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Bibliotecas en las cárceles

Increíblemente, a lo largo de la historia contemporánea, se han registrado pocos casos de profesores afectados por motines en las cárceles. Por lo general, son profesionales preservados por los internos de cualquier problema generado en el entorno penitenciario, especialmente de aquellos que puedan perjudicar su trabajo en las escuelas de la prisión. En este sentido, no se justifica la separación de alumnos y profesores mediante la colocación de rejas en las aulas. Desgraciadamente, estas divisiones perjudican la propuesta pedagógica y la relación profesor-alumno en el ámbito penitenciario. Por lo general, las actividades educativas en las cárceles se limitan al espacio y al tiempo del aula, ya que en la mayoría de las unidades no hay otro espacio para el estudio, la lectura y el desarrollo de actividades extra clase, así como la infraestructura y los recursos de apoyo educativo para los estudiantes matriculados en los cursos.

Bibliotecas en las cárceles

Los espacios destinados a las bibliotecas no suelen estar integrados en las escuelas. Son, en su gran mayoría, experiencias aisladas que ni siquiera están previstas en la propuesta política y pedagógica de la escuela. Hay muchos casos en los que hay una biblioteca en la unidad penitenciaria y otra en la escuela, con colecciones distintas y con muy poco acceso para los presos. Es muy habitual que los proyectos de salas de lectura se transformen institucionalmente en bibliotecas. En líneas generales, no hay distinción entre lo que se llama salas de lectura y bibliotecas en el ámbito penitenciario. Las bibliotecas, cuando existen en las cárceles, así como la mayoría de los proyectos previstos para la asistencia a los presos, suelen ser entornos totalmente improvisados, insalubres e inadecuados para una propuesta pedagógica. Son verdaderos depósitos de libros antiguos y/u obsoletos que ya no son utilizados por la población en general. Con colecciones que no responden a la realidad de los sujetos privados de libertad, en la gran mayoría de los casos, se adquieren a través de donaciones de obras en general, así como de libros técnicos, religiosos, para didácticos e infantiles. En general, no fueron seleccionadas y adquiridas especialmente teniendo en cuenta el perfil de los sujetos, ni forman parte de un proyecto de lectura para la población desfavorecida.

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