3-Restitución

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BASADO EN LA OBRA DE D.L.MOODY

ESTUDIO “LA ORACIÓN QUE PREVALECE” CAPÍTULO 3: RESTITUCIÓN Si en otro tiempo he tomado lo que no me pertenecía, y no estoy dispuesto a restituirlo, mis oraciones no van a llegar más allá del techo, nunca alcanzarán el cielo. Después de que Zaqueo se encontró con Cristo, las cosas cambiaron bastante para Zaqueo. Me atrevo a decir que la idea de hacer restitución no había entrado nunca en su mente antes. Probablemente, pensaría esa mañana que era un hombre honrado. Pero cuando el Señor le habló, vio las cosas de modo muy distinto. Notemos cuan corto fue su discurso. Lo único que se nos dice del mismo es: «Voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado» (Lucas 19:8). ¡Unas pocas palabras, pero su eco todavía resuena después de veinte siglos!. Al hacer esta declaración confesó su pecado: no había sido honrado. Además, mostró que conocía los requerimientos de la ley de Moisés. Si un hombre había tomado lo que no le pertenecía, no solo había de devolverlo, sino que tenía que multiplicarlo por cuatro. Creo que en esta dispensación nosotros tendríamos que ser tan honrados como eran entonces bajo la Ley. Cantamos himnos y salmos y ofrecemos oraciones, pero éstos serán una abominación a Dios, a menos que estemos dispuestos a enderezar nuestra vida diaria. Nada dará al Cristianismo tanto poder sobre el mundo como el que los creyentes empiecen a actuar de este modo. Zaqueo, probablemente, tuvo más influencia en Jericó después de hacer restitución que ninguna otra persona en la ciudad. El ladrón que no se ha arrepentido se queda con el dinero que robó. Puede tener convicción de pecado, pero no se arrepiente- Si se arrepiente, devolverá el dinero. Si has engañado a alguno, y no restauras lo que has tomado injustamente; o si has injuriado a alguno y no procuras reparar el daño que has hecho, por lo que a ti respecta, no te has arrepentido de veras. Éxodo 22:1(NTV) Si alguien roba un buey o una oveja y luego mata o vende el animal, el ladrón tendrá que pagar cinco bueyes por cada buey robado y cuatro ovejas por cada oveja robada. Éstas fueron las leyes que Dios promulgó para su pueblo, y creo que sus principios obligan aún hoy. Isaías 58:4-9 (TLA)

Adaptado por @JonathanHedz

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BASADO EN LA OBRA DE D.L.MOODY

4 Ese día discuten, se pelean, y se agarran a golpes. ¡Si quieren que escuche sus oraciones no ayunen de esa manera! 5 Ese tipo de ayuno no me agrada para nada. »Ustedes agachan la cabeza como una caña del río, y vestidos de luto se acuestan sobre la ceniza. Y a eso le llaman “ayuno” y “día agradable para Dios”. 6 ¡Pero en realidad no es así! El ayuno que a Dios le agrada »El ayuno que a mí me agrada es que liberen a los presos encadenados injustamente, es que liberen a los esclavos, es que dejen en libertad a los maltratados y que acaben con toda injusticia; 7 es que compartan el pan con los que tienen hambre, es que den refugio a los pobres, vistan a los que no tienen ropa, y ayuden a los demás. 8 »Los que ayunan así brillarán como la luz de la aurora, y sus heridas sanarán muy pronto. Delante de ellos irá la justicia y detrás de ellos, la protección de Dios. 9 »Si me llaman, yo les responderé; si gritan pidiendo ayuda, yo les diré: “Aquí estoy”. Si dejan de maltratar a los demás, y no los insultan ni los maldicen; El verdadero arrepentimiento requiere restitución Si hay verdadero arrepentimiento dará fruto. Si hemos defraudado a alguno,-nunca deberíamos pedir perdón hasta que estemos dispuestos a hacer restitución. Si he hecho a alguien alguna injusticia grande y no puedo repararla, no tengo por qué pedir perdón a Dios hasta que he hecho restitución. Testimonio Un caballero que estaba muy afligido se acerco y dijo: -«Soy un desfalcador» -me dijo, «he quitado dinero a la compañía para la que trabajo. ¿De qué forma puedo hacerme cristiano sin restaurar el dinero?». -«¿Tiene suficiente para hacerlo?». Me dijo que no lo tenía todo. Había quitado 1.500 dólares, y tenía todavía 900. Me preguntó: -«No podría usar este dinero para emprender un negocio, y hacer restitución y pagarles luego?». Le contesté que esto era un engaño de Satán, y que no podía pensar en prosperar con dinero robado; que debía restaurar todo lo que tenía, que tenía que ir a ver a sus jefes y pedirles perdón. -«Pero me pondrán en la cárcel» -replicó- «¿Puede usted ayudarme?». -«No; usted debe restaurar el dinero antes de poder esperar ninguna ayuda de Dios.» -«Es un poco difícil» -me contestó. -«Sí, es difícil; pero la gran equivocación fue el tomarlo.» Su carga se hizo tan pesada que al fin no lo pudo soportar. Me entregó lo que tenía, 950 dólares y algunos céntimos, y me pidió que lo restaurara a sus jefes. Yo les conté la historia, y les dije que el hombre esperaba misericordia, no justicia. Las lágrimas cayeron de los ojos de aquellos dos hombres y contestaron: -«Le perdonamos, sí, le perdonamos de muy buen grado». Yo bajé las escaleras y fui a buscarlo. Después que hubo confesado su culpa y fue perdonado, todos nos arrodillamos y celebramos una reunión de oración. Dios estaba allí y nos bendijo.

Adaptado por @JonathanHedz

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