Clever ratty

Page 1


Una ratita inteligente

Escrito por Jenny Feely Ilustrado por Ian Forss



Contenido Capítulo 1 ¿Qué se esconde en el rincón?

4

Capítulo 2 Una nueva integrante de la familia

8

Capítulo 3 Cuéntame una historia

12

Capítulo 4 Comienza el entrenamiento

17

Capítulo 5 El desfile

23

Capítulo 6 ¡Rati al rescate!

29

Nota de la autora 32


Capítulo 1

¿Qué se esconde en el rincón?

—¿Qué pasa, José? —le pregunta Carla a su hermanito. José está de pie apoyado contra la pared de la cocina, con los ojos bien abiertos del miedo. Abre la boca para contestar, pero no le salen las palabras. —¿Llamo a mamá? —Carla piensa que ha pasado algo terrible. José levanta una mano temblorosa y señala el rincón que está junto al refrigerador. Carla no llega a ver lo que señala su hermanito. —¿Es una araña? —pregunta ella. Carla espera que no sea una araña porque la única persona que les tiene más miedo a las arañas que José es ella. —N-N-No. —La voz de José tiembla. Carla se da cuenta de que él está a punto de llorar.

4


Con la respiración acelerada, Carla da un pasito hacia el rincón. Luego, da otro pasito más. Mira hacia el oscuro rincón que está entre el refrigerador y la pared. No ve nada, no se mueve nada. —Allí no hay nada, José —dice ella. De repente, nota que algo marrón con manchas blancas pasa como un relámpago. Sea lo que sea, piensa Carla, no es una araña. Es más grande que una araña. Mucho más grande.

Una vez Carla vio cómo su madre atrapó con una pequeña toalla a un pájaro herido y aterrado que había entrado por una ventana. La mamá le explicó que, si cubría al pájaro, lo ayudaba a calmarse y así lo podía llevar al veterinario. Carla piensa que podría tratar de quitar la “cosa” del rincón de la misma manera. Toma un paño de cocina y se acerca. —¡Oh! —dice. Sus ojos se agrandan. Esta cosa no es una araña ni un pájaro—. José, ¡es un ratoncito!

5


José grita. Si hay algo a lo que le tiene miedo es a los ratones. Nadie sabe por qué, pero cada vez que José ve un ratón, aunque sea por televisión, se mete debajo de las cobijas. Carla lo tranquiliza. —No te va a hacer nada, José. —Pero José grita otra vez. Carla se agacha para ver mejor al ratón. Ve que su cuerpo tiembla como una hoja y, al acercarse, también ve que ese pequeño animal aterrorizado en realidad no es un ratón. —No te preocupes, José —dice ella, mientras levanta el paño con las dos manos—. No es un ratón... ¡es una rata! De repente José revive y grita “¡Aaaaay!” y sale corriendo de la cocina. Carla en seguida cubre a la rata con el paño y la levanta en sus brazos. —Pobrecita —susurra mientras abraza al animalito que tiembla—. ¿Te asustó José? Carla levanta una punta del paño para darle un vistazo a la rata. El animalito parece más tranquilo, mientras se acurruca en su mano. Carla le quita el paño y la rata se sienta en cuclillas, estira el cuello hacia Carla y olfatea.

6


Carla empieza a dudar. “Hay algo raro en esta situación”, piensa, “algo raro sobre esta rata”. Una rata silvestre jamás se sentaría a esperar que la atrapen pues su instinto la haría salir corriendo. —No eres una rata silvestre, ¿no es cierto? —dice ella, y agrega suavemente—: No pasa nada. No te voy a lastimar. La rata tiembla un poco, pero Carla piensa que sus ojos parecen tener menos miedo de ella ahora. Pone la otra mano, con la palma hacia arriba, cerca de la rata. La rata se relaja, se pone en cuatro patas y toca suavemente la mano de Carla con el hocico suave y frío. Olfatea atentamente y luego levanta las patas y se trepa por las manos de Carla. Con la suavidad de una pluma, Carla envuelve a la rata con las manos y susurra: —Ahora estás a salvo.

7


Capítulo 2

Una nueva integrante de la familia

—Parece que está muy acostumbrada a estar con personas —dice la mamá—. Deberíamos colgar carteles para averiguar si es de alguien. Carla le toma una foto a la rata y la usa para hacer carteles que pone por todo el vecindario. Sabe que lo correcto es tratar de averiguar quién es el dueño de la rata, pero en el fondo de su corazón tiene la esperanza de que nadie responda a los carteles y así poder quedarse con ella. —Como no sé tu nombre —le dice Carla a la rata—, te llamaré Rati. Rati parece aprobar su nuevo nombre, mientras se sienta sobre las patas traseras y se limpia los bigotes, con una pequeña sonrisa en la cara. Rati se acomoda como en su casa en una jaula que está en el dormitorio de Carla.

8


Pasa una semana, luego dos, y Carla y Rati se hacen grandes amigas. Carla pasa cada minuto que puede con Rati. La lleva a pasear al parque, mira televisión con ella y hasta hace las tareas de la escuela con Rati sentada en sus piernas. La cuida muy bien: todas las mañanas y las noches se asegura de que la jaula esté limpia y que tenga siempre agua limpia y comida.

Carla está contenta porque nadie ha venido a buscar a Rati; si tuviera que decirle adiós a su nueva amiga, se pondría muy triste.

9


La mamá también se hace amiga de Rati, le guarda pedacitos de comida y le da de comer de la mano. Rati siempre se limpia los bigotes antes de comer. —¡Qué buenos modales, Rati! —dice la mamá, mientras se ríe—. ¡Hasta te lavas las manos y la cara antes de cenar! Rati también conquista a la abuela. Los días bonitos y soleados, a la abuela le gusta sentarse afuera con Rati sobre las piernas y acariciarla suavemente con la mirada lejana. Pero José no se hace amigo de Rati. Cada vez que ve a Rati, se le llenan los ojos de miedo. José no toca a Rati. Ni siquiera quiere estar en la misma habitación que Rati. —Esto no puede seguir así —le dice la mamá a Carla—. Este es el hogar de José y él debe sentirse cómodo y seguro.

10


A Carla se le llenan los ojos de lágrimas. Sabe lo que su mamá está sugiriendo. Si José y Rati no se hacen amigos, Rati se tendrá que ir. —No te preocupes, Carla —dice la mamá—. Todos vamos a ayudar para que José se lleve bien con Rati, pero si después de todo sigue molesto como ahora, pues... —Su voz se pierde.

11


Capítulo 3

Cuéntame una historia

Carla hace todo lo que puede para que José deje de tenerle miedo a Rati. —Rati es muy tierna y mansa —insiste Carla, mientras Rati se sienta en sus patas traseras y mira a José—. ¡Mírala! ¡Quiere ser tu amiga!

12


Rati olfatea a José, que se aleja y sale corriendo de la habitación como si Rati le hubiera lanzado un rayo. —Rati es una criaturita muy buena —le dice la mamá a José—. Jamás te haría daño. —José se encoge de hombros y se va. Durante mucho tiempo, la abuela no dice ni hace nada para hacer que Rati le agrade a José. Observa a José y piensa mucho cómo podría ayudar. Un día, decide decirle a José algo que piensa que lo va a sorprender. —A tu abuelo le encantaría Rati —dice ella. José pone cara de sorpresa—. ¿Sabías que durante la guerra el abuelo tenía una mascota como Rati? José mira serio a la abuela. Tenía apenas cuatro años cuando el abuelo murió, pero muchas veces tomaba la foto enmarcada del abuelo y le preguntaba a la abuela sobre él. ¿Cómo era? ¿Qué hacía? —Yo no conocí a la rata del abuelo —sigue la abuela—, pero siento como si fuera una vieja amiga de toda la familia. —La abuela baja la voz y se inclina—. De hecho, si no fuera por esa rata tan inteligente, ninguno de nosotros estaría aquí ahora. José se acerca a la abuela y se sienta a su lado. —¿Por qué? —pregunta, con los ojos bien abiertos—. ¿Qué pasó, abuela?

13


—Fue durante la guerra —explica la abuela—. Un día, el abuelo estaba cavando una trinchera y abrió las paredes de una pequeña madriguera. Adentro había un animalito aterrado, una rata. El abuelo rápidamente se alejó para que la rata escapara, pero la rata no se escapó. Miró al abuelo. Él le ofreció unas sobras de comida y, a partir de ese momento, la rata vivió en la mochila del abuelo, haciéndole compañía mientras él estaba de servicio. José no se da cuenta de que Carla tiene a Rati en el bolsillo mientras se acurruca junto a la abuela. Está demasiado concentrado en la historia de la abuela. —El abuelo se dio cuenta de que cuando iba a caer una bomba, la rata chillaba con fuerza. Tu abuelo aprendió a escuchar ese chillido y protegerse. Y así fue como la rata le salvó la vida una vez. —¿Cómo es posible que una rata haga eso? —pregunta José. No ve que Rati se ha escurrido desde el bolsillo de Carla hasta las piernas de la abuela. —Una noche, el abuelo había armado la carpa debajo de un roble grande. Cuando dejó salir a la rata de la mochila, ella salió corriendo de la carpa. Chillaba y chillaba y no quería volver a entrar.

14


—Finalmente, para no hacer ruido, el abuelo llevó la carpa al otro lado del campamento. Y menos mal que lo hizo. Durante la noche, una rama enorme cayó de ese árbol grande e hizo estallar una pequeña bomba que estaba enterrada en el suelo. ¡Esa rata le salvó la vida a tu abuelo!

15


La abuela mira a Carla y a José. —Si no fuera por esa rata, ustedes dos no estarían aquí. Lentamente, la abuela levanta la mano y comienza a acariciar a Rati. Carla mira a José y contiene la respiración, esperando la reacción de su hermanito. Al principio, al ver a Rati, José se pone un poco nervioso, pero poco a poco comienza a relajarse. Esto le da a Carla esperanzas de que José y Rati puedan llegar a ser amigos algún día y decide esforzarse más para que eso pase.

16


Capítulo 4

Comienza el entrenamiento

Después de escuchar la historia de la abuela, Carla decide averiguar todo lo posible sobre las ratas. Lee mucha información y descubre algunos datos sorprendentes. Las ratas tienen un increíble sentido del olfato, mejor que el de los seres humanos. También tienen muy buen oído y perciben cosas con los bigotes. Y algunas ratas han sido entrenadas para hacer cosas extraordinarias. Cuando Carla lee que algunas ratas hasta pueden llegar a encontrar bombas enterradas, comienza a pensar que la historia sobre la increíble rata del abuelo debe de ser cierta. A Carla se le ocurre una idea. Una idea que podría hacer que José vea a Rati de otra manera. —Rati —dice ella—, tú y yo vamos a convertirnos en buscadoras de tesoros. Y José nos va a ayudar. Carla planea un programa de entrenamiento. Todos los días, Carla entrena a Rati para que busque un tesoro.

17


Al principio, el entrenamiento es simple. Carla pone tres objetos pequeños en la jaula de Rati: un botón de plástico, una canica de vidrio y una moneda de metal. —Busca el objeto de metal, Rati —dice Carla. Rati olfatea los tres objetos. Cuando llega a la moneda, ella le da un trocito de banana. Cuando olfatea el botón o la canica, no hay banana. Carla le dice: —Prueba otra vez. Busca el objeto de metal. Día tras día, Carla entrena a Rati y, en poco tiempo, Rati logra ir directamente hasta el objeto de metal y se sienta. —¡Qué inteligente, Rati! —dice Carla y la levanta y le da dos trocitos de banana.

18


Luego, llega la hora de iniciar la siguiente parte del entrenamiento. Carla esconde los objetos debajo de unas cajas pequeùas para que Rati no los vea. —Busca el objeto de metal —le dice Carla a Rati. Muy pronto, Rati aprende a olfatear todas las cajas y se sienta junto a la que esconde el objeto de metal. Lo hace siempre bien. Y Carla siempre le da un trocito de banana.

19


—Es hora de pasar a la siguiente etapa de tu entrenamiento —le dice Carla a Rati—. Vamos a probar en el patio. Y José nos va a ayudar. —Necesito que me ayudes a entrenar a Rati para que encuentre un tesoro —le dice Carla a José, que se espanta—. No te preocupes, no tienes que tocar a Rati. Es una búsqueda del tesoro. —¿Y qué tengo que hacer? —pregunta él, animándose. A José le encantan las búsquedas del tesoro. —Llevaré a Rati dentro de la casa mientras tú escondes estos tesoros en el patio. —Le da a José cuatro objetos de metal para esconder: una moneda, un trozo de papel aluminio, un arete y un gancho. Mientras Carla lleva a Rati adentro, escucha que José murmura: —Estos no son precisamente grandes tesoros. Después de esconder los objetos, él grita “¡Listo!” y desaparece por el costado de la casa. Allí está bastante lejos de Rati, pero puede observar la búsqueda del tesoro. Carla no está segura de que Rati pueda encontrar los cuatro objetos escondidos porque el patio es muy grande. Pero la anima. —Tú puedes —dice Carla—. Busca los objetos de metal, Rati.

20


Al principio, Rati parece confundida. Después, empieza a mover los bigotes. En seguida encuentra el camino olfateando por el patio. Olfatea una piedra, pero sigue avanzando. Olfatea una hoja, pero sigue. Luego olfatea un trozo de papel aluminio y allí se sienta.

—¡Qué inteligente, Rati! —Carla sonríe y le da un trocito de banana. Poco después Rati encuentra los demás objetos de metal que escondió José.

21


Carla y Rati practican la búsqueda del tesoro todos los días, hasta que Carla está segura de que Rati puede encontrar cualquier objeto de metal en cualquier parte del patio. Y José siempre ayuda escondiendo los objetos. Algunos días, se queda en el patio mirando cómo Rati busca y, a veces, sonríe cuando Rati encuentra un objeto que escondió en un lugar muy difícil. Carla siempre anima a José a darle un trocito de banana a Rati, pero él se resiste. Luego, un día, pasa algo que cambia la forma en que José ve a Rati.

22


Capítulo 5

El desfile

Todos los años, en el pueblo donde vive Carla, hay un gran desfile para recordar a las personas que fueron a la guerra. La familia de Carla siempre había ido a ver al abuelo cuando desfilaba y mostraba con orgullo sus brillantes medallas en el pecho. La abuela siempre tenía una sonrisa en el rostro y lágrimas en los ojos. Pero este año es diferente. Por primera vez, el abuelo no está para desfilar y todos, especialmente la abuela, están muy tristes. —José y Carla pueden ponerse las medallas —dice la abuela—. Pueden desfilar en lugar del abuelo. —Oh, no estoy segura —dice la mamá—. Esa es una gran responsabilidad. —Sin dudas es una gran responsabilidad —dice la abuela—, pero tu padre estaría muy orgulloso de que sus nietos llevaran sus medallas.

23


—¿Y si pasa algo con las medallas? —pregunta la mamá. —José y Carla las cuidarán bien —dice la abuela. La mañana del desfile, José está muy emocionado de desfilar en lugar de su abuelo, pero su ánimo cambia cuando Carla mete a Rati en el bolsillo.

—Las ratas no pueden venir al desfile —dice él. —¿Por qué no? —le contesta Carla—. La rata del abuelo era una heroína. Al abuelo le gustaría que Rati también desfilara. —No me parece bien que llevemos a Rati —dice José—. Muchos van a pensar que te estás burlando del desfile.

24


Carla no sabe qué contestar. Quizás José tenga razón, piensa. Con tristeza, vuelve a poner a Rati en su jaula. —Te traeré algo para comer del pícnic —le promete. Antes de que comience el desfile, la abuela abre la antigua caja de terciopelo que contiene las medallas del abuelo. —Tengan mucho cuidado con estas medallas —les dice la abuela a Carla y a José, mientras les prende las medallas en la ropa—. Estas son las medallas del abuelo, y para mí tienen muchísimo valor.

25


JosĂŠ y Carla desfilan con orgullo desde el ayuntamiento por la calle principal. Toca una banda y la gente aplaude junto a la calle cuando pasa el desfile.

26


Al final del desfile, todos se reúnen en el parque para hacer un pícnic. José se trepa con su amigo Carlos a los árboles y Carla juega con sus amigas. La mamá sacude la manta de pícnic y la pone sobre el pasto. La mamá y la abuela sirven la comida y José y Carla se acercan corriendo. Después de la emoción del desfile están muy hambrientos. Cuando la abuela le alcanza un sándwich a José, se queda sin aliento. —¿Dónde está la medalla del abuelo? —pregunta, mientras señala el pecho de su nieto. La chaqueta está un poco rota donde ella había prendido la medalla.

27


La cara de José se transforma. —¡Ay, no! —grita—. Tiene que estar por aquí, abuela. La tenía cuando fui al parque. Se la mostré a Carlos. Después trepamos al roble grande. Seguro que la perdí allí. Buscan y buscan en el suelo debajo del gran roble, buscan debajo de las hojas y en los arbustos cercanos, pero no logran encontrar la medalla. —No la encontraremos nunca —dice la abuela, con tristeza—. Me temo que la perdimos para siempre. —Espera —dice José—. Tengo una idea. Mira a Carla y le dice sin dudar: —¡Trae a Rati!

28


Capítulo 6

¡Rati al rescate!

Carla pone a Rati en el suelo, debajo del árbol. —Busca el objeto de metal —le ordena. Rati olfatea alrededor de la parte de abajo del árbol. Mete el hocico debajo de las hojas y en las grietas de las raíces. Da varias vueltas alrededor del árbol. No encuentra nada de metal. —No hay caso —dice Carla—. La medalla no está aquí. José no dice nada. Tiene miedo de que la medalla del abuelo se haya perdido para siempre. —Está oscureciendo —dice la mamá—. Vamos a casa. Carla va a levantar a Rati, pero la rata salta y comienza a olfatear el tronco del árbol.

29


—¿Qué pasa, Rati? —pregunta Carla—. ¿Qué encontraste? Rati sigue olfateando. Después empieza a mover los bigotes. Rati trepa por el árbol. Sube y sube hasta que finalmente se detiene y se sienta muy quieta junto a un pequeño agujero que hay en el tronco del árbol.

30


—¡Encontró algo! —grita Carla. José trepa por el árbol. Sube y sube hasta donde está Rati. Mete la mano en el agujero y busca. Luego, con un grito de alegría, saca la mano con el puño cerrado sosteniendo un objeto. —¡La tengo! —grita—. ¡Tengo la medalla del abuelo! José levanta a Rati y la abraza. Luego la pone con cuidado en el bolsillo y baja del árbol. Cuando llega al suelo, le devuelve la medalla a la abuela. —Lo lamento, abuela. José mira a Carla. —Gracias —le dice a su hermana, con una sonrisa. —Deberías darle las gracias a Rati —le contesta ella. —¡Qué inteligente, Rati! ¡Gracias! —dice José—. Ahora puedes venir a casa conmigo.

31


Nota de la autora Me interesa mucho aprender sobre las cosas que los animales pueden hacer y las personas no. ¿Cómo lo hacen los animales? ¿Cómo pueden las ratas oler cosas que yo no puedo? ¿Cómo pueden usar los bigotes para percibir el entorno? Todo esto me sorprende y me hace pensar si las personas realmente son más inteligentes que los animales. Entonces conocí las HeroRATs y me di cuenta de que quizás los actos más inteligentes pasan cuando los animales y los seres humanos trabajan juntos. Así surgió la idea para escribir este cuento.

32


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.