VICE MAGAZINE

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FREE VOLUMEN 1 NÚMERO 2

EDICIÓN DE FOTOGRAFÍA 2008






TABLA DE CONTENIDOS

Foto de Rennie Ellis. Ver página 103

VOLUMEN 1 NÚMERO 2 Foto de portada de Terry Richardson

Neck Face y yo por Chris Shonting . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

¡Peda en la alberca! por Dana Goldstein . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

Atestada Chongqing por Joost Pauwaert y Stephanie van de Velde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Cuatro mujeres desnudas que no son mi esposa y una mujer desnuda que sí lo es por Jonathan Black . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Noruegos en casa por Rune Johansen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 Velada espiritista por Maggie Lee . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Tania Leshkina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

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Antiheroes y Girls por Patrick O’Dell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Polaroids, chefs, flores y tabardos por Luke Stephenson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32


TABLA DE CONTENIDOS

Foto de Maggie Lee. Ver página 22

Juventud “nazi” por Nicola Kast . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Ojo nipón: nuestros fotógrafos japoneses del momento favoritos Kawori Inbe, Jin Ohashi, Kayo Ume, Yoshiki Saitoh . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70

Terry Richardson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

ENTREVISTAS CON: Nobuyoshi Araki . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 Harry Benson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Ashley Gilbertson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

Ryan McGinley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 Richard Kern Polaroids inéditas, 1986–1996 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

Rennie Ellis: 1940–2003 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Lista de marcas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

Moda: Muy, pero muy, al oeste por Aliya Naumoff y Nick Zinner . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

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P. D. ¡Nos vemos el próximo verano! por Jerry Hsu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113


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Neck Face y yo FOTOS DE CHRIS SHONTING

“La primavera pasada, Neck Face y yo decidimos empezar un libro que va a salir a finales del año. Estas fotos son el principio”.

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Atestada Chongqing FOTOS DE JOOST PAUWAERT Y STEPHANIE VAN DE VELDE

“Chongqing, situada entre los ríos Yangtsé y Jialing, es hogar de más de treinta millones de personas. No sólo es una de las ciudades más pobladas del mundo, sino una de las que tiene más alto índice de crecimiento. Chongqing es un microcosmos de China. Puedes pagar hasta 50 pesos por un café en uno de los lugares caros de los bulevares de mármol a la sombra de los rascacielos, o dar unos pasos en otra dirección y pagar 5 por un plato de tallarines en una típica casa de madera china. En Chongqing, los complejos habitacionales brotan como hongos, se construyen puentes hacia las provincias, y fluye un sinfín de migrantes del interior del país”.

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Noruegos en casa

FOTOS DE RUNE JOHANSEN

Podrías pensar que los escandinavos son sólo un montón de montañeses raros, pero estos cabrones tienen un excelente diseño de casas e interiores. Presentamos estas fotos como prueba y para la inspiración. El último libro de Johansen se llama Da æ var i Amerika.

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Tania Leshkina ENTREVISTA DE LELE SAVERI

Tania Leshkina es fotógrafa, artista y estudiante, tiene 18 años y vive en Moscú — que para nosotros es como vivir en Marte — . Descubrimos su trabajo hace poco, y fue así de: ¡guau, los marcianos tienen talento!

Vice: Hola, ¿cómo estás? Tania Leshkina: Estoy supercansada. Estoy tratando de obtener mi diploma y trabajando en proyectos personales. Toda la semana voy a estar en sesiones de fotos. Entonces, estudias. ¿Escuela de artes? Sip. Estoy en mi tercer año de fotografía en la universidad. No es lo mismo que una licenciatura en artes. En mi universidad piensan que no sé tomar fotos. Son personas nacidas en tiempos de la Unión Soviética. Los profesores son viejos y no entienden lo que hago. ¿Te puedo preguntar de dónde te inspiras? ¡De mis experiencias! Empecé a tomar fotos y a expresarme antes de que me diagnosticaran epilepsia. No sé, depresión. Las medicinas, los hospitales, los malos tratos. ¡Aislamiento! Estoy enamorada de todos los días. En serio. Tal vez deberías salirte de la universidad y sólo trabajar. Si me llego a salir de la univesidad, me iré a vivir a las montañas y revisaré mi mail muy de vez en cuando. ¿Cuándo y cómo empezaste a tomar fotografías? Estaba en el hospital, y mis padres me regalaron una cámara.

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¿Cómo te sientes? No lo sé. No estoy segura de qué hago. Tomo pastillas a diario desde los 13. Me cambian continuamente de medicamentos (inició con carbamazepina). Pero, bueno, empecé fotografiándome a mí, y a mis compañeros del hospital, a los 14. La mayoría de tus fotos — todas mis favoritas, para serte sincero — está tomada dentro de tu cuarto. ¿Por qué? ¿Es porque en Ruisa hace frío y la gente no puede salir sin congelarse? No es tan frío como gris. No hay luz de sol, y me encanta el blanco. Quizá lo notaste. Odio el invierno en Moscú; me encanta pasarlo en otros lugares. No te congelas, pero parece que nunca va a terminar. Oscurce muy temprano, y tenemos sol en dosis muy leves. Nací en Jabárovsk, y durante el invierno, como nieva mucho, mi mamá nos llevaba a clases de pintura. Le agradezco a mi papi que, a partir de septiembre, entro a estudiar escultura en la escuela de artes de Wimbledon. ¿Alguna vez te preguntaste por qué tomas tantas fotos de ti misma? Sí, mucho. Tratas de reconocerte, de entender que sigues aquí. ¿Sabes? Algunas personas no confían en los espejos. Fotografiar a mis amigos es como un autorretrato. No es obsesión mía, conmigo misma: las chicas siempre se toman fotos.

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隆Peda en la alberca! FOTOS DE DANA GOLDSTEIN

Dana es fot贸grafa y vive en Nueva York.

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Cuatro mujeres desnudas que no son mi esposa y una mujer desnuda que sí lo es FOTOS DE JONATHAN BLACK

Jonathan es fotógrafo y vive en Nueva York. Retoque: House Tribeca. Maquillaje: Daniela Klein. Peinado: Wesley O’Meara en el Wall Group Gracias a: Jennifer McLawhorn, Laura Petersen, Barbara Stoyanoff, Sasha Terrasova, Laura Selfridge-Black, Peter Ash-Lee y Bianca Balconis

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Antiheroes y girls FOTOS Y TEXTO DE PATRICK O’DELL

Patrick es fotógrafo, director y, además, el tipo que hace Epicly later’d. Ya ni siquiera sabemos dónde vive. ¿Nueva York? ¿Los Ángeles? Quién sabe. En algún lugar así. “Esta primavera fui al que probablemente sea el más pesado tour de skate de toda mi vida, mientras existan skaters legendarios. Los equipos Girl y Antihero decidieron hacer un tour de dos semanas por el noroeste de los Estados Unidos, acampando y patinando todos los días. Fui con ellos y los grabé para VBS.TV. No podía creer que estuviera ahí para ver tanto y tan buen skating. “P. D. Como verán en unos momentos, un báculo de brujo es cuando te terminas una lata de cerveza y la pegas, con cinta, debajo de la lata de cerveza siguiente. Conforme tomas más cervezas, el báculo crece. Y te conviertes en brujo cuando el báculo es más alto que tú”.

Spike también vino.

Campamento en la ciudad de Lincoln.

Brian Anderson al amanecer.

Julien hizo un báculo con cinco picos… Creo que parece más bien una estrella de navidad.

Una mañana creativa: los logos de Antihero y Girl.

El brujo P-Stone observa el lago Orcas.

Cards, empacando. Esta fue la playa más extraña. Es como si fuera después del Apocalipsis.

Los muchachos, preparándose para patinar en un lugar en el que parecía imposible hacerlo.

Brian y Alex Olson.

Fuimos a una fiesta en Orcas Island. Me sentía como de 19 años otra vez. Alguien del grupo rompió una ventana y fue golpeado por una mujer.

Al día siguiente, en el parque de skateboarding, Mike Carroll fue el jugador más valioso de la fiesta de todo el tour.

Vista de Oregon. En verdad me gustaría regresar alguna vez y disfrutar de la tranquilidad de la región sin ser parte de un maratón de fiesta.

Brian bebe más que cualquier otra persona que yo haya conocido. Su báculo era, en cuestión de minutos, más alto que Robbie.

Todo el equipo está aquí.

Brian, consiguiendo más magia.

Me veía muy bien ese día, ¿no? Foto de P-Stone.

Cardiel vino al viaje con su bicicleta amarrada al toldo. Está patinando cada vez más.

Julien prende el fuego.

Consejo de brujos.

Robbie Russo, en Burnside. Este chico fue mi skater favorito de todo el tour.

Foto del grupo. Los únicos faltantes somos Koston y yo.

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POLAROIDS FOTOS DE LUKE STEPHENSON

“Estas fotografías son mis polaroids favoritas de los últimos dos años, tomadas a amigos, familiares y gente que he conocido. Las hice con una cámara Polaroid Big Shot, que, supuestamente, era una de las favoritas de Andy Warhol. La cámara tiene un punto focal fijo, así que todas las personas y cosas que fotografío deben estar a la misma distancia de la cámara, dándole a todas las imágenes algo en común”.

CHEFS

“Este proyecto se basa en los uniformes y nuestra percepción de ellos. Utilicé chefs porque ilustran este punto perfectamente. El chef principal tiene por lo regular el sombrero más grande, lo que indica su importancia en la cocina, y luego los sombreros reducen su tamaño hasta que llegamos al lavaplatos, quien simplemente usa una red para el pelo”.

FLORES

“Este es un proyecto constante en el que he trabajado durante los últimos dos años. Siempre me impacta el color de las flores que nacen después del frío, oscuro y húmedo invierno. La primavera llega, y todos los colores de la naturaleza aparecen”.

TABARDOS

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“El diccionario define ‘tabardo’ como ‘prenda exterior suelta, con o sin magas cortas, utilizada por los caballeros sobre su armadura’. Suena épico, pero el tabardo en Gran Bretaña ha perdido su importancia hoy en día: se ha convertido en la armadura de las chicas de la limpieza y meseras”.

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Juventud “nazi” FOTOS DE NICOLA KAST

“Escuché que un amigo de la escuela se unió a un grupo de representación dramática “nazi”, así que lo convencí de que me dejara tomar unas fotos de su batalla anual, en Pensilvania. El evento fue muy grande y concurrido. Parecía una cosa más que hacer en domingo. Como el desfile de los circos que llegan al pueblo. Casi todos los uniformes y las armas eran réplicas perfectas. Las armas eran reales. Muchos de los jóvenes que representaban a los nazis eran adolescentes. Como alemán, es difícil explicar cómo me sentí al ver la recreación. Vergüenza. Coraje. Sentí que era algo que tenía que ver o que tenía que obligarme a ver. Fue un evento inevitable más que me trajo el pasado y en el que la única forma de responder era tomar valor y enfrentarlo”.

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Fotos de Terry Richardson Bright, shiny morning. Wives, wheels, weapons es un libro nuevo que reúne extractos de la última novela de James Frey Bright, Shiny morning, con fotografías de Terry Richardson. Las imágenes se enfocan en tres componentes esenciales del ADN mutante de Los Ángeles: mamás cogibles, pistolas en las manos de los pandilleros y las megaautopistas que conectan todos los extraños, terribles y fabulosos lugares de la ciudad. Aquí están algunas de nuestras fotos favoritas de este excelente libro, publicado por JMC & GHB.

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Cinco fotos de Ryan McGinley 46

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RICHARD KERN Polaroids inéditas, 1986 -1996

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MUY, PERO MUY, AL OESTE FOTOS DE ALIYA NAUMOFF Y NICK ZINNER

Agradecimientos especiales a: A Sunset Chateau Inn

Playera Beatrix. Shorts Karen Walker. Mallas Clu. Collar DCP

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Saco Fred Perry. Jeans Earnest Sewn. Converse por John Varvatos. Jeans Cheap Monday

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Camiseta American Apparel. Falda Fremont. Playera Corpus. Playera Le Magnifique. Lentes Ray-Ban

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Playera Corpus. Camiseta y ropa interior American Apparel. Falda Fremont

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Playera Vintage. Jeans Earnest Sewn. Lentes Ray-Ban. Camiseta American Apparel. Jeans Earnest Sewn

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Vestido Fremont. Collar DCP. Lentes Karen Walker. Playera Original Penguin. Saco Fred Perry. Jeans Cheap Monday. Lentes Ray-Ban. Vestido Karen Walker

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Playera Le Magnifique. Jeans Earnest Sewn. Lentes Ray-Ban. Playera Vintage. Jeans Earnest Sewn. Zapatos Toms

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Playera Corpus. Jeans Earnest Sewn. Vestido Clu

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Ojo nip贸n: nuestros fot贸grafos japoneses del momento favoritos

KAWORI INBE 70

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JIN OHASHI 72

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KAYO UME

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YOSHIKI SAITOH

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Nobuyoshi Araki RETRATO Y ENTREVISTA DE TOMOKAZU KOSUGA TRADUCCIÓN DE LENA OISHI

Aquellos que no lo conocen podrían pensar, en una primera impresión, que no se trata más que de un viejo caliente. Y sí, claro, a veces sus temas son supereróticos, y no sólo cuando retrata a mujeres. Puede hacer que cualquier cosa se vea sexy. Nadie sino él puede hacer que una foto del piso se parezca tanto a una vagina que empieces a considerar seriamente masturbarte. Nadie más que Araki. Hay un chingo de fotógrafos en el mundo, pero nadie ha vivido y respirado la fotografía como Araki, quien produce de manera constante y llega a publicar hasta veinte libros en un año — un logro posible gracias a que su foco está de continuo en la vida diaria — . Y no sólo eso: también escribe sobre fotografía. Sus palabras mágicas vuelven sus imágenes incluso más potentes. Desafortunadamente, gran parte de sus libros sólo ha sido publicada en japonés, y no podemos leer japonés. Es por eso que mandamos a Tomo, de Vice Japón, a hablar con Araki. Harto de haber sido entrevistado en innumerables ocasiones a lo largo de su carrera, Araki trató de hacer pedazos a nuestro compañero desde un principio. Pero Tomo no había faltado a tantas clases en la universidad para leer toda la colección de libros de Araki en balde. Así comenzó una batalla sin precedentes sobre la visión de la fotografía.

Vice: Quiero hacerte unas preguntas sobre tus fotografías. Nobuyoshi Araki: Mira, si quieres saber algo de mis fotos, lee un libro o algo. Ustedes los que entrevistan siempre acaban preguntado las mismas pendejadas una y otra vez. ¿Qué es lo que quieres saber exactamente? Okey, ¿por qué no me cuentas de la primera vez que tomaste una cámara? No, no, no, ¿Sabes qué? ¡Olvídalo! Olvídate de todo esto. Me voy. ¿Por qué no te vas y ves algo de tele o algo? No me molestes. A la verga con todo esto. Deberías ver qué se siente. Es encabronadamente aburrido. Ni siquiera me preguntas sobre lo que estoy haciendo. No mames que me preguntas sobre la primera vez que tomé una foto o lo que sea. Es patético. Y no necesito que escribas eso en un artículo para que otro montón de gente ignorante que tampoco me conoce lo lea, ¿me entiendes? Me importa un pito. No me interesan el dinero ni la fama. Yo ya no busco eso. Bueno, ¿entonces puedo preguntarte sobre todos los libros que has publicado? Esa es una pregunta pendeja, mi hermano. ¿De cuál quieres hablar? Tengo cuatrocientos cincuenta libros, por el amor de Dios. En Erotos, hiciste que flores ordinarias y grietas en el piso parecieran genitales masculinos y femeninos. ¿Por qué crees que tus fotos den siempre esa impresión erótica? ¿Esa impresión erótica? Porque yo las tomo. Eso es lo que son mis fotos. ¿Te preguntas por qué parecen eróticas? Son lo que son, ¿sabes? ¿Vas a seguir haciendo estas preguntas estúpidas para escribir tu articulito? Ay, ya, por favor. Seguro puedes hacerlo un poco mejor. Me han preguntado lo mismo un millón de veces. Entonces, vamos a hablar de tu libro Kofuku shashin (Fotografías de la felicidad). Comparadas con tus fotos anteriores, estas parecen más fotografías del recuerdo de las que toman los padres a su familia. Me parece que cruzan una línea que era casi tabú en tus fotografías. ¿Qué hizo cambiar tu percepción tan drásticamente? Así que lo notaste, ¿eh? No estás tan perdido después de todo (ríe). Quizá se debe a que en este momento creo que la felicidad es el mejor estado. Eso es todo. Más que tomar la foto de algo que parezca una foto profesional, quiero que mi trabajo se sienta íntimo, como la toma de alguien que forma parte del círculo del sujeto. Ahora que estoy viejo, puedo decir que la felicidad es verdaderamente el mejor estado. Qué cursi, ¿no? Cuando eres joven, quieres guardar distancia del sujeto y estar relajado respecto a todo, pero eventualmente llegas a mi mismo punto. También noté que tanto profesionales como amateurs han dejado de tomar este tipo de fotografías. Así que traté de hacer eso, ¿y adivina qué? Es mucho más difícil que tomar cosas como Erotos. Con Erotos, sólo tratas de ser lo más libidinoso que puedas, y funciona, pero con Kofuku shashin todo se trata de crear una relación con el sujeto. Simplemente, no es lo mismo. Cierto. Con este tipo de trabajo existe el peligro de que las imágenes puedan parecer retratos profesionales, y tú no querías eso. Exacto. Todos piensan que “arte” es alejarse de lo que es familiar, de lo que es cercano a 78

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uno. Pero mi distancia es: “No hagas una obra de ‘arte’. No ‘hagas fotografía’”. Dicho esto, con Erotos el concepto inicial era crear un libro de foto en el que el público estuviera obligado a entender las imágenes sin ayuda de texto alguno. No estoy diciendo que haya estado mal o que haya sido un error. No se trata de que uno haya sido mejor que el otro. Es sólo en términos de en qué punto me encuentro ahora. La noción de Kofuku shashin me atrae más. Supongo que me he vuelto más sabio o algo (ríe). Aun así, no he renunciado a mi erotismo. Una vez que pierdes eso, pierdes la fuerza para vivir. De cualquier forma, cuando comparas los dos libros, es difícil pensar que se trata de la misma persona, ¿no? Hay como cinco Arakis dentro de mí. Kofuku shashin consiste básicamente en fotos instantáneas. ¿Pides permiso antes de tomarle fotos a las personas en la calle? En el pasado, nadie me conocía, así que podía tomar en secreto fotos de cualquier persona. Ya no puedo hacer eso, porque ahora la gente me lo pide. Eso significa que tengo que comunicarme con ellos antes de tomar la foto. Al final, creo que es lo mejor para ambos lados porque nos enteramos de la existencia del otro. Los hago reír y olvidarse de los problemas mundanos, del pasado o lo que sea, y trato de crear nuestro tiempo juntos, y fotografío ese momento. Eso es mucho más profundo. Por supuesto, la relación espacial que creamos en ese momento es importante, pero el tiempo que pasamos juntos para mí es mucho más valioso y atractivo. Siendo un poco pedante, es como si retratara el “tiempo” más que el “espacio”. Esa es la diferencia de estas con respecto al resto de mis fotos. Y es ahí donde radica la felicidad, ¿sabes? En “el tiempo” que pasamos juntos. Supongo que por eso la expresión de las personas luce tan distinta. Claro, porque la “fotografía de la felicidad” que estoy tomando se trata de compartir tiempo y alegría en el momento. Queda todavía algo de autoconciencia en ellos, y es una razón más por la que pienso que capturar una sonrisa efímera es mucho mejor que tomar un retrato sofisticado. Pero alguna vez dijiste que una cámara es un pene y que tu postura era la de liberar esa herramienta en tus sujetos. Claro. Pero ahora se ha vuelto una pepa, totalmente el opuesto. Ahora soy yo el que acepta y recibe, justo como una vagina. Ya veo. Con tu proyecto Nihonjin no kao (Rostros de Japón) has estado viajando a varias prefecturas japonesas para fotografiar a los locales. Me enteré de que capturas la imagen de cualquiera que vea el anuncio y asista. En realidad, eso no tiene nada de sorprendente, porque el mundo a nuestro alrededor es tan magnífico que no puedes evitar querer fotografiarlo todo. Existe el concepto “expresión artística”, pero creo que quienes verdaderamente se expresan son los sujetos, ¿sabes? No se trata del fotógrafo tratando de expresar cosas. No funciona así. ¿Así que tú dices que necesitas acoger a los sujetos? Sí, porque la gente que está frente a ti, los sujetos, es mucho más extraordinaria que tú. Todos


tienen sus propios encantos. Pero es común que ellos mismos no los noten, así que tienes que descubrirlos y presentárselos, como: “¡Aquí está!”. Ellos irradian su aura, así que tu trabajo es hacerla salir aun más y devolvérselas en la foto. Así es como llego a mi trabajo. Entonces, no quieres nada más tomar fotos de gente bonita. No. Bajo ningún término discrimino a mis sujetos. Siempre tienes que recibirlos. Todos son maravillosos. Cada uno tiene su propia y única cosa superespecial. Generalmente, los fotógrafos tienen sus preferencias, y algunos prefieren fotografiar a determinada actriz o algo así, pero a mí no me gusta. Cualquier cosa o cualquier persona con la que he tenido el privilegio de encontrarme ha sido relevante. Algunos pueden parecer unos pendejos, pero tienes que aceptarlos y pensar que quizá estás teniendo una idea preconcebida de ellos y que quizá no son unos pendejos. De esa forma, tal vez puedas descubrir algo agradable de ellos. Ahora, es fácil decirlo, ¡pero tengo que admitir que sí hay mucha gente hija de puta allá afuera! (ríe). Como mucho de tu trabajo, esta serie reitera tu particular interés en fotografiar Japón. ¿Por qué? Tienes que fotografiar lo que está a tu alrededor, lo que te es familiar. Seguido me invitan a otros países, pero cuando llego siempre pienso: “Mierda, tengo que tomar más fotos de Japón”. Así que me enfoco en mi vecindario y en las cosas que rodean mi vida diaria, como mi novia. Quiero decir: somos japoneses. No tendríamos que decirnos conscientemente que fotografiemos Japón. Debería ser natural. Así que, en mi caso, pensé: “Okey, debería fotografiar a un montón de gente japonesa”, lo que me llevó a: “Bueno, ¿por qué no le tomo fotos al país entero?”, y eso eventualmente me llevó a la serie Nihonjin no kao. Debes de tener mucha energía para siquiera pensar en fotografiar todo Japón. ¡Ya sé! Digo, retrato entre quinientas y mil personas en cada prefectura. Hasta el momento, sólo he estado en seis, y no creo que me sea posible terminar el proyecto. ¡No puedo hacer esto para siempre! ¡Me voy a morir! No me quedan muchos años. Pero generalmente tengo una idea y la persigo aunque sea muy vaga. Una vez que empiezo a trabajar y a encontrar más y más rostros, aprendo algo nuevo de ellos todo el tiempo. Por ejemplo, mucha gente viene cuando solicito voluntarios y, obviamente, tiene muy distintas formas de vida entre sí. He tenido parejas mayores que me dicen: “Por favor, tómanos una foto porque hemos estado casados sesenta años y no tenemos una sola imagen de nuestra boda”. O: “Tenemos un nuevo nieto. Por favor, tómanos un retrato familiar”. En el pasado, mi postura era la de enfocarme en los sentimientos que emergen de la relación entre el objeto y yo, pero ahora cuando la gente viene conmigo o un matrimonio joven me dice: “Por favor, tómanos una foto”, me doy cuenta de que los sentimientos que tienen uno por el otro son mucho más fuertes que los que tengo yo. Pude darme cuenta de que obtengo mucho más si me concentro en la relación que guardan mis sujetos entre sí que en la que yo tengo con ellos. Fotografiar a toda esa gente me enseñó mucho sobre la esencia de los seres humanos. Kofuku shashin fue la culminación de esa revelación. No puedes hacer ese tipo de fotografía cuando eres joven: es muy vergonzoso. Pero, en realidad, es lo mejor que hay. Como cuando vas al parque en la temporada en la que los cerezos florecen y ves a un par de niños encima de su padre, echado en una manta, con la madre sentada al lado recatadamente. No puedes ganarle a eso, ¿sabes? No hay nada como eso. Supongo que estoy en un punto en el que tengo suficiente espacio en mi corazón para poder decir: “Guau, eso es increíble”. Escúchame: ¡hablo como si me fuera a morir o algo! Cagado. Así que… ¿qué te ha pasado últimamente? ¿Qué hay de nuevo? Para mí, todo el tiempo, es todo interesante. Algo que traigo en la cabeza es la exhibición que estoy haciendo en Berlín, llamada Kinbaku (Esclavitud), que consiste en ciento una fotos en blanco y negro. Hicimos una fiesta de apertura, y todos se volvieron locos. La gente del otro lado del mar es fascinante: hay demasiados locos. Incluso las entrevistas de la televisión son diferentes. Te dicen cosas como: “Traje una soga. Por favor, átame”, y hacen el resto de la entrevista atados. La cámara, grabando y todo. Hubo otro incidente — obviamente, no hablo el idioma, así que no entiendo exactamente qué está pasando — en el que una fan mía se quitó toda la ropa a la mitad del evento y empezó a sacudir sus caderas. Yo pensaba: “¿Qué pedo?”. Entonces, ella sacó un tampón de su entrepierna y caminó hacia mí meneando esa mierda sobre su cabeza. Uf. Estaba totalmente loca. ¡Fue increíble! (ríe). Así que, sí, esas cosas son interesantes, pequeños incidentes como ese. Tu representación de la esclavitud la hace ver distinta de la típica imagen que tenemos de ella. Muchos me dicen eso, y cuando lo hacen les digo que libero sus almas atando sus cuerpos. Suena raro, ¿no? Hasta hace poco decía: “No ato sus almas, sino sus cuerpos”. Pero ahora lo digo diferente porque le pregunté a una chica qué pensaba, y me dijo que la idea de liberar el alma le gustaba más. Así que así se quedó. Trajiste Erotos contigo, ¿eh? Es increíble el solo hecho de que lo tengas. Cuando voy a otro país, muchas mujeres, críticas o investigadoras, me dicen: “Araki, de todos tus libros, creo que Erotos es el mejor”. Es lindo, ¿no? Para mis ojos, todas las flores son eróticas. Todas son Eros. Una vez que asumes que son órganos reproductores, todas te parecen pitos y vaginas. Este libro es un clásico. Siempre hago entre quinientas y mil copias de cualquier libro, pero, si es bueno, no hago más. Me gusta la idea de que sólo quinientas o mil personas lo tengan. En cualquier caso, es sorprendente que los libros que trajiste sean precisamente Erotos y Kofuku shashin. Tienes buen ojo. Gracias. Entonces, quizá me puedas dar unos consejos de cómo tomar fotos radiantes de miles de mujeres. ¿Por qué? Deberías coger con ellas (ríe). En serio, eso ayuda. Como conectarte con ellas y tener contacto físico. La gente hoy en día rechaza el contacto. Todos tratan de guardar distancia. No se conectan con la ciudad, con las mujeres. No sienten con los ojos. En mi caso, cuando toco a una mujer, se me para inmediatamente, ¿sabes? Me imagino. Muchas gracias por la entrevista. Deberías quedarte otro rato. Al principio quería irme porque me estabas preguntando babosadas, pero lo hiciste bien. Digo, trajiste Erotos y Kofuku shashin, por Dios. Tú ganaste. Mira, te invito a uno de mis lugares favoritos. ¡Vamos! 80

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Harry Benson ENTREVISTA DE JESSE PEARSON RETRATO POR ROE ETHRIDGE

Harry Benson ha tomado algunos de los retratos más reconocibles y representativos del siglo XX. Después de empezar a trabajar en Fleet Street, en Londres, en la pelea diaria, conocida como la industria periodística británica, fotografió a todo mundo, desde The Beatles y Muhammad Ali hasta Martin Luther King Jr. y Robert F. Kennedy momentos antes de ser asesinado. Benson parecía estar siempre donde pasaban las cosas — principalmente comisionado por la revista Life. Benson también ha estado en situaciones muy peligrosas; en los conflictos en Bosnia, por ejemplo, y en Iraq durante la primera guerra del Golfo. Benson estuvo acoplado a un grupo de paramilitares del Ejército Republicano Irlandés (ERI) en Belfast antes de que existiera el término “acoplado”. Pero Harry es también el maestro de los retratos de celebridades. Trabajando para People y Vanity Fair, ha producido imágenes cálidas de personajes famosos que normalmente salen en las fotos con cara de pendejos. Cuando es Harry Benson el que toma la fotografía, siempre habrá algo espontáneo, gracioso y descuadrado en ella. No es una exageración decir que es uno de los fotógrafos más importantes de los últimos cincuenta años. Nos encontramos con Benson hace poco en su departamento, en el Upper East Side. Habla con un suave acento escocés y dice “¿Sí me entiendes?” como los escoceses suelen hacerlo. Su esposa y mejor amiga, Gigi, nos sirvió amablemente té en tarros de la editorial Penguin mientras Harry nos contaba historias sobre su vida y su carrera.

Vice: ¿Cuál es el proceso para decidir cuáles proyectos aceptar y cuáles rechazar? Harry Benson: Siempre he aceptado cualquier pedazo de mierda que me ofrecen. Si no entras por la puerta, nunca sabrás lo que encontrarás. Tampoco pareces muy inclinado a un solo tipo de fotografía. Al observar tu trabajo, encontramos tanto lustrosos retratos de celebridades como el más rudo fotoperiodismo. Nunca fui un fotógrafo especializado. Pero, digo, nunca trabajé en publicidad. Eso es lo que nunca hiciste. ¿Por qué? Sólo porque me enfadaba. Me gusta la idea de que lo inesperado me lleve a algún lugar. ¿Sí me entiendes? ¿Tiene sentido? Definitivamente tiene sentido. También me he preguntado cuál es la proporción entre los trabajos que hiciste por encargo y los que fueron proyectos personales. Bueno, ha sido difícil para mí — y ahora estoy hablando como político — , ha sido difícil para mí fotografiar en la diversión. Tiene que haber ira: eso me da un propósito específico. No podría caminar por las calles de Nueva York sólo para tomar fotos. Pero, si tengo un trabajo, puedo enfocarme y concentrarme. Es así: no te involucras en una pelea a menos de que la estés buscando. Te gusta tener el sentimiento de estar en una misión que implica una sesión fotográfica asignada. Al contrario de, digamos, Cartier-Bresson. Puedo decir que sus fotografías tenían que pasar. Sí, salía buscando ese momento. Eso no pasa conmigo. Tus retratos son muy amables con los sujetos, así que, cuando hablas de ira, me sorprende un poco. A lo que me refiero con ira es concentración. Si estoy fotografiando a un personaje, siempre será mejor si me siento nervioso e intranquilo. Me estaría moviendo lo más cerca que pudiera de ellos y no me importaría lo que pensaran posteriormente de mí. Pero, habiendo dicho eso, muy pocas de mis fotografías han tratado de desprestigiar personas. No hago mucho por lastimar a otras personas.

Has fotografiado a políticos de todo tipo y jerarquía y los has tratado, estéticamente, igual a todos. ¿Debes dejar todas tus creencias políticas en la puerta para lograr eso? He fotografiado a todos los presidentes estadunidenses desde Eisenhower. Y no dejo mis creencias políticas en la puerta. Yo diría que es mucho más fácil trabajar con los republicanos que con los demócratas. Los republicanos no son tan difíciles. Los demócratas tienden a mentirte. Si estoy fotografiando a un presidente demócrata, tendrán siempre ahí a un fotógrafo de la Casa Blanca — aunque Clinton nunca lo hizo: los sacó de la habitación en cuando llegó —. Pero fue más sencillo trabajar con Reagan y Nixon. ¿Fueron más directos? Tenían modales. La gente a su alrededor tenía modales. Eso es importante, ¿sabes? ¿Quién fue un presidente difícil de fotografiar? Jimmy Carter. Pero, aun así, nunca me detuvo al hacer lo que yo quería hacer. Digo que era más sencillo trabajar con los republicanos a pesar de que mis inclinaciones políticas van con los demócratas. ¿Y qué me dices de fotografiar a gente como los paramilitares del ERI en Belfast en los ochenta? Sólo ten cuidado. Toda una subestimación. Estas eran personas peligrosas, pero no les tenía miedo. Estaba más preocupado por los británicos. ¿Te refieres a lo que hubiera pasado a manos de los soldados británicos si te hubieran encontrado con miembros del ERI? Exacto. Porque me dijeron, cuando andaba en maniobras con el ERI, que si nos atrapaban era ejecución. Te disparan ahí mismo, no se molestan en arrestarte. Una noche, una patrulla británica andaba cerca, y tuvimos que escondernos en el lodo.

Es cierto, nunca tratas de hacer ver grotesca a la gente. Haces lo opuesto, en realidad. Hace poco vi un retrato de Condoleezza Rice que era un acercamiento, y podías ver todas las cicatrices de viruela en su cara. Golpe bajo. Golpe muy bajo.

Muchas de las fotos resultantes aparecieron en la revista Life. Me encantan las fotos del soldado del ERI apuntando con una pistola a un tipo con una máscara del príncipe Carlos. La CIA y los británicos me estuvieron llamando después de ese proyecto. Querían platicar conmigo. Les dije: “¡Deben pensar que estoy loco! ¿Creen que voy a hablar con ustedes sobre el ERI?”. Para empezar, me iban a borrar de su lista de regalos de navidad. ¿Sí entiendes a lo que me refiero? Y fue interesante conocerlos porque me hizo entender que no podías saber quién estaba en el ERI y quién no. Podía haber sido cualquiera.

De acuerdo. Eso no es justo. Es como fotografiar al presidente Nixon frente a un letrero que diga: “El mayor perdedor de todos los tiempos”, sin que él lo sepa.

Tu foto del constructor de bombas del ERI es fascinante. Era una típica casa en Belfast sin más camuflaje que las cortinas cerradas. Justo en el corazón de Belfast. Y era una bomba verdadera. La podías oler. De hecho,

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empezabas a olerla a dieciocho metros de distancia. Un olor astringente. Siempre me pregunto sobre eso. Las patrullas británicas estaban cerca, y, si yo podía olerla, ¿qué no podría hacer un perro? ¿Fuiste amigable con los miembros del ERI mientras los fotografiabas? Claro. Se quitaban las máscaras y tomaban té. En sus escondites, hacían huevos con tocino. Lo disfruté. Pero fueron días brutales. Brutales, sí. Terribles. Creo que el 11 de septiembre tuvo mucho que ver con terminar con eso realmente. Dejó de ser chic ser un terrorista, especialmente en el mundo occidental. También dejaron de recibir apoyo de Boston. ¿Hay alguna asignación que recuerdes en la que te hayas sentido personalmente en peligro? Lo más difícil que he hecho fue cuando trabajaba en el London Daily Express. Había un lord. No, un lord no: un duque. Se iba a casar con una ayudante de cocina irlandesa. Cruzando los límites de las clases. Cierto. Y todos en Fleet Street querían esa fotografía. Los encontramos en un restaurante en Londres. Un lugar llamado Caprice. El reportero entró primero, los vio, y después me dibujó el lugar en el que se sentaban. Claro que no estaban junto a la puerta: estaban en una de las esquinas de hasta atrás. Así que entré con flash y cámara bajo mi abrigo, tomé la fotografía: bang, y después tuve que salir. Los meseros gritaban: “¡Deténganlo! ¡Deténganlo!”. Fue horrible. ¿Eso es más peligroso en tu cabeza que estar en Bosnia o en Iraq? ¡Sí! Míralo de esta manera: es mas aprensivo. En Bosnia tomo riesgos calculados. Estas eran toda una serie de circunstancias diferentes, y fue horrible.

Harry Benson, con Lord Beaverbrook. Sussex, Inglaterra, 1963

En el momento en el que empezaste, Fleet Street suena muy rudo. Era competitivo con todos esos jóvenes fotógrafos peleando, literalmente, por quién iba a obtener una foto primero. Era como un deporte o un juego. Sí, lo era, y no era un juego. Si no obtenía lo que necesitaba, lo sabía a las 11 de la noche porque mi jefe estaría en el teléfono y no muy feliz. Y estoy hablando de Lord Beaverbrook, el hombre más cercano a Churchill durante la guerra. Así que sabías muy pronto si te habían ganado la foto o no, y nunca era agradable. Lord Beaverbrook suena como un hombre del que no te gustaría no tener su aprobación. Pero también era un hombre que te apoyaba. Como si yo fuera a fotografiar un duque o algo así (risas). Es interesante que el mundo de Fleet Street de ese tiempo sea donde la industria de los tabloides de hoy en día tiene sus raíces. Parece que había algo más sofisticado o con más clase en este tipo de fotografía en aquel entonces. Nadie iba tras una historia como Fleet Street lo hacía. Los editores de noticias dirían: “¡Suelten a los perros!”. Era divertido. Recuerdo ir a Nigeria o a Yalta: uno de esos lugares. Estábamos en un hotel asqueroso y decrépito. Yo iba con un hombre de la inteligencia británica durante la guerra y con un corresponsal foráneo educado en Oxford, uno de los favoritos de Beaverbrook. Nos registramos en el hotel y nos enteramos de que había una sola línea telefónica en el edificio aunque cada cuarto tuviera teléfono. Todos estaban conectados a la misma línea. El lugar estaba repleto de periodistas: The Evening Times, The New York Times…

Bobby Fischer. Reikiavik, Islandia, 1972

Nancy y Ronald Reagan. La Casa Blanca, Washington, DC, 1985

Toda la competencia. Todos estaban ahí. Mi compañero bajó y le preguntó al hombre que trabajaba en el teléfono cuál era el mejor restaurante por ahí cerca. El tipo dijo: “Mira, el Cock-a-Doo”, o algo así (risas). Así que salimos y comimos ahí, y cuando regresamos le dijimos al hombre: “Gracias, viejo. Estuvo muy bien”. Le dimos cerca de 1,000 pesos. Más de lo que ganaría en seis meses. ¿Adivinen quién consiguió todas las líneas de teléfono? Comunicación directa con Londres fuera como fuera. Escuchabas a los otros reporteros en el bar: “¡Me cortaron a la mitad de una oración!”. Tenían que viajar cincuenta, sesenta kilómetros para encontrar un lugar desde donde mandar un cable a sus oficinas. De lo que he leído, eras todo un guerrillero en tus días, sobre todo tratándose de la competencia. Pongámoslo así: siempre me daban entrada libre al final. Así que no me hizo daño. Digo, no andaba por ahí buscando peleas. Pero en el calor del momento, cuando todos jugaban pesado para conseguir una foto… Claro que sí. Pero fui afortunado: la gente con la que trabajé era buena. Gente inteligente. Con educación. Sé que Lord Beaverbrook te dio lo que consideras el mejor consejo que te han dado sobre tus sujetos, ¿cierto? Me dijo: “Halagos: exagéralos con una pala”. Y estaba en lo cierto. Es lo que la gente quiere oír cuando la fotografías. Quieren oír: “Me gustó mucho la película”, aunque haya sido un pedazo de mierda. ¿Sí me entiendes? Pero yo no hablo mucho con las personas cuando las fotografío. Si te voy a fotografiar y me invitas a cenar una noche antes, no iré. No quiero que me intentes pesar ni descifrar. Podrías decir: “¿En qué lugar te gustaría fotografiarme?”. Y yo podría decir: “Esa alberca que tienes: me encantaría fotografiarte dentro de ella con todos tus perros”. Entonces piensas que es una gran idea, pero llega tu esposa y te recuerda ese programa de renovación urbana que quitó las albercas para ayudar a niños desamparados. Entonces, ¿adivina quién no va a entrar a la alberca para una foto al día siguiente? Terminaremos en la biblioteca. Si salen juntos sin haberlos preparado, tendrán menos tiempo para anticiparse a tus ideas. Tiene que ser espontáneo con los sujetos. Además, si me hablan después diciendo: “Harry, ¿podrías venir a cenar conmigo esta noche?”, cuelgo el teléfono lo más pronto posible: no quiero que alguien como Jack Nicholson me diga: “Esa foto mía en el baño de burbujas, por favor, no la uses”. Ese es un problema porque se convierten en mis nuevos mejores amigos. A todos los reporteros con los que trabajo les digo: “No quiero saber nada. Diles que desaparecí y que todas mis fotos ya están en Nueva York”.

Sir Winston Churchill. Harrow School, Inglaterra, 1965

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Hillary y Bill Clinton. Little Rock, Arkansas, 1992

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Soldados del Ejército Republicano Irlandés. Irlanda del Norte, 1985

República Dominicana, mayo de 1965

Si se logran acercar a ti, pueden tratar de imponerte sus ideas. Sí, y que impongan sus ideas no es bueno. Yo los quiero en el baño de burbujas, ¿sabes? ¿Cómo te preparas para una sesión? ¿Estudias al sujeto? No mucho. Sólo me interesa saber quiénes son. Mucha investigación puede hacer que un fotógrafo o escritor se sature. Como fotógrafo, es bueno ser espontáneo y mantenerlos en movimiento. Si los tienes parados y quietos por mucho tiempo, entra el rígor mortis. Lo puedes ver en sus ojos. Tienes que ser bueno con la gente para hacer lo que haces. Si no puedo llevarme con alguien por una hora o dos, hay algo mal en mí. No entro a un lugar con una actitud y un grupo de asistentes. Entro solo. También los fotógrafos tienen la costumbre de aparecer vestidos como gente de mantenimiento. Recuerdo a otro fotógrafo diciéndome en la Casa Blanca: “¿Por qué te invitaron al segundo piso, a los cuartos privados, y a nosotros no?”. Le dije: “Sencillo: porque todos están vestidos de la chingada. Yo no los dejaría entrar a mi casa. Mírense”. Uso saco y corbata, y no sólo le muestro respeto al sujeto, sino a la revista o periódico al que esté representando. Puedo traer lentes en mis bolsillos, y es todo lo que necesito. Y ahora soy el mismo pedazo de mierda, el mismo depredador caminando, pero los otros fotógrafos andan vestidos como si estuvieran aquí para arreglar la electricidad. ¿Qué piensas del estado de la fotografía de las revistas de hoy en día? Muchas fotos son como artefactos. Todo está tan planeado. Como Annie Leibovitz: no hay vida. Es como Madame Tussauds. Espero que ese tipo de retratos pase de moda y no vuelva a ser popular. Y otra cosa que hizo ese tipo de fotografía fue hacer creer a todos los fotógrafos jóvenes que necesitan un montón de luces y tener tres asistentes. Pura mierda. Creo que ese estilo está muriendo. ¿La fotografía digital es una buena manera de contraatacar este tipo de material sobreproducido? Pienso que es magia. Le ha dado nueva vida a mi trabajo.

Asesinato de Robert F. Kennedy. Hotel Ambassador, Los Ángeles, 1968

“No entro a un lugar con una actitud y un grupo de asistentes”.

También ha permitido que cosas malas sucedan, como los paparazis hiperacosadores de celebridades. No lo sé. Si yo fuera un agente de Hollywood, le diría a mis clientes: “Ve al supermercado con la ropa más sexy que tengas y sal de la tienda con un salami grandote”. En lugar de eso, van muy arreglados a los Oscars y son criticados por lo que usaron. Es algo loco. Deberían aprender a manipular a los paparazis para conseguir buenas fotos de ellos en las revistas. Es una nueva manera de verlo. ¡Deberían pagarle a los paparazis! Yo lo haría sin pensarlo. Fabricador de bombas del Ejército Republicano Irlandés. Belfast, 1985

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Mark David Chapman. Attica, Nueva York, 1987

John Lennon. Chicago, 1966

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A finales de 2003, la manera de pensar del fotógrafo de guerra Ashley Gilbertson podía resumirse de esta manera: “Si no has experimentado Iraq, eres un pendejo”. Unos meses antes, ese mismo año, Gilbertson (quien aparece con su cámara en la foto de la izquierda) viajaba por la zona iraquí de Kurdistán a bordo de un carro viejo con la cajuela llena de cerveza documentando una nación sin país. Y, después de completar su primer viaje fotografiando la guerra, regresó a los Estados Unidos tambaleando de la complacencia colectiva que encontró. Gente que no había visto la matanza, la guerra y la violencia de primera mano no le podía decir nada. De ninguna manera. La carrera de Gilbertson empezó accidentalmente, fotografiando vagabundos amigos suyos en su natal Australia. Así encontró un camino que lo llevó a trabajar para las más prestigiadas agencias de prensa del mundo y, posteriormente, ganar la medalla de oro Robert Capa (el honor más grande en fotografía de guerra). También publicó el libro Whiskey tango foxtrot, sobre su estancia en Iraq. Gilbertson tiene sólo 30 años, pero, por suerte para el resto de nosotros, transeúntes inocentes, ha aprendido a lidiar con la locura de la que fue testigo en ese primer round. Ya no piensa que mereces morir por no saber la diferencia entre chiitas y sunnitas, pero quizá piense que eres estúpido. (Lo cual, probablemente, es cierto).

Ashley Gilbertson ENTREVISTA DE ROCCO CASTORO

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“Acercarte a las cosas con un ojo empático es, en realidad, el tema principal de mi trabajo”.

Vice: ¿Cuándo tomaste por primera vez una cámara? Ashley Gilbertson: Llevaba andando en patineta alrededor de un año. Era realmente malo, aunque me creía muy cool. Acababa de aprender a brincar tres escalones y pensaba que era Mike Pinche Carroll. En algún punto, le pedí a mi papá que me tomara una foto patinando. Era un fotógrafo amateur, así que me compró una SLR Ricoh, e intenté usar el temporizador para tomar fotos mías en la patineta, pero, por supuesto, no funcionó. Así que empecé a fotografiar a mis amigos, quienes, de hecho, eran buenos en la patineta. Para los 16 o 17, ya me dedicaba por completo a ser fotógrafo de patinetas. Trabajé en algo de noticias aquí y allá, pero las patinetas eran mi pasión. Conocer el momento decisivo en el cual se caputra una imagen viene de esa experiencia. Es importante conseguir toda la información necesaria para una foto noticiosa: tienes que mostrar todos los tecnicismos y el riesgo que involucra la ejecución. Parece haber una continuidad en tu trabajo: empezaste con patinadores y vagos, avanzaste a refugiados y ahora documentas una nación que ha sido devastada por la guerra. Te jalan los inadaptados. Hay, sin duda alguna, una conexión. Estas son subculturas marginadas y, en muchos sentidos, no tienen voz propia. Y la progresión hacia Iraq fue natural porque le estaba dando exposición a otro grupo que, yo siento, quien no era comprendido. Acercarte a las cosas con un ojo empático es, en realidad, el tema principal de mi trabajo. Pero la transición de fotógrafo de patinetas a corresponsal de guerra debe haber sido dura. Cuando obtuve mis primeros trabajos grandes fue una pesadilla. No tenía ni puta idea de lo que hacía. Una agencia tiene diez reporteros que deben responderle al editor todos los días. Tenía que archivar fotografías cuando ellos querían, no cuando tuviera tiempo. Al principio, me ponían en historias sobre pendejadas de infraestructura en la ciudad de Sadr, donde tenía que fotografiar otro montón de mierda o a algún político.

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Hice mucho de ese trabajo porque nadie más lo quería. Todos iban tras la historia de primera plana. Hasta ese momento, la relación que había tenido con mis editores había sido uno a uno, pero, cuando trabajas en un periódico que tiene ochenta fotógrafos alrededor del mundo, no tienen tiempo de hablarte para besarte el culito ni gritarte. Entonces, la verdadera guerra comenzó. La invasión fue una caminata por el parque comparada con lo que si-guió. No lo supe hasta hace poco, pero uno de los primeros editores con los que trabajé me dijo que tenía un fotógrafo en el mismo lugar en el que yo estaba. Después de archivar sus fotos, le habló para decirle: “Mantente pendiente de las fotos de este tipo Ashley porque está mal de la pinche cabeza. Anda corriendo por el campo de batalla como si no hubiera balas”. Recuerdo cómo era, y sí estaba realmente mal: no tenía idea de lo que hacía; probablemente, debí haber muerto. Pensaba que todos los fotógrafos de guerra con experiencia eran unos culones, cuando en realidad yo era un lunántico por andar corriendo por ahí sin casco ni chaleco antibalas. Así que no fui muy aceptado por los otros fotógrafos hasta 2004, en Kabul. Fallujah sucedió en ese año, y ahora soy como sangre ahí. Debes de haber aprendido a esquivar balas en algún momento del viaje. No, todo ha sido suerte. Pero he tenido dos mentores. Ellos me enseñaron muchísimo. Uno de ellos es Emmanuel Santos, con el que todo era sobre filosofía y humanidad; el otro, Masao Endo, un fotógrafo de guerra que pertenece a la vieja escuela. Su primera guerra fue en Vietnam. Salió a patrullar con cuarenta hombres, y sólo tres de ellos regresaron. Volvió de ese viaje y pasó los siguientes dos años volviéndose loco en un monasterio zen porque sus padres no pudieron pagarle un siquiatra. Desde entonces, ha cubierto todos los conflictos mayores, y todavía lo hace, aunque tenga más de 60. Es descendiente de un sogún y su filosofía de la fotografía sigue lo que un samurái pensaría sobre la guerra y su habilidad con la espada. Puede sonar extraño y descabellado, pero se traduce fácilmente en fotografía. Debes familiarizarte tanto con tu cámara que se convierta en una extensión de ti. Se vuelve parte de tu naturaleza. Masao me enseñó que, si estás en un campo minado, debes pegarte a los árboles, porque las minas no se pueden plantar donde hay raíces. También me enseñó que, cuando estás cerca de la primera línea, debes andar siempre agachado aunque todos los soldados y fotógrafos estén parados y se rían. Un blanco menos para un francotirador. En primer lugar, debes estar un poco loco para estar en una situación como esa, pero, aun así, es importante tomar solamente riesgos calculados. 98

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“Pensaba que todos los fotógrafos de guerra con experiencia eran unos culones, cuando en realidad yo era un lunático por andar corriendo por ahí sin casco ni chaleco antibalas”.

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¿Es posible ser imparcial cuando estás preocupado por no explotar en pedazos cada treinta segundos? No creo en la objetividad para nada. Es imposible que no me importe o contener mis emociones. Cuando veo administradores estadunidenses tomando decisiones en Bagdad, me pongo furioso y salgo a tomar fotos que específicamente muestran qué tan de la verga está el país. Habría más cambios si más fotógrafos fueran subjetivos. En los primeros años de la guerra, los medios y el gobierno hicieron un escándalo por los reporteros anexados a unidades militares. Nunca entendí cómo podías ser cualquier otra cosa. Cierto, están todos estos periodistas independientes no anexados a unidades militares que piensan que no son comerciales. Sólo le quiero decir algo a cada uno de ellos: “Vete a la verga”. Es una mamada. Los fotógrafos siempre han estado unidos a sus sujetos. La diferencia es que ahora el Pentágono les puso un nombre feo.

“Están todos estos periodistas independientes no anexados a unidades militares que piensan que no son comerciales o algo así. Sólo le quiero decir algo a cada uno de ellos: ‘Vete a la verga’”.

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¿Te has insensibilizado ante la violencia? Creo que me pasó la primera vez que regresé a casa. En 2004, estuve seis meses en Iraq terminando con la campaña en Fallujah. Cuando regresé a Nueva York, estaba completamente insensibilizado con cualquiera que no hubiera estado en Iraq: no merecías mi empatía si no eras un soldado iraq0uí o un civil, o si no estuviste allá por algún motivo. Pero estaba completamente equivocado. Me obligué conscientemente a reconectarme a otras sociedades que no fueran Iraq. Al distanciarme de la sociedad, estaba burlándome de los iraquíes porque olvidaba que yo tenía lo que ellos querían. ¿Hay algo adictivo en el tipo de trabajo que haces? Creo que a principios de 2003, y hasta 2004, había un golpe de adrenalina que venía de trabajar en situaciones como en las que estaba. Hay cierto sentimiento de invencibilidad cuando cruzas la calle y eres el tipo al que no le dieron un balazo. Te da mucha energía, y tu cerebro funciona en modo de supervivencia. Hay algo que te impulsa de todo eso, pero la adrenalina, que solía ser excitante, ahora funciona como una alerta. Es muy extraño, y ahora, si estoy haciendo algo atrevido, como colgarme de un traen en Australia en lugar de ir adentro, empiezo a enloquecer de mala manera. Tengo problemas con lo que sucede en mi cabeza. Cuando la adrenalina empieza a circular, ya no se relaciona con nada divertido ni excitante. Mi reflejo es: “Mierda, tengo que salir de aquí y encontrar refugio”. Es como si mi cerebro se hubiera reconfigurado. ¿Vas a regresar pronto? Voy a regresar a Iraq en agosto para el final de la oleada. Los militares quieren hacerlo ver como poca cosa, pero en realidad es la retirada de treinta mil soldados de Bagdad. Eso podría salir mal. Espero regresar sin fotos porque eso sería muestra de una transición pacífica, de que el ejército iraquí puede manejar lo que los estadunidenses han estado haciendo y de que la violencia sectaria no aumentará. Pero, si tuviera que adivinar, yo diría que sí regresaré con muchas imágenes.

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Rennie Ellis: 1940 -2003 Sin siquiera una pizca de formación académica, Rennie Ellis se convirtió en el primer documentalista australiano de los años setenta, ochenta y noventa. Es como Stephen Shore, Larry Clark y Nan Goldin revueltos en una enorme masa fotográfica. No hubo un solo momento en el que Ellis no estuviera viajando por Australia tomando fotos de la gente y los lugares que amaba. Era de los que un día andaba con junkies en King Cross, Sidney, y al día siguiente, tomando fotos en los cocteles más chics de cocaína y depravación. Pero, independientemente del amplio rango de sus sujetos, todos tienen una caraterística: el hecho de que, sin importar cuán comprometedora fuera la situación, estaban más que dispuestos a que los captara con su lente. Todo el trabajo de Rennie, gran parte inédito, ahora está siendo archivado. Una colección de sus fotos será presentada en el National Gallery of Victoria, en Melbourne, este año. Rennie Ellis, circa 1978. Retrato por Robert Ashton

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