3.4. Recordar el papel principal de las rehalas en la montería, seleccionándolas en base a su eficacia y a la profesionalidad y ética de los perreros, evitando aquellas ocasionales o las reunidas sin garantías. Dedicar a podenqueros y propietarios la consideración debida, estimulándolos en su trabajo cuando merezcan la distinción de la alabanza. 3.5. Procurar aportar con prontitud la retribución convenida a los rehaleros, a unos el alquiler de la rehala, a otros la propina a su perrero. Una vez han recogido sus perros cuanto antes lleguen a la perrera mejor, y con mayor motivo si hay perros heridos. 3.6. En los casos en los que la montería se celebre en momentos de alta carencia de agua y altas temperaturas, como suele pasar a comienzos de temporada, considerar soltar temprano y proveer puntos de agua para los perros a lo largo de la mancha, informando a los rehaleros de la localización de los mismos. En circunstancias extremas plantear suspender la montería, primando el bienestar de los perros.
MANIFIESTO DE LA MONTERÍA
4. Sobre la asistencia a los monteros
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4.1. Proporcionar a los monteros la máxima información posible sobre la mancha a cazar, facilitándoles plano, esquemas de situación e instrucciones propias de la finca. Así mismo identificar las rehalas con sus colores y señalar las diferentes sueltas y la forma de batir la mancha, ya sea a una mano o al tope. Exigir a todos los participantes su colaboración para dejar el campo limpio.