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Proyección de lo abominable y recóndito, el monstruo se erigió en la cultura de entreguerras como una proyección de la crisis y la incertidumbre de la civilización del progreso. Surrealistas y regímenes totalitarios utilizaron esa figura de un modo publicitario o subconsciente, pero netamente eficaz para poner a prueba la normalidad. Por Joan Robledo-Palop
El cuerpo y 20
CARTA. PRIMAVERA-VERANO 2013