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Nassir Sapag Chain: “El problema no es la evaluación. Es la disposición de las autoridades para construir mejores y más duraderas viviendas”

Nassir Sapag Chain, Ingeniero comercial y experto en evaluación de proyectos

“EL PROBLEMA NO ES la evaluación. Es la disposición de las AUTORIDADES PARA CONSTRUIR MEJORES Y MÁS duraderas viviendas”

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Si hablamos de evaluación de proyectos en Chile, de forma inmediata todos los que hemos estado ligados al rubro recordamos a Nassar Sapag Chain, quien, con sus 19 libros y cientos de artículos, es uno de los académicos hispanoamericanos más citado en la bibliografía especializada. Es Ingeniero Comercial y Contador de la Universidad de Chile, Magíster en Administración de la Universidad ESAN de Perú, académico, consultor internacional y un referente para generaciones de ingenieros. Actualmente es Director Académico del Magister en formulación y evaluación de proyectos de la Universidad Autónoma de Chile.

¿Cómo en la evaluación de proyectos se pueden incorporar los atributos de los materiales y métodos constructivos en un proyecto de construcción, tales como, vida útil (relacionado con el ciclo de vida hasta el reciclaje o reúso para otro fi n), resiliencia (habilitación por incendio, terremoto, y no comprar y construir nuevamente toda la estructura), economía circular (menor o cero gestión de residuos durante construcción de proyecto) y huella de carbono (tanto de los propios materiales en cómo fueron obtenidos), durante la construcción de un proyecto y en el uso de este por un lapso de 50 años como ejemplo?

Antes de responder al cómo incorporar esos atributos en la evaluación de los proyectos, es necesario precisar que varios de los conceptos que se mencionan en ella son difíciles de estimar porque no tenemos una historia sufi ciente como para estimar comportamientos o porque no existen mercados sufi cientemente desarrollados como, por ejemplo, los del reciclaje. De la misma

manera, todavía no hay certeza de cuál será el marco normativo que regule las emisiones de gases de efecto invernadero, y cómo se utilizará el indicador de la huella de carbono en la gestión de los recursos.

Volviendo al tema central, desde el punto de vista metodológico, ambas opciones se pueden proyectar como inversiones repetitivas. Es decir, qué pasa si se invierte solo en construcciones de mayor calidad y durabilidad (debe incluir costos de mantenimiento, reposición en más largo plazo, contribuciones, etc.) y qué pasa si solo se invierte en una construcción de menor calidad y durabilidad. Como ambos casos son excluyentes, se supone que al fi nal de su vida útil las construcciones se reemplazan por otra similar.

Esto permite calcular el costo anual equivalente (promedio anual considerando el monto de la inversión, los costos de mantenimiento y ocupación, y el valor de liquidación al fi nal de su vida útil real), teniendo en consideración el valor tiempo del dinero de las dos alternativas. La de menor costo es la más rentable económicamente.

“Lo que hace la evaluación de proyectos es demostrar si una inversión es o no más rentable, sustentable y sostenible que otra. Para eso, al ser dos opciones diferentes detrás de un mismo objetivo, bastaría con considerarlas como dos proyectos con fl ujos distintos y evaluarlos”

Es sabido, sin embargo, que la calidad de las viviendas está fuertemente correlacionada con la percepción de la calidad de vida, lo que se manifi esta en el precio de las viviendas usadas. El modelo anterior no incorpora este valor y solo lo incluye como valor residual al fi nal de su vida útil.

En relación con los costos asociados con la gestión de residuos, se deben cuantifi car en ambas alternativas. Si se considera que las normativas respecto a esto están cambiando, se puede agregar un análisis de escenarios. Las variables que no se pueden cuantifi car (cuándo vendrá un terremoto y cuánto daño hará) se deben sensibilizar, analizando distintos escenarios.

Alternativamente, se pueden comparar las dos opciones de construcción en un horizonte de vida finito, por ejemplo, de 10 años. Se proyectan los costos de construcción, los de mantenimiento y de uso de las viviendas anualmente y, en el último periodo de la evaluación, se le asigna un valor residual a cada tipo de vivienda. Utilizando los criterios normales de evaluación, se determina cuál es más conveniente.

Económicamente, podría, en algunos pocos casos, ser más rentable invertir menos y reponer más frecuentemente que invertir más y con menor frecuencia. Todo dependerá de la rentabilidad alternativa de invertir en otras opciones.

¿Qué valor se le pueden dar a estos atributos para que la decisión de cómo diseñar, con qué material y cómo construir, tenga en la etapa de evaluación de proyecto, información disponible para lograr una orientación hacia la elección de soluciones que se ven a primera vista y corto plazo, de mayor costo, pero con una mirada de mediano y largo plazo, se transforman en soluciones que impactan en la obtención de inversiones más rentables, sustentables y sostenibles?

Lo que hace la evaluación de proyectos es demostrar si una inversión es o no más rentable, sustentable y sostenible que otra. Para eso, al ser dos opciones diferentes detrás de un mismo objetivo, bastaría con considerarlas como dos proyectos con fl ujos distintos y evaluarlos. Las vidas útiles de dos tipos distintos de construcción explican el valor residual al que me refería en la respuesta anterior. La resiliencia o mayor facilidad para la recuperación de una vivienda siniestrada no es fácil de cuantifi car, ya que no es un evento probabilístico, sin embargo, sí se pueden estimar los costos de la recuperación ante eventos catastrófi cos similares. La variable de la economía circular y su menor gestión de residuos durante construcción, quedará refl ejada en la cuantía de las inversiones.

El problema no es la evaluación. Es la disposición de las autoridades para construir mejores y más duraderas viviendas.

¿Por qué, por ejemplo, se construyen viviendas sociales de bajo estándar, que no incorporan efi ciencia energética, que se queman o dañan y que fi nalmente hay que construir desde cero de nuevo, que no permiten una ampliación conforme las familias van creciendo, etc.?, ¿por qué no utilizamos materiales con atributos para que duren 50 años y, por ejemplo, se coloca una losa en el segundo piso y luego la ampliación se pueda realizar de manera segura?

Existen muchas razones, que puedo o no compartir, pero que son importantes para quien deba tomar la decisión.

Políticamente, una autoridad puede creer que mejorará su imagen, ante los votantes, entregando muchas viviendas de menor calidad y de poca vida útil, que menos cantidad de mayor calidad.

Económicamente, podría, en algunos pocos casos, ser más rentable invertir menos y reponer más frecuentemente que invertir más y con menor frecuencia. Todo dependerá de la rentabilidad alternativa de invertir en otras opciones.

Socialmente, podría haber urgencias impostergables que hacen conscientemente tomar una mala decisión económica para resolver un problema, entregando una solución mala a mucha gente que una buena a pocos.

La evaluación de proyectos, por lo menos, le dice, a quien toma la decisión con criterios políticos mezquinos, cuál es el costo de la no calidad, es decir, cuál es la diferencia entre los costos anuales equivalentes de la mejor opción versus la de la que él elije. Al que lo hace por consideraciones sociales, cuál es el costo alternativo de solucionar esa urgencia, o sea, los mayores costos futuros y su efecto sobre el desarrollo sustentable que exige resolver las necesidades presentes, pero sin comprometer las del futuro N&C

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