Hypnos y tánatos

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Literatura del Mundo Antiguo.

NATALIA VICTORIA ÁLVAREZ GRUPO: 1ºD2 PRÁCTICA IV


MATERIALIDAD DE LA OBRA. Sue帽o y su hermanastro la muerte es un cuadro firmado por John William Waterhouse, en 贸leo sobre lienzo (72 x 92 cm).


Este cuadro fue el primero de Waterhouse expuesto en la Real Academia (1874). El tema era inusualmente alegórico para Waterhouse en este momento de su carrera, era un tema ambicioso concebido probablemente como un homenaje a la reciente muerte de dos hermanos menores. La pintura es un ejemplo de la deuda de Waterhouse a Alma-Tadema (pintor neerlandés neoclasicista de la época victoriana, formado en Bélgica y establecido en Inglaterra desde 1870. Es conocido por sus suntuosos cuadros inspirados en el mundo antiguo), mostrada por la composición de ventana, los temas clásicos. Pocos victorianos eligieron para representar el sueño de los dioses gemelos griegos, Hipnos (sueño) y Tánatos (muerte), aunque Goethe y Shelley tenían ambas interpretaciones escritas del mito. La narrativa celebró gran posibilidad sensual como una encarnación de la belleza en estado latente. La época a la que corresponde el cuadro, es la época victoriana en Inglaterra, la cual en el aspecto literario, consiste en una reacción frente al movimiento romántico inglés. Los nuevos escritores rechazan la fantasía romántica de Byron o Shelley y buscan un nuevo realismo en novelistas como Thackeray y Dickens, el poeta Tennyson… que encarnan los nuevos valores de la época. Los ideales de esta era: principalmente el ideal de progreso (científico, económico, social, tecnológico…), el espíritu didáctico y moralista (el escritor se sentía “educador” de estas masa proletarias y de clase media), el espíritu de descubrimiento y aventura, espíritu religiosos, incluso místico, que trataba de hermanar los descubrimientos científicos y técnicos con una nueva fe en Dios. Pero quizás la característica esencial de la era victoriana fue su sentido práctico (utilitarismo), su búsqueda de la realización personal y colectiva. Esta nueva sociedad inglesa tan aparentemente abocada al trabajo, a la moral y a las buenas costumbres, inventa el juego, en todos los sentidos y direcciones que este término abarca. Rugby, deportes de campo, casinos, juegos de salón… algunos de estos juegos ya existían antes de la época victoriana, pero es sin duda esta sociedad la que los pone en práctica. Existen tres etapas de la época victoriana, pero quiero centrarme en la época que concierne al cuadro de Waterhouse, pues corresponde a la tercera y última etapa (1870-1901), en la cual para muchos es una edad de oro en la que se producen diferentes movimientos laboristas, cristaliza el ideal socialista. Existe competitividad económica americana, se desplazan los focos de poder hacia las clases sociales. En literatura: hay contacto con literaturas europeas, existe un pesimismo notorio antes de la insensibilidad del sistema… se trata de una sociedad en la que la madurez se alcanza con las independencias tanto económicas como emocionales, las mujeres todavía están limitadas y las profesiones respetables eran muy pocas: enfermera, secretaria, institutriz, vendedora o maestra. Y el matrimonio se entendía como el fin de la educación, sobre todo para la mujer. Al mismo tiempo la vida real de ésta empieza tras este contrato social, lo que supone un claro punto de inflexión. Aunque John William Waterhouse nació en Roma el 6 de abril de 1849, sus padres (ambos artistas) eran de nacionalidad inglesa, pero se habían trasladado a Roma por motivos de trabajo. En 1850, cuando Waterhouse contaba con un año de edad su familia decidió trasladarse a vivir a Inglaterra. Por lo que, siguiendo la estela artística de sus procreadores, aprendió el oficio en el taller de pintura de su padre hasta que, en 1870, con 21 años de edad y después de varios rechazos, ingresó en la Royal Academy Schools de Londres. Primero entró en la escuela de escultura bajo el mecenazgo de Pickeersgill, quien animó a Waterhouse a centrarse en la pintura. Debido a su gran talento y a sus apoyos, solo dos años después de ingresar en la academia londinense, exhibió sus obras en la Sociedad de Artistas Británicos y cuatro años


después, en 1874, lo hizo en una exposición de verano en la Royal Academy con su lienzo “Sueño y su hermanastro Muerte”. El éxito que alcanzó le permitió exponer sus cuadros sin interrupción hasta 1916. ANÁLISIS DE LA OBRA. Hipnos y Tánatos aparecen reflejados por Waterhouse como dos jóvenes bellos tumbados en un lecho, cada uno de ellos representando “su papel”. A primera vista llama la atención la figura humana que se halla más cercana al espectador, aquella que está totalmente iluminada. Este joven es Sueño y se sabe porque, además de ver que la otra figura aparece pálida y claramente sin vida, en su regazo, entre sus manos, Waterhouse dibujó unas amapolas, símbolo de Hipnos junto con otras plantas hipnóticas. Sueño se encuentra dormido en una postura relajada (o al menos da esa impresión), con las piernas cruzadas, y apoyado en el hombro de su hermano, y vestido con una simple y típica túnica que deja al descubierto se pecho derecho. Si no fuese por ese detalle (y porque lleva el pelo demasiado corto para la época) podría ser confundido con una bella y joven mujer, puesto que su rostro es muy femenino. Su expresión de la cara refleja pureza, relajación, tranquilidad… una paz completa. Tánatos aparece como la antítesis de Hipnos, sobre todo por las diferencias de tono de piel y por la iluminación. Muerte viste mucho más tapado que su hermano, con una túnica más austera, además de que él sí está cubierto, hasta más o menos las rodillas, por la sábana rojiza-anaranjada de la cama. La postura también difiere notablemente de la de Sueño, ya que demuestra la “no vida” de su cuerpo. Sus brazos se encuentran totalmente inertes, uno junto a su cuerpo y otro bajo el cuerpo de su gemelo, del cual puede verse una mano sin ninguna vida. Da la impresión de que, en esta escena, Tánatos ya se halaba tumbado en el lecho, totalmente muerto, cuando su hermano Hipnos llegó al aposento y se echó a su lado apoyándose en el hombro del otro joven; esta hipótesis la demuestra la sabana (Sueño no está dentro de ella) y el hecho de que, si eliminamos la figura de Hipnos, Tánatos se quedaría en la misma postura que ahora presenta en el cuadro. Muerte aparece con una piel muy pálida, prácticamente sin ninguna luz. Los espectadores parece que estemos viendo el lienzo desde un patio o pórtico desde el que entra la luz de la luna (Sueño y Muerte discutían sobre si los hombres morían o dormían por la noche); quizás lo que ilumine sea una lámpara o un cirio al otro lado del lienzo. El rostro de Tánatos es, como podemos ver, igual que el de su hermano, pero éste parece más adulto, varonil y tétrico. Y, aunque también tenga una expresión serena, es otro tipo de serenidad y tranquilidad, aquella que da el sueño eterno. Las mínimas diferencias entre ambos rostros son la posición de las cejas (las de Muerte más alzadas), la boca, que parece un poco abierta en Tánatos, y los labios, que dan la sensación de estar secos y, por tanto, sin saliva o aliento. Otro aspecto del lienzo es la “recargada” sala donde los gemelos se hallan. La cama, se trata de un lecho con dosel, con amplias cortinas de color rojo o marrón y con sabanas anaranjadas; los colores más bien se intuyen, pues la oscuridad de la escena es notable. Diversos objetos están repartidos por el aposento. En primer plano, antes incluso que Hipnos, observamos una mesa baja o mesita blanca de forma redonda y adornada con lo que parecen ser amapolas, el mismo tipo de flores que Sueño guarda entre sus manos. Encima de ella aparecen dos flautas cruzadas, asociadas en la antigua Grecia con los faunos y además reflejaban sexualidad. Algo curioso son las letras (o lo que parecen letras) que aparecen junto a las flautas, parece ser la firma del autor.


Junto al cuerpo de muerte hay una lira antigua, considerada un símbolo de las artes y de la inspiración poética. Representa, por tanto, la armonía, dando sentido a la paz que la obra refleja. Al fondo de la escena se encuentra una ventana desde la cual pude verse un pequeño pórtico con columnas dóricas. También, desde fuera, entra en la estancia lo que parece ser hojas de palmera, elemento típico del mundo egipcio en la época, muy relacionado con el griego. Por último, al lado del vano una gran antorcha hace presencia. Parece ser un típico recipiente de ofrendas, en el que se enciende un fuego y se queman objetos, ya que de ello surge un humo blanco hacia la parte derecha de la ventana. Podría decirse que este lienzo es una excepción de los típicos cuadros de Waterhouse, pues la mujer no es la protagonista del cuadro, ni siquiera se encuentra una mujer como tal aunque Hipnos tenga rasgos femeninos. El autor recurrió a un tema de la Antigua Grecia, siendo una cuestión muy bien tratada a lo largo de la historia como es la muerte y el sueño. MITO. Estos personajes pertenecen a la mitología griega, Tánatos en griego antiguo era la personificación de la muerte no violenta; Hipnos era la personificación del sueño. Ambos eran hijos de Nyx, la noche, aunque en tradiciones posteriores se menciona que Hipnos tenía por padre a Érebo (la oscuridad), haciendo de Tánatos su hermanastro, aunque desde un inicio siempre se menciona que ambos eran gemelos. Según Homero y Hesíodo ambos hermano discutían cada noche quien se llevaría a cada hombre, y aunque Tánatos era el Dios de la muerte, siempre estuvo a la sombra de Hades, el señor de los muertos. Hipnos por su parte imitaba a su hermano mayor ya que el sueño anulaba las actividades de los hombres cada noche imitando la muerte. Recibieron encargos importantes por parte de los dioses como el encargo de Zeus de transportar el cuerpo de su hijo Sarpedón (muerto por Patroclo en la guerra de Troya) hasta Licia para que pudiera ser sepultado como lo merecía. En una oportunidad, Hera prometió a Hipnos la mano de una de las gracias, Pasitea, si es que Hipnos dormía a Zeus. Obedeció pero Zeus despertó molesto y estuvo a punto de arrojar a Hipnos del olimpo si no hubiera intervenido Nyx, la cual hizo gala de poder tanto en dioses como en mortales. Posteriormente Hera volvió a recurrir a Hipnos a través de la mensajera Iris para que adoptara la forma de Ceix, quien ya había muerto hacía tiempo y en sueños se le presentara a su esposa Alcione que aun esperaba ansiosa el regreso de su marido. Hipnos también otorgó el poder a Endimión que estaba enamorado de Selene (la luna), de dormir con los ojos abiertos y tener una vida inmortal siempre vigilando a su amada. Tánatos por su parte actuaba con el destino que las Moiras (hermanas del destino) dictaban cumpliendo siempre con finalizar la vida en cada mortal que le indicasen, sin embargo, Tánatos odiaba que los dioses se interpusieran en su deber pues en una oportunidad Admeto obtuvo de Apolo el favor de que las Moiras aceptaran que cuando él estuviera a puertas de la muerte pudiera reemplazarle cualquier persona que quisiera hacerlo voluntariamente. Al llegar Tánatos para llevarse la vida de Alcestis fue detenido a la fuerza por Heracles, quien intentó persuadirlo para que esperase a que Alcestis muriera de forma natural, viéndose interferido en sus funciones reclamo por lo más alto el respeto debido y fue así que incluso fue capaz de llevarse al mismo Heracles cuando le llegó la hora. Hipnos tuvo mil hijos, los Oniros de los cuales los más importantes son Morfeo, Iquelo (Fobetor), y Fantaso, se decía que su palacio era una cueva oscura donde el sol nunca brillaba con la entrada


rodeada de amapolas y otras plantas hipnóticas tal vez bajo una isla griega por donde fluía Lete el río del olvido; aunque también decían que vivía junto a Tánatos en un palacio subterráneo muy cerca del palacio de Nyx. Ambos eran representados muy jóvenes aunque Tánatos poseía barba y podía llevar o una mariposa o una corona o una antorcha invertida o pudiera tener alas y colgar una espada en su cinturón; Hipnos por su parte fue representado desnudo con alas en los hombros o en las sienes, a veces se lo mostraba con una barba parecida a la de su hermano, podía cargar un cuerno de opio, un tallo de amapola, una rama que gotea al río Lete o también una antorcha invertida. Podía ser representado como un joven dormido en una cama de plumas rodeado de cortinas negras. En concreto el cuadro de Waterhouse hace referencia a una representación general de estos personajes dotándolos de sus correspondientes características, aunque dándoles ciertos detalles acordes con la época. De ahí, que haya referencias a que el autor eligió desviarse de su típica pintura en la que la mujer es protagonista, y además hacer referencia a personajes de la antigüedad, por el hecho de que en aquel momento habían muerto dos hermanos pequeños, pero solo es una hipótesis, pues fue el cuadro que lo llevo a unos consecutivos y largos años de éxito, como he dicho antes en la biografía del autor. La caída del cautiverio y en el abandono sinónimo de la caída de sueño, en la embriaguez y en la muerte, un estado considerado en el mundo arcaico de las religiones naturales como: la condición de los muertos en el mundo subterráneo. Por lo que en ocasiones no solo querían representar a la gente la muerte o el sueño sin más, sino también darles un mensaje, una enseñanza común para toda la sociedad. Además, posiblemente representaban los efectos narcóticos o psicogénicos, pues es sabido que la curación se realizaba durante el sueño o trance inducidos. Desde el principio, ya en época griega, representaban a Hipnos y Tánatos en determinadas escenas de determinados mitos sobre ellos. Sobre todo, se encuentran representaciones de estos hermanos en cerámica. En el siglo V a. C., el Imperio ateniense llegó a la cumbre de su prosperidad, hicieron su marca en el mundo del arte. Grandes artistas como Polignoto produce figuras que hacen referencia a Hipnos y Tánatos quienes llevan el cuerpo de un guerrero con una estela funeraria detrás, se trata del detalle de un lekythos blanco y terrestre. c

TÁNATOS E HYPNOS CON EL GUERRERO DIFUNTO, LÉCITO ÁTICO, LONDRES.


Sin embargo las representaciones de las características de cada uno no varían a lo largo del tiempo como: el joven blanco (Hipnos) al lado del joven oscuro (Tánatos). Homero y Hesíodo, en sus poemas, los hacían hijos de la noche (Nix), la cual era hija del caos y madre del Destino, del sueño y de la muerte, los antiguos poetas la representaban coronada de adormideras, envuelta en un velo negro cuajado de estrellas y con actitud de recorrer la gran extensión de los cielos, siempre montada en un carro, aunque las obras más cercanas a nosotros sobre Nix, solo representan a una mujer rodeada por un manto negro como vemos en <<“La Nuit”,WilliamAdolphe Bouguereau. 1883>>. Tánatos e Hipnos desempeñan un papel pequeño en los mitos, pues las referencias a ellos no nos llevan a temas que hablan concretamente de ellos, pues solo se limitan a describirlos y a hablarnos sobre la acción que han de cumplir en un momento determinado. Además, Tánatos, quedó a la sombra de Hades, el señor de los muertos. Tánatos actuaba cumpliendo el destino que las Moiras dictaban para cada mortal.

LA NUIT. WILLIAM-ADOLPHE BOUGUEREAU. 1883.

HIPNOS Y TÁNATOS TRANSPORTANDO A SARPEDÓN MUERTO MIENTRAS HERMES MIRA. NUEVA YORK, METROPOLITAN, DE EUFRONIO CERÁMICA 515 a.C.

HYPNOS Y TÁNATOS SIN ALAS PERO CON SUS NOMBRES PORTANDO A SARPEDÓN, DALLAS COL, HUNT, DE EUFRONIO.


Nix ha dado lugar a un gran número de descendientes. Algunos de estos hijos de la noche eran: Eris (la discordia), el Destino (Cloto, Láquesis y Atropos), Némesis (la muerte en batalla), Oizus (miseria), el Oniros (la legión de los sueños), y los gemelos Hipnos (dios del sueño) y Tánatos (dios de la muerte). Como podemos ver en la siguiente imagen de Pedro Américo, en el que volvemos a ver la referencia al paño negro. En este caso aparece Tánatos, a la izquierda, con su común antorcha, y el dios del amor, a la derecha. Cabe destacar que la representación simbólica de estos dos personajes es muy curiosa1. Tanto eros como Tánatos son responsables de la reproducción, la continuación de la vida y el nacimiento de los sentimientos para la creación de nuevos seres. Tánatos, como he mencionado antes, es uno de los seres menores dentro de la mitología griega. Tánatos representa el fin del ciclo vital, pues su misión es conducir a quienes abandonan esta vida, algo que es constantemente representado en Tánatos. Según Freud, sin embargo, Eros era el encargado de definirlas pulsaciones de vida del inconsciente, empujadas a mantener y reproducir la vida, algo que también les relaciona, como principio y fin. Por lo que, las referencias a estos personajes aparecen, sobre todo, realizando unas mismas actividades, siempre Hipnos y Tánatos llevando en brazos a un muerto, por lo que resulta curioso y además, en mi opinión, enriquecedor y personal la obra de William Waterhouse, pues no he encontrado ninguna obra similar, la cual me lleve a pensar que se ha inspirado en una obra en concreto, más bien, considero que ha sido una recopilación de obras antiguas e incluso de época reciente pero anterior al autor, pero aun así creo que “sueño con su hermanastro muerte” es una obra personal, con una gran calidad y capacidad de transmitirnos aquello que quería expresar, gracias a esa gran belleza y vivacidad de los personajes. Las fuentes artísticas anteriores a este cuadro:

Hipnos y Tánatos portando a Sarpedón, Nueva York, Metropolitan 1972, de Eufronio.

Hipnos y Tánatos sin alas pero con sus nombres portando a Sarpedón, Dallas col. Hunt, de Eufronio.

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http://cinentransit.com/efectos-de-amor-y-muerte-en-el-cine-de-civeyrac/


Tánatos e Hipnos con el Guerrero difunto, Lecito Ático, Londres.

Tánatos e Hipnos portando al muerto, Atenas.

Hipnos, representación clásica de la deidad en la escultura.

Hipnos y Tánatos transportan hasta su tumba a un niño difunto. Atenas, Museo Nacional.

Hipnos y Tánatos transportan a una difunta ante Hermes; Caronte aguarda para embarcarla hacia el más allá. Atenas, Mueso Nacional.


Hipnos y Tánatos transportan a una difunta y la colocan sobre el acroterio de su tumba. Berlín, Antikenmuseum.

Antigua escultura griega en la que aparece Tánatos, entre Afrodita y Perséfone, que compiten por el alma de Adonis.

Evelyn Pickering De Morgan, el ángel de la muerte (Tánatos).

Angel of death. Arno Breker.

Tánatos, Alcestis y Heracles.


Hipnos y Tánatos. Anónimos. Clásico del siglo I d. C.

Hipnos. Museo del prado.

FUENTES LITERARIAS. Los fragmentos que he encontrado en literatura no corresponden exactamente al momento que representa al cuadro, pues como he dicho antes, es posible que sea una mera representación creada por el propio autor del cuadro, sin embargo con respecto al mito en sí he encontrado referencias en la Ilíada: ¡Oh Hipno, rey de todos los dioses y de todos los hombres! Si en otra ocasión escuchaste mi voz, obedéceme también ahora, y mi gratitud será perenne. Adormece los brillantes ojos de Zeus debajo de sus párpados, tan pronto como, vencido por el amor, se acueste conmigo. Te daré como premio un trono hermoso, incorruptible, de oro; y mi hijo Hefesto, el cojo de ambos pies, te hará un escabel que te sirva para apoyar las nítidas plantas, cuando asistas a los festines. Respondióle el dulce Hipno: — ¡Hera, venerable diosa, hija del gran Cronos! Fácilmente adormecería a cualquiera otro de los sempiternos dioses y aun a las corrientes del río Océano, que es el padre de todos ellos, pero no me acercaré ni adormeceré a Zeus Cronión, si él no lo manda. Me hizo cuerdo tu mandato el día en que el animoso hijo de Zeus se embarcó en Ilión, después de destruir la ciudad troyana. Entonces sumí en grato sopor la mente de Zeus, que lleva la égida, difundiéndome suave en torno suyo; y tú, que te proponías causar daño a Heracles, conseguiste que los vientos impetuosos soplaran sobre el ponto y lo llevaran a la populosa Cos, lejos de sus amigos. Zeus despertó y encendióse en ira: maltrataba a los dioses en el palacio, me buscaba a mí, y me hubiera hecho desaparecer, arrojándome del éter al ponto, si la Noche, que rinde a los dioses y a los hombres, no me hubiese salvado; lleguéme a ella, y aquél se contuvo, aunque irritado, porque temió hacer algo que a la rápida Noche desagradara. Y ahora me mandas realizar otra cosa peligrosísima. Respondióle Hera veneranda, la de los grandes ojos: — ¡Hipno! ¿Por qué en la mente revuelves tales cosas? ¿Crees que el longividente Zeus


favorecerá tanto a los teucros, como, en la época en que se irritó, protegía a su hijo Heracles? Ea, ve y prometo darte, para que te cases con ella y lleve el nombre de esposa tuya, la más joven de las Cárites, Pasitea, cuya posesión constantemente anhelas. Así habló. Alegróse Hipno, y respondió diciendo: — Jura por el agua sagrada de la Estix, tocando con una mano la fértil tierra y con la otra el brillante mar, para que sean testigos los dioses subtartáreos que están con Cronos, que me darás la más joven de las Cárites, Pasitea, cuya posesión constantemente anhelo. ....Hera subió ligera al Gárgaro, la cumbre más alta del Ida... v. 352 ss. Tan tranquilamente dormía el padre sobre el alto Gárgaro, vencido por el sueño y el amor y abrazado con su esposa. El dulce Hipno corrió hacia las naves aqueas para llevar la noticia a Poseidón, que ciñe la tierra, y deteniéndose cerca de él, pronunció estas aladas palabras: — ¡Oh Poseidón! Socorre pronto a los dánao y dales gloria, aunque sea breve, mientras duerme Zeus, a quien he sumido en dulce letargo, después que Hera, engañándole, logró que se acostara para gozar del amor. Dicho esto, fuese hacia las ínclitas tribus de los hombres. Y Poseidón, más incitado que antes a socorrer a los dánaos, saltó en seguida a las primeras filas y les exhortó diciendo: — ¡Argivos! ¿Cederemos nuevamente la victoria a Héctor Priámida, para que se apodere de los bajeles y alcance gloria? así se lo figura él y de ello se jacta, porque Aquileo permanece en las cóncavas naves con el corazón irritado. Pero Aquileo no hará gran falta, si los demás procuramos auxiliarnos mutuamente. Ea, obremos todos como voy a decir. Embrazad los escudos mayores y más fuertes que haya en el ejército, cubríos la cabeza con el refulgente casco, coged las picas más largas, y pongámonos en marcha: yo iré delante, y no creo que Héctor Priámida, por enardecido que esté, se atreva a esperarnos. Y el varón que, siendo bravo, tenga un escudo pequeño para proteger sus hombros, déselo al menos valiente y tome otro mejor. v. 508 ss. Decidme ahora, Musas, que poseéis olímpicos palacios, cuál fue el primer aquivo que alzó del suelo cruentos despojos cuando el ilustre Poseidón, que bate la tierra, inclinó el combate en favor de los aqueos. Ayante Telamonio, el primero, hirió a Hirtio Girtíada; Antíloco hizo perecer a Falces y a Mérmero, despojándolos luego de las armas; Meriones mató a Moris e Hipotión Teucro quitó la vida a Protoón y Perifetes; y el Atrida hirió en el ijar a Hiperenor, pastor de hombres: el bronce atravesó los intestinos, el alma salió presurosa por la herida, y la obscuridad cubrió los ojos del guerrero. Y el veloz Ayante, hijo de Oileo, mató a muchos; porque nadie le igualaba en perseguir a los guerreros aterrorizados, cuando Zeus los ponía en fuga. Homero, Ilíada. Cuando los teucros hubieron atravesado en su huída el foso y la estacada, muriendo muchos a manos de los dánaos, llegaron al sitio donde tenían los corceles e hicieron alto, amedrentados y pálidos de miedo. En aquel instante despertó Zeus en la cumbre del Ida, al lado de Hera, la de áureo trono. Levantóse y vio a los teucros perseguidos por los aqueos, que los ponían en desorden; y entre éstos, al soberano Poseidón. Vio también a Héctor tendido en la llanura y


rodeado de amigos, jadeante, privado de conocimiento, vomitando sangre; que no fue el más débil de los aqueos quien le causó la herida. El padre de los hombres y de los dioses, compadeciéndose de él miró con torva y terrible faz a Hera, y así le dijo: —Tu engaño, Hera maléfica e incorregible, ha hecho que Héctor dejara de combatir y que sus tropas se dieran a la fuga. No sé si castigarte con azotes, para que seas la primera en gozar de tu funesta astucia. ¿Por ventura no te acuerdas de cuando estuviste colgada en lo alto y puse en tus pies sendos yunques, y en tus manos áureas e irrompibles esposas?... Así se expresó. Estremecióse Hera veneranda, la de los grandes ojos, y pronunció estas aladas palabras: —Sean testigos Gea y el anchuroso Urano y el agua de la Estix, de subterránea corriente—que es el juramento mayor y más terrible para los bienaventurados dioses—, y tu cabeza sagrada y nuestro tálamo nupcial, por el que nunca juraría en vano. No es por mi consejo que Poseidón, el que sacude la tierra, daña a los teucros y a Héctor y auxilia a los otros; su mismo ánimo debe de impelerle y animarle, o quizás se compadece de los aqueos al ver que son derrotados junto a las naves. Mas yo aconsejaría a Poseidón que fuera por donde tú, el de las sombrías nubes, le mandaras. Así dijo. Sonrióse el padre de los hombres y de los dioses, y respondió con estas aladas palabras: —Si tú, Hera veneranda, la de los grandes ojos, cuando te sientas entre los inmortales estuvieras de acuerdo conmigo; Poseidón, aunque otra cosa deseara, acomodaría muy pronto su modo de pensar al nuestro. Pero si en este momento hablas franca y sinceramente, ve a la mansión de los dioses y manda venir a Iris y a Apolo famoso por su arco; para que aquélla, encaminándose al ejército de los aqueos, de corazas de bronce, diga al soberano Poseidón que cese de combatir y vuelva a su palacio; y Febo Apolo incite a Héctor a la pelea, le infunda valor y le haga olvidar los dolores que le oprimen el corazón, a fin de que rechace nuevamente a los aquivos, los cuales llegarán en cobarde fuga a las naves de muchos bancos del Pelida Aquileo. Este enviará a la lid a su compañero Patroclo que morirá, herido por la lanza del preclaro Héctor, cerca de Ilión, después de quitar la vida a muchos jóvenes, y entre ellos al ilustre Sarpedón, mi hijo. Irritado por la muerte de Patroclo, el divino Aquileo matará a Héctor. Desde aquel instante haré que los teucros sean perseguidos continuamente desde las naves, hasta que los aqueos tomen la excelsa Ilión. Y no cesará mi enojo, ni dejaré que ningún inmortal socorra a los dánaos, mientras no se cumpla el voto del Pelida, como lo prometí, asintiendo con la cabeza, el día en que Tetis abrazó mis rodillas y me suplicó que honrase a Aquileo, asolador de ciudades. Homero, Ilíada XV. También hay algunas referencias que hace Hesíodo, al describir el caos que había en un principio y que posteriormente se fue “ordenando”, en la teogonía, dice: Pero los hechos fueron al parecer más complejos: En un principio, no existía la Tierra, sólo un conglomerado informe compuesto por los cuatro elementos, agua, tierra, cielo y aire, en el cual reinaba el Caos, una deidad sin rostro, al lado de su hija y esposa, Nyx, la negra diosa de la Noche, habida de la Oscuridad, la noche primigenia, la que reina en las esferas celestes, de la que tuvo a Erebo, el silencioso y helado lugar donde vagan los espectros y habita el olvido. Erebo destronó y suplantó a su padre en el lecho de su madre, Nyx, de la que tuvo a las Parcas, que hilan el destino, a Hipnos, inspirador del Sueño, y a Thánatos, portador de la Muerte, las perversas deidades que sigilosamente acechan a los humanos desde las sombras; a Némesis, la terrible diosa de la venganza, a Eros, el impulsivo dios del amor (aunque algunos dicen que este dios nada tiene que ver con el infante que acompaña a Afrodita), y a una legión de dioses o


demonios sin forma que luego habitarán y parasitarán el corazón de los humanos, para bien o para mal. Finalmente tuvieron a Éter, el aire, y a Hémera, el día […]. En el libro: “la muerte y su imaginario en la historia de las religiones2”, dice: Tampoco Hesíodo, el famoso poeta de Beocia que vivió a caballo entre los siglos VIII y VII a. C., tiene una visión optimista de los que espera tras la muerte. Sus descripciones del papel de Hipnos y Thánatos y del Hades en la Teogonía (758-774) no son muy esperanzadoras: Allí [en el Tártaro] tienen sus casas los hijos de la tenebrosa Noche, el Sueño y la Muerte, deidades terribles, a quienes el Sol resplandeciente jamás ilumina con sus rayos, ni cuando sube al cielo, ni cuándo del cielo desciende. El uno recorre la tierra y el ancho dorso del mar, siendo apacible y dulce para los hombres; la otra tiene corazón de hierro y ánimo duro y cruel en su pecho, no suelta nunca al hombre a quien logra echa mano y es odiosa a los propios inmortales dioses. Allí, en la parte anterior, están las resonantes moradas del dios infernal, el vigoroso Hades, y de la tremenda Perséfone. Guarda la entrada un perro terrible, cruel, dotado de una perversa habilidad: a los que entran halaga con el meneo de la cola y de ambas orejas; mas no permite que vuelvan a salir, antes los observa continuamente y devora al que coge repasando el umbral de la casa del vigoroso Hades y de la tremenda Perséfone. Eurípides, Alcestis 836 ss. (Trad. A. Medina González – A. López Férez) Heracles. -¡Oh corazón y mano mía que tanto habéis soportado, muestra ahora qué clase de hijo la tirintia Alcmena, hija de Electrion, le dio a Zeus! Tengo que salvar a la mujer que acaba de morir e instalar de nuevo a Alcestis en esta casa y dar a Admeto una prueba de mi agradecimiento. Me voy a ir a acechar a la reina de los muertos, de negra túnica, a la Muerte. Creo que la encontraré cerca de la tumba, bebiendo la sangre de sus víctimas. Y si, lanzándome desde mi escondrijo, consigo atraparla y la rodeo con mis brazos, nadie conseguirá arrebatarme sus costados doloridos, hasta que me entregue a esta mujer. Pero si yo fallo esta presa y no se aproxima a la sangrienta ofrenda, descenderé a las moradas sin sol de los de abajo, de Core y del Soberano y la reclamaré, y tengo confianza en que conduciré arriba a Alcestis, para poder dejarla en los brazos de mi huésped, que me recibió en su casa y no me expulsó, a pesar de estar golpeado por una pesada desgracia; sino que me la ocultó, como noble que es, en consideración a mí. ¿Quién de los tesalios más hospitalario que él? De seguro que no tendrá que decir que un hombre noble como él se ha portado generosamente con un hombre vil. Este poema pertenece al poeta griego Constantino Petrou Cavafis, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna. El poema, de carácter épico-narrativo, se centra en el Canto XVI de la Ilíada, cuando llega la hora de la muerte de Sarpedón, hijo de Zeus, a manos de Patroclo. A pesar de que la muerte de Sarpedón es discutida entre los dioses, finalmente se dictamina lo que está escrito en el destino de Sarpedón: [Hablando de Sarpedón] deja que muera a manos de Patroclo en reñido combate; y cuando el alma y la vida le abandonen, ordena a la Muerte y al dulce Hipno que lo lleven a la vasta Licia,

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la muerte y su imaginario en la historia de las religiones” p. 131. Juan Luis de León

Azcárate. Segunda edición. Universidad de Deusto. Vol. 32


para que sus hermanos y amigos le hagan exequias y le erijan un túmulo y un cipo, que tales son los honores debidos a los muertos. Hypnos y Thanatos toman al difunto Sarpedón (Londres, British Museum) Una vez muerto un guerrero, era muy común apoderarse del cadáver, ultrajarle y quitarle la armadura como recompensa por la heroica victoria. Tras un duro combate bajo la mirada de Zeus y tras ser arrebatada la armadura de Sarpedón como premio, Zeus finalmente manda a Apolo a recoger el cuerpo de su hijo para prepararle en el ritual funerario. En la Grecia antigua, un funeral era mucho más complejo que un enterramiento o una cremación del cuerpo. Se llevaban a cabo unos ritos que tenían la propiedad de ayudar al alma muerta en su tránsito del mundo de los vivos al mundo de los muertos. Del perfecto cumplimiento del ritual dependería la salvación del individuo, es decir, el alma no vagaría en una eterna angustia. Por lo tanto, el rito funerario era un eslabón tan importante como el nacimiento y el matrimonio porque los griegos consideraban la muerte un nuevo status. Zeus accede a darle este último trato de favor al héroe Sarpedón, ya que no puede salvarle del destino de la muerte: ¡Ea, querido Febo Apolo! Ve y después de sacar a Sarpedón de entre los dardos, límpiale la negra sangre; condúcele a un sitio lejano y lávale en la corriente de un río, úngele con ambrosía, ponle vestiduras divinas y entrégalo a los veloces conductores y hermanos gemelos: el Hipno y la Muerte. Y éstos transportándolo con presteza, lo dejarán en el rico pueblo de la vasta Licia. Allí sus hermanos y amigos le harán exequias y le erigirán un túmulo y un cipo, que tales son los honores debidos a los muertos (...) Apolo no desobedeció a su padre. Descendió de los montes ideos a la terrible batalla y en seguida, levantó al divino Sarpedón de entre los dardos, y conduciéndole a un sitio lejano, lo lavó en la corriente de un río, ungiólo con ambrosía, púsole vestiduras divinas y entrególo a los veloces conductores y hermanos gemelos: el Hipno y la Muerte. Y éstos, transportándolo con presteza, lo dejaron en el rico pueblo de la vasta Licia. Además del rito funerario, vamos a destacar dos personificaciones de notable presencia en el pensamiento griego arcaico: Hipno (Sueño) y Tánato (Muerte) Las fuentes literarias más arcaicas que nos han llegado de Hipno corresponden a la Ilíada donde inicialmente aparece el personaje como hermano de Tánato, ambos encargados de trasladar a Sarpedón a un lugar donde se le puedan realizar las honras fúnebres para continuar con su viaje al más allá. Hipno se nos presenta así como el dios del sueño y conduce, junto a su hermanoTánato, a los difuntos hasta su lugar final de reposo, facilitando el cumplimiento de la premisa de las honras fúnebres heroicas en la patria del difunto, donde los honores serán mayores y ofrecidos no por los extranjeros sino por los miembros del grupo familiar. Este hecho resalta la complejidad de Hipno como personaje mitológico incluido en el limbo de los sueños y en el de la muerte, donde ambas presencias (sueño y muerte) estuvieron conectadas en el pensamiento griego antiguo. Durante todo el s. V a.C., se desarrolló un culto funerario destacable en torno a la figura deHipno y su hermano gemelo Tánato en los que ambas personificaciones son presentadas como intermediarias entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Para concluir, cabe destacar el tema del destino como fuerza sobrenatural que guía la vida humana, que se erige como una ley que está por encima del hombre y de los dioses y no quebrantable bajo ningún concepto. Así, el autor del poema humaniza al mismísimo Zeus que no puede evitar la trágica muerte de su propio hijo: Profundo dolor tiene Zeus.


En la literatura Hipnos y Tánatos se idearon de dos modos principales en el imaginario griego. Aparecen con caracteres enfrentados (dulce el primero, implacable el segundo, contrapuestos en un juego poético que potencia la polaridad) en la tradición hesiódica y desarrollando un cometido análogo como portadores del muerto (potenciándose además la identificación hasta hacerlos gemelos) en los escritos homéricos. Esta segunda tradición que emparenta el dormir y el morir (y que no es privativa del pensamiento griego) presenta en Homero la caracterización añadida de la personificación. En la Ilíada los gemelos divinos tienen un campo de acción determinado: (El poeta habla de Sarpedón, caudillo licio, muerto por Patroclo). Cuando el alma y la vida le abandonen, ordena a la muerte (Tánatos) y al dulce sueño (Hipnos) que lo lleven a la vasta Licia, para que sus hermanos y amigos le hagan exequias y le erijan un túmulo y un cipo, que tales son los honores debidos a los muertos. (Habla Zeus): “Ea, querido Febo, ve y después de sacar a Sarpedón de entre los dardos, límpiale la negra sangre; condúcele a un sitio lejano y lávale en la corriente de un río; úngele con ambrosía, ponle vestiduras divinas y entrégalo a los veloces conductores y hermanos gemelos: el Sueño y la Muerte. Y éstos, transportándolo con presteza, lo dejarán en el rico territorio de la vasta Licia. Allí sus hermanos y amigos le harán exequias y le erigirán un túmulo y un cipo, que tales son los honores debidos a los muertos.” No se trata en sentido estricto de “genios” que ayudan a realizar un viaje al más allá, sino que facilitan el cumplimiento de la premisa de las honras heroicas en la patria del difunto, donde los honores serán mayores y ofrecidos no por extranjeros sino por los miembros del grupo familiar. Zeus accede a darle este postrer trato de favor al héroe Sarpedón, ya que no puede salvarle del destino de muerte. El modelo homérico pesa en la iconografía, que ofrece dos tipos de escenas: las que ilustran el episodio mítico y las que limitan a usarlo como referente imaginario. En el primer grupo se encuentran una serie de vasos, algunos de una calidad muy notable, como la célebre crátera de cáliz de Nueva York ANEXO del pintor Eufronio, en la que los gemelos lucen un detallado armamento hoplita frente al que destaca la alteridad de las alas minuciosamente dibujadas. En este caso la escena es claramente homérica y el difunto es el mítico Sarpedón, puesto que lo nombra una inscripción. Pero el pintor se toma ciertas licencias; los tres personajes restantes no parecen corresponder a la narración canónica de la Ilíada, puesto que en vez de Apolo se figuran Hermes y dos guerreros (Hipólito y Leodamante, nombrados en sendas inscripciones). Otro ejemplo lo ofrece una copa de Londres ANEXO, en la que los gemelos hoplitas alados, excepcionalmente imberbes ambos, transportan al héroe difunto. Desde el punto de vista del significado, estas representaciones cumplen un papel muy parecido al de otros episodios homéricos figurados en el arte y resulta evidente que la narración del paso al más allá no es, desde luego, su objetivo principal. Por su parte, resultan fundamentales para nuestro estudio las representaciones en lecitos de fondo blanco ANEXO, ya que son escenas escatológicas en las que Hipnos y Tánatos cumplen su cometido n el presente del rito fúnebre y no en el pasado de la narración épica. Se personan para ayudar a transportar a difuntos anónimos, a los que la familia imagina en los brazos de tan ilustres dioses, escenificando el desarrollo del tránsito al más allá del alma del difunto en cuya tumba se coloca el vaso. La habitual representación de estos seres los suele mostrar como personajes con grandes alas en la espalda. Pero aparecen sin alas, por ejemplo, en una copa de figuras rojas firmada por Eufronio ANEXO; excepcionalmente, como ocurre en un vaso de Atenas ANEXO, también portando taloneras aladas. Tánatos aparece exclusivamente con barba en los lecitos de fondo blanco, e Hipnos, aparece imberbe, aunque en algunos casos (que parecen potenciar la identidad de gemelos de los hermanos), como en un lecito de Atenas ANEXO, aparece también barbado. En todas las


escenas toman al difunto el uno por la cabeza y el otro por los pies, cumpliendo la misión de depositarlo al pie mismo de la estela funeraria.

En conclusión, los mitos son antiguos hitos históricos que los poetas han embellecido, los artistas posteriores a estos escritos son solo facilitadores de una imagen general para la sociedad, nos dan imágenes de cómo debemos hacernos una idea de los personajes que aparecen en cada texto. De ahí que los artistas más cercanos a nuestra época, como es el caso de William Waterhouse, nos presenten a esos personajes dotados con sus típicos atributos, pero que, sin embargo, consiguen darnos una nueva imagen de aquello que en la antigüedad ya estaba asociado a ellos, de manera que solo podía ser imaginado de esa forma y no de otra. Con los artistas de nuestras era, aun vemos ese encanto, fantasía, o incluso podríamos decir, esa mitología que ha marcado nuestra vida desde tiempos primitivos y que aún nos siguen engañando o, más bien, nos gusta ser engañados por esa fantasía, pues aunque no encontremos en el cuadro de Waterhouse a Hipnos alado y, a los dos personajes, cargando con un cuerpo, esta nueva imagen nos lleva a una nueva concepción, en la cual podríamos interpretar que son personajes que representan momentos en los que el ser humano está vinculado a una etapa, por la que pasamos todos y, en las cuales, en la representación de Hipnos nos encontramos en un estado de inconsciencia, la cual es lo más parecido a la muerte de Tánatos, de ahí que se pueda interpretar el nombre de “hermanastros” en la obra. Se trata de una etapa diferente en la que los personajes representan la propia esencia, quizás por tantas representaciones en las que constantemente se repiten sus cotidianas acciones, y se limitan a descansar, a encontrar esa paz, tan conseguida en el cuadro por el autor. Se trata de un cuadro que a diferencia de las fuentes antiguas literarias y artísticas, no se limita a una mera repetición de los actos sino a una renovación que nos traslada a otra perspectiva, la cual puede ser relacionada con la sociedad del momento. Esto nos lleva a una nueva interpretación social del típico Hipnos y Tánatos de la mitología griega, en la que, podríamos interpretar que Hipnos quería imitar a su hermano, llegar a ser como él, durmiendo a su lado, pero aun así, como vemos en la obra, Hipnos y Tánatos presentan características diferentes, pues vemos claramente que el cuerpo de Tánatos ya no tiene vida, al contrario que el de su hermano y lo acompaña su imagen resplandeciente.



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