Me comí la ansiedad durante tres meses.
¿Sabés lo que es tener una revista así en la computadora y no poder contarle a nadie?
Me comí los mocos.
Pensé que no salíamos pero acá estamos. Íntegros. Satisfechos. Durante el último mes me escribieron todos y cada uno de los colaboradores. ¿Qué onda, che? ¿Qué pasó con mi dibujo? ¿Murió Nadie quiere morir? Paciencia, chicos. ¿A quién más que a nosotros se le puede ocurrir pedir paciencia en tiempos de Internet?
Me comí una caja entera de Ferrero Royer. Literal.
Y ojo que hablo de la extra mega grande.
Me comí un par de amagues.
Salimos a fines de agosto, salimos a principios de septiembre, salimos en octubre.
#hola.
Me comí cada una de las notas, cuentos, reseñas y entrevistas, los dibujos, las fotos, los diseños. No se me ocurre alguna manera de decir que estoy orgullosa de este trabajo que no suene excesivamente cursi.
Si además de respirar estás vivo, probá este número.
Y buen provecho.