Neurastenia en Mi Bemol Menor

Page 1

NEURASTENIA EN MI BEMOL MENOR Paranoia inacabada sobre mi vida en su verdadero sentido.


Capítulo I Es un esfuerzo placentero pero, No puedo seguir usándome. Una moneda de cobre por quererme unos minutos. Mi economía no me permite pagar el amor.

No has vivido ni doscientos años. Y un día vuelves a despertarle. ¿Qué has hecho, has bebido absenta? ¿Tu sangre no había muerto? Pero sigues cantando a través de su garganta.

Capítulo V

A quien escribo, no sabe que no hay mundo de dioses. Perdona si lloro por ti, apenas puedo sentir el frío.

Es fría esta ciudad y tanta nieve empapa, París no ha muerto pero en mi mente duerme, Y aquí mientras lloro por su rebeldía.

Capítulo II

Capítulo VI

Resucito del sueño tan raudo como la oigo. La pluma a través de mis dedos no usa tinta, Me corta pero tatúa un nombre inconsciente en mi dedo.

Otro instante más al piano, Górgoros de ese varón tan amigo de mi dicha Él canta y recita, y las letras del poema Se mezclan en el aire con el humo de sus pipas.

El petit-dejèuner se acompaña mejor de vino. Es demasiado temprano y el fuego no calienta todavía, ¿Qué hago? Soy todavía un paupérrimo alimento.

Capítulo VII Los adoquines tropiezan con sus cascos Helado el suelo, es el frío de la villa.

Capítulo III

La puntualidad no es algo propio De aquellos que nos sentimos increíbles.

¿Lo ves? Has apretado poco, no pueden salir mis carnes. Piensa en que... Más fuerte, ahógame.

Capítulo VIII Han abierto la puerta e interrumpen el canto Y no saben que mi genio inspirador se enfada. Siempre tan atento y sigue queriendo vino Y se derraman las gotas en mi boca maldita.

Muestro hambre y a la vez, soy Alteza, No quiero no ser mirada, desconozco quién lo hará. ¡Más fuerte! Hoy es importante, Hoy puedo encontrar el antídoto.

Pero... Han parado las horas y mi amigo ya no canta Es una presencia de demonio bendito Una mujer de esas de alma Que se criaba en el pasado, entre ríos de oro.

Capítulo IV Madre, ¿por qué me has abandonado? No soy un querubín asqueado de claveles, Pero quién juzgaría a mi obsesa virtud de apetito Si deseaste obviar mi poco conocimiento.

Capítulo IX Huele a tabaco, que dulce y hogareño, En seguida fluye por mi sangre alcohol tan ebrio.

No puedo volver al suburbio, Estoy cansado. 2


Un piano y un músico me observan y yo Sigo adelante con mi encanto mortal.

Y me siento pero ya no suenan las mismas notas. Mi amigo barítono canta, y la champaña Pasa a bocas que son mal conocidas.

Demasiada mujer turgente y atrevida De esas sin ganas de tener senos, demasiado mugriento erotismo Y que poco recatadas de vulgaridad.

Pero silencia el barítono y es ella, también soprano Quien toma la palabra, porque la coaccionan. Qué va a pasar ahora conmigo, ahora que ya no puedo seguir en pie.

Y hombres de esos, y sus levitas se mueven, y fuman con ansia Alguno pensando en gozar esta noche. Pero ahí al fondo sigue el músico, El único que tiene alma en los ojos

Capítulo XIII A veces la familia es el peor enemigo Y mi segundo grado me incita a los cantos.

Capítulo X

¡Qué vergüenza! Cómo voy a mostrar mi voz frente a mi pecado presente. Es Dios con su teclado, no quiero eclipsarle.

No voy a beber más, el vino me aturde Pero las notas fluyen más rápido y suave. Mi genio piensa que hay una diosa, Pero se está acercando a mí con su aura. Reconozco que para la música y sigo Y gritan y ríen todos más ebrios Esas mujeres que poco han gozado Pero esa diosa es distinta, con su perfil de emperatriz Su mano tan blanca, y su acento extranjero.

Es un bello poema con notas, y sale De mi garganta como si manase agua No me atrevo a mirar al músico, me turba demasiado su presencia. Capítulo XIV Creo que conozco a Dios en la tierra Está aquí al lado, luchando con Lucifer Y grita las notas pero a la vez son tan suaves Quiero que esa voz me duerma por las noches.

Apenas levanta su vista a mi causa Y es más adictiva que mis notas.

Precioso satén que se mueve mientras recita El poeta está reviviendo su éxtasis. Ha terminado y se vuelve al vino Y mira de reojo mis manos temblando.

Capítulo XI Se parece a un recuerdo de los míos. El frío desaparece y entra la duda. ¿Quién sois? El busto me ahoga. ¿Acaso os vi en otra vida?

Capítulo XV

No podría beber más vino Pero necio mi compatriota, me ha traído champaña. Y me toma la mano, mi pensamiento personificado Y la besa como si fuera una partitura.

El fin de la velada y vuelven los adoquines Y el frío de la sal blanca que entra en los pulmones. Tanto vino calentaba mis piernas Pero mis dedos me odian por dejarme con su recuerdo.

Capítulo XII

¿Será su dicha de genio inalcanzable? ¿él cerrará mis heridas de guerra?

Féminas pomposas me incitan al teclado 3


Solo con rozar mi piel marchita e impura Logrará sanar mi espíritu.

Pero el piano sigue llamando a mis dedos Y es misteriosa su mirada felina.

Capítulo XVI

Capítulo XXI

Yo quería que fuera un instante más con su palabra Y miró a mis ojos y prometían más canto Pero quién sabrá, espero algún día Morder su alma y ser más que mordente.

Otra vez amoldando mi voz a sus notas Y sigue el alcohol fluyendo en mi garganta Está el corsette más prieto que nunca Y faldas que vuelan alrededor de mi cuerpo, Que desean ser liberadas y libres.

Este “Champagne” con su espuma maldita Quiebra mis neuronas y me adormecen. Se ríen mis amigos con mujeres placebas Y vuelven a introducirse en el erotismo sin oro, Excluyen mi cuerpo y otra vez solo. Capítulo XVII

Preciosa la noche cuando sigue acariciando las teclas Y ya es tarde y los amigos son lascivos Y ellas, que las hay, orondos sus senos Que buscan alguien que duerma con ellas A la luz de las estrellas morbosas.

Más noches y ya conversa conmigo. No quiera el destino que me haya cautivado.

Termino y salgo afuera a ver la luna Que llena me mira y es una diabla. Corre la brisa pero no el aire, y sueño Y sobrio está mi cuerpo.

Capítulo XVIII Es demasiada fémina. No puedo amarla más.

Capítulo XXII He dejado al piano solo observando A esos que solo quieren saciar su ansia Pero no quiero mirar su deseo Yo quiero que sólo sepa morir por mí.

Capítulo XIX Excusa idónea esta excursión Fuera del caos y de la envidia enclaustrada. Galopar y ser parte de la caza Y vivir otra vez el aire del caballo.

Su perfil tan aristocrático me sonríe Quiere que acompañe su paseo lunar. En un momento para y me ofrece asiento No creo que sobreviva mi compostura.

Pero esta noche, cuando volvemos A ser carne al fuego y al piano Y ahí se encuentra paciente A que comiencen las damas a bailar.

Capítulo XXIII Me apremia esta noche de luna engordada Y cuento mi última pena lindante "¿Sabíais vos profesor? Me pregunto si algún día tendré corazón de heroína Si Amaré como un fiel a su Amo. Franz Peter, el alma no es más Que un engaño bíblico, El verdadero sentimiento se guarda en la mente."

Capítulo XX La brisa que tiene las grandes campiñas Entre el verde puro sin odio Respirar otro sabor que no tiene la ciudad. Y la noche la hace más clara. Aquí las orgías son de vino y tabaco Y fumar en pipa mientras canta ese amigo 4


Capítulo XXIV

Capítulo XXVIII

“Vos no temáis más que ninguna otra Sois la carne de la pasión del corazón verdadero No quien más grita es el que más emociona Es el que calma los gritos internos del genio.”

Acompañé sus latidos hasta la puerta de sus aposentos Dejé su frente y la acaricié en su cuello con mi boca de músico Cerré con un beso la herida que la había desangrado Y dije que la amaba con toda mi maldita esencia.

Su mano se acerca temblorosa Y sigue todo como se debe.

Capítulo XXIX Capítulo XXV

Cuando cerró la puerta que asomaba a mi cama Quise esperar a su compañía. Le amaba demasiado Y la luna me reprochaba.

Besé su boca de barítono divino Del ser extraordinario que clama por una realidad más absoluta Y tan pronto como mi mano se apoyó en su levita Dejó de temblar el frío de la noche.

No obstante, cuando besó mi yugular Sentí que no podía haber querido tanto a alguien. Supe, que divinamente, Moriría si su fuero interno apagase.

Paró de súbito y miraba A través de esas lentes de miopía profunda Observó en mi pupila de duro sentido Y mordió mis labios.

Capítulo XXX

Capítulo XXVI

Fue la mañana de vuelta a Viena En un carro, ella y su vestido de blanca pureza falseada Y yo a su compañía obligada sin saber qué hacer.

“La amo, Mademoisselle” Y mientras recitaba su nombre Acariciaba su boca pintada a medias por la noche.

Leía una novela de Chordelos de Laclos Cerré sus páginas sin su permiso Y acaricié sus dedos con mi boca.

“La amo” Y mientras tomaba su mano resguardada en mi pecho Y mientras acariciaba su cabello negro de seda.

Capítulo XXXI

Capítulo XXVII

El polvo del camino levanta sombras Que el sol no deja entrever nunca.

Me duele el pecho, Ha sido demasiado cariño en una noche He olvidado que amar era un sin sentido, Pero sus ojos me han hecho adicta a él.

Su presencia a mi lado, suena como un galope tendido Desbocado y pasional Pero a la vez de una seriedad que asusta.

Tras mirarme y leer mi espíritu Abrazó mis brazos rodeados de encaje caro parisino Y tomó mi cintura y anduvimos Mientras, la luna llena se reía jocosa.

El erotismo se perdió entre las páginas Sólo queda eso que denominan “amor eterno”. Quitó mi guante y besó mi mano. Devolví el favor acariciando su boca con la mía. 5


A ser otro genio creativo. Capítulo XXXII Con el deseo de amar me presento y soy ¿otro débil al que no evitar siempre? ¿más feliz en la taberna? ¿otro que desdeña el pago de ser querido?

Viena me dice que bienvenido sea Otra vez vuelven esas noches tras esta velada en campiña. Será el genio del músico inspirador, O quizás la esperanza de que su musa sea la escogida, Pero el piano no quiere despegarse de mi cuerpo, Ha encontrado a su compañero perfecto.

No, lo que aprendí Es que mi medio corazón no nació en mi tierra Pero vive en mí como la pisa. Capítulo XXXV

Capítulo XXXIII Siento que no hay habido vidas que nos hayan coincidido. Cuando soy más fémina tú te arrogas ante mis pies.

La vida sin el libertinaje parisino a veces es aburrida Sin sus galantes modales, ni su superioridad non grata.

Pero me acuerdo todavía mientras nuestro cuerpo caía de lado en la hierba Bajo los árboles que en Viena nos llamaban Siempre tu nombre en su boca, Y tus notas de genio en el aire; Acariciaste mi cadera pero dijiste: Que era lo más fuerte y frágil que habías conocido jamás. ¿Cómo complacerte? Oh, Franz no me hagas esto, Sólo quiero morir contigo siempre.

Pero qué arrepentirse si abro la ventana Y escucho la música en mis oídos, Mi clavicémbalo siempre toca Y mi piano forte se acompaña de sus dedos de músico genial. Es verano en Austria y el bosque Es de otro color de humano. Otra vez prosigo con mi aficionada afición Y cuando me tienta sigo con mis obras. Él corrige mis gestos, pero alaba mis éxitos Sellando mi boca impetuosa con un gesto magnánimo.

Capítulo XXXVI Mademoiselle, ¿por qué te vas? Un progenitor lo es, pero más es tu amante. No volveré a sellar tu palabra con la mía en días eternos Y tu carruaje machaca el suelo como si fueran serpientes.

Le amo. Capítulo XXXIV. Qué pesar el del músico Cuando la nota no fluye de su garganta Cuando las palabras no emanan de la fuente inspiradora Cuando se agota la esfera de inspiración.

¿Por qué? Cómo aguantaré el inicio del otoño Sin una diosa que guíe mi espalda. Capítulo XXXVII

Qué pesar, pero amar realmente hace nueva La experiencia de volver a ser músico. Qué pensar ahora de mí, cuando empiezo

Otra vez París de mon amour Pero ahora siento desangelada mi presencia, 6


¿Dónde está mi músico? Será mi padre el benefactor pero…

Y mis amigos siguen rondando cuerpos que no quieren.

No podría ser otra cosa más que La ventaja que tiene el corazón Cuando decide ver a otro y atarse a él sin problemas, Sin ser más que un espíritu de aire contaminado De esa sustancia que llaman la pasión Y que yo, si soy dama llamo, como el deseo del ser.

Se burlan de mi escasez, Y yo les cuestiono ¿Acaso piensan en vosotros en otra parte del Universo?

Capítulo LI Capítulo XXXVIII

Mi tierra natal es demasiado hermosa Pero mi hogar ha dejado su corazón en Viena.

El “petit-dejéuner” ya no es tan apetitoso Ni siquiera cuando intentan adornarlo con el español zumo de uva Ni cuando el alcohol escala mi garganta y vive Como si tuviera un alma de otro demonio escondido.

Mas pronto vuelvo a observar otros palacios, Y me despido de la única villa Que impregna la elegancia en las venas de quien en su seno nace.

Suben las notas y vuelven a suicidarse

¿Me habrá esperado? Llevo presentes. Pero no habrá más sorpresa que mi llegada.

Mi tinta parece mi sangre. Podría ser, ¿un iluso traidor de la sensatez? acaso, ¿no olvidaron que considero absurdo el sentido común? Oh, ¡inspiración!, casi termino el relato De aquél delgado serio y aquel hombre parecido a mí.

Capítulo LII Noche en su morada con su hermano y siempre amigos, Y yo a su piano forte, en el que noto el aire de sus dedos.

Capítulo XXXIX

Cantamos llenos de felicidad algo ebria E intento ser humilde porque su delicadeza mi cuerpo la está enturbiando.

La frivolidad aquí no existe Sólo la envidia empolvada, Suben y bajan pechos que respiran Al compás de delicias barrocas en salones de ensueños.

Y es repentino esa interrupción no deseada, Mi concentrada genialidad se disipa con las notas. Y abren la puerta y vuelve agitada a mi pecho, Es mi musa envuelta en la bruma de París.

Tras los espejos se esconden solteros Que buscan la virtud de futuras casaderas. No me observen, yo danzo sola Al ritmo de un vals perdido en el tiempo.

Capítulo LIII He tenido la ocasión de ser la grandiosa Sorpresa de mi enturbiado amante genuino.

Capítulo XL Me incitan otra vez a la bebida

Se levanta del pianoforte y no acude tan rápido, 7


Su mirada me cala hasta el fondo de mi mente. Di la vuelta y enraizada entre mi mano Vi a la diosa que solo existe, De carne clara, de ser tan auténtico Tal fiel y salvaje.

Sentirme querida entre tanto masculino Y ofrecer mis presentes que amenizan la noche. Su turno y toma mi mano, Nerviosa que tiembla delicadamente, Se ríen los invitados e incitan a mi genio Y posa sus labios de hiel sobre mi mejilla.

Sus cicatrices en la espalda De aquellas estocadas de odio y celo Parecen menos cruentas este amanecer.

Capítulo LIV No conozco a Dios pero oh A la Diosa la he poseído. Mía, como mi música. Suya, como las notas.

La velada transcurre en su tono morboso Entre tantos amigos y mi diosa Y son los dulces, las burbujas de champaña El vino de Burdeos, que nada en mi garganta.

Capítulo LVII Cuando la noche se alumbra y las estrellas de Viena Miran a esta velada de goce Se enternece por el ambiente cargado de Romanticismo.

Cuando abro los ojos, Vi un corazón de músico inspirado Una sonrisa de no mero placer dibujada en su rostro Una espalda redonda, un cuerpo amable. Por fin, tras casi ver la muerte, He encontrado el antídoto.

Capítulo LV Por fin aislados, y en el petit comité Y coge mi cintura entre sus brazos no tan largos Su dedo se desliza por mis tirabuzones deshechos y Osa besarme tras tanto tiempo sin absorber mi aire.

Epílogo.

París es osadamente hermosa Pero no escucha su música.

Ser parte de otra alma no es fácil en vida. Y fue su cólera desdichada hasta su muerte. Pero no hay más pasión que no florezca En aquella tormentosa vida.

Capítulo LVI

Y sus notas se volvieron más oscuras Y a la par se volvieron más bellas.

Viena se despierta ya en blanco Mantas de hielo atraviesan sus casas, Las palabras en la calle se condensan en frío Y el río tan arduo ya no es agua tan pura.

¿Y fueron felices? Fueron eternos.

Cayó la manta al suelo Y callaba así el frío que intentaba estancarse.

8


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.