó como un triunvirato integrado por Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro Celestino Negrete.

El nuevo Congreso Constituyente se integró con 114 diputados que se inspiraron en la Constitución de Cádiz, la de Apatzingán, la Carta Magna de los Estados Unidos de América y el Plan de Iguala, para llevar a cabo la redacción de la Constitución Federal de 1824.

En la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, se estableció que la nación mexicana era para siempre libre e independiente del gobierno español y de cualquier otra potencia, además de adoptar para su gobierno la forma de república representativa, popular y federal; divida en tres poderes legislativo, ejecutivo y judicial, forma que replicarían los gobiernos de cada estado.

La Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos permaneció vigente desde octubre de 1824 hasta el 29 de diciembre de 1836, cuando fue sustituida por una constitución centralista.

*Pedro Celestino Negrete * Nicolás Bravo * Guadalupe Victoria

El 7 de noviembre, se instaló el recinto parlamentario donde sesionó el Congreso, ubicado en el antiguo templo de San Pedro y San Pablo en la Ciudad de México, de inmediato iniciaron los trabajos para elaborar y aprobar el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, que se promulgó el 4 de octubre de 1824.

El poder legislativo sería ejercido por un Congreso General dividido en dos cámaras: una de diputados y otra de senadores; el poder ejecutivo recaía en un sólo individuo que se denominaría Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; y el poder judicial residiría en una Corte Suprema de Justicia, en los Tribunales de Circuito y en los Juzgados de Distrito.

Celestino

CONSTITUCIÓN DE 1836

LA CONSTITUCIÓN DE 1824 NO RESOLVIÓ los agudos enfrentamientos políticos y militares que se disputaban en el territorio, cada grupo deseaba imponer su visión de nación, por ello, el 25 de mayo de 1834, los conservadores —al grito de ¡religión y fueros!—difundieron el Acta del Plan de Pronunciamiento de la Villa de Cuernavaca, cuyo objetivo era derogar las leyes liberales impulsadas por el entonces vicepresidente Valentín Gómez Farías, quien fue desconocido en enero de 1835 por la VI Legislatura, cuyos miembros eran en su mayoría conservadores. Éstos infringieron las disposiciones de la Carta Magna de 1824—, se declararon Congreso Constituyente y obtuvieron las facultades necesarias para modificar la forma de gobierno. El 23 de octubre de ese mismo año expidieron las bases para la nueva constitución, lo que derivó en las Siete Leyes o constitución de régimen centralista.

La primera de las Siete Leyes se promulgó el 15 de diciembre de 1835. Las seis restantes fueron aprobadas sucesivamente. La constitución centralista se terminó el 6 y se promulgó el 29 de diciembre de 1836 y lejos de resolver los conflictos de la nación, los agudizó: el sistema centralista motivó a Texas y a otras regiones como Yucatán, a declarar su independencia.

¿Quieres conocer las Siete Leyes Constitucionales de 1836?

* Valentín Gómez Farías * Antonio López de Santa Anna Escanea el código

La Independencia de Texas, también conocida como Revolución de Texas, fue un proceso político y militar que se desarrolló en el noreste de México entre el 2 de octubre de 1835 y el 21 de abril de 1836. Luego de la Independencia de México, en 1821, Texas había formado parte tanto del Primer Imperio Mexicano como de los Estados Unidos Mexicanos.

La guerra por la independencia de Texas se inició tras la derogación de la Constitución mexicana de 1824, de carácter federal, y la instauración de un sistema político centralista. Los colonos estadounidenses que habitaban Texas no estuvieron de acuerdo con este cambio de estatus, por lo que comenzaron a deliberar para decidir que les convenía hacer. Al inicio de estas discusiones, había discrepancias sobre el alcance que debía tener la rebelión. Algunos solo querían que se restableciera la Constitución de 1824, mientras que otros exigían la independencia. Estas discrepancias se resolvieron el 2 de marzo de 1836, cuando una convención de delegados texanos decidió proclamar la independencia.

La emancipación de Texas no fue reconocida por el gobierno mexicano, que envío un ejército y logró derrotar a los rebeldes y penetrar en territorio texano. Inesperadamente, los texanos vencieron al ejército mexicano en la batalla de San Jacinto y tomaron prisionero al presidente mexicano Antonio López de Santa Anna. Éste, para obtener su libertad, se vio obligado a firmar el Tratado de Velasco, que estableció el retiro de sus tropas de Texas.

LA INDEPENDENCIA DE TEXAS

YUCATÁN INDEPENDIENTE

Yucatán, como entidad territorial, se fundó como Capitanía General, comprendiendo casi la totalidad de la península que lleva su nombre, exceptuando el sector sureste, perteneciente a la Capitanía General de Guatemala. Yucatán estaba desprovista del órgano judicial conocido como Real Audiencia, por lo que los asuntos de esta índole debían resolverse en Ciudad de México, bajo la jurisdicción del Virreinato de Nueva España. La Capitanía incorporaba los actuales territorios de los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche y Tabasco. Incorporaba también el actual territorio de Belice.

Como Capitanía General, Yucatán entonces gozó de cierta autonomía, aunque administrativamente existían vínculos con el Virreinato. La primera República de Yucatán se gestó en el marco del movimiento independentista que se estaba desarrollando en México a raíz de la crisis española de 1808. La región, al igual que la Capitanía General de Guatemala, buscó su autonomía. Posteriormente, fue adherida a los Estados Unidos de México. En 1835 Antonio López de Santa Anna derogó la Constitución de 1824 para establecer un estado centralista, lo cual violaba las condiciones de autonomía que había exigido Yucatán para adherirse a la república mexicana.

En octubre 1841, Yucatán se declara independiente y promulga su propia constitución de carácter liberal. Hubo una invitación a las autoridades de Tabasco para integrarse a la nueva república, pero el estado tenía planes independentistas propios, que al final desechó cuando Santa Anna les propuso un tratado que encontraron favorable. Las negociaciones con Santa Anna primero, y los combates después, provocaron que Yucatán se integrase a México de nuevo en 1843, aceptando una condición especial que le otorgaba soberanía y facultad para elegir su propio gobierno. Esta condición fue desaprobada en 1844 por el Congreso, lo que provocó que el estado volviera a declararse independiente en 1845.

Tras una serie de conflictos con México, finalmente se derogan las Siete Leyes en 1846, y se restituye la Constitución de 1824, lo cual allana el camino para la reincorporación de Yucatán. Esta reincorporación tardó en establecerse hasta 1848, mientras se atenuaban los conflictos internos entre yucatecos. A pesar de que Yucatán se reintegró a México, y rehabilitó la vigencia de su Constitución, tuvo que lidiar con un conflicto interno entre los mayas y el resto de la población, que se extendió hasta la llegada del siglo XX, y que se conoció como Guerra de las Castas.

CONSTITUCIÓN DE 1857

L OS ORÍGENES DE ESTA CONSTITUCIÓN, jurada el 5 de febrero de 1857, se encuentran en la rebelión de Ayutla, iniciada en 1854 contra el último gobierno de Antonio López de Santa Anna. La revolución triunfó y su líder, Juan Álvarez, ascendió a la presidencia y una de sus primeras disposiciones fue convocar al Congreso Constituyente el 17 de octubre de 1855. Esta convocatoria respondía a la urgente necesidad de construir un estado capaz de consolidar a la nación, que estaba en riesgo de desaparecer luego de décadas de guerras intestinas e intervenciones extranjeras.

Entre los diputados al congreso estaban los mejores políticos y pensadores del partido liberal. La nueva carta magna partía del reconocimiento de los derechos del hombre como base de las instituciones sociales y reafirmaban que la soberanía residía en el pueblo, mismo que había decidido constituirse en una república representativa y federal.

Los conservadores, excluidos del Congreso Constituyente, se opusieron desde el principio a la nueva carta magna y organizaron varias revueltas contra ella. Finalmente, en diciembre de 1857 se promulgó el Plan de Tacubaya, con el que se desconocía formalmente a la nueva constitución.

Considerada inaplicable por la mayoría de los conservadores, la carta magna del 57 fue la bandera de lucha de los liberales en la Guerra de Reforma y en la resistencia contra los invasores franceses de 1862 a 1867, convirtiéndose en uno de los ejes en torno a los cuales se consolidó México.

CONSTITUCIÓN DE 1917

LA REVOLUCIÓN MEXICANA FUE UNO de los procesos más importantes de la historia contemporánea de nuestro país; en el ámbito político, la Convención de Aguascalientes, encargada de crear la nueva constitución, enfrentó tres problemas: la conversión de la figura del jefe del ejército a presidente, esto exigía que Carranza se declarara triunfador de una contienda electoral. Segundo, era evidente que la Constitución de 1857 se había vuelto anacrónica: no atendía problemas antes inexistentes, como la explotación del petróleo o el surgimiento de la clase obrera; tampoco permitía que las comunidades campesinas pudieran ser propietarias de tierras en común, que en buena medida era por lo que llevaban luchando seis años, con resultados positivos. Por último, habiendo concedido la Constitución de 1857 pocas facultades al poder ejecutivo, había forzado a Porfirio Díaz a ignorarla y violarla, convirtiendo a su gobierno en una dictadura. Para evitar que esto se repitiera, la principal norma nacional tenía que ser modificada de manera sustancial.

REVOLUCIÓN FRANCESA 1789

NAPOLEÓN BONAPARTE

CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ 1812

1810 - 1821

INDEPENDENCIA DE MÉXICO

1822

PRIMER IMPERIO MEXICANO

CONSTITUCIÓN DE 1824

CONSTITUCIÓN DE 1836

1838

PRIMERA INTERVENCIÓN FRANCESA

GUERRA DE LOS PASTELES

1846 - 1848

INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA

CONSTITUCIÓN DE 1857

1858 - 1861

GUERRA DE REFORMA

1862 - 1867

SEGUNDA INTERVENCIÓN FRANCESA

SEGUNDO IMPERIO MEXICANO

1867

RESTAURACIÓN DE LA REPÚBLICA

1910

REVOLUCIÓN MEXICANA

1914

CONVENCIÓN DE AGUASCALIENTES

1916

CONGRESO CONSTITUYENTE

CONSTITUCIÓN DE 1917

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