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NÉSTOR SANMIGUEL DIEST LA PERIPECIA DEL AUTÓMATA
Formado como sastre en la Escuela Oficial de Madrid, Néstor Sanmiguel Diest (Zaragoza, 1949) compaginó hasta finales de la década de 1990 su actividad artística con su trabajo como patronista en una fábrica textil. Su profesión ha determinado, en gran medida, su práctica creativa, donde se afana por producir un inmenso corpus de obras a partir de la aplicación de sistemas, reglas y protocolos preestablecidos de antemano. Donde predominan, sobre todo en sus primeras obras, elementos iconográficos que aluden irónicamente al mundo laboral y sus imaginarios revolucionarios.
A lo largo de su trayectoria, Néstor Sanmiguel se ha mantenido al margen de las corrientes, circuitos y narrativas dominantes en el mundo del arte. Asumiendo voluntariamente una cierta condición de outsider, ha optado por trabajar en la periferia, tanto desde un punto de vista geográfico —nunca ha abandonado su estudio de Aranda de Duero— como en un sentido discursivo y material. Esto le ha permitido construir un lenguaje artístico propio, donde lo pictórico se entrecruza con lo literario, la reflexión semiótica y metalingüística juegan un papel clave y se le otorga una gran centralidad a la repetición y al trabajo automatizado.
La peripecia del autómata, muestra que le dedican simultáneamente el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco Artium Museoa, nos ofrece la oportunidad de ahondar en la inclasificable y apasionante obra de Néstor Sanmiguel Diest, sin duda una de las figuras más genuinas del arte español de las últimas décadas. Sumergirse en sus trabajos es una experiencia fascinante, todavía más si lo hacemos a través de un planteamiento que nos muestra no solo la complejidad y alcance poético de su propuesta plástico-conceptual, sino también su carácter radicalmente heterodoxo y crítico. Sus pinturas no nos ofrecen una interpretación literal del mundo, funcionan como disparadores poéticos que interpelan abiertamente al espectador, quien debe involucrarse de manera activa en su decodificación. Por último, hay que remarcar la gran labor de investigación y contextualización que han llevado a cabo las dos instituciones organizadoras de la exposición, a las que quiero agradecer y felicitar por el brillante trabajo realizado.
La peripecia del autómata es un proyecto curatorial que revisa el trabajo del artista Néstor Sanmiguel Diest en las últimas cuatro décadas y que, singularmente, se despliega en dos exposiciones simultáneas: una en Madrid, en la sede del Palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía, y otra en Vitoria-Gasteiz, en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco Artium Museoa. Su singularidad radica no tanto en la colaboración entre dos instituciones museísticas para la preparación de una exposición, sino en el hecho de que este trabajo conjunto derive en la producción de dos muestras distintas y complementarias, prácticamente simultáneas en el tiempo.
Ni qué decir tiene que esta forma de abordar un proyecto curatorial añade sin duda complejidad al proceso, pero también es cierto que esa misma complejidad aporta valor añadido al resultado final en forma de conocimiento expandido: un amplísimo recorrido por la ingente producción de Néstor Sanmiguel Diest a lo largo de las últimas cuatro décadas, más de doscientas obras de arte en total.
Por lo que respecta a Artium Museoa, el interés en este proyecto radica, de acuerdo con los objetivos de la institución, en la oportunidad de situar en primer plano la figura de un artista esencial en los recorridos del arte desde los años ochenta, un autor que, además, tiene una representación significativa en la colección del museo. Esta, constituida por un fondo patrimonial público en permanente construcción, es un reflejo especialmente exhaustivo de los procesos seguidos por el arte contemporáneo en el País Vasco desde la mitad del siglo pasado hasta el presente, al tiempo que permite una revisión igualmente elocuente del arte producido en España en ese mismo periodo.
La materialización de La peripecia del autómata y la edición de este catálogo son desde luego actos que tratan de aportar el reconocimiento definitivo al trabajo de un artista metódico y paciente, un resistente, obstinadamente consistente, absolutamente reconocible y en cualquier caso irreemplazable.
Por último, queremos expresar nuestro agradecimiento en primer lugar al artista, y a su familia y colaboradores, por hacer posible este proyecto gracias a su activa implicación, y a todos los que han participado en su construcción en ambas sedes y en la preparación de esta publicación. Asimismo, celebramos lo que ha supuesto una nueva colaboración del Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco Artium Museoa con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Ramiro González Vicente Diputado General de Álava
La peripecia del autómata nos permite adentrarnos en la práctica artística de Néstor Sanmiguel Diest (Zaragoza, 1949), autor prolífico y metódico que desde mediados de la década de 1980 hasta la actualidad ha desarrollado un vasto corpus de obras donde los límites entre imagen, texto y representación se vuelven visibles y problemáticos. Concibiéndose a sí mismo como un “artista de taller”, Sanmiguel Diest crea complejos sistemas de reglas y protocolos que aplica de manera meticulosa en sus piezas, conformadas principalmente por dibujos y pinturas. Piezas en las que acumula sucesivos estratos de información en un plano o imagen homogeneizada, de modo que estas funcionan como palimpsestos que activan en el espectador lo que Peio Aguirre describe como un “ansia decodifcadora”.
Más que una revisión exhaustiva de la obra de este artista, la muestra lo que intenta es trazar una lectura cartográfica de la misma, poniendo de relieve algunas de las principales constantes que han ido marcando su trayectoria. Entre estas ocupa, sin duda, un lugar fundamental la reflexión en torno al trabajo, entendido como una máquina abstracta que estructura nuestras vidas, y de manera específica en torno al propio trabajo del arte, al arte como trabajo.
En la muestra, que se lleva a cabo simultáneamente en dos lugares diferentes —la sede del Palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía, en Madrid, y el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco Artium Museoa, en Vitoria-Gasteiz—, se plantea que la obra de Sanmiguel Diest puede entenderse como un diario extendido en el tiempo, donde va acumulando, interviniendo y poniendo en relación materiales de muy diversa procedencia.
A través de un ejercicio de apropiacionismo crítico, Sanmiguel Diest crea un aparato discursivo de gran densidad semiótica y potencialidad iconográfica que es susceptible de múltiples decodificaciones y (re)lecturas. Su obra exige así un lector cómplice, dispuesto a abandonar cualquier expectativa de encontrar una interpretación unívoca, un significado cerrado. Quizás porque, como decían Deleuze y Guattari al hablar de la literatura de Franz Ka a, [es una obra que] “no se ofrece sino a la experimentación”. O, porque, como nos señala Aguirre, se centra más en los significantes que en la significación.
Cabe señalar aquí que la preocupación en torno a los sistemas de lectura y recepción del texto —que él siempre ha entendido de una manera expandida, como algo que desborda lo escrito— ha sido permanente en la práctica de Sanmiguel Diest. De ahí su reconocida admiración por Julio Cortázar, con quien no solo comparte su interés por las técnicas de la fragmentación y el montaje cruzado, sino que también constituye el eje sobre el que pivotan varios de sus trabajos, como Rayuela (2008) o Libro para Manuel (El segundo nombre de las cosas) (2009-2010), donde llega a reescribir íntegramente sendas novelas del escritor argentino.
Frente a la promesa de transparencia y disponibilidad, el artista reivindica cualidades como la opacidad, lo inestable o lo discontinuo, creando artefactos artísticos intencionadamente crípticos que se repliegan sobre sí mismos, casi al modo de una banda de Moebius. Artefactos que funcionan como complejos entramados, formales y discursivos, que el espectador ha de desentrañar, eligiendo su propio camino para hacerlo. En esa voluntad de desbordamiento radica la potencialidad interpeladora de su obra que no solo cuestiona el orden clásico del saber, sino que también propone una impugnación frontal de la fetichización de la práctica artística, distanciándose de la visión romántica de la actividad creativa y dejando que el azar y la aplicación de fórmulas matemáticas y algorítmicas preestablecidas determinen su materialización final.
Se puede decir, por tanto, que Néstor Sanmiguel Diest es un artista que trabaja con y desde el lenguaje, inscribiéndose en esa tradición crítica de la modernidad que apuesta por liberarlo de su dimensión puramente funcional, y cuyo territorio de acción y reflexión es el margen, tanto en un sentido metafórico como material.
La exposición La peripecia del autómata nos ofrece la posibilidad de acercarnos a la obra de este artista atípico que ha querido y sido capaz de mantenerse alejado de las narrativas e inercias coyunturales hegemónicas del arte. Esa determinación le ha posibilitado trazar lenta y laboriosamente su propio camino, sin dejarse afectar por la urgencia de lo nuevo, por las exigencias de la lógica economicista de la productividad, a la que no es ajena, todo lo contrario, el mundo del arte. Desde esa serena pero radical heterodoxia, Sanmiguel Diest ha logrado construir, parafraseando a José Bergamín, una “prodigiosa máquina” artística que se retroalimenta a sí misma sin cesar y nos interpela abiertamente, invitándonos a repensar cómo decodificamos las imágenes y las palabras, cómo interpretamos, en definitiva, el mundo que nos rodea.
Manuel Borja-Villel Director del Museo Nacional Centro de Arte
Herráez Directora
p. 17
LAPERIPECIADELAUTÓMATA p. 47
THEVICISSITUDESOFTHEAUTOMATON
Beatriz Herráez p. 73
ENLAFÁBRICADELAPINTURA p. 93
INTHEPAINTINGFACTORY
Peio Aguirre p. 113
SANMIGUELYLOSOTROS
Entrevista a Néstor Sanmiguel Diest p. 145
SANMIGUELANDOTHERS
Interview to Néstor Sanmiguel Diest
Ángel Calvo Ulloa p. 173
Lista de obras